Partida Rol por web

Mamawe dió un trago a la cerveza. Y mientras llenaba un plato con trozos de queso y chorizo comenzó a hablar,-No es mal plan,¿cuanto me pagarías?¿Cómo de grandes son las caravanas y en que zona se mueven?

Udokal pensó que Phey había comprendido lo de los pájaros cuando al final de su parloteo se quedó pensativo y observante, como intentando averiguar algo. Udokal no sentía ni veía nada fuera de lo común, a excepción de la total tranquilidad y la ausencia de los carroñeros, pero con eso le bastaba para mantenerse alerta, algo extraño pasaba y lo más probable era que lo que había causado esa matanza en el pueblo todavía se encontrara por los alrededores.

-Atentos, sí. Malo cerca.

Pero ante la imposibilidad de encontrar nada, para eso sus amigos habían salido del pueblo, para asegurar la zona y mirar si había algo o alguien en la cueva, era mejor seguir con la tarea que habían comenzado, desagradable pero necesaria para que los muertos pasaran a la otra vida. Phey pareció alegrarse de ver el carro que había encontrado y enseguida puso a su caballo al frente para tirar de él, así podrían ir más rápido, Phey iría moviendo el carro y Udokal lo iría llenando.

-Tu mover carro, yo llenar.

Cuando el resto volvieran ya podrían tener una buena parte del pueblo despejada, aunque el espéctaculo seguiría siendo parecido pues la sangre y las vísceras serían casi imposibles de recoger.

Kalen, mejor volver con Ophelia y los demás! Aqui no hay nada.

Saliendo fuera de la cueva, se dirige hacía donde se encontraba Ophelia, y haciendo un movimiento de resignacion con los hombros, exclamó:

Mejor, volvamos al poblado con los demás, lo que sea que estuvo por aquí, quizas vuelva!

Debemos prepararnos, apoyando su fuerte brazo en su Krill.

Dirigiendose a continuación con paso firme al poblado, pensando en que tipo de bestia puede haber causado esto.

NB... Te dejo una tirada de Percepción porque hasta que no me digas no salgo de la cueva hacia el pueblo. Si por un casual hubiera algo me lo pones por privado (sobretodo si hablamos de algo material).

Cuando volvéis al poblado, os encontráis a vuestros compañeros atareados con el desagradable trabajo, han avanzado algo, pero aun queda mucho por hacer, y el día esta avanzando rápidamente.

 - No te preocupes por cuanto te pagare, podrás vivir mas comodamente de lo que has hecho hasta ahora - Dice mirando como das cuenta del desayuno.

 - Las caravanas son de diferente tamaño, algunas están formadas por unos pocos carros, otras llegan a la veintena.

 - Para probar tu valía, deberás viajar hasta Transmeer, una villa al sureste de aquí, bastante cerca, dos días a pie o uno a caballo si lo apuras. Una de mis caravanas debía haber llegado allí hace ya varios días y continuar hacia el norte, pero no hay noticias de ella.

Phey alzó una mano para saludar a sus compañeros retornados, mientras la otra palmeaba el pescuezo de Hanne como recompensa del trabajo bien hecho. La pobre yegua estaba ayudando más que un Kalen, una Keloa y una Ophelia juntas. Phey lucía una sonrisa que contrastaba con la masacre del pueblo. Y es que el trabajo físico reconfortaba el espíritu.

¡Bienvenidas, chicas y Kalen! ¿Qué tal ha ido todo? Por aquí la cosa ha ido tranquila, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. ¿Os unís a nosotros?

No es que no tuviese curiosidad por las fascinantes historias y los descubrimientos sobre el misterio que sus compañeros sin duda habrían hallado. Tan solo era cuestión de educación. Quizás han visto mil horrores que sus mentes no estaban preparadas a relatar. Ya hablarán si lo estiman oportuno, y cuando sus corazones se sientan preparados para ello.

