Partida Rol por web

Los dos grupos se  habían reunido por fin tras varias dificultades, y es que por la forma en que todos corrían, parecían escapar de algo. Tal vez no hubo tiempo suficiente en ese momento de reparar en la falta de Victor, o tal vez en la sangre que junto con las aguas negras se esparcían por las ropas de Reuben en una desagradable mezcla de olores, o en aquello que parecía estar persiguiendo a Fer y a Reuben cuando se detuvieron. Tal vez tampoco el hecho de que sus linternas habían cedido, pero que las de las chicas parecían estar con toda su potencia, y menos que solo Wendy había notado la pistola que Reuben había tomado. Todas esas cosas solo pasaron desapercibidas en la etapa inicial de la búsqueda donde era más importante huir.

Pisando al máximo el acelerador, quedaron atrás los restos inertes de un Victor que había luchado por sobrevivir incluso en sus precarias condiciones, además de tener que correr. Para ser tantos, la luz podía ser suficiente, pero la huida no fue sencilla, pues Ellos parecían saltar sobre ella, esquivarla, arrastrarse y todo lo que pudieran con tal de poder alcanzarlos. Estos sin duda eran más tenaces que otros que habían enfrentado antes... ¿Tal vez había niveles de poder incluso entre Ellos?

Un momento de descuido de Katrina llevó a que no de Ellos fuera capaz de agarrar su cabello, intentando halarla hacia el exterior, pero esta hacía lo que podía para liberarse. Si Fer hubiera visto aquello, tal vez no habría continuado yendo tan rápidamente, ya que se acercaba un túnel. Uno de Ellos empujó el auto por el lado del conductor, lado opuesto al que estaba Katrina al haber sido la última en subirse, y dejando casi el auto contra el muro. Ojalá hubiera mirado atrás un momento para ver que Katrina, en medio del caos, le gritaba mientras veía la entrada del túnel. La oscuridad de este pasaje llevó a que este acelerara a fondo y Katrina gritara de pánico para luego escucharse un sonido pegajoso y desagradable mientras lo que quedaba del cuello de la rubia luchaba por no despegarse, su sangre salpicaba a las chicas en el asiento trasero, los vidrios del auto, y hasta que se desprendió, chocó con la latonería del auto para luego ser alimento para ellos.

Al fin salieron del túnel y el cuerpo de la rubia estaba recostado contra la puerta derecha aún salpicando sangre hasta que la presión de esta no fue suficiente para elevarse y solo siguió cayendo dentro del vehículo, aunque para ese momento Wendy, Rose y Reuben se habían llevado una buena porción de aquel líquido carmesí a sus ropas,  mientras Fer era el menos afectado por la distancia. ¿Cómo reaccionaría tras ver qué destino había sufrido la rubia?

La base militar se divisaba a lo lejos y una atalaya con luces a la máxima potencia mostraba una pequeña luz roja titilante. Lo más seguro es que fuera un láser. Ya los habían detectado. ¿Cómo acercarse sin ser disparados? La barrera del bunker militar se veía dañada y reconstruida un poco deprisa. Tal vez ya habían sido atacados antes de que llegaran, por lo que era fácil decir que no serían tan cálidos en su recibimiento.

Una de las piernas del anciano se movía hacia arriba y hacia abajo después de haber visto lo que había en la guantera. No había reparado en que Wendy sí que lo había notado: ese era un cabo suelto, pero uno que él ni siquiera sabía que lo estaba.

Para Reuben no había culpabilidad alguna en lo que había hecho, y eso claramente se reflejaba en su rostro. Aunque bien había algo fuera de lugar: tenía una sonrisa fantasmal solo oculta por su mano, pero que se dejaba entrever. Si cualquiera le preguntaba, diría que era solo por la adrenalina; lo que no diría era que esa adrenalina venía por haber matado a Victor. 

