Partida Rol por web

- Compañero pensandolo mejor creo que deberíamos ir juntos como tu opinabas, fue una mala idea separarnos, juntos barreremos a esta escoria y nos cuidaremos las espaldas.

Esta vez se distrajo demasiado y el empuje inicial que había perdido hablando le costó fallar el golpe por muy poco.

Debo concertrarme en la pelea de lo contrario no sobreviviremos ninguno

- Si, sera mejor mantenerse juntos.. - dije mientras intentaba deshacerme de la presa qe el lobo me habia hecho. Una vez coseguido, me incrpore de nuevo, comprobando la herida de mi brazo y volviendo a agarrar el arma con fuerza.

- Tenemos que cubrir la caravana, no hay dejr pasa a nadie

Acto seguido, hice volar mi martillo, esperado que un nuevo atacante se acercara a mi. Ademas servia para cubrir muy bien el lado sin escudo.

Dimrod vino en mi ayuda matando al orco que me atacaba, le respondí con la cabeza en respuesta a su gesto, ahora mismo me quedé libre, pero no era mi intención descansar.

Sólo se me ocurrió un modo de intentar compensar mi merma física y era atacar por la espalda a alguno de los  enemigos que estaban atacando a los soldados de la caravana, me armé de valor y me concentré.

El hombre se centró en el combate. Volvió a lanzar otro ataque contra el huargo. Acabando con la montura el orco sería fácil de matar.

Lunadan fue a golpear al huargo pero su espada se le resbaló de las manos y no pudo sujetar con contundencia la empuñadura. El arma dando vueltas fue a parar a un par de metros del humano, y quedó a merced de la embestida del huargo que se abalanzó sobre el propinandole un duro zarpazo.

Emyr quiso sorprender a un orco que luchaba de espaldas a él con uno de los guardias de la caravana pero no tuvo demasiada fortuna en su ataque. El orco se giró para devolverle el golpe y en ese momento el guardia le atravesó las costillas con la hoja de su espada. Después le agradeció a Emyr su ayuda y salió a por otro rival.

Nagredog golpeó a un orco en un costado con mucha fuerza y el orco se retorció de dolor, sin embargó el orco devolvió el ataque manteniendose integro en el combate pese a que el costado debía dolerle como los peores azotes de su cruel amo. El ataque del orco, pese a todo no fue muy fuerte y el enano no tuvo problemas en esquivarlo.

Varkin en cambio no tuvo tanta suerte, clavó su maza en el suelo fallando estrepitosamente su ataque y el orco con el que luchaba aprovechó el momento para asestarle una dura estocada en el hombro izquierdo, la hoja negra se coló entre las capas de su cota de malla y le atravesó la piel cortando tejido y musculo y desgarrando la carne, el dolor se apoderó de su brazo y la sangre manaba.

La batalla se complicaba, la mayoría de los soldados de Eresgal caían al suelo muertos o gravemente heridos para regocijo de los numerosos orcos, y dunlendinos que combatían contra ellos. Un pequeño grupo consiguió hacerse con una carreta de mercancias y asesinaron a sangre fría al conductor y sus ocupantes. Las demás carretas seguían sintiendo el aliento de los perseguidores en su nuca, mientras la guardia, su única esperanza iba cayendo poco a poco.

Poco a poco íbamos perdiendo terreno, mi ataque no dio el fruto deseado, pero al menos al conseguir despistar al orco uno de los guardias pudo acabar con él.

De nuevo busqué poder socorrer a otro de los guardias, atacar por la espalda o por el flanco en el peor de los casos a alguno de los enemigos que por allí hubiese.

Vârkim muy dolorido por el nuevo golpe decide ponerse a la defensiva a la espera de que su compañero le eche un cable.

Maldición Lunadan masculló al ver como su espada se le escapaba de la mano y como recibía la embestida del huargo. Tras protegerse con el escudo se llevó la mano a la daga y la saco para intentar defenderse a la que se movía al lugar donde había caido la espada.

Vârkim necesitaba ayuda, habia sido herido y no podria aguantar demasiado dolorido como estaba.

Nagredog, retrocede hasta con una gran zancada hasta la posicion de su amigo, mientras lanza un envite al orco. Tenia que conseguir colocar su escudo entre el enano y su enemigo, pero a la vez defenderse de su propio agresor. Agito el martillo como unica defensa ante el orco que habia golpeado anteriormente, mientras retraso el escudo para cubrir a Vârkim.

