Partida Rol por web

Al ver que ninguno de sus compañero le devolvia el saludo, levanto la mano en un gesto que intentaba disimular un tanto el fallido saludo, y observó junto al resto el traqueteante arribo del speeder y su adorable conductor.

Nada más subir al vehículo se sentó lo más cerca posible al conductor y le dio unos cariñosos golpecitos en la cabeza, a modo de saludo. No tenía demasiada idea de droides, pero siempre los había considerado interesantes. Cuando escucho al robot emitir sus pitidos y sonidos  a modo de comunicación, quedó maravillado, y paso el resto del viaje devolviendole silbidos y gorgejos al droide, en lo que a su jucio era un calco exacto de los sonidos emitidos por el droide, pero cualquiera que conociera el binario identificaría que era sonidos sin sentidos.

Pronto los silbidos juguetones fueros sustituidos por uno más largo y profundo, de admiración al contemplar el bello valle donde finalmente se detuvo el speeder. 

Mientras Hound'ua se maravillaba con el paisaje escucho como el cereano realizaba su dedución, mientras este describia cada una de las tres opciones, Hound'ua las evaluaba una a una con su aguda mirada, trantando de encontrar un rastro o un hito relevante que mostrarse el camino.

Cuando este finalizó la dedución y ofreció la fuente de agua como solución Hound'ua arrugo un poco el ceño y replicó:

-Entiendo tu racionamiento compañero iniciado, si bien es agudo, creo que has pasado por alto un aspecto fundamentales de nuestra charla con la maestra. Comentó que las ruinas que debemos visitar no cuentan con subterráneos, y se encontraba en la superficie, eso descarta la gruta, y a menos que cuente con algo que lo proteja de la erosión y se oculte tras ella en una zona despejada, la cascada también. Yo optaría por las montañas al norte, tras la estatua se adivina un camino que lleva hacía las cumbres, allí, en lo alto, nada haría una sombra sobre la que descansar, puesto que nada es más alto que ellas, como si fuesen gigantes...

Sonrío al cereano, bastante más inseguro de lo que sus palabras dejaban traslucir, no quería contrariarlo. Mientras esperaba una réplica o una confirmación desató su hatillo del pequeño bastón, se lo anudó entorno al cuello, y enarbolo el bastón, como si fuera uno de esos camprones empleados en montañismo para ayudarse a escarlar.

Oney estaba muy excitado por la aventura y apenas podía disimularlo. Esperó junto a sus compañeros, impaciente. Al ver aparecer aquel robot, frunció el ceño. ¿A quién se le ha ocurrido la brillante idea de poner a un T3 a pilotar? Preguntó en voz alta al ver las dudosas maniobras del robot. Se montó igualmente, guiñándole el ojo al ser metálico. Tranquilo peque, no es culpa tuya, sé que haces lo mejor que sabes.

Nada más empezar el viaje y tras llevarse un golpe por el repentino acelerón, cuestionó esas palabras. Por suerte consiguió sentarse a duras penas y disfrutar del hermoso paisaje. Aquello era muy distinto de su planeta natal, jamás había visto una naturaleza tan pura. Incluso el cielo era algo que era difícil de ver cuando el humo y la contaminación. Wow... Masculló, totalmente obnubilado.

Al llegar se despidió del pequeño con la mano. ¡Hasta la vuelta canijo! Se detuvo entonces a contemplar el paisaje mientras sus compañeros pensaban en la prueba que les habían puesto. La vida habría sido tan distinta si Fel, Dosak Kollis y Egibo hubieran nacido allí.

Pero no había tiempo que perder. Las palabras de sus compañeros terminaron por encender al Pantorano. Tu teoría está muy currida y tal... Pero muchas veces no hay que complicarse la vida para conseguir la meta. Yo creo que la respuesta simple es la acertada. Las montañas. Añadió. Además, tiene sentido con la escalera. Creo que tenemos que encontrar la más alta, la del medio.

Cuando Cadur terminó, miró a sus compañeros iniciados, escuchándoles atentamente, tanto Oney como Hound'ua abogaron con argumentos convincentes en favor de la ruta central. Sonriendo afablemente, respondió -¿Así lo creen? Mmm, me parece razonable, compañeros-.

A decir verda, Cadur-Xi-Mirr estaba exultante en su primera misión, anhelaba ver más de la zona. Habría considerado aceptar aunque hubiesen propuesto visitar las tres posibles rutas por turnos.

La decisión estaba tomada. La ruta del norte era la más lejana y cansada, pero parecía la más prometedora.
Bajar hasta la cuenca fue pan comido, y solo tardaríais cosa de media hora en atravesarla a buen paso para llegar hasta la estatua. Nada más tenerla en frente, era visible su desgastado estado: un semblante de estructura humanoide, sin facciones definidas, hierático y embutido en una especie de cogulla simple con las manos entrelazadas en una postura erguida. Sin inscripciones ni nada que no fuera la piedra desnuda, en ocasiones cubierta con brotes que nacían entre las grietas de su base. Lo más curioso de esta es que no recibía a quien se aproximase desde la cuenca, sino que miraba hacia el sendero que subía hasta la cima de la montaña. El camino por su parte, parecía más reciente y no tan olvidado. De hecho era posible divisiar alguna que otra huella de calzado subiendo y bajando por el mismo.
La subida no era tan empinada como cuando entrasteis a la cuenca, por lo que el ascenso fue rápido. Igualmente había un rumor en el ambiente que resultaba desconcertante: risas y música. Arriba, de nuevo, las vistas deslumbrantes de un enorme valle que nacía de la cordillera y se perdía en el horizonte. La altura era considerable desde aquella cima. Un punto sin igual para divisar no solo lo que había en tierra, sino también la cúpula celeste.

