Partida Rol por web

Escena Yuri y Arabelle "Ascensor Parado" 3 meses antes.

Yuri seguía con la mirada y una ceja levantada como la delicada mano de ella le tocaba el pecho, buscando las afiladas púas que él se había clavado, en un primer momento se quedó paralizado sin saber qué hacer, mientras que ella, seguramente impulsada por la enfermera que toda mujer lleva genéticamente en su interior, se había sacado las suyas, o estaba más preocupadas de las mías. La segunda opción era la más posible.

Pero parecía que se lo estaba tomando en serio y como una exploradora, buscaba más pinchitos que extraer. Yuri se incorporó hasta sentarse con las piernas cruzadas, quitándose la bata blanca de debajo que la estaba pisando y se quedó mirando su pecho, mientras con la otra mano colocaba el cactus en posición vertical, porque ahora estaba inclinado y se caía cada dos por tres.

-Estoy correcto, doctora Sievert, no se tome tantas molestias por favor, he sido yo el que se ha caído sobre usted, y encima el cactus este...- le mira el hombro, pero sin interés en ponerse a quitarle púas, parecerían dos monos despiojándose. Sin embargo se quedó sentado por si acaso el ascensor quería ponerle la guinda al pastel cayendo al vacío sobre unos, hablando de forma técnica, choporrocientos metros- ¿Está usted bien?

Bajo las luces amarillas anaranjadas lucía bien la chica esta... Pero Yuri tenía muchas cosas en la cabeza, ni se planteaba aquello que haría en otras circunstancias, tenía tantos problemas que no sabía ni por dónde empezar. Así que mantuvo el tono serio y el tratamiento de usted para evitar malos entendidos. Hasta que no pasaran unos minutos y se asegura que no se precipitaban hasta el garaje- 10 en caída libre, no se levantaría. Después de todo, él era Yuri Weinheimer, comparado con él, Murphy era un optimista.

Escena Yuri y Arabelle "Ascensor Parado" 3 meses antes.

Tras quitar algunas espinillas, observó como se encontraba el cactus e inmediatamente se sentó al lado de Yuri para acomodarlo en la maceta con toda la paciencia del mundo. De alguna manera, pensó que lo estaba incomodando al realizar esa tarea y prefirió acomodar al aporocactus en su lugar para que no haga de las suyas generando encuentros fortuitos en el ascensor. 

- Puedes llamarme Arabelle o Ara, dejemos los formalismos. Creo que la circunstancia lo amerita. ¿No crees? -  replicó esbozando una sonrisa mientras le dedica una mirada algo profunda, como si en ese pequeño instante la Germana quisiera descubrir que es lo que anida en el interior de aquel Doctor. Continuaba saboreando esa entera curiosidad, por conocerlo y descubrir como realmente es, más que nada porque creía en las causalidades sin poder evitarlo. 

Luego cuando le preguntó si estaba bien, recuerda que ella también tenía sus espinillas incrustadas. - Mmm creo que si, nuestro amigo me ha dejado algunas. -  respondió al bajar apenas la tira de su camiseta sin mangas, reflejando una aureola rosada donde tenía dos allí surcando la piel. - Luego cuando el ascensor decida arrancar o nos liberen del encierro, me las quito. -  afirmó tras pensar en algo mientras sonríe divertida. - Al menos dime que no eres claustrofóbico porque estaremos en problemas. -  comentó mirándolo a los ojos nuevamente, esperando una respuesta y quizás algo más de charla. 

Escena Yuri y Arabelle "Ascensor Parado" 3 meses antes.

Yuri mira a su compañera de encierro con ojos suspicaces, ojos que buscan, que analizan, que quieren entender, pero Arabelle, le respondía con la misma mirada, intensa y curiosa, acompañada con esa sonrisa que tan bien se le da y que es el complemento perfecto para casi cualquier cosa. Una sonrisa o un halago abren muchas puertas, había oído decir hace tiempo en algún lugar, a alguien especialmente bueno en manipular a personas. Y a ambas cosas Yuri está inmunizado, o por lo menos lo recubre todo con una mezcolanza densa a su alrededor que hace que todo sentimiento llegue apagado y sin fuerza. Así que la sonrisa la simplifica a alguien que le enseña su dentadura, al menos, esta es bonita.

