Partida Rol por web

Suspiró, o más bien resopló, de manera totalmente perceptible; a veces, más que una elfa, parecía un enano cascarrabias, y cuando quería podía serlo más que Alfrrrik obligado a entrar en la esfera móvil.

– ¿Toda esta vuelta para volver al mismo lado? – rezongó, molesta; no era una pregunta, sino una simple obviedad. O eso creía hasta que vio a Daisy agacharse y ponerse a buscar.

¿El qué? Y entonces se dio cuenta. ¿Y si no habían llegado al mismo lado? ¿Y si había más salas como aquella por el recinto? O tal vez era simplemente una especie de cámara de la otra, como una bola de cristal gigante dónde ver lo que ocurría en otro lugar. O... 

Lo cierto es que no tenía ni idea, y al ver como rielaba el aire, supo que fuera lo que fuera iban a tener, como en el otro lado, problemas. Y si los había, era mejor ayudar, hacerlo rápido, hacerlo bien, y hacerlo a conciencia. Y aunque confiaba en la cazarrecompensas, nadie mejor como ella misma, así que tras una larga bocanada, y una exhalación aún más larga, se metió en la sala y se puso a investigar también. Si era otra habitación, podía haber algo de interés, si no lo era, entonces lo descubriría rápido y no perderían más el tiempo.

La bola de luces multicolores exploto y luego todo fue silencio y caos, no veía ni oía nada, todo me daba vueltas, así que hice lo que cualquier enano juicioso haría, cerrar los ojos y ponerme en posición de lucha.

Conforme mi vista se fue aclarando y vi a mis compañeros indemnes, procedí a relajarme. Una vez recuperados todos del ataque de esa esfera mística, nos pusimos en marcha de nuevo.

¿Es en serio? ¿Acaso habíamos regresado a la maldita forja? Esto debía ser una maldita broma. - pienso mientras retrocedo hasta la habitación con los espejos.

Jejep, dijo Finn con la barba un poco quemada de los lados aún.  Pues parece que no vimos esta puerta la primera vez que pasamos por aquí, no señor.  

Ahora bien, ¿que salas más nos falta por explorar?  A mi la que me preocupa es que los que nos venían siguiendo, los del buitre putrefacto, ya hayan llegado. 

El bardo dibujó un mapa en el polvo del piso, ilustrando la bola giratoria esa, con todas las llaves de colores y salas que habían explorado para encontrar la posible salida o la posible faltante. 

El druida forjado se quedó callado.

Miró a todos trabajar, y luego rebuscó en la sala de la luz de fiesta para ver si había algo ahí que hubieran omitido.

Luego habló.  Pues gracias por limpiar también esta sala de peligros.  Si mis planes de quedarme aquí a vivir funcionan bien, necesitaré una guarida/base/círculo druida para poder comenzar.  Miraba con beneplácito lo bien que estaba quedando todo y se imaginaba ya el lugar lleno de forjados buscando restaurar la naturaleza, o adaptar a la naturaleza tergiversada del lugar, para un nuevo equilibrio que cuidara a la vida hermosa. 

En esta forja podríamos hacer nuevos hermanos nuestros, para poblar esta tierra y hacer un nuevo reino, pacífico y armonioso. 

¿Le hablaba a Ariete o a sí mismo?

Creo que no estoy preparado para fundir una familia, Q-dijo al druida-. Tenemos que asumir que las posibles llaves que sirven para abrir las dos salas amarillas y la sala púrpura que nos quedan por explorar pueden estar precisamente en las salas a las que no podemos acceder.

Ariete miró su reflejo en la habitación de los espejos. Parecía meditabundo, introspecto, como si reflexionase sobre su propia naturaleza. Dió un puñetazo a uno de los cristales para hacer desaparecer esa horrible imagen que le revelaba su propia fealdad. Bueno, sus motivaciones eran otras.

Romperé todos los cristales, por si alguno oculta un pasadizo.

El camino más corto. Si no tenían llave, Ariete se abriría paso de otro modo. Siguió dando puñetazos al suelo y a las paredes, causando un gran destrozo, dejando... su sello personal.

"¡POK!""¡POK!"

Adia y Daisy  chocan casi simultaneamente contra algo al intentar acercarse a la sala para examinarla. Algo, una especie de pantalla, ha cortado su camino. Es como si un cristal separase la sala evitándoos entrar en ella. La recorréis con las manos y os dais cuenta que os encontráis en una especie de pecera que os aísla del resto. 