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Las risas y los instrumentos se terminaron de hacer presentes una vez estuvisteis junto a las ruinas. Eran tal y como se apreciaban en la proyección holográfica, al menos en forma, ya que su altura superaba incluso la misma punta de la cumbre, escalando hacia los cielos. Sin embargo, quienes parecían sus nuevos inquilinos habían reconvertido las antiguas ruinas en un espacio de reunión celebración. Un grupo nutrido de twi'leks de diversas características había montado un par de grandes carpas sostenidas en aquellos pilares de piedra oscura, con varios grupos en hogueras desperdigadas en un área extensa, donde se encontraban a ras de suelo unos amplios círculos del mismo color que el de los monolitos. Un par de niños jugando al pilla pilla se acercaron a vosotros despistados, y al darse cuenta de vuestra presencia se quedaron petrificados en el sitio, con el pequeño agarrando y buscando refugio en el mayor. El resto del grupo también se percató de vosotros y pararon el festejo, quedándose callados y esperando conocer vuestras intenciones.

Durante todas las discusiones del grupo Zez no había dicho nada, o participado en nada, más allá de alguna mirada, gruñido no-vinculante o aseintimiento más o menos discreto que no comprometiera. No había estado muy seguro del todo de que aquello fuera lo que se suponía que hacer, teniendo en cuenta que no conocía a ninguno de los presentes de nada aparte de haber coincidido alguna vez, pero...

"Huh"

Bueno, al menos había algo que sí podía hacer ahí, suponía. Quizá por eso le habían mandando ahí. Porque sabía idiomas. La información, aunque falsa, le sirvió para poder consolarse y ubicarse con mayor facilidad. Hizo un gesto moviendo la cabeza un poco hacia la izquierda, lo mejor que se podía hacer en traducción dadas las circunstancias y falta de apéndices.

-Um. ¿Hablan galáctico? ¿Neku twi´leki?

Deberían de haberse traído al T3, pensó. Por si pasaba algo en la guarida donde tenían que ir que requirieran herramientas especializadas, por supuesto, y no porque sintiera empatía inmediata con alguien a quien llamaban "canijo" y trataban de forma paternalista.

Una vez acordada la ruta Hound'ua se dedicó a admirar la ruta que seguían, siempre atento a los alrededores y cuando comenzó a escuchar la algarabía en los alrededores, no pudo más que sorprenderse, según ascendian, más evidente parecía que la música y el festejo se acercaban, pronto no quedo duda que procedían del que era su destino.

En un primer momento el Weequay sintió un breve destello de confusión, pues el festival Twi'lek no era para nada lo que esperaba encontrar en unas antiguas ruinas jedaiis, sin embargo pronto vio que la intención de estos no era vejatorias u ofensiva, y parecían más bien preocupados por la intervención del grupo de iniciados. Se disponía a comenzar una cautelosa charla cuando para su sorpresa, el chico callado que les acompañaba comenzó a hablar en lo que parecía la lengua de sus anfitriones, por lo que vio parecía saber lo que hacía, así que dejo esa delicada misión en su compañero, quién sin duda sabría más que el en como manejarla, y con calma, poniendo cuidado en no asustarlos se acunclillo un tanto con los pequeños que los habian recibido aunque involuntariamente. Sin embargo confiaba en que como niños, entendieran el lenguaje universal de un dulce, con la mano izquierda les mostró un higo seco glaseado, realizó un pase de manos, varias veces, pasándolo de un lado a otro, hasta que rápidamente, en ese momento se llevó ambos brazos al pecho, con un movimiento en el que ocultaba como sacaba un par más en la otra mona, para posteriormente extender ambas, dándoles a elegir. Durante todo el proceso, mantuvo fija una sonrisa amable, mientras que con los ojos escaneaba al grupo "anfitrion", buscaba detalles para conocer mas de ellos. Busco signos de construcciones o elementos que revelasen si estaban de paso, las vestiduras, por ver si estaban en buen estado, desgarradas o si eran de buena factura o mala. Si estaban en actitud solo reservada o claramente ofensiva, ese tipo de detalles.

Para bien o para mal, era la primera vez que se enfrentaba a un grupo social que no residiese en el templo, y el caso, era, que aunque no supiese que esperar de ellos, le llamaban poderosamente la atención.

Acordado el camino a tomar, Cadur lo emprendió junto a sus compañeros de buen grado, observando el entorno maravillado por el mismo.

Al llegar a la estatua, Cadur-Xi-Mirr se quedó mirándola ¿La habrían hecho los je'daii? ¿Qué conmemoraría? En estas cuestiones estaba cuando el sonido de música y risas lo devolvieron al mundo real, dirigiendo una mirada de extrañeza a sus compañeros, continuó el ascenso.

