Partida Rol por web

Aunque las respuestas se hacen esperar, Kovacs es el primero en lanzarse y dar una contestación más o menos sincera.

En cuanto a la primera pregunta... A Nikita, o al menos intentarlo antes de que me arrancara la garganta de un bocado. Dejándome guiar por la lógica, me casaría con Jun. Sin duda es la que me proporcionaría una mejor posición económica y estatus social. Y mataría... mataría a David.

"Dejándose guiar por la lógica", significa "ya que sólo hay otra fémina en el grupo", reflexiono, esbozando una sonrisa divertida. Sin embargo, aún tengo la decencia de sonrojarme ligeramente.
Sin embargo, su última frase es desconcertante y preocupante, aunque parece que nadie más se ha percatado de ella.

 El siguiente en responder, como suponía, es Spencer. Un poco más elocuente en sus palabras, aunque sin duda más incómodo que su predecesor.

-¿A quién me follaría duro? Bueno, partiendo de la base de que no soy de los que disfrutan "follando duro" a todo lo que tenga una vagina, sería una pregunta difícil de responder. Pero diría que a la señorita Vasilis. Es una dama atractiva y, al ser acompañante, apuesto a que podría enseñarme muchas cosas.

-Ah, un romántico -bromeo, cubriéndome la risa con una mano, delicadamente-, esos son mi especialidad. 

-Con respecto a con quién me casaría, elijo de nuevo a Jun. Una mujer guapa, amable, educada, bien posicionada económicamente, discreta, capaz de guardar un secreto y que sabe preparar un té de muerte. Y ya ha demostrado que es más que una cara bonita.

Esta vez sí, no puedo evitar una breve carcajada.

-Ninguno está teniendo en cuenta que esa "buena posición", la perdería de inmediato si me casara con ustedes -me retiro hacia atrás un mechón de cabello mientras hablo-, las Acompañantes sólo se casan para retirarse. 

Con una sonrisa, me encojo de hombros.

-Pero es agradabe comprobar que alguien me desea por mi dinero, para variar -ensancho la sonrisa-. Aunque si lo tuviera realmente, no estaría en esta nave, caballeros.

Secundo lo de hacer una pregunta a una persona... Me follaría duro al piloto de la nave ya que parece ser la única manera de ganarle a algo. Me casaría con el gato. Y mataría... a Kovacs.. de un bocado en la garganta. 

Uuuh. Buena respuesta. Quisiera añadir que buena suerte proponiendo en matrimonio a Mister Mittens, pero creo que después de la primera insinuación y esa última provocación, cualquier cosa que pudiera decir yo, estaría de más.

En seguida comienzan a repartirse de nuevo las cartas, y observo la mesa de juego con interés; sin embargo, nuestro rancio Capitán nos señala a Aria y a mí con el dedo índice y el corazón, sosteniendo un cigarrillo en nuestra dirección.

Ustedes... si no van a apostar, no tienen derecho a saber. ¡Lárguense de aquí!

Tenso los labios, disgustada.

-No veo qué mal hacemos estando aquí, Capitán. Aunque si es una opinión compartida por el resto de jugadores, me marcharé.

Faraday observo el intercambio de opiniones y cuando todos tuvieron cartas en la mano, observo las suyas, levantándolas muy, pero muy lentamente, de modo que fuera el únicamente quien viera su propia mano. Jun hizo una pregunta valida.
– En lo que se refiere al 14,28% de la tripulación, O al 20% de los participantes, el Cap tiene razón. El que no arriesga no gana. – hizo un mohín, al decirlo. Es la Ley del Oeste…Esta invitada a quedarse, sin embargo, Señorita Vasilis. pateo con la bota una silla de modo que fuera una invitación abierta a sentarse. Solo tiene estar dispuesta a soltar esos jugosos misterios que guarda, o a mentirnos de forma descarada. Claro que si no tiene el valor, puede quedarse en la mesa de los niños.

- Sí, sí. Guardate tus tecnicismos para los se dejen caer en ellos - le respondió al piloto ante su defensa por haber hecho más de una pregunta a cada uno.

