Partida Rol por web

¡Hey! ¿Qué se creen que están haciendo?

Uno de los chicos casi se cae del andamio del susto. -jajaja Tranquilo Casper, ¿no seas acojonao! esto no es como firmar un vagón de metro, y esos de ahí… ¡tampoco tienen pinta de pasma! - Le dice su compañero entre risas. - Eres un gilipollas Telly - contesta el otro, dándole un puñetazo en el hombro.

Al volverse para ver quién les increpa y quitarse las mascarillas podéis ver que se trata de dos chicos muy jóvenes, no deben de pasar de los 16 o 17 años, han dejado lo que estaban haciendo y miran hacia abajo apoyados en el andamio.

- Pueees, vamos a repintar esta bazofia, ¿algún problema? -  dice Telly, el más gallito. – No le hagáis caso a mi amigo – añade Casper, mirando a su colega de soslayo - Es todo legal señorita, un encargo, nos pagan por ello- Y para reafirmar su argumento coge la hoja de papel plastificado con el diseño de lo que van a pintar y la esgrime al aire.– Nenaza. - susurra Telly, un poco molesto y avergonzado ante la actitud conciliadora de su amigo. Dejando ver que pasa del tema se agacha para rebuscar en su mochila. Emerge de nuevo con una bolsita de tela, un paquete de tabaco, y un mechero, dispuesto a liarse un canuto.

Los chavales no le suenan de nada. Parecen gente nueva en el mundillo. Le parece indignante lo que están haciendo con el arte de Álix, pero no es plan de ponerse a darles de ostias a un par de criajos. Se podía usar, simplemente, la empatía - Eh, colega, ¿me dejas ver el diseño? - Dice, adelantándose hacia el chico que lleva el papel plastificado. Antes de que desconfíe, Red sonríe, una sonrisa de medio lado. - Venga, Casper, que no me voy a dar el piro con tu diseño, tío, que somos del barrio. Solo quiero ver qué os han pagado por pintar.

Casper se quedó pensando un momento ante la petición de Red. Miraba alternativamente la lámina, a su amigo y a los extraños. De Telly no recibió más que una mirada de indiferencia, que remató encendiendo el porro y dándole una profunda calada. ¿Por qué no? pensó, le caía bien ese pavo, sus palabras le habían hecho sentir una especie de cercanía, y él y sus colegas tenían bastante rollo.

Se bajó del andamio casi de un salto. Era bajito, su pelo despeinado (al estilo punk de Paul Simonon de los Class en su mejor época), y la ropa que llevaba (camiseta holgada, pantalones de chándal anchos y grandes botas de basket) le hacían parecer más pequeño aún  -Claro tío, lo verás en un rato, pero aquí tienes. ¿A que mola? – preguntó orgulloso, tendiéndole el diseño al pintor.

En la escena aparecía el rostro de una chica en primer plano. Lucía una media melena teñida de aquel gris casi blanco que estaba tan de moda, recogida tras las orejas de lóbulos con dilataciones. Llevaba piercings en la ceja, nariz y labio inferior, y su camiseta de tirantes color rosa fluor, en la que se podía leer el slogan “Transciende tus límites”, dejaba ver unos brazos tatuados. Bajo ella, la perspectiva distorsionada de la azotea en la que se encontraba que, como si se tratara una de aquellas horribles ilustraciones de perspectivas imposibles de Leif Jones, dejaba ver una piscina en los niveles inferiores del alto edificio, los tejados de construcciones más bajas a su alrededor, al fondo el East River y tras él, Manhattan. Si te fijabas bien se podía distinguir incluso el HoY con su invernadero y su depósito, distorsionados por el efecto de ojo de pez.

Como una de aquellas horribles ilustraciones de perspectivas imposibles de Leif Jones, pensó, o mejor aún (debido a su realismo); como una imagen tomada de una de esas cámaras de acción. Idea que tomó fuerza al ver que, por su pose y la posición de uno de sus brazos, parecía estar sujetando un palo selfie, y que se hizo certeza al leer una marca en una esquina de su camiseta: GoPro . No lo podía creer, ¡era un puto anuncio!

