Partida Rol por web

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Tierra, arena y roca...
Una nave de tintes amarillos...
... mamá...
... papá...
... amigos...
... surca los cielos...
... un festín...
Una nave de tintes blanquecinos...
... me tienen en brazos...
... adiós...
Veo las estrellas pasar...
... más rápido que una ráfaga de viento...
Verde... azul...
... agua... árboles enormes...
... risas...
... se ríen... ¿se ríen de mí...? ¿Pero qué...?

Escuchas una risilla contenida bastante familiar a tu lado. ¿Pero abrir ahora los ojos? ¿Con lo que te ha costado entrar en estado de meditación? En fin, qué más dará; ya te ha desconcentrado. A tu izquierda ves a una togruta con los labios apretados y los ojos cerrados, procurando disimular lo que es evidente. Y como si supiera ya lo que ha provocado, abre el ojo derecho y te mira de refilón. No puede aguantarse y echa una carcajada.

—¡Deberías haberte visto la cara! —Abandona por completo la pose de loto y se gira.— No sé qué estarías viendo, pero las caras que has puesto han sido muuuy divertidas —Pone esa sonrisilla con la que se le ven sus paletas de conejo.
—Ejem...
Ves cómo Maylak se sobresalta en el sitio y gira lentamente la cabeza para ver a la Maestra Ilis, que sin mirar a ninguno de los dos os logra transmitir una sensación de desaprovación.
—Maestra... —dice Maylak con tono de reverencia mientras se levanta para hacer una leve reverencia.

—Veo que vuestro ejercicio de meditación retrospectiva no ha ido como debiera —Apunta con los ojos a la togruta— ¿Algo que decir, Iniciada Maylak?
La chiquilla no sabe ni por donde empezar, y se ve que la Maestra Ilis no rezuma paciencia en estos momentos.

Tras batallar consigo mismo largamente, acabando con cada pensamiento rebelde, idea repentina o sentimiento de curiosidad por cualquier ruido querompiese el silencio a su alrededor, Hound'ua finalmente había conseguido llegar a ese estado calmo, relajado y absorbente en el que entraba en comunión consigo mismo y con la Fuerza. Era doblemente difícil para él pues aparte de distraerse con facilidad, cuando conseguía vaciarse de pensamiento, siguiendo la trayectoría imaginaria de un grano de arena en la tormenta visceral que era el torbellino de su mente, siempre había un pequeño sentimiento de satisfacción que le acontecía y daba al traste con sus esfuerzos. 

Pero hoy su perseverancia había tenido éxito y la concentración finalmente había dejado de eludir, llegando a un estado calmado y sosegado que pronto, ante su sorpresa se había llenado de ruidos y mensajes, que poco a poco se iban haciendo más nítidos, contandole algo importante, algo que ansiaba saber, algo que ... risas...

Risas juveniles y divertidas, que sin duda tenían que provenir de la pequeña Maylak la togruta complice de sus venturas y desventuras prácticamente desde el minuto uno de residir en el templo.

Notando el vacío de la visión perdida y la concentración disuelta Hound'ua le dirijió un mohín a la togruta y le saco su escamosa lengua. Lejos de estar enfadado le divertía escuchar la risa de su compañera, sabía que a ella, de actitud despierta y curiosa, le costaba concentrarse tanto como a él, y el también le había hecho lo mismo en otras ocasiones, además, en palabras de su maestra, cuanto mayor esfuerzo se realizaba mayor capacidad de comunión con la fuerza se podía lograr, por lo que se lo tomaba como un entrenamiento. 

-Veía a una togruta entrometida haciendo carreras con una rata womp. Le respondio con una sonrisa de sus afilados dientes.

Sin embargo la broma se le extinguió en los labios cuando escuchó el tono gélido de la Maestra reprender a su joven amiga.

Instintivamente se levantó y se dirigió a la maestra tratando de cubrir a sus amiga cuando vió que esta se había quedado bloqueada ante la regañina.

- Lo siento Maestra, es culpa mía, ya sabe que me cuesta concentrarme, y le pedí a Maylak que me ayudase a ponerme a prueba, ¡debo conseguir no distraerme cuando este meditando! 

Intentare no distraerla a ella en adelante 

Tras terminar la excusa realizó una reverencia que llevo su cabeza hasta sus piernas al doblarse por la cintura, cosa que aprovecho para guiñarle un ojo a Maylak entre sus propias piernas, tratando de tranquilizarla...