Al llegar a la cima sintió en primer lugar orgullo por sus compañeros: habían acertado y resuelto el acertijo, pues el lugar coincidía prácticamente con la proyección holográfica, pero no pudo evitar sentir una punzada de decepción, ya que no visitarían los otros senderos, al menos por el momento. Dedicó a Hound'ua y a Oney un asentimiento, seguido de una sonrisa afable, en señal de aprobación y volvió su atención al grupo de twi'leks con curiosidad, dado que probablemente fuese el primer grupo externo al templo que había visto desde su llegada al planeta.

Observó con sorpresa como su, hasta ahora, silencioso compañero tomaba la iniciativa en la conversación en idiomas diferentes, por lo que no intervino, confiando en que el sabría que estaba haciendo. Dejando la diplomacia en sus manos, se limitó a apoyarle manteniendo su sonrisa afable y levantando las manos mostrando las palmas, en señal de paz.

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En un principio pareció que quedaron sorprendidos por escuchar a alguien hablar su lengua materna, pero aunque había cierta anticipación por parte de los jóvenes, ninguno de los mayores se atrevió a salir a hablar por su cuenta. Los dos niños miraban a quien presumíais que era su madre, que les instaba a volver con ella. Sin embargo, el crío más pequeño se quedó hipnotizado con el juego de Hound'ua y extendió su manita para coger uno de los frutos.
—¡Sepkuá! —Un grito masculino sonó desde detrás de uno de los grupos, y pudisteis ver a un twi'lek entrado en edad pasar con el permiso del resto a vuestro encuentro. La mano del niño se frenó en cuanto escuchó al tipo pronunciarse—. Yo hablo por ellos —El tipo se puso justo frente a vosotros, sacándoos casi tres cabezas—. ¿Sois de los jedi? Si es así no queremos problemas, pero este es ahora nuestro sitio —Tenía el acento marcado de su lengua natal; su tono era firme, pero el lenguaje corporal era cohibido, algo reticente a mostrarse demasiado agresivo.
El resto del grupo permanecía alerta, aunque algo más seguros ahora que alguien había tomado la iniciativa. No había maldad en la actitud de los twi'lek, e incluso se respiraba un cierto miedo en la mayoría.
Las dos grandes carpas que habían preparado usando algunas de las columnas de roca negra parecían haber sido dispuestas allí recientemente, como la mayor parte de su "mobiliario": unos sacos de dormir improvisados o confeccionados pero desgastados, materiales de cocina, unas pocas armas láser de baja potencia en los cintos de quienes tendrían rol de cazadores, e incluso algunos juguetes bastos para los pocos menores que había en el grupo. Adultos en su mayoría, madres y padres con sus hijos y algún anciano; nada que gritase peligro. Las ropas no eran de buena calidad y algunas tenían remendos bastante pobres. Definitivamente no estaban haciendo turismo. Algo a destacar también es que no parecían haber llegado en ninguna nave. No al menos que estuviera a simple vista, ni cerca ni lejos de donde estabais (y eso que desde ahí teníais una vista excelente en kilómetros a la redonda).

Como había anticipado, los niños quedaron prendados del truco y los dulces. Aunque seguían mirando a la que presuntamente podría ser su madre. La evaluación del grupo tranquilizó brevemente al weequay, no llevaban mucho armamento y no parecían agresivos, aunque le pareció que habian recolocado varios pilares. Sus sospechas se confirmaron cuando un adulto enorme les interrumpió, al parecer era el representante del grupo.

Tras escucharlo parecía claro, que, pese a que no aparentaban ser violentos, habían tenido un viaje duro hasta aquí, y ya habían sido desplazados de algún lado, no estando dispuestos a ser desalojados de aquí.

Intuía que probablemente su callado compañero fuese más hábil en cuanto a las negociaciones, pero algo le compelido a abrir la boca y dirigirse a su interlocutor, quizá el ambiente, quizá la Fuerza presente en el lugar, o quizá sus ganas de conocer más de este interesante grupo.

Con la mejor imitación del tono sosegado y centrado del maestro Kadar-yub comenzó a decir:

-En efecto, somos enviados del templo con la misión de investigar sobre estas ruinas de nuestra orden. Tampoco queremos crear enemistades, y estoy seguro que con paciencia, y ayuda de la omnipresente Fuerza, podremos llegar a un entendimiento que permita a su grupo asentarse satisfactoriamente, y a los miembros del templo, proseguir con el estudio de estas ruinas. Quizá incluso podamos establecer una relación comercial si es de su interés, el templo cultiva alimentos en abundancia. Pero para llegar a un acuerdo, primero hemos de conocernos, soy el iniciado Hound'ua Sicaligar, y estos son mis compañeros ...

Giro el torso realizando un ademán a sus compañeros, invitándolos a hablar y presentarse, si asi lo deseaban.

Cadur sonrió al ver a los niños correr con su madre, dedicando no por primera vez desde que llegase con los jedi un pensamiento a la suya, esperando que estuviese bien.

