Partida Rol por web

La reaccion desesperada de la dama Cannith daba a entender que estaba en grave peligro, ni que decir que la entrada en juego de aquellos pequeños seres reptilianos en la posada, con las armas en ristre, anunciaba un combate inminente.

Alfrik no era de los que dejaba escapar la oportunidad de purgar el mal alli donde estuviese, por lo que sujeto el escudo y desenvaino su hacha. -Ya estas otra vez Powa, que no soy amigos tuyos, no van a cambiar de opinion- le decia al druida que se empeñaba en hacer cambiar con palabras a las maquinas programadas que tenian delante.

-Vamos escoria, muestra a la Llama lo que sabes hacer!!

Adia se mueve por detrás de Ariete y de Daisy con el arco apuntando ya a su víctima. Justo al pasar la altura de Daisy apunta a uno de los kobolds y deja que la cuerda de su arco se deslice de sus dedos. La flecha impacta en el cuello de la criatura. La flecha sobresale por detrás de su cuello. a la altura de la nuca. El kobold se tambalea pero aguanta sin caer.

Una luz azulada envuelve repentinamente a varias de las criaturas reptilianas. La luz procede de la varita que sostiene Finn en sus manos con una postura que recuerda a los duelos de magia. Los kobolds, envueltos en la sosegada luz, ven introducirse en sus fosas nasales pequeños puntos de luz que parece polvo iluminado. De repente tres de ellos caen al suelo con los ojos cerrados.

Daisy intenta golpear con su cachiporra al kobold que tiene más cercano. Pero el golpe es esquivado por la criatura la cual aún se encuentra envuelta en la luz azul, aunque esta va desapareciendo.

El forjado recién llegado mira al Bardo. Acto seguido levanta su ballesta hacia él y un virote sale disparado. Finn tan sólo tiene un instante para darse cuenta de que...el virote le roza el cuello. Asustado se lleva la mano hacía la herida y queda manchada de sangre. Pero sólo es un rasguño.

Justo en ese momento Ariete se desplaza sobre sus pesados pies e intenta despejar el camino de las criaturas reptilianas que aún quedan en pie. Pero su fuerza resta velocidad al ataque y permite al pequeño reptil bípedo apartarse del camino del acero del forjado de adamantita. 

Los kobolds consiguen reaccionar tras el alud de golpes y de magia que han recibido. Se mueven hacia la semiorca y hacia Adia intentando alcanzarles con sus lanzas. Pero ambas mujeres consiguen mantener apartadas las puntas de sus cuerpos.

Con las armas preparadas observa como se desenvuelve el combate, Fin había conseguido dejar fuera del baile a varios reptiles, Dausy, Ariete y Adia se esforzaban luchando con los que quedaba, por lo que a mí me tocaba el plato principal.

-Bien, tu eres mio monton de chatarra!- exclama mientras carga sobre el lider del grupo enemigo. La carga tiene exito y hunde en el pecho de aquel ser su hacha.

El kobold con la flecha atravesada en su cuello camina, de repente, de lado de forma extraña. En su caminar errático deja un reguero de sangre oscura y espesa que parte de su cuello. Dando traspiés choca contra unas sillas y cae al suelo. No vuelve a levantarse. 

Un grito se impone por encima de todo la cacofonía de gritos, bufidos y quejidos. Es la carga del paladín contra el forjado. Sus pies retumban contra el suelo de madera hasta el punto de confundirse con los truenos del exterior. Su voz ronca aúlla en su carrera y sus brazos cargan el hacha. Lanza un terrible golpe contra la cabeza del enemigo hasta el punto que el enano levanta ambos pies del suelo para compensar la potencia del golpe.

El hacha impacta. Una explosión de chispas de adamantita ardiendo surgen del forjado como si de fuegos artificiales se tratase. El forjado retrocede en medio de una nube de metal vaporizado. Cuando le veis, un terrible surco le recorre el cuerpo desde la frente hasta el abdomen. Es un corte tan perfecto y centrado que casi parece una división natural entre las placas de adamantita. Pero los fluidos que emergen, los filamentos arrancados que sobresalen y cuelgan hasta las rodillas son la prueba de que se trata de una herida terrible.

Definitivamente, Demonfly no estaba acostumbrada a estas lides. Iba a necesitar de un kóbold más alto o con tacones para tener más posibilidades de atinar... o a lo mejor era cosa de la cachiporra, que se la vendieron defectuosa. En verdad que Daisy Sue no se lo explica.

