Partida Rol por web

Las palabras de Gloria no le tranquilizaron, ella era la unica que podia ver a las personas tal cual eran. Le hizo caso y no los miro a los ojos, a pesar de que siempre hacia eso, pues era la forma en que un predador se media con otro, una muestra de poder y voluntad.

-Saludos viajeros- les dio la bienvenida con esa voz fuerte y antinatural que poseia, se acerco directamente hacia el nuevo grupo de viajeros, despues de todo, si estaba mas cerca podria saber mas sobre donde habian estado. Sal de mar, clorofila de pinos, barro rojo o simplemente por el olor a lo que hayan comido seria una buena pista. De todos modos trataria de ser sutil, aunque era dificil en él. Sabia que sus compañeros lo apoyarian de pasar algo, aunque dudaba que pasara...

Tras comprobar los integrantes del grupo, y ver que uno de los nomadis ya se está encargando de la carreta, olfatea un par de veces el aire desconfiado mientras los mira a todos uno a uno. Más gente, fantástico. Y todo un carruaje lleno de mercancías de algún comerciante pudiente. Así que se da la vuelta y retrocede hasta la mesa donde estaba disfrutando de un tentempie, sumido en su mutismo.

Negando con la cabeza, no hace falta poder ver el alma de alguien o realizar un lazo empático para ver que desaprueba con mucho el comportamiento del vradeno. Y queriendo demostrar exactamente lo contrario, se acerca a vosotros, más concretamente hacia el único que se ha dignado a saludar, Arbahin, sin mostrar siquiera un ápice de miedo o preocupación.

-Saludos también a vosotros, viajeros. Puedo imaginar que venís a usar los servicios de la encantadora familia Xasheen, aunque he de decir que pareceis más un grupo organizado que los retales que nos hemos unido aquí desde hace unos días, esperando a "un gran cargamento que tiene que llegar de aquí a nada, para subir rio arriba". Así que espero seais vosotros, o probablemente no haya sitio en la balsa para nadie más. -Muestra una sonrisa cordial. -Pero perdonad mis modales y dejad que me presente. Soy Aditya, mística trotacaminos, herbolaria y creadora de pociones si hace falta. Los dos humanos son Kate y Jhon, viajan juntos desde hace tiempo y llegaron aquí antes que yo, y eso que llevo tres días esperando. El grandullón emplumado ha llegado esta mañana, y no he podido sacarle el nombre. Y por último, la rata gruñona es Árdigant. Pero no le hagais mucho caso, lleva un par de días aquí y se los ha pasado quejándose de que ya iba tarde. Y, ¿puedo preguntar vuestros nombres?

-Yo soy Kromwill-dijo el guerrero, con una ligera sonrisa. Pasó una ligera mirada por el pintoresco grupo, evaluándolo ligeramente más de cerca.

-Sin embargo, me temo que no tengo tantas habilidades detrás de mí que me respalden. Mi único talento apreciable, además de mi encanto, es mi manejo de la espada. Y si mucho no me equivoco, creo que nosotros somos aquellos a los que los Xasheen estaban esperando. En cuanto al resto del grupo, sin duda preferirán presentarse por sí mismos. 

Aunque sus palabras habían sido joviales, tenía el brazo derecho apoyado en el pomo de la espada. No de un modo agresivo, de hecho, más bien parecía un gesto muy despreocupado de aquel que está acostumbrado a usar su arma... Pero no por ello cabía ninguna duda de que podría echar mano rápidamente de ella si las cosas se ponían feas. 

La presentación de los recién llegados terminó por obligar al draconiano a levantar la mirada del libro y sacudir la cola, inquieto. Gente nueva significaba tensión y preguntas, pero sobre todo una nueva oportunidad de conocer nuevas culturas. ¿Qué secretos esconderían?

- Eres un vago, Krom - dijo el draconiano, acercándose con el tomo bajo el escamoso brazo y agitando la cola - Yo haré las presentaciones: aquí mi peludo amigo es Arbahin, nuestro cazador y explorador; con Elius te llevarás bien, Aditya, y seguro que tendréis temas comunes de los que hablar - dijo, señalando alternativamente - La encantadora dama es Gloria, sierva de Oxidion y es la faceta hermosa de nuestro variopinto grupo. Lom es nuestro conductor, y si le dais tiempo os contará mil y una historias. El chico inquieto es Imhol, que además de correr como el viento es una maravilla con su lanza, y por último, y no por ello menos importante, yo. Soy Gruntah, hechicero, cronista y el único de por aquí que les recuerda que hay que preguntar antes de apuñalar.