-Las circunstancias, como en cualquier experimento, cambian con el tiempo, pero de momento seguiré llamándola Doctora Sievert- Si a usted no le molesta, esto último lo pensó pero no lo dijo. Muchas frases las acaba en Aristas, puntiagudas, no porque no sepa suavizarlas, porque no le sale.

No evitó mirar las púas que tenía en el hombro pero por el ángulo ella no podía quitárselas bien y además mirar para abajo le formaba unas inevitables líneas de doble pliegue en el cuello que eran extrañas. O completamente normales, una de dos.

- Que tontería, yo puedo quitárselas, no sería lógico esperar- dicho esto me coloco delante de ella, mientras saco la lengua concentrado y entrecierro ligeramente los ojos para ver mejor, o por lo menos eso me parece, aunque no tenga mucho sentido pues no tengo falta de visión. Lucho con los pinchos mientras le contesto- No sufro de ninguna enfermedad mental o trastorno grave propio si es a eso a lo que se refiere- sacó una con esfuerzo, tenía las uñas cortas y, como no, la había pellizcado en dos ocasiones- Disculpas- esa palabra le hizo rememorar, está claro cuál sería su palabra tabú por unos días. Cuando sacó la otra púa la miró como quien consigue un trofeo y, satisfecho, la lanza lejos- Si se refiere a los rumores que estoy loco, no hay prueba médica que lo respalde. Yo podría decir, coloquialmente hablando, que usted es una loca de las plantas y sólo sería media verdad, hasta que no se certifique- Ha sonado peor de cómo lo tenía en la cabeza.

Chasqueo la lengua y me vuelvo a sentar pegado a la pared del ascensor mirando la numeración detenida. Y aquí es cuando suelen mandarme a la mierda...

El tiempo se aletarga y justamente es cuando la mente comienza a divagar, siendo una marea de pensamientos los que inunda en el interior de Arabelle al conocer un poco a Yuri. Era difícil interpretar a una persona con cierto halo serio, como si tuviese una barrera que te impide ver más allá, pero la curiosidad en la mayoría de las ocasiones abre puertas y te lleva hacia el sendero idóneo por donde transitar. 

La germana creía en las causalidades, esa persona quizás era un ejemplo de ello y justamente no pensaba obviar el darse una oportunidad de saciar esa curiosidad, Titán era grande y existe la opción de que no vuelva a cruzarlo. ¿Por qué no permitirse el lujo? Un bonito recuerdo, unas palabras, una huella, quizás esta joven de cabellos rubios era lo suficientemente idealista, ingenua o curiosa. Daba igual, quería pisar fuerte y por más que su divague mental causaba estragos, allí estaba encerrada con Mr X. 

- No hay problema, el formalismo es un modo de marcar respeto aunque se puede hablar con cierta soltura sin ser tan decoroso con las formas. No se preocupe, juguemos a la época medieval y nos tratamos de "Usted". ¿Le parece bien, Doctor? - comentó divertida, sonriendo de lado mientras miraba hacia la pared de metal. Se la veía distendida, alegre y despreocupada, posiblemente con miles de cosas en la cabeza que jugaban a entenderse. Aquel hombre era apuesto, serio, una combinación bonita, pero cruzar esa barrera quizás sea peor que escalar el Everest. 

Luego cuando se dispuso a quitarle los pinchos, Ara sonrío nuevamente mientras desviaba la mirada hacia otro lado. Los encuentros visuales solían ser intensos para ella porque en parte lo era, además podía reflejar tanto de su personalidad que sería como una ventana abierta a miles de situaciones. - Ja, tranquilo. La primer regla de un trastorno es negar que está enfermo, pero descuide, no me molesta. Además, tiene razón soy una loca de las plantas, no creo que me sorprenda saber que existe algo de anormalidad dentro de Titán. Ya el hecho de dejar nuestra vida atrás y meternos dentro de estas instalaciones a sabiendas de que el riesgo está detrás de la puerta nos convierte en osados o locos. Puede que yo sea ambas. - respondió tranquila, siguiendo la línea de conversación sin acritud. 