Pero mientras la coordinación ojo-mano le pasaba una mala pasada, la mente avispada de la cazarrecompensas trabajaba en un segundo plano, al ralentí.

¡Jefa!-soltó a Elaydren-¡Cierre toas las ventanas!

Un plan perfecto. Así, cuando desconectaran al sicario forjado, su bola voladora no podría marcharse por la ventana... tendría que romper el cristal.

Uhm...

La mente lúcida de la semiorca siguió dándole vueltas al asunto. Le faltaba algún retoque a su "plan perfecto".

Finn sonríe mientras mira el efecto de su nuevo truco. Tenía que admitir que aquella vara encontrada en la forja olvidada valía su peso en oro… y en Kobolds.

La terrible puntería de la exploradora había borrado a otra de las criaturas de la ecuación,  y parecía que tenían la situación bajo control.

Confiado, el semielfo miraba con aire de superioridad el combate sin percatarse de que era él quién estaba en peligro. El sonido del percutor de la ballesta le dio un segundo para girar la cabeza hacia donde había oído el familiar ruido… Y sus ojos se encontraban, ¡con otro forjado!

Toda su vida pasó delante de él en cinco segundos como se dice, para después percatarse que seguía de una pieza y que tan sólo tenía un corte en la mejilla y la cabeza sobre los hombros.

¡Ni siquiera le iba a quedar una bonita y varonil cicatriz en la mejilla! ¡Tan sólo un corte como si hubiera tenido un mal día afeitándose!

Era el colmo. Finn estaba harto ya de tanto forjado del señor de los sables ese. - ¡Eh tú! – Grita con voz gañosa y algo de pito, aún nervioso al ver la vida pasar en un segundo.- ¡Estoy harto de verme perseguido por latas andantes! ¡Soys más pesados que la adamantina con la que os fabrican! ¿Y sabes que le puedes decir a tu jefe? – Impreca al forjado, mientras saca una pluma y apunta con ella a su enemigo agitándola en el aire.- ¡Qué nunca vencerá a este poeta, pues la pluma siempre vencerá al Sable! ¡Ja!

- Y para ti, ¡las migajas de mi desayuno! – Añade, lanzando unas diminutas tartitas contra la mole del forjado.

Para un observador que acabara de presenciar aquella escena, sin duda alguna le parecería que Finn estaba algo loco. Para sus compañeros, que ya habían tenido que aguantar su errático y estrambótico comportamiento anteriormente, definitivamente estaba loco.

Como era de esperar, pese al movimiento casi por inercia del kobold al que había atravesado, pronto su enemigo cayó al suelo en un charco de sangre y se sintió libre de moverse por la sala. Con un par de zancadas bien medidas mientras volvía a colocar una flecha en su arco, se colocó sin que nada molestara su tiro y apuntó con cuidadosa tranquilidad para evitar sacar un ojo a la cazarrecompensas, algo que aunque seguro que con el tiempo agradecía - pues un parche la daría un toque mucho más intimidante - seguro no le iba a hacer gracia en un primer momento. 

Cuando tenía claro su blanco, dejó que la cuerda zumbara en sus manos y el virote emplumado salió con un silbido mortal que acabó en el momento con aquella alimaña. Por desgracia Daisy perdió el equilibrio en ese momento fallando el golpe estrepitósamente, lo que seguro acabaría con algún otro comentario malintencionado hacia ella y una nueva mirada de odio, así que decidió que era mejor hacer como si nada y fingir que no se había dado cuenta, centrando su atención en el último de sus enemigos, el forjado contra el que, por desgracia, no creía que fueran a servir demasiado sus flechas, pero al que Finn se sentía muy tentado por vacilar, pese a que seguramente si le pillaba acabaría hecho una papilla irreconocible.

Por el rabillo del ojo pudo ver como Daisy volvia a fallar el golpe mientras que la nueva, la señorita Adia, volvia a sacar las castañas del fuego a la semi orca. Menuda punteria que tenia.

MIentras tanto, escuchaba detras suya los chistes malos del bardo, no sabia que pretendia hacer con ellos, pero ayudar, lo que se dice ayudar, no es que hiciese mucho, por lo que se centro en acabar con la hoja lata que se negaba a caer ante sus golpe.

