Partida Rol por web

El indio había llegado en silencio, y había dejado caer su corpulenta y extenuada humanidad sobre el césped desnudo. Era un pasto ralo y seco, bastante cargado de polvo. Sin embargo, nada de eso pareció importarle al mestizo, que depositó su cabezota sobre una raíz con la misma delicadeza que hubiera utilizado de tratarse de un almohadón de plumas.

No parecía particularmente dispuesto a entablar una conversación, y los sonoros ronquidos que empezaron a emanar de inmediato de sus vías respiratorias parecían confirmar tales sospechas. Sin embargo, luego de algunos instantes (quizás demasiado largos, justo lo suficiente como para que Boyle sopesara la posibilidad de reiterar sus inquietudes), un gutural quejido salió de sus fauces.

- Hombre-Medicina morir ayer. Lobo Gigante llegar al pueblo… y matarlo. Luego escapar… sin dejar huella. Ninguna huella. - aquella reiteración era algo desacostumbrado en el lenguaje del mestizo, y todos sus compañeros tomaron especial nota de ello.

- Hamakhavas no tener más respuestas… Dakota todavía tener preguntas…

- Esto no terminar aquí... esto no terminar hoy...
 

Para Frank, la cosa es mucho más sencilla. El vaquero hace rato que ha dado por finalizada la misión más extraña de su vida. Generalmente, recibe un montón de monedas al final del trabajo, pero el hecho de estar vivo para contarlo le parece al cowboy el mejor pago. Escucha a Dakota con poco interés.

Han salido vivos y han dejado la máscara donde debía estar...

Buscaré un caballo y pondré mi trasero en el primer Saloon que vea.

El flemático inglés sabía que la misión de la máscara había terminado, pero sus promesas iban más allá de una diligencia dirigida sin saber a un pueblo maldito. Tenía compromiso con el difunto cochero, con el fallecido caballero de origen oriental y ciertamente con aquel recio nativo que le salvó la vida en más de una ocasión. La piedra fantasma en su poder era suficiente para unas pruebas y entre más al oeste fuese, mayor material encontraría. Se lo debía a la comunidad científica y a la memoria de Herr Von Kirschner, la historia de las aventuras y desventuras del variopinto grupo no había sido aún publicada para enaltecer el nombre de Charles Eckhardt, a quien consideraba ahora su mano derecha y un verdadero amigo.
Maese Dakota, primero he de cumplir la promesa al buen Hank Bully y llevar a su hipogeo sepulcro una muestra del whiskey que le prometiese yo en tiempo pretérito, adicionalmente hemos de llegar a un poblado equipado con un telégrafo para que el buen Eckhardt dé cuenta de nuestra fortuna y entregue el artículo prometido al Epitaph. Como buen hombre de palabra sabrá que necesitamos preparativos si hemos de desagraviar al hombre-medicina, los lupinos sobredimensionados requerirán de más que nuestro plomo simple y estoy dispuesto a colaborarle en pago de las veces que ha salvado mi bienapreciado manto vital.

En señal de respeto, Stephen remueve su sombrero de lazo de seda e inclina su cabeza como lo hiciese ante un lord.

Uh...

Más que hablar, el reportero ha emitido un sonido inarticulado a la vez que levantaba la mano. Atraida la atención de los otros, el periodista no acierta a pronunciar palabra. Mantiene la boca abierta durante un momento, y todos saben, a pesar de su poco habitual falta de elocuencia - o precisamente por ella -, que Eckhardt tiene algo importante que decir.

Mira a Boyle, como con una disculpa en la cara, y por fin habla, dirigiéndose primero al británico.

Señor Boyle, ¿recuerda que el encargado del telégrafo mencionó haber recibido un telegrama de Tombstone ayer?

Yo... cuando estaba mandando el mensaje al Epitaph lo lei, y me lo guardé. No lo habría hecho de no ser porque mencionaba al señor Dakota...

Mira hacia el enorme indio.

Pensaba decirlo en privado se disculpa pero creo que el señor Boyle debe saberlo antes de decidir acompañarle...

