Partida Rol por web

La gente llegaba poco a poco y Joel se iba fijando en cada uno de ellos, con su mirada inexpresiva, pero con cierta curiosidad, a algunos los conocía de vista, a otros en absoluto, sin embargo todos tenían algo en común, jamás había compartido misión con ninguno de ellos, por lo que se esforzó en escuchar las diferentes conversaciones con el objetivo de hacerse una idea de la personalidad de cada uno y tal vez enterarse de algún detalle que facilitase su trabajo en el futuro.

De repente Anathema comenzó a hablar y su sola voz fue suficiente para que todos callaran y prestaran atención, Joel dirigió su mirada a ella y escuchó impasible el discurso, parecía como una madre estricta que aleccionaba a sus retoños, el médico estaba seguro de que a más de uno le vendría bien el toque de atención, sin embargo no estaba de acuerdo con todo lo que dijo, no importaba, tampoco tenía ganas de expresarlo, a él solo le importaba la misión, tenía un objetivo claro y no podía fallar, debía volver sano y salvo a la Tierra y completar su investigación antes de que se le acabase el tiempo.

De repente se levantó con cierta parsimonia y se dirigió junto a la amazona, una vez a su lado se plantó en el sitio con en una posición neutra pero totalmente rígido, y entonces habló por primera vez desde que había llegado. Con el fin de aumentar nuestras probabilidades de supervivencia propongo que hagamos una presentación formal exponiendo nuestras habilidades, mi nombre es Joel y soy un médico cardiólogo, no estoy entrenado para el combate aunque he recibido unas lecciones mínimas como todo el personal que sale de misión, mi especialidad es actuar en condiciones extremas. Durante su breve discurso no cambio el tono de voz lo más mínimo, era cierto que en ocasiones parecía una auténtica máquina, por suerte o por desgracia sangraba como todos los demás y aquello le recordaba su humanidad.

La respuesta de Daniel y sobretodo el comentario de Maggy me hicieron reir levemente, mientras colocaba mi mano sobre el hombro de Daniel en un claro gesto de camaraderia. - Tendremos que organizar una cena con ella y alguna excursion al lago, hace tiempo que no la veo. - Esa chica adoraba a su padre y sin duda un buen picnic siempre le gustaba. - No entiendo porque piensa que no eres capaz de protegerte tu solo... no, para nada. - El suave tono ironico, era simplemente una pulla que teniamos desde hacia tiempo. Mi gesto se volvio algo mas serio, dejandole claro que no se preocupara, estaba aqui.

Las bromas dentro del otro grupo aumentaron de volumen, obligandome a mirar justo cuando Steve y OA mantenian algun tipo de discusion. Sonrei al ver a OA saltar asi sobre el que era su amigo de la infancia, sin duda si algo tenia la mecanica era amor por su espacio propio y personal, acercarse mas de la cuenta podia implicar que perdieras algun trozo de carne en el proceso y ni siquiera esa amistad tan cercana podia evitarlo. Era salvaje y territorial... rei levemente mientras los miraba, siendo la risa lo bastante sonora para que los de la sala la oyeran. Desde que conoci a OA hacia unos tres años, nunca habia dejado de divertirme cuando nos encontrabamos y sin duda, ahora no era la excepcion. Si la amenaza no fue sufiente, su segundo comentario, me hizo negar con la cabeza mientras mis ojos se fijaban en la mecanica y una sonrisa mas personal aparecia durante unos segundos en mis labios.

La doctora aparecio en ese momento en la sala, con su atencion fija en llegar a la taquilla porque sin las gafas sin duda no ve mucho. La sigo con la mirada hasta que se da la vuelta, ya con ellas, y mira en la direccion de Daniel y mia. Le devuelvo el saludo, junto con una sonrisa, antes de que se vaya a secar el pelo. Me vuelvo para seguir hablando con el doctor. - Has estado practicando como hablamos, ¿lo de la cobertura y el movimiento para evitar daños? - Daniel era inteligente, mucho y sobretodo diestro en lo suyo. Aprendia rapido de eso no habia duda.

En eso la rubia militar habla para todos, uniendo sus palabras con un gesto claro y directo, marcando la muerte del pequeño grupo. Es cierto que hay que centrarse, que hay que estar preparados para lo que viene despues, pero aun asi, ese tipo de comentarios entre ellos, esas pullas, bien pueden ser para relajar la tension, para sentirse mas comodos. Al fin y al cabo da igual la cantidad de veces que hagas los saltos, siempre puede ser el ultimo. la tipa es dura, dura de cojones y cuando su mirada se pasea por el lugar es inevitable intentar enfrentarse a ella, aunque pronto nos demos cuenta del error que es eso... porque ese tipo de mirada significa ser negro, simplemente eso.

El medico negro avanza entonces unos pasos y se presenta, ademas de eso, menciona algunas de sus habilidades. No entiendo la necesidad, todo el personal de Titan sabe combatir aunque sea un minimo. La mayoria ademas opta por las armas de fuego y luego los colores del mono indican para que sirves... claro esta que dentro de la rama militar eso es mas acotado. Sin duda dentro de la rama cientifica y medica eso es mas dificil de saber, no todos son medicos. Con un leve gesto de hastio, soy el siguiente en hablar. - Marko. Especialista en combate cuerpo a cuerpo.