Aunque todavía un poco distraido por la última respuesta que había dado, la curiosidad le hizo escuchar las respuestas que dieron sus compañeros. Sonrió al escuchar las dos primeras contestaciones de Bill, una sonrisa que se amplió al escuchar la última, por el mero hecho de que daba toda la impresión de que aquello era algo que tenía pensado desde hacía tiempo. Siguió el turno de Nikita, con un pelín de trampa al usar el comodín del gato de Jun y a dar una respuesta fácil que el mismo David le había proporcionado, aunque le respondió a la broma con otra sonrisa mientras asentía levemente.

Las respuestas de Jun a haber resultado elegida dos (o tres) veces, le hicieron gracia - Sí que lo tengo en cuenta. No tendría que aceptar más clientes, pero conservaría sus antiguos contactos. ¿Lo ve? Todo ventajas - dijo algo más animado que antes - En cuanto a lo del dinero... bueno, estamos hablando de un caso hipotético.

El capitán hizo gala de nuevo de su -carente- sensibilidad, increpándolos a todos por las preguntas que había hecho el piloto y tratando de echar a Jun y a Aria si no participaban, seguido de las pullas de Nathan tratando de picar a la Acompañante. En cuanto a lo primero, aunque la ronda no es que hubiera sido especialmente "madura", Faraday tenía el derecho que hacer las preguntas que quisiera. En cuanto a lo segundo...

- Aunque no tengo inconveniente en que ambos estén aquí... - les dijo a la mujer y al chico - creo que lo que piden es justo. Después de todo, ellos sí se están arriesgando - levantó sus nuevas cartas y les echó una rápida ojeada - aunque puede que acaben arrepintiéndose, claro...

-No tengo problema en que se queden la señorita Vasilis y el muchacho -dije, mientras levantaba mis nuevas cartas-. No creo que hayamos respondido a preguntas muy comprometedoras todavía. Cuando haya que responder dónde tenemos un millón de dólares escondido, entonces sí que empezaré a preocuparme de que alguien lo escuche. -Reí, divertido.

Nikita se encoge de hombros. La mayoría parecía estar en contra de los que no se querían mojar y el de siempre estaba lamiendo culos. A ella, con total sinceridad, le daba igual. Pero solo por tocar las narices, decidió meter baza.

No me parece mal que se queden... siempre que también contesten a las preguntas. Dice al principio indiferente, pero el final lo dice con una sonrisa traviesa. Hubiese sido divertido oír las respuestas del cachorro y la princesita. Si aquí todos pringaban, ellos también. ¿No querían jugar? Vale. Pero a contestar como perdedores que eran.

Miró sus cartas, y no pudo evitar que se le notase en la cara la horrible mano que tenía. Pues nada, a contestar otra pregunta... Quizá la de esta vez también fuera ingeniosa, y con suerte, no le tocase responder a ella.

Faraday: En lo que se refiere al 14,28% de la tripulación, O al 20% de los participantes, el Cap tiene razón. El que no arriesga no gana. Esta invitada a quedarse, sin embargo, Señorita Vasilis. Solo tiene estar dispuesta a soltar esos jugosos misterios que guarda, o a mentirnos de forma descarada. Claro que si no tiene el valor, puede quedarse en la mesa de los niños.

No puedo evitar esbozar una sonrisa ante el triste intento de provocación del señor Faraday. Parece que la provocación, la intimidación y el sarcasmo es la única manera de comunicarse que conoce. A veces resulta tierno, y otras veces...

 Kovacs: Aunque no tengo inconveniente en que ambos estén aquí... creo que lo que piden es justo. Después de todo, ellos sí se están arriesgando aunque puede que acaben arrepintiéndose, claro...

-Bueno, en cierta manera sí que es justo, lo admito. Es cierto que ustedes van a exponer sus más inconfesables secretos sobre la mesa, sin que Aria o yo arriesguemos nada. -No puedo evitar entonar lo de "inconfesables" de un modo un poco sarcástico. Al fin y al cabo, ¿alguien habría apostado en contra de que Kovacs, de entre todos los miembros de la tripulación, elegiría a Stark como acompañante de cama?

 Spencer: No tengo problema en que se queden la señorita Vasilis y el muchacho. No creo que hayamos respondido a preguntas muy comprometedoras todavía. Cuando haya que responder dónde tenemos un millón de dólares escondido, entonces sí que empezaré a preocuparme de que alguien lo escuche

Tenso de nuevo los labios, frunciendo el ceño. 