Así como para Fer, los gritos de Katrina pasaron desapercibidos para el anciano, y este no salió de aquel estado de macabra meditación hasta que uno de Ellos golpeó un costado del auto, provocando un movimiento brusco en este y que le doliese todo. Apenas ahí se dio cuenta del alboroto que estaba formando Katrina, mirándola con incordio, hasta que notó que uno de Ellos la estaba halando del cabello. Su primera reacción fue tomar la mano de la mujer para jalarla con fuerza, pero terminó siendo muy tarde. Después del sonido pegajoso, sus gafas y parte de su cara quedó chorreando sangre.

El anciano estuvo un par de segundos inmóvil. Sin embargo, su primera reacción fue voltearse, como si estuviese totalmente habituado a escenas así.

—Murió como las rubias en las películas. Vaya destino cruel —con aquel comentario totalmente innecesario y anticlimático, miró por un momento la guantera, luego a Fer, y, al final de todo, sus ojos se terminaron abriendo más ante lo que parecía revelarse ante ellos. Su nublada vista no le permitía distinguir muy bien nada, ni siquiera muy bien la luz roja que titilaba. Por lo mismo, y sin parecer que le importase mucho lo de Katrina, gritó, preguntando qué era aquello—. ¿¡Qué es eso!? ¡No se queden parados como estúpidos! ¿¡Qué es!?

La sangre de Katrina la recubría. Hasta hace un momento vivía, corría, respiraba, gritaba. 

Luego ese sonido repugnante, como el de un melón podrido rompiéndose al caer al suelo, y después... ella ya no estaba... su cabeza ya no estaba... su sangre regaba el asiento de atrás... 

Y Reuben hizo un comentario de mierda. Faltando al respeto. Convirtiendo su muerte en un chiste malo. 

Fue la gota que colmó el vaso. 

Wendy plantó los dos cañones de la escopeta en la cara de Reuben y empezó a gritar:

-¡ESTOY HARTA DE TÍ, PUTO VIEJO DE MIERDA! ¡ERA UNA PERSONA! ¡ERA UNA PERSONA! ¡TENDRÍAS QUE HABER MUERTO TÚ! ¡TÚ!

No podía quitarse de la cabeza lo que sabía de él, lo que le había visto hacer. Sabía la escoria que era. Solo necesitaba apretar el gatillo y se librarían todos de él.

Solo un pequeño gesto.

Presionar el pulgar. 

Un pequeño click. 

De no ser por el crujir, el sonido de una bolsa de basura explotando y el chorro de sangre y vísceras que vino desde atrás... no se hubiese percatado de lo que le había pasado a la rubia.

Tal vez fuese eso, el comentario del viejo, que estuviesen llegando a una zona de militares -posiblemente más grillados de lo habitual- o ver cómo la más joven apuntaba al anciano, que su única reacción fue pisar muy fuerte el acelerador. Estaba harto, cansado, y la verdad tenía cierto miedo de que una bala fuese a llegar, desde fuera o desde dentro. No se le ocurrió nada más. A fondo. Directo hacia la entrada.

En pocas palabras, Rose no fue capaz de entender lo que había sucedido. Incluso cuando la sangre manchó su piel simplemente miró, prácticamente estática, sin romper su inmovilidad ni para respirar. Solo pasado un momento terminó de comprender que la que había visto caer entre sus garras era...

Katrina.

Ya no estaba con ellos. No hacía falta mucha imaginación para saber qué había ocurrido: Estaba muerta. Muerta de verdad. Para siempre Para siempre, tal y como iban a estarlo ellos pronto. De algún modo consiguió no gritar. Quizá porque la vorágine que tenía en su pecho era demasiado.

Y entonces escuchó a Reuben.

Si hubiera tenido ella la escopeta, habría hecho mismo que Wendy. Pero a esas alturas ella no habría dudado antes de apretar el gatillo. El corazón le retumbaba tanto que le dolían los oídos.

—Tendría que haber sido él —dijo ella también— ¡Maldito monstruo viejo, tendrías que haber sido tú! ¿¡Por qué ha tenido que vivir ella mientras tú, pedazo de mierda, sigues con vida!? ¡Aprieta el gatillo! ¡Aprieta el gatillo antes de que nos tire a los perros!

