Partida Rol por web

Cierto era que la situación de Victor no era prometedora para este, pero ¿qué más se podría hacer? ¿Dejarlo atrás sin más? Sería lo más sensato para muchos, pero la humanidad aún no se había llegado a perder a ese punto como para tomar una decisión a sangre fría con tanta facilidad. Sería difícil, sin duda, pero no imposible... y menos cuando la humanidad agonizaba bajo el apocalipsis de la oscuridad.

Al llegar, la luz tenue de la casa parpadeaba en ocasiones, mas no de manera violenta. Mientras tanto, en los alrededores de la bodega era fácil escuchar algo de movimiento, aunque no podrían decir con seguridad si eran Ellos o no. Estaba oscuro, pero la bodega tampoco tenía ventanas como para ver si había luces encendidas, así que era una apuesta de suerte.

Por otra parte, Victor estaba apoyado en uno de los coches tratando de soportar las náuseas, aunque eso no se pasaría tan fácilmente. No habían comido apropiadamente hace mucho y el cansancio se acumulaba, así que el estado de cansancio se hacía presente.

Algo que era solo para tu aguda audición y que de seguro tus compañeros no podrían escuchar eran unos cánticos que parecían provenir de la dirección en la cual se encontraban las dos edificaciones. Era un rezo, algo similar a lo que escucharon en las cloacas.

Soy muy consciente de que estoy en la boca del lobo, pero el miedo no me hará mella porque hemos vivido esta situación durante tantas veces que sólo el hecho de sentir esas garras sobre el suelo para inquietarnos nos da a entender que la oscuridad intenta absorbernos. Aún así, en el riesgo puede estar la osadía y el peligro, estoy segura de que tenemos que hacerlo de alguna manera y por ello mantengo la luz pegada a mi, o iluminando el entorno cercano de las tres. 

—Esto será muy difícil, no debemos dejar de iluminarnos mientras avanzamos. 

Y dio un paso más, está claro que quiero llegar al menos a los comestibles aunque puede que no haya nada y el segundo piso, habría que tantear esas escaleras. Si esto es ruina pura, en verdad que nos costará lo suyo pero confío en el sigilo de Wendy y en que Rose no grite. Nosotras podemos. 

¿Humanidad? ¿Reuben tenía de eso? Un poco. Demasiado poco. De hecho, la respuesta era: prácticamente no. En esos momentos si estaba en un grupo y accedía a ayudarles, era solo por pura conveniencia propia. Él no veía por nadie más que no fuese sí mismo; tampoco se sentiría mal si uno, dos... o todos a excepción de él moría. De hecho, le daba igual. Solo quería llegar a un refugio militar. De hacerlo, podría dejar de ver sus caras.

La oscuridad y el apocalipsis no había hecho más que romper las pocas reglas morales y legales que lo ataban. Solo eso. Por lo mismo, ver a Victor en tan deplorable estado, y dejándole en bandeja de plata la posibilidad de no tener que cargar con él, con el seguro de que moriría asesinado por esas cosas, era perfecto. Una bendición. Dios estaba de su lado.

—Esas cosas no existen, capullo —fue lo que respondió con un bufido incrédulo a Fer, ante su referencia. Y mientras una malintencionada sonrisa fantasmal aparecía en su arrugado rostro, miró la bodega—. Supongo que tienes razón, deberíamos ir a la bodega. Aunque quizá haya un desgraciado que se nos ha adelantado. Deberías estar preparado para matar de ser necesario —y por un momento miró a Victor—. Algunos lo necesitan por piedad —y rio un poco, aunque de aquella forma desagradable—. El ciego por fin propone algo conveniente. Dejémoslo aquí, a menos de que quieras cargar con esa carga por mucho más.

Fer tuvo que reconocer que cuando el anciano cortó de ese modo la broma, algo que había hecho en parte por él, sintió el impulso de hacer que su cara conociera el suelo varias veces a gran velocidad. Sin embargo, contuvo el impulso mientras dejaba en el suelo al ciego.

Escuchó lo que decían unos y otros y finalmente terminó por gruñir.