Esa forma irónica de expresarse que tenía Yuri a la germana le gusta, quizás le adjudicaba una dosis de emoción en el diálogo que no lo hacía monótono, aburrido. - igual si desea certificar el grado de mi locura, con gusto tiene la libertad. Al parecer el ascensor no quiere hacer algo y siendo sinceros, quería despejar mi mente cuando salí del laboratorio. Se dio esa situación, la disfruto. - porque ya tendrá tiempo de volver a su rutina y su relación amorosa con el microscopio. - Dígame Doctor. ¿Tiene pareja? - pregunta curiosa, ya que la había tratado de loca, sería interesante indagar un poco más. 

Escena Yuri y Arabelle "Ascensor Parado" 3 meses antes.

Yuri ladeo la cabeza mientras escuchaba a su inesperada compañera de encierro, pero sin dejar de mirar la numeración que parpadeando entre dos números como queriendo avanzar, pero siempre volviendo al número anterior, de que me sonará. No responde a la pregunta de jugar a representar personajes de la época medieval, le parece un pensamiento de lo inusual, por no decir extraño, esta chica es incapaz de aceptar una conclusión sencilla y la varía para su beneficio, transformando todo en un juego. Que gasto de energía, pero se ve que tiene de sobra.

El ascensor se pone en marcha, Yuri se levanta y le tiende la mano para ayudar a levantar a Araballe, para después, mientras se da unas palmadas en la bata para alisarla, seguir con la conversación.

- No dudo que usted usa el término "loco" como algo no necesariamente malo, ese punto romántico que queremos ver a una locura, cuando alguien hace un acto no demasiado meditado- cambia un poco la voz, aflautándola, que en yuxtaposición con su aspecto, sería incluso gracioso, si así lo pretendiera- "Hoy he hecho una locura y he salido de casa sin peinarme"- vuelve a su voz normal- Mi participación en Titán fue pensado, voluntario y deliberado. Y mi llamada locura, no es para nada y en ningún modo, fruto de la inmadurez que asocia usted a osadía-baja un poco la voz, como pensado para si- De hecho Titán es mi último recurso, mi última oportunidad de salvar mi alma…

El ascensor se para y se abren las puertas interrumpiendo el hilo de pensamientos que no pretendía compartir. Si esperaban a personas asustadas o un grupo de paramédicos con una legión de curiosos, rodeado por equipo de emergencia con máscaras, se llevaron un chasco. Posiblemente fue reparado remotamente, así que sólo les recibió un corredor vacío y retorno al mundo real en forma de luces brillantes.

Yuri se baja del ascensor, mientras se despide de la germana, que ha sido mucho más entretenida que la marabunta de gordos. Ya en el pasillo se da la vuelta antes que se cierren las puertas del ascensor y mirándola de manera extraña una última vez, añade.

-No, no tengo.

Escena Yuri y Arabelle "Ascensor Parado" 3 meses antes.

Y así es como un encuentro casual finaliza de forma inesperada gracias al ascensor que decide arrancar marcando el tiempo de aquel instante compartido. Regresando a la rutina, al diario vivir dentro de aquellas instalaciones donde se guardan grandes misterios detrás de cada rincón, departamento o laboratorio. Para Arabelle, aquella experiencia resultó ser peculiar y bastante graciosa, muy buena tal vez. 