Stark: No me parece mal que se queden... siempre que también contesten a las preguntas. 

Tras reflexionar unos segundos, alzo ambas manos y me pongo en pie.

-Está bien, tengo otra propuesta para ustedes. Por cada secreto inconfesable que escuche, les regalaré (y pongan atención, que es importante), un bollo de semilla de loto al damnificado. Un cliente me regaló una caja el otro día, y aunque pensaba reservármela para las frías noches espaciales, la pongo a su disposición. Están hechos de forma tradicional, y permítanme decirles que son absolutamente deliciosos.

El Ruido de tuercas al ser ajustadas por una llave mecánica era constante, y similar a la estridulación de los grillos. Al acercarse allí, podía verse al Piloto sacudir la mano por un corte menos en la misma, y tener varios de los dedos vendados, pero además de eso, lucia bastante satisfecho, con piezas de una motocicleta separadas y siendo arregladas, limpiadas o engrasadas. Dicha grasa se reflejaba en la ropa del mismo, sobre todo en su rostro, brazos, de tal forma que si quería pasar por un comando militar, no le hubiera costado demasiado esfuerzo en cuanto al maquillaje.
- ¡Kraken de los abismos! – dijo, al parecer, al lastimarse una vez mas y apretarse el dedo, ahogando otros insultos.

Segunda semana a bordo de la Constanze. Por la tarde.

Me despierto, perezosa, sobre mi nueva cama, parpadeando ante las luces artificiales de la nave. El reloj sobre la mesilla indicaba que era bastante entrada la tarde, pero me había acostado tan tarde la noche anterior, que un poquito más de sueño no podría hacerme mal...

Me doy media vuelta entre las sábanas, cuando...

 ¡Kraken de los abismos!

Entonces identifico el sonido que me ha despertado en primer lugar: alguien está trasteando con algo metálico en la bodega. Suspiro. Supongo que es un tirón de orejas de las fortunas por ser demasiado perezosa. Me incorporo lentamente, frotándome los ojos, y tras desperezarme y asearme un poco, salgo de la lanzadera, buscando curiosa el origen de todo ese escándalo.

En cuanto lo detecto, sonrío, apoyándome contra la barandilla.

-¿Está despiezando usted esa moto, o la moto le está despiezando a usted, señor Faraday?  

Aria miró un momento a Jun mientras ofrecía unos bollos a cambio de quedarse. –Yo no pienso compartir mi chocolate...–  musitó el chico entre dientes.– Si no queréis que esté aquí me marcho, me da igual. –Se separó de la pared para irse, no estaba de humor para aguantar tonterías. 

Cerró los ojos un momento cuando la quemadura de su rostro palpitó haciéndole daño. Se paró antes de salir de la cocina y miró al piloto. –Además, no soy tan viejo como para tener secretos que ocultar.– Aria ensanchó una sonrisa de forma sarcástica en la dirección de Faraday y se fue. 

Faraday se limpio la mano en la camiseta blanca, dándose cuenta de que la ensuciaba mas alla de cualquier limpieza menor, y empezó a sacársela, para trabajar sin ensuciarla más, pero ahí llego la voz de la acompañante y freno la tarea por la mitad, volviéndose a poner la misma. Observo hacia arriba y la luz de la habitación de la acompañante lo cegó, por lo que debió usar su mano como visera para poder verla.

- Vaya, si es nuestra fuente de ingresos, la persona que da prestigio a la nave, desde su balcón, presentándose a la plebe. dijo con una sonrisa. ¿Quién era el del enorme turbante con plumas? No importa, déjelo ahí. –

Luego, sonrió con sus blancos dientes a la mujer de mundo y observo hacia abajo. – Creo que es un combate reñido. ¿Quiere venir a dar un veredicto? Me vendría bien un descanso, si quiere podemos compartir un café o… ¿te? Prometo que no habrá tostadas a la “Faraday”.

-Me gustan las tostadas a la Faraday -Comento con una sonrisa, descendiendo las escaleras metálicas mientras recojo los flecos del mantón de manila que me cubre los hombros.- Son casi como las que hacía mi madre.