El tono jovial del draconiano ya era conocido por el grupo, y sabían que utilizaba esa táctica para aliviar la tensión que flotaba en el ambiente.

Arbahin tenia un gran respeto por las mujeres, de una forma casi instintiva. Dadoras de vida, madres y compañeras. En una manada de lobos comunes, siempre habia una hembra dominante, junto con un macho dominante, eran los encargados de mantener la manada en orden... Aun asi, se sentia incomodo, presentarse siempre era una molestia, sobre todo para alguien al que el hablar le resultaba molesto. De hecho la actitud del vradeno le parecio incluso comprensible. Por suerte Grutah hablo por todos ellos. Pero el enorme lobo penso que seria una falta de respeto no hacerlo.

-Arbahin- dijo mientras miraba de reojo a los dos humanos-. Pronto podremos cruzar y seguiran su camino- una vez mas sus ojos volvieron hacia la extraña mujer-. ¿Pudieron llegar sin contratiempos? Hay bandidos asolando el camino...- de seguro los malhechores solo habian ido a por ellos y unos cuantos viajeros que iban con lo puesto no eran tan tentador.

-Gruntah, lo de aquél tipo al que atacamos no cuenta - Dice el lancero como respuesta al mago en lo referente a "atacar antes de preguntar" - Llevó la mano a la empuñadura de la espada, ¿quién podría pensar que en vez de espada fuese a sacar aquél artilugio tan raro? Además, luego se demostró que el artilugio era peligroso, a si que a saber qué iba a hacer - Comenta recordando un encontronazo con un extraño tipo que tuvieron años atrás.

Después de ello se queda mirando al draconante unos segundos y se gira hacia la mujer.

-Encantado, milady - Dice Imhol como modo de presentación mientras se inclino, pero queda patente que las palabras y el trato con otros no son su fuerte, pues el gesto deja clara la diferencia de altura entre él y "la rata gruñona" y podría ser interpretado incluso como una falta de respeto a pesar de no haber sido realizado con ninguna mala intención.

Después el ventante se incorpora y simplemente mira hacia adelante para sentir el aire.

La falda ondula de un lado a otro mientras camina, no lo suficientemente larga como para alcanzar la rodilla, no lo suficientemente corta como para no llegar más allá de un palmo desde el comienzo. Cuando su compañero se inclina a susurrarle otra cosa, ella sonríe y asiente devolviéndole la mirada. Cuando vais haciendo las presentaciones, espera a un instante de pausa y se adelanta, haciendo una ligera inclinación.

-Como ya ha dicho la chica unicornio -que le dirije una mirada de extrañeza-, yo soy Kate y éste es el cascarrabias de Jhon. Podría decirse que soy una bardo, mientras que él es un ex-soldado. Aunque principalmente somos vagamundos, yendo de aquí para allá. -No podeis evitar daros cuenta de que, aunque trata de hablar para todos, no puede perder ojo del Gruntah. Cuando se hace demasiado obvio, se sonroja mirando a un lado y luego le encara directamente. -¿Has dicho cronista? ¿Podrías enseñarme alguna historia mientras esperamos?

Sin embargo, la interactuación de su compañero es bastante más corta que la de la señorita de cabellos rosados. Cuando Kate lo nombra, suelta una especie de gruñido de acuerdo y os ofrece la mano en un gesto extraño*. Luego, parece acordarse de algo y la retira, como si aquello lo molestase un poco. Sin embargo, parece más interesado en el cargamento que el nomari está descargando, pesando y volviendo a guardar de manera metódica, mientras Lom le echa una pequeña mano y contrasta datos.

Gloria ha pasado la mayor parte del tiempo al lado de Kromwill, sujetando las riendas del caballo. Aunque no hay nada extraño en su postura, y la imposibilidad de verle los ojos hace su expresión difícil de interpretar, para alguien que la conozca y esté acostumbrado a ella, es evidente que está nerviosa. Sin embargo, y ya que parece que todo el mundo está entablando conversación, su carácter abierto parece poder más que ella, aunque aún así, su forma de mover la cabeza resulta curiosa, como saltando de un lado a otro.