Steve se acercó a la amazona, una vez todos cruzaron la puerta.

- Te pido disculpas por la escena. OA y yo siempre andamos igual. En realidad ella siempre anda igual conmigo. No se porque, pero me desprecia desde que nos conocimos. La tengo que aguantar porque es amiga de mis amigos -de mis únicos amigos, pensó para si-. Pero te garantizo que no afectará a mi desempeño. Sabes que valoro mucho tu opinión y tu juicio. Espero no decepcionarte ni a ti ni a Titán.-su pico de oro funcionaba siempre en modo automático.

- ¿Sabes algo de la misión de hoy?-departiendo con una fémina era como Steve lograba centrarse. Relajado, sonriente y poco a poco más confiado. Inconscientemente, desplegando sus artes. No es que le interese aquella mujerona, sospechaba que podría salir con heridas graves de su cama, pero al menos era interesante y tenía historias que contar y de las que aprender.

Tras su fugaz presentación y viendo que podía pasar desapercibido durante un rato, Carlotto se sentó y comenzó a observar a la gente: que hacía, como se movía, como y con quien hablaban. Le gustaba conocer cosas de los hombres y mujeres con los que iba a trabajar y con la simple observancia se podían aprender muchas cosas. Fue la voz de la mujer veterana la que lo sacó de su estado. Se levantó y asintió ante el consejo que acababa de recibir.

-Dejar las peleas fuera, entendido. Gracias por el consejo. ¿Su nombre es...?

Tampoco es que tuviera la intención de buscar peleas, todo lo contrario, lo que quería era llevar un poco de paz, dentro de Titán y a los mundos que tuvieran que visitar. Era una oportunidad única, sin lugar a dudas.
Después se giró hacia Joel y Marko y les tendió la mano.

-Es una gran idea Joel, me parece bien que nos conozcamos mejor. Me llamo Carlotto. Encantado de conoceros a todos. Soy psicólogo y sobre todo... Guía espiritual, he ejercido como cura casi toda mi vida, así que si alguien necesita hablar de cualquier cosa, ayuda o algún consejo  siempre podrá contar conmigo. Como nuestra amiga dice -Carlotto señaló dando la razón a la mujer veterana sin nombre que les había aconsejado.- es posible que sintamos cierto nerviosismo en estos momentos, incluso temor, lo desconocido siempre causa ese efecto en el ser humano y es perfectamente normal. Si mi permitís puedo hacer una oración y pedir al Todopoderoso que nos proteja en nuestra próxima misión.

Carlotto sonrió, quizás muchos allí no fueran creyentes, pero ¿Quien iba a rechazar una protección extra si tenía oportunidad?

 La riña entre sus amigos se vio cortada por la mujer de cicatrices, a lo que la rubia la miró algo atemorizada, sobre todo cuando pareció dirigirse a ella sobre las pesadillas “¿Por qué tengo que portarme como una niña asustada? No es siquiera algo normal…”Pensaba para sí misma, separándose así de su amiga e intentando conservar algo de la compostura que debería haber tenido desde el principio.

Escuchaba atentamente a todos, sobre todo cuando comenzaron a presentarse, lo veía bastante acertado y necesario, aguardando al momento oportuno para presentarse también mientras se quedaba con los nombres y rostros de cada uno de sus compañeros, así como de sus especializaciones. En cuanto el señor Carlotto habló, su rostro mostró cierta sorpresa, no creía que pudiera encontrar a alguien más a parte de ella con conocimientos sobre psicología- Un placer conocerlos a todos, mi nombre es River, River Lindel, soy psicóloga y tal y como dijo el señor, podéis contar conmigo para ayudaros con los problemas que tengáis. Así mismo, no me opongo a la propuesta de la oración -No era una fiel seguidora de la fe cristiana, no podría hacer nada frente a problemas que tuvieran que ver con ese campo, pero al menos daría todo por hacer bien su trabajo, además de que al tomar una posición neutral frente a las prácticas del hombre pretendía respetar lo que los creyentes decidieran.

En busca de un empuje de valentía, se acercó al cura, dedicándole una sonrisa, en cuanto pudiera sacar algo de tiempo, quería hablar con él y conocer qué tipo de métodos estaba acostumbrado a utilizar y poder hablar con él, después de todo estaban dentro del mismo campo de estudio.

 Mientras Samuel se terminaba de vestir le dirigió una mirada reconfortante a River, sin decir mucho mas puesto otro compañero se le acercó para preguntarle por su especialidad, justo antes de que pudiera conestar OA y Steve ya estaban otra vez discutiendo, - el casanova cuatro ojos ataca de nuevo y nuestra punk chapuzas como siempre contesta con mordacidad- . Pensó, justo cuando volvía a atender a Marko la mujer que había entrado y parecía una veterana de batallas comenzó a hablar, señalandolos y comentando que todos podrían morir.

