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The Elder Scrolls - Helgen

[Rol libre] Los lugares que he visitado

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31/01/2018, 03:32
Kennard Baylor

10 de Helada, Mañana, Cueva

De algún modo, me esperaba una respuesta así. dijo Kennard sirviéndose su parte tras beber el café, buscó un lugar a tu lado mientras te miraba pensativo. Había dejado escapar un par de miradas a tu exuberante cuerpo, pero ahora toda su atención residía en tu rostro, él también estaba en paños menores, así que estabais en igualdad de condiciones.

Empecemos por lo básico, ¿dónde naciste? ¿Tienes familia en algún lado? preguntó llevándose a la boca la primera cucharada. No soy un gran experto en Morrowind, pero algo me suena.

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31/01/2018, 03:32
Seretide

10 de Helada, Mañana, Cueva

Volvía a guardar silencio unos instantes, probando una primera cucharada del estofado, esbozando una leve sonrisa- Sí, supongo que esto también es comida blasfema...-comentó, con un tono que no casaba con la seriedad que había adquirido su rostro. Miró entonces hacia el cuenco y lo removió con la cuchara de madera, en cierta manera distraída- Nací en Vivec. Antes de la caída del Tribunal.-comenzó- Pertenecía a una familia... Bien posicionada, supongo. - se encogió de hombros- Tenía la vida pautada y resuelta. Pero supongo que eso cambió drásticamente cuando la Montaña Roja engulló todo el Páramo de Vvarden. - añadió, con expresión neutra- Debe quedar alguien de mi familia por ahí, seguro. Pero no tengo constancia. La mayoría pereció ese día, que se sepa con certeza. Otros tantos desaparecieron. Y quien no... Emprendió su propio camino o buscó otras aguas más apacibles. -explicó, volviendo a mirarlo entonces- ¿Y tú? ¿De dónde saliste? ¿Tienes parientes vivos?¿Hijos?¿Unas pocas mujeres repartidas aquí y allá?- preguntó, con ligero tono jocoso.

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31/01/2018, 03:32
Kennard Baylor

10 de Helada, Mañana, Cueva

La cara de Kennard propagó la sensación de que había metido la pata, durante unos instantes se quedó callado mirándote con detenimiento. Por un momento pareció que estuvo a punto de decir lo siento, pero su mirada enmarcada en la tuya bastó para decirlo todo. Eso, y un beso en los labios, el primero de esa mañana, que no te supo a compasión, sino a cariño.

Yo nací en Salto de la Daga, en Roca Alta. explicó haciendo esfuerzo por recordar. Pero desde que tengo memoria he estado viajando. Mis padres eran mercaderes de vino, marchantes de arte, ni lo suficientemente ricos como para no tener que viajar a menudo, pero ni lo suficientemente pobres como para que no me dieran una vida acomodada. tomó una cucharada del estofado. Pero eso me permitió conocer Tamriel, ir de fiesta en fiesta, recepción en recepción. Forjar el irredento truhán que tienes delante. sonrió levemente, burlón.

Pero estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado. añadió agrio. Estuvimos en Bravil cuando llegó el Dominio, durante la Gran Guerra. Los magos thalmor levantaron los caídos que defendían la ciudad, los volvieron contra nosotros. hablaba con paz, si bien se notaba algo de tensión, parecía que hacia tiempo que lo había superado. Mis padres murieron entonces. No sé si por los mer, los muertos.. a mi me habían reclutado a la fuerza para defender la ciudad como ciudadano imperial. torció el morro y echó un trago del agua, te miró a los ojos. Cuando la batalla terminó y los thalmor saquearon la ciudad, los supervivientes nos vimos sometidos por una ciudad moribunda poblada de muertos vivientes y sus guardias mer. Entonces.. los sacerdotes de Arkay supervivientes se alzaron contra los thalmor, acusaban a esos altmer de profanar la vida y usar magia negra para sus fines.

Hizo una pausa rememorando la escena, te miró a los ojso, luego los bajó.

