Partida Rol por web

La vuelta siempre era un fastidio.

Os tocaba pasar algo mas de un mes entre aquellas paredes impolutamente blancas tras haber sido tratados medicamente si hubiese sido necesario.

Un piso amplio, con un pequeño jardín de 4X4 en el centro del salón que diferenciaba este del comedor. Constaba de un comedor con una mesa para 8 personas con una cocina adyacente, un salón con sofás y televisión para ver películas, un gimnasio no demasiado grande con máquinas, dos cuartos de baño completos, una sala por si había algún problema médico que incluía contención, una salita de lectura con libros, y 8 dormitorios con camas de cuerpo y medio, todo con comodidades para que no os faltase de nada. 

Aun así, seguía siendo en breves palabras, un coñazo. 

-Estáis todos en el salón al empezar la escena-

Tras comprobar la caja que deberia tener la figura y la caja de contención que le facilitó Doe y en contrarse con un peso de cocina suspiró con fuerza y miro a los lados. Debía tener una charla con Kara, Daniel y Richard, uno de esos tres debería tener el objeto que había de ser conseguido, así mismo al ver que se la habían jugado de aquella manera, dio un puñetazo a la pared para dejar salir su frustración y busco un cigarro para fumar, si es que en la cuarentena había donde conseguirlos.

Hablaría con ellos antes de hacer alguna actuación de la que luego se arrepintiese, así mismo estaban todos en Cuarentena por lo que presupuso que estaría con ellos o finalmente el Señor Doe había jugado mas cartas y otro se le había adelantando, si llegaba a su conocimiento esto último se daría por satisfecho sino tendría que dar cuenta a TITAN del objeto anómalo que había sido traído a la cuarentena, asumiendo la responsabilidad del castigo por el incumplimiento de una de las normas.

Al llegar al salón lo primero que hizo fue buscar algún medio para obtener una cajetilla de tabaco, mirando alrededor casi con un ansia desesperada, trató de calmarse tras una busqueda con la mirada y fijo su vista en sus compañeros de misión para hacerles un gesto y señalar un lugar algo mas apartado, pese a esa ansiedad momentanea ahora su rostro se contorsionó en un gesto ligeramente enfadado y decepcionado.

 - Daniel, Kara. ¿Podemos hablar en privado? - Comentó, e hizo un gesto con la mano nuevamente, invitandoles a acercarse a él - Quiero concretar ciertos puntos sobre lo que hicimos antes de hacer un informe preliminar.

Su voz fue audible para todos, dura pero que se suavizaba con cada palabra que salía de su boca hasta ser un tono mas parecido al de una persona ligeramente molesta pero que mantenía cierta cercanía para con las personas a las que se dirigía.

Habíamos pasado las de Caín para llegar hasta aquí, hemos visto la muerte demasiado cerca. Me toco con la mano izquierda el muñón de mi mano derecha, ya no me duele pero es extraño el dolor que produce, dolor fantasma, recuerdo haberlo estudiado.

Sabía que íbamos a estar aquí un buen rato, vi aparecer a Daniel y suspiré aliviada, tenía una buena amistad con el doctor. Supuse que estaría echando tanto de menos a Maggie como yo a Tamra, me moría de ganas de verla, pero quedaban muchos días aún. Con los otros dos había tenido mucho menos contacto. Vi que se alejaban.

Me acerqué a mis compañeros, en primer lugar a Mike que iba con ese corpiño rígido —gracias por todo, si no es por tí no salimos de ahí. Te debo la vida y la posibilidad de ver a mi hija de nuevo. ¿Co... cómo estás? —.

También me acerqué a Teo que iba con muletas, —gracias también a tí, espero que te recuperes pronto —. Por último me dirigí a Marko, no estaba seguro qué recordaría en su estado, le puse mi mano izquierda en el hombro —¿Cómo te encuentras? —le dije mirando su rostro, traté de esbozar una sonrisa —ha sido infernal pero estamos de vuelta. Gracias también por cuidarme —una vez aclarado eso expuse, —no sé si tenemos mucha información para Titán, espero que no haya que volver... —desde luego si había que hacerlo no iban a contar conmigo.

