Partida Rol por web

Khala se aproxima a Threkor el cual yace aún bajo el corpulento Raith. Los pantalones del pícaro están completamente empapados de sangre húmeda. La exploradora vierte la poción en el interior de la boca de Threkor. La poción entra poco a poco en el cuerpo moribundo. Durante unos segundos no parece suceder nada. Pero la magia hace su efecto; el color pálido de la piel del herido recobra poco a poco un color ...vivo. Threkor abre los ojos con un pesado parpadeo como si despertase del más profundo y imponente de los sueños.

Shana, asustada, extrae una poción de su equipo. Tampoco no tiene muy claro a quien se la administrará pero está convencida que, por los gritos que ha estado escuchando, será de gran utilidad. Uno de los que grita es Edirel quien se acerca a los marinos caídos. Pero por desgracia sus heridas son demasiado terribles como para poder hacer algo con ellos. Dos marinos yacen tendidos sin vida en el suelo.

Raith se apoya en la pared. Está tan cansado que no se ha dado ni cuenta de que aún mantiene a Threkor agarrado por la ropa tal y como ha estado sujetándolo en su intento de salvarle la vida. Y lo ha conseguido. Ha conseguido recuperar el cuerpo de su amigo y tirar de él al mismo tiempo que evitaba ser asesinado por aquellas criaturas de pesadilla. Pero está tan cansado que no tiene fuerzas ni para alegrarse...

Alhandra sale al exterior. El galeón es grande y si no lo encuentra rápido y está herido puede morir antes de...¡Ahí está! Nada más salir a la oscura noche lo encuentra junto a la escalera. "Debe ser él..." piensa Alhandra al acercarse al cuerpo ensangrentado y cubierto de heridas cortantes y punzantes. A pesar del castigo lo reconoce, es el capitán y está a punto de morir. La cubierta está desierta salvo por una extraña y espesa niebla que empieza a disiparse...

No sabía que había pasado realmente, pero me espere de golpe. Lo primero que vi fueron las caras de Khala y Raith sobre mi.
¿Qué ha pasado? No recuerdo mucho. Sólo recuerdo que un esqueleto me pinchó. Después de eso sólo negro. - Me tocó la cabeza. Tengo un terrible dolor de cabeza. Como si un ejército de otros hubiera caminado sobre mi.
Intento hacer el esfuerzo de levantarme, pero aún me siento debo. Explicarme que ha pasado y donde estamos

Al ver a Akyos en tan desesperada situación, me falta tiempo para echar mano al contenido de la mochila. Me consta que hay algo de material de curandero ahí dentro pero yo no soy una sanadora nada hábil. Por fortuna, si no recuerdo mal, Elaydren dejó para nosotros en el bolsillo izquierdo algunas pociones curativas que en este momento tienen para mí y posiblemente para toda la tripulación del Exhaustless un inestimable valor.

Con manos temblorosas, recupero uno de estos pequeños viales de cristal y vierto su contenido entre los labios del moribundo capitán con la esperanza de que no sea demasiado tarde para él.

Khala se alegra de que se haya Salvado thekor y se prepara para ponerse su armadura

Gracias a la llegada de Khala con una poción, la herida mortal de Threkor dejó de sangrar. Lentamente este recuperó la conciencia. Le habíamos andado muy justo a eso de ganarle a la muerte.

- Tranquilo muchacho, casi te marchas al inframundo....bueno casi los dos, pero tu has estado mas cerca. Los esqueletos eran difíciles de abatir, sino hubiese sido por un clérigo que andaba por aquí podían haberse extendido por el barco.

Aún con la poción en la mano y la mochila colgando de un solo hombro, se acercó al clérigo, Khala, Threkor y Raith "¿Se-seguro que estáis todos bien? Lo siento, es culpa mía... no pensé realmente que fueran a ser esqueletos trepando las paredes del barco... a-apenas oí nada..." se disculpó, como si realmente fuese culpa suya el no haber oído correctamente.

¿Tal vez alguno de los marineros necesitaría una poción? Se acercó a Edirél, que estaba intentando atender a los marineros. "Te-tengo algunas pociones..." le dijo, aun temblando en una mezcla de confusión, nervios por la batalla y congoja por los heridos...

- Al...Alhandra...- susurra Akyos entre los brazos de la Cannith.

La poción que Alhandra ha administrado al maltrecho capitán tiene un efecto sorprendente. Los ojos del semielfo adquieren la mirada de un vivo hasta tal punto que Alhandra podría decir que le ha visto regresar...regresar del último viaje por el mar astral donde las almas buscan su destino final. La piel adquiere de nuevo el color propio de un hombre de mar y sus extremidades recuperan cierta movilidad. Varios marinos irrumpen en la cubierta y ayudan al capitán a ponerse de pie. 