El mensaje era una orden de detención de parte de los Ranger de Texas. Un tal capitan Wright lo firma. En todo el territorio confederado eres un proscrito.

Guarda silencio un momento. Su cara demuestra lo difícil que es para él dar la noticia. No sin esfuerzo, aparta la mirada de Dakota para volver a posarla en Stephen Boyle.

El telegrama no decía nada de los que acompañan a Dakota, pero los que decidan acompañarle no tardarán en ser declarados "fuera de la ley". Yo... su tono vuelve a ser de disculpa, esta vez por algo distinto.

Yo no puedo seguir ese camino, me temo. Mis amigos, mi trabajo y mi vida están en Tombstone, y si no volviera ahora no podría hacerlo. Si siguiera con Dakota perdería mi trabajo, y la historia de lo ocurrido nunca llegaría a publicarse en el Epitaph.

Le ruego considere la situación, señor Boyle. Mira hacia Frank. El vaquero tal vez tendrá menos escrúpulos hacia ser declarado forajido, pero Eckhardt no cree que sea dado a sacrificios sin una buena razón para ello. En todo caso, Charles no se atreve a sugerirle nada al irascible cowboy.

La historia que cuenta el plumilla capta la atención del cowboy.

... Un fuera de la Ley... ¿Qué habrá hecho?

Frank mira al mestizo, esperando una explicación. Aunque conociéndolo, pocos datos al respecto va a darle. El vaquero no tardará en dar por terminada su relación con el extraño grupo. A no ser que se de un giro inesperado...

El indio había permanecido largo rato en silencio, recostado contra aquella grotesca raíz y con los ojos cerrados. Cualquiera hubiera pensado que estaba descansando, o incluso durmiendo. Pero sus compañeros ya se habían habituado demasiado a sus sonoros ronquidos como para reconocer la diferencia. En verdad, el mestizo había escuchado con atención al inglés, y ahora evaluaba con cuidado cual sería su respuesta.

Cuando por fin creyó encontrar las palabras adecuadas, la tímida interrupción del plumilla las tornó por completo irrelevantes. Mala suerte. Eso le pasaba por dar tantas vueltas. No debería permanecer tanto tiempo rodeado de blancos.

Cuando Eckhardt terminó su relato, el imponente indio ya se había incorporado, y observaba algún punto indefinido en la distancia con mirada perdida. Sus compañeros ya se habían acostumbrado también a aquello. Era su postura de “pensar”. Cuando Dakota indagaba algo con su mente, casi parecía necesitar de todo su cuerpo para conseguirlo.

- Capitán Wright… hablar con Dakota. – dijo finalmente con aquel vozarrón grave y profundo, desprovisto de todo sentimiento. Los pensamientos del mestizo volaron hacia aquel día, que ahora parecía tan lejano, y no pudo dejar de lamentar la ausencia del Predicador. – Querer que alguien investigar Bronco Pueblo…

El mestizo guardó silencio algunos momentos, como si necesitar poner en orden sus pensamientos. Luego, se quitó una de sus curtidas botas y comenzó a rebuscar en su interior. Extrajo de ella un papel mugriento y ajado, que de todas formas se había conservado de manera más o menos aceptable y lo arrojó en dirección al plumilla.

- Capitán Wright… tener miedo por sus hombres… No arriesgarlos… Por eso enviar a Dakota.
 

Charles Eckhardt no atrapa al vuelo el papel y tiene que agacharse para recogerlo. Con pulso trémulo sostiene el legajo doblado y sucio ante su rostro mientras sus ojos, mucho más ágiles que sus manos, recorren las líneas con velocidad.

No puede ocultar el asombro, ni lo intenta, cuando aparta el documento de su cara. Tiende la fuente de su sorpresa hacia Stephen Boyle pero pronto entiende que el británico jamás tocará el papel que se ha alojado durante Dios sabe cuánto tiempo en la bota de Dakota. Charles lanza la sudada y maloliente prueba hacia Frank y se apresura a aclarar las implicaciones del documento a la vez que pone al escrupuloso Boyle al corriente.

