Partida Rol por web

Me apresuré en llegar a la habitación, casi corriendo por los pasillos. No podía tardar mucho en ir al comedor, pero es que además quería que Ben tuviera el tiempo suficiente para despertarse tranquilo.

Al llegar abrí la puerta despacio para no hacer ruido, entrando y cerrándola igualmente despacio tras de mí. Al darme la vuelta no me encontré a mi novio durmiendo precisamente.

-B-buenos días. – dije sonrojada, al verle cambiándose junto a la cama, en ropa interior y a punto de ponerse los pantalones. – Qué oportuna soy… - dije mirando hacia abajo, mientras me acercaba a él. – Siento haberme ido así, era importante. – le expliqué mirándole y le di un beso en la mejilla. – Además… Tenía la esperanza de solucionarlo cuanto antes y… Tener un rato para nosotros. – me sonrojé un poco más, antes de abrazarle.

Me quito el pijama y lo dejo sobre la cama, medio doblado. Cojo el pantalón y estoy a punto de meter un pie cuando oigo la puerta. Es Liz, de pie y mirándome sonrojada.

¿Dónde estabas? -Pregunto, ya más tranquilo- Iba a salir a buscarte ahora mismo, pensé que igual habías ido a desayunar...

Comienza a acercarse, comentando lo oportuna que es, y me doy cuenta de que sigo con los pantalones en la mano. Sonrío, nervioso y tímido, cuando mi novia llega hasta mí y me da un beso en la mejilla ofreciéndome una vaga explicación sobre su macha, tras lo que me da un abrazo. Suelto el pantalón sobre la cama y la estrecho entre mis brazos. No hay nada comparable a tenerla junto a mí.

Espero que no fuera nada malo... ¿Está solucionado? -Pregunto antes de darle un beso en el cuello, acariciando su pelo.

Cerré los ojos mientras dejaba que Ben me mimara y comencé a explicarme.

-Fui a ver al director, tuve un sueño y quería saber qué significaba. Estaba preocupada… Pero considera que puede esperar, nos ha citado en el comedor para desayunar juntos y hablar de la experiencia con Beni.

Me separé suavemente de él y me quité la chaqueta, que tiré sobre la cama.

-Vienes, ¿No? – le pregunté, acariciando sus brazos. – Me disculpé con que tenía que cambiarme. – dije tirando de la camisa del pijama. – Así que es lo que debería hacer… - me ruboricé, comenzando a desabrochar mi camisa.

Un sueño. El comentario hace que recuerde el frío con el que he despertado, la extraña y vívida sensación. Ese rostro a punto de girarse, pero que permanece oculto.

Me pregunta Liz si voy a ir, pero ni siquiera respondo. Me quedo mirándola con gesto serio, mientras se quita la chaqueta y esta a punto de hacer lo mismo con su camisa.

Se acerca el frío... ¿del fin del mundo? -Recito tratando de recordar las palabras. ¿Tendrá relación lo que he soñado con lo suyo?- ¿Es algo así?

Había tratado de seducirle, o al menos eso creía que hacía, porque a la vista estaba que no lo había hecho bien.

Fin… ¿Del mundo?

Me quedé blanca al oír sus palabras, dejando de inmediato los botones, con la camisa a medio desabrochar. Hizo referencia al frío, preguntando si era algo así, por lo que supuse que hacía referencia al sueño.

-¿D-de qué estás hablando? – pegunté asustada.

La respuesta de Liz me deja petrificado. No de miedo, al contrario, me avergüenza haber sido tan estúpido. Sonrío nervioso, acercándome más a ella.

Nada, olvídalo -Digo rodeándola con mis manos por la cintura- Es que antes de despertar esta mañana tuve un sueño muy raro, y pensé que podría estar relacionado, jeje. -Acerco mi rostro al suyo, hasta rozar su naricilla con la mía- Qué tonto, si la que percibe cosas eres tú, yo sólo soy un pequeño dragón. Lo mío es pelear, supongo. -Le doy un rápido beso que me sabe a poco, sólo alimenta mi hambre de sus labios- Bueno, y otras actividades físicas... -Subo y bajo las cejas, provocador, mirando la cama de reojo.

Me rodeó la cintura con sus manos, y acercó su cara a la mía mientras me contaba lo que había pensado.

Podría ser, quizás pro eso había tanta gente en el despacho…

Nuestras narices se rozaron, y se disculpó, comentando que su competencia era otra; y tras darme un fugaz beso en los labios, me lanzó una clara insinuación.

Le sonreí avergonzada ante su comentario, dándole otro rápido beso antes de hablar.