Los mataron por alborotadores. A tres sacerdotes de Arkay, los nigromantes thalmor ordenaron a sus muertos vivientes que los despellejaran vivos. puso cara de circunstancias, negó con la cabeza lentamente. Luego pretendieron levantar sus cuerpos para su burla final, pero.. miró al techo, como si mirara al cielo. ..no pudieron. Puede que Arkay no los socorriera en la vida, pero en la muerte.. no dejó que sus almas fueran atormentadas por esos nigromantes.

 
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31/01/2018, 03:33
Seretide

10 de Helada, Mañana, Cueva

Recibió su beso, con un leve suspiro. Le dedicó un gesto con la mano, indicando que no se preocupase, procediendo a escucharlo, con interés. Las vidas de los humanos eran breves, pero a veces muy intensas, así que se acomodó en su postura y se dispuso a prestarle atención mientras se llevaba alguna cucharada del guiso a la boca, notando que se lo exigía el estómago.

Vino y artes. Me gusta.- comentó, al oírle hablar sobre su familia, dando un trago, gustosa, al café, que se había enfriado un poco- Y menudo truhán.-concedió, con una sonrisa acompañante, antes de que su historia se tornase más seria, más dramática, provocando que depositase de nuevo la cuchara dentro del cuenco, y que dejase la comida a un lado, mientras posaba una mano sobre su mejilla, acariciando el borde de su mandíbula mientras lo escuchaba hablar sobre aquel evento que en su memoria, parecía querer tomar un lugar presente- Escoria thalmor.- Masculló.

La matanza de Bravil. Claro que se acordaba de algo así. Se había hablado de ello a lo largo de todo Tamriel, durante largo tiempo. Solo que se había hablado de ello hacía... Sí, hacía cincuenta años, por lo menos.

Aquella certeza repentina provocó en la dunmer una mirada confusa, que se fue tornando suspicaz, mientras parecía escudriñar con atención el rostro del sacerdote, hasta descubrir, casi con total convicción, que no estaba mintiendo. ¿Pero cómo?-  ¿No dijiste que tenías treinta y seis inviernos?- preguntó, con cautela.- ¿Cómo es posible que estuvieras entonces en la matanza de Bravil? Eso pasó hace... Mucho tiempo para ti. Unas cinco décadas. Deberías ser hoy un... Un anciano.

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31/01/2018, 03:33
Kennard Baylor

10 de Helada, Mañana, Cueva

Kennard se quedó perplejo mirándote, como si hubiera chocado ante un muro y estuviera asimilando el golpe.

No.. eso no fue hace tanto. te dijo repentinamente sumido en una duermevela. Fue hace veinte años. asumió convencido. Lo recuerdo bien. 

Durante unos segundos la mirada del sacerdote adquirió un brillo extraño, confuso, se llevó la mano a la frente.

Sí, lo recuerdo.. quedé tan impactado por la actuación de los sacerdotes de Arkay a sabiendas que iban a morir.. que tras sobrevivir me uní a la Orden de Arkay. explicó como si aquello le eximiera de las lagunas. Para.. ser mejor.

 
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31/01/2018, 03:33
Seretide

10 de Helada, Mañana, Cueva

Lo miró, absolutamente preocupada, mientras tomaba una de sus manos, tratando de infundirle tranquilidad, acariciando su dorso- Suena lógico, Kennard. Y sé que no pretendes mentirme, lo veo en tus ojos. Sé que crees que estás convencido de que eso es así. Pero... No encaja. A ver. ¿En qué año estamos?- preguntó, efectuando una simple comprobación.

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31/01/2018, 03:34
Kennard Baylor

10 de Helada, Mañana, Cueva

¿Men.. mentirte? frunció el ceño mirándote con incredulidad. ¿Por qué dices eso, demonios? Joder.. bufó frustrado dejando el bol sobre el suelo, algo fuerte, pues salpicó un poco del blasfemo estofado fuera.

Año 221 de la Cuarta Era. respondió sin titubeos, la miró de soslayo, desconcertado.