Los gritos de Rose llenaron la mente de Wendy, inundándola de aún más odio por ese repugnante hijo de perra. Sabía que tenía razón. Tendría que haber sido él. No Katrina, ni Victor, ni ningún otro... Él, tenía que haber muerto él. Y ella lo sabía mejor que nadie.

-¿Te acuerdas de ella, Reuben? ¿Te acuerdas de la chica?

Wendy no dijo nada, esperó unos segundos para comprobar que el viejo se daba cuenta de lo que estaba diciendo. De lo que ella y nadie más sabía. 

-¿Que me diría ella ahora, hijo de puta? ¿Que te perdonara, o que te volara la puta cabeza? ¿Eh? ¿¡QUÉ DIRÍA ELLA?!

Ni Rose ni Fer podían saber de qué estaba hablando. Pero Wendy lo sabía. Lo había visto. Y no sabía como no había encañonado antes a ese violador y asesino. 

Su dedo presionó algo más el gatillo, un milimetro. Si le mataba, libraría al mundo de una mala persona, una persona horrible que apenas merecía ser llamado humano. Pero Ellos... Ellos les estaban matando a todos... buenos y malos por igual... Ellos no perdonaban a nadie... ¿Y ahora también iban a matarse entre ellos?

Era un monstruo. Pero ella, Gwendolyn Hoops, era un monstruo también. Se lo había dicho una y mil veces. No era buena persona. Había hecho cosas que... No era buena persona. Era un monstruo. Había intentado ayudar a otros, borrarlo todo, ser buena persona de verdad pero... ahora... si mataba al viejo, nunca más podría decirse que ella no era como Ellos. Le estaría haciendo su trabajo a la oscuridad.

Reuben era un monstruo.

Matar a un monstruo seguía siendo matar.

El dedo presionó el gatillo. El estampido de la escopeta de dos cañones casi ensordeció a todos los ocupantes del vehículo, en cuyos oídos empezó a resonar un tremendo pitido. La sangre de Reuben salpicó el techo, por donde los perdigones de metal habían abierto un boquete. 

Pero el viejo vivía. Wendy había movido el cañón justo antes del disparo. La oreja izquierda del viejo había desaparecido por el disparo, dejando un amasijo sanguinolento en el lateral de su cabeza. Pero el viejo vivía y seguía con el cráneo y el cerebro intactos.

-Eso es por la chica -dijo Wendy, con la escopeta aún humeante-. Y ni se te ocurra acercar la mano a la guantera. Sé que hay una pistola ahí, y el siguiente disparo te volará los sesos. Yo lo sé todo, Reuben. Sé lo que eres capaz de hacer, porque lo he visto. Al próximo comentario borde o mala jugada te lleno de plomo, hijo de puta.

Luego se dirigió al conductor, para decirle:

-Fer, cuando nos bajemos del coche, este se va por su cuenta. Que se las arregle solo.

A pesar de todo lo que estaba sucediendo, Fer pisó el acelerador a fondo. Ellos les perseguían, o eso creían. Seguían pisándoles los talones a pesar de todo, así que no era seguro detenerse. O eso podrían asumir que era lo que había en la mente de Fer. A pesar de eso, nadie podría conservar el 100% de la compostura ante un disparo como el de la escopeta que llevaba Wendy. La oreja de Reuben fue hecha pedazos mientras el pitido de la proximidad del disparo se quedaba en sus oídos. Eso desestabilizó a Fer, así como también parte de la sangre de la oreja de Reuben que había volado le había salpicado. Estos factores juntos hicieron que girara el volante de manera involuntaria y por la velocidad a la que iba, empezaron a dar vueltas sin control. Se podrían haber golpeado contra las paredes un par de veces hasta que el conductor reaccionó tratando de hacerlo frenar. Se escucharon disparos desde afuera y el sonido de algo explotando llegó a sus oídos. Al parecer las balas de quienes vigilaban la base militar habían logrado estallar dos de las llantas, haciendo que el auto perdiera su apoyo y se volcara.

