Partida Rol por web

La miraluka se sorprendió con la reacción de Cadur-Xi. Sonrió y le respondió palmeándole la espalda con una mano durante los instantes que durase el abrazo. Al reincorporarse, sacó de un pañuelo que llevaba colgado al cinto un cristal kyber que puso en la mano al joven.
—Así pues, recibe este presente de mi mano. Que la luz de tu nuevo sable se complemente con la de tu mente —Permitió al cereano examinar el objeto, un momento antes de hacerle un gesto para que la acompañara al interior del templo.

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Dejaría atrás a sus compañeros por un rato, pero la ocasión lo merecería. Maestra y padawan caminaron el interior del templo, pasillo a pasillo, hasta llegar a una pequeña sala sin ventanas, donde solo existían una mesa baja y dos cojines. Una luz emanaba de debajo de la mesa, permitiendo ver con claridad la estancia y lo que había sobre el mueble: las piezas necesarias para construir un sable de luz.
Serra hizo un gesto a Cadur-Xi para que entrase a la estancia, y una vez dentro le invitó a sentarse junto a ella.
—Te mostraré lo que debes hacer, aprendiz. Verás que es muy sencillo. Ahora cierra los ojos, concéntrate en mis palabras y examina con tu imaginación las piezas que tienes frente a ti. Oh, y por supuesto: tienes completa libertad para el diseño —Ladeó la cabeza a la vez que sonreía— Sé creativo.
Durante lo que pudieron ser varias horas de dudas sobre diseño y algún que otro error y descanso, maestra y aprendiz construyeron juntos una espada láser.

Cadur-Xi-Mirr tomó el cristal y lo observó, fascinado: ya los conocía de oídas, eran el objeto de deseo de cualquier iniciado, ¿Quién de entre los jóvenes del templo no había soñado con el momento de obtener su cristal y crear su sable de luz?

-Es hermoso- pensó, mientras seguía a su maestra hacia el interior del templo.

Ahora que llegaba el momento, sentía que los pensamientos llenaban su mente: ¿Sería capaz? ¿Le impediría su enfermedad crear el sable? ¿Cómo estaría su madre? ¿Se sentiría la maestra Serra orgullosa de él? ¿Cómo estarán los refugiados que quedaron en el templo?

De nuevo, divagaba, obligándose a escuchar a la maestra, cerró los ojos sentado donde se le había indicado y sostuvo con firmeza su colgante, el vínculo que le unía no únicamente a Cerea, sino que lo usó como ancla para recordar. Su planeta, las cascadas y árboles de Tython, la maestra Tovak salvándolos, la emoción de descifrar una parte del pasado. 

Abrió los ojos y contempló las piezas que se disponían ante el. Dedicó unos momentos a manipularlas, familiarizándose con ellas, preguntando a la maestra los "porqués" y "para que" de las mismas.

Una vez satisfecha su curiosidad, cerró los ojos y mantuvo en su mente una imagen: la punta de una ramita con una hoja verdirojiza naciendo de ella. Con esta imagen se concentró, teniendo las palabras de su maestra como fondo instructor, se enfocó en sentir las piezas que conformarían su sable.

Poco a poco, de la ramita que tenía en su mente se desdobló, por un lado un hermoso sable, de vibrante verde esmeralda, con una empuñadura de una mano, de un color plateado.

Por otro lado un sable de menor tamaño, de los que eran conocidos como shoto, adecuados para su uso defensivo, de un color púrpura intenso.

Al pasar una cantidad de tiempo que no supo medir, el joven abrió los ojos, mirando con reverencia los sables.

Tomó primero el sable mayor y, tras encenderlo y observar embelesado su brillo, se dispuso en lo que el pensaba era una pose defensiva. Sintiendo que faltaba algo, tomó el sable menor con la zurda, que encendió a su vez.

Tras un par (o eso pensó el) de estocadas de prueba, miró a su maestra, maravillado.

-Maestra, ¿Cómo lo he hecho?- preguntó, con ojos radiantes pero tono dubitativo.

—¿Hacer los sables o usarlos? —Negó con la cabeza mientras sonreía con la mirada gacha, divertida con su propia pequeña broma—. Lo has hecho muy bien, querido padawan. Y en cuanto a tu técnica... no te preocupes, te mostraré las posiciones y formas para una excelente defensa —Se incorporó y observó al joven cereano frente a ella, y como si pudiese ver más allá, puso una mueca de ternura en su rostro—. Serás un gran jedi, muchacho. No tengo duda de que sabrás cuidar de esta paz y, lamentablemente, las que vendrán —Acarició la espalda del muchacho mientras lo conducía fuera de la salita—. Ve, da las buenas nuevas. No todos los días se hace uno dos sables láser.

