Partida Rol por web

A pesar de la fiesta universitaria, no había círculos de piedra legítimos en Swansea. Varios años atrás, una asociación de estudiantes había levantado unas pequeñas réplicas de hormigón que, con el paso de los años y las juergas, habían adquirido cierta relevancia. 

-... necesitamos recaudar al menos 5.000 libras para poder restaurar la antigua biblioteca del ala oeste-decía un tipo menudo de pelo largo, barbita y gafas redondas-Dedicaremos nuestros pensamientos positivos a que este crowfunding llegue a buen fin y podéis depositar vuestros donativos en la bandeja que pasará a continuación la hermana Gabrielle.

Lo cierto es que era un lugar de poder. La concentración de mentes enajenadas por las drogas, los seres sobrenaturales atraídos por un lugar donde era fácil pasar desapercibido y los rituales wikkanos que se daban de vez en cuando habían creado un nódulo en la línea ley que pasaba bajo el área, una suerte de inflamación energética crónica que había sido fuente de innumerables conflictos entre la Orden de Merlín y la Wikka. 

Últimamente, el poder de éste nodo energético ha menguado considerablemente. Según Bayhas Al Rashid, debido a una conjunción estelar. 

-... orden de cosas, tras el concierto de los Mambo Oddshocks, se organizará el tradicional partido de rugby nocturno. Por favor, ha habido quejas del personal de mantenimiento sobre vandalismo y basura abandonada en el campo. Haced el favor de comportaros o nos prohibirán el acceso a las instalaciones.

El segundo viernes de cada mes, la Stone Circle Association se reunía para actividades culturales, leer poesía trascendental, clases de yoga y meditación, conciertos de música céltica y, en general, fumar muchísima hierba. Con el tiempo, las reuniones habían ido creciendo hasta convertirse en poco menos que raves en las que se mezclaban estudiantes con iluminados diversos, sectas de flipados y seres de otras realidades. Una regla no escrita entre las diferentes facciones establecía que el Círculo de Piedra era terreno neutral y estaba muy mal visto empezar una pelea allí.

Hacía una noche cálida y estrellada.

Andy soltó una carcajada.

-¿Lágrimas? ¿Estás de coña? ¿Con el ambiente que hay?

La hermana Gabrielle recorría la multitud lentamente con una bolsa de tela. Llevaba una toga de color turquesa y numerosas piezas de bisutería. 

-Donativos para la restauración de la biblioteca, por favor, es en interés de todo...

A pesar de su tono desganado, resultaba extremadamente convincente: muy pocos de los que pasaban cerca de la bolsa podían evitar echar dinero dentro.

-Bueh, hay quienes se ponen en modo depresivo en medio de una juerga.- Dijo Cleo, con su vaso lleno de algún líquido que no identificó en la mano. -Igual también hay quienes lloran al reír. Venga nene, me debes esta y lo sabes.- Tenía en sus bolsillos un par de frasquitos que le había proporcionado el señor Yakub justo para ese trabajo.

No se sentía del todo cómodo vestido de hippie. Pero bueno, había prometido a Cleo que se comportaría bien y que se integraría. Así que se había comprado unos vaqueros y par de camisetas horteras, y hasta unos zapatos que parecían típicos de los indios americanos. Había ensuciado una de las camisetas y le había hecho una raja al pantalón. También se había puesto unas gafas oscuras redondas. En su opinión, iba vestido perfectamente para la ocasión.

Y qué divertido el lugar. Estaba convencido de que había más de uno y más de dos fae entre ellos ahora mismo. Y más de una Wiccan. Él se mantuvo al margen de todo, tratando de no llamar la atención y de no comer ni beber nada. Estaba seguro de que saldría drogado si lo hacía.

Cuando la hermana Gabrielle se acercó con su boca de tela, Bayhas sonrió brevemente, sacó la cartera y soltó un billete de diez libras. 

Después, se quedó cerca de Cleo mientras está le pedía unas lágrimas a un tipo que al parecer era un hada. - También se puede llorar de la risa. - dijo Bayhas, con un tono tranquilo e inocente. - Y si nos fumamos uno de esos cigarritos que rulan por ahí, nos va a hacer gracia hasta el chiste del perro Mistetas...

Orion nunca se había acercado a la fiesta del círculo de piedra. Una mezcla de indiferencia y de temor a encontrar a gente no deseada le había mantenido alejado de tal evento que solamente conocía por lo que le contaba Pepe. Por supuesto el maldito español no podía perder la oportunidad de ir de fiesta y de fumarse hasta el orégano de las pizzas.

Por ser su primera vez Orion se esmeró en el vestuario: llevaba una cazadora vaquera sin mangas con un parche de los Sex Pistols que tenía casi más años que él mismo, una camiseta blanca también sin mangas de The Clash, unos pantalones de cuadros negros y rojo y unas Doc Martens de los 70. Todo lo opuesto a un hippy que le había proporcionado su fondo de armario.