Disculpad mis modales. Bueno, nuestros modales. Ha sido un viaje largo, y con más inconvenientes de los que esperábamos. Pero lo importante es que estamos aquí.

Como bien ha dicho mi compañero, mi nombre es Gloria. Por gracia del destino, sirvo al dios Oxidión como sacerdotisa, pero si vosotros tenéis otra religión, no os preocupéis por las formas, os lo ruego. Mi credo predica que a la gente se la debe valorar por lo que es y por el equilibrio que puede traer al mundo, y no por lo que cree. Además, en el camino todos somos viajeros antes que personas. Será un placer compartir nuestras historias y nuestra compañía, hasta que nuestros caminos se separen.

Al draconiano se le abrieron los dobles párpados de golpe y se irguió tan alto era en cuanto la joven mostró interés por sus historias. ¿Cuánto hacía que nadie le pedía una fábula del rico legado del pueblo draconiano? ¿Acaso a nadie le interesaba la historia de Almadroth y el Árbol de la Sabiduría? ¿O el cantar del Bosque Silencioso y la Cueva Atronadora? Pensó que sólo era que el tiempo de las buenas historias había quedado atrás, pero sólo era que sus compañeros no apreciaban un buen relato.

- Por supuesto, joven humana, podré contarte alguna buena historia mientras esperamos - dijo, cerrando el libro de un golpe y guardándolo en su petate. Apoyándose en su bastón, aunque realmente no lo necesitaba, indicó con un ademán a la joven que caminaran hacia el río para poder hablar, mientras sus compañeros veían cómo agitaba la cola lleno de emoción - ¿Has oído alguna vez el cuento del dragón que se comió una luna?

La charla se reduce poco a poco, mientras podeis ver cómo Gruntah se aleja con la humana hacia las cercanías del rio. En ese momento, la nomari de antes sale acompañada de un hombre de su misma especie y un poco más mayor que ella, por lo que se podría decir de su aspecto. Él baja las escaleras reuniéndose con los dos pequeños, mientras ella se queda un instante más para asegurar que todo marcha, y luego baja y le pasa la mano por encima de la cabeza a los dos niños con un gesto tan maternal como la sonrisa al verlos llegar. No necesitais ni que Lom os confirme que sin lugar a dudas debe de tratarse de Ila y su marido. Con la tranquilidad de quien tiene todo bajo control, se os acerca y os saluda con un gesto.

-Bienvenidos seais, Lom y compañía. Os estábamos esperando, pero aun así me temo que no podremos salir hasta por la mañana temprano, porque el ascenso del Zandial se complica con respecto a la cercanía de las lunas. Y por favor, disculpad mi descortesía y las prisas por entrar en el negocio, son cosa de la sangre. Mi nombre es Ilanela, aunque es costumbre nomarí que solo los más allegados usen el nombre completo, así que podeis llamarme Ila. Ya conoceis a mis dos hijos y ese es mi esposo, mientras que los dos zagales que he mandado a trabajar son mis hermanos. Pero seguro que mi estimado Lom ya os ha hablado de nuestra familia, si habeis conseguido que hable. Así pues, os invito a pasar a la zona trasera, disfrutar de un refrigerio y la comodidad de un asiento, sentíos como invitados. Y para la noche, podemos ofreceros alojamiento, techo y unas mantas, a menos que gusteis de algo más, en cuyo caso agradecería me lo comentaseis ahora. -A mitad de la parrafada se ha encargado de poner el grupo en movimiento sin dar atisbo alguno de que su estado le impida moverse con celeridad, y frente a vosotros podeis ver un par de mesas alargadas en el centro de un claro, con bancos como asiento, así como una tercera mesa junto a una pequeña cocina exterior que presenta unos cuantos platos y bebidas variadas. Árdigant vuelve a estar sentado, bebiendo de una jarra un líquido tinto que bien parece vino, y cuando os ve aparecer lanza una mirada de resignación y sigue a lo suyo. -Comed y bebed lo que querais, Erelieva se ha encargado de la cuenta, y siempre que no causeis mucho alboroto no tenemos vecinos que se puedan quejar, a excepción de mis padres. Pero están más que acostumbrados. -Una sonrisa acude al rostro. Entonces se vuelve. -¡Nym, Pal, venid aquí ahora mismo! -Los chiquillos aparecen corriendo, como esperándose la reprimenda que viene a continuación. -Pal, te he dicho que no me gusta que te lleves a tu hermano lejos, y para haber avistado el carro tenías que estar por lo menos en el tercer árbol. Esta noche te quedas sin postre. Y tú, Nym, también, por no pensar con la cabeza y hacer caso a tu hermana.