Escuchó atentamente las palabras del que parecía ser el líder twi'lek, era un grupo más numeroso, pero no parecían tener actitud hostil, más bien miedo y aprensión. A juzgar por el estado de sus ropas y de lo improvisado de su campamento, parecía un grupo que había pasado por dificultades que esperaba dejar atrás, de ahí la música que habían escuchado. Que no viesen nave alguna solo reforzaba su pensamiento.

Tras escuchar a su compañero weequay, asintió a sus palabras y respondió en tono sosegado -Mi compañero ha hablado bien. Parecen haber pasado por dificultades, estoy seguro de que podemos ayudarnos mutuamente, como bien ha dicho- dijo, mirando tanto al líder como pasando la mirada por el grupo en gesto bondadoso.

-Soy el iniciado Cadur-Xi-Mirr, para ayudarles- respondió, tras presentarse Hound'ua

El twi'lek os miró en silencio, pasando de tener los brazos cruzados a poner las manos a la cintura. Las respuestas parecían haberle calmado.
—Si estamos en buenos términos pues, no habrá inconveniente en que nos quedemos —dijo alzando una ceja.
—Seguro que no —Otro twi'lek más joven que el primero salió de entre el grupo. No tendría ni cinco años más que vosotros, pero el convencimiento con el que hablaba era comparable al de un adulto—. ¡Hola! Soy Enci Damane, y el gruñón este es mi hermano, Sardan —Le señaló con el pulgar de forma un tanto jocosa. El otro twi'lek arrugó la nariz en cuanto le escuchó decir aquello—. Venimos de un largo viaje que comenzó en Cirta Minor, en el Borde Medio. Conseguimos salir de allí gracias a unos tipos y su carguero. Se comieron nuestros ahorros, pero por lo menos no nos dejaron en un sitio en mitad de un conflicto o con una atmósfera tóxica —Puso cara de medio resignación—. La cosa es que aún no nos hemos "presentado" a vuestra gente, y la verdad que no sé si les sentará bien que nos hayamos adjudicado un sitio en vuestro planeta.
—No les cuentes eso. Además, que yo sepa no había ninguna indicación en el mapa estelar de que este planeta fuera de nadie, mequetrefe —respondió Sardan. Su hermano pequeño se limitó a sonreir para sí mismo y negar con la cabeza.
—Estaremos encantados de que os quedéis por aquí. Eso sí, si nos hacéis el favor de hablar bien de nosotros a vuestros... ¿jefes? ¿Maestros? Bueno, eso, que nos haríais un favorazo —Volvió a sonreir con cordialidad—. ¡Bueno venga, no os quedéis ahí! ¡Venid! Tenemos cezina de rongar para celebrar y algo de zumo de tubérculo. ¡Yuncta muttu! ¡Sati!
Y casi como si acabara de desactivar una bomba, el joven convenció a su gente para volver a un ánimo celebratorio.

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En un inicio os costó mezclaros con el grupo por la reticencia de algunos, pero en seguida, gracias a vuestro buen hacer y la actuación de Enci y los niños, la tensión se acabó por relajar y fluisteis bien entre aquella gente. Así, además de quizá probar algún bocado de esa comida (que casi parecían más reservas de emergencia que alimento de celebración) y ver parte de sus costumbres, también pudisteis echar un vistazo más de cerca a las ruinas.
Lastimeramente, parte de las inscripciones en la extraña piedra negra ya habían sucumbido a una mezcla de mala conservación y del calor del fuego de los twi'lek. Sobre todo los discos de piedra del suelo, que habían sido colocados ahí siguiendo la línea que formaban los propios dólmenes. Sin embargo, no todo eran malas noticias: después de que Enci hablara con uno de los twi'lek sobre vuestra misión, este se os acercó con unas hojas de papel en apariencia garabateadas. Al echar un vistazo más de cerca, Zez pudo interpretar que se trataba de la lengua materna de esta gente. El que trajo los papeles le explicó algo al joven twi'lek.
—Fitte dice que cree que os puede ayudar con lo vuestro a cambio de vuestra amabilidad —El otro twi'lek de aspecto avejentado os cedió las hojas.
Lo que ponía en estas era una mezcla de conjeturas lingüísticas que trataban de recomponer la escritura de la piedra, comparándola con otras lenguas que el twi'lek conocía. Lo más interesante estaba en la parte en que comenzaba a dar vueltas intentando rehacer el alfabeto de la piedra, adecuándolo a un idioma desconocido al que el twi'lek se refiere como 'daaki'. Finalmente, pareció lograr extraer sentido de un gran número de palabras y sacar parte del texto de uno de los círculos del suelo. Hay parte del texto que, debido al desgaste, es ilegible:

"(...) en los ciclos. Llegar alto para tocar las lunas y beber de su (...) Muestra lo que oculta (...) sacrificio que el propio conocimiento."

En sí, os cedió lo más parecido a un texto comparativo que os podría servir para traducir parte de lo que se puede leer en las ruinas, incluso en el pergamino.

Cadur-Xi-Mirr se relajó visiblemente al intervenir el segundo twi'lek.

-Es un placer - dijo, a ambos.