Como Pepe estaba enfermo se había tenido que acercar él solo. Amethyst y Connor estaban en el local, currando. Deambuló para hacerse una idea del ambiente y se dedicó a poner cara de punkarra matón a todo el que se molestaba en mirarle. Cuando se cruzó con Gabrielle Kovak se miraron fijamente a los ojos. Orion sacó un billete de 20 libras y lo echó en la bolsa.

—Toma, pero no te lo gastes en drogas —le dijo en tono paternal y siguió su camino riéndose de su propio chiste.

Al cabo de un rato vio a Cleo y, de haber podido, su corazón se habría acelerado un poco. Orion, menudo gilipollas estás hecho, se dijo a sí mismo mientras se dirigía hacia ella. Entonces descubrió a Bayhas: Vaya, también ha venido el paki mago vestido de turista americano. Ya sólo falta el viejo vendiendo pastelitos de marihuana… Esbozó una amplia sonrisa y se llegó hasta sus dos compañeros.

-¿Cómo quieres que llore por el amor de Oberón?-Andy encendió un enorme cigarrillo de liar que olía que tiraba de espaldas-Es viernes por la noche, hay una fiesta que te cagas, he quedado con un amigo con el que tengo grandes posibilidades y estamos vivos. ¿No te parece un motivo de celebración?

Y soltó una nube de humo espeso. Cada vez que chasqueaba la lengua, el humo cambiaba de color: magenta, amarillo, verde. Sacó una botella de plástico con las etiquetas arrancadas llena de un líquido de color verde bilioso. La abrió y bebió largamente.

-Pero no quiero que pienses que soy un rollo-dijo ofreciendo el cigarro a Bayhas y la botella a Cleo- Tu amiguete parece alguien decente. Y lo de hacerme llorar de risa me parece mucho mejor que lo de tristeza: así es como empiezan las juergas realmente épicas-miró a Bayhas un instante-Tú estabas en la boda, ¿verdad? Pero más... almidonado. Me gustas más con traje, así parece que te compre la ropa tu madre. 

Cleo tomó de la botella con curiosidad y le dio un trago generoso, tosiendo un poco y haciendo una mueca mientras se la devolvía a Andy. Señaló a Bayhas con un gesto de la cabeza. -Es majo, pero lo tuvieron toda la vida encerrado en su casa, no sale mucho.- Lanzó una media mirada maliciosa al mago. -Venga, pues vamos a disfrutar de la fiesta y a ver si te ríes hasta las lágrimas.-

La mirada de Cleo pasó alrededor de los presentes, buscando a alguien pero sin saber como lo identificaría. En vez de eso vio que Orion estaba también allí, y se contuvo de soltar una carcajada. Alzó una mano en su dirección a modo de saludo, invitándolo a acercarse si quería. -Andy, ¿selfie?- Y sin esperar respuesta agarró al hada por la cintura y alzó el móvil para tomarse una foto, buscando que Bayhas también saliera en ella, y cuantas personas estuvieran a sus espaldas, de ser posible.

—¡Hola peña! —saludó efusivamente el vampiro—. Acabo de llegar al nivel treinta del Bunnymen. ¿Qué os parece?

Mientras hablaba puso su mano en la cintura de Cleo e intentó darle un beso en la mejilla, como si fuera su mejor amiga.

-¡Eh, tío!- Cleo reaccionó un poco tarde al gesto de Orion, retrocediendo algo la cabeza por la sorpresa de aquel acercamiento, pero terminó dejando que le besara la mejilla. -Joder, te vas a acabar el Bunnymen antes que yo.- Le dijo sonriendo, disimuladamente soltándose de su mano en la cintura. -Orion, Andy; Andy, Orion.-

La fotógrafa llevó su mano a la cámara fotográfica que colgaba de su cuello. -Hey, voy a ver si hay alguna regla o algo sobre tomar fotos de esto, ¡mis amigos de la uni fliparán cuando se enteren!- Sonrió. -Andy, cuídame a estos dos, ¿vale?- Le dijo al hada, antes de comenzar a moverse por entre los participantes del círculo, sosteniendo la cámara en sus manos. De vez en cuando se acercaba a algún grupo y les proponía tomarse una foto, todo con muchas sonrisas y tratando de mantener el buen rollo.

Cuando Andy le dijo que si le compraba la ropa su madre y Cleo añadió que no salía mucho, Bayhas se encogió de hombros y sonrió. - En realidad es que vengo disfrazado, Andy. No quiero que nadie se entere fácilmente de que soy... - Se acercó a Andy y le dijo, algo más bajito, con aire de conspirador. - abogado. - Después, se alejó un poco del fae y le guiñó el ojo. - Guárdame el secreto. 

Después cogió el cigarro que le ofrecía Andy con un gesto delicado y se lo llevó a los labios, sin quitarle ojo de encima al fae. Mantuvo una sonrisa ligera, y le dió alguna calada al cigarrito, no demasiado profundas y procurando no tragarse mucho el humo. Aún recordaba la última broma de Nina con las sustancias de los fae, y prefería mantenerse sobrio lo máximo posible.