Completo la broma relamiéndome con sorna, mientras me aproximo con cautela a la moto. No quiero mancharme de grasa pero reconozco que tener la habilidad para encajar cada pieza en su lugar es admirable.
-Tengo algo de té en mi lanzadera, si quiere pasar. -Observo durante unos instantes la apariencia mugrienta del piloto, pero camuflo sabiamente la aprensión con deleite, mientras trato de recordar qué quita las manchas de grasa de las alfombras.

Cuando menciono lo de las tostadas, el puso los brazos en jarras y le sonrio, achicando un poco los ojos y mostrando una sonrisa algo desconfiada. Me parece que lo dice solo para agradarme…o su madre no era demasiado buena cocinera
En esos momentos, el Piloto es una isla rodeado de partes que no parecen comunicar con nada. Solo porque está el manubrio y unas ruedas en una parte separados puede decirse que es una moto desarmada y no una parte del generador del motor.

Ante la invitación, el piloto asiente, y parece dirigirse hacia la lanzadera, pero antes de dar mas de dos pasos, se frena.

- No. Gracias.- dijo el piloto, primero observándose, luego recordando algo que había mencionado al principio la acompañante. – Su habitación es su lugar de trabajo, y usted dejo claro que no tendría clientes en la nave. La cocina es tan buen lugar como cualquier otro, ¿no le parece?.

“Además, no soy muy fanático del Te”. Pensó. “Ni de estar en espacios cerrados con hermosas mujeres orientales luego de semanas de abstinencia”

La segunda ronda llegó a su fin y todos pusieron sus cartas sobre la mesa. Para sorpresa de David, en aquella ocasión se hizo con la victoria, más por la mala suerte de sus compañeros que por que la suya hubiese sido buena, ya que su mano de cartas solo le había dado para una escalera, una jugada bastante menos impresionante que la que se había llevado el premio en la primera ronda. Pero aun así, era su turno de preguntar, y de los otros cuatro de responder - Vaya, vaya... Inesperado, pero bienvenido... - dijo mientras se recostaba en la silla y ponía una pierna por encima de la otra, pensando que preguntas formular que pudieran ser lo bastante jugosas. Conociendo su suerte habitual, No se le había ocurrido que podría ganar en algun momento, así que estuvo un rato pensativo, hasta que finalmente eleigió una pregunta para cada uno de los jugadores.

Se rio un poco ante la propuesta de Jun - Vaya, ahora casi me arrepiento de haber ganado esta vez. Los bollos me valen, pero no puedo hablar por el resto - se pasó la mano por su barba recortada - Veamos, iré por orden de jugadas... - Spencer era el que había sacado la peor mano, así que le tocaba responder primero - De modo que, Bill, ¿Como mataste a ese pez gordo que hizo que te pintaran una diana en la espalda? - no le parecía una pregunta muy invasiva, y el como respondiera podía decir mucho del cazarecompensas. Se giró hacia el que estaba a su lado, era el turno del piloto - Señor Faraday, ¿Porqué no le cuenta al resto de la tripulación el motivo de que dejara la Alianza? - esperaba que la pregunta le picara un poco, en respuesta a las que él había hecho antes, pero estaba más interesado en saber que era lo que lo había hecho desertar de la Armada. Ahora le tocaba a Kaine, intuía que debía de andarse con algo más de cuidado que con el resto, pero él había sido el que había propuesto las nuevas reglas, así que... - Ya que antes se ha hablado de experiencias propias, Capitán, ¿Quién es esa mujer que le hizo perder la cabeza? - tras aquella pregunta solo quedaba Nikita por pagar el precio de la derrota. Se giró hacia la mujer y clavó sus ojos en ella - Si no te importa ilustrar a los demás, Nikita, ¿Qué papel desempeñabas para la Alianza? - la pregunta se parecía un poco a la de Nathan, pero a diferencia del piloto, no sabía nada sobre Stark y aquella era una buena oportunidad para cambiar aquello. Además, no sabía si el resto de la tripulación estaba al tanto de que había sido una agente del gobierno central.