-¿Te ha gustado forjado?, pues tranquilo, que la llama tiene para dar y tomar. -Volviendo a preparar el brazo, como un martillo golpeando a un yunque, Alfrik descarga un nuevo hachazo ascendente a la altura de la ingle, si es que tenia, para conseguir partirlo por la mitad. El golpe fue tremendo y el propio paladín se sorprendio al ver como el hacha entraba y cortaba como si en lugar de estar forjado de adamantita lo estuviese de mantequilla, en una explosión de chispas y metal.

 ¡Estoy harto de verme perseguido por latas andantes! ¡Soys más pesados que la adamantina con la que os fabrican!

Powaqqatsi echó una mirada de reproche a Finn por sus comentarios.   No somos latas andantes.  Respeto, aunque sean enemigos.  Además eso es lo que alimenta el poder de líderes como el suyo.  Luego, el golpe del enano paladín.  Lo llenó de tristeza ver una vida tan magnífica como esa caer destrozada en pedacitos. 

Si tan sólo hubiera desistido.  Esta muerte era tan triste como la de cualquier joven fanático engañado por sus líderes, y más aún pues la raza en sí era muy joven.  Una lucha en la que creen.  Merecen vivir para descubrir que hay otros caminos. 

Las chispas rebotan contra el entarimado. Cada una de ellas es un meteorito en miniatura que deja una estela de humo. El kobold que quedaba golpea el suelo con la cabeza. El extremo de una flecha sobre sale por su axila. Aún tratándose de un humanoide reptiliano no es difícil pensar que la flecha ha alcanzado el corazón o algo parecido a un corazón.

Daisy mira a Adia...

- Pueden presentarse más de esos asesinos en cualquier momento- os dice Elaydren acercándose a la puerta del Yunque Roto-.Toda la información que necesitáis está en el bolsillo izquierdo de la mochila.¡Apresuraos!¡salid de la ciudad tan pronto como sea posible!

cubre su cabeza con la capucha de su capa y, deteniéndose medio segundo en la puerta, os mira antes de salir a las calles de la Torre del Constructor.

Quedáis vosotros solos en el Yunque Roto. Tenéis la mochila que os ha entregado Elaydren. En el suelo está el cuerpo del forjado y su espada. A un metro está su pierna seccionada junto a parte del cuerpo.

- ...quieren...quie..quie...¿quieren algo...de comer...?- pregunta la asustada cocinera asomando sólo media cara desde la puerta de la cocina. Parece estar conteniendo un más que probable ataque de nervios...

Powaqqatsi se agachó para tomar el mensajero alado que hubiera tenido este forjado sin nombre en su vientre.  También buscó entre sus placas alguna que trajera algún identificador o algo.  Le ayudaría eso al Sargento Dolom a descubrir donde se escondía la célula de fanáticos, y le ayudaría a Powaqqatsi a dejar un mensaje de respeto al hermano caído.  

Se despidió de la dama Cannith con un gesto de la cabeza, entendiendo su preocupación y apuro. 

No, no necesitamos comer. -Le dijo escueto a la cocinera.  Gracias.

Saldremos de una vez.  Cuando llegue el sargento Dolom dele nuestros saludos.  Por cierto, no deje de amarrar a estos kobolds dormidos.  Si se despiertan, le limpiarían la alacena en un huesti-amén, y no en un sentido de trapo y plumero. 

Buenas noches, lo que quede de ellas.  -le dijo saliendo, buscando un lugar donde pudieran leer con calma el contenido del morral aquel. 

¿Algún refugio Lyrandar que nos pudiera servir para pasar la noche?, le preguntó bajo las primeras salpicadas de agua a Finn.

Casi al mismo tiempo, el último de los kobolds despiertos y el forjado líder de aquél grupo cayeron inertes al suelo, muerto uno y destrozado el otro. El combate había sido corto y sencillo, pero no cabía duda de que era sólo el principio de algo mucho peor, y además no había acabado todo.

Varios de los reptiles seguían dormidos, y aunque de momento no suponían una amenaza, en cuanto se despertaran lo serían. No podían dejar aquél peligro en manos de unos pobres taberneros que nada tenían que ver con todo aquello, así que mientras la dama Cannith se iba de allí dejándoles todo el marrón a ellos, y Powa parecía más preocupado de los restos de su enemigo y de irse que de ayudar, ella ignoró el ofrecimiento de comida y en su lugar pidió a la nerviosa cocinera cuerda o cualquier cosa que les sirviera para atar a aquellas alimañas. 