Daniel estaba ahí, parado y con una mirada oscura e inerte que se dirigía a la nada, no obstante, se podía contrastar una enorme sonrisa fría y bastante inquietante, era una que mezclaba alivio, frustración y principalmente curiosidad, una mórbida y arriesgada curiosidad.

Su mente era bombardeada con cientos de teorías y paradigmas que no daban abasto a la alterada sinapsis del médico, solo al sentir la mirada de Weiland lo distrajo un momento, acción que respondió con una lenta, precisa y educada reverencia para luego seguir a su grupo, caminando con una ligera cojera, volviendo a su demacrada cascara.

-. Ohhhh café, necesito un café-. Expresa de la nada y de forma monótona el medico al escuchar a Samuel-. Una vez tenga aquello en mis manos y creo que tambien un cigarrillo, Señor Krieg, tendrá el monopolio exclusivo de mi agenda... que dudo que este muy ocupada en los próximos días-. Finaliza a la vez que invita, cortésmente, a su cansado pelotón a la cocina susurrando tristemente el nombre de su hija.

Me habia acercado al salon renqueante, tenia el cuerpo baldado por todo lo acontencido o al menos la parte que recordaba de la mision, y justamente lo ultimo que recordaba bien, una vez llegados de vuelta a TITAN, eran las palabras que me habian dado, advirtiendo sobre futuros comportamientos. No hice demasiado caso, de hacerlo acabaria por estamparle algo a alguien, asi que simplemente habia hecho lo que esperaban y ahora estaba aqui en una de las esquinas del jardin, apoyando las plantas de mis pies contra la hierba del mismo. Me dolia el pecho, la espalda y aun recordaba vagamente tener los pies llenos de sangre... lo que hacia que la sensacion de la hierba bajo mis pues fuera... rara, ni agradable, ni desagradable, solo diferente.

La sensacion era extraña, y aunque parecia que habian juntado a dos equipos en la zona de cuarentena, no es que hiciera demasiado caso a nadie de los presentes. Mi mente estaba centrada en otras cosas, ocurridas durante la mision y que me habian socavado por dentro de mas de una forma.

Asi pues no note la llegada de Ella, su mano en el hombro, me obligo a girar mi rostro mirandola primero a ella y luego la mano que habia sobre mi hombro. Se notaba que estaba algo en mi mundo, aun asi tambien estaba claro que no me agrado en demasia el contacto. Su pregunta, se gano un gruñido bajo por mi parte mientras volvia a mirar el jardin. - Vivo. - Sus palabras me resbalaron en ese momento, hasta que dijo esa frase y no pude mas que mirarla a los ojos. - Si.. claro... lo mismo digo. - Aun dormido se notaba que no estaba especialmente contento, el tono mas bien era sarcastico. En cuanto menciono lo de la informacion de TITAN, me encogi de hombros. - Eso no es cosa mia.

Me levante con cuidado, el pecho y la espalda aun dolian, sin contar las nuevas marcas de guerra de mi rostro. Dormir era una jodida maravilla. - Voy a por algo de desayuno. - Me costo lo mio pero una vez en la cocina, me centre en conseguir algun tipo de zumo y algo que llevarme a la boca. Mire la mesa, pero ni en broma me sentaba ahi... asi que de nuevo con pasos cortos y algun que otro gruñido, seguido de un gesto de incomodidad o dolor, volvi al jardin.

Solo caminar era un suplicio, tres costillas rotas, una de las cuales se había desplazado perforándome el pulmón izquierdo eran la prueba de por qué debía llevarse siempre el cinturón de seguridad. Tendría que pasar al menos un par de meses con el corpiño de plástico mientras volvían a soldarse, por suerte el dolor pasaría antes.