Y entonces Powaqqatsi se da cuenta.... Es como si se os encontraseis en una bola de cristal que da el poder de observar otro lugar. Sólo que , a diferencia de como entiende el druida que se observa una bola de cristal, en esta se observa desde dentro. Tal vez los cannith inventaron esta maravilla para estudiar aquel ingenio de guerra con seguridad.

Finn revisa sus apuntes sobre el laboratorio y llegáis a la conclusión que poco más queda por investigar. Puede que existan otros lugares escondidos que revelen nuevos tesoros...pero esto son las Tierras Enlutadas y cada tesoro vendrá acompañado de otros muchos horrores... Si tenéis lo que habéis venido a buscar vuestra voz interna os apremia para iniciar el camino de vuelta a casa. 

Si es que eso es aún posible para vosotros...

Bueh, ¡qué tomadura de pelo! No es mu distinto de las bolas en las que metes las llaves y da vueltas, solo que en trasparente y sin na pa meter. Vamos a esperar un rato pa ver si esta bola también se mueve sola, y nos deja ver otros sitios.

Sobretodo lo decía por Skully, que tenía los ojos inyectados en sangre, y necesitaba tranquilizarse un poco. Sin nada más que hacer, Daisy Sue se puso a abrir la cerradura del cofre que guardaba el esquema.

Asintió: coincidía con Daisy. Aquello había sido más que una pérdida de tiempo, y ya iban muchas. Si querían salir de allí era mejor darse prisa, hacerlo cuanto antes, acabar la misión. Tendré mi dinero y podré olvidarme de estos locos. No tenía ni idea de cuantas ganas tenía de que eso pasara hasta que lo pensó. Cuando volvieran con la mujer que les había contratado, sería un poco más rica y su mente correría un poco menos de peligro de romperse en mil pedazos intentando entender a aquella gente. Volveré a los bosques, lejos de todos, hasta que olvide que existen. Para ello, eso si, primero tenían que escapar de esos laboratorios y, después, regresar a la civilización. Esperaba que su transporte siguiera allí. Pff. Y antes de preocuparse de eso, efectivamente tenían que abrir el cofre aquél... y decidir algunas cosas.

– Escuchad – se giró hacia los demás, dando espacio a la semiorca para trabajar pero aprovechando los minutos que iban a estar parados –. ¿Por dónde saldremos? He pensado que lo más sencillo sería regresar por el mismo camino, hasta la entrada de la mina, pero puede que también podamos ir por ahí – con un dedo, señaló la cúpula de la sala dónde habían estado, la sala que aquella cristalera mostraba con todo lujo de detalles –. ¿Creéis que es posible? Si no, de todas formas, la mina está bien. Temo que podamos tener compañía – se encogió de hombros –, pero para eso nos pagan.

Pensativa, dio un par de vueltas en el reducido espacio que tenía y volvió a mirarles.

^_>> También está el lobo ese. ¿Les ayudamos a salir? No sé si ellos podrán solos, aunque quien sabe. La cosa es que no me hace mucha gracia, pero si nos deben una, y si encontramos problemas – sonrió con malicia –. Tal vez ayuden.

Estoy con Adia, salir por dónde entramos parece la mejor opción, aunque nos expone a una emboscada. - digo con seriedad.

Llevar con nosotros a la manada de Rorsa parece una buena basa que jugar, en especial porque el enemigo desconocía de su existencia.

Estoy seguro que ayudaran, siempre que se los pidamos por anticipado, de lo contrario se sentiran traicionados y podrían volverse contra nosotros. - señalo con seriedad  a efectos de que el grupo tome su decisión sopesando todas las posibilidades.

De acuerdo, avisemos a la manada y salgamos por donde entramos. Los emboscadores seremos nosotros. 

Finn se puso en camino, tarareando una canción, detrás de todos.  No le agradaba la idea de volver a platicar con los lobos, pero si era la única salida con fuerza que tenían, la tomaría.  Lupis-homini-lupi.

Que bueno que uno también es elfo.

Casi acompañando las palabras de Adia, Alfrrik y Powaqqatsi, un poderoso y terrorífico aullido llega hasta vosotros. Instintivamente miráis hacia atrás, hacia los pasillos inertes de luz enfermiza. El eco del aullido rebota entre las paredes y llega hasta vosotros seguido de una extraña bocanada de aire que os obliga a poneros en guardia. Durante unos segundos se os hiela la sangre al reconocer ese grito animal como el aullido de un lobo terrible. Sabéis de quien se trata; es Rorsa. Y , de alguna forma, entendéis el mensaje que contiene ese aullido. Rorsa reclama su derecho a que se respete vuestro trato con él. Si os encontráis cerca del final... El enorme lobo sabe que su liberación está más cerca que nunca...