 - Si alguien muere que sea por encima de mi cadáver - Samuel suspiró, no tenía miedo, solo nervios y expectación, su curiosidad por lo desconocido y los nuevos descubrimientos siempre le hacían sentir como aquel chaval de seis años que entraba por primera vez en una tienda de chucherías - Yo, por cierto soy Samuel Kreig soldado multitarea, quizás no sea alguien excelso o especialista pero voy a estar ahí en el frente con vosotros y si  requerís una mano, un rifle, un escudo o ayuda con alguna tarea mas cerebral durante la misión contad conmigo, por mi parte me aseguraré de que todos vuelvan sanos a casa, siempre.  El miedo se tiene que sentir como bien dice nuestra camarada, pero no hay que dejar que nos domine y si alguien tiene que sentir miedo que sean aquellos que se enfrenten a nosotros.

En un alarde de "seguridad" y en parte para calmarse a si mismo a Samuel le salió un discurso mientras cerraba de golpe la taquilla dándole mas énfasis a sus palabras mientras caminaba hacia sus compañeros y le daba una palmada en el hombro a Marko.

- Oa, Steve...dejad de poneros en ridículo y cuando volvamos de esta lo resolveremos con una partida de Póker. - Se  giró para, nuevamente observar a los presentes - ¿Quien mas se apunta? Pero cuidado con este granuja galante, si te descuidas te la clava.

En el último momento Samuel se fijo en Carlotto, otro psícologo y un párroco. Forzando una sonrisa se coloco contra una de las taquillas apoyandose sobre esta mientras escuchaba a los demás presentarse y de paso les saludaba uno a uno - ¿Por que ha tenido que inmiscuirse un cura? Siempre están fuera de cualquier proceso científico y ahora se inmiscuyen, seguro que quieren evangelizar nuestros actos o a los seres que nos encontremos, solo nos traerá problemas.-

Por el espejo observo como la mujer pone en su sitio al grupito mientras cuelgo el secador, después vuelvo a centrar mi atención en el reflejo, desde tan cerca sí veo bien, presto atención las puntas ligeramente estropeadas y tuerzo algo el gesto. A continuación me coloco bien las gafas especiales que llevo en las misiones, dándome por fin la visión completa de todo el vestuario y respiro hondo, me doy la vuelta y apoyo la espalda en la pared mientras adelanto un pie.

Comienzan las presentaciones y atiendo a cada uno de los desconocidos o ligeramente conocidos, cruzo los brazos para evitar morderme alguna uña. A continuación un sacerdote con cara afable se presenta como Don Carlotto, ¿tendría origen italiano?, nunca he estado allí. Me recuerda en algo a mi madre, es bastante beata, así que seguro se llevaría bien con él. Inmediatamente no decepciona, pidiendo un rezo, no tengo muchas ganas de rezar a un ser todopoderoso, viendo todo lo que estaba a punto de ver a buen seguro su fe se pondrá a prueba. Veo que la chica del grupo reprendido se presenta y luego se acerca al sacerdote. Otro militar, nunca están de más con lo que hay afuera.

Parece que era mi turno de presentación, no me gustan estos momentos pero cuanto antes pase mejor, vamos Ella, alcé la mano un poco, no mucho, hola, soy la doctora Ella Weiland, digo mientras tiro un poco de la tela del traje verde como mostrando el color, algunos ya me conocéis, afuera no es broma – vaya tontería de presentación, levanto la mano otra vez y sonrío ligeramente turbada como dándolo por finalizado.

Ese lugar cada vez estaba más y mas lleno de gente, empezaron las pláticas y la socialización, incluso algunas amenazas, "es como tiene que ser" pensó el doctor, aunque no le era natural participar en ello. Se hizo clara la diferencia entre los novatos y los ya experimentados, los primeros aún conservaban bastante su humanidad, los últimos tenian las marcas que les había costado la experiencia. Reconoció el dolor en la mujer de negro cuando habló de lo que podía pasar, porque estaba muy acostumbrarlo a verlo, ya fuera en aquellos niños de áfrica con hambre o en el soldado que entiende que está apunto de morir en sus manos, el dolor siempre era el mismo. Cuando empezaron las presentaciones, se levantó y se acercó a la especie de círculo que estaban formando los ahí presentes, y empezó a hablar cuando consideró que era su turno.
- Hola a todos - Dijo mirando rápidamente a todos en general, regalándoles su mejor sonrisa - Soy el Dr. Mike Thompson, pero pueden decirme Mike. -Luego se puso un poco más serio, pero todavía amable - Soy especialista en tratar heridas de guerra y quemaduras, también tengo entrenamiento militar en combate cuerpo a cuerpo y supervicencia - dijo enseñando biceps divertido - en teoría debería estar usando el mono rojo, pero la vida me ha llevado al mismo punto por caminos diferentes.
Además -Añadió- en mi preparación para entrar a titan se me pidió hacer un doctorado en Xenocultura, estoy a sus servicios, espero que no tengan que usarlos tan pronto.
Una vez dicho esto, se sintió un poco más tranquilo, aunque sabe que su presencia ahí inconcientemente les recuerda el peligro a lo que están sometidos, ya se ha relacionado con los militares antes, pero carece de su diciplina y formas.