- El término etimológico de locura es más simple de lo que se cree y tan profundo que es imposible de englobar. Recuerde que la normalidad se basa en parámetros moralmente aceptados. ¿Quién está loco realmente? ¿Y quien no lo está? - respondió tras incorporarse y así sacudir su ropa, quitando todo el polvo que pueda tener. - Gracioso sería que se abran las puertas y nos vean haciendo esto, pensarán que nos revolcamos literalmente. -  pensó esbozando una sonrisa divertida, con algún destello travieso mientras le dedica una mirada a Yuri. Lo bueno es que el Doctor no leía la mente, al menos eso creía, así que el privilegio de pensar en cualquier cosa quedaría reservado en las inmediaciones de su psiquis. Tierra de nadie, misteriosa por defecto. 

Y justo cuando las puertas estaban por abrirse, tras coger al pobre aporocactus entre sus manos, Ara se sorprende ante esa confesión entre susurros. Jamás pensó que este lugar podría salvar a alguien, quizás por esa mirada distinta de las cosas que posee la Germana. Al fin de cuentas, Yuri era un misterio por descubrir y posiblemente su presencia ha generado ciertas dudas que podría saciar, aunque no era el momento. El ascensor lo predeterminó y allí Ara se quedó, con el cactus en la mano sonriendo tras esa despedida, quizás buscando otro destino o regresando al suyo.

Pero llevándose consigo, la único respuesta a varias preguntas que se atrevió a hacerle. Curiosa causalidad. 

Escena Yuri y Arabelle "Departamento/laboratorio de Yuri"  2  meses y medio antes.

Tras dos semanas sin encontrarse al Señor X, dedicada por completo al trabajo en su Laboratorio donde una pequeña muestra era como encontrar una cueva plagada de oro. Decidió luego de recomponer al pequeño cactus malicioso, devolvérselo a su dueño en mejores condiciones en las que estaba. No requería de un tratamiento intensivo, es más se negaba a pensar en como había llegado a esas condiciones sin el incidente del ascensor porque un cactus era algo sencillo de cuidar, pero nunca se sabe. 

Ataviada con un jeans azul ajustado, una camiseta sin mangas y la bata blanca, decidió encaminarse hacia el sector en donde supuestamente trabaja Yuri. Lo curioso es que la germana tras realizar algunas averiguaciones para saber donde diantres trabaja, notó que el concepto hacia el Doctor decrecía por la tirria en general, no era Miss Simpatía pero tampoco lo veía capaz de ser un ogro que vive en el pantano. ¿O si? 

Las distancias entre su Laboratorio y el suyo eran largas, el paseo no era malo porque de nuevo había que utilizar un ascensor que rememoraba recuerdos de cactus voladores y charlas superfluas bajo un encierro obligado. Al menos en ese instante mientras subía cada piso marcado por su numeración, Ara sonrió pensando en que podría suceder ahora y cuando al fin se detuvo el ascensor, avanzó a paso firme leyendo los carteles de cada sector. 

Una vez que logró interceptar el objetivo, golpeó suavemente la puerta y esperó a que el Doctor la reciba o le tire algo por la cabeza. Nunca se sabe, con la fama que se ha echado podría pasar cualquier cosa.

salgo del gimnasio en direccion al vestuario examinando a la gente que me encuentro por el camino

El sensor de la puerta se encendió con una luz amarilla intermitente cuando se acerca un visitante. Una pequeño Led en la parte de arriba a la izquierda, era de esperar que otro idéntico estaría al otro lado de la puerta. Tras una larga espera el sensor pasa a verde y la blindada puerta se abre, se desliza hacia la derecha con un ligero silbido neumático.

Sabes ese sentimiento cuando tras un viaje a pie de 5 horas por la selva, cuando estás agotado física y mentalmente, cuando tienes una puta piedra en la bota pero que no puedes perder el ritmo, pero te da igual, sólo sigues y aguantas, porque sabes que la recompensa valdrá la pena. Bajas la cabeza y apechugas, el caos de tu alrededor ha perdido su encanto hace tiempo, te preguntas una y otra vez porqué viniste. Entonces llegas a tu destino, ya sea un antiguo templo, una increíble catarata o un cristalino y oculto lago, esa sensación de salir, como si llevaras sin respirar toda tu vida, dejas la selva atrás, abres los ojos para poder ver más, captar toda la belleza, absorber toda tu recompensa, disfrutar el momento.