Dejarlo sólo podría ser su muerte. Así que elije: o vas tú solo y exploras o te quedas con él y exploro yo.

Replicó, dejando ver un poco de mal humor. Además, le habían hecho asegurar que cuidaría de Víctor y tampoco era algo tan importante.

O al menos esperemos cinco o diez minutos a recobrar el aliento antes de seguir todos.

Concluyó. Aquello era el maldito fin del mundo y todos parecían tener prisa. Si iban al morir, al menos hacerlo con calma.

Estoy muy decidida a encontrar aquello y mientras voy dando unos pasos piso algo con el pie, un escalofrío siento en todo el cuerpo cuando voy a iluminar lo que está allí. Son baterías, no muchas dos paquetes que quizás sirvan para las linternas así duran un poco más. El hecho es que los gruñidos, hasta el goteo constante de la saliva en el suelo de esas fauces es totalmente inquietante. Dudo que podamos subir más, dudo que siquiera tengamos más oportunidades que esta. 

—Encontré dos paquetes, no creo que podamos meternos allí están demasiado cerca—comento al sentirlos respirar, como si esperasen un tropiezo mío—. Tenemos que salir, esto traerá cola. 

Y sin más emprendo la marcha en la salida, iluminando el suelo, los alrededores, intentando que aquello no nos abrace. En el suelo hay unos paquetes de snacks que vaya a saber de cuando son, también los cojo y unos chocolates desperdigados como si hubieran salido corriendo con las manos llenas. No es mucho, pero nos sirve para darle algo al estómago antes de que terminemos en el suelo. 

—Con esto, algo es algo. 

Ya era hora de salir, el ambiente se tornaba demasiado denso, escalofriante y quizás lo que podía ser de importancia estaba a un paso de que nos devoren. No pude con esa sensación de miedo, con la necesidad de sobrevivir a esto y por ello es que di mis pasos hacia delante para abandonar el centro comercial junto a ellas. No podíamos estar más allí. 

Habían tenido la fortuna de poder encontrar baterías y algunos bocadillos, pero ¿sería eso suficiente para todos? Tal vez Rose y Wendy pudieron ayudar a cargar cosas y aunque Katrina iluminaba el camino, aún seguía habiendo mucha oscuridad. Lo cierto era que las linternas empezaban a titilar, por lo cual lo más sabio era cambiar las baterías. ¿Por turnos? ¿Cómo lo harían teniendo las manos llenas?

Mientras tanto, los pasos se acercaban, aunque había otros que se alejaban. ¿Acaso Ellos estaban tomando una posición en la oscuridad? ¿Una formación? ¿Podían llegar a mostrar ese grado de inteligencia?

Esas dudas agolpaban su cabeza mientras salían de allí, pero lo que tal vez podría haber sido un incidente cotidiano, se volvió un signo de alerta. Una vidriera que no estaba deteriorada se rompió de repente mientras que algo se movía en las sombras de la entrada. Sin duda, estaban esperándolas. ¿Cómo salir de allí con vida? Necesitarían más que solo astucia para librarse de lo que podría ser una muerte segura. Si la suerte estaba de su lado, volverían junto con sus compañeros.

Si miraban alrededor, podrían ver que había lo que parecían unas escaleras hacia su derecha. Estas bajaban, así que seguramente llevaría a un sótano o un parqueadero del centro comercial. ¿Habría una salida? Tal vez, pero ¿valdría la pena correr el riesgo?

A pesar de la propuesta de Reuben, este no se alejó. Sabía que solo era hombre muerto, así que lo mejor que podía hacer era mantenerse con el grupo. Incluso siendo reducido era lo mejor.

Los cinco minutos de descanso fueron buenos para todos, por lo cual pudieron descansar lo suficiente como para poder seguir y las náuseas de Victor bajaron un poco. El color regresó a sus labios y aunque el dolor no había desaparecido, se encontraba en mejor disposición.