—Exacto, Maestra Ilis. Tan solo le intentaba poner a prueba para que pudiese mejorar —Maylak sonrió de un lado mientras te miraba de reojo.
La humana, por otro lado, no cambió el semblante en ningún momento, y se fijó en ambos sin siquiera mover el cuello.
—Veo que os lo tomáis muy en serio, Iniciados —Pasó entre ambos y se aproximó a la pared de la sala, donde encontraban unos tapices antiquísimos que, según os habían contado, llevaban generaciones en el templo de Coruscant. Miró uno en especial durante unos instantes, antes de volver la atención hacia vosotros.— Si tanto queréis entrenar la disciplina, os propongo un ejercicio —Se giró para miraros.— Ayudaréis a Ml'ook y Gorpals en la recogida de la siembra —La togruta medio abrió la boca de la incredulidad— Pero además quiero que mantengáis en mente la idea de dos esferas, como dos planetas o satélites. Igual tamaño, rotando al unísono con el otro. Sin chocarse, pero siempre de frente. Si perdéis la concentración, no continuaréis hasta que volváis a tener esa imagen en la cabeza. No importa si os lleva hasta después del toque de queda. ¿Entendido?
Maylak asintió en silencio, pero ya casi podías oírla gritar en sus adentros. Marchó de la sala, aunque demorándose en la entrada para que la acompañaras.

Por supuesto, escapar de la regañina no iba a ser tan sencillo, la maestra les encomendo una tarea tediosa, con la que prosguir la lección, además de ayudar en el trabajo del día a día del templo, aunque sin duda iba a ser arduo, trabajar al aire libre siempre le alegraba el dia a Hound'ua, y  el viejo Ml'ook siempre contaba historias interesantes, aunque quizá esta vez eso fuera contraproducente dado el encargo de la maestra. Por suerte también estaría Gorpals así que podrían dejar a los dos hablar mientras Maylak y él se centraban en completar el ejercicio. 

Y vaya si este sería un reto, mientras la maestra lo describía Hound'ua no pudo dejar de observar el mural, y la idea lo obsesiono de inmediato, se parecía a su técnica del grano de arena, pero de una manera mucho más compleja, permitía generar todo un nuevo mundo de trayectorias, una hélice doble, un tornillo sin fin, y si se superponían ciertas reglas a la enunciación inicial, encima el ejercicío se enrevesaba aún más con lo que el ejercicio se volvía a un más interesante, puesto que podía forzar la rotación sobre cierto eje de manera que alterase el ángulo descrito pero respetando la no colisión de la esfera y ...

Absorto como estaba se acerco describiendo los movimientos de las esferas que ahora poblaban su cabeza con las manos hacía la maestra, dispuesto a seguirla hasta su nuevo lugar de entrenamiento...

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Los exteriores del templo eran una visión sencilla en un principio, pero esa sencillez, combinada con el portento del propio edificio del templo, hacían de aquella estampa algo que transmitía la idea de serenidad de un gigante poderoso; el pacífico alcance infinito del poder de la Fuerza, reflejado en los vastos bosques que poblaban el resto de esta parte del continente, quedando solo una pequeña parcela de este dedicado a la reducida orden.
La Maestra Ilis llevaba su acostumbrado paso sereno, por lo que tardaríais unos minutos de más en llegar a los campos de cultivo. En el camino, sin embargo, habría mucho con lo que entretener la vista (y distraer la mente de la tarea). Un grupo de Iniciados practicaban movimientos de lucha marcial junto a otro Maestro, siguiendo sus suaves y precisos movimientos al unísono, con alguna excepción. Otra pareja de Caballero y Dama entrenaban su telequinesis, haciendo rotar diversos elementos en círculos a su alrededor, intercambiándoselos entre sí y añadiéndolos al cada vez más complejo circuito. Otro joven Iniciado trabajaba en solitario su meditación bajo uno de los enormes árboles de los que difícilmente podían diversarse sus copas.
En las lindes de los campos, el gungan Gorpals se atareaba por poner algunos tiestos en posición para llevar al templo, siendo que al veros a lo lejos os hizo un saludo. Ilis se acercó para comentarle la tarea y el gungan explicó lo propio a Ml'ook, que agradeció la ayuda.
—Bien, Iniciados —Os miró a ambos— Supongo que desde aquí podréis apañároslas. Y ustedes dos —dijo con un tono ligeramente más severo— Los aprendices están aquí por una tarea muy importante, no será como otras veces. Así que nada de cháchara.
—Por sopoestos, Maestra. Misa y Ml'ook non los molestaremos —A pesar de lo dicho, pudiste notar algo extraño en la intención del gungan.
La Maestra asintió y marchó con su paso sosegado de vuelta al templo, a la vez que los dos auxiliares os dieron el material para hacer la recogida y que empezárais de inmediato. La togruta desde luego tenía una cara de somnolencia que no podía con ella.