Una vez hecho eso, si fuera necesario con trapos, y no antes, salió por la puerta dispuesta a seguir al grupo hacia un lugar seguro en el que pudieran parar a investigar la mochila y pensar sobre su siguiente paso. 

Finn hizo una extraña mueca al observar como el enano cortaba en dos al enorme forjado. - Caramba Alfrik.. Está claro que a los enanos se os da bien eso de trabajar el metal...- Comenta nervioso.

- Pow... Mis disculpas si os he ofendido a ti o a Ariete. Mis palabras eran parte del hechizo con el que tenía paralizar al forjado, eran necesarias, no hagas caso al significado de ellas. - Comenta discúlpandose a sus compañeros forjados. - Ya sabes que odio la sangre y matar es muy cansado.- Añade, volviendo a comportarse como siempre.

La precipitada salida de Elaydren le dejó con la palabra en la boca. - Bueno, otra dama que huye de mis encantos.- Comenta haciéndose la víctima. - Al menos está vez no han derramado ninguna copa encima mía ni me han obsequiado con ninguna bofetada. - Dice divertido.

- Para mi una cerveza, gracias.- Comenta al ofrecimiento de la posadera, mientras se sienta cruzando las piernas observando como trabaja Adia.- Liderar me despierta sed. - Sonríe.- Yo probaría sus exquisiteces con gusto, pero parece que mis compañeros no tienen mucho apetito... Una lástima.

- Y no, mi querido Pow. La casa Lyrandar os podrá ofrecer transporte, pero no alojamiento, ¡ni siquiera a mi! Las casas son muy celosas de sus actividades, y el tema de refugio y alojamiento pertenece a la casa Gallandha

El druida se acerca al cuerpo sin vida del forjado. Una vez más se lamenta de tal pérdida... Pero se sobrepone con rapidez. Tiene algo que buscar. Recuerda que en anteriores ocasiones los forjados que les atacaron llevaban incorporado algo llamado mensajero definitivo. Se trata de un objeto que, tras la muerte del forjado, abandona su cuerpo y con un rápido vuelo transporta un último mensaje a un destinatario designado o, en su defecto, al forjado más cercano.

Busca en el pecho del caído...pero no encuentra nada. Observa el resto del cuerpo y...nada. No hay mensajero definitivo.

Mientras tanto Adia ata a los kobolds con una cuerda. realiza una serie de nudos que parecen lo suficientemente fuertes como para retener a los tres kobolds que permanecen con vida pero dormidos. Posteriormente sale fuera del Yunque Roto. Tal vez la mejor opción sea marcharse de allí...

Finn empieza a disculparse ante Powaqqatsi y Ariete. Puede que su conjuración haya resultado ofensiva para sus compañeros forjados. Pero el druida introduce las manos en el morral que la dama Elaydren entregó a Finn. Cuando la coge se convence de que está vació. Pero por si acaso...

Extrae unas flechas. Extrañado las mira. Son más grandes que el propio morral...¿cómo puede ser? Vuelve a buscar. ¿Antorchas?¿ Virotes? ¿Odres de agua?... Varios de vosotros os acercáis para sacar el contenido el contenido y para ayudar a colocarlo sobre las mesas.

Bolsillo Central: 80 flechas, 80 virotes, 50' de cuerda de seda, 6 petates, 6 odres de agua llenos y raciones de comida para tres días y seis personas.

Bolsillo derecho: 1 linterna siemprebrillante, 1 juego de pedernal y acero, material de curandero, 5 antorchas y 3 sacos.

Bolsillo izquierdo: Una carta sellada, 3 viales de agua bendita, 3 pociones de curar heridas leves, un diminuto cetro de metal azul de 3'' de largo con un zafiro incrustado en un extremo, 1 saquillo con 150 p.p, 1 pequeño cofre con 500 p.o y 6 cartas que parecen ser documentos oficiales ( podéis leerlos).

Las dos mesas del Yunque Roto quedan cubiertas con todo este material...

¿Qué clase de posada aburrida no tiene una cuerda para atar a un cliente licántropo en una noche de luna llena o para jugar a la piñata con un enano atado del techo? La cazarrecompensas sacó su propia cuerda para atar a los delincuentes. Por fin algo que se le daba bien. Pero la novata cogió la cuerda y ató a los kóbolds con una rapidez y una pericia asombrosas.