Rápidamente los marinos terminan de hacerse con el control del galeón. Dax, quien os parece conocer personalmente al capitán, les acompaña en la limpieza del Exhaustless. No encuentran ningún otro peligro pero Daril, el segundo de abordo, dobla las guardias y mantiene a sus hombres preparados. El capitán es llevado a su camarote. A pesar de estar "vivo" de nuevo sus heridas no están ni mucho menos recuperadas y requiere descanso. Pide que Alhandra le acompañe.

Son horas de preocupación y de cierto temor. En ocasiones escucháis desde vuestro camarote alguna carrera que otra sobre la cubierta. "Falsa alarma..." pensáis acertadamente al entender que los hombres deben estar nerviosos. A ratos conciliáis el sueño y , entre pesadillas, sobresaltos y un inquieto descanso, os sorprende el nuevo día. Al salir a cubierta descubrís que os habéis aproximado a la costa. Frente a vosotros la tierra es escarpada y parece abrirse para dar salida al río Ghaal. Dos macizos montañosos en ambos bandos  marcan el inicio  de la travesía fluvial que os llevará en el día de hoy a Rhukaan Draal. A estribor, sin embargo, una extraña niebla parece recorrer esa vertiente de la costa como si de un siniestro muro se tratase. El frío y un sentimiento siniestro os inunda el corazón al vislumbrar las Tierras Enlutadas.

Las lágrimas empañan mis ojos cuando veo que el capitán Akyos vuelve a la vida gracias a la inestimable previsión de mi prima Elaydren al proporcionarnos pociones curativas para el viaje. No puedo evitar sentirme como una estúpida por haberme encariñado tan pronto de quien para mí es poco más que un desconocido pero mi alivio es sincero al verle recobrar la consciencia. Lo estrecho entre mis brazos pero me obligo a soltarlo cuando veo que una mueca de dolor cruza sus apuestas facciones ante mi desaforada muestra de cariño.

Paso lo que queda de noche sentada en el escritorio de su camarote, con mi maza sobre el regazo y vigilando su descanso inquieto. En ocasiones me sumo en un intranquilo estado de duermevela pero siempre hay algún sonido inidentificable que me alerta de nuevo. Si no llega a ser por ese Dax seguramente ahora estaríamos todos muertos, pero su presencia a bordo no logra tranquilizarme del todo. ¿Quién y por qué mandaría un escuadrón de muerte a por el Exhaustless?

El amanecer me encuentra cansada y ojerosa. Akyos duerme todavía y parece que su respiración se ha serenado en algún momento de mi vigilancia nocturna. En cubierta se escucha el faenar de la tripulación y yo decido salir al exterior en busca de un poco de aire fresco. No tardo en arrepentirme ante tan perturbadora visión y en regresar al camarote del capitán.

Las intenciones de Shanna son buenas y su preocupación veraz, no hay nada que pueda echarla en cara. Lo que había ocurrido no era cosa suya, nuestro problema había sido el exceso de confianza.

- No se preocupe Shanna, hemos sobrevivido y se que has ayudado como has podido.

Sin mediar palabra con nosotros Alhandra corre a socorrer al capitán, poco mas se de ella en las siguientes horas. Supongo que seguiría atendiendo al capitán.

- Creo que tendremos que acostumbrarnos a dormir con armadura o hacer guardias por muy seguros que creemos que estemos. 

Un aviso en cubierta nos advierte de la proximidad de la tierra que es nuestro objetivo.

"¡Toc, toc!", pican en la puerta del capitán. Te sobresaltas al haberte quedado durante unos instantes profundamente relajada junto a la cama del capitán.

Te aproximas a la puerta y preguntas por la identidad de quien ha picado.

-Vengo a ver a Akyos, tengo información para él.- La voz la reconoces ya que su tono y timbre han quedado grabados en tu memoria por traumáticos recuerdos. Sin duda se trata del clérigo que expulsó a los muertos vivientes.

Aunque dudas si dejarle pasar el mismo Akyos te solicita que le dejes entrar ya que se trata de alguien de confianza. El clérigo entra en la habitación completamente ataviado y con sus símbolos sagrados bien visibles. Irradian un brillo especial, casi mágico. El clérigo te mira y luego mira al capitán. Parece dudar de revelar aquello que sabe ante tan inesperada presencia femenina en ese lugar íntimo del capitán. Pero Akyos le pide que hable con total confianza a lo que el clérigo accede.

- Aquel que crea que este incidente ha sido un "incidente" es un necio, Akyos- sentencia Dax con total rudeza-. Nos encontramos ante un ataque deliberado y con un propósito. "Quién " y "por qué" son las preguntas que tenemos que hacernos. ¿Quién? No es difícil responder a esta pregunta. Un nigromante, un liche tal vez. ¿Por qué? Esta es la pregunta difícil pero estoy convencido que buscaban algo o alguien de este galeón. Tal vez debería revisar que trasporta en las bodegas o quien se aloja en sus camarotes, capitán.