No mencionó nada sobre la oración, aunque no creía en eso, era bastante tolerante al respecto.

La algarabía que se desencadenaba a su alrededor aturdió un tanto a Richard, acostumbrado al clima castrense aquella mezcla de personalidades le resultaba curiosa. Al verse casi ignorando por la mayoría, salvo por la mujer militar que parecía ya veterana en Titán, se dedicó a lo suyo mientras la escuchaba.

Estaremos bajo el mando de una máquina entonces. reflexionó con tono neutro, arrugó la frente mientras miraba con especial atención el resto de sus compañeros sin decir nada, algo se le pasaba por la cabeza mientras escuchaba a imponente mujer, pero no lo reflejaba en su rostro. Finalmente la miró con aparente tranquilidad, sin pensar demasiado en la clase de misiones que iban a tener que afrontar. Supongo que como nuevo mi aspiración inicial será cumplir con mi deber, para lo que se me ha.. contratado. se encogió de hombros algo ufano, echó una ojeada al personal no militar. Cada uno con lo suyo.

Cuando se tomó la iniciativa de presentarse formalmente, Richard suspiró un tanto sintiéndose un poco estúpido por su presentación anterior. Chasqueó la lengua tomándose con toda la calma que podía mientras se frotaba un poco el dedo que había usado para abrir su taquilla.

Me llamo Richard Everett, pertenecí al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, capitán de la 83ª Brigada de Zapadores de Combate. explicó con firmeza marcial. Estoy entrenado para el combate, pero como zapador tener conocimientos técnicos de infraestructura militar y civil, uso de equipos de demolición, estructuras defensivas y apoyo de ingeniería de combate. con las manos a la espalda volvía a sentirse algo extraño, trataba de olvidar que ya no estaba en el ejército, pero había manierismos que no se perdían.

Fue escuchando las presentaciones del resto, por interés directo atendió tanto a Marko como a Samuel, cada uno con su forma de afrontar aquello. Arrugó un tanto la frente ante la actitud del segundo, pero no dijo nada, al fin y al cabo allí el intruso era él. El resto de presentes se fueron presentando, se fijó en River que parecía irse recuperando de su shock inicial, que fuera psicóloga hizo que torciera un tanto el morro recordando algo, así como con Carlotto que se ofrecía a realizar una plegaria.

Si no le importa hacerla para un evangelista, padre. apuntó Richard mirando al sacerdote marcando cierta distinción entre el aparente sacerdote católico con su fe protestante. No usó ningún tono jocoso, como si simplemente constatara el hecho.

Acostumbrándose un poco al nuevo vestuario y al sitio, empezó a moverse por el vestuario curioseando, aunque bien parecía estar estudiando el sitio por mero defecto profesional.

¿A qué profundidad estamos? ¿De qué material está hecha la estructura principal de la base? preguntó un poco al aire, si encontraba respuesta se daba por satisfecho, pero era un parco intento por entablar una conversación con alguien.

Marko había sido un muy buen amigo, Maggy lo consideraba su amigo y se divertía mucho cuando lo veía. -Estoy seguro que eso le encantaría. Dijo Daniel  con una sonrisa, aunque luego su rostro se ensombreció y añadió.-Sobretodo porque ha estado un poco decaída últimamente. Luego recuperó su expresión normal para tratar de disimular en vano su preocupación. -Pues entonces tenemos un trato, yo te armo y tu evitas que me desarmen. Bromeó el doctor. 

Las bromas del grupo donde estaba la chica rubia en la que Daniel se había fijado subieron de tono y por poco llegan a los golpes. Al doctor le causó gracia la reacción de OA, sobretodo por el papelón que le había hecho pasar a su amigo. Si así es con los amigos no me quiero ni imaginar como será con los enemigos. Me va a tocar pedirle autorización firmada si algún día tengo que curarla. 

La doctora Ella llegó a los vestidores con paso presuroso, se notaba que le incomodaba esa situación. Daniel trató de evitar verla hasta que estuviera vestida por respeto así que apartó la mirada. Cuando estuvo lista se acercó de camino a secarse el pelo, Daniel respondió a su saludo con una sonrisa y siguió su conversación con Marko. -Pues sí, he estado practicando. Maggy me ha ayudado, si nos atacan con almohadas puedes estar tranquilo de que ninguna logrará alcanzarme. Dijo tratando de mantener una expresión seria y contener la risa. -Ya hablando en serio... he ido a algunos entrenamientos para el personal, ya domino lo básico, me imagino que como en todo el tiempo y la práctica hacen al maestro. 

De repente la voz de la imponente amazona se hizo escuchar y la atención de todos se centró en ella. Mientras se encargaba de retar al grupo de OA Daniel se fijó mucho en las diferentes cicatrices que adornaban el cuerpo de aquella mujer. Se pudo haber hecho un mejor trabajo con ella. Pensó analizando algunos errores que los médicos que la trataron cometieron. Finalmente terminó su pequeño discurso de realidad y al contrario de estar atemorizado Daniel se sentía más tranquilo, pues contaban con una persona de mucha experiencia en el grupo. 