Cuando reaccionaron, tenían algunas heridas en la cabeza y moretones por la cantidad de golpes, pero además el cuerpo de Katrina botaba sus últimas reservas de sangre en aquellos que estuvieran cerca de ella. Linternas aparecieron en todas las direcciones, así como aquellos láseres de color rojo. Aquel que se atreviera a luchar contra la desorientación, notaría que estaban rodeados. Milagrosamente, las armas que llevaban no se habían disparado estando todos dentro del auto.

- ¿Hay sobrevivientes? - una voz masculina se escuchó.

- Sí, señor - respondió una voz más aguda.

- Traigan al médico. Los que estén vivos, digan algo para sacarlos - ¿y ahora les ayudaban tras disparar?

Quien se podría encontrar en peores condiciones era Reuben. Incluso, si no se atendían sus heridas, era posible que el viejo no durara. Rose tampoco la estaba pasando nada bien. Su herida del ojo no era nada bueno, pero ahora... ¿qué más heridas podía tener?

Lo que estaba pasando atrás, aquel disparo... podría haberlos matado a todos. O salvado, gracias a los giros las balas sólo reventaron los neumáticos. No podría culparles, estarían acojonados posiblemente. Por ello cuando escuchó la voz decidió jugársela.

¡Aquí!

Buscó con la mirada a las dos mujeres y al viejo. Tenía que reconocer que las dos chicas que seguían con ellos daban casi tanto miedo como ellos. Pese a todo, confiaba en ellas, más que en el viejo. Aunque el hombre había demostrado tener ciertos recursos. Incluso podría usar sus contactos militares para que les ejecutaran, lo veía capaz. Miró con dureza, si la encontraba con la vista, a Wendy, aquello había sido una locura, y sus oídos aún zumbaban.

La última prueba de hasta qué punto estaba perdiendo su humanidad en aquel mundo condenado era que, después de cerrar instintivamente los ojos por el fogonazo y el ensordecedor sonido, cuando volvió a abrirlos lo hizo expectante, buscando y deseando encontrarse con que nunca jamás tendría que ver la cara del viejo. Y sin embargo allí estaba. Sangrando, pero vivo.

Pero Rose apenas tuvo tiempo a enfadarse, a cuestionar a Wendy ni casi a terminar de procesar lo que estaba pasando. Aunque sus oídos todavía pitaban pudo escuchar los disparos fuera... y después durante un buen rato no pudo notar nada. Cuando sus sentidos se recobraron del shock, lo único que sabían decir era que dolía. Todo dolía. Tenía el cuerpo lleno de moratones y cortes, y hasta el ojo malo había recibido todavía algo más de castigo. Estaba llena de sangre. Propia, de Katrina, de los demás. Toda mezclada.

Una parte de ella deseó haber muerto en el accidente.

Pero seguía viva. Como pudo, se arrastró. Iba a necesitar ayuda para seguir adelante.

Las cosas se revolucionaron por un momento, y la furia de todos, o casi todos, explotó como la cabeza de Katrina. El sonido de la escopeta siendo levantada y el grito de Wendy tomó por sorpresa al desagradable viejo, quien poco a poco se giró con una mirada que realmente no expresaba nada. Al menos nada bueno.

Maldita zorra, fue lo primero que Reuben pudo pensar al ver que Rose solo le echaba más leña al fuego. La mataría apenas tuviese la oportunidad, era lo que más quería ver en ese momento. Claro que su soberbia y egocentrismo eran tan grandes que estaba completamente seguro que no moriría allí. A pesar de que la muerte estaba a un simple clic, él estaba seguro de que no moriría. Por lo mismo, una de las comisuras de sus labios se levantó de forma ligeramente burlona.

Aquella sonrisa fantasmal desapareció cuando Wendy la mencionó a ella. Por unos momentos, aquello tomó desprevenido a Reuben. La miró de forma realmente desagradable. Sin embargo, sin miedo a la muerte, o porque simplemente subestimaba a Wendy, de ser lo que él pensaba, tenía la respuesta perfecta.