Al llegar junto al ithoriano, Zez pudo ver cómo Hound'ua reaccionaba al cristal kyber que su aparentemente nuevo maestro le había otorgado. La compañera togruta del weequay le mostraba su espada láser al muchacho, señalando dudosa por dónde debían quedar los componentes a la hora de construir el arma.
—Ah, joven padawan. A ti quería yo verte —La voz gutural y semirobótica que producía el autotraductor del alien resonó en un tono calmo—. He podido comprobar tu progreso y... aunque tienes aún por pulir, creo que no yerro cuando digo que tienes un futuro prometedor por delante —Sacó de una de las cartucheras de su cinto unos pequeños cristales kyber y se los ofreció al clawdita—. ¿Aceptas convertirte también en mi padawan, joven Zez Kai-Chekk?

Cadur-Xi-Mirr bajó la cabeza, algo avergonzado: se había dejado llevar. No tardó en recuperar la sonrisa al ver que la maestra Serra no parecía enfadada, más bien divertida. Claro, ¿Cuántas veces habría sido testigo de la creación de una espada láser?

El joven padawan asintió a las palabras de su maestra, aunque no supo que responder. Si supo que responder a su invitación a abandonar la sala -¡Si, maestra!- exclamó, apresurándose fuera de esta.

No sabía muy bien cuanto tiempo había pasado ni si sus compañeros estarían en la entrada o no, no obstante, Cadur-Xi-Mirr recorrió las salas y pasillos del Templo hasta llegar a la entrada del mismo.

Al llegar, buscó con la mirada a sus tres compañeros de misión.

Aún andaba medio anonadado, sumergido en sus asuntos, cuando pudo encontrar al Maestro Kadar-yub.

Y no estaba solo.

-Hound´ua. Errrr... ¿Myran?

"..."

Okay, dejando de lado que estaba bastante convencido de que había cagado el nombre, no estaba preparado para eso. Quería tener una conversación con aquellos dos, pero ese no era el momento. Estaba como, 300% seguro de eso. De lo que no estaba aparentemente tan seguro era de lo que estaba diciendo el ithoriano; con tantos testigos delante trató de convertir la mezcla entre asombro perplejo y descolocación que tenía en una máscara de desdén enojado, con sólo un éxito menos que moderado. Pero para ser justos con él, tenía mucho en su plato en aquel momento.

Abrió la mano como para coger los cristales, pero no lo hizo. Se quedó mirando por unos segundos.

-...¿puede un Maestro tener varios padawan?

—Maylak —Contestó la togruta con una sonrisila comprensiva— No te preocupes —terminó por decir antes de seguir hablando con Hound'ua.
—Aah, buena pregunta, joven padawan. De hecho es tradición que ningún maestro tenga más de un aprendiz a la vez... —Le puso los cristales en la mano—. Pero a veces en tiempos oscuros se requiere dejar de lado las tradiciones —Miró a Hound'ua, que parecía entretenido con la togruta—. Acompáñame, aprendiz —dijo, mientras hacía un gesto con el brazo para que le siguiese.

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Maestro y alumno se alejaron en dirección al templo, y un vez dentro recorrerían un par de pasillos antes de llegar a una pequeña habitación sin ventanas, solo iluminada por una tenue luz que salía de debajo de una mesita baja fijada al suelo. Frente a la mesita, un par de cojines en los que ambos se sentarían. Lo más llamativo, sin embargo, sería la miríada de piezas distribuidas por la superficie de la mesa que difícilmente el joven Zez podría reconocer de primeras.
—Relájate, padawan. Te indicaré la forma de proceder, cada pieza y su función. Tú tan solo has de cerrar los ojos, concentrarte. Las manos no serán necesarias.
Pasarían horas antes de terminar. Horas de ensayo y error, algún que otro descanso y el constante runrún de la voz del ithoriano dando indicaciones. Aunque en ciertos momentos necesitara él mismo consultar en un datapad cuando una pieza no encajase. Pero ya, finalmente, había acabado.
—Mmm... —examinó la labor del clawdita bastante por encima—. Sin duda un trabajo de artesano. Algo basto, pero ya mejorarás la técnica —Se incorporó, haciendo que le crujieran un poco sus piernas—. Uuh... bueno, ¿cómo te sientes, Padawan Zez?