-C-cuando aclaremos esto haremos lo que quieras. – le dije desviando la mirada, poniéndome completamente colorada, y tras unos segundos proseguí – No es descabellado que lo que soñaste tuviera algo que ver. ¿Qué es lo que soñaste exactamente? Además, había más gente queriendo hablar con el director. Dijiste algo de frío… Yo ví a una chica, de cabello moreno y vestida con pieles, arrastrar una canoa en medio de una tormenta de nieve; hasta que finalmente se detuvo entre dos majestuosos árboles…

¿Eh? -Respondo, incrédulo, cuando habla de aclararlo. Yo creía que no... Liz empieza a explicar su propio sueño, y aunque no es igual sí que existen puntos de conexión entre ambos. La miro con una mezcla de sorpresa y preocupación, tratando de recordar cada detalle del mío- Pues... Yo también vi a una chica, de unos treinta años. Nevaba, hacía mucho frío, y ella lloraba, estaba asustada, desesperada. Dijo algo así como "se acerca el frío, el frío del fin del mundo, tengo que ser fuerte, tener esperanza y fe". Entonces comenzó a girarse hacia mí, pero antes de verle la cara me desperté. -Entonces ¿no fue sólo un sueño? ¿Esto va en serio? ¿Y qué significa que ambos lo veamos de forma distinta? Oh, se ne ocurre una posibilidad- Vamos, tengo que contarles lo que he visto, parece que son distintos retazos de una historia, necesitaran conocer todas las partes.

Suelto a Liz y cojo mis pantalones de nuevo, pero antes de ponérmelos pongo mi mano en el cuello de mi novia y la atraigo cariñosamente, uniendo suavemente mis labios a los suyos.

Lo que yo quiera, ¿eh? -Sonrío- Te tomaré la palabra, cariño...

Todo se estaba volviendo muy raro, otra vez. Lo que planteaba Ben parecía bastante probable. ¿Qué hacían sino Chris, Rina y Makoto a primera hora en el despacho?

Entonces… Mi primera visión, ¿No era realmente una habilidad mía? ¿Quién hace que pase esto entonces?

Asentí un tanto decepcionada cuando Ben comentó que teníamos que darnos prisa para hablar con los demás, aunque al atraerme a él y besarme me animó un poco. Forcé una sonrisa cuando comentó que me tomaría la palabra, y me dirigí al armario para coger algo de ropa, volviendo hasta la cama y posándola en esta.

Retomé los botones del pijama, desatándomelo del todo mientras miraba la espalda de Ben, que se vestía rápidamente, y al terminar comencé a vestir mi parte superior. No dejaba de darle vueltas al tema del sueño. ¿Estarían ambas visiones relacionadas?

Me cambié también de pantalones y me calcé. Había escogido algo de ropa de deporte que había en el armario, y tras pasar rápidamente por el baño, regresé para hacerme una coleta alta frente al espejo de la habitación.

-Estoy lista. – dije terminando de acomodar mi pelo y me volví hacia Ben.

-Creo que va siendo hora de movernos, ¿eh? -dijo a su hermana mientras se ponía en pie con una cara de sueño atroz- pero podemos ir pronto a ver al Dire-dire, le comentamos lo del sueño, le hacemos preguntas... ¿le invitamos a un café? Seguro que no lo ha hecho nadie -dijo sonriente mientras se volvía a poner algo de la ropa que llevaba el día anterior.

Me pongo los pantalones a toda velocidad, calzándome inmediatamente y cogiendo la camiseta. Me la pongo rápidamente y en ese instante veo a Liz recogiéndose el pelo en el baño.

Está tan guapa... Y con todas estas movidas sobrenaturales no le estoy haciendo todo el caso que se merece.

Me acerco a la puerta del baño y en ese momento surge ella diciendo que ya está lista.

Oye, Liz... -Refreno de repente las prisas que nos habían entrado con todo este asunto- La próxima vez que pase algo así... Despiertame, ¿vale? -Me acerco y aparto un fino mechón suelto que se ha escapado a su recogido, llevándolo hacia su oreja, la cual aprovecho para acariciar- Prefiero pasar sueño a tu lado que descansar sólo...

Además, anoche le daban miedo esos lobos, y hoy se pone a pasear sola por los pasillos del castillo. No, si existe un mínimo riesgo, por remoto que sea, quiero estar ahí.

Te quiero.

El susurro precede a un suave y turno beso en sus labios, durante el que pongo mis manos a ambos lados de su rostro, sintiendo el calor de nuestros cuerpos fundirse en uno sólo.