Con gesto admirado, leyó los papeles que le tendían, confiando en llevarlos a los archivos de vuelta en el templo.

-¿Cuánto tiempo han dedicado a la traducción? Me gustaría echar un vistazo a la fuente.- preguntó, admirando el esfuerzo realizado y esperando aportar algo.

Oney sintió una punzada de dolor en el pecho al ver a los niños de la tribu Twi'lek jugando. Esa deberías ser tu, Fel'zusa. Buscó sin ningún tipo de esperanza los tentáculos de la pequeña, el robot o el osito. Sabía que no estaba allí, pero confiaba en que hubiese escapado. No iba a parar de buscarla.

Tras comprobar que no se encontraba, volvió a centrarse en su misión. Miró sorprendido al callado del que ni siquiera sabía el nombre. Anda, pero si habla. Murmuró por lo bajo, lo suficientemente alto para que sus tres compañeros le escuchasen, soltando una risita.

Tras las palabras de Cadur-Xi-Mirr, Oney dio un paso al frente. Yo soy el iniciado Oney Reerni. No temáis, no tenemos intención de echaros de estas tierras. Echó un vistazo al grupo, parecía un campo de refugiados, exiliados o fugitivos. Si no es mucha intromisión, ¿podría preguntarte el motivo que os ha traído a tu gente y a ti hasta esta zona?

Sabía de sus años en la calle que la gente se sentía más inclinada a compartir si antes recibía algo a cambio. Yo era un esclavo. Fui rescatado por los jedi y ahora aprendo de sus enseñanzas, pero aún tengo mi pasado muy presente.

Cadur-Xi-Mirr asintió vagamente a las palabras de Oney, absorto como estaba en el pergamino. Si algo le había ofrecido el templo es oportunidad para saciar su curiosidad, y la ocasión de leer y descifrar el pergamino que habían comenzado a investigar estos twi'lek era demasiado para el como para dejarlo pasar. Solo pensar lo que diría la maestra Serra si, a su vuelta, volvían con información veraz sobre las ruinas le hacía sonreír.

-Viven con gigantes los diez que vieron nacer nuestra vida; y aun así, no duermen a su sombra- murmuraba, pensativo.

-(...) en los ciclos. Llegar alto para tocar las lunas y beber de su (...) Muestra lo que oculta (...) sacrificio que el propio conocimiento.- repitió, en voz alta.

-¿Tiene otras muestras de este daaki?- preguntó dirigiéndose a Fitte.

El otro chico, el de la máscara de gas (pues había que especificar con tantos chicos en escena) parecía algo incómodo con todo aquello.

-Emmm... sí. Bue. Gracias.

Se vieron casi arrastrados más que ir por su voluntad a la reunión, o al menos así es como lo sintió Zez, mientras la mayoría de sus camaradas de padawanismo parecían mucho más en su salsa, mucho más fluidos en el ir y devenir de las corrientes sociales que no controlaran o no hubieran elegido. La puya de Oney le ganó una mirada fulminante de cabreo y un morderse la lengua brutal delante de toda aquella gente, una proeza de autocontrol que luego nadie jamás le agradecería.

-Sí, bien. No veo por qué no íbamos a hablar de una situación que sea beneficiosa para todos...

No sabía hasta qué punto los Jedi apreciarían que tomaran esa clase de decisiones por su cuenta, pero en este caso una mezcla de las filosofías "mejor pedir perdón que pedir permiso" y "si no te gusta me puedes comer los cojones" se mezclaron en su mente, llenándola de resolución. Si al consejo no le gustaba que gente viviera ahí, bueno, pues habria que tener palabras.

A la quinta ofrecida de zumo, con toquecito "sutil" en el hombro, suspiró y asintió.

-Zez. Zek Kai-Chekk. Otro iniciado.

Cuando escuchó las palabras de que el otro iniciado había sido un esclavo, giró la cabeza y se le quedó mirando. No había esperado eso. Cuando se percató de la reacción, y de que se había reaccionado a la reacción, dijo:

-Uffffff. Vaya. Eso es una mierda.

El "lo siento" iba implícito más que otra cosa. Inspeccionó con Cadur el pergamino recién llegado con gran interés, tanto por la fuente de información que podía suponer como para tratar de escabullirse un momento de la situación incómoda (en su cabeza). Cerró los ojos por unos segundos para concentrarse y se puso a leer.
 

Cuando todos confirmaron su oferta inicial,  Hound'ua relajo casi imperceptiblemente los hombros, había hecho la oferta con seguridad y firmeza, y a partir de ese momento se haría responsable de ella a todas las consecuencias, pero sabía, a ciencia cierta, que no tenía ninguna autoridad real para hacerla, y los otros iniciados podían haberse opuesto, sin embargo, la reacción de estos fue la mejor posible, y eso junto a la reacción del nuevo interlocutor, mucho más abierto, les permitió la entrada a el grupo, e información jugosa, como luego vería.

De primeras se llevó 5 nuevos nombres, Zez, Cadur y Oney, sus compañeros, y Enci y Sardan, sus anfitriones y los que parecían líderes de este grupo.

Como sospechaban eran refugiados, y habían recorrido largo camino, eso le daba algo con lo que trabajar de cara al templo, podría usar esa baza y la compasión para empujar a los maestros hacia la tolerancia.

