Partida Rol por web

Maria abrió los ojos lentamente. La primera impresión que tuvo fue lo débil y ligero que sentía el cuerpo en aquel momento. No tardó en darse cuenta de que estaba desnuda, y cuando se miró la manos pudo ver que no tenía ningún tipo de maquillaje que le ocultara su blanca piel. 

Cuando fue recuperando sus capacidades pudo comenzar a percibir el entorno en el que se encontraba. Estaba dentro de una especie de cilindro de cristal gigante, no sabía de que se trataba el material que la rodeaba pero se sentía como si estuviera flotando en aquel lugar. En el exterior pudo ver una sala blanca con extrañas maquinas de fondo y mesas sobre las que había objetos. Pero no tardó en darse cuenta de que aquello no eras simples objetos, algunas de las cosas sobre la mesa estaban rodeadas de un pequeño charco de color rojo y mostraban un color blanco como la nieve. Pudo sentir el autentico terror cuando noto que en uno de los rincones de una de las mesas reposaba un cráneo, y no precisamente antiguo. Más lejos había un cuerpo tumbado en una mesa al que le faltaban algunas extremidades. En tubos adyacentes había lo que quedaba de otras personas. A su alrededor todo era blanco y rojo, todo estaba muerto. 

Aquello era más de lo que podía soportar, Maria intentaba desviar la mirada de las atrocidades que tenía delante pero le resultaba imposible, ¿Que había hecho para acabar allí? ¿Que pretendían hacer con ella? Sin poder controlarse a si misma, cerró los ojos y intentó pensar que todo aquello no era real, que debía estar teniendo una pesadilla. 

''¿Dónde estoy? ¿Qué es este sitio? ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? ¿Quién le ha pasado a Disgaya? ¿Dónde está Nirameth? Nirameth!''

Al pensar en Nirameth y ver todos aquellos cadáveres medio descuartizados, Maria intentó dejar la mente en blanco para retomar el control sobre sus acciones.

A Maria no le costó mucho mantener la calma. Había estado practicando largas horas los últimos días y no podía permitir que aquella situación la pusiera de los nervios. Lo que estaba claro es que tenía que buscar alguna referencia de donde estaba o conseguir escapar de aquella capsula en primer lugar. Analizando la capsula se podía notar que era totalmente hermética y la substancia que rodeada a Maria dificultaba en gran medida sus movimientos, tanto que le era imposible darle con fuerza al cristal. 

En su estado de calma pudo percibir otros detalles de la sala. Las maquinas del fondo eran ordenadores, era un artilugio del que le había hablado Disgaya durante el viaje. Aquello que era tecnología habitual en Cele y un paso que dio cabida al nacimiento que muchas otras máquinas. Desde esa distancia no se podía comprobar que ponía en la pantalla de los mismos, pero parecía que la mayoría estaban apagados. En un rincón de la sala había algo parecido a una puerta, pero Maria no comprendía si quiera como se abría. 

María estaba ansiosa por salir de aquel lugar y averiguar lo que había pasado con Nirameth. La situación a su alrededor no pintaba nada bien. Era obvio de que si estaba en aquel lugar por mucho tiempo más, acabarían haciéndole... dios sabes qué cosas.

Presa del pánico, Maria estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por salir de aquel lugar. Miró a los escritorios y al ver los monitores de los ordenadores se le ocurrió una cosa.

Miró a al monitor fijamente con intenciones de elevarlo, desconectarlo de la luz (arrancar el cable)  y de estamparlo contra aquella vaina de cristal. Con algo de suerte, el cristal de la cápsula de cristal se rompería y podría salir al exterior.

Sabía que era muy arriesgado exponer sus poderes de esa manera..., pero igualmente... si no salía de ahí..., es probable que le esperase una muerte lenta y dolorosa precedida por una tortura.

Maria se concentró con todas sus fuerzas en proyectar su poder pero sintió una reacción extraña. Era como si las ondas mentales no pudieran salir de su cuerpo, como si fueran bloqueadas y revotarán. Le comenzó a doler la cabeza y cesó en el intento. Pero justo en ese momento una luz se iluminó al pie de su tubo. Al principio no ocurrió nada, pero entonces vio que la puerta del fondo se abría. Por ella entró una chica con bata de laboratorio. De primeras no pudo reconocerla, pero entonces se dio cuenta de que era Disgaya, pero su expresión, su forma de caminar, su peinado... todo estaba muy cambiado. 

- No hace falta que lo intentes, salvaje. - Dijo Disgaya con tono de superioridad. Cuando estuvo al lado del tubo lo rozó con el dedo. - Esta preciosidad no te va a dejar que uses tus trucos en este lugar. - Disgaya miraba a Maria fijamente a los ojos. 