- Ostias. Mola, puede llegar a quedar bien. Es chulo, sí. Aunque... claro... - dijo Red, negando ligeramente con la cabeza y dejando la frase en suspenso. Como si hubiera ido a decir algo, pero se lo hubiera pensado mejor. Miró el dibujo y luego, despacio, la pared. Hasta examinó un poco a los chavales, con esa mirada que parecía penetrar los cristales de sus gafas de espejo y taladrarte el alma, antes de pasarle la hoja plastificada a las chicas para que le echaran un vistazo. 

No dijo qué es lo que le había parecido mal. Dejó la idea ahí, flotando en el aire. 

La idea de que algo estaba mal en el dibujo.

Luego, extendió su mano hacia el chaval que estaba fumando. - Telly. Pásate una calada, colega. - Sonreía. Como si conociera un secreto.

Al principio Blue iba a manifestarse enérgicamente contra lo que estaban haciendo los adolescentes -y hasta le echó una mirada un poco asesina a Red cuando pidió el diseño- pero pronto comprendió qué era lo que Redmond estaba haciendo: inteligencia. Algo que ella le faltaba a esas horas de la mañana y a él le sobraba a pesar de estar con poco sueño encima; decidió plegarse a la táctica.

Se asomó por arriba del hombro de él apoyándose un poco en su espalda, poniendo una mano en su hombro, y curioseó el diseño a plasmar, no solo era común y soso: puso su mejor cara de póquer mientras caía en la cuenta de lo que estaba viendo... ¿Estaba apuntando el objetivo hacia el House of YES o era solo su impresión? Hizo un rictus con la boca y se alejó un poco, negó un par de veces ladeando la cabeza y se puso las manos en las caderas mientras se acariciaba el mentón -No lo sé, a mí ese fondo me parece muy común, y lo que uno menos quiere cuando es artista es ser común -expuso enfática aunque fingiendo tener compasión por ellos, como si pensara "Uf, pobrecitos, lo que les han mandado a hacer" -Es decir, miren lo que están borrando -señaló el arte de Alix -Esto es el reflejo de la mente creadora de un artista, los colores, las formas... -sonrió con amabilidad -¿Por qué no lo hacen ustedes? Podrían modificar el fondo, por ejemplo, y llevarlo a algo rompedor, no sé digo yo...

Aaaah. Juventud, divino tesoro. Los muchachos me llevan años atrás, con mi prima, en unas faldas cortísimas, perdiendo el tiempo en alguna esquina y escapando de la policía y los padres. Ciertamente me da ternura su actitud ruda.

Siempre cubierta por mi sombrilla, me acerco última. El truco que estoy a punto de ejecutar requiere manejo del espacio, timing y lectura del movimiento corporal. En un movimiento sutil voy a colarme en la ronda del porro. Rodeo un poco al grupo hasta encontrar la posición, apunto hacia el diseño del mural,  espero el momento justo y doy un paso silencioso pero firme mirando el dibujo. - Ah, un anuncio - Digo con tono de desinterés y decepción mientras quiebro la muñeca con la mano abierta hacia el que tenga el porro en ese momento. Espero que sea Red. Todo así, muy casual.

Los chavales se están ganando unos billetes, no los culpo. Alix ganó lo suyo, ahora les toca a ellos. Tengo una solución a este dilema pero esperaré a ver qué le responden a Blue.

El chaval pasa a Red el canuto, cargado de maría y un gesto de fastidio. Con las manos ahora vacías, atrapado en lo alto del andamio y sin saber muy bien que hacer para escapar de aquella situación incómoda, el aspirante a pintor vuelve a coger el rodillo para continuar sepultando la obra de Alix bajo un manto blanco.

Mientras Red fuma, Vesper trata de convencer a los chicos para que cambien el diseño. Siente como sus palabras luchan por remover un poco sus sentimientos, apelando a sus almas de artista. Perece que al menos uno la escucha con atención; Casper, el más receptivo, pero el mensaje no logra alcanzar su objetivo. Vesper siente que su discurso carece de la fuerza necesaria para cambiar las cosas, pero percibe algo más. Una coraza de determinación blinda sus intenciones, fría y brillante como el acero bruñido. La Magia resuena en sus sentidos, y lo hace de una forma que no había experimentado nunca, pues deja en su paladar un poso metálico, y en su olfato el aroma a traje recién planchado, a colonia cara y zapatos pulcros. Como si acabara de cruzarse con uno de esos tiburones de Wall Street, justo tras levantarse del sillón de un limpiabotas callejero.