Caminando a tu lado, no puedes evitar notar que siente verdadero interés por tus palabras y que no deja de mirarte de arriba abajo por el rabillo del ojo. Tus compañeros se marchan con la nomari que ha salido antes, y mientras Kate te responde.

-¿No es esa la historia de un dragón caprichoso que voló y voló hasta llegar a la luna, y se la comió causando un gran alboroto, solo para luego ser castigado y tener que comérsela durante medio ciclo y luego expulsarla el otro medio? ¿O es más literal, y antes teníais cuatro lunas? -Al llegar a la orilla, se descarga de la funda que lleva a la espalda y la deja en el suelo. Y al soltarla, puedes notar cómo se hunde un poco en la hierba, como si pesase bastante más de lo que parecía. -Da igual, cuéntamela. Me encantan las historias. -Dice sentándose en la hierba, mirándote como un niño observa a un cuentacuentos.

Gruntah apenas escuchó lo que tenía que decirle la dueña de las instalaciones, porque estaba encantado con un público para él sólo. En toda su existencia nunca había podido disfrutar de alguien que escuchara sus historias con tanta atención y emoción. Sólo su madre, que de vez en cuando le prestaba atención cuando quería contarle alguna de sus aventuras, asentía de vez en cuando y le miraba con gesto complaciente mientras seguía con sus tareas.

- Esa es más nueva - dijo, hinchándose de orgullo - Y ni siquiera es nuestra. Verás: dicen las leyendas de mi pueblo, que al principio, cuando el mundo estaba regido por los grandes dragones, tal altos como montañas y con un aliento capaz de fundir el acero sin problemas, había cuatro lunas. Syrce, la más pequeña de todas, es la luna de la que te hablo. Pues el caso es que había un dragón llamado Troncahltur, un maravilloso ejemplar con las escamas de un plateado brillante, vivía sólo en unas colinas cerca del Fin Del Mundo. Allí se dedicaba a gimotear porque se sentía desolado por no tener una compañera con la que compartir su vida.

En aquel momento, Gruntah sintió una leve puñalada de dolor en su pecho, pues en ocasiones, cuando nadie le veía y sabía que podía suspirar y soñar sin que sus compañeros le hicieran burlas, se sentía como Troncahltur.

- Una noche reparó en Syrce, que brillaba con más fuerza de lo que la había hecho nunca. El dragón, que ya era anciano y no veía con claridad, pensó que era el fulgor de una dragona con las escamas más hermosas que había visto nunca. Así que pasaba las noches en vela observando su brillo, maravillado con la calidez que embargaba su interior al mirar a aquella dragona que iba a visitarle cada noche. Pero Troncahltur quería más. Quería sentir su calor, acariciar con su hocico su lomo y aparearse con ella. Pero por más que suplicaba, la dragona plateada no bajaba nunca junto a él, y se quedaba allí en lo alto, volando en el cielo. Finalmente, desesperado, Troncahltur alzó el vuelo con sus potentes alas y se elevó hacia el cielo: si ella no iba a él, él iría a ella.

La historia llegaba a su fin, y dejó unos segundos de silencio para que la impaciencia en la muchacha aumentara. Sabía cómo hacer que una historia fuera emocionante.

- Dejó atrás las colinas hasta que no fueron más que un borrón en la oscuridad, y cuando llegó hasta la dragona, comprobó con dolor que sólo era una Syrce. Nuestro protagonista lloró amargamente, y sus lágrimas cayeron a la tierra desde tan alto, que se convirtieron en estrellas de fuego. Por eso a las estrellas fugaces de invierno mi pueblo las llama "Lágrimas de Troncahltur". Pero el dragón quería volver a sentir esa calidad que le embargaba cada noche, y sabía que si volvía a su morada nada sería lo mismo. Así que abrió su formidable boca y se tragó la luna de un sólo bocado. 