"¡Click!"

Os giráis hacia el extraño ruido. A pesar de lo que acaba de suceder con el aullido este nuevo sonido significa mucho más para vosotros. Es la causa que originó este viaje...

Inclinada sobre el cofre la semiorca ha conseguido abrir la cerradura. Con ansiedad la veis abrir la tapa  y extrae, victoriosa, esto...  

Lleváis el suficiente tiempo tras la pista de estos artilugios como para reconocerlo de inmediato. Se trata de un patrón de creación. Se trata de un gran disco de adamantita cubierto con símbolos y runas grabados en mithril. Tiene dos pies de ancho, tres pulgadas de grosor y pesa unas diez libras. Sin duda es un artefacto de Xen'drik, la parte fundamental que los cannith empleaban para la fabricación de sus prodigios arcanos. En el cofre también encontráis el esquema , en forma de rombo, que habíais venido a buscar. Encajaría a la perfección en el patrón de creación...

Daisy extrae otro esquema... Es idéntico al anterior. Al parecer se trata de una copia del esquema en forma de rombo...

No recordáis que Elaydren os contase nada sobre una copia del esquema por lo que las dudas recorren vuestros pensamientos en estos momentos. No obstante lo guardáis todo y corréis a extraer el reto de objetos que hay en el interior del cofre. Se trata de 2 pociones de resistir energía, 2 pociones de curar heridas moderadas y un pergamino de resistir energía.

Tras recogerlo todo os encamináis al redil del lobo para dar cumplimiento a vuestra promesa... Tal y donde lo encontrasteis por primera vez, allí os espera Rorsa. Tras él su manada apresta ansiosa entre las patas del enorme animal.

-POR FIN...- dice con un sonido gutural acompañado de una sonrisa en la que sus enormes colmillos toman todo el protagonismo.

Bien Rorsa.  Promesa será cumplida.  Síganos.  -dijo el druida al avanzar. Powaqqatsi se empezó a poner de acuerdo con sus compañeros para evitar alguna sorpresa a la salida. 

Finn se les adelantó.  Lo mejor es que salga yo primero, y puedo engañar a los emboscadores que ustedes ya salieron, o que están muertos allá atrás.  Será más fácil que me crean a mi.  Ya que los oigan, ya decidirán si salen en tropel o salen por otro lado, o usan el laboratorio como refugio hasta que encuentren una solución. 

Por mi no se preocupen, -les guiñó el ojo-  siempre me las apaño para salir bien.  Me adora la gente.  Sonrió y casi que vieron brillar sus dientes. 

En aquel instante, a Ariete le pareció que aquello era como el problema lógico de cómo llevar una col, un conejo y un lobo al otro lado de la orilla sin que se coman. La única diferencia es que había un porrón de lobos, y las coles eran ellos. Afortunadamente, Rorsa sabía usar el panel, así que no era necesario que ninguno de los héroes compartiese viaje con ellos.

Nah, ni hablar, flaco. Que Adia le de una de las llaves azules a Rorsa. Vamos los "dospatas" primero, porque los lobos no van a poder salir por el ventanuco del techo cuando la bola que gira esté en el centro. Yo tengo que preparar el parajeo de poleas pa subirlos, y os necisito a los demás pa vigilar y defender la posición. Después, Rorsa llama a la bola que gira, y se mete dentro con otro lobo. Con la boca pone el cetro en el bujero del centro del panel, nusotros subimos uno de los lobos y Rorsa vuelve a por otro.

Aprovechando que abrían el morral práctico de Heward que llevaba Adia, Demonfly aprovechó para redistribuir los objetos. Lo más importante, el esquema y el patrón de creación se quedaron con la novata. Después de tantas rencillas, Adia se había ganado ese gesto de confianza. Daisy Sue jamás volvería a decir de ella que era una espía.

Tendió el pergamino de resistir energía a Powaqqatsi.

Una de las pociones de resistir energía para Daisy Sue, y otra para Ariete.

Y por último, una poción de curar heridas moderadas a Alfrik y otra a Adia.

Quedaron Skully y Finn sin recompensa. Ya lo arreglaremos al llegar a Sharn. ¿Todos conformes con el reparto?