Dio un respingo cuando fue amonestado, reprimiendo una maldición al olvidar el vínculo telepático. Se llevó una mano a la nuca en un ligero gesto azorado en respuesta muda. Sólo había expresado su frustración y aún así sintió que era reprendido como un niño pequeño; faltando únicamente que llevara sus manos a la espalda, agachara la cabeza y dijera un "no lo haré otra vez, mamá". Y sin embargo sonrió.

- Disculpe, Señora -respondió únicamente, después de escuchar hasta al final a la muy útil hechicera.

Tras un rato buscando por el lugar dio por concluido la expedición, infructífera pero necesaria. No mandó a la mierda la cueva, la carne quemada y el repugnante olor en voz alta sabedor de lo que le esperaba. Finalmente abandonaron el lugar y regresaron al pueblo siendo recibidos por un jovial Phey, que seguía la ardua tarea de apilar los cuerpos destrozados junto a Udokal. Sobre la naiss... Estaría por ahí, saqueando o escaqueándose.

- No encontramos nada en la cueva -respondió al tiempo que se encogía de hombros-. ¿Unirme? -"Maldita gracia que me hace", ¿serviría nuevamente la excusa de vigilar? Lo dudaba, estaba casi seguro que Ophelia no se iba a prestar a la tarea por lo que probablemente con ella bastase para vigilar. Ojala se presentase un temible monstruo en el acto para evitar pringarse de sangre y deshechos. ¿Cómo podía estar así de sonriente? Le daban ganas de tirarse al cuello, pero que antes se limpiara un poco, y tal vez se tirara encima suyo con otro tipo de impulso.

Suspiró dando por concluido su alocado pensamiento y asintió.

- Ahora estoy contigo.

Llevó su caballo junto a los demás y dejó aquello que le estorbara para cumplir con tan "excitante" tarea, pero no su arma. La tendría a mano por si eran sorprendidos, y ya que su armadura era ligera decidió probar antes de quitársela. Con suerte no se mancharía la ropa y tan sólo tendría que pasar un paño húmedo para limpiar la armadura.

"¿Por qué me presto a sus locuras?", con lo feliz que era yendo a su aire. Aunque ahora que lo pensaba, después de una tarea tan ardua y sucia vendría un merecido baño. Como acto reflejo frotó su cara con las manos debido a la frustración, y así de paso evitaba que vieran la media sonrisa entre lujuriosa e incrédula. "Demasiado tiempo sin echar un polvo".

Con menos espíritu que el paladín (definitivamente mucho menos) se mentalizó para la tarea, llegando a la conclusión que mientras antes terminaran antes saldrían de allí.

Mamawe reflexionó un momento,no le gustaba voler hacia el sur. Pero lo cierto es que estaba tan cerca de la guerra que tampoco podía continuar viajando al norte. Pensó en sus perseguidores, tal vez la cercanía de la guerra les hubiera ahuyentado y habían dejado de perseguirla.
-uhmmm, ¿continuar hacia el norte?¿QUieres que esas caravana atraviese la línea de combate?
No tenía miedo, ni a la lucha, ni a la muerte. Pero quería estar segura de lo que estaba hablando.

Nada más que lo que había visto desde el exterior se encontraba en la cueva. Así que decidieron volver con sus monturas y regresar al pueblo, ahora pueblo fantasma.

El olor de la muerte cubría el pueblo como una mortaja. Por fortuna, no era tan desagradable como el de la cueva; los cadáveres aún no habían empezado a descomponerse. Phey y Udokal se afanaban en la tarea de recuperar los cuerpos destrozados de los desgraciados aldeanos.

La mujer necesitaba un momento de soledad para aclarar sus pensamientos. Había comprobado que el trabajo físico era una buena forma de alinear mente y cuerpo, y sin embargo, no este trabajo físico, cielos.