Un murmullo suave y fantasmagórico empezó a llegar a sus oídos de a poco. ¿De dónde venía? De la dirección en la cual estaba la bodega. La luz suave de la cabaña se asemejaba a la luz de una vela, así que podría ser el indicio de humanidad en ese cementerio. Mientras tanto, veían que a medida que se acercaban a las edificaciones, los autos parecían más nuevo. Era posible que estuvieran organizados de manera que fueras viendo lo más bonito desde la cabaña, y lo demás se dejara solo para los coleccionistas nostálgicos.

El sonido de una reja siendo movida con violencia llamó su atención y al apuntar sus linternas hacia allí, notaron que empezaban a parpadear. Después de tanto tiempo en uso, era natural que fallaran pronto. ¿Eran Ellos? La luz intermitente solo mostraba figuras que huían al contacto con la luz, así que era posible. Lo cierto era que quedarse quieto no era una muy buena opción.

¡Somos personas! -bramó Fer, la verdad es que se sentía mucho mejor después de aquel pequeño descanso- ¡Como no escuche una respuesta, los trataremos como si fuesen Ellos, enemigos, hostiles!

La verdad es que se sentía nervioso y el corazón le latía fuerte, pensando que era un momento donde cualquiera podría morir. No dudé en coger un ladrillo, piedra, u objeto grande y contundente para, cual película, reventar uno de los cristales en busca de entrar en uno de los coches nuevos. Con fortuna tendría la llave de repuesto dentro, con mala fortuna... tendría que hacer un puente. En las películas era fácil ¿no?

Wendy dio un respingo al escuchar el sonido de los cristales haciéndose añicos, y apuntó con su escopeta en esa dirección como acto reflejo. 

-¡No podemos quedarnos más tiempo aquí! ¡Hay que salir cagando leches!

 Las escaleras que descendían parecían una vía de escape a corto plazo. Al fin y al cabo, nadie construía un parking o un sótano con un único acceso. Pero era imposible saber qué encontrarían allí. Bueno, no era la primera vez que tenían que bajar a lo desconocido para poder seguir viviendo un poco más.

-¡Por allí! -les gritó a las rubias-. ¡Vamos! 

Allí arriba estaban demasiado expuestas. Ellos podían venir de todas direcciones, rodearlas con facilidad. Rezando para no cagarla, echó a correr hacia las escaleras. 

No era un cobarde, pero tampoco era un imbécil. La mejor decisión por sobre todo fue quedarse con aquel par y descansar todo lo posible. Y para su fortuna, esta vez fue la decisión indicada. Su dolor estaba lejos de irse, pero ese pequeño respiro le permitiría caminar por un rato más. ¿Pero por cuánto podría seguir así? Probablemente no por mucho si no descansaba en condiciones. Y él lo sabía.

—¿Qué se supone que haces? —con cierto desagrado, Reuben miró a Fer. Él no parecía estar demasiado asustado ni siquiera de que sus linternas comenzasen a fallar. Y además, sus intereses en entrar a la bodega iban mucho más allá que simplemente buscar las llaves de un coche funcional. Por lo mismo, le molestó un poco la cobardía (cosa que en verdad era prudencia) de Fer. Pero no podía decir mucho más; no estaba tan loco como para no saber que intentar ir más allá era peligroso— Eres un completo cobarde. Pensé que por lo menos tendrías un poco más de cojones —claro que no perdería la oportunidad para hacerse sentir superior y valiente.

El descanso no había mitigado el dolor de su pierna pero si que le había ayudado a acostumbrarse a él lo suficiente como para poder concentrarse en algo que no fuesen las punzadas intermitentes que le recorrían incesantemente el espinazo.

Si bien aún sentía los labios secos y se los iba humedeciendo constantemente con la lengua.

-Escucho cánticos... similares a los de las alcantarillas-dijo con su voz algo quebrada por el dolor.

-De allí-Dijo levantando la mano y señalando en dirección a las edificaciones.

El alterado grito de Fer hizo que todo su cuerpo se pusiese en guardia; pese a no ser consciente de que las linternas empezaban a parpadear, el tono de voz de su compañero fue suficiente información como para saber que las cosas se estaban complicando.