Durante todo el camino Hound'ua se centró en mantener fija la idea en su mente de los dos cuerpos celestes en rotación, a pesar de que no pudo evitar que en ciertas ocasiones uno de los cuerpos se torna de verde como los campos por los que pasaban y el otro una mezcla de azul y morado, como las coloraciones de la Togutra que lo acompañaba, pero rápidamente volvía a imponer su concentración para mantener el ejercicio y detener la deriva de su mente, cuando el ente que tenía delante se detuvo, por el tamaño, su maestra, ante otra desgarbada figura, que solo podía pertenecer a un gungan, escucho de fondo el tumor de la conversación entre ambos, como quién escucha ruidos en la superficie al estar sumergido en un lago o río, después la primera figura se marchó y los cuerpos en rotación crecieron en tamaño mientras uno tomaba la forma de una cabeza gungan, y la otra de una somnolienta togruta, y crecían, y se acercaban, y rotaban, e iban a chocar.... Pero el weequay estaba decidido a no fallar, agarro dos bulbos de una cesta cercana, y los utilizo de referencia para controlar el crecimiento, la rotación y la velocidad, y con la ayuda sensorial consiguió devolver la forma de esfera a los cuerpos en rotación, y colocarlos en el fondo de su mente, al borde de su conciencia, pero sin desaparecer de ella, manteniendo la distancia y la rotación, mientras frente a él, la realidad taba forma en un precioso campo, con un gungan que lo observaba, y una togruta que pugnaba por no dormirse, con una torsion de muñeca delicada lanzó uno de los bulbos, sin fuerza como para hacer daño, pero la suficiente como para impactar, hacia la togruta. Mientras una fría calma se instauró en el Weequay, como si el lanzamiento hubiera eliminado su ansiedad por la rotación y los cuerpos celestes. Con voz sosegada se dirigió al gungan, y le preguntó:

-¿Qué nos tiene reservado hoy nuestro maestro Gungan?

A pesar de que el gungan no era ningún maestro, tanto el como el viejo M'look siempre trataban bien a Hound'ua y Maylak, por lo que él siempre se dirigía a ellos con deferencia.

Dos entes giratorios definían un coqueteo giratio que no tenía fin, sin llegar a tocarse, en el fondo de su mente mientras esperaba la respuesta del Gungan, o la venganza togruta

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—Bueno, pequeños, la verdad es que una parte de la siembra ya está recogida, pero aún queda algo por aquí antes de pasar al Campo 3 —Ml'ook te tendió una ristra de sacos y un pequeño gancho con el que atártelos al cinto de la túnica.— Pero nos vendrá bien un descanso, ¿cierto, Gorpals?
—Asoluto mente —El gungan sonrió en su dirección.
Maylak te echó una mirada aburrida cuando recibió sus sacos, y casi que pudiste anticipar que no sería una actividad que se fuese a tomar muy en serio. ¿Siquiera estuvo haciendo el ejercicio mental que os mandó la Maestra?
Ambos auxiliares se quedaron en la linde de los cultivos, sentados en un par de sillas simples para tomar algún refrigerio. Vosotros, sin embargo, comenzasteis a trabajar. 

Durante el rato que estuvisteis al lío no pararon de ocurrir cosas que interrumpían tu ejercicio de concentración. En especial la cháchara de los trabajadores, que de cuando en cuando os hicieron preguntas a ambos de seguido. Luego que si algún pensamiento intrusivo te hizo reordenar aquella imagen, fuera por formas, colores o tamaños. Desde luego estaba resultando complicado, pero nada con lo que no pudieses lidiar. De hecho, estuviste tan concentrado, que al terminar de recoger lo que quedaba en ese campo casi seguiste caminando hacia atrás arrancando los hierbajos fuera de los cultivos.
—¡Vaya! ¡Y en tiempo record! —Ml'ook se acercó a los dos, pudiendo comprobar el trabajo realizado.— Muy bien, pues creo yo que aquí no os queda nada más que hacer.
—Idsos alo Campo 3, allí hay mása trabajos —El gungan os señaló la dirección y te dio otro par de sacos. Iba a hacer lo mismo con Maylak, pero pudo comprobar que le quedaban todavía bastantes.
En el camino la togruta se mostró más revoltosa, como solía, ahora que no había nadie a vuestro alrededor que os vigilara.
—Mira que no tengo problema en echar una mano, pero ¡¿encima tener que estar imaginando esferas?! —Hace un gesto de incredulidad con las manos— Tendrá suerte si no se me enreda una neurona con otra y acaban chocando las malditas esferas.