Habia que intentar una maniobra harto dificil. Si salia bien el enano de deberia muchas cervezas. Si salia mal, tal vez no volviera a proba la dulce bebida. Merecia la pena salvar a un compañero.

La lluvia seguía empapando el campo de batalla sin tregua alguna mientras los guerreros luchaban a vida o muerte sobre el barro en una huida infernal hacía lo alto de la montaña. Los defensores caían uno tras otros, los atacantes les superaban ampliamente en número. Aunque los enanos y los demás hombres mataban a muchos de ellos seguían surgiendo más y cada vez el cansancio les acusaba y las fuerzas les fallaban, hasta Varkin había dado sintomas de flaqueza en el anterior asalto.

Tan solo quedaban en pie doce de los hombres de Eresgal, aparte de él mismo y algunos de los protectores de la dama. Toda esperanza se había perdido, la muerte parecía querer acorralarles y les tenía ya a su merced.

Lunadan fue golpeado duramente por el lobo, a pesar de usar el escudo como defensa para guarecerse del ataque. El lobo aprovechó el momento en que el hombre sacó su cuchillo para lanzarse sobre él y propinarle un zarpazo en la cara que le dejó una fea marca. Y habría sido peor de no ser por los reflejos del hombre.

Nagredog fue en defensa de su amigo Varkin pero su ataque no fue muy fuerte y el orco apenas sufrió una leve contusión. En el contrataque el orco le hizo una leve herida también con la afilada hoja de su cimitarra.

Emyr acuchilló a un orco por la espalda, dejandolo seriamente malherido, y a punto de morir, pero no contó con que el lobo que montaba se hubiera percatado de su presencia tras el ataque y este se lanzó sobre él propinandole un zarpazo en el hombro y enseñandole con fiereza los dientes, como advirtiendole de que se preparara para el siguiente asalto.

Las cosas pintaban feas para todos. Habían resistido hasta casí llegar al último de los cerros de la montaña donde se eregia la fortaleza. La dama y algunas carretas habían conseguido llegar, pero esperaban al resto para cerrar las puertas y no dejarlos morir a su suerte. Un potente retumbar comenzó a alzarse poco a poco hasta sonar con fuerza en los oidos de todos los combatientes, como si la tormenta que estaban sufriendo hubiera decidido lanzarles miles de rocas sobre sus cabezas. Un grito desgarrador retumbó cual trueno y pudieron ver en la lejanía, como si del relampago se tratara, a un jinete cuya armadura relucía bajo la tormenta. Cabalgaba hacía los orcos y dunlendinos junto a una gran compañia de jinetes, y comenzaron a dar muerte a los orcos, lobos y demás desde la retaguardia.

Vârkim seguía un poco aturdido aunque alcanzaba a ver como su amigo había venido en su auxilio y el Orco contra el que luchaba había dejado de acosarle para pasar a luchar contra Nagredog. Sacando fuerzas de flaqueza Vârkim decidió aguantar un turno más a que la visión dejase de estar nublada poniendo el escudo entre el Orco y él.

Lunadan se acordó del lobo al sacar su daga y alzó el escudo instintivamente tras el zarpazo después lo volvió a bajar rápidamente a su posición defensiva habitual y junto con la daga recién desenvainada retrocedió haca el lugar donde yacía la espada.

A lo lejos se ve venir un ejercito de caballos, montados por habiles jinetes. Parecen amigos, o al menos enemigos de de mis enemigos. Era una image acorazonadora, dada la siuacion en la que nos encotrabamos.

Ahora envalentonado, alzo mi martillo y dirijo su peso hacia el craneo del orco.

La ayuda llegaba, en el momento en que la nedesitabamos...

Por suerte la caravana comenzó a entrar en la fortaleza, pero había que quedarse defendiendo la retaguardia.

Conseguí realizar un buen ataque pese al estado de mi pierna, pero no me di cuenta de un nuevo lobo que se lanzaba sobre mi para atacarme y hacerme otra herida.