El otro doctor dio un paso al frente y propuso que todos se presentaran, idea que comenzó a tener bastante acogida y el resto comenzó a hacerlo. Marko fue el primero, aunque se notó que no lo hizo de muy buena gana. Lo siguió Don Carlotto, un cura que propuso una oración. A Daniel eso no le llamó mucho la atención, pues con la pérdida de su esposa se había dado cuenta que la vida no está en manos de un ser superior y que si lo está ese es un cabrón que no se preocupa por ayudar. Posteriormente se presentaron River, Ella, Samuel y Mike. Un grupo bastante variado. Pensó el doctor. Finalmente decidió que era momento de hacer lo mismo y dio un paso al frente. - Mi nombre es Daniel Trainor, soy doctor neurocirujano. Pero desde que llegué a Titán me he especializado en tratamiento militar y me he enfocado en investigar diversos avances que pueden ayudar a una mejor recuperación. Tengo el entrenamiento básico de combate, pero me centro más en salvar vidas. Cuando terminó se volvió a colocar junto a Marko esperando que los que faltaban se presentaran. 

Soltó un carcajada ante la explosión de Steve, se había dado cuenta que había superado los límites con él, pero él lo había iniciado al toquetearla, o eso se dijo para auto convencerse. Le respondió con un movimiento de mano, una reverencia ante su petición. Sentía que había una victoria en eso, una infantil victoria, claro. Aunque con las reprimendas de la amazona de negro, dejó de sonreír, no necesariamente por sentirse mal de lo que había pasado, sino que esa mujer le hacía recordar qué hacía ahí, y ¿qué hacía ahí?. "rayos.." metió sus manos hasta el fondo de sus bolsillos y se quedó meditando, esperando superar su miedo. Instintivamente buscó la mirada de una persona, pero habían acordado que no hablarían. o intentarían no hacerlo, y si qué lo necesitaba. River por su parte, tenía sus propios problemas, y buscaba lidiar con ellos de la mejor manera, así que lo mejor era darle espacio.

- oh, sí, presentaciones - reacciona y piensa en voz alta, Samuel les pedía no seguir haciendo el ridículo, como si eso le importara a OA, eran otras cosas que le preocupaban y realmente no quería demostrarlo, tenía una reputación que cuidar - OA, mecánica, sé usar armas y tengo conocimientos de tecnología y xenotecnología - simplemente dijo, haciendo nota mental de que habían varios médicos, además de un párroco que llevaba su trabajo de evangelizar hasta ese momento. De ser otro el momento le habría rebatido, pero quizás la esperanza de un mundo mejor o de un Dios que podría protegerlos, los relajaría, porque a ella, no, pero no negaba que en un momento de desesperación, se recurría a todo.

OA llevó sus manos a su cabello y lo ató con una banda que había sacado de su taquilla, trenspando la coleta que se había dejado. Aún tenía el cabello mojado pero  detestaba el ruido de los secadores de pelo cerca de la cabeza. Volvió a mirar al resto, médicos, soldados, guerreros, psicólogos. Habría que ver a donde los mandarían. Se sentó en una de las bancas, inclinada hacía delante  y con los codos en sus rodillas.

Teo camina inexpresivo como es usual en él mientras se quita la ropa, ya a mitad del trabajo aparece la primera indicación de desnudarse "¡Tranquilo! ya voy a medio camino" piensa sin cambiar el gesto ni apurar sus movimientos. Intenta no mirar a la distancia pues aquel blanco impoluto le causa claustrofobia, siempre ha sido de esa forma, por lo que dirige su mirada al suelo hasta que empieza a brotar el liquido desinfectante (por lo menos eso creía él que era)

"1... 2... 3" al finalizar la cuenta mental inhala con fuerza y tensiona un poco su cuerpo para resistir aquella incomoda descarga eléctrica. A pesar del tiempo que llevaba allí parece que jamás se acostumbrara a esa pequeña tortura.

Sin perder tiempo se dirige a su casillero, se seca el cuerpo y viste sus ropas color rojo, sangre, por supuesto ¿De que otro color debería vestir?

Al entrar al punto de encuentro se sorprende, acostumbrado a llegar siempre muy temprano no solía encontrar tanta gente ya lista y esperando en aquel lugar. Se adentra en la sala con parsimonia y aún con aquel gesto entre meditabundo y perdido que tenía siempre, mirando hacia el suelo, en ese momento en particular parece demasiado lento como para ser uno hombre de armas.

Hola a todos, encantado de conoceros. Yo también acabo de llegar y esto es todo nuevo para mi. Me llamo Carlotto. ¿Qué debemos hacer ahora?

Es lo primero que escucha al ingresar, parece que hay muchos novatos en el lugar, rápidamente analiza los rostros presentes con lo que ve que hay mas novatos presentes de los que le permiten sentirse cómodo.