Eso señala hacia el escrito sin dejar de mirar a Dakota dice que trabajas para los Rangers de Texas. Practicamente eres un Ranger de Texas.

Pero llegaste a Tombstone antes que ellos, llevabas meses trabajando con el Sheriff... ¿Fuiste un Ranger todo ese tiempo? ¿por qué estabas...?

Interrumpe su ráfaga de dudas para ordenar su mente. Como es habitual, los pensamientos de Eckhardt tienen forma de pregunta, y acaba de dar con la que supera a todas ahora mismo. Vuelve a dirigir la mirada hacia Dakota. Le mira lentamente, como lentas son sus palabras cuando habla con cautela y tacto.

¿Y por qué...?

Carraspea. Vuelve a empezar.

¿Sabes por qué ahora los Rangers te declaran enemigo?

El legajo que Dakota ha dado a Eckhardt y este ha dejado caer junto al vaquero sin duda parece el tipo de documento que acredita ser un "alguien".

Los cowboys no requieren de otros trozos de papel para trabajar que aquellos que son verdes y sirven para pagar furcias y alcohol, pero Frank sabe que entre los peces gordos y en los cargos importantes abundan estas formalidades. Contratos, certificados, acreditaciones, cualquiera sea el nombre que tengan esta claro que Dakota debía tener un buen puñado si de verdad era un Ranger de Texas, cosa que a Frank le resultaba muy difícil de creer. Los Ranger son la autoridad más alta en el Sur, por encima de los Marshalls y Sheriffs. Su jurisdicción es nada menos que todo el territorio confederado, y para llegar a su cargo normalmente hacen falta años de reunir méritos, tanto civiles como militares. No en vano, un Ranger tiene a efectos prácticos el poder legal de un juez y apenas menos rifles a su servicio que un capitán de caballería.

Todo eso resulta tan absurdo en un tipo como Dakota como el hecho de que alguien haya conseguido hacerle posar para un foto. Charles habla incluso más rápido de lo que lee, su boca escupe preguntas como si fuera una Gatling, y Frank solo ha tenido tiempo de echar un vistazo al papel y ver una foto y muchas letras juntas. Leer el documento entero y comprenderlo exigiría un esfuerzo en Frank que - olor a pies aparte - posiblemente no valga la pena.

El imponente mestizo sostuvo la mirada del plumilla, pero su rostro permaneció tan impávido como siempre.

- “Rangers”… no. “Un” Ranger. – dijo finalmente, con aquella voz grave y serena que parecía provenir de las entrañas mismas de la tierra. - Capitán Ernest Wright.

- Primero, enviar a Dakota a Bronco Pueblo. – continuó luego de unos instantes de silencio. – Ahora decir que estar fuera de la ley.

- Dakota no saber respuestas. Pero Eckhardt tener mente rápida. Tal vez encontrar cuando volver a Tombstone.
 

Las cosas se han sucedido con una celeridad tangible, pero la rápida mente de Boyle formula hipótesis válidas sobre la situación de Dakota
1) El Ranger no esperaba que el mestizo sobreviviese
2) Había un objeto de interés de Wright en Bronco y no fue encontrado, condenando a Dakota como traidor
3) Hay otro factor concerniente a la banda que eliminaron en el asedio de Bronco pueblo, oculto de momento.

Ciertamente, sería un agravio para la Sociedad Internacional de Ciencias que uno de sus miembros más destacados colinde con un proscrito. Empero doy buena fe de la conducta de Dakota y sonará rutilante de mi parte lo que voy a decir: Podría meter mis manos en el fuego proverbialmente hablando que el ciudadano mestizo posee información clave en un asunto que implique criminalmente a este sujeto, el Ranger. Propongo una división temporal, para que Charles y este servidor realicemos las averiguaciones de lo realmente sucedido en Bronco Pueblo, también conocido como "Purgatory". ¿Concuerdan ustedes con mi razonamiento, caballeros?

Charles comparte  la visión de Boyle. La lealtad hacia su compañero le ponía en un aprieto, por lo que ahora está más tranquilo: afortunadamente, nadie espera que el respetable reportero se una a una huida de la justicia.