Tras terminar el trabajo en el campo Hound'ua se encontraba agotado, no por el trabajo físico, al que estaba acostumbrado, sino por las malditas esferas, había empezado muy motivado, le habían gustado mucho las dos esferas rotativas y el sin fin de trayectoras que podía imaginar con ellas, pero había resultado que el sin fin no era un número tan grande, y centrar la atención en otras tareas mientras mantenía las bolitas en el fondo de la mente solo le habían permitido ese sentimiento de calma por unos minutos, luego había sido un pozo máximo donde drenar sus energías y ahora tenía un dolor de cabeza tremendo.

Por lo que cuando la Togruta expresó su enfado por el ejercicio no pudo estar más que de acuerdo, habían terminado en el primer campo, y les mandaban a un segundo, lo cuál, les daba una oportunidad...

-Es cierto, y en tu caso es especialmente peligroso, ¡Sólo te quedan dos!

Sacandola la lengua agarro los sacos que el Gungan le daba echó a correr en dirección al campo de recolección número 3 esperando que la Togruta lo persiguiera.

Tras correr un rato frenaría y dejaría que la Togruta le alcanzase, asumiendo las consecuencias de su insulto para después proponerla:

-La maestra nos pidió que ayudasemos a M'look y a Gorpals, y ya lo hemos hecho, seguro, que apreciará que utilicemos este tiempo para seguir entrenando nuestro conocimiento sobre el mundo exterior, quizá deberíamos hacer una pequeña pausa en nuestra recolección, y explorar las junglas de Khasyyyk.

Con la mano abarcó una porción de la entrada al campo 3 donde se veía una vegetación alta, que la cabecita siempre inquieta del Weequay había imaginado como una selva.

Aún, en alguna parte, dos esferas rotaban entre sí sin chocarse, pero si algún observador externo hubiese estado contemplandolo, podría haberse percatado de que cada vez lo hacían más lentas, y en una zona más oscura y escondida del subconsciente juvenil...

—¡Eh! —Maylak echó a correr tras de ti, pero lo que no esperabas era que uno de los sacos se impulsase a toda velocidad contra tu cara. La togruta puso una expresión de satisfacción al ver que logró dar en el blanco.— Hmm... está bien, ¡pero esta vez vamos a ir en busca del árbol wroshyr sagrado! —Pegó un salto y se agachó entre los cultivos de un tipo de arbusto que nunca habías visto. La mayoría habían florecido y estaban dando ya unos frutos amarillos ovalados, pero algunos parecían haber muerto a la mitad de su crecimiento, quedando unos troncos resecos y ennegrecidos.

—¡Por aquí, Maestro Hound'ua! Si los wookiees están en lo cierto, encontraremos el árbol en el fondo de esta profunda jungla —Se internó entre los arbustos, y aunque eran de un tamaño mediano, su número ayudaba a imaginar el perderse por un denso bosque.

La sorpresa afloró en la cara del weequay cuando el saco se disparó hacia su rostro, pronto la sorpresa mutuo en diversión y una risa profunda surgió de su pecho mientras escuchaba como la togruta le contaba su nueva realidad.

Las esferas se detuvieron finalmente con este golpe, y mientras Hound'ua escuchaba su nueva misión para encontrar el árbol Wroshyr, una mezcla de pena y decepción llevo al joven iniciado a seguir las instrucciones de la maestra y volver a encender el motor mental que mantenía la rotación de los imaginarios cuerpos celestes.

Quizá debido a esto, o a una incipiente vena dramática, cuando respondió a la togruta su voz sonó calmada y distante, como la de uno de sus maestros.

​​​​​-De acuerdo maestra Maylak, pero tenga cuidado, el enfado lleva a la venganza, y la venganza converge en el lado oscuro, no muestre esa faceta a nuestros anfitriones wookies.

Si la togruta se girase, sin embargo, vería como Hound'ua se internaba en la florida maleza con una sonrisa de oreja a oreja mientras imitaba el sonido de un sable láser desenvainandose con la boca.