Las palabras del sacerdote son de todo menos lo que esperaba. Puedo entender la necesidad de expresar los temores pero ¿esperar que algo de ahi arriba o ahi fuera, nos proteja? No, ese no es mi estilo ni de cerca y no voy a ser tan hipocrita como para ponerme a rezar ahora a un Dios en el que no creo, solo por si acaso. Mis pensamientos se desvanecen cuando Daniel habla de su hija y de que no parece estar muy arriba de animo. - Deberias haberme avisado Daniel... - Le mire como quien echa una pequeña bronca o un suave recordatorio. - No te preocupes, en cuanto volvamos organizamos algo y conseguimos que vuelva a sonreir como siempre. - Apoyo mi mano en su hombro, apretandolo ligeramente para que no piense en eso. Esas distracciones son las que pueden matarte ahi fuera. - Me parece un buen trato. Cumplelo. - Sonrio abiertamente, dejando claro mi humor e intentando quitarle esos pensamientos de la cabeza, centrandose en lo que tiene que venir.

Las presentaciones continuan y uno del grupo, no duda en soltar todo un discurso ante mi mirada. Su vestimenta ya lo definia como un militar, pero es bueno saber que no es de esos tipos cerrados con demasidos traumas para decir dos palabras seguidas. Su golpe en el hombro se lleva un gesto con la cabeza y una sonrisa como contestacion. La camaraderia y el equipo es lo que gana batallas. Tras ese breve momento y la discusion que parece se ha forjado entre OA y Steve, todos vuelven a la ronda de "yo soy...". Sinceramente empiezo a pensar que es hora de moverse en direccion a la puerta. Aun asi, las palabras de Samuel me detienen un segundo antes de continuar sin contestar a su pregunta. Era una posibilidad que debia sopesar.

La conversacion con Daniel continua y me arranca una sonrisa al imaginarles peleando con almohadas. - Deberias tener cuidado, en manos de una niña son armas de destruccion masiva. - Me rei por lo bajo sin perderle de vista. Despues escuche la parte mas seria y asenti. - Si, como todo la practica es lo esencial. Sigue asi Daniel, se que se hace pesado pero es lo mejor. - Asi es mas facil traeros de vuelta sin un rasguño, amigo mio. Gire para mirar a la doctora y viendo que habia terminado le hice un gesto para que se acercara. - ¿Lista? - Su presentacion habia sido excesivamente corta, queria asegurarme de que no le estaba dando vueltas a nada, como Daniel.

Sonrei cuando fue Daniel quien se presento y aun asi, mi mirada se desvio hacia la chica dura de mecanica. AO. Su forma de presentarse y sobretodo sus palabras antes de eso, dejan claro lo mucho que le entusiasma la idea, casi tanto como a mi. Corta y explicita, va a lo importante y despues se calla. Le sonrio levemente, dandome cuenta de que no ha cambiado nada en todo este tiempo.

Noto la turbacion de AO por lo ocurrido en su grupo de amigos, es mas noto como parece ligeramente perdida por lo que dejo mi mirada en ella lo suficiente para que sepa que estoy ahi. Sin duda tenemos que trabajar en que todos sepan mas de nuestra amistad o sino va a ser dificil no poder darle algun golpe o viceversa, en publico al menos.

Gustavo iba con un pantalón de vestir negro, zapatos de cuero negro y camisa de manga corta blanca… ropa que enseguida tuvo que quitarse. Aquello le recordaba a esos incomodos momentos en los que iba al hospital para hacerse revisión médica. Lo hacía tranquilamente, todo parecía muy automatizado y se imaginaba ya que esa grabación de audio sonaría sin parar hasta que él acabase, pero cuando la luz comenzó a ponerse amarilla por si acaso se apresuró.
Un líquido blancuzco comenzó a subir, al principio creyó que debía ser algún tipo de alcohol en gel. Al principio le resultó una sensación extraña pero enseguida fue aderezada el gusto de experimentar algo nuevo, se sentía curioso estar con eso hasta la cintura y estando desnudo… no pudo evitar pensar en la vaselina.
Enseguida y sin previo aviso una sensación nada placentera remplazo todo lo anterior. Era como una pequeña pero notoria e insistente descarga eléctrica, le recordó a las malas experiencias en que cuando era niño sufría unas cuantas descargas eléctricas simplemente al enchufar o desenchufar algún aparato. Esa sensación vibratoria que atraviesa tu cuerpo en un instante. Sin embargo aquella era realmente muy leve en comparación, resultando ser solo molesta… pero como se desplazaba por toda esa sustancia acuosa… pues le estaban electrocutando sus testículos. Trató de envolverlos protectoramente con sus manos para evitar cualquier daño y la molestia que arañaba ya el umbral del dolor. Afortunadamente no duró mucho más. Luego de la ducha recorrió el pasillo empezando a escuchar voces.