-No voy a mentiros, que hayáis decidido instalaros en el templo nos va a hacer trabajar un poco a estos cuatro servidores, pero la mayoría de los maestros son gente razanable, y buena, sin duda os ayudarán, y dudo mucho que os fuercen a nada.

Sin embargo, yo también estoy intrigado como Oney, me uno a su pregunta, quiero, si nos lo permitís, conocer más de vosotros y de vuestro viaje, ¿por qué os asentasteis en esta zona? No lejos de aquí hay un valle bien protegido, con agua y vegetación, sin duda un mejor lugar para estableceros que unas ruinas, por lo que debéis tener vuestras razones para venir a estas cumbres ¿quizá eso pueda ayudarnos en nuestra investigación?

Por cierto, soy muy preguntón, si os incómodo no dudéis en decírmelo, con total confianza!!

Sonrió a Enci mientras lo acompañaba, asegurándose de dejar caer, en una zona bien visible para los chicos, el saquito con los dulces tras un guiño de ojo a ambos.

Se unió al festival, estuvo atento tanto a Enci y Sandar y todo lo que quisieran contarle. Cuando llegó el momento de conocer a Fetti y su manuscrito acompaño a sus compañeros y escucho las traducciones de Cadur y Zez, pero los dejo enfrascarse en sus pergaminos, la búsqueda bibliográfica era una cosa, pero la traducción de lenguajes xenos escapaban de su ámbito de especialidades y sabía que solo los retrasaría. Por su parte se  le daba mucho mejor la observación visual y la investigación de campo, así que cuando todo el mundo estuvo ocupado celebrando o investigando él se escabulló por las ruinas, ojo avizor de lo que pudo encontrar hasta encontrar un lugar calmado o protegido del barullo donde adopto la posición de loto y comenzó un ejercicio que siempre lo traía amargos recuerdos hasta que vaciaba su mente.

Recordando el pergamino que su maestra les mostró, recordó los dos astros, la luna blanca y la negra, enfrentadas, y comenzó, como hace tanto tiempo hizo por primera vez a imaginar su rotación, al principio lenta, pero imparable, mientras colocaba su bastón de madera entre sus piernas y canalizaba su conciencia a través de él, al principio un grito lejano, en las brumas de sus recuerdos lo desconcentro, pero con esfuerzo focalizó todo en la cara que tocaba el suelo, cogiendo esa fuerza metafísica que estaba manando de ambas lunas y confluyendo, como un pararrayos en el bastón, hincando sus raíces en la tierra de las ruinas y amplificando sus sentidos como raíces, tocando las ruinas y a la gente que allí bailaba, leía o comía, escuchando lo que la fuerza quisiera mostrarle, si es que lo encontraba digno.

Mientras se daba esa especie de festín/merienda, teniendo en cuenta la estrella poniente, Enci os dedicó unas respuestas sobre su gente.
—Pues lo cierto es que nuestro origen no queda muy lejos de tu pasado, pantorano —Torció el gesto— De donde venimos nuestro día a día casi podía considerarse una vida de esclavo: una nómina miserable, malos tratos, dos comidas al día que dejaban mucho que desear y a dormir en barracones. Y así desde que nos llevaron a ese satélite. Bueno, desde que les llevaron a ellos —Señaló a un grupo de twi'leks bastante entrado en años. Eran la minoría dentro del grupo, superando por poco en números a los niños—. La generación de Fitte fue la primera en llegar a la mina lunar, y luego, pues... lo que suele ocurrir, que sale más barato emparejar a los trabajadores para que produzcan más antes que volver a gastarse los créditos en traer otra remesa —El tono jocoso del chico al contar aquello estaba entre el dolor del recuerdo y la aceptación. Las caras del resto también arrastraban ese pesar, al igual que las cicatrices visibles que llevaban la mayoría en sus espaldas y extremidades—. En cuanto a tu pregunta, Huonda-Hondu-
—Es "Hound'ua", atontao —Aclaró su hermano, que se llevaba a la boca un trozo de la cecina, intentando no parecer demasiado interesado en la conversación. Enci levantó una ceja, extrañado.
—Ehm, sí, eso. Gracias, grandullón. Pues eso, sobre por qué elegimos essssto, mmm... —Se quedó pensativo un momento—. Lo cierto es que no lo elegimos ni él ni yo, fue algo más bien, eh, colectivo —Miró hacia el horizonte en dirección contraria de donde veníais, y señaló con un dedo hacia una zona boscosa—. Aquellos piratas, o contrabandistas o lo que realmente fueran, nos dejaron cerca de aquella arboleda de allí. La verdad que no era el mejor sitio para quedarse con tanto bicho suelto. Y yendo con gente tan mayor y con niños, pues la idea era buscar el sitio más alejado del peligro que pudiesemos encontrar. Creo que fue Etani la que encontró estas ruinas en la lejanía. Tiene buen ojo —Buscó a la twi'lek de piel amarillenta con la vista antes de volver su atención de nuevo a vosotros—. El caso es que seguimos una lógica sencilla: sitio alto es igual a buena perspectiva, y teniendo controlados los alrededores con solo un acceso, no hace falta estar constantemente alerta —Se encogió de hombros— Aunque he de reconocer que esta vez nos habéis pillado por sorpresa. Buena lección para no quitar a los guardias en ningún momento. En fin, de cuando en cuando mandamos un grupo para reaprovisionarnos en el río de abajo, y la caza por la zona de ese valle de allí suele ser muy provechosa. O eso dicen nuestros cazadores —Agita un pedazo de cecina que, en caso de que alguien la pruebe, podrá captar enseguida el sabor a carne de las uxibestias locales—. No shabía que tuvieraish rongarsh aquí. Oooh, mmm —Masticaba la cecina con gusto— Hacía tantíshimo que no la probaba... —Por fin tragó—. Bueno, en cualquier caso apreciamos mucho vuestra buena disposición. Ojalá vuestros maestros tengan la misma opinión.