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Al siguiente arbusto que cruzaste, se abrió ante ti la inmensidad de las junglas bajas de Kashyyyk. La Maestra Maylak observaba los alrededores en busca de una pista del antiquísimo árbol wroshyr. El árbol tenía propiedades mágicas, según los nativos; para la Orden era otro eslabón indispensable de unión con la Fuerza en su estado más puro. Conseguir un retoño de la planta sería algo prodigioso y, desde luego, os garantizaría un buen nombre dentro de la Orden. En cuanto a la localización, según el jefe Swaatrrr de los Wookiees, el árbol estaría oculto tras un laberinto de raíces de la alta flora que llenaba la isla en la que estabais. Así que el siguiente paso sería navegar entre ese mar de madera entrelazada y tratar de no perderos.
—¡Cuidado! —El sonido de encendido de un sable se produjo súbitamente, seguido de un mandoblazo y un quejido gutural. A tu lado, un arácnido de vivos colores rojizos partido en dos.— Más ojo, Maestro Hound'ua. Poner la mente en la misión es la primera norma para sobrevivir —La togruta manifestó una actitud altiva mientras envainaba de nuevo su arma letal. Pero antes de continuar, se permitió sonreírte con cierta sorna.
Estar ahí abajo, en las llamadas 'Tierras Sombrías', era jugarse la vida. Solo los guerreros y cazadores de fortuna wookiees se atrevían a poner un pie en ese suelo húmedo y neblinoso. A cada paso, además de raíces y más raíces, se iba notando el suelo encharcado, hasta que terminase volviéndose un lago. Y ya casi hundidos hasta el pecho, lograsteis ver bien al fondo al bendito árbol: casi irradiaba su propia luz gracias a las setas moradas que brotaban de su tronco, y que aún con ello seguían naciendo su verdes hojas, y de sus ramas robustos frutos dorados. Maylak, ya con el agua por el cuello debido a su tamaño, parecía impresionada con el descubrimiento.
—Es incluso más mágico de lo que me lo esperaba... —Siguió "andando" hasta el árbol, pero terminó deteniéndose y girándose hacia ti.— Lo que cierto es... —Su expresión pícara ya lo decía todo— Que alguien tendrá que dar las buenas nuevas al Consejo. Y que quien lo haga seguro que recibirá algún buen privilegio... como tener preferencia para un sitio en el mismo... —Antes siquiera de terminar el razonamiento, echó a nadar a toda velocidad hacia el árbol.— ¡Lo siento, Maestro! Además, ¡un poco de competitividad no hace mal a nadie!

Con una sonrisa siguió a la togruta en la maleza, adentrándose cada vez más en la fantástica y asombrosa jungla hasta que ambos convergieron cerca de su objetivo. De repente el sonido de un sable sorprendió a Hound'ua y con un gesto agradecio la ayuda de la togruta, Y negó con desdén ante el mordaz comentario de esta, la verdad era que entre mantener el ejercicio en su mente, y la bella visión de su objetivo había perdido parte de la necesaria atención en estas peligrosas tierras. Sin embargo, para cuando la togruta realizó su treta, Hound'ua ya se había recompuesto y vio la tensión en los músculos de su contraparte por lo que pudo reaccionar a tiempo, no sólo eso, si no que ahora ella jugaba en su terreno, puede que ella fuera mejor con el sable, pero Hound'ua era condenadamente rápido, y se especializaba en moverse con la fuerza.

-Esta vez no lo tendrá tan fácil maestra! Sus movimientos son pesados como para obtener una silla en el consejo!!

Exclamó mientras con un salto potenciado por la fuerza se transportaba de su posición estática en lo alto de un tronco a unos metros frente a la togruta para después bajar su centro de gravedad lo más posible y usar así el impulso del salto y la zambullida para nadar a toda la velocidad que sus fuertes piernas le permitían, y reaccionando y esquivando ramas sumergidas con sus reflejos felinos, siempre en pos de su objetivo soltando un divertido cacareo que era mezcla de su risa y el resuello por el esfuerzo de nado, en un cuerpo hecho para un mar de dunas más que de olas.

Adelantaste con facilidad a la togruta, que aún se afanaba en salir del agua pantanosa. 

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En poco tiempo, sin embargo, tuvisteis ante vosotros al fastuoso árbol. Resplandecía incluso más ahora que estábais junto a él. Por otro lado, sus ramas eran más retorcidas de lo que pudisteis haber pensado; con unas formas sinuosas que escalaban por el aire, intentando alcanzar la luz que le negaba el resto de la vegetación, condenándolo así a vivir pequeño y enclenque. 

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—Los wookiees hablan de las capacidades curativas de sus raíces —Sin darte cuenta, Maylak ya había alcanzado el islote sobre el que descansaba el árbol.— Una esperaría que un tipo de árbol con tales propiedades fuera majestuoso, y de lejos lo parecía de hecho, pero ahora que lo veo más de cerca... se me antoja una visión triste —Lo observó durante un rato, sin acercarse más.— Supongo que haríamos bien dándole otro hogar a su descendencia. Quizá en Tython pueda crecer más y mejor.
La togruta se adelantó, sable en mano, y comenzó a escalar el tronco con el fin de coger un par de frutas y cortar una de las ramas. Por tu parte, sin embargo, te asaltó una sensación mientras mirabas el árbol. Pudiste percibir una mezcla de resentimiento, pena y nostalgia por vidas no vividas. Una sensación que emanaba de lo más profundo de aquella corteza y que resonaba en todo lo que tenía a su alrededor.