Reparto bien. 

Pero mejor subo primero yo con Rorsa -era druida- y limpiamos la zona. 

Luego suben ustedes. 

Estaba lacónico el druida.

El aullido lupino, atravesando los pasillos de aquél lugar, la hicieron girarse nerviosa hacia la salida. Cada vez que tenía la voluntad de hacer algo, el mundo parecía querer arrebatársela, y esa vez no iba a ser menos. No me gustaría ser yo la presa de esa manada. Sería como una historia de terror. Uno que, como aviso, plasmar en los libros. Un libro corto, porque íbamos a durar poco tiempo. Controlo el escalofrío que la recorría y se giró.

Daisy, al fin, había logrado abrir aquél cofre y ahora sacaba todo, dejándolo en el suelo. Viales, un pergamino, y exactamente lo que iban a buscar. Con un añadido: la copia del esquema. Parece que no se fiaban mucho. Eso, en realidad, podía ser bueno. Si la Cannith no les había dicho nada de que hubiera dos iguales, es porque seguramente no lo sabía. Y si ella no lo sabía, tampoco lo harían sus demás perseguidores. Posiblemente ni La Garra ni el tal Señor de los Filos estaría enterado de aquello, y eso les daba una oportunidad bastante interesante de, llegado el momento, librarse de morir. Tal vez, podrían hacer un trato sin fallar a su misión. Interesante. Una sonrisa pícara se extendió por sus labios mientras la cazarrecompensas distribuía las cosas por la mochila y entre ellos. Antes de que terminara, eso si, la detuvo un momento.

– Espera. Guarda en otra mochila el segundo esquema, la copia – la guiñó un ojo –. Hay que ser precavidos. Prefiero que estén separados, nunca se sabe.

Hubo un momento de duda, pero al final, estaba todo como debía estar, y se pusieron en marcha. Ella, por descontado, estuvo a favor de no quedarse atrás junto a los lobos, así que apoyó a la semiorca, y tras un rato, empezaron al fin a salir. Eso si, puntualizó una última cosa, antes de que a ninguno – ya fuera el petimetre medio humano o el druida que no atendía a razones – se le ocurriera salir el primero a la aventura.

_^>> Será mejor que salgamos todos juntos. No sabemos lo que hay fuera. Pueden estar esperando para atraparnos esos nigromantes de las ruinas esas. Pero puede que no les importe mucho si nos cogen vivos o muertos – en realidad, no parecían muy a disgusto con los muertos, así que... –. Y también puede que no estén, y lo que haya sea un cangrejo mutante, gigante y de ojos saltones. Sea como sea, es mejor que vayamos juntos. No os separéis.

Quedaron Skully y Finn sin recompensa. Ya lo arreglaremos al llegar a Sharn. ¿Todos conformes con el reparto?

Mi mejor recompensa es que todos estén bien, incluyendo Skull aunque se vea desmejoradita aun.

Del plan, pues si tiene que ser de uno en uno la salida, por lo de las poleas y cuanto más, y lo del maíz el zorro y el elfo, pues mi secuencia sugerida es Finn, Rorsa, Powa, lobos, lobos, lobos, y luego ya como quieran. 

Pero como digan, votamos y que se haga lo que diga la mayoría, sin poder de Beto. (Quiensabe quien sea ese Beto pero por como lo mencionaban los políticos había de ser alguien muy poderoso.)

 Rorsa encabeza la marcha hacia la esfera con paso orgulloso con todos sus hijos e hijas correteando nerviosos entre sus patas. Os gruñen y ladran mientras se lanzan dentelladas entre ellos. Desde luego no hay que ser un experto en conducta animal para saber que se encuentran en un gran estado de ansiedad. Rorsa necesita tan sólo una feroz mirada para reducir cualquier conato de pelea entre los lobos. Eso es suficiente para que los lupinos se echen a temblar con el rabo entre las piernas durante los siguientes minutos aunque, no obstante, la excitación regresa rápidamente a ellos.

Daisy se da cuenta enseguida que será imposible sujetar a ninguno de los nerviosos lobos sin que eso suponga llevarse una auténtica andanada de mordiscos y golpes. Sus dudas quedan resueltas cuando Rorsa atrapa a unos de los lobos entre sus fauces y se lanza de un poderoso salto por la salida superior de la esfera, aquella por la que llegaréis de nuevo a la cueva por la que accedisteis a Albohogar.

Sin duda fue una gran idea pactar con este lobo terrible antes que buscar el enfrentamiento con él...