La visión del laboratorio era lo opuesto. De mirar el mar a quedarte ciego.

De un pasillo limpio y brillante, pasa a un laboratorio recargado, lleno de cosas, en el suelo hay toda clase de objetos, cajas abiertas de metal de varios tamaños, una serie de cables que cruzan toda la habitación desde las paredes hasta las tres enormes mesas que hay en el centro de la atestada primera planta. Calcetines a rayas rojas, un balón de playa y ocho velas rojas en círculo eran sólo algunos de los ejemplos que se pueden ver aquí y allí en la habitación bajo las distintas luces que componían la escena. Algunas brillantes en las mesas, otras lejanas desde la segunda plantas, amarillas, y otras parpadeantes desde unos contenedores gigantescos que están contra una de las paredes.

Lo más inmediato era un línea verde discontinua que nacía en la puerta se adentraba en la sala unos cinco metros, luego formaba una U y volvía a la puerta, para acabar a pocos centímetros de la entrada.

Las tres mesas son grandes plataformas de metal, con luces y aspiradores de sustancias, están bien provistas de lo necesario para un examen minucioso de aquello que allí estuviera. En la primera mesa no había nada, ni nadie, estaba vacía. Un oasis en un caos. Chocaba por su normalidad y posiblemente podría hipnotizar a alguien despistado. Sin embargo los ojos te van a una fuente de ruido intermitente que está por encima de distintos y discretos vips o zumbidos varios. De repente una figura menuda grita, estaba equipada con unos enormes auriculares, usa una especie de estetoscopio y unos cables que van desde un monitor a una especie de daga ornamentada, sujeta por dos pinzas, que la mantienen en vilo. En un bucle extraño, le grita a la daga, le aplica el estetoscopio y pone cara de concentrada mientras mira unos gráficos en un aparato. Luego vuelve a gritar, ahora en ruso, y el ciclo continúa. En este preciso momento usa palabras que sólo tienen Aes.

En la tercera mesa estaba Yuri, tenía varias pantallas táctiles y cables que iban de ellas hasta un espejo de mano que también estaba suspendido por dos pinzas, y dos clases de luces le apuntaban, una azul y una amarilla. Estaba vestido con la bata blanca, unos vaqueros sencillos y unas zapatillas en forma de pie de dinosaurio. Sin levantar la vista de la mesa, estira el brazo y señala la línea del suelo.

-La línea verde no se cruza. En seguida estoy con usted- y sigue a lo suyo, sea lo que sea que haga.

Y la puerta finalmente se abrió, momento en el cual Arabelle sonríe de forma un tanto forzada con aquel cactus entre sus manos. Cierto era, que ante la inestabilidad de aquel entorno, donde el caos reinaba a través de gritos y un desorden anormal, la germana decidió respirar profundo sin revelar en su rostro ningún signo de sorpresa o algo similar. Preguntándose desde algún rincón de su mente, como podría alguien trabajar entre tanto grito. 

Ya negando con su cabeza, buscando alguna manera de quitarse esos pensamientos que atiborrados en su cabeza no quería salir, vuelve a inspirar profundo ahora manteniendo una actitud de absoluta normalidad. - Buenas tardes, Doctor... Señora.  Perfecto, aguardo sin problemas. - saludó a los que allí presentes se encontraban, que al parecer compartían el mismo origen y el caos reinante. -¿Será un tema de ser Ruso? -  se preguntó mordiéndose el labio, algo nerviosa pero sin pasar la bendita línea verde que podría hacer explotar algo o sacar de quicio a estos dos seres humanos que mantenían un equilibrio pese a la desastrosa impresión que daban a simple vista. 