Respiré hondo, aliviado ante la pregunta de Kovacs. No era demasiado personal, sino totalmente relacionada con el ámbito profesional, lo que era de agradecer. De haber ganado la nueva mano el piloto, estaba seguro de que su pregunta hubiera resultado mucho más íntima.

Mientras evocaba los recuerdos de la noche en la que mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados, pasando de ser el cazador a ser la presa, no pude evitar recordar la canción que renosaba en el salón de la que había sido la víctima que había dinamitado mi oficio como cazarrecompensas. Siempre la tendría grabada en mi memoria.

-Lo maté en el salón de su casa -reconocí, en tono serio, totalmente impávido. No era nada de lo que sentirse orgulloso, como todas las otras muertes que había provocado. Hasta el momento, solo una de las personas de la tripulación sabía lo que había sucedido, aunque no había llegado a revelarle los detalles-. Desactivé las alarmas de la mansión en la que vivía, noqueé a los guardias y fui directo a por él. Estaba sentado en un sillón, de espaldas a mí. Me acerqué a él, le puse la Desert Eagle en la cabeza, y le dije que se pusiera en pie y me mirase para que le pudiera ver la cara. -Suspiré, recordando la expresión de temor en el rostro de aquel alto cargo al saber que estaba a punto de morir-. No mato a personas por las que no me van a pagar, así que necesitaba asegurarme. Era él. Iba a hacerme una pregunta, creo que intentaba saber quién me había contratado para asesinarle, pero apreté el gatillo antes de que terminara la frase. -No era agradable recordar el sonido del cuerpo cayendo de bruces en el impoluto suelo, con la sangre extendiéndose en un amplio charco alrededor de su cabeza y esa mueca de sorpresa y miedo reflejada en el rostro de su víctima-. Fue instantáneo. No sufrió.

Comienzo a subir por las escaleras, seguida por el piloto, cuando este de pronto se detiene. Intrigada, me vuelvo hacia él, enarcando una ceja con curiosidad.

- No. Gracias. Su habitación es su lugar de trabajo, y usted dejo claro que no tendría clientes en la nave. La cocina es tan buen lugar como cualquier otro, ¿no le parece?.

Con genuina sorpresa, apoyo una mano sobre la barandilla, y le observo.

-En ocasiones mi habitación es mi lugar de trabajo, sí. Pero es también es el lugar donde vivo. Que le haya invitado no significa que lo haya hecho con intención de cobrarle más tarde, señor Faraday.  

No puedo evitar lanzar un suspiro apesadumbrado. Sé que los hombres siempre tienen lo mismo en mente, pero no me esperaba algo así. No me esperaba que se me juzgara tan rápido en la nave, ni a mí ni a mi profesión. Pero qué puedo esperar, al fin y al cabo sólo la gente adinerada de los planetas centrales es asidua a nuestros servicios, y al final son los únicos que comprenden nuestra labor.

-¿Sabe? No quiero distraerle de su labor -dirijo una elocuente mirada hacia las piezas desperdigadas por la bodega-, como el Capitán vea todo este desastre, se enfadará. Quizá debería recoger un poco antes de la hora de la comida. Dejemos el té para más tarde.

Faraday sonrió en vez de enojarse, pues por una vez, había visto a Jun Vasilis sacada de balance. Corrió, y la tomo suavemente de la muñeca, haciéndolo acompañarlo, aunque cualquier movimiento contrario la sacaría de aquel agarre. El no estaba poniendo fuerza en eso. Solo lo hacía más gestual

- Si acaso me importara la opinión del Capitán, lo mandaría a la mierda. Además, usted lo lleva de las narices, por muy duro que se quiera hacer, así que olvídese de mi moto desarmada aquí presente. - dijo mientras la llevaba a la Cocina, la tomaba de los hombros para obligarla a sentarse y ponía el agua para un Te… y para café también, - Por otro lado, no me malinterprete. No temo que quiera cobrarme. Simplemente acepte mi negativa como un cumplido. No soy de estos brutos fronterizos que consideran que una acompañante es una prostituta. Entiendo el cometido de una acompañante, que se parecen más a una Geisha de la tierra que fue. Simplemente respeto su lugar de trabajo, como respeto una ceremonia de Cha-No-Yu. Asi que si quiere invitarme en calidad de no cliente, al menos avíseme con antelación para que pueda tener ropa y la higiene adecuada.