—Veo que disfrutaste del show, niña. Mátame. Veo que no somos tan diferentes.

Pero Wendy sí que fue capaz de disparar. Y para fortuna de todos, el cañón debió moverse unos pocos centímetros más.

Reuben gritó y profirió maldiciones, llevándose, como claro reflejo, una mano al lugar donde antes había una oreja y que ahora no era más que una fuente de sangre.  Su cuerpo cayó hacia la ventanilla mientras miraba, en un arrebato de ira. Pero las palabras de Wendy lo detuvieron. No, ni siquiera la había escuchado bien. Sin embargo, mirarla de reojo le daba una idea de qué decía.

Pero de un momento a otro, todo se apagó.

Cuando Reuben recuperó de forma intermitente sus sentidos, el dolor de la oreja fue el menor que sentía.

Al final, sin saber lo que los presuntos militares hablaban, Reuben solo pudo gritar una cosa:

—¡MALDITA PERRA! ¡SERÁ MEJOR QUE TE ESCONDAS, NIÑA!

Cuando tras el disparo el coche empezó a dar tumbos, Wendy se sintió igual de agitada por dentro. Podría, debería haberle matado, pero no había podido. No por miedo. Ahora el miedo era el estado natural, perpetuo. Ni por piedad. El viejo no la merecía en absoluto. Era por las palabras del cadáver.

Nos alimentamos de vuestro miedo...

Y de vuestra desesperación...

Sucumbiréis ante nuestro ancestral legado.

Matar a Reuben habría sido alimentarles a Ellos, habría sido darles la razón. De alguna manera, la lucha contra Ellos, la que importaba de verdad, no se libraba con escopetas y armas de fuego. Se libraba en el interior de cada uno. Wendy había crecido entre monstruos; conocía muy bien la oscuridad dentro de las personas. Ahora que la oscuridad misma se había manifestado físicamente y había anegado al mundo, alimentar también la oscuridad interior era rendirse a Ellos, aceptar su profecía. 

Wendy era la más joven, la más pequeña, pero ella sabia eso. Y por eso no había hecho lo que su oscuridad interior le pedía, a pesar de que volarle los sesos a Reuben haría del mundo un lugar un poco mejor. 

Los golpes contra la pared del vehículo y el tambaleo al volcar hicieron que dejara de apuntar al viejo. Por un momento, todo se quedó a oscuras. Perdió la noción del tiempo y el espacio, solo escuchaba el pitido en los oídos y las sienes latiendo fuertemente por los golpes. De repente escuchó las voces que venían de fuera, y les gritó para que supieran que estaba viva. 

Entonces escuchó la voz furiosa de Reuben y eso la hizo abrir los ojos de nuevo. Intentó apuntarle de nuevo, mientras le gritaba:

-¡Ni te muevas, fósil de mierda!

Si bien la resolución de Wendy yacía intacta, su pulso no era firme por todo lo que había sucedido, así que fácilmente perdería el equilibrio por la fuerza del disparo de la escopeta. Tal vez eso fue lo único que la detuvo de terminar el trabajo, o los militares que ahora los rodeaban. Seguramente era lo segundo.

Mientras cada uno mostraba que estaba vivo aún, los militares fueron ayudándolos uno a uno para salir de allí. El primero al que sacaron fue a Fer, después siguieron Rose y Wendy. Luego Reuben, y por último, el cuerpo de Katrina. Los disparos no cesaban, pero esta vez no iban dirigidos a su auto, sino hacia más atrás. Al parecer, sí que los perseguían y tal vez los disparos fueron hacia Ellos.