En el momento en el que Cleo hizo un selfie con Andy, Bayhas se acercó, le puso una mano al fae en el costado y sonrió para la foto mientras sostenía su cigarro en la otra mano. Luego se alejó de nuevo de Andy, pero quitó su mano del costado despacio, pasando un par de deditos por su espalda al hacerlo. Sutilmente.

Cuando Orion se acercó, Bayhas puso los ojos en blanco un instante. - Me parece que sois increíblemente pesados con eso del Bunnymen. - Luego, levantó su mano y apuntó al vampiro, simulando que era una pistola, e hizo un ruido de disparo mientras bajaba el pulgar. - Pum.

Finalmente, se volvió a mirar a Andy. - Bueno, ¿y de qué va tu rollo, Andy? - Le miró de arriba abajo. - No pareces abogado...

El porro sabía como subir unas escaleras de cristal en un mar de miel mientras te chafaban el cerebro con un lingote de oro envuelto en rodajas de limón. O algo así. 

Después de  mirar muy brevemente a Orion, Andy sonrió de manera insinuante a Bayhas. 

-Soy una ninfa. Trabajo en un cocktail bar y toco el bajo en un grupo de death metal progresivo.

Le pasó el brazo por los hombros al mago. Era ligero y alienígena pero firme y seductor a la vez. 

-¿Y qué sabe hacer un abogado para que me salten las lágrimas? Mi amigo no llega hasta las diez y los lavabos del campus están abiertos...

El móvil de Andy no mentía: por lo menos un tercio de los presentes no eran humanos. 

Vio a varias hadas consumiendo todo tipo de sustancias. En un par de ocasiones estuvo casi segura de que había visto vampiros (no era fácil con la multitud en movimiento) incluyendo lo que parecía un niño pequeño. Y un tipo grande, peludo y con tatuajes o bien era un hombre lobo o venía de lo más profundo de los Valleys. 

Iba a volver cuando le llamó poderosamente la atención un hombre de piel morena que bebía de una copa apoyado en la barra. Vestía un elegante traje de chaqueta color crema que contrastaba poderosamente con el look general. 

Le dedicó una amplia sonrisa. 

- Hola. ¿Puedo invitarte a una copa?

Entonces Cleo reparó en el pañuelo azul que llevaba en torno al cuello. 

Azul. Ostras.

El terror invadió unos segundos a la fotógrafa, pero se recordó lo que Andy había dicho: aquel era terreno neutral. Si era un Rakshasa, ¿no sería interesante conocer amistosamente sus intenciones? Así que devolvió la sonrisa.

-Seguro. ¿Qué me recomiendas?- Contestó, tomando asiento en la barra también.

Bayhas asintió, mientras le pasaba el brazo por la cintura a Andy. Tenía un tacto suave y etéreo. - ​​​​​​Como debe ser: el death metal o es progresivo, o mejor ni planteárselo.

Sonrió, mientras se fijaba en sus ojos azules. Eran bonitos. - Una ninfa, ¿eh? Oye, ¿y tu amigo es un sátiro, o no eres tan clásica y tradicional? - añadió, mientras le ofrecía el porro.

Las cejas de Andy se alzaron alternativamente, divertidas:

-Piotr es un hombre lobo. Cuando tiene un día malo te puede destrozar. Literalmente. 

Soltó una risita antes de dar un largo trago a la botella. Abrió los brazos:

-Pero estás de suerte: el que llega primero tiene el género sin tocar. ¿Vamos?

Orion notó unos golpecitos en el hombro. Un tipo bajito y familiar apareció a su lado con una pinta medio vacía en la mano:

-Ey, yo te conozco. Tú eres Orion Jones. ¿Te acuerdas de mí? ¡Soy Joe! Sí, hombre, el del apartamento. Te dejé una tarjeta* para que pudieras entrar...

Bebió un trago. Daba saltitos de unlado a otro como un perrito entusiasmado. 

-Qué movidón lo del tiroteo, ¿verdad? Un amigo mío que trabaja de taxista dice que esa noche se le subió un flipao vestido de árbol. Parece que había una fiesta frikio algo. 

Nuevo trago. 

-Qué guapa tu camiseta, macho. Yo soy más del rollo de Oasis, ¿sabes? Pero que yo tolero, joder. Tuve una novia que era más de Blur y se pasaba el día discutiendo por eso. Total, que resulta que me ponía los cuernos con mi primo de Bristol...

-Esto es un chaser, una aberración consistente en echar a perder un whisky malo mezclándolo con una cerveza mediocre. Lo pondría en una lista de Los Peores Crímenes de la Humanidad. Ya es demasiado tarde para mí y debo pagar por mi osadía pero tú eres joven e inocente así que te sugiero minimizar daños y probar suerte con la ale.

Llevaba muchísima colonia. Podía olerse a cierta distancia. Daba la impresión de que trataba de camuflar otro aroma más inquietante.