Mientras se daba esta conversación, Fitte se hablaba con Cadur-Xi y Zez sobre aquel extraño lenguaje. Pero antes, el clawdita no pudo sentir en aquel grupo nada que no pudiera haber hecho ya: una mezcla de pena, regocijo, cansancio y cierto temor; al principio hacia vosotros, pero ahora hacia el porvenir. Las ruinas, por otro lado, eran un claro vehículo de la Fuerza. Una especie de acceso a un estado de concentración mayor al de muchos otros lugares, incluso por encima de lo que emanaba de vuestro propio templo.
—Las palabras son las que hay. No más —dijo el viejo twi'lek, que no parecía tener costumbre de expresarse en básico galáctico—. Leo ancestros. A mí se acuerdan las palabras de ancestros. Daaki corren mucho en el tiempo. Detrás, detrás. Corren mucho en el tiempo —Aunque se intentó ayudar con algunos gestos, no parecía tener mucho más para darse a entender.
—Ugh... Fitte, ¿gautan mo-se kui a te pek? —Sardan intervino, viendo la desesperación del anciano por explicarse. A su vez, este le habló para que le tradujese y Sardan os hizo el favor, un poco a regañadientes.
—Fitte dice que no hay más textos. Lo que tenéis es lo que hay. También que lleva desde siempre estudiando a nuestros antepasados, que según él vivieron el origen de "muchas lenguas" —Regañó la cara cuando lo dijo—. No sé a qué se refiere, pero el caso es que tampoco he visto que se trajese mucho consigo.
—¡Suukt! ¡Antenea-te suukt! ¡Duesta yebu daaki kuilikteku ek!
—Dice que estas letras, las de las ruinas, se parecen a las de los 'daaki', un pueblo hermano de hace mucho.
Sea como fuere, tanto las propias nociones del cereano como las del clawdita y el trabajo del twi'lek, les permitieron sacar el sentido de aquella cita del pergamino:

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"Aquí abrazamos todo el conocimiento.

Ashla nos ilumina, pero no lo es todo;

Bogan nos desafía, pero es necesaria.

Teme, aprendiz, lo que no conoces.

Respeta tu posición y aprende.

Póstrate ante ellas si estás preparado

y verás más allá, a pesar de todo."

Hound'ua, tras alejarse del grupo y ver cómo los críos se tiraron, aunque con cierto disimulo, a las chuches, pudo encontrar un lugar aparte al amparo de las ruinas donde meditar.

[Música recomendada]

A pesar de sus dificultades, lo cierto es que la conexión con la Fuerza en este lugar era muchísimo más sencilla: el weequay casi podía sentir pasar a través de él cada parte de aquel enorme todo que era el Universo. Sus compañeros pudieron darse cuenta de este hecho incluso sin meditar, pero esa sensación se incrementaba conforme más aislado del mundo físico y más conectado con lo espiritual se estuviera. Poco a poco se creó una unión casi indivisible dentro del joven. La unión de la paz que aportaba esa comunión de todo lo vivo, fuera de las inquinas artificiales y las luchas interminables; donde todo lo que había y habrá será lo mismo: La Fuerza.

[Música recomendada]

Sin embargo, un resquicio indistinguible, nacido quizá del dolor del recuerdo, trajo consigo una visión:
Al aclararse todo, pudo sentir y ver un lugar desconocido muy lejano en el espacio. Y como si lo tuviera delante, pudo captar cada aspecto con sus sentidos. Pudo percibir una bruma impenetrable que llenaba la totalidad de aquel lugar. Un sitio yermo de un gris frío que no invitaba a la vida. Luego atravesó una amplia pared de roca tallada por el propio ambiente a través de un pequeño orificio, por donde también horadaba parte de la bruma. El interior era oscuro, pero se intuía una profundidad inquietante. Más allá de lo aparente, solo había más y más camino: una galería que en un momento dado descendía traicioneramente hasta un enorme pozo, donde este, ahora sí, se hacía indistinguible desde su principio hasta su final. Y de dentro del pozo nació un susurro agudo, curioso, ajado, insidioso:

"Suéñame, jedi"

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De repente, la conciencia del weequay fue tragada por aquella negrura, entre quejidos y alaridos. Y al instante, otra visión: el templo, por completo envuelto en un huracán de cenizas, esquilmando toda la vida a su alrededor; sintiente, animal o vegetal. El crujir de unos huesos invisibles que despertaron la agonía eterna de un dormido. Gritos. Maylak de rodillas, asfixiándose con su propia mano. Llantos. Tus compañeros, entre ellos una mirialana, luchando entre sí, iracundos y llenos de heridas. Risas. Una sala del Consejo vacía y en ruinas, carcomida por el tiempo y la corrupción de la avaricia ajena. Dolor. Sientes un intenso dolor en mitad del esternon, y solo puedes ver una luz roja muy intensa, que dispara perdigones de energía mientras te atraviesa. Una calavera humanoide te observa mientras te apuñala sin expresión.