Demonfly bufó, casi llegando a un gruñido corto y circunspecto. Adia mataba kóbolds mejor que ella y ataba kóbolds mejor que ella. Parecía que la semiorca acababa de ser suplantada en el grupo por una versión mejorada de sí misma, aunque no tan guapa ni con tanto éxito entre los trasgos, por supuesto. Pero aún así fastidiaba. Era como cuando sustituyeron a Mug por el perro callejero de Alfrik: mejor rastreador y más furibundo que el patético bárbaro. Y será como cuando sustituyan a Ariete por el perro forjado en el que está trabajando Powaqqatsi. Es ley de vida.

Vale... con lo que váis a tardar en guardarlo tó en la mochila de nuevo, a mí me da pa interrogar a una de las lagartijas...

Cuando Daisy Sue vivía en la granja, el señorito de la plantación tenía un tutor que todos los días le enseñaba dracónico en el jardín. La semiorca escuchaba en silencio y aprendía. El dracónico era el idioma primitivo de la magia, era el lenguaje con el que los dragones compartieron sus enseñanzas con los primeros magos. Daisy Sue solo aprendió lo básico, ya cuando el señorito empezó a tener sus clases de magia, los conjuros eran demasiado complicados para una campesina semiorca. La cazarrecompensas nunca pensó que volvería a hablar en ese idioma, y mucho menos en la Sharn de las razas civilizadas y los enanos.

Colocó la mano sobre la cocorota de uno de los kóbolds y presionó con su pulgar suavemente sobre uno de los ojos cerrados del reptil para despertarle.

Anuka riiko urduk achtlak. ¿Drosu albreeya lakisu urh nordiir? ¿Urh lakisu waal oxo kratak nateshi guá?

Y así preguntando durante un rato. Básicamente, Daisy Sue quería saber cómo llegaron a Sharn sin ser vistos, con qué objetivo, cómo se llamaba el caradelata anónimo que Alfrik se cargó antes de tener tiempo a hacer una pomposa presentación, qué había sido de la carta robada (aunque sospechaba que el mensajero definitivo había llevado la carta a algún general del Señor de los Filos)... Y, por supuesto, preguntó si Dinna estaba en el ajo.

Ante su pregunta, la posadera había hecho como si no supiera que hacer, y al final había tenido que ser la semiorca, aunque juraría que a disgusto y tras bufarle como un gato, la que le diera la cuerda. Como fuera, el trabajo se hizo rápido y bien, como estaba acostumbrada, y una vez acabado salió dispuesta a no quedarse atrás y ya de paso sentir el aire en la cara. 

Su sorpresa fue mayúscula cuando los demás decidieron no marcharse de allí cuanto antes y seguir un rato más como si no pasara nada y no corrieran peligro de que una fuerza mayor les atacara; o les gustaba tentar a la muerte o eran demasiado estúpidos. Ella, por su parte, no pudo más que encogerse de hombros y, tras echar un vistazo a su alrededor e intentar escuchar cualquier signo de peligro, volver a dentro.

En el interior sus compañeros no habían perdido el tiempo. Daisy, dejándola sorprendida, había despertado a uno de los kobolds y estaba interrogándole... en dracónico. No tenía ni idea de como alguien como ella había aprendido la lengua de la magia que pocos más allá de los elfos sabía, pero sin duda lo había hecho y casi lo hablaba mejor que el común. Atendió cada palabra, intrigada de hasta donde llegaría hablando esa lengua, y mientras miró al druida y a Finn sacar el contenido de aquella mochila que, otro misterio, no parecía tener fondo. 

El día estaba resultando increíblemente movido, algo que no esperaba cuando esa misma mañana se había unido a ellos, y realmente le gustaba. 

Adia, extrañada, regresa al interior del Yunque. Creía que era mejor actuar con velocidad y salir de aquel lugar cuanto antes. seguramente sus nuevos compañeros estarían borrando pistas o algo similar...

Dentro ve a Powaqqatsi sacando una gran cantidad de material y repartiéndolo entre dos mesas. Finn, entre suspiros, se lamenta de la marcha de la dama Elaydren. Y Daisy ha sentado a uno de los kobolds en una silla y le aprieta uno de los ojos para despertarlo...

Tras formularle una serie de preguntas el kobold la mira con cara de preocupación...

 -...pfffff...juargggh...juarggiii...pfturagh....xarghtresagh li argah handu lila...? dfresathgli hortragh dos mergah.