De todos modos, valía la pena soportar el dolor, significaba que seguía vivo, que habíamos escapado de aquel infierno alienígena, aunque sabía que la información con la que habíamos regresado tenía muy poco valor. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a la misión, ¿Cuando había fallado? ¿Qué podíamos haber cambiado? ¿Qué no tenía que haber hecho? Pero era como entrar en un bucle cerrado sin ninguna salida.

Al llegar a la cocina vi que no estábamos solo en el piso de cuarentena. Nos habían juntado con otro grupo, les recordaba de la fiesta y de la sección B21, y me alegraba que hubieran regresado.

Samuel parecía tener una necesidad imperiosa de privacidad para tratar algo con su grupo, dudaba que las cámaras que seguramente habría repartidas por la casa la permitieran, pero claro, igual la privacidad que necesitaban era con respecto a nosotros.

La primera que me habló fue Ella.- No hay porque darlas, tú habrías hecho lo mismo por mi.- Le contesté obligándome a sacar una sonrisa que espantara mis preocupaciones. Toqué el plástico que cubría mi torso.- Duele, pero podría haber sido peor. ¿Qué tal tú?

Cuando me contestó y se marchó a hablar a Teo di dos pasos hasta la zona de cocina.- Yo también tomaré otro, ¿Alguien más quiere?- Pregunté después de que Daniel dijera que quería un café, mientras con movimientos lentos para evitar en lo posible el dolor abría los armarios de la cocina en busca de algunos vasos.

Kara estaba cansada. Los últimos días habían sido agotadores psicologicamente y la sola idea de dormir le provocaba cierto temor. Llevaba ya muchas horas despierta y esperaba no dormirse en las siguientes aunque su cuerpo clamara a gritos algo confortable donde reposar su maltratado cuerpo.

Había saludado a todos al llegar con un ligero cabeceo y con una sonrisa forzada, más por educación, que por otra cosa, pues solo los conocía de vista. Cuando llegó a Titan tenía otras cosas en mente. Ahora....

Se encontraba cruzada de brazos, de pie, frotandose uno de los brazos en un gesto mecánico y ritmico cuando se sobresaltó al escuchar a Samuel. - Si, jefe - en aquella misión había logrado ganarse su respeto y el apelativo al que ahora hacía mención. Para Kara siempre sería el jefe, aunque lo empleara de forma más afectuosa que cuando estaban...allí. Le costaba pensar en aquel lugar.

- Aunque a mi también me gustaría tomarme un buen café - dijo pidiendo permiso con la mirada antes de seguir hasta la cocina. Uno de los del otro grupo los siguió. - Yo voy preparando el café - contestó en respuesta a su pregunta al ver que el iba cogiendo las tazas.

- ¿Habeis podido volver todos? - lanzó la pregunta sin pensarlo mucho, en tono neutro, como si fuera un tema tan bueno como otro cualquiera de entablar conversación. - Nosotros hemos tenido una baja... -

La respuesta de Marko fue atípica en él, o al menos en el Marko de antes de esta experiencia. Nos había cambiado. Y eso que no sabía todo. No dije nada, y le deje alejarse.

Respondí a Mike levantando el brazo con el muñón, —salvo eso, estoy bien —me llevé la mano a las sienes, —no... no he dormido muy bien, he tenido pesadillas pero espero mejorar —cuando vi que pedía un café me ofrecí a traérselo —yo te lo traigo —y me dirigí hacia la cocina.

Me crucé con la muchacha, no me sonaba de nada. Cuando comenzamos las misiones un idiota perdido acaparó la conversación y no me acuerdo de otros. —Sí, era un misión magenta pero pudimos sobrevivir todos —esbocé una pequeña sonrisa que borré cuando dijo que habían tenido una baja... —¿Quién iba con vosotros? —.

La casa estaba bastante llena cuando Susan apareció por la puerta. No lo esperaba, así que se sonrojó ligeramente cohibida al llegar al salón. No se le había ocurrido que una mega corporación como Titán pudiera tener problemas de espacio, más aun cuando los periodos de cuarentena parecían ser habituales.