El árbol estaba lejos de lo que esperaba, más pequeño, más comedido, pero realmente impresionante en cualquier caso, casí sobrecogedor, el sentimiento de frustración, de decepción acongojaba al weequay que solo podía observar al árbol mientras la togruta se acercaba poco a poco a este, con intención de recoger sus semillas para transportarlo a Tython.

Con un hilo de voz solo pudo advertir a su acompañante, mientras escrutaba todos los alrededores con cuidado, tratando de identificar la fuente de esta sensación, no solo con sus agudos ojos, si no también con ese estado meditativo que aún había mantenido gracias a dos pequeñas esferas rotativas en algún punto recondito de su subconsciente.

-Cuidado... maestra ... Maylak, hay, hay algo extraño y malevolo aquí, no baje su guardía...

El sonido de su sable laser chisporroteo y raspó los alrededores a medida que se desperezaba desde su empuñadura hasta su tamaño total en un descuidado movimiento de su mano izquierda...

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La curiosidad mató al aprendiz. Estas palabras resonaron en tu cabeza, a la vez que Maylak recogía una de las frutas. Al sostenerla, pudiste ver cómo el tono amarillento, casi dorado de esta, pasó a ser negro en cuestión de segundos. Y dicha negrura comenzó a traspasarse al brazo de la togruta. Emitió un chillido ensordecedor mientras soltaba el fruto, que caía ahora a tus pies. 

Maylak se tiró al suelo del campo de cultivo retorciéndose mientras se agarraba la mano izquierda, por la que poco a poco se iba a extendiendo aquel vacío, como si se tratara de una gangrena. Las semillas de un morado oscuro que soltó de su mano reposaban desperdigadas entre tú y ella.
—¡¡Ayúdame, ayúdame!! —Sus ojos llenos de puro terror miraban su mano ennegrecida mientras soltaba quejidos de dolor, sin nadie alrededor para escucharla más que tú.

-Maylak!!!

El grito del weequay al ver como la podredumbre que había estado dectectando aparecía reprentinamente en la fruta y después saltaba al brazo de su amiga desgarro el aire mientras la jungla exótica de alrededor desaparecía repentinamente dejando a la vista a una pequeña togruta temblorosa de dolor en un campo de cultivo.

Asustado Hound'ua saltó hacía ella esquivando fruto y semillas, aterrado supo que debía actuar, y sin un plan o conocimiento mehor decidió retirar su cinturón, y ya fuera por instinto, porque había escuchado algo en alguna de sus lecciones, o simplemente por el racionamiento infantil de si esta atado no puede subir, apretó fuerte un par de centimetros por encima de donde la zona negra estaba, cargo a la togruta en la espalda, y corrió tan rápido como pudo con ella a cuesta, empleando toda su resistencia, velocidad, y cuanta ayuda de la fuerza pudiese servirse para avanzar en busca de M'look, el gungan o cualquier maestro que pudiese encontrar.

Ya no importaba la jungla, el campo del cultivo o las dos esferas en rotación, solo podía pensar en la pobre Maylak y que haría cualquier cosa porque no perdiera el brazo. Mientras no paraba de repetir.

-Aguanta Maylak, no te pasará nada, ya llegamos, se fuerte!!!

Solo se escuchaban los quejidos de la togruta y tus pesados pasos mientras avanzabas a toda velocidad. La tensión del momento te llevó a correr sin rumbo en busca de ayuda, pero no te hizo falta ir muy lejos para toparte con un ithoriano vestido con túnica al que habías visto antes de pasada. Este se percató de la situación y no se entretuvo en preguntar, saliendo a paso rápido muy por delante de ti en busca de ayuda. En un momento algunos jedi del cuerpo médico ya estaban atendiendo a la iniciada de urgencia, que había empezado a desfallecer del dolor, y pronto la llevaron al interior del templo. El ithoriano te retendría para llevarte ante tu maestra supervisora, a quien casi de inmediato pudo localizar este.

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—Adelante, muchacho —La voz gutural y vibrante del ithoriano sonó por debajo de lo que el autotraductor transmitía, a su vez, con un timbre parecido, aunque definitivamente más humano.
La sala al otro lado de la puerta era austera, y estaba ocupada únicamente por holodiscos organizados en finas librerías que ocupaban cada centímetro de las paredes, además de un par de terminales algo desmejorados. La Maestra Ilis se aproximó a ambos una vez os vio, dejando a un lado los estantes que estaba revisando.
—¿Ha ocurrido algo, Maestro Kadar-yub? —La mirada que te echó la humana era severa, pero confusa.
—Creo que es algo que el joven Hound'ua nos tiene que decir él mismo.
Que tú sepas nunca le habías dicho tu nombre, pero quizá era un detalle insignificante para lo que debía de pasarte ahora por tu cabeza. La Maestra se quedó pendiente de tu respuesta.