Con aquellas palabras

"a veces en tiempos oscuros se requiere dejar de lado las tradiciones"

en aquel momento le hubiera seguido a cualquier lado y cualquier situación, no ya hasta la sala de al lado. Aquel día no parecía tener más que alguna clase de validación tras otra, y no podía hacer otra cosa que ser impactado por una detrás de otra y tambalearse aturullado hasta la siguiente. Por "suerte" para él, tenía horas por delante para poder trabajar en ello.

Zez Kai-Chekk era mucho más ducho en aquello de lo que muchos hubieran pensado. Definitivamente él mismo, y también una gran mayoría de los aprendices. Incluso algún que otro Jedi de pleno derecho.

Poseía, por un lado, experiencia en el uso y manejo de herramientas. Por el otro, además, de manera quizá inesperada para alguien de su temperamento, sumergirse en el uso de la Fuerza y alcanzar el punto de la meditación, que tanto costaba a otros, le resultaba algo natural y agradable. Aun así, sin el uso de las manos, el uso de sus ojos y bajo la atenta mirada de alguien de quien en ocasiones no estaba del todo seguro que supiera exactamente qué se supone que tenía que hacer, la hazaña tardó varias horas en cumplirse.

"Sin duda un trabajo de artesano. Algo basto, pero ya mejorarás la técnica"

A la mierda con eso, replicó para sus adentros, fatigado pero orgulloso del resultado final en que había invertido tanto tiempo y esfuerzo. El sable era... un diseño muy conservador en lo clásico. La única concesión al exotismo parecía ser el que poseía una base flexible que se podía regular en caso de necesidad. De otra forma, ni doble hoja, ni guardas, ni sorpresas adicionales. Zez parecía ser de la escuela de pensamiento de que, si tenía que aprender a manejar una espada, las virguerías podían esperar a que desarrollase su habilidad antes de rebanarse el culo por accidente.

Se separó de la mesa, donde tras varias horas las piernas empezaron a recordarle de forma bastante exigente que estaban vivas, y lejos de cualquier cosa peligrosa encendió el sable. La prístina luz azul o verde de un jedi inundaría la sala y...

y...

*FWOOOOOOM*

"POR. SU. PUES. TO"

Levantó el sable a la altura de sus ojos y lo fulminó con la mirada. Lo miró por unos momentos. Volvió a darle una última oportunidad.

*FWOOOOM FWOOOOOM*

Yep. Aún rojo.

"Uuh... bueno, ¿cómo te sientes, Padawan Zez?"

Suspiró y apagó el láser.

-Cansado, Maestro. Y mi sable es tremendo capullo que se cree muy ingenioso. Podría estar mejor.

Si aquel sable pensaba que con eso iba a acabar de derribarlo, no tenía ni idea. No era el primer idiota que decía eso, sólo era uno más en el coro de la runfla de idiotas que hacía la coral de su existencia en aquel colegio, sólo que además este era un objeto inanimado. Pues si creia que eso le iba a salvar IBA FRESCO.

Aunque le costó puesto que prácticamente solo tenía ojos para admirar su nuevo cristal kyber,. cuando vio acercarse a Zez, Hound'ua levantó la mano levemente en señal de saludo, aunque había sido un día muy duro, y terriblemente estresante, la reciente noticia de que el maestro Kadar-yub lo aceptaba como padowan le había llenado de ilusión y alegría, así que a pesar de que aún no sabía muy bien que pensar de su nuevo compañero decidío darle el beneficio de la duda. Por lo que parecía había sido una buena idea, puesto que para su sorpresa el maestro también le ofrecío ser su padawan a Zez, por lo que serían compañeros durante más tiempo.

Interesante.

Con un gesto formal de cabeza, se despidió del, su ahora maestro.

-Será un honor aprender de usted maestro, me esforzaré por estar a la altura, y empezaré usando sabiamente el kyber para forjar mi sable.

A continuación, y aunque el también mostro asombro al saber que podía haber un maestro con más de un padowan, agarró la mano abierta de Zez estrechandola en un cálido apretón,  lo felicitó:

-Enhorabuena Zez, me alegra que seamos compañeros padowans, seguro que podemos aprender mucho, el uno del otro, me impresionaste con tu dominio de las lenguas, cuando quedes libres de nuestras nuevas obligaciones, me gustaría hablar contigo, creo que ya que vamos a aprender juntos, deberíamos primero conocernos más, si te parece bien...