Ahora cobijada por el adorable silencio que tan bien le quedaba, permaneció atenta a los movimientos de Yuri y a la espera de un recibimiento. No sé imaginaba algo especial, sino lo políticamente correcto dada la ocasión. Igualmente tras contemplar al cactus y el lugar, la preocupación inundó en su interior. ¿Cómo podría sobrevivir una planta allí mismo? Posiblemente no podría, pero lo que tenía entre sus manos era resistente a todo y esperaba que también lo sea al Doctor.  

La menuda y hasta cierto punto regordeta muchacha le gritaba sin ton ni son a la daga, mientras no te prestaba mucha atención. Lo gracioso es que iba con un pijama de dinosaurios por debajo de la bata, de estos de verano, dándole un aire de recien despierta que ni en las peores resacas podrías encontrar. De hecho, se notaba que había dormido sin lavarse la cara, pues el lapiz de ojos oscuro le hacía parecer un mapache. 

Gritó algo mas en ruso mientras le pegaba una patada a la mesa, haciendo temblar esta y lo que había en su superficie, incluyendo esas delicadas pinzas que sujetaban la daga ornamentada en bronce de formas curvadas. Se dio la vuelta con las manos en la caderas, maldiciendo o eso crees por lo bajo, cuando se giró para mirarte. Le pareció que alguien había hablado, y no era el subnormal de su compañero- ..........

Entrecerró los ojos como si intentase averiguar quien eras o si te conocía, acabando por mirar en tus manos la planta a lo que sonrió ampliamente. Carraspeó un poco buscando la entonación decente -Buenos...-tuvo que mirarse el reloj de la muñeca para responder adecuadamente- días...-el inglés era medio regulero, con un acento muy cerrado. -¿puedo ayudarte? ¿Es un regalo de bienvenida?- me acerqué para recibirla. 

Máster y Richard.

Pensé que podríamos hacer una escena aquí donde se conocen los pjs dentro de las instalaciones de Titán. Quizás, un encuentro ocasional en el comedor y a partir de allí, dejar el rol fluir. ¿No sé que les parece?

Parque, junto al lago, un día después de la llegada del nuevo personal, por la mañana.

La respuesta de Richard fue una lacónica sonrisa, sin pretender desvirtuar o menospreciar la reflexión de Don Carlotto. Ambos habían expuesto su punto de vista sobre el asunto, darle mayores vueltas no era necesario.

Entonces supongo que antes de decidir ir a esa fiesta, buena cosa será saber qué música ponen y qué canapés sirven. repuso el zapador sin ánimo de ofender. Padre, no sé si me espera el Paraíso, el Infierno, el Limbo o quien sabe el qué. Solo aspiro a hacer lo correcto, el tiempo en el que me sea posible y en cuánto me sea posible, no más. Creo en Dios, pero mi experiencia me ha ido volviendo más ambiguo en mis creencias, a veces.. darle un nombre, una definición.. es no hacer justicia con ello.

Escena Richard y Arabelle. Bar de Titán, dos meses antes 

 Las instalaciones de Titán para esta joven Doctora era como un laberinto, donde tranquilamente podía perderse en medio de algún pasillo que la llevaba a un destino incierto o un ascensor que se terminaba quedando en medio de una situación singular. 

Todo podía pasar, ella lo sabía y era consciente de que cuando salía del Laboratorio en algún curioso lugar irá a parar. Por esa razón, con su bata blanca puesta, un sueter de color rosa fuerte y unos jeans bien ajustados de color azul, caminó con presteza hacia donde su orientación le indique. 

Esta vez utilizando las escaleras dio con un sitio desconocido, en apariencia daba a entender de que se trataba de un bar. Curiosa por ver que encontraba allí, se adentró y tomó asiento en la barra mientras sacaba un blog de notas de su bolsillo para tomar unos apuntes. - Buenas Noches, un jugo exprimido de naranja. - se limitó a decir, esbozando una media sonrisa mientras continuaba sumergida en esas notas que solían ser fórmulas o dibujos que ella seguramente sola entendía. 