¿Qué estaba pasando? Bueno, las luces cegadoras de los reflectores inundaron el lugar, así que no era del todo sencillo acostumbrarse a tanta claridad, por lo que solo podían escuchar quejidos que se fueron amortiguando mientras llegaban los médicos a atender sus heridas. El más delicado de todos era Reuben, cuya pérdida de sangre lo hacía verse mucho más pálido de lo usual, además de tener la piel grisosa. Los médicos estaban buscando cómo parar la hemorragia antes de que fuera peor, razón por la cual el viejo estaba rodeado por la mayor cantidad de profesionales, mientras que los demás tenían consigo solo a uno. Los disparos cesaron y, cuando uno de ellos se acercó al cuerpo de Katrina, solo la tapó con una sábana para luego prenderle fuego a esta.

Además de Reuben, todos parecían magullados, pero parecían estar bien. Claro que le quitaron la escopeta a Wendy y amarraron a Reuben por precaución. Después de todo, este había hecho una amenaza muy directa y lo menos que querían eran psicópatas. Si bien los auxiliaban por ser humanos, no por eso parecían ser tan tontos como para dejarlos pasar así no más. Aquel que parecía el superior, se acercó a la comitiva - Escuchamos un disparo en el vehículo y luego se amenazan de muerte. Así que si quieren entrar al refugio, deberán demostrar que no harán estupideces o se quedan afuera. El embarque se acerca y no queremos asesinos a bordo -.

La segunda al mando hizo una señal y todos los observaban con cautela. Entonces, una enorme cantidad de rifles les apuntaba a todos directamente.

- No sé qué diablos pensaban al acercarse a toda velocidad, ni tampoco al disparar dentro de un auto, pero es mejor que empiecen a cantar, canaritos. ¿Quiénes son? - la mujer parecía ser mucho más seria que la otra que los había acogido anteriormente, además de ser tan ruda como los soldados que habían visto hasta entonces.

Cuando los militares le quitaron la escopeta a Wendy, su primer sentimiento fue de terror... No por quedarse desarmada ante Ellos, no; sino por quedarse desarmada ante Reuben. Sabía que después de lo que le había hecho, de dejarle ver lo que sabía de él, el viejo la mataría a la primera oportunidad que tuviera. 

No le hizo falta fingir para jugar su mejor baza, su aspecto de niña asustada... Eso era justo lo que era, y como se sentía. 

-Ese hombre... -dijo, sollozando, señalando a Reuben-. Ese hombre es... es malo... Yo le ví... Es un violador... y un asesino...  Yo lo vi, lo vi todo... Asesinó a una joven de la que acababa de abusar... 

Se tapó el rostro con las manos, llorando.

-Entre llantos ella amenazaba con contar lo que le había hecho, y él... él la mató... se ensañó con ella... Dejó su cuerpo destrozado en un charco de sangre... y se reía... ¡Se reía! ¡Estaba complacido con su obra!

Y yo... nosotros... hemos tenido que cargar con él... mientras huíamos de Ellos... de la oscuridad... ¡Pero él me da más miedo! ¡Ya le han oído, me quiere matar! ¡Han oido como me amenazaba!

Le cogió las manos a la mujer, suplicándola...

-Ayudenme... ayudennos a todos... sálvenos de él, por favor... por favor...

Pronto la situación había estallado. No era sólo en un sentido casi literal en el que el coche no había sobrevivido, sino también en todo lo que cada uno estaba aguantando, al parecer desde que todo aquello de las sombras había empezado.

Fer agradeció enseguida en cuanto le sacaron, y esperó a ver que todos estuviesen más o menos enteros.

Ante la pregunta de la mujer sencillamente se encogió de hombros.

Nos perseguían unas sombras, perdí media compañera.... sólo quería llegar a un lugar salvo cuanto antes.

Explicó con sencillez. Tras ello sus ojos fueron a la niña asustada y al viejo y meditó por un momento. No es que les conociese demasiado, pero sí les había visto actuar y hablar y era difícil rebatir lo que decía Gwen. Además, siendo mujer y con la jefa al mando siéndolo, incluso pensando lo contrario era un suicidio decirlo en voz alta. El hombre se colocó al lado de la morena sólo para transmitir su silencioso apoyo, clavando sus ojos en el supuesto violador. Viendo cómo había tratado al ciego... no podía ni quería defenderlo.