Lo sabían desde el principio... No por nada se habían tomado tantas molestias para encerrarla en aquella jaula...

Maria estaba empezando a sentir la desesperación en sus huesos al verse acorralada en aquella situación. Seguía sin entender qué hacía allí exactamente pero empezaba a entender que la Disgaya que conocía... nunca había existido. Aquella muchacha torpona que reclutó por las calles de Cohen, resultó ser una impostora.  

Maria no vaciló. Con su desnuda figura se encaró desafiante hacia la misteriosa científica.

-Disgaya! O quién seas! No alarguemos más esto! Si tienes que hacer algo hazlo ya!

Disgaya miró a Maria con diversión. 

- Oh, no tan deprisa, blanquita. - Se paseo alrededor del tubo. - ¿Sabes? De entre todos los monstruos que he capturado de los de tu especie a ti es a quien mas ganas le tengo. Me ha costado demasiado traerte hasta aquí. - Se paró. - Siempre tan repulsiva, tan... superior a los demás. La gente como tu me da asco, ¿pensabas que ese estúpido maquillaje me iba a ocultar algo? A la porquería como tu la puedo oler a distancia. 

Se alejó y se apoyó en uno de la mesas, cogió una mano y se la pasó entre la manos. 

- Pero tranquila, pronto comenzaré a jugar contigo, solo hace falta que nos encarguemos de la puta de tu amiga... Es demasiado escurridiza. 

Al oír aquello, Maria se quedó perpleja. ¿Era posible que Nirameth hubiese escapado de alguna manera? O... ¿que simplemente no hubiese quedado aturdida? En cualquier caso, si Nirameth estaba campante a sus anchas, cualquier cosa era posible. Aunque bien era cierto que aquello no era motivo de alegría, pues la situación de Maria no había mejorado en absoluto.

De momento, solo podía esperar a que Nirameth acudiese en su ayuda. Era su esperanza.

Maria se volvió a dirigir a Disgaya, esta vez vociferando:

-Como le pongas una mano encima a Nirameth te juro que lo lamentarás! ¿Por qué nos has traicionado? ¿Qué te hemos hecho? ¿A caso no significaron para ti estos últimos años que hemos pasado juntas?

Vamos, responde!

Disgaya miró la mano que tenía cogida y asomó un amago de sonrisa entre sus labios. La sonrisa se volvió en risa, y miró a Maria con frialdad. Echó la mano en un cubo y se dirigió hacía la puerta. Mientras iba decía. 

- ¿Sabes? No hace falta que le pongamos ningún dedo encima a esa puta, tarde o temprano vendrá, y no sabrá el error que ha cometido hasta entonces. - Dicho esto Disgaya desapareció por la puerta y Maria se volvió a quedar sola.

Paso mucho tiempo en aquellas circunstancias hasta que algo cambió. Una luz se encendió al pie de su tubo y una nueva substancia comenzó a mezclarse con la que ya había. Esta nueva era de color negro y cuando su proporción fue más grande que la otra a Maria le comenzó a costar el respirar, hasta que al final el mundo volvió a volverse negro. 

Cuando despertó estaba atada con cadenas y correas a una pared de una sala mucho más pequeña y menos iluminada que la de antes. Seguía desnuda pero ya no estaba dentro de un tubo, aún así notaba un gran mareo en la cabeza, llevaba puesto una especie de casco. Delante suyo, guardando una puerta, había dos androides que no se movían ni un ápice. Una voz como surgida de un megáfono comenzó a sonar. 

- ¿Te gusta tu nuevo hogar? - Volvía a ser Disgaya. - La mejor forma de atrapar a una bestia es con otra bestia. Espero que no te importe que te hagan compañía mis amigos metálicos, si intentas alguna tontería estoy segura de que estarán dispuestos a enseñarte nuevos métodos de relajación. 

De pronto Maria sintió una gran dolor de cabeza, era como si algo se le estuviera metiendo en el interior del cerebro. 

- Menuda porquería de cerebro, he visto crías con más capacidad que tu. 

La situación para Maria iba de mal en peor, pero al menos ahora ya no estaba metida en aquella substancia tan rara. A la chica ni se le pasó intentar hacer nada con aquel casco puesto en su cabeza, pues sabía que esa gente se lo había puesto para bloquear sus poderes mentales. ¿Quién sabe? Lo mismo parte de las terribles jaquecas que sufría probablemente vendrían del casco y no de el cansancio mental acumulado por realizar ese tipo de esfuerzo mental.