Doy la bienvenida a Dax al camarote del capitán y le manifiesto mi gratitud por habernos salvado la vida a todos con su oportuna intervención. De no haber sido por él, yo no habría llegado a tiempo hasta Akyos.

Le tiendo mi mano y me presento como Alhandra, omitiendo intencionadamente el nombre de mi casa. Es cierto que estamos en deuda con él pero no sé cuáles son sus intenciones ni sus lealtades y quiero atraer sobre nuestro grupo la menor cantidad de atención posible.

No puedo ofrecerle respuestas a las preguntas que plantea porque yo misma me las he planteado también, pero tampoco desaprovecho la ocasión para interrogar al clérigo sobre el puerto en el que vamos a desembarcar. Tal vez no sea la primera vez que viaja a estos inquietantes parajes y su experiencia pueda servirnos cuando nos adentremos en territorio desconocido.

Poco más puede contarte el clérigo sobre lo que encontraréis en Rhukaan Draal. De hecho te recuerda a los mismos consejos que te dio akyos hace tan sólo dos días cuando observabais una de las lunas de Eberron sobre la cubierta del Exhaustless.

Por ortra parte Dax se mantiene poco hablador y hasta dirías que un punto desconfiado. Aún así no tiene reparos en confesarte que aunque su destino era otro permanecerá un tiempo a bordo del Exhautless hasta que el capitán Akyos se recupere de sus heridas.

Es media mañana cuando finalmente llegáis a Rhukaan Draal. La tripulación del Exhaustless y sus oficiales os despiden y os ayudan a bajar vuestras pertenencias. Una vez más os recomiendan mantener los ojos bien abiertos y las posesiones bien escondidas.

 La ciudad trasgoide ha sido contruída alrededor de loq ue antaño fue un pueblo fronterizo de Cyre, hasta convertirse en lo que hoy es una desperdigada metrópoli trasgoide. La ciudad parece un alocado crisol arquitectónico, chozas de barro y de madera rodean antiguas estructuras de piedra y ladrillo, salpicadas por tiendas y pabellones de tela. La mayoría de calles no son más que sendas de tierra, y pocas de las maravillas de Sharn son visibles por estos lares. En medio de esta zarrapastrosa ciudad, un único edificio domina el horizonte; una enorme torre de piedra roja que se alza en el preciso centro de la urbe. Se trata de Khaar Mbar'ost , la corte de Lhesh Haruuc, el rey gran trasgo.

Rodeado de todo tipo de criaturas trasgoides como osgos, kóbolds, trasgos y grandes trasgos no podéis evitar sentiros en constante peligro. Los locales no tienen reparos en analizaros de arriba a abajo. Algunos parecen sorprendidos por vuestra osadía y otros parecen plantearse si sois lo suficientemente fuertes para defender vuestras bolsas de dinero. Varios de ellos escupen a vuestro paso o lanzan improperios y rugidos al veros.

Aún así no es difícil para vosotros alcanzar el Mercado Sangriento. Este mercado recibe su nombre de las violentas reyertas que tienen lugar a menudo entre los trasgoides. Veis algunos guardias custodiando el cuerpo de un trasgo que debió meterse con la persona equivocada. Muchos curiosos se acercan para contemplar el cadáver. El mercado en si no es sino un océano  de tiendas abarrotadas de productos y multitudes en constante movimiento.

Khala se limita a gruñir amenazadoramente a quien venga con ganas de gresca.

Tras el accidentado viaje en barco, llegamos a la ciudad trasgoide. Allí, cualquier intento de pasar desapercibidos era inútil. Acaparamos las miradas de todos los habitantes de la ciudad. El ambiente y la actitud de los trasgos, hizo que mantuviéramos las manos cerca de las empuñaduras de las espadas, y en actitud relajada, pero alerta. Khala los mantenía alejados, emitiendo de  tanto en tanto algún gruñido amenazante hacia quien se acercara demasiado. Espero que esos gruñidos no enfurezcan a nadie.

El mercado no fue difícil de encontrar. Ahora solo quedaba encontrar al tal Failin, aunque si era humano, no sería algo difícil.

Atracar en el puerto de Rhukaan Draal y despedirme de la tripulación del Exhaustless (en especial de su apuesto capitán) me resulta un tanto de traumático. Si la travesía marítima era, teóricamente, la parte sencilla de nuestro viaje, lo que nos aguarda a partir de este momento se me antoja aterrador.

Cuanto nos rodea no solo me resulta desconocido, sino amenazador incluso, empezando por los habitantes de aspecto bestial que pueblan esta región. Que Khala se dedique a intercambiar gruñidos con los lugareños ciertamente no ayuda a que me sienta más segura.