Asintió y se dio cuenta tarde de que había ensuciado las muñecas de Jun con algo de grasa. Se golpeo la cara con la mano, y se disculpo, diciendo – “Lo siento. Soy Torpe” - en un pésimo chino, que posiblemente quería decir, dame mas galletas que la disculpa, aunque la inclinación del piloto fuera una ayuda visual.
Se limpio las manos con agua caliente y bajo, y también la cara.

- Además, tenemos mucho de que hablar, Jun Vasilis…

El piloto observo la oferta que la Señorita Vasilis hacía valer. Miro hacia abajo, pues no quería que supiera lo goloso que era el piloto, ni hablar con ese olor a chocolate que llegaba a sus narices poniéndolo nervioso. No fue raro que se diera unas cartas tan malas. Maldito Mocoso. Vasilis ofreció unos bollos, y era el momento de contraatacar.
- Acepto los bollos y que se quede, con una condición. Si usted además hace una función para nosotros una vez a la Semana. Podríamos arreglar Jueves de cartas y Viernes de teatro o baile a cargo de Jun. ¿Qué dice? Usted podría quedarse y aprovechar para analizar nuestras conductas, como hace el Capitán subterfugiamente bajo la excusa de adicto a las cartas.

El Chico se fue, no sin antes dedicarle una mirada sarcástica, y unos comentarios, llevándose su preciado chocolate. Y dedicándole una frase provocadora. ¡Maldito Niño!
- Mojar la cama no se cataloga como secreto, tienes razón..- dijo cuando se fue, maldiciendo por su mala suerte con las cartas.

Fue Kovacs el que gano la mano, y como buen artillero, lo uso para disparar directo, sin sutilezas. Pregunto lo obvio, aquello que el Capitán, a juzgar por sus gestos, hubiera preguntado de entrada. Que aburrido. En las preguntas sutiles e inocentes la gente se abría mucho más que cuando se cerraba para contar sus secretos. En todo caso, cuando le hizo su pregunta a el, la catarata de recuerdos lo invadió como una bofetada. Explosiones, mandos que no respondían. Sangre por todos lados.

Agarro la botella, y varios vasitos pequeños, como si fueran de vodka. Los sirvió, lentamente, mientras empezaba a narrar. Se dio cuenta de que Bill había contado su historia, pero no lo había escuchado.
- Fue un puñetazo.- dijo, con voz grave. Lo que me saco de la alianza fue un puñetazo.

Nathan se quedo callado, mirando al frente, recordando. Explosiones, sonidos de radio. Se despejo y termino de servir los seis vasos pequeños con bourbon. – Ya al final de la guerra, habíamos desempeñado muchas misiones juntos. La alianza tiene varias divisiones especiales, pero en particular tiene un área de asalto pesado móvil. Yo y varios otros, formamos parte de esa gente, que varía entre operaciones en el filo de lo legal, y literalmente operaciones negras. Aunque no era la única, la mía eran los Jokers… se levanto las mangas de la camiseta para mostrar un tatuaje de cuatro cartas de poker, pero en vez de cartas, todas ellas eran comodines, con el bufón arlequinesco sonriendo en la primera el resto semidesplegadas Ese grupo eran los más hijos de puta, malnacidos, chupapenes con los que tuve el honor de servir. Normalmente el piloto no usaba insultos, y si lo hacía, normalmente se disculpaba, no fue este el caso.
Entrene con ellos, comí con ellos, cague con ellos, fuimos casi una familia. Pete, Rhonda, Cassey, y Duncan y Dimitri. Hicimos decenas de misiones, yo los llevaba en mi ARV 150, y los traía a casa. Mas de una vez, sobre mis espaldas. Faraday observo a los de la mesa, y empezó a mezclar las cartas Pero tuvimos a un comandante, un tal Smith. Al que solo le importaban los resultados. Ya casi terminaba la guerra, los Casacas Rojas se habían refugiado en el Valle de la Serenidad. Pero el quería una victoria aplastante. Envió a la Elite a acabar con el presidente, cuando ya se sabía que iba a rendirse. Pete, valiente bastardo, se negó, y el otro recordó que eran órdenes y que la misión debía cumplirse. Siete divisiones como la mía desplegamos y llegamos al planeta. Encontramos fuerte resistencia. Tres ARV cayeron antes de llegar a la mitad. Solo dos llegaron, el mío y el de los Eternos. Ingresaron con sus armaduras pesadas acabando con la resistencia, con un límite de tiempo. Hicieron su trabajo, pero no sin sufrir bajas. Rhonda traia lo que quedaba de Pete. Y Duncan y Cassey tenían tantos agujeros que podía ver a través de alguno de ellos. Cassey no llego al vehículo, asi que debí bajarme y subirla yo mismo. De no tener una de esas armaduras yo mismo, no hubiera podido cargarla. Luego despegamos. Para cuando volvimos un misil de fragmentación impacto, lastimando el vehículo y haciendo que el otro ARV explotara. Solo el mío, de siete divisiones volvió. Cuando regresamos, tanto Pete como Dmitri eran KIA. Negaron la misión. Se había hecho a pesar de que la guerra había terminado minutos antes de comenzarla. Pero Smith dio luz verde de todas formas. Asi que cuando volvimos, nos negaron. Cassey termino en una clínica por meses. Rhonda renuncio y tiene una granja. Duncan entrena soldados, aunque es mas maquina que hombre. Yo volví casi Ileso. se palmeo la pierna izquierda un segundo.