Cuando penetró en aquellos vestuarios se encontró ya con varias personas las cuales estaban ya vestidos en su mayoría. Con cierto pudor intento no ver a nadie y no concentrarse en sus compañeros, aquellas situaciones podían hacer volar su imaginación y provocarle una erección no muy oportuna; se imaginó que, según conocía a Alfredo, a él le ocurriría lo mismo en una situación así. Vio unas duchas, y realmente aquel líquido después del espeso blancuzco también debía de ser algún otro tipo de químico, además por una razón colocaban duchas en ese lugar. Le hubiera gustado haber llegado antes para no ser él el único desnudo duchándose allí, aunque imaginaba que los demás ya se habían duchado. Dejó correr el agua mientras escuchaba al resto conversar entre ellos, solo pasaba su mano fritando un par de veces cada lugar, con cuidado y bien hecho pero lo más rápido posible, siempre de frente a la pared para evitar miradas. Al menos estaba rindiendo frutos el ejercicio que había comenzado a tomar ya casi un año atrás, su físico había mejorado bastante de cuando su estilo de vida era más sedentario, no tenía una musculatura bien definida como modelos de revistas pero sí que se sentía con más confianza en que vieran su cuerpo desnudo. Aunque no debía pensar en ello hasta que al menos se cubriese la zona pélvica.

Al parecer no había llegado tan en último ya que recién aquel medico de piel negro comenzó a presentarse seguido por los demás. Encontró su taquilla… y se resignó a recibir aquel pinchazo, el cual no le hacia ninguna gracia tener que estar provocándose heridas cada vez que quisiera abrir algo, tomo unas toallas y se secó rápidamente. Sus compañeros ya habían finalizado de presentarse mutuamente, los que lo habían hecho, y un silencio algo incómodo se instaló por unos momentos mientras se esperaba a que los que faltaban nombrarse lo hicieran.

— Ehh… hola a todos, mi nombre es Gustavo Alfonso… — Se presentó él mientras se colocaba la toalla en la cintura por un momento solo mientras durase el momento con las miradas sobre él — Si, solo faltó “Bécquer” para lo del escritor y poeta. Hace muy poco que llegue, me estoy familiarizando con todo… como eso de que una vez que ya hemos atravesado por todo ese proceso de desinfección, mediante la reacción química de esa sustancia blancuzca mediante esa corriente eléctrica, te hacen pinchar el dedo en esa cerradura de ADN para tomar tu ropa, ¿Tan poco seguro era usar simplemente una tarjeta de identificación o un número? — Gustavo toma aire y suspira largamente en gesto de aceptación resignada — Pero bueno, ehh… soy biólogo marino, por cierto, especializado en cetáceos. Jejeje… cuando empecé a cursar a mis dieciocho años la licenciatura de biología mi idea era luego doctorarme en etología; me visualizaba como un explorador de la mente y cultura de los delfines. Pero bueno, aquí estoy.

Una vez el foco de atención pasara a otra persona luego de haberse presentado él, dejaría su toalla para colocarse aquel uniforme verde de dentro de su taquilla. 

A Don Carlotto le parecía que su propuesta estaba siendo acogida con bastante agrado y eso le animó, pues parecía que cada vez vivían en un mundo donde la religión importaba menos y allí algunos se manifestaban creyentes y los que no al menos parecían tolerantes y eso era una buena base para la convivencia.

-Encantado de conocerla señorita River, gracias por su apoyo. En el futuro podemos hablar sobre los metódos empleados aquí en Titán, le confieso que estoy algo perdido y no me vendría mal un poco de ayuda. -Don Carlotto sonrió y volvió a hablar nuevamente a todo el grupo.- ¿Quien me lo iba a decir verdad? A mi edad y aún aprendiendo cosas. Al final la vida es una etapa de aprendizaje...

Seguía llegando gente y presentándose al grupo, esta vez se acercó a un soldado, los que se aseguraban de proteger al resto si algo salía mal.

-Un placer señor Samuel, y tiene usted toda la razón, no debemos dejar que el miedo nos domine. Espero que no tenga que salvar a nadie, eso indicará que las cosas van bien, aunque de ocurrir estoy seguro que están ustedes muy preparados.

No se sentía muy cómodo con gente armada, pero sabía que era parte del trabajo y además algo necesario. La barbarie había sido algo que existía en la humanidad desde el mismo momento en el que el pecado entró al mundo y llevada a su máxima con la muerte de Abel a manos de Caín.

-Señorita Ella, Mike. Yo también espero que nadie necesite de sus servicios tampoco. Veo que en Titán se toman muy en serio la salud de sus trabajadores, tanto la física como la mental, eso me gusta.

Al fin y al cabo necesitaban que la gente tuviera una seguridad en su trabajo y saber que contaban con remedio si algo salía mal. Estaba seguro que aquellos doctores eran unos buenos especialistas y que podrían encargarse de cualquier contingencia que surgiera tanto fuera como dentro de Titán. A él por lo menos le daba mayor seguridad saber que contaba con ese respaldo.

-Encantado Richard. Tiene usted todo un bagaje detrás... -Los conocimientos de aquel hombre no solo en el combate si no también en ingeniería le impresionaban, pero aún más saber que era religioso.- Y por supuesto que no me importa. En realidad... Pueden considerarme aconfesional, ya no creo que la Iglesia Católica tenga toda la verdad y que el resto estén equivocados, respeto todas las creencias. Si le parece podemos hablar algún día e intercambiar opiniones.