Casper la mira con lástima, algo decepcionado -Tienes razón tía, ya nos gustaría a nosotros pintar lo que nos mole... pero estamos empezando y esto es un curro. Si queremos que nos sigan contratando e ir metiéndonos en el mundillo no nos queda otra que pintar lo que nos han pedido..- 

Red le pasa el porro, un gesto casual que aliviaría un poco la desazón del chico, pero justo cuando va a soltarlo siente como las conexiones cambian, y es la la mano de Diabolique la que recoge el tributo.

-Ah. un anuncio.

-Que siiii, que es un puto anuncio-  añade Tully, sin apartar la mirada del muro- Pero nos dan una pasta, con eso podremos pegarnos una buena fiesta y comprar material para pintar lo que nos salga de los huevos. Eh Casper?. Lo siento por el artista, pero así funciona el business.- añade por último, apartando la vista de lo que estaba haciendo para volver a mirar al grupo.

Terminó asintiendo ante las palabras de los chavales. - Escuchad, chavales. - dijo, mientras miraba la obra que estaban cubriendo. Seguiría allí, debajo de la pintura blanca y el posterior anuncio. Se podría recuperar, porque nada se va nunca del todo. - Es lógico lo que estáis haciendo. No hay nada malo en ello. Todo el mundo tiene que empezar por algo. - El porro había cambiado de manos y había terminado en poder de Diabolique. Qué inesperada coincidencia. - Es solo que esto solo os va a dar dinero. El dinero mola. Te sirve para comprar cosas chulas. Pero no esperéis a tener suficiente dinero para empezar a hacer lo que os gusta. Haced lo que os gusta desde el principio.

Miró a Vesper. Había intentado que modificaran el dibujo, pero parece que los chavales no estaban por la labor. Normal, querrían cobrar. De todas formas, si Vesper quería que cambiaran algo... podía tener sus razones. Miró de nuevo la pared. Y probó de nuevo. - No sé quién coño es tan gilipollas como para pagar por borrar la obra de Álix y cambiarla por un anuncio sin alma. - dijo, con voz seca. - Pero sí sé lo que yo haría, chavales. En lugar de copiar lo que me han pedido, como si fuera una fotocopiadora humana, le pondría mi marca. Un toque sutil aquí. Un cambio acá. Una sombra un poco distinta, o un pene camuflado detrás de un edificio. Y lo haría de modo que los que me pagan no se dieran ni cuenta. - Se rió un poco. Una sonrisa de lobo, enseñando los dientes. - Como el perro que se mea en una esquina y deja su olor. Los humanos idiotas y atontados, la masa... no se fijará cuando se haya secado el manchurrón. Pero el perro, cada que pase por ahí, sabrá que esa esquina - señaló al edificio. - es suya.

Se metió las manos en los bolsillos y dio un paso atrás. Tampoco iba a poder hacer mucho más, no quería manipular a los chavales a hacer nada que no quisieran hacer. Solo podía... mostrarles el camino. Era cuestión suya decidir si querían recorrerlo. - Chicos, nosotros curramos en la House of Yes. Pasaos por allí cuando queráis y decidle al puerta que sois colegas de Red Fox, ¿eh? Así os presentamos a un par de artistas de verdad y os gastáis en alcohol y pastis el pastizal que os va a pagar... - sonrió de nuevo y añadió, con voz cargada de burla... - vuestro chulo.

Bueno, en cuatro minutos les soltaron a los chavales dos sermones que Dios me libre. A estas alturas lo que les vaya a decir el marica disfrazado les va a importar un pedo. Doy una calada profunda al porro y se los devuelvo con la misma elegancia con que me colé en la ronda.

Sigo a Red en la retirada mientras digo para mí pero con la teatralidad suficiente para que escuchen todo. -¡Las cosas que he hecho yo por por una pasta para pagarme una buena fiesta y materiales para pintarme! - Me voy caminando entre risas de quien recuerda alguna picardía.

El sol ascendente de la mañana se cuela por el hueco entre dos edificios en la acera de enfrente, con un destello que ciega a Tully. Este se pone la mano delante para protegerse los ojos en un acto reflejo...