Gesticuló, moviendo las garras como si fueran una gigantesca boca de dragón que se tragara algo.

- El dragón se llenó con la luz y el calor de la luna, y nunca más se sintió sólo. Pero como no podía volver a la tierra porque se había convertido en una criatura de pura luz, decidió viajar por los cielos por toda la eternidad. Fin.

Arbahin no logro presentarse ante la Ila y esposo, pues estos los arriaron hacia dentro sin dejar de hablar ni un segundo. Le recordo a Imhol cuando hablaba de algo que le entusiasmaba y el ventante parecia poder hacerlo casi sin respirar. Mientras entraba el licantropo hecho una mirada al hombre rata, ocultando sus instintos, pues mas de una vez las ratas eran su alimento al no haber nada mas grande.

Lo bancos eran fuertes, pues debian hacerle frente a todo tipo de seres, aun asi, Arbahin se sento con suavidad. Se sentia bastante hambriento, la jornada habia sido extenuante, sobre todo para alguien como él que nunca se quedaba quieto.

-¿Por que no podemos cruzar ahora?- pregunto mas por curiosidad que otra cosa, no tenia prisas en llegar.

-Pero compañero -responde Lom al escuchar la pregunta del licántropo-, si quisiésemos cruzar, habríamos marchado con la otra caravana hasta el puente que hay rio abajo, en vez de subir por un costado. No, lo que nosotros queremos es seguir subiendo por el zandial. -Y pasa a la mesa de la cocina, recogiendo un cuenco de madera y sirviéndose unas porciones de comida, antes de volver a sentarse.

Kromwill respondió al saludo con un asentimiento de cabeza y una sonrisa. Aquella familia parecía buena gente, y siempre se había sentido muy cómodo entre aquellas personas hospitalarias y atentas. Quizá era algo que él siempre había aspirado a ser, la típica persona que intenta hacer que los demás se sientan bien. 

Pero se quitó esos pensamientos de la cabeza. Ahora mismo, debían comer algo, organizar guardias para vigilar la carga y descansar. 

Complacido ante el amable recibimiento de Ila, me dispongo a hacer uso de su propuesta y llenar un poco el estómago para recuperar fuerzas.

En el momento de sentarme, fijo mi objetivo en el banco que me hará quedar al lado de Aditya, no sin antes buscar la aprobación de mis compañeros con una mirada cómplice. No quisiera ser descortés con ellos sentándome muy alejado de mi grupo original, pero como era de esperar (y como Gruntah ha mencionado), cuando Aditya se ha presentado ha llamado mi atención, y desde ese momento estoy deseando de entablar conversación con la wulfran para compartir impresiones y conocimientos.

Un asentimiento por parte de Arbahin me anima a ello, así que cogiendo poco de comida antes de sentarme, tomo lugar a su lado.

- Saludos, Aditya. Como te ha dicho Gruntah, me llamo Elius, y soy el curandero del grupo -me vuelvo a presentar con una sonrisa afable.

- ¡Vaya! Casi compañeros de profesión, ¿eh? -responde alegremente sorprendida la mujer. Sigue manteniendo la simpatía que ha usado al presentarse, despejando las pocas desconfianzas iniciales que había tenido (como mis compañeros) cuando hemos visto aparecer a los desconocidos por primera vez.

No pasa mucho rato de cháchara, y em encuentro enfrascado con Aditya en una conversación sobre plantas y pociones.

Gloria, pese a todo, se siente bien al ver la energía con la que la madre de los níños lo despacha todo. Hay algo de especial en los hogares, en el bullicio y el ajetreo que los acompañan, algo que la enérgica figura de la matriarca Xasheen, su aura llena de vida y su energico y directo parloteo transmiten muy bien. No hay nada que cante más a la vida que una familia bien avenida.

Sus ojos se posan un instante en algo en la forma de la mujer. Un brillo difuso, blanco radiante, que titila dentro de su vientre, como un pajarillo que aletea a punto de echar a volar, fundiéndose con los colores de la madre, iluminando su aura. Sonríe abiertamente. Es abosultamente maravilloso.