En cierto sentido me recuerda al Mercado de las Ratas solo que aquello, por desagradable que fuese, era Sharn.

Repaso por enésima vez la carta de Elaydren y solicito la escolta de Raith para deambular por el Mercado Sangriento en busca de información sobre el paradero de ese tipo llamado Failin.

Alhandra extrae una única hebra de hilo de color negro. Parece ser de un tejido de una excelente calidad. Lo posa sobre su mano y le confiere una infusión. Como artífice puede hacerlo. A partir de entonces y durante un tiempo cualquiera que hable con ella verá disminuida su desconfianza. Al menos eso es lo que espera la Cannith.

Raith se mantiene cerca de ella mientras intenta buscar una de aquellas criaturas que parezca más habladora que el resto. No es tarea fácil.

Mientras tanto Khala no tiene reparos en mostrar sus armas en forma de colmillos contra toda aquella criatura trasgoide que se muestre demasiado hostil en su entorno inmediato. Threkor se mantiene cerca, dentro del grupo, con su mano apoyada en la empuñadura de su espada corta. Su capa le cubre y disimula su estado de alerta.

- ¿¡ Failin !? - contesta un gran osgo a Alhandra. Veis que se ha acercado a preguntar a una de estas criaturas que justo acababa de pagar unas piezas de cobre. Al mismo tiempo que contesta intenta esconder una botella que acaba de comprar entre sus gruesas ropas. El contenido es de un color verde insano-. El nombre me suena. Preguntarle a alguno de los que venden cosas antiguas...Hueles muy bien y me gusta el color de tu pelo. Parece oro...-Su mirada se torna un poco ansiosa-. Te compro tu pelo por veinte piezas de cobre humana. ¡Treinta! 

Una vez acabada la travesía aun tendríamos que reunir información para seguir con nuestro objetivo y esa información por desgracia solo podía conseguirse en la ciudades, en este caso para mas inri tenía que ser en una ciudad de trasgos. Arteras criaturas que solo esperaban su oportunidad para cortarte el cuello, a mi eso no me pasaría. Como si todos hubiésemos pensado lo mismo dejamos nuestras manos próximas a las empuñaduras a las espadas, por mi parte aunque era un engorro prefería llevar el escudo ya embrazado al andar por la ciudad.

Alhandra o Shanna son las piezas de nuestra compañía que podrían logra mejor la obtención de información, así que vuelvo a mi trabajo principal, parecer duro y estar preparado por si algo se tuerce....como acaba pasando. Un osgo aunque nos informa de lo que queremos se fija demasiado en el pelo de Alhandra y es insistente en como conseguirlo.

Con la mejor de mis sonrisas agradezco a nuestra informante tanto las indicaciones que nos ha dado como sus cumplidos hacia mi pelo, del que me siento muy orgullosa. Por el momento no tengo intención de deshacerme de mi rubia melena pero le aseguro que si alguna vez pienso hacer tal cosa, vendré al Mercado Sangriento para ofrecérselo a ella antes que a ningún otro comprador dado que he visto que su interés es genuino y su oferta, muy generosa.

Si la hembra de osgo no tiene inconvenientes, proseguiré con mi búsqueda centrándome en los anticuarios.

El paseo por tierra era agradable, no había balanceos innecesarios ni salpicaduras ni la humedad persistente. Lo único que estropeaba el ambiente eran esos goblins, ogros y sus demás derivados y matices...

No obstante le parecía que no iban a encontrarse con problemas si hacían las cosas bien, esas torpes criaturas son lo suficientemente lerdas como para a parte de ser agresivas, ser también simples de mente.

- Bueno, Shanna, ni se te ocurra alejarte de mi, aunque creo que no hace falta que lo diga verdad? - Le mira guiñándole un ojo en complicidad - Y de paso tápate con una capucha, no te fueran a pedir también tu pelo.

Las criaturas nos miraban con malos ojos, y Khala comenzó a gruñir para dar apariencia de ser muy dura.

- Khala, no gruñas tanto o te confundirán con un perro al final - Se mofó en un momento Edirel - Si se quiere imponer algo de respeto se usa esto - Con un gesto grácil se retiró la capucha, dejando su piel roja y los cuernos a la vista, mientras que una cola musculada y roja acabada en punta se dejaba ver por detrás de la capa - Toda criatura tiene miedo de los demonios, solo que a veces te crea problemas con las sociedades civilizadas, y otras con las incivilizadas te den cierto poder intimidatorio

La verdad es que el poder ir descubierto tranquilamente le gustaba mucho, el llevar la capucha siempre le deprimía bastante al final. Y sobretodo, el tener siempre la cola recogida bajo la capa le molestaba y rara era la ocasión en que podía ir con ella por fuera. Hoy era un día bastante bueno a pesar de todo.