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Todo se desvanece y Hound'ua se encuentra a sí mismo en su pose del loto, pero con lágrimas en los ojos y señales de un ataque nervioso. Sientes un escozor penetrante en mitad del tronco que te atraviesa, y un olor a carne quemada. Al mirarte, solo puedes percibir una leve quemazón de forma circular. Dejará cicatriz.

Asintió a la historia. 

Exactamente lo mismo que había vivido él, y otros miles como él, y encima los twi´lek podrían considerarse privilegiados con esas condiciones. No era como que él lo fuera a decir, claro, los "técnicamente" sólo valían para los chupaculos del amo y otros vendidos en general, y el resto del mundo está siempre en el mismo barco. El barco de comer mierda. Gruñó ante todo aquello por toda respuesta, mordiéndose la lengua.

-Oh mierda, trabajabais *en la mina*.

El tono, una mezcla de sorpresa, preocupación y resignación, indicaba que sabía bastante bien qué clase de vida tenía un esclavo en una mina.

-Mmmm. Tiene sentido, es un buen sitio para estar.

Y ata las cosas, pensó para sus adentros, imaginando que el esto estaría atando los mismos cabos. Miró a sus camaradas a los ojos para ver si encontraba el mismo reconocimiento sobre aquello. No toda la gente podía ser realmente sensible a la Fuerza, pero rara era la persona en la galaxia que no podía al menos tener una brizna de sensibilidad; un lugar con una emisión positiva era un sitio en el que diera gusto o confianza estar. Y que hubiera recursos y demás no perjudicaba. Y hablando de sensibilidad... dedicó unos segundos a saborearla. Nada que no esperase, nada que fuese una sorpresa desagradable por aquellos lares, a lo que parecía. Suponía que a veces las cosas tenían derecho a ser lo que parecían.

"Bueno, en cualquier caso apreciamos mucho vuestra buena disposición. Ojalá vuestros maestros tengan la misma opinión"

-Oh, a mam- -se interrumpió a si mismo, cruzándose de brazos, justo tras la respuesta de Hound´ua- Más les vale. Hablaremos con ellos, sí. Este lugar no parece ninguna amenaza; si lo fuera ya informaríamos de eso. Es más, es posible que podamos... -se interrumpió por unos segundos, toqueteándose el respirador- ¿Hay cosas a las que no puedan acceder con facilidad aquí? ¿Algo que necesiten, o quieran lo bastante?

Estaba actuando más por instinto y por entrenamiento de, digamos, estadía pre-templo que otra cosa. Pero aquello sólo podía beneficiar a los dos bandos, y además, suponía, podía venderlo como estrechar los nexos de unión de diferentes luces en la fuerza en pos de una armonía en la sensitividad. Se preguntó cómo encajaría aquello si trataba de vendérselo con esas palabras "correctas" a uno de los maestros. Probablemente mal. Mientras tanto tenía que pensar sobre el lenguaje del anciano que... le estaba costando muchísimo descifrar. Sí, hablaba twi´lek, pero el twi´lek es un lenguaje muy visual, y es muy diferente hablar con alguien que hace movimientos limpios, vigorosos y claros a alguien que por su edad tiene movimientos muy poco difuminados, apagados y, siendo sinceros, bastante confusos. Le estaba costando mucho poder seguir el juego conforme el hombre habló en el idioma.

-Mo te, mo te.

Tranquilizó y agradeció a Sardan a la par.

*Gracias por su información, Anciano Fitte. Ha sido de gran ayuda* 

Dijo en twi´lek al abuelo, en lo que debía sonar como algo con muchas más "ku" y pausas laringiales que el limpio básico para los que no conocieran el idioma, y se puso a leer con Cadur. Con la nueva información para confirmar, entre los dos no tuvieron ningún problema en lograr extraer lo que parecía la cadencia completa de un poema. Hay dos posibilidades, una es la buena pero no puedes ignorar que existe la mala, una mala pero no te va a devorar, anda siempre preparado porque no sabes quién te puede apuñalar por dos chavos. ¡Sabios consejos para venir de un poema! Teniendo en cuenta que las asociaciones naturales de los poetas eran estar borracho como un mono o no dar un palo al agua en la vida, le encontraba todavía más mérito.

-¿Opiniones?

Preguntó en un tono medio jocoso a Cadur, parodiando la formulación de las investigaciones de archivos en las clases, poniendo incluso la vocecita. Hubiera quedado más propia sin el rever de la máscara, eso sí.