Rose se mantuvo en silencio mientras buscaban, pero era aparente que estaba aliviada de que hubieran encontrado algo. Si había algo que había temido era que aquella pequeña aventura no diera ningún fruto. El único problema estaba en que, por muchos frutos que diera, difícilmente iban a valer de nada si terminaba muerta antes de siquiera salir de allí.

Y las vidrieras rompiéndose sumadas a los movimientos que escuchaban le daba a pensar que era muy probable. Pero no quería morir. No quería. No todavía, por lo menos. Eso significaba no discutir. Así que hizo caso a la idea de Wendy, aunque tardó poco en aportar algo.

—Voy a cambiar las baterías de mi linterna —anunció en voz alta. Cuando daba ordenes su voz sonaba inusualmente segura.—. Después... después cualquiera de vosotras dos. Tú misma, Katrina. Y por último tú, Wendy. Siempre... siempre dos fuentes de luz.

Sorbió por la nariz y la magia del momento se perdió un poco. Tenía ambos ojos abiertos, incluso el que se había herido, que en ese momento tenía mucho mejor aspecto. Estaba claro que incluso si terminaba de curarse dejaría una herida fea para el recuerdo, pero al menos todo apuntaba a que no perdería la vista. No antes que la vida, de todas formas.

Las linternas comienzan a flaquear, era obvio si las venimos usando hace rato ya y vaya a saber como tenía la batería de por sí. Pero entre los ruidos, la presencia que abruma los sentidos y la realidad de que estamos expuestas a una muerte casi segura, hace que tarde unos segundos en reaccionar porque estaba demasiado atenta a cada movimiento como si de alguna manera quisiera evitarlo. 

Pero ante las palabras de Wendy, asiento conforme pero se estaba alejando de nosotras. 

—¡Wendy! ¡No!

No quería que nos deje solas, además tampoco es que le durará demasiado lo que tiene de luz y quedaría atrapada en la oscuridad. Esto hay que hacerlo en conjunto, asegurarnos de que la luz no nos falle y mantenernos firmes siempre juntas porque un descuido, por muy simple que parezca nos llevará a la muerte. 

—Cambiemos al menos las baterías de Rose, ella lo hará y nosotros la rodeamos—sugiero sin saber si la chica regresa y abrazo a mi amiga por la espalda mientras ilumino—. Tendrás que ser rápida, yo te cuido. 

Una vez la rubia pueda hacerlo, seguiríamos. Ya después deberé cambiar yo. 

Wendy detuvo su carrera ante la petición de Katrina. A desgana.

Todo su instinto le decía que tenían que salir de allí inmediatamente. Pero la experiencia también le decía que separarse y avanzar sola era una sentencia de muerte.

-Está bien, pero daos prisa, joder...

Wendy volvió junto a ellas. 

-Te cubrimos, Rose. Tú cambia eso rápido.

Se puso a enfocar en la dirección contraria a Katrina para tener el mayor ángulo de luz entre las dos. 

¿Era aún oportuna la advertencia de Victor? Tal vez momentos antes, pero ahora las luces de las linternas estaban siendo cada vez más tenues, lo cual les ocasionaría problemas serios si no hacían algo al respecto rápidamente. El ladrillo que Fer lanzó, atravesó los vidrios de un auto de manera ruidosa. Tan fuerte fue el eco que casi parecía que aquello hubiera roto con el silencio de la noche.

Los cánticos parecieron cesar para luego ser reemplazados por gruñidos. Cualquiera de los tres que apuntara su linterna, hizo que el rostro de sus persecutores fuera revelado. Fue solo un momento, en un estallido de lo que podría considerarse mala suerte, pero tanto Fer como Reuben pudieron verlo por un momento. Lo que Victor escuchó fue el chillido que le siguió al haber sentido la linterna tan cerca. El chillido fue tan agudo que por un momento perdieron el equilibrio, aunque no fue suficiente para caer al suelo.

Los autos no parecían tener las llaves allí mismo, pero tal vez en la casa podrían estar. Las linternas se seguían apagando y se agotaba el tiempo. ¿Qué hacer en una situación como esa?