Me preparé para defenderme del todo, la lluvia empapaba mi rostro, ya no había alegría y esperanzas pocas, cuando de repente…

Aquel sonido… ¿De quien se trataba? Iba acompañado de numerosos jinetes y cabalgaban hacia el enemigo con valentía, mi piel se estremeció… ayuda… - ¡Vamos! ¡Hay que resistir! – grité a pleno pulmón antes de esquivar los nuevos ataques de mis enemigos

Los caballeros seguían su marcha de muerte inexorable, abatiendo a todos los enemigos que se encontraban a su paso, o obligándoles a huir si querían mantenerse vivos. Sin demasiado esfuerzo ya se encontraban a los pies del cerro, justo en la entrada del camino, que llevaba hasta las ruinas.

Todos, salvo Nagredog, se vieron abocados a dejar la ofensiva a una lado para no caer en combate. Lunadan desvió con el escudo el siguiente zarpazo del lobo contra el que luchaba, y ya tenía su espada al alcance.

El lobo se lanzó contra Emyr y consiguió tirarlo al suelo, tras lo que comenzó a lanzar dentelladas hacia la cara del eriadoriano, que sólo conseguía que no le alcanzaran por la fuerza que ejercía sobre el cuello del animal con los brazos, que formaban una cruz y aun asían sus dagas.

Dimrod, mientras, continuaba repartiendo mandobles a diestro y siniestro en lo alto de los escombros, que hacían de embudo en la entrada a las ruinas, a pesar de haber sido alcanzado de lleno en el hombro por una lanza.

El cansancio empezaba a hacer mella en Nagredog, que a pesar de que alcanzaba de lleno a su oponente no conseguía asestarle un golpe con la fuerza que le caracterizaban. Pero también la fatiga pasaba factura al orco, que ya a duras penas podía lanzar envites eficaces.

La ayuda que le había prestado su compañero, había mantenido a Vârkim a salvo el suficiente tiempo como para que se le pasará el aturdimiento. Sin embargo, no podía permitirse el lujo de dejar de luchar aun, pues varios enemigos rondaban cerca de él y muy pronto podían decidir atacarle, además estaba la lealtad a sus compañeros que de seguro haría volverle a hacerse meter en la refriega.

Todos los defensores se encontraban desmontados (los caballos supervivientes estaban con los carros) en lo alto del cerro y armados con lanzas, intentando repeler las últimas acometidas de los incursores. Eresgal seguía gritando a sus hombres, dándoles ordenes para mantener una línea defensiva sólida para defender a la caravana. Mientras, cada cierto tiempo, hacía sonar su cuerno; que inundaba los corazones de los aliados de coraje para poder resistir hasta que llegaran aquellos jinetes, que parecían ser su única esperanza de salir con vida.- ¡Resistid!...¡Luchad por vuestras vidas!...- Gritaba.

Vârkim comenzaba a ver mejor, su vista dejaba de estar nublada. Entonces ve la situación, unos caballeros han aparecido y están limpiando el terreno, el único que todavía logra parar el avance de los Orcos sin ser herido es Nagredog y además le ha defendido mientras su visión era borrosa y le había obligado a estar a la defensiva.

Vârkim inmediatamente decide corresponder a la ayuda de su compañero y amigo lanzando un mazazo con todas sus fuerzas hacía el Orco que estaba luchando contra él y así poder entre los dos barrerlo del mapa.

- Gracias compañero, ahora vamos a destrozar a los que quedan, que sepan lo que es un yunque y un martillo - dice mirando como la caballería hace que los enemigos huyan hacía ellos descontrolados.

 La ayuda estaba en camino, debian sobrevivir el tiempo suficiente. El cansancio tras un largo tiempo de lucha comenzaba a pesar en mis brazos. No obstante la rendicion en este momento no era una opcion. Dimrod luchaba herido, Vârkim conseguia estar de nuevo en plenas facultades, pero aun asi mas enemigos se nos acercaban.

- No hay de que amigo, ahora preparate para seguir vivo, pronto nos rescataran.

Alzando mi martillo, lanzo un pequeño golpe hacia el tambien casado orco. Más como advertencia que como un verdadero ataque. Sin embargo mi escudo si estaba preparado, listo para desviar cualquier ofensiva.

La situación era crítica y esperanzadora a la vez, había que resistir un poco más, me hallaba en el suelo esquivando las dentelladas de un lobo.

Intenté aprovechar la cercanía del cuello del animal y clavarle una de las dagas mientras me defendía con la otra, resistir, había que resistir.