Cuando vió la figura del maestro ithoriano, una pequeña sensación de esperanza afloró en el corazón del weequay, había conseguido llevarla hasta un maestro, seguro que el sabía donde había alguién del cuerpo médico, lo único que esperaba es que no le hiciese perder mucho tiempo con preguntas estúpidas.

-¡Maestro! La iniciada Maylak a cogido algo y se ha herido de gravedad, ¡¿Sabe donde podemos encontrar al cuerpo médico?!

Por suerte para Maylak y Hound'ua el maestro no perdió tiempo en charla y en seguida comenzó a andar decidido, rápidamente el weequay acomdó el peso de la dolorida togurtra y avanzó tras él. 

Una vez llegarón al cuerpo médico el Weequay dejó a la togruta en las capaces manos del equipo médico que la introdujo en el templo, pero cuando intento seguirlos al interior, una mano firme de ithoriano lo inmobilizó en el sitio, Hound'ua le miró sin comprender, he intentó zafarse un par de veces, incapaz de entender porque el silencioso maestro no solo no le permitía seguir a su amiga para comprobar su estado sino que lo alejaba en otra dirección que únicamente el discernia.

Pero prontó el misterio se resolvió al llegar frente a su maestra, en una sala, que en cualquier otra situación le hubiese maravillado con tanto por descubrir, pero en ese momento, al parece, ahora, una vez controlada la situación, las preguntas que antes se tornaban irrelevantes, resultaban inneludibles...

-A sido culpa mía maetros, mantuvimos el ejercicío que nos ordenó maestra Ilis, ayudamos a los buenos de M'look y Gorplas, pero como estabamos muy concentrados con el ejercicio de la rotación de esferas, terminamos muy rápido, y nos mandaron al campo tres, una vez allí nos distrajimos un poco y Maylak toco un fruto de color dorado, yo detecté que tenía una presencia dañina, pero como estaba distraido con el ejercicio de las esferas, no reaccione a tiempo y no pude evitar que lo tocase, de repente la fruta se torno negra y se le extendió por la piel a la pobre Maylak, y soltó unas semillas, y Maylak gritó, y después la ate la mano, me la eche al hombro y salimos corriendo buscando ayuda, y ahora no sé si va a poner bien, o no, o si perderá el brazo, pobre Maylak....

El weequay reaiizó una atropellada explicación, y solo entonces se dió cuenta que había dejado algo potencialmente muy peligroso abandonadó, y sin marcar, con lo que cualquiera podría tocarlo y tener el mismo ataque que la togruta. Quedándose blanco de la impresión, o al menos tan blanco como un weequay pueda ponerse, se meachará a toda carrera, o lo intentará si los maestros lo retienen, con la intención de recogerlo y evitar más heridos:

-Oh no maestros, lo dejamos allí tirado, cualquiera puede tocarlo, tengo que hacer algo!!!

—Quieto ahí, Iniciado Hound'ua —Sentenció la Maestra Ilis. Te atenazaría con la Fuerza si intentabas salir corriendo.— Haremos una inspección del lugar, no se preocupe —Sacó un comunicador antes de darse la vuelta y comenzar a alejarse para hablar algo en privado.
El Maestro Kadar-yub te miraba con más compasión de la que le notabas a la humana.
—No te preocupes, joven. La Iniciada Maylak está en buenas manos. No tenéis la culpa —Te frotó el hombro, intentando reconfortarte. Al cabo de unos minutos de silencio, la maestra volvería, manteniendo la misma expresión severa.
—Iniciado Hound'ua —Te miraba hasta con cierta inquina— Ustedes dos son mi responsabilidad por el tiempo que dure su entrenamiento como aprendices. Así que acatarán a rajatabla mis decisiones.
—Maestra-
—No he terminado —Hizo un gesto, parando al ithoriano.— Todas las semanas tendrán una sesión especial con la que trabajaremos la disciplina de la que claramente carecen. Además tendrán prohibido hasta nuevo aviso salir del templo para sus ejercicios. Todo lo harán bajo mi supervisión directa en los tiempos y lugares que crea más apropiados.
—Maestra Ilis, debo insistir —Esta vez el ithoriano se encaró con la humana. Ella se limitó a mirarle con la misma impasividad.— Este hecho, si bien ha resultado en un desenlace indeseable-
—¿Indeseable, Maestro Kadar-yub? —Se mostró más exaltada— Indeseable sería el haber perdido el tiempo durante el ejercicio —Volvió la mirada hacia ti, con gesto recriminatorio— como claramente era el caso con estos Iniciados. No que por ello ahora una alumna esté en peligro de muerte.
—¡Maestra! —Gritó el ithoriano— Está usted demasiado afectada por los acontecimientos. Y nada sabemos de las circunstancias de la iniciada. Debería tomarse un tiempo para meditar y encontrar su balance.
La Maestra Ilis bajó la mirada, aunque conservando su estoica postura.
—Lleva usted razón, Maestro —Le dedicó un leve cabeceo en señal de respeto.— Iniciado —dijo con un tono más neutro— Puede ir a su celda. Tómese esto como una lección de que debe poner todos sus sentidos alerta contra lo imprevisible —Os saludó a ambos con otro cabeceo antes de marchar. El maestro se te quedó mirando de nuevo, y solo tras la salida de Ilis te dirigiría con una mano en tu hombro para que le acompañases.
—Vamos, muchacho. Será mejor que descanses lo que resta de día —Quedó en silencio mientras caminabais fuera de la biblioteca.— Bueno, supongo que más tarde podrías ir a ver cómo se encuentra la Iniciada Maylak —Se agachó un poco en tu dirección— siempre que no se entere la Maestra Ilis, claro —No sabías si los ithorianos podían sonreír, pero la expresión de su cara era lo más cercano a una sonrisa que podías intuir.