Maria intentó forcejar con las correas para mitigar parte de su migraña, aunque de poco servía...

Tenía que intentar pensar en algo. Interactuar con los objetos de la sala en la que se encontraba podría ser la clave para salir de aquel zulo. 

Antes de intentar hacer nada, Maria le echó un buen vistazo a la habitación, a sus ataduras y a los guardias de la puerta. 

La sala recordaba a la forma de un cubo. Tenía una rejilla de ventilación que rodeaba el techo y una luz cuadrada y grande justo en el centro. En las paredes no había nada salvo en la pared con la puerta donde estaban los dos androides armados haciendo guardia sin inmutarse. En un rincón de la sala había un aparato negro que parecía ser de donde venía el sonido. La sala era totalmente habla y Maria estaba situada justo en el centro (Atada a un pilar en forma de cruz). Las ataduras eran de un material metálico y parecían surgir del mismo pilar, como si formarán parte de él. Aparte bajo las ataduras también había correas rodeando casi todo su cuerpo. 

Como antes volvió a sentir nauseas cuando notó que algo se introducía en su cabeza. 

- ¿Estás bien, Maria? - Dijo Disgaya con tono burlón. - Tienes mal aspecto, sería una pena que tuviéramos que retrasar la obra indefinidamente. - Maria notó entonces una descarga real en su cabeza que la dejó exhausta. 

Maria se encuentra mal. Nota como le faltan las fuerzas así que está intentando poner mucha ímpetu a las descargas para no perecer. 

(Entre braznidos y sollozos) ¿De qué narices estás hablando? ¿Qué pretendes hacer bruja?

La chica intenta forcejear todo lo que puede para mitigar el dolor, aunque no lo consigue mucho. Apresada y con sus poderes bloqueados, Maria no puede hacer otra cosa que esperar a que avance el tiempo lentamente.

De pronto se oyó una voz de fondo en el megáfono. 

- ¿Se puede saber que haces, Samantha? - Era una voz de hombre, Maria la recordaba, era la voz del hombre que estaba subido al robot justo antes de desmayarse. Por su tono de voz parecía enfadado. 

- Tranquilo doctor, solo estoy probandola. - Decía Samantha quitándole importancia. - Su cerebro no tiene nada en especial pero es bastante resistente. 

- ¿Es que quieres matar a uno de los pocos especimes que tenemos? - Entonces hizo una pausa. - Apaga esto, idiota.

El sonido del megáfono se dejó de escuchar. 

Maria pasó un rato sola con el silencio y la quietud de sus acompañantes. El tiempo se le hizo eterno cuando por fin la puerta se abrió. Era Disgaya (Samantha) con una jeringuilla en la mano. 

- Tienes suerte de que vayamos escasos de monstruos. - Samantha se acercó lentamente a Maria hasta que quedaron cara a cara. - Es una pena que el doctor no me deje jugar contigo, nos lo ibamos a pasar muy bien. - Le rozó un pezón con el dedo y se lo retorció acto seguido. - Mejor, así iremos despacio. - No soltaba el pezón, parecía que esperaba la reacción de Maria. 

La situación era humillante. Maria tenía unas ganas locas de liberarse y destrozar a Disgaya. Todavía no se creía cómo se estaba comportando su amiga.

Durante el cara a cara, Maria intentó mostrarse fría e intentó mantener la calma. Disga..., no, Samantha estaba muy cerca de ella. Si quería atacar, esta era su oportunidad de oro.

La chica intentó mantener la mirada a Samantha. Entonces... fingió sentirse vulnerable (más de lo que estaba), de tal manera que empezaron a humedecérsele los ojos. (Gasto punto de aspecto en teatrismo para intentar dar mucha lástima y rabia con la mirada con tal de que Samantha no desvíe la mirada de los ojos de Maria.)

Mientras la joven maga hipnotizaba a su rival, intentó desatarse el brazo que estaba más cerca de la jeringa de Samantha. Maria era una maga con un gran repertorio de trucos, por lo que estaba ''acostumbrada'' a que la atasen y la sometieran a ese tipo de situaciones. Desde luego, este si que era un truco a vida o muerte, al fin y al cabo, a esto se dedicaba en su profesión, a crear falsas ilusiones para engañar al público.

Samantha observa con una sonrisa obscena la reacción de Maria y parece que ahora disfruta más de hacerla sufrir. 

- ¿Donde está tu valor ahora, eh, zorra? - Dice satisfecha.