Sería una experiencia gratificante y Carlotto estaba seguro que podría aprender muchas cosas de Richard, le gustaba tener todos los puntos de vista posibles a la hora de afrontar sus creencias.

-Encantado Daniel, una gran labor la suya, creo que podremos hacer un buen equipo, usted salvará nuestras vidas y yo intentaré salvar nuestras almas. -Sonrió ante la broma y luego añadió algo para que nadie se sintiera ofendido.- De aquellos que quieran salvarla, claro está, nadie está obligado.

Una nueva mujer se presentó y al igual que la soldado sin nombre que les había aconsejado al llegar esta le sorprendió por su profesión. Carlotto había crecido cuando los roles de hombres y mujeres estaban muy definidos y aquel giro que se había dado desde hacía unas décadas le sorprendía a veces aunque le gustaba, al fin y al cabo habían sido creados todos iguales.

-Encantado señorita ¿OA? -No estaba seguro de haber entendido bien su nombre- Nunca había escuchado ese nombre... ¿Sabe de donde proviene?

Poco a poco se iban conociendo todos, algunos no se habían presentado aún, quizás por falta de interés o por timidez, había gente que necesitaba más tiempo para integrarse en un grupo de desconocidos. Carlotto sonrió al último en presentarse, un científico.

-Encantado Gustavo Alfonso. Aunque para llegar a ser Bécquer necesitarías cambiar el segundo nombre por Adolfo. En cualquier caso estoy dispuesto a leer cualquier rima que escribas. Supongo que todo este proceso es por nuestra seguridad y la de todos los que viven en Titán. Supongo que usted se encargará de estudiar los animales que se encuentran en las otras tierras ¿Verdad? Debe ser algo fascinante.
 

sonrío con gracia, estaba tan acostumbrada a su apodo, pero le agradó que el hombre tuviera la consideración de preguntar de dónde venía, aunque no debía olvidarse que era psicólogo y todos ellos tienen esas triquiñuelas para caer bien y psicoanalizarte, sino, vean a su amiga, que cuando no está tan tensa, sabía cómo domesticarla.

- es la abreviación de mi nombre - responde con una sonrisa en los labios - me han llamado así por tanto tiempo, que casi olvido que no todos saben mi nombre real - o lo recuerdan. Sin embargo, OA no se debe a su nombre, sino a como su abuelo la llamaba, Original Angel, que las iniciales sean su nombre, era solo coincidencia - Ophelia Ackermann  - agrega, por si habían dudas -pero prefiero OA, es más sencillo - seguramente si la llamaban Ophelia no respondería.

Steve, que está junto a la puerta charlando con la giganta, con el rostro muy serio, capta algo de la conversación general y decide intervenir mientras le pide disculpas a su interlocutora con una mano extendida, dirigiendose a todos.

- Si, perdón, me presenté antes pero solo estaban dos personas. Soy Steve. Intrusión, recabar inteligencia, espionaje, asesino llegado el caso y destrozahogares o algo así.-gesticula un poco con las manos y no varía su gesto.

Dicho lo cual, regresa su atención a la conversación en la que estaba inmerso.

— ¿Adolfo? Ohh… que vergüenza, justamente de él conozco un poema que de todos los que conozco es mi favorito, por lo que podría decir que es mi poeta favorito. No recuerdo su número ahora mismo, todas están en el sistema de numeración romano y hace años que no lo leo, pero más adelante le prometo que refrescaré mi memoria y le diré. Y no, nunca escribí nada, aunque gracias. — Responde Gustavo, ya con su traje ya puesto, movía su cuerpo probando lo cómodo que este se sentía — Por cierto, que… raro es ver una persona consagrada al Dios católico en un lugar como este. Me imagino que debe sentirse igual que como se sintieron los monjes que viajaron con Colón en aquel primer viaje a lo desconocido, vaya… han pasado ya casi seiscientos años y algunas cosas no cambian. Seguro que toda la iglesia creyó que enviarían a evangelizar a otros planetas antes de a otras dimensiones alternas paralelas, esto probablemente los tomó por sorpresa, ¿Verdad?. — Dijo con un tono bromista hacia el final — ¿Dijo que solo era usted un cura? Uno pensaría que en algo de esta envergadura enviarían a alguien… ¿Más importante? Acaso los obispos siguen entrando por otros lugares alejados de los “campesinos”, en tal caso parece que la reforma protestante de Lutero paso sin alterar a la Iglesia Católica. — Terminadas estas reflexiones Gustavo extendió su mano al hombre — Me alegra ver que usted parece de mente abierta, mi madre fue parte de los Testigos de Jehová, ¿Los conoce? Ya sabe, una rama más de cristianos protestantes, de niño estudie algo de teología con la Biblia hasta mis quince años, aunque lo de Lutero lo aprendí en Historia Universal en mi Bachillerato. Pero dígame, siempre tuve curiosidad de lo que piensan al respecto los católicos, usted sabe que en las escrituras hebreas originales figura el nombre de Dios, Yahvé, lo que deriva en Jehová, pero entonces ¿Por qué ustedes solo se refieren a él como “Dios” o “Señor”?