Con una sonrisa sincera se despidío de su co-padawan para dejarle charlar a solas con el maestro.

La capa era distinta, pero el sable era demasiado similar, aunque había intentado  que esto no lo afectase, y que sobretodo, no llegase a traslucir en su expresión, no pudo evitar que lo asaltase la duda sobre si la visión que tuvo fuese al menos parcialmente verdad. Sin embargo, tras ver como el buen humor volvía un tanto a la cara de Maylak decidío sonreirla de vuelta y seguir bromeando con ella, fuera o no fuera real la visión que tuvo, no era algo grabado en piedra, y esta decidido a dar lo mejor de si para evitarlo, era todo lo que podía hacer, al menos por ahora.

Cuando escucho la voz del maestro se alegró, pero eso no fue ni siquiera un ápice de la alegría que le invadió después, cuando el maestro le ofreció los cristales de kyber, lo acaba de aceptar como aprendiz, ni más ni menos que el gran maestro Kadar-yub, ni en sus más grandes aspiraciones había soñado con poder aprender de él, tenía diez millones de preguntas que hacerle, y cada fibra de su cuerpo le pedía que empezará ahora, pero el aturullo y el estrés lo controlaron un tanto, así como las palabras sobre su "entereza".

-Gracias por sus elogios maestro, pero son inmerecidos, estoy lejos de estar preparado, eso ha quedado patente, pero pronto volveré a estar completo maestro, aunque no sea de la misma forma, me adaptaré, la Fuerza me guiará en mi camino, y estoy seguro que usted también, es un orgullo ser su padowan.

Esto último lo dijo un tanto azorado, mientras torpemente recogía los cristales de manos del maestro.

Tras conocer el hecho de que sería co-aprendiz  de Zez y despedirse de su maestro, algo de calor había vuelto a su corazón, y la alegría y curiosidad volvían a expolearlo, a pesar del cansancio, el dolor, y las sensaciones vividas, no pudo evitar querer correr a ver como resultarían sus nuevos sables. 

Tras desedirse de ellos se alejo junto a Maylak mientras esta le aconsejaba sobre como construir su sable, pero Hound'ua la paro con un dedo sobre sus labios mientras con la otra mano le enseñaba los cristales y el bastón de madera que una vez ella le regalo, y del que no se separaba.

-Checheche, no me quites la diversión Padowan Maylak, debo aprender yo solito como hacer funcionar estas  maravillas junto a este pedazo de madera, no pienso dejar que luego me des la matraca con que yo lo tuve más fácil porque me distes pistas.

Finalizó con una sonrisa y sacandole la lengua comenzó a alejarse de ella.

-Pronto nos pondremos al día Maylak, y veras como mis sables son mejores que el tuyo, pero ahora, ¡¡¡me toca trabajar!!!

Se alejó hasta encontrar un lugar tranquilo en su habitaculo, y calmandose, comenzó a concentrase en sentir los cristales, la madera, y una par de tornillos, tuercas y pequeñas placas de metal que había recogido durante años, mientras esperaba que llegase este momento.

Se mantuvo quieto, escuchando, mientras le preguntaba a los cristales que forman deberían tener, como querían integrarse con la madera y el metal, debería hacer un sable de dos filos, o quizá dos sables, uno grande y otro menos, o quizá un único sable de gran tamaño que le permitiera asirlo con dos manos, las posibilidades eran infinitas, y por primera vez en los últimos dias, el peso que llevaba encima se fue aflojando mientras evaluaba, descartaba y revaluaba opciones, en un juego que le encantaba, y que en secreto, llevaba años realizando, hasta que finalmente creyó poder visualizar las formas que los cristales querían para sí, , partiendo el bastón en cuatro piezas, alojando los cristales uno entre cada dos mitades de madera, rematando en una de las empuñaduras un placa blanca de metal asomando por la parte superior derecha como un semicirculo, y en la otra una media circunferencia negra por el lado izquierdo superior. La madera fue retorcida y doblada con la Fuerza hasta curvarse levemente en las partes bajas, y asegurdas con las tuercas, tornillos y placas más pequeñas. Finalmente dos reguladores, formados mediante dos tornillos y unos pomos de plastiacero con forma de ruedas dentadas, tomados prestados hace mucho tiempo atras de un sitemas de comunicaciones de un viejo spider del templo remataban ambos sables.