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31/01/2018, 03:35
Seretide

10 de Helada, Mañana, Cueva

Se encogió ligeramente sobre si misma, al ver como dejaba el bol sobre el suelo y escuchar su bufido.- Porque no encaja. Te lo he dicho. No sé, quizás estoy equivocada. Pero lo que cuentas sucedió hace unos cincuenta años, estoy casi segura de ello. En esa época no deberías haber estado... Ni en el vientre de tu madre.-explicó, dejándole espacio, emitiendo un largo y entrecortado suspiro- Sí, año 221 de la Cuarta Era. -confirmó- Escucha... No quiero asustarte. Insisto, a lo mejor yo estoy equivocada.

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31/01/2018, 03:35
Kennard Baylor

10 de Helada, Mañana, Cueva

Kennard no rebatió tu lógica, como si la diera por buena, pero otro algo dentro de él tiraba del bretón en la dirección opuesta. Se llevó las manos a la cara, peleando contra algo que debía estar en su mente, invisible para ti salvo por su mirada atribulada que asomaba tras sus manos.

No, no es posible. No lo.. movió la cabeza, te buscó tratando de ubicar algo real a su alrededor. ¿Entonces? Nunca me he.. preguntado eso. Siempre fue así. Cuento los días, los meses, los años.. desde que los thalmor mataron a mis padres. Hay.. ¿una laguna? No lo entiendo.. 

Un muro de incertidumbre se alzó delante de Kennard, te miró a los ojos para ser testigo como estos brillaron con intensidad para apagarse a continuación. El bretón cayó de lado inconsciente.

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31/01/2018, 03:35
Seretide

10 de Helada, Mañana, Cueva

¡Kennard!- gritó, asustada, levantándose, en una exhalación, acercándose a él, agitándolo para buscar una respuesta- Kennard... Kennard por favor, no me hagas esto...- pidió, sin mucho sentido ni tiento, mientras palpaba su cabeza, comprobando que no se hubiese hecho daño, colocándolo de lado, comprobando si respiraba, si su corazón seguía latiendo, notando que el suyo se desbocaba, temeroso.

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31/01/2018, 03:35
Narrador

Bravil, 172 de la Cuarta Era

Kennard no respondía a tus súplicas, lo movías teniendo una amarga sensación de inercia en las manos. Mientras la ansiedad crecía en tu cuerpo, un eco lejano germinó desde los rincones de la cueva y del agua empezó a burbujear una densa niebla blanca que se fue extendiendo por toda la caverna. Con ella llegaron sonidos más nítidos de lucha, cruenta violencia que se propagaba como fuego en un bosque. Al levantarse la niebla lo primero que contemplaste fue una refulgente estrella azul que engullía las demás del firmamento, esta caso parecía contemplarte, pero pronto te viste en la vorágine de una gran batalla.

Reconociste la arquitectura como imperial, era una ciudad salpicada de canales y fuego, la gente corría por las calles buscando refugio mientras el cielo se inflamaba por la magia de destrucción del invasor. No parecía que nadie reparase en ti, y cuando te contemplaste te viste traslúcida, fantasmal. No, nadie reparaba en ti, eras una suerte de espectro. Habías aparecido en una plaza donde había una hermosa estatua de una anciana con los brazos extendidos, alrededor se había conjurado una pequeña milicia que se sobreponía al infierno desatado sobre la ciudad.

¡Los thalmor han roto la puerta! ¡Han entrado en la ciudad! bramó alguien en la multitud, casi en el acto una lluvia de flechas lo derribó, a él y a varios más.

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31/01/2018, 03:36
Seretide

Bravil, 172 de la Cuarta Era

La imagen de Kennard, inconsciente, desmadejado, se difuminaba, con un último sobresalto. La niebla, extraña, antinatural, la engullía, y tras ella, al levantarse, una sensación vagamente familiar de haber visto antes algo similar resonó entre los ecos de su memoria. Una figura femenina, sabia, y un astro azul, brillante... Recordaba aquello, sí. ¿De un sueño? Tal vez. 