Quienes son una amenaza para el grupo...

Masculló, sin terminar la frase.

El enojo de Reuben era explosivo. Si tan solo hubiese podido llegar a la guantera, no le habría importado ponerle una bala en la cabeza a Wendy, sin importar las consecuencias que seguirían a ello.

Lo sacaron del vehículo y comenzaron a ver cómo atenderlo, aunque lo amarraron en el proceso mientras el anciano se dejaba, observando fijamente a Wendy con mucho odio. Las voces de los militares le importaron más bien poco. En ese momento solo su sangre hervía al escuchar que Wendy se había chivado. De hecho, a pesar de lo pálido que se veía, todavía se veía una increíble fuerza de voluntad en el viejo.

—No eres más que una mentirosa. ¡Mentirosa! ¡Sargento mayor, Reuben Atkinson! ¡Veterano de guerra! Esta mocosa intentó volarme la cabeza. ¿¡Quién es el verdadero peligro!? ¡Suéltenme de una maldita vez!

La mujer los miraba uno a uno mientras hablaban sin siquiera cambiar su expresión y observó cómo Wendy se acercaba paso a paso. Si bien Wendy era una niña, los militares no parecían estar dispuestos a creerles tan fácilmente. La mujer habló con dureza - Puedes llorar si lo deseas, niña, pero eso no cambia el hecho de que tuvieras un rifle en tus manos, la única de todos tus compañeros, cuando justo se escucha un disparo mientras se acercaban -.

Siguió escuchando y miró a Rose quien guardaba silencio - Parece que esta está convencida de su inocencia - aunque con su ojo lastimado y ahora los nuevos moretones, era la que se veía más mal. Observó a Fer con fiereza y se giró a mirar un momento lo que quedaba del cuerpo de Katrina - No parece que te importe el que tu compañera haya llegado partida a la mitad, y casi lo mencionas como si fuera una broma. ¿Y quién dice que no querías entrar a la fuerza para derribar nuestra defensa? Eres solo un imbécil si puedes ser tan frívolo - para luego escuchar a Reuben.

El anciano empezaba a ponerse cada vez más pálido y se agachó a verlo a la cara con una sonrisa - Muy bien, Sargento Mayor Reuben Atkinson, tiene frente a usted a la Teniente Coronel Morgan Conrad, quien tiene autorización de su General para encargarse. Usted puede ser un veterano, pero si lo que esta niña dice es cierto, no es más que un veterano que ha perdido el juicio y se apega demasiado a sus tiempos de gloria - y casi escupió las últimas palabras para ponerse de pie.

Mirando a sus hombres, habló - La niña entra. Con tanto lunático era de esperarse que estuviera así. Los otros tres irán a las celdas - y tras estas palabras, dos soldados armados tomaron a Wendy y la guiaron hacia dentro del refugio, mientras que el resto los rodearon, pusieron cuerdas alrededor de sus muñecas y torso, además de vendar sus ojos. Al parecer, lo que decían era cierto, y es que no dejarían entrar a cualquiera allí. ¿Qué sería de Wendy ahora que serían separados?

Sin importar si protestabas o no, te guiaron hacia adentro del refugio. Lo que viste fueron varias líneas de artilleros ocultas entre piezas metálicas abandonadas y algunos sacos de arena. Seguido de eso, un enorme portón de hierro bastante pesado con más personas vigilando.

Después de cruzar las diferentes barreras, entraste a lo que parecía una plaza grande con gente de todo tipo caminando por ahí, además de varios miembros del ejército que parecían estar patrullando los alrededores.

El lugar estaba iluminado por doquier, lo que se esperaría de un refugio militar, y tenía diferentes camillas que parecían servir como lugar de descanso para muchos de los heridos o que habían recorrido un largo camino para llegar. Justo al entrar, te registraron para deshacerse de toda arma que pudieras tener. Descubrieron que lo único que cargabas eran algunas de las pilas que habías conseguido en el centro comercial con Katrina y Rose, además de tu linterna que parecía haberse estropeado con el choque. Tras esto, te llevaron a la enfermería para tratar tus heridas.