-Nnnnn qué pereza.... venga, arriba-empujó a su hermana de la cama y se incorporó a regañadientes sin saber si debía compartir su sueño con Kyara puesto que tenía cierto parecido. Tardó un rato en vestirse, comprobando que el mundo exterior parecía haberlas olvidado. Ni mensajes de su familia ni de sus conocidos en facebook ni de sus desconocidos en instagram... nadie notaba la ausencia de las gemelas en el mundo.

-Te sigo...

No hablamos camino a la habitación. Ni tan siquiera mencioné a dónde íbamos, Ben simplemente se dejó guiar por mí, y en pocos minutos entramos en nuestra habitación. Durante el camino intenté ordenar mis ideas, pensar en la mejor forma de explicarle aquello, pero sentía que no encontraba las palabras adecuadas.

Abrí la puerta, y le solté la mano para que pasara delante mí, encargándome yo de cerrar la puerta al entrar.

-Siento que haya sido así… - le dije, cuando aún se encontraba de espaldas a mí, apoyándome en la puerta. – Debía tomar una decisión. – suspiré, sin saber muy bien cómo continuar. – Quizás debí esperar a hablar contigo antes, pero quería tomar mi decisión. – se me encogió el estómago al decir aquello, como si de alguna forma le hubiera traicionado. – Beni me dijo que no podía quedarme parada, que muchos dependían de mi visión, y no quería dejarme llevar por mi amor por ti… - tales eran mis nervios que ni siquiera me avergoncé al hablar tan abiertamente. – Porque yo te amo, lo sabes, ¿No? – le pregunté, temiendo que hubiera interpretado mi decisión en ese sentido.

El camino a la habitación es silencioso. No me importa, eso me permite pensar, recapacitar, ordenar mis ideas. No me importa porque Liz está a mi lado, y porque haber tomado ya una decisión hace que me sienta seguro, tranquilo, en paz.

Entramos en nuestro cuarto, yo delante y Liz cerrando la puerta a nuestra espalda, y antes siquiera de girarme me pide disculpas, tratando de explicarse. Muchas cosas se podrían haber hecho de forma distinta, pero no me importa, no es necesario pedir disculpas por eso. La explicación, además, es comprensible. Yo también he tenido que escuchar muchas cosas en esa cueva, y replantearme mi vida.

Finalmente, me dice que me ama, como si dudara de que yo lo supiera. Me acerco a ella por toda respuesta, sujetando su rostro con ambas manos y besándola apasionadamente. Cuando nuestros labios se separan, apoyo mi frente en la suya, mirándole a los ojos.

Lo se, cariño, no te preocupes. -Vuelvo a besarla, un beso corto y suave- Las cosas han salido como tenían que salir, ni más ni menos. Nuestro paso por las cuevas nos preparó para este momento, en cierto modo. Esa aparición de mí mismo del futuro me dijo que tú y yo tendríamos mucho poder, pero que tendríamos que pagar un gran precio por él, que se nos exigiría mucho. -Suspiro- Beni me preguntó que, si yo era un majestuoso dragón, por qué me comportaba como una gacela. Le respondí que no quería olvidar a la gacela, que quería ser el dragón que la protegiera. En cambio, si le pedí al director hablar con él a solas era para saber si esta organización podía ayudarme a establecerme donde tú estuvieras, en Londres o en donde fueras a estudiar. Sólo pensaba en estar contigo, y lo sigo pensando. -Cierro los ojos y acaricio su rostro, consciente de que es más fuerte que yo, más generosa- Porque te amo, porque tú eres mi gacela, y estaré siempre ahí para cuidar de ti. Muchos dependen de ti, vela por ellos, que yo velaré por ti.

Para mi sorpresa, se limitó a acercarse a mí, y sujetando mi cara con sus manos comenzó a besarme; sin decir nada, pero diciendo tanto al mismo tiempo. Mis labios correspondieron a los suyos, y al separarnos apoyó su frente en la mía, verbalizando lo que ya me había dado a entender con su gesto.

Tras un corto pero dulce beso continuó explicándose, haciéndome entender también su decisión. No quería que viniera conmigo, aunque una parte de mí lo deseara más que nada, pero el saberle a salvo prevalecía sobre todo. Pero no podía hacer nada contra eso. Era su decisión, al igual que yo había tomado la mía, y él también pensaba en mi seguridad, así que no podía entenderle más. Me confesó que sólo pensaba en estar conmigo, contándome sus planes de ir dónde yo fuera, y que ahora también pensaba en ello, aunque claramente con una mayor implicación.