El fuego, la desesperación, la búsqueda infructuosa emprendida por las pobres gentes de aquella ciudad que no conocía la hizo sentir una aprehensión que le resultaba bien conocida, propia de tiempos pretéritos y casi olvidados. Observó la destrucción ejercida de manos de los Thalmor, y casi estuvo a punto de echarse también a correr. Sin embargo, se percató a tiempo de que, en su estado, nadie la observaba. Era una suerte de espectadora. ¿Por qué? ¿Y dónde se encontraba? ¿Era acaso aquella la ciudad de Bravil? Y de ser así...

Posó la mirada sobre la milicia reunida en derredor de la estatua, y escudriñó en el aspecto de aquellos rostros, buscando uno en concreto. ¿Estaba viendo acaso el pasado? ¿Se encontraría el sacerdote de Arkay entre las caras que poblaban aquella suerte de ensueño?

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31/01/2018, 03:38
Narrador

Bravil, 172 de la Cuarta Era

La gente reunida delante de la escultura atendía las órdenes de un oficial imperial, este trataba de sostener una defensa eficaz contra la inevitable entrada de las tropas del Dominio. Viste muchos rostros, de todas las razas, atemorizados ante la inminente perspectiva que les esperaba. Podías sentir el eco de tu propia pérdida en sus miradas angustiadas, las llamas devorando vidas, generaciones y sueños.

¡Hombres y mujeres de Bravil! ¡Lanzas al frente! ¡Escudos en alto! bramó el imperial. ¡No hay paso atrás! ¡No hay donde huir! ¡Aquí moriremos hoy o dentro de veinte años! ¡Por el Imperio! ¡Por Bravil! ¡Por nuestras familias! ¡Por nuestro hogar! la arenga surtió efecto, el cielo teñido de naranjas y rojos, los tejados derrumbándose, no hizo mella en la voluntad de los últimos defensores de la ciudad.

Pero hubo más de lo que allí sucedió y nadie se percató. El rostro de la escultura cambió, viste como se retorció revelando un horrendo rostro cadavérico y sus ojos brillaron en malévolo fulgor rojizo en una macabra sonrisa de triunfo. Los defensores no se percataron de ese hecho, y en tu creencia de encontrar un rostro familiar lo hallaste. Era Kennard con la edad que afirmaba tener cuando sucedió todo aquello, le veías los ojos aterrorizados, pero formaba junto a los milicianos sin titubear sosteniendo una lanza y un escudo. Le viste tragar saliva, pero no ceder, mas entonces todo cambió para estos.

Al cruzar la esquina llegó un rumor desagradable de huesos quebrarse, chasqueos de dientes y gemidos infernales. Delante de los defensores, los cuerpos dispersos por doquier empezaron a cobrar movimiento y empezaron a alzarse para horror de los vivos. Al final de la marea creciente de muertos vivientes avanzaban tres figuras sombrías ataviadas con oscuras túnicas, te fijaste en ellos y confirmaste lo más inquietante: no eran thalmor, no llevaban los distintivos del Dominio y dos de ellos eran humanos, pero en sus ojos brillaba siniestro la ausencia de todo sentimiento y moral.

La fila imperial titubeó, cuando los muertos se abalanzaron sobre los vivos no hubo la respuesta contundente esperada por la arenga. Solo la muerte inmisericorde de los que quisieron defender sus hogares. Tu mirada buscó a Kennard, allí seguía abatiendo alguno de los muertos, pero finalmente para tu horror varios de ellos cayeron sobre él destrozándole por completo.

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31/01/2018, 03:38
Seretide

Bravil, 172 de la Cuarta Era

El terror en sus ojos ante la marea de muertos era el mismo que ella había sentido al escuchar el rugido inmisericorde de la Montaña Roja. Al sentir la tierra temblar y ver el cielo teñirse de cenizas y fuego. 

Aquella gente enfrentaba con valentía un destino que parecía inevitable. Una condenación que parecía cernirse, certera, sobre ellos. Observó la mirada en el rostro del bretón. Joven, temeroso. Y de pronto sintió un profundo miedo por él, al verlo avanzar, al percatarse de la expresión malévola en la que se había tornado la estatua, y al ver acercarse aquellas tres figuras sombrías. 