Cuando termino su relato pudo ver como la maestra Ilis lo frenaba en el sitio, al menos se tranquilizó en parte cuando la maestra se comunicó en remoto dando, esperaba Hound'ua, para que alguién se encargase de las semillas. También reconfortó su ser las palabras del maestro Ithoriano, cuando le aseguró de que estaban tratando a Maylak adecuadamente.

Después, como cuando pasas el ojo de la tormenta, ese breve periodo de calma y tranquilidad desapareció cuando toda la furia y preocupación de la maestra Ilis surgió en forma de correctivo. Hound'ua no se atrevió a replicar y sólo se contentó con coger con sus pequeñas manos los volantes de su toga, mientras los retorcía nerviosamente y clavaba sus ojos en la cada vez más, agitada maestra, mientras intercalaba de tanto en tanto un cohibido:

-Si maetra ...

Sin embargo, no pudó más que asombrarse al ver el enfrentamiento de los dos maetros al reprocharle el ithoriano su actitud a la humana, sin embargo, la pena lo asoló ante las palabras de la maestra de que la pobre Maylak pudiera estar en peligro de muerte, aunque intentó mantener el rostro impasible, no pudó contener una mueca de preocupación al escucharlo, aunque rápidamente el ithoriano pasó sino a desmentirlo, a ponerlo en duda al menos.

Al finalizar el debate, pudó sentir como la maestra, más calmada, lo instaba a aprender la lección, y poner más atención en la alerta que sus sentidos y la fuerza lo proporcionaban. Hound'ua no podía estar más de acuerdo, y cuando respondió lo hizó con la firme determinación de cumplir su palabra en este aspecto, llevando su puño al pecho para formalizar su promesa.

-Así lo haré maestra, entrenaré duro para no volver fallar en la detección de una amenza...

Posteriormente el maestro Ithoriano lo guió al exterior de la biblioteca y volvió a reconfortarlo con sus palabras, y con su sugerencias. Con mucho cuidado de poner toda su atención en pronunciar correctamente el nombre que había escuchado de labios de su maestra ilis, procedió a darles las gracias al maestro:

-Le estoy muy agradecido por su ayuda maestro Kadar-yub, sin su ayuda Maylak habría tenido muchos más problemas, y yo también. Tiene mi más profundo agradecimiento, y si alguna vez un iniciado puede hacer algo por un maestro como usted, estaré encantado de devolverle el favor. No olvidaré esto.

El hecho de que tuviera dificultades al pronunciar la palabra agradecido, o el nombre del maestro, quizá resto formalismo y seriedad a su discurso, pero la determinación afloraba de su pequeño y escamoso rostro al pronunciar estas palabras.

Pero la seriedad habitó por poco tiempo su rostro al escuchar la propuesta de visita a Maylak, y una sonrisa, aunque aún tensa, contestó al gesto del maestro ithoriano:

-Seré una sombra en los corredores, no lo dude...

Con esas palabras, y algo más calmado, el joven weequay se retiró a su celda, al menos por el momento, mientras esperaba que se calmase el revuelo en los pasillos, y con cuidado, de sombra en sombra, escabullirse hasta el pie de la cama de su amiga, para poder comprobar su estado, y velar su sueño.