-Claro tío... molaría hacer algo así, pero el diseño tiene que ser exacto -estaba diciendo Casper- insistieron mucho en eso, no se me ocurre cómo podíamos ha...-

-Hostia Casper! -interrumpe su colega- ya sé qué podemos hacer sin que se note-  Se había dado la vuelta de nuevo hacia la pared, y ahora observaba el brillo del sol enmarcando su propia sombra entre los restos del mural de Alix. Parecía que la ayuda de Red había dado resultado, y la sugestión que había iniciado Vesper había encontrado el camino para deslizarse entre los barrotes de metal que blindaban las voluntades de los chavales, y había enraizado en sus emociones de forma que ahora buscaban el modo de trampera el encargo, y hacer lo que les habían pedido pero añadiendo algo de sí mismos.

Tully se giró de nuevo hacia el grupo, con una sonrisa bailando en sus ojos. Su rostro era ahora el de un científico loco al que se le ha encendido la bombilla, o el artista que acaba de escuchar los susurros de las Musas...

-¿Te acuerdas cuando le pintamos el coche a tu brother? Usamos la técnica esa de las tres capas con escamas matálicas que vimos en YouTube, para que cambiara el color cuando le diera el sol,... ¡podemos hacer algo así con el mural! pintar una polla debajo que se vería sólo cuando le de el sol por la mañana, como ahora. Durará lo que tarde el sol en pasar por el hueco, ¿ves? -  dijo señalando a la acera de enfrente...

-Mooola- contestó Casper, tras darle una profunda calada al canuto que por fin había llegado hasta él- ¿pero una polla? Si lo hacemos que sea para dejar un mensaje más guapo ¿no?

-¿Pero qué mensaje?-

-Ni puta idea... ya se nos ocurrirá algo , ¿vamos a por la pintura metálica?- 

-Gracias- le dijo Casper a Vesper, pasándole el canuto y cerrando así el círculo. Entonces los chicos empezaron a recoger sus bártulos para ir a buscar la pintura que les permitiría poner en marcha su plan subversivo.

Una vez más los integrantes del HoY habían podido cambiar su mundo, aunque fuera solo para que apareciese una efímera polla brillante tras un anuncio... si es que no encontraban un mensaje mejor que gritar al mundo. Seguro que lo hacían, pero tendrían que esperar a que el cartel estuviera terminado para verlo...

Blue prestaba cuidadosa atención a las palabras de los muchachos e iba apuntando en su cabeza las que le llamaban la atención. Finalmente, con un poco de encanto de parte de los tres habían logrado interferir de alguna manera en el encargo de ese aviso publicitario tan obvio, soso y revelador: ojalá derivara en algo más conmovedor, o mínimo que le tocara los cojones a alguien.

Recordó cuando ella misma era una adolescente también y cuánto le gustaba desafiar a la autoridad, a su manera claro, y anheló que las palabras de Red hicieran mella en ellos -Has estado muy astuto en invitarlos Red -sostuvo mirándolo de lado.

Le dio una pitada al porro y se sonrió -Ojalá que los veamos por casa, podrían sernos útiles y aprender de Alix -deslizó emprendiendo el camino de nuevo con Diabolique y Red, cuando estuvieron a bastante distancia deslizó -¿Se dieron cuenta de que en el fondo de ese anuncio estaba House of Yes, ¿Verdad? ¿Soy la única paranoica del grupo que está pensando que eso no es casual? Me ha dado una mala intuición ver mi invernadero en un anuncio de GoPro, o quizás solo sea que me repele este capitalismo rancio y decadente.

- Nunca viene mal tener reclutas. - O clientes, pensó. Los chavales se meterían todo lo que quisieran, y al menos su mierda era más pura que la que se vendía en las calles - Me gustará ver la cara que pone Álix cuando conozca a los chavales. Igual les da un par de ideas. Y se los gana lo suficiente como para que no acepten más trabajos que jodan el suyo.

Se quedó reflexionando sobre el comentario de Blue sobre el cuadro, mientras andaban. No se había fijado en que la House of Yes estaba ahí, incluso con el detalle del invernadero de la azotea. Normalmente se fijaba en esas cosas, pero hoy no estaba demasiado espabilado. Si lo suficiente como para manipular a dos chavales, pero mejor que el día no le pidiera nada más.

- Siempre hay que estar atento. - dijo Red, simplemente. Miró a Blue, mientras echaba mano a su bolsillo y sacaba una cajetilla de tabaco. - Tú siempre captas antes que nadie las señales. - La chica era mucho mejor vidente que él. Tenía más control sobre sus visiones - Y sí, yo también tengo una extraña sensación, como si nos vigilaran - Recordó su visión, en la que el gigante rojo le había mostrado una especie de satélite espía que acechaba sobre la House of Yes.