Yo también pondría mi mano en el fuego a favor de la inocencia de Dakota coincide el plumilla.

Pondré mis humildes talentos al servicio de la verdad, y sin duda cuando estemos de vuelta en Tombstone sabremos más.

Mientras tanto, supongo que nuestro compañero habla hacia Dakota querrá seguir su viaje, o buscar a ese lobo prodigioso. Es mejor que no vaya a Tombstone con nosotros y... pensándolo mejor... prefiero no saber hacia dónde ira. De ese modo, no me veré obligado a mentir.

¿Y el señor Frank? Charles, siempre tímido en el trato con el vaquero, habla hacia Boyle, haciéndole la pregunta indirectamente al cowboy. Mira un poco más directamente al pistolero, aventurando una pregunta hacia el malcarado compañero.

¿Se despedirá también de nosotros aquí? Mantengo la oferta que hice durante nuestro viaje a Bronco Pueblo... si le interesa, el Tombstone Epitaph le pagará 50...qué digo, 75$ por su testimonio de lo ocurrido en Purgatory. Eso, siempre que nos quiera acompañar de vuelta, claro.

Realmente había tres opciones: 1) separarse del grupo y seguir el camino propio, 2) unirse a Dakota y seguir con la aventura o 3) regresar en la ingrata compañía del plumilla y el estirado inglés. Descartada la última opción, Frank se toma un solo segundo para responder. La acidez ha regresado a su estómago con ansias redobladas y la mejor manera de superar el malhumor que sentía era estar haciendo algo. Además, no podía negar que la historia del mestizo le llamaba la atención.

Escupiendo al suelo con descuido, como intentando apaciguar el fuego que sentía en sus entrañas, Frank mira a Dakota dejando clara que su opción es la número 2.

- ¿Hacia dónde te dirigirás? ...

Dakota parecía ignorar por completo los profusos comentarios de Boyle y Eckhardt, y continuaba con la mirada perdida en algún lugar lejano sobre el horizonte. Seguía inmerso en sus propias cavilaciones, que paradójicamente, discurrían por caminos bastante similares a los del instruido hombre de ciencias.

Sin embargo, fueron las sencillas pero contundentes palabras de Frank las que consiguieron devolverlo al mundo de los vivos. Dakota se giró pausadamente, y dirigió una profunda y significativa mirada al pistolero. Estudió sus ojos por un tiempo mucho mayor al que aconsejan las buenas maneras (al menos, las maneras de los hombres blancos y civilizados, temerosos de Dios, y que no están acostumbrados a vivir con la soga al cuello siete días a la semana), y luego habló.

- Rangers ser peligro para Dakota… Pero Gran-Lobo-Que-No-Dejar-Rastro ser peligro para Pueblo. Y para todos… - el imponente mestizo alzó la vista por un instante, sin que pareciera dirigirse a nadie en especial. Sin embargo, por una leve y casi imperceptible variación en su tono, estaba claro que aquel “todos” incluía únicamente a aquellos cuatro aventureros.

- Hombre blanco complicar todo. Muchas palabras… Muchos papeles. – continuó mientas se acercaba al plumilla para recuperar su “permiso”. Lo observó con gesto indescifrable cuando lo tuvo en la mano, aunque alguno creyó notar una ligera nota de desprecio en sus ojos - Dakota no perder tiempo. Ahora tener misión.

- Buscar huellas de Gran-Lobo. Si no encontrar… - el indio miró alternativamente hacia el Noreste y luego hacia el Oeste, como si lo que pudiera observar desde aquella posición pudiera influir en su decisión final. - Tener amigos cerca…  Tal vez visitar…

El refinado joven une sus enguantadas manos con emoción y una sonrisa se dibuja en su rostro.

¡Queda resuelta la situación entonces! Yo estimo que en el período de 10 días podríamos reencontrarnos aqui mismo, con resultados de nuestras pesquisas y de allí formular una estrategia que nos permita solventar una estratagema para liderar un contragolpe al ranger o al lobo, quienquiera parezca el objetivo que dicte la lógica. 