Tras finalizar este extenuante esfuerzo por fin Houda cayó rendido allí donde se encontraba, y finalmente se dejo descansar con los sables reposando en sus manos, y una sonrisa satisfecha cruzandole la cara, prácticamente cuando el sol del alba, anunciaba un nuevo día.

Tras unas horas de reposo, salío en busca de la maestra Illis, dispuesto a cumplir su obligación para con ella, y dar su testimonio al Gran Maestre Boros.

Tras finalizar sus obligaciones con el templo, la maestra Illis y consigo mismo Hound'ua no pudo más que andar por el templo junto a sus nuevos sables, había sido una ruleta rusa, y sin poder evitarlo camino sin rumbo hasta que su dembular, o quizá la Fuerza le llevarón a cruzarse con Cadur, al verlo una sonrisa cruzó su rostro, y lo saludo con la mano mientras se acercaba hacia su compañero,

-Me alegra encontrarte Cadur, no tuve oportunidad de agradecertelo antes, pero gracias por ayudarme ante las maestras al llegar al templo, me alegra mucho que todos hayamos pasado la prueba, enhorabuena por cierto!! ¿Ya sabes quién es tu maestro o maestra?

Yo voy a estudiar junto a Zez con el maestro Kadar, ¡fue toda una sorpresa para mi! ¿Y Oney, has sabido algo de él?

No era el único que no sabía que pensar de su nuevo compañero, así que hubo un intercambio de miradas cuando se cruzaron el uno con el otro.

-Oh. Hey, Hound´ua. Tenía que hab-

Y entonces Zez se vio atrapado por un individuo superior, aferrado por su terrible presa. O se encontró con su mano engullida por la comparativamente manaza del weequay, que empezó a hablar sobre... cómo estaba deseando trabajar con él. La mirada del chico pasó con rapidez de la cautela a la perplejidad pasando por el desconcierto.

-¿Wh-whu? Ah, eso. No tiene misterio, el leki es un idioma ridículamente fácil de aprender -se encogió de hombros, con la mano aún atrapada de forma inmisericorde, inmovilizado en el lugar... o así se sentía- Excepto por lo de los lekku. Pero la gente no se molesta en aprender un maldito lenguaje fuera del básico porque son unos bastardos provincianos y la República es un estercolero burocrático y opresivo, no quieran los dioses que nos tengamos que molestar en tratar a nuesto puto vecino como si fuera una persona con su propia cultura y valores. "Básico Galáctico" las pelotas.

La conversación había recuperado exactamente a la misma persona que había asomado durante la misión... esa misma persona de la que el weequay parecía estar razonablemente no muy seguro... pero seguía habiendo sido encontrado completamente desprevenido al encontrarse conque habían estrechado su mano y recibido un halago que al menos parecía sincero, sólo recuperándose en su *estado natural* después de eso.

-Sí... nos vemos luego. ¿Buena suerte y eso?

El cereano vio a su compañero y le saludó con una sonrisa amistosa.

-La alegría es mutua, amigo mío. Al igual que me alegra que hayamos superado las pruebas. - dijo, evitando responder a la ayuda que mencionaba, restándole importancia.

-Estaré bajo la tutela de la maestra Serra, al igual que Oney- exclamó, con una amplia sonrisa y los ojos brillantes.

-Enhorabuena, Hound'ua, y enhorabuena por la creación de tus sables. Espero que todos los hayamos conseguido.-

El maestro ithoriano observó plácidamente las acciones del padawan, al menos hasta que encendió el sable. No añadió nada verbalmente a la conversación, pero en su rostro alienígena estaba claro su disgusto.
—Hablaremos más tarde, padawan. Puedes ir —Permanecería en la sala hasta que el muchacho saliese de allí, meditativo.

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Después de esperar a la vuelta de su maestro, Hound'ua ve que este le llama desde la entrada al templo. Su semblante no era tan calmo como solía. Tras llegar a su lado, padawan y maestro caminaron por los pasillos hasta llegar a una pequeña salita bastante espartana: ninguna ventana, una mesita baja y un par de cojines frente a esta. La única iluminación procedía de debajo de la mesa; una tenue luz clara que iluminaba lo suficiente la estancia como para ver con claridad. Más en concreto, para ver las piezas de sable láser que habían desperdigadas encima de la mesita.
El ithoriano invitó a su padawan a tomar asiento, así como él también lo hizo.
—Cierra los ojos y concéntrate, padawan —Su voz sonaba más ronca y directa, como si no quisiera tomarse mucho tiempo con aquello.— Yo te guiaré en los pasos que deberás dar. Adelante —Pero justo en cuanto el padawan comenzara a manipular las piezas con la Fuerza, notaría la huesuda mano de tres dedos de su maestro en su hombro—. Elige con cuidado la luz que habrá de alumbrarte —añadió, y luego le quitó la mano y le dejó continuar.