Les ofreció un par de cigarros a las chicas antes de coger él uno por su cuenta, encenderlo y dar una larga calada. - Le echaremos un vistazo a la obra de los chavales cuando la hayan terminado. - ¿Terminarían optando por una polla? Sería chulo.

Avanzaron por las calles desiertas hasta llegar al lugar de las obras. Al llegar se encontraron con que el solar estaba delimitado por vallas de chapa gris que impedían ver lo que ocurría en el interior. No faltaban los típicos carteles que advertían del peligro y prohibían el paso, los focos y las cámaras de seguridad colocadas cada varios metros (algo normal en los lugares en construcción de una sociedad tan paranoica como aquella), y como única entrada, una puerta automática que accionaba un guardia de seguridad en una garita para dar acceso al incesante flujo de camiones.

Lo que no era tan normal era la altura de las vallas, unos 5 metros, y que estaban coronadas por afiladas mallas de concertina en lugar del típico alambre de espino, dando la sensación de que se encontraban ante una valla fronteriza, o frente a los muros de una cárcel.

Al contemplar las medidas de seguridad y los carteles de advertencia, Vesper y Red aminoraron el paso. Sus subconscientes les mandaron el impulso de abandonar el lugar, de hacer caso a las advertencias y darse la vuelta. El pulso se les aceleraba con cada paso, al igual que la respiración, que parecía no llevar el aire suficiente a sus pulmones. El sofocante peso de la ansiedad nublaba sus mentes, gritándoles que se marchasen.

Red no puede dar un paso más y se queda parado en el sitio, incapaz de cruzar la acera, y entonces las pesadillas de la noche anterior asaltan su mente.

Se ve a sí mismo en un desierto de arena blanca, rodeado por rojos pedazos de roca humeante que se yerguen como montañas, kilómetros a la redonda a su alrededor. Algunos de ellos testigos en sus formas del cuerpo humanoide del que formaron parte algún tiempo atrás; una mano quebrada, con tres dedos apuntando hacia el cielo, una lejana cordillera hueca que recuerda a una rodilla flexionada, muslo y tibia enterrados en la arena, un peñón con ondulaciones como nudillos, un inmenso domo que parece un cráneo partido por la mitad… Siente una terrible pérdida al observarlos, como si una parte de su alma hubiera estallado en mil pedazos. Pero no es esa la sensación que más le aterra, sino la certeza de que un ojo mecánico le observa, una luz brillante oculta entre millares de estrellas desconocidas que forman la bóveda celeste sobre su cabeza.  

A Vesper le cuesta lo suyo, pero haciendo uso de cada ápice de su voluntad consigue sobreponerse ante la sensación de angustia. Esto tampoco es normal, piensa, y enfocando sus sentidos más allá de lo mundano siente como una corriente de electricidad fría le pone los vellos de punta. Puede Ver la resonancia del efecto que les impide acercarse, tejido con hebras de fibra óptica entre los carteles de peligro, el cercado y las cámaras.

Diabolique no siente nada, y tampoco parece verse afectada. Cruza la calle con su habitual desparpajo, su outfit negro y su sombrillita roja, directa a la garita y al segurata, dispuesta a averiguar qué demonios están haciendo ahí dentro.

Joder.

JODER.

Lo recuerda todo en un momento. La pesadilla que le ha hecho no pegar ojo la noche anterior le asalta con toda su crudeza. Las drogas no han servido de nada. ¡De nada!. La imagen del Gigante Rojo hecho pedazos, esparcido por una planicie muerta, le hace estremecerse. La visión no es horrible si la analizas objetivamente, pero siempre ha sabido en su interior que el Gigante es indestructible. Que le sobreviviría incluso después de muerto. Y verlo destruido es como ser un sacerdote y perder la fe. O peor, ser un sacerdote y ver a tu Dios muerto frente a tí.

No puede evitarlo, da un paso atrás. Resopla, da otro paso. Mira a sus dos compañeras, que avanzan hacia la valla, pero no puede hacer nada por ellas. 

Tiene que alejarse, marcharse. Está tentado de usar su magia para buscar una puerta y crear un portal místico había su laboratorio, pero las manos le tiemblan y los números se confunden en su cabeza. ¿Y si intenta lanzar el hechizo y no funciona porque el Gigante Rojo está muerto? ¿¡Y si su magia ha muerto!?