- Oh... um... Hola – Saludó a los presentes esbozando una diminuta sonrisa. No pretendía molestar.

Aunque pasaría cerca de un mes entre aquellas paredes, no traía nada consigo a parte de lo puesto; unos pantalones de chandal grises y una camiseta rosa que no le favorecía especialmente. De vez en cuando, las gafas se le escurrían por el puente de la nariz, así que se veía obligada a recolocarselas con el índice con relativa frecuencia.

 - Bienvenida a nuestra jaula de grillos - Dijo con un tono que pretendía ser humorístico pero parecía abatido por algo. - Si nos disculpais, vamos a ir a por un dichoso café y terminar de hablar sobre un asunto de la misión en la que nos vimos implicados.

Samuel echó una mirada alrededor nuevamente y suspiró antes de hablar mientras se dirigía a la cocina.

 - Nos falta otro mas de nuestra misión a todo esto. Richard, un buen hombre que estaba muy enfermo antes de retornar. - Añadió como respuesta a lo que Ella había preguntado  antes de seguir su camino y suspirar con pesadumbre.

Escuché a Ella.- Seguro que se irán solas, de todas formas, mientras lo hacen, podemos solicitar algún fármaco que te ayude a dormir mejor.- Se ofreció a traerme el café.- No te preocupes, no duele tanto.- No podía quedarme parado por el dolor, tenía que demostrarme que la misión no me había afectado y que podía hacer cosas por mi mismo, así que la acompañe a la cocina- ¿Quieres uno?- Le pregunte.

Una chica nueva llegó al piso, no recordaba haberla visto nunca. Saludo.- Hola, estamos preparando café para el desayuno. Pasa. - Le dije.

Observé a Samuel. Demasiados suspiros, parecía que demasiada carga sobre sus hombros.- Siento lo de Richard.- Aunque nuestra misión no podía considerarse un éxito, al menos todos habíamos podido regresar.

Susan se quedó un rato bajo el umbral, hasta que por fín se animó a entrar.

- Hace... No recuerdo cuando fue la última vez que desayuné café – comentó desviando su atención hacia la cafetera que borboteaba en la cocina. Era extraño, pero las cosas más cotidianas podían resultar de lo más alienígenas en según qué circunstancias. Sonrió brevemente. - Gracias – añadió con sinceridad.

Siguió a los demás sin interrumpir a nadie, tratando de no incordiar. Hablaban de un tal Richard, no sabía quien era, pero por la conversación no había que ser especialmente perceptivo para deducir lo que había ocurrido. Susan no pudo evitar sentir una punzada de tristeza y frustración, que no lo conociera personalmente no hacía que fueran menos compañeros. Todos eran saltadores al fin y al cabo. 

Apoyado sobre una de las muletas observaba a ambos grupos. Tenía la sensación de que éramos los peor parados, a simple vista al menos, pareciera que han salido de su misión sin demasiados rasguños, habían perdido a un compañero, trágico cuanto menos, pero se les veía bastante enteros, ¿tan mal lo habíamos hecho nosotros?. La duda sobre si habíamos procedido como debíamos hacerlo me reconcomía y se repetía en mi cabeza una y otra vez como un único pensamiento que ocupaba prácticamente toda mi atención.

Miré a Ella cuando cuando me habló escuchándola con atención, negué con la cabeza ​-no hay que darlas, en un equipo todos cuidan de todos- ​le respondí esbozando media sonrisa, sin ganas pero con sinceridad.

-Bienvenida- ​fue la única palabra que dirigí a la chica nueva que acababa de llegar antes de acercarme junto a Mike, apoyar mis muletas en un lateral de una silla y dejarme caer de culo, con ganas. Resoplé y miré a nuestro médico de forma inquisitiva mientras preparaba el café ​-Debemos hablar con Marko, darle una explicación de por qué hicimos lo que hicimos, por qué había que hacerlo así, ¿no te parece?- ​le pregunté lanzando una mirada a Ella -todos juntos deberíamos hacerlo.