En medio de la multitud te pareció ver una figura conocida, una que tal vez habías perdido la esperanza de ver. ¿Era tu madre? Tendrías que acercarte para asegurarte de esto.

Era difícil caminar así, pero sentían los rifles en su espalda, así que no había mucha opción. Los apresuraron y los llevaron por lo que parecía un costado, para luego sentir que la luz de los enormes reflectores que antes tenían apuntándoles se desvanecía. El temor de quedar en la oscuridad era palpable, pero de inmediato vieron que varias linternas industriales se encendieron, solo que no parecían estar entrando al refugio, sino yendo a otro lugar. ¿Cuánto caminaron? Era difícil de decir, pero tal vez diez minutos o más hasta que sintieron el fango en sus pies, haciendo difícil caminar para no resbalarse.

Por fin se detuvieron y escucharon una puerta metálica abrirse, o al menos creían que era metálica por el sonido que producía. Era una estancia más fría, lo cual indicaba que era más oscura que donde estaban anteriormente. Poco después, escucharon quejidos venir de los costados y tras un minuto más de caminata, les pidieron detenerse para ser luego empujados hacia su izquierda. Por fin se les retiraron las vendas de los ojos y las cuerdas de las manos, y notaron que estaban en una celda los tres juntos. Antes de poder protestar o hacer algo para escapar, el encargado cerró la celda y la aseguró.

Había suficiente iluminación como para que el lugar no se quedara en la oscuridad, pero no tanta como para considerarse un lugar completamente seguro. Cada celda estaba separada por una pared de concreto no demasiado gruesa, por lo que podían escuchar a los de otras celdas quejarse. Estaban en la penúltima celda de un largo pasillo y apenas y veían las siluetas de los otros presos a su frente y lados. El sangrado de Reuben había sido detenido con éxito, mas eso no quería decir que el viejo tuviera un muy buen semblante. De hecho, las heridas de todos habían sido tratadas y limpiadas, mas eso no quitaba los posibles dolores del choque. Tenían todas sus cosas en los bolsillos, aunque las linternas no parecían estar funcionando a su mayor capacidad.

No entendía bien el motivo: habían llegado allí huyendo de una bandada de ellos, había conducido con medio cuerpo de una compañera, incluso le habían disparado en el asiento trasero. Al salir consiguió mantener la calma. Cuando alguien del grupo parecía tener un problema de seguridad, se puso de su lado...

Y pese a todo, terminó preso. Algo que le provocó un gran gruñido. No quería hablar ni tenía ganas, así que cuando por fin recuperó la visión sencillamente se sentó en una esquina, como si aquello no fuese con él. Si lo pensaba dos veces, era raro que sólo la niña no hubiese sido arrestada: o eran unos hipócritas malnacidos o sólo querían convertirla en su jueguete.

Como fuese, estaba encerrado y poco podía hacer.

El ardor en su ojo volvía a ser tan desquiciante que había pocas cosas que deseara más que hincar los ojos en la cuenca y arrancarlo. Ya había asumido que iba a terminar por perderlo de todas formas, y la única pregunta era si lo perdería antes que la vida. Esperaba que no. Su cadaver ya iba a ser suficiente horrible de por sí. En cualquier caso, había poco que pudiera hacer en ese momento. Todavía no podía creerse que Katrina estuviera muerta, y casi igual de grave, no podía creerse que Reuben estuviera vivo.

El mundo tenía un sentido del humor perverso.

En cualquier caso, jugaba con la linterna entre sus manos, hecha un ovillo en una esquina de la celda. No se había preocupado por moverse donde hubiera más luz, y eso que mantenía el aparato apagado. A esas alturas, parecía que el espíritu de la mujer estaba por los suelos, y no parecía muy probable que fuera a ser especialmente proactiva en ningún intento de escape. De todas formas, no le parecía que hubiera forma humana de salir de allí.