Vio la marabunta de muertos caer sobre la milicia, y corrió, acercándose a quien para ella, tenía mayor importancia en aquellos acontecimientos. Lo vio perder el equilibrio, la fuerza, seguramente la vida, bajo las garras de quienes ya no sentían ni pensaban. Lo vio, destrozado, presumiblemente muerto, y se llevó una mano al pecho, impactada, trastabillando mientras retrocedía, incapaz de comprender, de discernir... Mientras los ojos se le llenaban de lágrimas y un grito mudo moría en sus labios.

Respiró, pesadamente, como si de pronto sintiese que no era capaz de hacerlo, y miró hacia las tres figuras sombrías, aterrada, incapaz de moverse. ¿La verían acaso? ¿La encontrarían y la usarían a ella también?

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31/01/2018, 03:39
Narrador

Bravil, 172 de la Cuarta Era

La matanza duró poco, la brutalidad de los muertos dejó una alfombra de cadáveres delante de la estatua que no había cambiado de aspecto desde que tomó ese aspecto infernal. Los muertos se quedaron en pie, inmóviles como islas en un océano de sangre, los tres enlutados atravesaron ese océano sin mostrar ni la más absoluta contemplación. Se detuvieron ante la estatua y se arrodillaron sumisos ante ella, bajando las cabezas mientras murmuraban palabras tan oscuras que tu mente no se atrevió a formular con mayor nitidez.

Poco a poco los gritos se apagaron, el silencio de la muerte halló su lugar en Bravil, y el cielo que contemplabas desde ese momento desapareció para ser sustituido por un tapiz negro sin matices. Una oscuridad insondable y terrible. Aquello fue un instante, pues tras un parpadeó volvió a la normalidad anaranjada del fuego y la devastación. Los encapuchados se alzaron, y con ellos empezaron a hacer lo mismo las decenas de cuerpos muertos que habían dejado, mas algo lo interrumpió.

Un fulgor dorado engulló la oscuridad por un momento, los tres enlutados volvieron sus miradas hacia la fuente de la luz, tú también lo hiciste para ver a cuatro humanos cuya raza no lograbas definir. Sus armaduras grises, capas negras y rostro severo, enseguida identificaste el emblema de Arkay en los pechos de sus armaduras, y todos ellos desefundaron sus armas sin mediar palabra. Los muertos se lanzaron contra ellos, pero ese fulgor volvió a emerger deshaciendo en cenizas a los muertos y, tras ello, veías con toda claridad como un alma ascendía al cielo liberada de la condenación.

Los encapuchados bramaron algo que no entendiste, pero los caballeros grises sí parecieron comprenderlo. Sus respuesta sí la llegaste a escuchar.

No habrá más almas condenadas hoy. el choque entre ambos bandos fue salvaje. Los caballeros se abrieron paso a través de oleadas de muertos, y para cuando alcanzaron a los titiriteros el combate se recrudeció. Mediante magia, espada, maza y hacha el combate hizo estremecer la ciudad, pudiste ver como los caballeros caían ante su adversario, pero que también se cobraban a sus rivales. 

En el momento álgido del combate, el encapuchado sacó un artefacto en forma de estrella de ocho puntas de color negro, pudiste ver como lo encaraba hacia el cadáver de Kennard y un flujo fantasmal empezó a salir de Kennard al artefacto. Todo lo que sucedió a continuación aconteció en escasos segundos, el caballero gris superviviente cargó contra el encapuchado, eso fue suficiente para que este invocara una lanza fantasmal mientras sostenía el artefacto en forma de estrella. El caballero gris fue atravesado por la lanza, y mientras escuchabas el sonido de la carne rasgarse los cielos se abrieron en truenos, un relámpago blanco descendió impactando directamente en el enlutado matándole en el acto.

Ambos rivales cayeron muertos, el artefacto que absorbía el alma de Kennard cayó a un lado, pero pudiste ver como el alma del bretón era atrapada por este. Detrás de esta escena, la estatua perdió su rostro diabólico, volvió a ser la amable anciana que viste al llegar. Ahora solo había muertos en Bravil que nunca se levantarían.