Pasarían horas hasta finalizar, pero tras pruebas y errores, descansos y explicaciones, en ocasiones algo secas, Hound'ua acabó de confeccionar su primera obra del estilo. El ithoriano permaneció en silencio, observando lo que hiciese su aprendiz mientras examinaba lo que había creado. Aunque más parecía distante en su pensamiento.

Era perfectamente esperable. Era la conclusión natural a su historial y todo aquello que lo acompañaba. Era la reacción más lógica a lo que había sucedido, y el chico era consciente y lo entendía.

Nada de eso hacia que doliese menos.

-... sí, Maestro.

Se inclinó de manera formal y salió, tratando de pensar lo menos posible en todo aquello, vaciando su mente. Después de todo, era culpa suya por esperar que su vida cambiase de forma radical después de haber sido reconocido como padawan. Por qué iba a salir nada bien, nunca.

Una figura encapuchada en unas túnicas oscurecidas se acercó al grupo.

-´sup bitches

Se apartó la capucha que el viento le había echado encima con un manotazo frustrado para revelar la cara en estado permanente de mecha lista para encenderse del ahora padawan Zez Kai-Chekk, cuya figura más bien pitufesca iba ahora complementada por un sable láser ajustado en el cinturón. Parecía estar frustrado o disgustado por algo, pero era difícil de saber, ya que, hasta donde habiais coincidido, "frustrado" y "disgustado", junto con "medio cabreado", parecían ser su estado general en reposo*. Con razón había tratado de mantenerse callado todo lo posible durante el principio de la misión.

"Estaré bajo la tutela de la maestra Serra, al igual que Oney"

-¿Dos bajo un mismo Maestro, vosotros también? Huh.

Aquello, hasta donde sabía, y le habían dicho, no era normal. Se preguntó si tendría algo que ver con la ruta que casualmente les habían encomendado, y el hecho de que al menos alguien tenía información previa de ella. Quizá mereciera la pena investigar eso, una vez revisara las otras prioridades.

-Assssí que... -dijo, intentando buscar un tema de conversación que no requiriera pelearse con nadie- Sables láser, eh. ¿Cómo ha sido vuestra experiencia montándolo?

Mientras meditaba intentando encontrar la forma a sus sable, su maestro, ya que ahora si podía llamarlo propiamente así, apareció y le pidío seguirlo para finalmente, en una zona apartada poder guiar a Hound'ua en la creación de sus sables.

Finalmente después de haber estado meditando creía haber podido visualizar las formas que los cristales querían para sí, por lo que comenzó partiendo el bastón que Maylak le había regalado hacía tanto primero por la mitad y luega cada parte en otras dos piezas, alojando los cristales uno entre cada dos mitades de madera, rematando en una de las empuñaduras un placa blanca de metal asomando por la parte superior derecha como un semicirculo, y en la otra una media circunferencia negra por el lado izquierdo superior. La madera fue retorcida y doblada con la Fuerza hasta curvarse levemente en las partes bajas, y asegurdas con las tuercas, tornillos y placas circulares más pequeñas que rrecorían como anillos la empuñadura. Finalmente dos reguladores, formados mediante dos tornillos y unos pomos de plastiacero con forma de ruedas dentadas, tomados prestados hace mucho tiempo atras de un sitemas de comunicaciones de un viejo spider del templo remataban ambos sables en su parte superior para poder activarlos. Todo el proceso llevo horas, y tuvo que repetir muchas de las acciones, bajo la guía y la mirada del maestro Kadar-yub, pero finalmente estuvo seguro de haber completado el proceso, y con una sonrísa cansada cruzó la mirada con el maestro, para, con cuidado, encender ambos sables mostrando un sable más largo y otro algo más corto, pero ambos con un potento color anaranjado, depués alterno los reguladores, alargando el corto y recortando el largo para invertirlos.

-Gracias por su guía Maestro, espero que estos sables y su luz me permitan cuidar a los necesitados y permanecer vigilante ante las sombras que acechan en las sombras de la Fuerza.

Con una inclinación de cabeza, y aprovechando ese movimiento para apagar los emisores, aguardo el juicio de su maestro.