Luego recuerda una costumbre aprendida de los hombres del extraño oeste, pero que pondrá en antedicho el pacto a sellar. Estira su mano al centro del grupo y mira de hito en hito a los concernientes. ¿Trato hecho? 

¡Si mi madre me viese hacer esto, me dejaría sin paté un par de semanas, de seguro!

Charles, con una sonrisa en el rostro, mira a un lado y otro. El espíritu positivo de Eckhardt solo necesitaba un empujoncito para reflotar después de tantas penurias y miedo, y el gesto de complicidad de Boyle sin duda cumple ese objetivo. Súbitamente, el plumilla se vuelve a sentir un aventurero luchando contra el mal, un aguerrido héroe. Dakota y Frank seguramente no son de los que comparten esas pequeñas pasiones, pero el reportero no va a dejar que le agüen la fiesta.

Diga que sí, señor Boyle. Necesito el tiempo justo para retomar mi vida en Tombstone e informar a Epitaph. Después querré saber cómo termina esto, y no pienso dejar que lo acaben sin mí.

Coloca la temblorosa mano sobre la de Stephen, manteniendo la postura en espera de los menos risueños componentes del grupo.

El tremendo salvaje depositó sus ojos en la extraña pareja, que se había fundido en una ceremonia tan particular como misteriosa, y guardó silencio durante largos momentos. No tenía ni la menor idea de lo que podía significar todo aquello, pero en cualquier caso, terminaba por corroborar la pobre impresión que tenía sobre las costumbres de los hombre blancos.

Dedicó un leve vistazo a Frank, que se había mantenido al margen de todo ello, como buscando alguna explicación a semejante disparate. Sin embargo, el reticente pistolero mantenía aquella mirada glacial de siempre, inmerso en vaya uno a saber qué clase de oscuros pensamientos.

El mestizo miró al cielo, como implorando, en un gesto que bien podría traducirse como un encogimiento de hombros, y se acercó a sus compañeros con resignación.

- Dakota pedir permiso a Gran Jefe… Quedarse en Pueblo Hamakhava hasta curar heridas… Después buscar Gran-Lobo-Que-No-Dejar-Rastro…

Mientras hablaba, su mano derecha se iba acercando poco a poco a las de sus compañeros, hasta depositarse finalmente sobre ellas.

- Tal vez pasar por Santa Marta…

Era una suerte que tanto Eckhardt como Boyle estuvieran con su mente en otro lado. En caso contrario, les habría sido difícil mantener su estómago en su sitio ante el lamentable estado de aquella manaza que ahora se cernía sobre ellos.

Frank observa la ceremonia amistosa entre los compañeros y valora el esfuerzo que el mestizo ha tenido que hacer para unirse a ella.

- Diez días... Trato hecho. Si no estamos aquí de vuelta en 12 días, brindad por mi alma.

Se echa mano al sombrero negro, prueba de pieza de caza mayor, y saluda levemente. Le hace un gesto con la mirada a Dakota, como diciendo "Deja de fingir habilidades sociales que no tienes y vamos... Tenemos mucho que hacer".

Por supuesto, el cowboy no participa en la ceremonia amistosa, aunque ha dejado clara su implicación en la nueva fase del plan...

Charles se encoge de hombros, abandonando la postura del pacto cerrado de forma más o menos explícita por los compañeros.

Sea entonces. Está bien claro que la aventura no termina aquí.

Sonriente, aunque en cierto modo apenado, se gira hacia Stephen.

Cuando quiera, señor Boyle.

Mira de nuevo hacia Dakota y Frank. Son tipos duros; muy distintos a él. La despedida pierde importancia con la promesa del nuevo encuentro, y aún así a Charles Eckhardt le resulta raro alejarse de esos hombres junto a los que ha vivido tanto ultimamente. Tampoco puede evitar dedicar un pensamiento a Danny Chang y al Predicador.

Si salimos ya, para mañana podemos estar en una diligencia dirección Este. Le dice de nuevo a Stephen. Con suerte solo tendremos que hacer la mitad del camino en coche de caballos; el ferrocarril debe volver a funcionar pronto.