Voy a… comenzó a decir. ¿Qué podía hacer? Arrastrar los cuerpos de personas más pesadas que ella solo iba a provocarle un terrible dolor en la espalda y las rodillas, y no iba a acortar demasiado la tarea de los jóvenes. Voy a hacer desaparecer la sangre.

Lanzó un sencillo conjuro de prestidigitación y echó a andar, buscando la tierra donde habían quedado los cadáveres. No podría liberarlas de los pedazos de entrañas y huesos, pero sí de sangre.

El trabajo se hace muy pesado y desagradable, ademas el calor hincha los restos de los cuerpos, el olor a descomposición es insoportable. Así transcurre el día hasta que empieza a anochecer, las aves carroñeras siguen sin aparecer.

Los O´Shar y en especial la hechicera, notáis el ambiente una sensación sobrenatural y claramente maligna... aunque es sigue resultando imposible saber su origen pues parece estar por todas partes.

Finalmente Keloa, Ophelia y Kalen regresaron de la cueva, por lo que parecía nada había allí tampoco, pero Udokal estaba casi seguro que algo todavía acechaba cerca, algo que impedía a los carroñeros darse un festín con todos aquellos cuerpos. Decidió que era mejor terminar el trabajo cuanto antes y después se encargarían de lo otro. Se dirigió a Keloa, una mujer casi tan fuerte como él.

-Ayúdame a poner cuerpos en el carro, cuando esté lleno Phey los llevará a una de las casas vacías y los descargaremos allí, así hasta que hayamos puesto todos, es la única forma que tenemos de mandar a esta gente a la muerte de una manera digna, es lo que quiere Phey.

Con las nuevas manos el trabajo se realizaría más rápido, aunque aún les quedaba mucho por delante, pero no iban a darse por vencidos o flaquear, al fin y al cabo debían permanecer allí hasta... hasta quien sabía cuando. Se suponía que alguien iría en algún momento a hablar con Phey, en cualquier caso mientras eso ocurría no tenían otra cosa mejor que hacer y una vez con los cadáveres fuera de vista el lugar sería un poco más agradable, aunque solo un poco.

-No hay aves carroñeras, ni animales. Creo que lo que hizo esto sigue cerca, por eso no vienen. Cuando terminemos con esto necesitaremos tus habilidades de rastreadora para dar caza a lo que hizo esto, o si no puede que nuestros amigos sean los siguientes en caer.

Y no pensaba permitir que ni a Pazzo ni a Phey les pasara algo malo siempre que pudieran impedirlo.

 - Por supuesto que no... quiero que lleguen hasta la linea de frente... - Te explica Alvers - Los soldados necesitan cerveza con la que desahogar sus penas, mas aun viendo como va la guerra, ademas de alimentos y vendas. La Caravana deberia estaba compuesta por ocho carros, con sus animales de tiro y personal, necesito saber que ha pasado con ellos y de encontrarlos, hacerlos llegar hasta aquí.

Ophelia, ¿tienes un momento?

Phey estaba jadeando y sudoroso. El tipo de amigo especial que le gustaba tener a Kalen. Pero Kalen era joven y vigoroso, y la siguiente tarea no requería esfuerzo físico, el tipo de tarea que corresponde a una mujer débil o a un anciano, y Ophelia complía los requisitos de género y edad.

Has hecho un buen trabajo limpiando la sangre. Este pueblo ahora parece otro. Mira... He encontrado ya a mi charlatán, el cadáver que no va a ser enterrado para que los sacerdotes puedan hablar con su espíritu. Está en las mejores condiciones que he podido encontrar, lo cual no es mucho decir.

Necesito pedirte un favor... Necesito que busques un barril lo suficientemente grande como para que quepa el cuerpo. Luego quiero que lo llenes con calderos de agua sacados del pozo... hasta la mitad, el agua ya subirá cuando le metamos dentro.