Mordiendo el bolígrafo un tanto pensativa, ni se dio cuenta de que el exprimido estaba allí, ni la gente que circundaba a su alrededor. 

Escena Richard y Arabelle. Bar de Titán, dos meses antes

Richard había perdido la cuenta de las horas que llevaba metido en ese bar, pero sí de las cervezas. No buscaba emborracharse, ya no, pero pasaba horas muertas en algún que otro local de Titán sin mucho que hacer. Simplemente observaba, miraba el ir y venir de la gente, saciaba su curiosidad sin finalidad de esa manera, mirando a la nada.

Como sobre cualquier, prestó atención de Arabelle cuando entró. Desde su asiento en una de las mesas siguió a la doctora hasta que se sentó en la barra, jugó un poco a hacer rodar el botellín de cerveza mientras se fijaba en cada uno de los detalles que mostraba, no es que fuera un análisis exhaustivo, pero debido a la escasez de clientela entrante a esas horas, era la novedad.

Finalmente echó un nuevo trago, se acomodó, y aunque la siguió mirando no se movió, trató de disimular esas miradas. No quería parecer un acosador, desde luego.

Escena Richard y Arabelle. Bar de Titán, dos meses antes

Aún sumergida entre sus escritos, no sabe porqué pero siente esa curiosa sensación de que alguien la está mirando. Era inexplicable, pero al percibirlo no podía hacer otra cosa más que saciar su interés o comprobar al menos si estaba en lo cierto porque la estancia en titán y sus repetidas desorientaciones hacían mella. 

- ¿Será? -  pensó mordiéndose el labio inferior, algo ansiosa, mientras desvía la mirada hacia el entorno dentro de su radio. De momento nada llamó su atención, había pocas personas en ese costado y decidió probar por el otro. Justamente, agradecida de que su sexto sentido no le fallaba, se encuentra con una mirada y sonríe de soslayo. No estaba muy acostumbrada a ese tipo de situaciones, pero al ser la noche y tras un largo día de trabajo, podía darse un permitido. 

Así que juntando algo de coraje, le sostuvo la mirada (a Richard) por un breve instante, reflejando cierto interés para ver que le devolvía la otra parte. El cruce surgió de repente, aunque Arabelle bajó la mirada hacia el anotador divertida y algo avergonzada, pero muy segura de seguir con aquel "juego". 

Escena Richard y Arabelle. Bar de Titán, dos meses antes

Que Arabelle le devolviera la mirada no fue algo que le sorprendiera, pero tampoco quiso aplastar a la mujer con su interés. Lo había movido la mera curiosidad, aunque asintió para no ser descortés, volvió la mirada a la mesa tomando otro sorbo de su cerveza.

Apoyó el codo sobre la mesa masajeándose el entrecejo, llevaba mucho tiempo sentado, pero tampoco tenía ganas de irse a los barracones a dormir. No lo haría, hacia tiempo que no lo hacía. Suspiró un tanto, siguió con su control del bar con tranquilidad y diligencia.

Escena Richard y Arabelle. Bar de Titán, dos meses antes

Tras haber realizado aquel pequeño intercambio, la germana pensó en los pasos a seguir. No era una joven muy osada, pero como ya era de noche y el ambiente estaba algo aburrido, decidió incorporarse de su banco e ir hacia donde se encontraba aquel hombre. 

Esbozando una sincera sonrisa se acercó no sin antes manifestarse educada. - Buenas noches. ¿Puedo? - preguntó en un tono dulce, amable en todo sentido mientras fijaba sus ojos azules en los de aquel hombre.  Tenía su zumo de naranja entre sus manos y el blog de notas lo apoyó al costado, momento en el cual se quitó la bata para quedar solo con lo que llevaba puesto. 

Su cabello estaba recogido y la expresión de cansancio se reflejaba en su rostro, pero se mantenía animada a simple vista. - Arabelle Sievert. -  se presentó al tomar asiento, sonriendo mientras esperaba no incomodar a Richard. No lo conocía y al ser nueva en Titán, poco había salido de su laboratorio.