 
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31/01/2018, 03:39
Seretide

Bravil, 172 de la Cuarta Era

El silencio de los muertos, en aquel acto de adoración brasfema, se le antojó desolador. Veía los restos de Kennard, de tantos otros, alzados para propósitos inciertos por aquella suerte de titiriteros macabros, y no podía hacer más que horrorizarse, sin ser capaz de actuar, de obrar, en aquel plano de existencia pasada.

No era que en trescientos cincueta años no hubiese vislumbrado ningún acto regido por la nigromancia. Pero aquello... Aquello era símplemente horrible. Sacrílego. ¿A quién adoraban esos encapuchados? ¿Qué era aquella figura que, con su mirada, helaba la sangre en sus mismísimas venas? El cielo se oscurecía, y la esperanza parecía escurrirse. No tener cabida en aquella tierra.

Un fulgor se desprendía entonces, y los sacerdotes de Arkay, aquellos hombres de los que había hablado Kennard, se mostraban, devotos, intransigentes ante la presencia de aquella maldad abyecta. La estrella azul, el fulgor del fuego, volvía a brillar en lo alto, y la confrontación se presentaba, virulenta. La visión de aquel artefacto contrajo sus pupilas, como si de alguna forma lo reconociese, sin llegar a entender por qué, o qué representaba exactamente. 

Con el horror más profundo observó cómo el alma del hombre que decía haber vivido treinta y seis inviernos era conducida hacia el artefacto, siendo desprovista de la oportunidad de redención que ofrecían los fieles sacerdotes de Arkay. 

La muerte llegaba, inevitable entonces. Los muertos vivientes eran cortados de sus hilos. Los titiriteros caían al suelo y el alma de Kennard se perdía, en el interior de la estrella de ocho puntas, que quedaba a su suerte, al tiempo que Bravil se convertía en un yermo. En una ciudad sin vida. 

Aquella noción, aquella certeza de que algo tan horrible había ocurrido provocó que se le escapase un sollozo, y que las lágrimas de un llanto silencioso que no se atrevía a alzarse se derramasen, por sus mejillas. Aquí, y allá, veía rostros sin expresión, ojos grises, sin cerrar. Y aunque la apacible anciana volvía a mostrar su rostro más benevolente, no fue capaz de alzar la mirada de nuevo, temiendo encontrarse con aquel frío absoluto, con el vacío ancestral que había vislumbrado en sus ojos.

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31/01/2018, 03:40
Narrador

Bravil, 172 de la Cuarta Era

Las nieblas volvieron a apresarte, evaporando parte del paisaje macabro que te rodeaba, el cielo permanecía intacto pero el brillo de la estrella azulada menguó para desaparecer. Estas nieblas poseían los tonos anaranjados del crepúsculo, el aroma perfumado volvió a tus fosas nasales, volvías a estar en aquel lugar donde escuchaste la voz de esa mujer. Pero en esta ocasión, la dueña de tal voz apareció ante ti.

 
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31/01/2018, 03:40
Azura

Luna Sombría

La mujer que se encontraba ante ti poseía finos rasgos de tu raza, en una mano sostenía el artefacto en forma de estrella, en la otra una luna de plata, en sus muñecas múltiples rosas caían al suelo invisible por la niebla como una suerte de lluvia mística.

Te doy la bienvenida a mi Reino, mortal. saludó la mujer, su voz reverberó en eco de todos lados, pero sonaba casi amable. Seretide Telvanni, acudes a mi Reino en Oblivion y no sabes la razón. Perdida en el crepúsculo buscando el amanecer.

Tras unos instantes pudiste ver que en realidad flotaba ante ti, levitaba sutilmente, con gracia.

Has contemplado la corrupción de mi Estrella, su mal uso, y mi castigo. explicó, movió la mano derecha y el artefacto estrellado flotó ante ti, no era negro, sino plagado de gemas azul oscuro. Pero veo más en tu mirada, en tu rostro, preguntas.. estas son un lujo, pero a pesar de que sirvas a hedonista de Sanguine, no es mi enemigo. Puedo ser generosa, comprensiva. Alumbrar con algo de amanecer tu noche.