No puede evitarlo y se da media vuelta y emprende el regreso a la House of YES. Trastabilla, le falta el aire. Siente calor. Joder, se va a caer. Se acerca a una farola y se apoya en ella. Y teme darse la vuelta porque si lo hace...

... ¿le estará observando el ojo mecánico?

Ahí está la construcción, motivo de mi jaqueca y humor inestable. Al menos el motivo de esta mañana, que cada día tiene el suyo. El lugar parece una prisión, ¿Será que harán una prisión? Eso le daría un toque al barrio, sin dudas.

Al pasar frente a las cámaras me pavoneo meneando la cadera al ritmo de mis pasos. Recién cuando he alcanzado la otra acera noto que Red no me ha seguido y que Vesper viene algo más retrasada. Me acerco algo más despacio al guardia de seguridad para darle tiempo a la chica de que me alcance, sin embargo es importante no detenerse, alguien tiene que mostrar determinación.

- Buen día, cariño – Empiezo a hablar al aburrido trabajador mientras me apoyo en la garita. – Llevo toda la mañana preguntándome qué diablos construyen en este lugar, ahora llego aquí y veo más seguridad que un campo de concentración. ¿Podrías decirme qué hacen?

El tipo, sentado dentro de la caseta y concentrado en sus asuntos, levanta la vista al sentir la presencia del travesti. Diabolique puede ver, a través del cristal, cómo su expresión de sorpresa inicial se transforma automáticamente en un rictus cargado de desprecio que le dedica al observarla mientras escucha su educada consulta. Sin decir nada sale de su cubículo y se planta frente a ella con los brazos cruzados al pecho en actitud claramente defensiva.

El hombre rondará los 50, como evidencian las arrugas que se escapan a los lados de sus gafas oscuras de aviador, su pelo canoso rapado bajo la gorra, y la piel que se aprecia algo descolgada en su rostro (pese a su apretada mandíbula) o en su rígido cuello de bulldog. Su porte y constitución, sin embargo, con los músculos tensos marcándose bajo la chaqueta impermeable y los pantalones militares negros, y la ausencia de la típica barriga cervecera común en ciertas edades, constatan que se encuentra en plena forma. Un pinganillo en su oído derecho, botas militares de cuero, y una cartuchera a la cintura con esposas, porra, tasser, y una funda que por su tamaño oculta lo que promete ser un temible pistolón, competan el atuendo.

Se toma unos segundos antes de responder mientras ojea a su interlocutora de arriba a abajo con una sonrisa sardónica.

-¿A quién le llamas cariño puto engendro? Anda y piérdete por donde has salido si no quieres que te meta ese paraguas por el culo y lo abra dentro… aunque seguro que hasta eso te gustaría degenerado. –ladra- ¿Me has entendido o necesitas que te lo explique? – cambia la postura de sus brazos para ponerlos en jarras y posar las manos sobre el cinturón, amenazante, y sin esperar respuesta ordena- Pues ya te estás largando.

Justo que iba a hacia la valla de la obra en construcción siente; no, no siente: ve algo extraño en todo el asunto. La voluntad del mago en la materia, su estilo para tejer la realidad que está construyendo en este lugar le da la pauta a Vesper de que es mejor no acercarse más. Siente un poder que no es normal y acercarse a semejante fuente a plena luz del día no parece viable, y además, punto importante: Red se le está desvaneciendo. No solo le da la impresión de que va a colapsar en plena calle, puede notar que algo en su interior está siendo atacado de alguna forma y lo está debilitando... Vaya, de la misma forma que ella lo ha sufrido, pero en menor grado. No, es mejor volver durante la noche y estudiar la situación durante el día ahora que sabe que hay magia involucrada.

Sin embargo, ve a Diabolique cruzar sola la calle y enfrentarse con un tipejo desagradable y prepotente cuyos bramidos se escuchan desde donde está, por un instante duda pero no puede dejar a Red así, a la deriva. Diabolique sabe cuidarse sola, ¿No? -Vamos, te llevo a casa -le dice al pintor tratando de pasarse el brazo de él por el hombro.

Quiso advertirle a Diabolique que era peligroso levantar las alarmas en este momento y que era mejor llevar un perfil bajo -¡Oye! Déjalo, no vale la pena gastar sudor y saliva en esto, ven aquí a ayudarme -le gritó desde la acera contraria, esperando que la oyera.