Si ves que el agua pesa mucho, lleva el cubo medio lleno y haz algunos viajes más. No te agotes, ¿vale? Y no te preocupes si el barril tiene tapa o no. Si no tiene tapa, pondremos una tabla encima con alguna roca haciendo peso. Pero lo importante es frenar su descomposición y al menos sumergido en agua no olerá.

¿Lo harás, por favor? Yo voy a volver con Udokal ahora a seguir ayudándole con los demás restos.

Cansado, Phey se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano. Si esto seguía así, ni baño compartido con Kalen (puesto que Udokal es muy grande y necesita su propia bañera, y las chicas... son chicas), ni nada: se tiraría a dormir en la cama todo sucio y sin quitarse siquiera la ropa o descalzarse. En cualquier caso, las calles debían estar limpias al llegar la noche.

La mujer paseaba por el pueblo, deteniéndose un momento en los charcos de sangre, dejando que el sortilegio actuara. No servía de nada, como era evidente. No era más que una excusa para alejarse de los demás y apartar de su mente los dolorosos recuerdos que había suscitado verse rodeada de hombres de la edad de su primogénito.

Centró su atención en la atmósfera que impregnaba la aldea. Innatural y malévola, perturbadora. Los caballos se habían resistido al regresar, y los animales salvajes, ni siquiera los carroñeros, no se habían atrevido a acercarse. Un experto en adivinación hubiera podido averiguar más sobre ella. Todo lo que la mujer podía hacer era concentrarse en busca de auras mágicas notables en los alrededores.

Inconsciente de sus cuitas, el muchacho —Phey— apareció a su espalda. Ophelia torció los labios en un gesto de desagrado. Seguía empecinado con la idea de que un sacerdote conversara con el cadáver. No era tan sencillo como parecía creer. No abundaban los capaces de hacerlo, y era poco probable que uno de ellos fuera enviado a la aldea.

Tierra, replicó Ophelia, a pesar de sus dudas. Cubrirlo de tierra retrasará la putrefacción más eficientemente que el agua. Podemos echarle tierra por encima hasta taparlo completamente, o meterlo en un barril, como deseas, y llenar de tierra los huecos.

¿Tierra? Eeeehm... Sí, tierra. La tierra estará bien.

La verdad es que no tenía ni la menor idea de si era mejor o peor idea, pero confiaba en el criterio de Ophelia. Después de todo, es vieja. La gente con tantas arrugas en la cara ha tenido años más que suficientes para volverse sabia con el paso del tiempo.

Mira... Allí, Ophelia, entre esas dos casas...-dijo señalando-Le eché el ojo a ese huerto hace una hora. Está en barbecho, sin cultivar. Es allí dónde quiero enterrar parte de los cadáveres. Si cogieses la tierra de allí, podría ser el principio de una fosa común para los restos. Por ir avanzando trabajo, digo. La verdad es que aunque tuviéramos manos suficientes como para hacer tumbas individuales, no conocemos los nombres de estas personas para identificar sus lápidas... Bueno, ni siquiera tenemos ningún artesano que pueda cincelar las lápidas, así que...

Se encogió de hombros. Tampoco es que quisiese decirle lo que debía hacer. Tan solo compartía información y pareceres.

Procede como veas oportuno. Y si te encuentras con Pazzo... se amable con ella. Creo que hoy está algo sensible... Bueno, me voy a trabajar duro. ¡Ánimo, Ophelia! ¡Ya queda menos para terminar!

Phey se alejó de Ophelia tan alegre como vino, y se puso de nuevo a acarrear cuerpos al carro.

-¿Ocho carros?... dijo en un susurro, era más un comentario para sí misma que otra cosa, -No creo que sea difícil encontrarlos... enteros o no, depende de su suerte o habilidad.
Por un momento vinieron a su mente recuerdos de su viaje, había habido momentos llenos de peligro; confiaba que sería muy capaz de encontrar esa caravana mercantil, pero no confiaba en absoluto en que estuviera entera o hubiese supervivientes.