El piloto bebió uno por uno cada uno de los vasitos, haciendo un murmullo ante cada uno de ellos. Asi que cuando Smith vino a decirnos que la misión no había sido autorizada por nadie, que iba a hacernos una corte marcial, para cubrir su trasero, le di el derechazo que se merecía. Fui expulsado silenciosamente, de Sargento Mayor a Civil. La Alianza no quería llamar la atención en momentos de victoria. Claro que eso me impide volar vehículos militares, y por eso estoy aquí con ustedes. miro a los demás. Smith paso 3 semanas en un hospital. Hoy usa un ojo prostético, asi que estoy aquí por un puñetazo

Antes de que pueda retomar mi camino hacia mi lanzadera, noto la pringosa mano de Faraday asiéndome por la muñeca, y me vuelvo para mirarle.

- Si acaso me importara la opinión del Capitán, lo mandaría a la mierda. Además, usted lo lleva de las narices, por muy duro que se quiera hacer, así que olvídese de mi moto desarmada aquí presente. 

Sin dar ninguna explicación más, me conduce hacia las cocinas, sin darme tiempo a réplica. A pesar del volumen de los brazos del piloto, no ejerce ningún tipo de presión sobre mi muñeca, por lo que supongo que será una forma amistosa de "obligarme" a tomar algo con él. Quizás una especie de disculpa, por lo que he insinuado antes. Casi hasta hace que me siente culpable, mientras me empuja hacia la silla y comienza a trastear con los cacharros de la cocina. Por otro lado... "llevar por las narices al Capitán". Sí, ya me gustaría. Como si hubiese alguien capaz de domar ese temperamento.

Por otro lado, no me malinterprete. No temo que quiera cobrarme. Simplemente acepte mi negativa como un cumplido. No soy de estos brutos fronterizos que consideran que una acompañante es una prostituta. Entiendo el cometido de una acompañante, que se parecen más a una Geisha de la tierra que fue. Simplemente respeto su lugar de trabajo, como respeto una ceremonia de Cha-No-Yu. Asi que si quiere invitarme en calidad de no cliente, al menos avíseme con antelación para que pueda tener ropa y la higiene adecuada.

-Me ha malinterpretado de nuevo, señor Faraday -me retiro un mechón de cabello de la frente, observando cómo enciende los fuegos con pericia-, no le invitaba ni en calidad de cliente ni en calidad de "no cliente". Sino como compañero o amigo. Y para eso, uno siempre está presentable. 

Sólo cuando indica su torpeza, dejándose un rastro de grasa negruzco sobre la frente por su palmada, me doy cuenta de las marcas que ha dejado sobre mi propio brazo. Sonrío, alcanzando un trapo para limpiarme delicadamente.

- Además, tenemos mucho de que hablar, Jun Vasilis…

Alzo la mirada, parpadeando con curiosidad.

-Shénme? ¿Tenemos?