Le vi cerrar los ojos mientras acariciaba mi rostro, para compartir conmigo justo después lo que sentía por mí y sus intenciones. Por fin me separé de la puerta y me abracé a él, rodeando su cuello con mis brazos y apretando mi cuerpo contra el suyo.

-Se trata de lo que debo hacer, no de lo que me gustaría que fuera. – le dije, aún abrazada a él. – Aún espero volver a casa, elegir por fin un conservatorio, y ser una de las mejores pianistas. – me separé de él, quedándome muy cerca, con mis manos apoyadas en sus hombros. – Contigo a mi lado. – sonreí algo ruborizada. – Ahora tu eres mi sueño, no lo dudes nunca.

Acerqué lentamente mis labios a los suyos, deteniéndome un segundo cuando estos apenas se rozaban, para finalmente apoderarme de ellos. Cerré los ojos mientras nos besábamos, con mis manos deslizándose hasta su pecho. Y al volver a separar nuestras bocas volví a quedarme muy cerca de él, sintiendo su aliento, hasta que decidí acercarme a su oído.

-Yo también quiero cuidar de ti… - le susurré a la vez que me sonrojaba más, tratando de sonar sensual y agarrándome a su camiseta.

Liz me abraza con fuerza, mis manos sueltan su rostro y se aferran a su cuerpo, rodeándolo. Me habla nuevamente de sus sueños, de cómo mantiene ese objetivo en su cabeza. Eso me gusta, que mantenga la esperanza, que mire más allá de todo esto que se nos ha encomendado. No quiero que emprendamos este viaje como si no hubiera un retorno, como si no hubiera nada más. No nos estamos sacrificando, estamos arriesgándonos nada más. Pero estoy decidido a que esto salga bien, que logremos cumplir con esta misión y volver a aquí y ahora, y retomar nuestra vida.

Y luchar para que todos los sueños de Liz se hagan realidad.

De repente, me suelta quedándose muy cerca, y me dice que ahora yo soy su sueño. Me quedo sin saber qué decir, mirándola ruborizado, tanto o más que ella.

Afortunadamente, vuelve a besarme, deslizando sus manos por mi pecho en una caricia excitante. Cuando dejamos de besarnos, se queda muy cerca de mí, tanto que siento su cálido aliento en mi rostro, hasta que se acerca a mi oído para susurrarme con voz sensual que quiere cuidar de mí. Sus manos se aferran a mi camiseta, y noto cómo se me eriza la piel por un escalofrío excitado que me recorre.

Cuidaremos el uno del otro... -Susurro bajando mis manos por su espalda, hasta pasarlas por sus nalgas, hasta la parte inferior de estas. La sujeto con fuerza y tiro hacia arriba, alzando a mi novia en volandas e invitándola a rodear mi cintura con sus piernas. Sujeto a Liz en alto por su trasero, con los ojos fijos en su rostro, mientras camino hacia la cama.

Aprovechar el tiempo, te dije... -Comento sonriendo, con cierto rubor en mi rostro, hasta que alcanzo el borde de la cama y apoyo una rodilla en el colchón antes de inclinarme hasta depositar suavemente a mi novia sobre la cama, conmigo sobre ella con las manos apoyadas a ambos lados de su cuerpo- Además, tengo una cuenta pendiente contigo...

Tras susurrarme comenzó a bajar suavemente sus manos por mi espalda, pasando por mi trasero, y agarrándome bajo este para levantarme. Este simple hecho ya comenzó a ponerme nerviosa, a pesar de ser yo misma la que había buscado el acercamiento con él. Le rodeé con mis piernas al alzarme y me sujeté con fuerza a sus hombros mientras le sostenía la mirada.

-¿Q-qué haces? – pregunté y emití una risa nerviosa.

Me sonrió algo ruborizado y terminó posándome en la cama y situándose encima de mí, recordándome que teníamos algo pendiente.

-¿Cuenta pendiente? – pregunté.

Estaba confusa, aunque deseosa de saber a qué se refería exactamente. Fuera lo que fuese sonaba prometedor, y el deseo comenzaba a recorrer mi interior.

-Lo dices por… Lo de… ¿H-hacer lo que quieras? – pregunté con un notable calor en mis mejillas, ladeando la cabeza para desviar la mirada. – S-soy una mujer de palaba.

Volví a mirarle y sujeté su camiseta cerca del cuello con ambas manos, haciéndole bajar despacio hasta mí. Entonces le besé. No fue un beso largo, pero lo suficiente como para que mi lengua pudiera cubrir de caricias la suya, antes de volver a separarnos lentamente.

Me quedé mirándole a los ojos, aún sujeta a su ropa, esperando su reacción.