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31/01/2018, 03:40
Seretide

Luna Sombría

Seretide se arrodilló, instintivamente, como lo habían hecho tantos y tantos de su raza. Sabía quien era, sin lugar a dudas. Había visto su efigie, erigida frente a cada templo destinado al Tribunal daédrico que su gente había adorado desde el principio de los tiempos. Aquel al que habían dado la espalda. Aquel al que habían vuelto, como el hijo pródigo, tras perder la protección del ALMSIVI. 

Azura se alzaba en su magnificiencia, sosteniendo la estrella que había vislumbrado en su sueño, presentándose, serena, con la misma piel y los mismos ojos con los que había maldito a todos sus antepasados, y a través de ellos, a ella misma. 

Alargó la mano hacia la estrella, sin llegar a tocarla, sin atreverse. Sintió un escalofrío, y el eco del recuerdo presenciado se removió en su memoria. La estrella azul, la figura femenina con los brazos extendidos, la mujer sabia que había vislumbrado en su sueño, cuando había caído inconsciente al tratar el guardia rojo de forzarla... Azura. Había sido Azura. Y ahora le resultaba tan obvio... ¿Cómo no había sabido percatarse?

Apelo a vuestra comprensión, mi señora, Azura. Apelo a la luz que podáis proporcionarme, pues vuestras revelaciones aparecen ante mí sin un motivo que pueda comprender, y mi corazón se encuentra atribulado, creyendo, descreyendo, elucubrando...-pronunció, temblorosa, aún con las mejillas humedecidas- Os ruego, venerable Azura, que me contestéis. ¿Qué le ha ocurrido al alma de ese hombre que yace junto a mí en la cueva? ¿Qué tiene que ver con aquel que me mostrásteis, aquel que permanecía tan sólo en mis recuerdos y que prometió, volverme a encontrar?

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31/01/2018, 03:41
Azura

Luna Sombría

Azura no reveló ninguna reacción visible a tu pregunta, seguía con su indiferente levitación ante ti, lo mismo que lo hacia su Estrella.

Su alma fue atrapada por la Estrella Negra. explicó con gravedad. La corrupción de mi Estrella. como si reaccionara a su mención, el artefacto giró sobre si mismo. Cuando Menhures Dagon invadió Nirn hace doscientos años y los portales de Oblivion se abrieron, mi Estrella fue encontrada por el Campeón de Cyrodiil. Pero cuando el Avatar de Akatosh desterró a Dagon de vuelta a Oblivion, y el Campeón fue reclamado para otros.. deberes, mi Estrella volvió a perderse y cayó en manos de hombres oscuros.

La voz de Azura se endureció, podías ver en su mirada un ápice de una furia terrible, una fracción de la misma que quizá una vez condenó a los chimer.

Ellos corrompieron mi Estrella para atrapar almas de los mortales, pero querían más. Atravesaron del océano que llamáis Padomeico, al lugar donde mi Elegido viajó tras destruir a los Usurpadores, y allí atraparon su alma. su voz denotó cierta tristeza. Durante décadas esperaron el momento profetizado por su Amo, un momento en el que la muerte reinaría ante una de sus capillas, y con la Muerte ante ella pretendieron invocar su Avatar en Nirn.

Eso encajaba con lo que habías visto, al menos hasta ahora.

A pesar de mis esfuerzos, mis enviados fueron destruidos por los servidores. Pero entonces el Aedra Arkay actuó con sus caballeros, me dieron la oportunidad para recuperar lo que era mío, pero antes trataron de absorber el alma del que yace a tu lado. su mirada profunda te leía la propia alma. El alma del mortal Kennard Baylor y la de mi Elegido se mezclaron en mi Estrella, y obedeciendo la última voluntad de mi Elegido le otorgué una segunda oportunidad al mortal devolviéndole la vida al pactar con Arkay.