Pero Samantha no se da cuenta de que Maria estaba solo distrayéndola. Mientras que fingía su sufrimiento estaba liberando una de sus manos de los grilletes mediante una técnica para desencajarse los huesos que había estado practicando para sus trucos de escapismo.  

Lo más rápido que puede le intenta agarrar la jeringuilla a Samantha y clavársela en el cuello. Samantha, consciente del peligro que corre, intenta esquivar este ataque a toda costa. 

Al conseguir con éxito liberarse un brazo, Maria arremete con fuerza contra la yugular de Samantha tras haberle arrebatado la jeringa, con más adrenalina que nunca. Es tal la ira que siente por todo lo que le ha hecho pasar que no duda en asestar una estocada certera hacia el cuello de su víctima. Maria no parece ella, ahora sus ojos son como los de una leona que acecha contra su presa. Los tiene rojos, le arden con auténtico deseo de venganza.

(Ale, gasto un punto de destino para utilizar el aspecto ''Vengadora'' y arremeter con ira cegadora).

Samantha recibe el impacto de forma certera y se tambalea hasta la pared. Le cuesta respirar pero consigue arrancarse la jeringa. Aunque ya es demasiado tarde, acaba cayendo inconsciente al suelo sin poder decir nada más que varios sonidos desesperados. 

Justo cuando Maria puede saborear el sabor de la victoria puede ver que en su barriga hay dos puntos rojos que antes no estaban. Los dos robots la estaban apuntando con armas y mantenían allí su posición. Una alarma comenzó a sonar de fondo. 

Tras asestar la puya a Samantha, Maria se quita el casco que la mermaba mentalmente con la mano que tenía libre sin saber lo que esto puede significar para ella. Aguantando el dolor a duras penas (si todavía sigue consciente), Maria utiliza en un último esfuerzo sus poderes mentales para deshacerse de los centinelas que la están apuntando. Para ello, los mira fijamente con la intención de fundirles los circuitos que controlan sus IA. 

La alarma está sonando, Maria debe deshacerse de los guardias rápidamente o acudirán más refuerzos en seguida. La situación es desesperante y la chica tiene todas las de perder pero no piensa rendirse tan fácilmente. La idea de saber que Nirameth está bien le da fuerzas para querer jugárselo todo a una carta. 

(No, no pienso acabar así! Y-ya les fallé una vez a mis padres. Les prometí que viviría por ellos! Esto no puede acabar así. Yo...)

En ese momento Maria cierra los ojos y empieza a recordar los momentos felices de los últimos años. Recuerda a Kaz riñiendo a Nirameth en un ambiente cálido y familiar; a Roberto haciendo el payaso con las tres bailarinas mientras Juliett mira de reojo mosqueada; a la parejita de Black y Blanca abrazándose despreocupadamente; a Mike acarreando un montón de telas mientras Erika le indica qué hacer con ellas, incluso, recuerda un momento feliz de Disgaya sonriéndole de una manera que parece desinteresada y pura. Este último recuerdo se desvanece muy rápido, y al final, al final del todo... Maria recuerda a Nirameth durmiendo tranquilamente en su cama, en la habitación del hotel. 

En ese instante, Maria abre los ojos, liberando así toda su energía y concentrándola a la altura de los cráneos de los androides, liberando unas potentes ondas psíquicas que rozan lo incomprensible.

(Gasto mi último punto de destino en el aspecto de Proyección Mágica, para reforzar esta onda psíquica e intentar que sea letal.)

Cuando Maria se quita el casco siente un fuerte dolor en la cabeza, al principio se vuelve insoportable pero se resiste a rendirse y con gran fuerza de voluntad se aguanta levantada. A pesar de que intenta llegar hasta el interior de los robots en su estado mental le es imposible concentrar su poder con toda su fuerza y a parte siente que algo le impide llegar a ellos. Mientras que no se acerque a ellos los robots mantienen su posición y repiten el mensaje: "POR FAVOR, MANTÉNGASE A LA ESPERA DE ASISTENCIA". No paraban de repetir esa frase, que junto a la alarma, no hacían más que cabrear a Maria. 

Parece que le va a ser imposible salir por esa puerta a Maria con esos dos mastodontes vigilando la salida.

A la chica se le acaba el tiempo y las opciones. El sonido de la alarma y el mensaje de los drones es muy estresante y sabe que en cualquier momento la pueden atrapar.

Maria opta por mantener una distancia prudencial con los vigilantes y se acerca a Samantha, quién no debería estar muy lejos de ella.

Le quita la bata para abrigarse, pues está desnuda y le es incómodo. Al ponerse la bata se registra los bolsillos con disimulo para ver si encuentra algo que le pueda ayudar a salir de esta situación.