Por una vez se siente más afortunada que sus compañeros. No hay palabras para describir la imagen a quien no la haya visto, y es una pena. Es algo por lo que merece la pena vivir.

Quizás, algún día, yo podría llevar algo así dentro...

El pensamiento es reconfortante, pero a la vez siente una punzada dentro de sí. Sí, claro que podría. Es mujer, está sana y su cuerpo tiene edad para ello. No sólo tiene edad, a veces incluso se diría que lo desea, un impulso que bulle dentro de ella de repente, sin razón aparente y sin que haya nada que se lo recuerde.  Si alguna vez quisiera... si alguna vez el anhelo fuese tan fuerte y tomase una decisión, Kromwill seguro que...

Una oleada de rubor le sube por las mejillas, y rápidamente posa la vista en algo río arriba para disimular el sofoco. El pinchazo dentro de su pecho se hace más intenso.

Sí, Kromwill le daría hijos, si se lo pedía. Estaba seguro. Y sería un padre maravilloso. Fuerte, bondadoso, honrado y leal. Pero... ¿Debe?. Si da a luz a un hijo, sabe que hay muchas posibilidades de que sufra la misma aflicción que ella. Está en la sangre. ¿Y qué harían entonces? No hay sitio para la debilidad en esta tierra. El resto de las gentes no serían tan bondadosas como el sacerdote del templo, no serían tan abiertas como sus amigos. Durante sus años de juventud, fue respetada por ser pupila del Templo. Sin esa protección, no cree que a su posible hijo fuera a irle tan bien. ¿Qué harían entonces, darlo al templo?

Sacudió la cabeza. No. Había visto lo que eso le había hecho a sus padres. Lo había sentido, una franja púrpura en su aura, serrada y de aspecto cruel. Una herida en el alma. La marca de una pena que había pasado y se había olivdado, pero que nunca se curó, que nunca se curaría.

¿Es eso lo que quería para él? ¿Imponerle ese dolor por sus propios deseos? ¿Negarle la alegría de tener hijos por su miedo, por sus defectos?

Sacudió la cabeza. No. Kromwill era un hombre maravilloso. No se merecía algo así. Se merecía algo mucho mejor.

Con una sonrisa agriudulce en los labios, Gloria les pasó una mano por la cabeza a Pal y Nym, mientras susrraba al pasar junto a ellos.

No os preocupéis, ya os daré yo luego algo del mío.

Dicho lo cual, pasó y se dirigió a la mesa. Al tener la mente algo más tranquila, y ver como el resto del grupo se juntaba con los otros viajeros, decidió armarse de valor y hacer algo que su cuerpo le pedía que evitase, pero que su mente le decía que debería hacer. Buscó la figura del extraño hombre, el ex-soldado y, tratando de controlar el temblor en su voz, se fue junto a él.

¿Os importa si os hago compañía? La comida siempre es más agradable con alguien.

Lo que Arbahin queria saber era el porque no podian embarcarse ahora, pero decido callarse. Poco a pocos sus compañeros se dividian para entablar conversacion con los otros viajeros, cada uno por diferentes motivos. Le hizo un gesto escueto a Elius cuando este se acerco a Aditya, a la cual consideraba menos sospechosa que los otros. Pronto estuvieron charlando sobre plantas, raices y demas. Arbahin se sento de tal forma que pudiera ver a Gloria, la que se acababa de sentar justo al lado del tipo que les ponia los nervios de punta.

El licantropo dejó descansar las manos en la mesa, mostrando que cada una tenia cinco poderosas garras capacez de destrozar. Se pregunto su habia sido conveniente dejar a Gruntah solo, pero el draconiano sabia lo que hacia, estaba preparado. A veces le costaba recordar que todos ellos eran mucho mas fuertes que antes, que la niñes dio paso a una robusta adultez y que cada uno tenia sus propias fuerzas.

-Muchos viajeros deben venir por aqui ¿No?- pregunto a Ila-. ¿Alguno se quejo de bandidos?- aun le daba vueltas a ese asunto, queria saber si era algo normal o si en verdad fue un ataque exclusivamente hacia ellos.