Uno por uno los lobos son atrapados por la molleja del cuello por Rorsa y , de un salto, puestos en el piso de la cueva por encima de vuestras cabezas. Finn  intenta ser el primero pero la actitud de los lobos y la determinación de Rorsa hacen que sea imposible colarse por una escotilla estrecha por la que salta cada pocos segundo un inmenso lobo de más de trescientos kilos. Si...sin duda sería un mal plan...

En el último viaje que hacéis en la esfera la encontráis libre de lobos. Desde la escotilla abierta os llegan multitud de ladridos y aullidos de victoria. Es la jauría desatada. El rostro infernal de Rorsa aparece por la escotilla.

-HABÉIS CUMPLIDO VUESTRA PARTE DEL TRATO- Su voz resuena como un trueno lejano en la esfera de metal-. AHORA SOMOS LIBRES PARA CORRER, AULLAR Y CAZAR. VUESTRO TRÁNSITO POR NUESTRAS TIERRAS NO SE VERÁ DIFICULTADO POR NUESTRA PARTE. 

Su rostro ansioso se vuelve hacia la cueva. Parece olisquear el aire, triunfante.

- LLEVAMOS AÑOS COMIENDO CUERPOS QUE JAMÁS MUEREN. NUESTRA PRIMERA PRESA EN LIBERTAD ES ANSIADA POR TODOS; UN RECONOCIMIENTO A NUESTRA RAZA...

Con un ultimo rugido el lobo terrible desaparece de un salto. Veis en su mirada la muerte. Una presa ha sido detectada y la manada corre veloz a cobrarse su primera víctima...Así, de esta forma, les veis marchar.

Hasta que caéis en la cuenta...

"¡FAILIN!"

Tras la marcha del último de los lobos, Rorsa, abrió los ojos como platos. Aquello no podía ser verdad, no podía estar sucediendo. Si los animales habían olido algo, lo más probable es que hubiera sido su guía. Y si no lo era, es que no estaba. Cualquiera de las dos alternativas, en realidad, era igual de mala, pues solo significaba una cosa: estarían solos en aquél desierto cambiante y espeluznante. Quitando al druida, al que sin duda habían fabricado con algún que otro defecto, estaba bastante convencida de que ninguno querría quedarse atrapado en las Tierras Enlutadas más tiempo del necesario. Mierda, mierda, mierda. Y por si fuera poco, encima, sin Failin ella sería la que tendría que llevar a ese grupo de maníacos a través del desolado paisaje, hasta una civilización que se le antojaba harto lejana. ¡Mierda! Esto no puede estar pasando. No a mi. Porque no se había quedado tranquilamente en los bosques, dando muerte a bandidos y vendiendo sus cabelleras, cazando animales y recolectando frutos para sobrevivir, era algo a lo que llevaba ya tiempo dándole vueltas, y en esos momentos, ante la perspectiva de poder pasar semanas, tal vez meses, aguantando a esos locos por un horizonte infinito, la idea cobraba aún más fuerza. Mierda.

– Creo que vamos a tener que parar a los lobos. Vamos, vamos, corred – la importaba poco si eran lo suficientemente avispados como para llegar a la misma conclusión que ella o si por el contrario la tomaban por una loca. En realidad, también la importaba poco si la seguían o no. Ella salió disparada siguiendo a la manada mientras intentaba que sus cortas piernas fueran suficientes para detener la caza –. ¡Rorsa! ¡Espera! – gruñó, acelerando el paso, con el arco en la mano y tentada de disparar una flecha de aviso, pero sin atreverse a hacerlo, no si no era necesario. ¡Mierda!. Y acompañó el pensamiento con una serie de maldiciones mientras cerraba los puños hasta clavarse las uñas y tensar la mandíbula hasta que dolió. 

Todo había salido mejor de lo que me hibiera podido imaginar, finalmente, tras varias horas de penurias, ya podríamoa dejar atrás el complejo Cannith y sus condenadas trampas.

Convencer a Rorsa para salir fue fácil, casi tanto que poco me faltó para llorar de felicidad.

En cuanto el último lobo había salido de los túneles, el grupo no tardó en ascender por la escalera, una vez arriba, veo a los lobos partir en una batida se casa.

Y de pronto Adia echa a correr con el semblante sombrío urgiendonos a detener a los lobos. Sin pensar sigo las órdenes de la elfa, hasta que finalmente caigo en cuenta del motivo de su angustia y empiezo a apretar el paso.