Partida Rol por web

Turno 910

Volvió a insistir en llamar a golpes a la puerta por si acaso la primera vez no le hubieran escuchado por culpa de la tormenta. Al ver que seguía sin tener respuesta se giró hacía el enano y comentó torciendo gesto.

-Parece ser que no hay nadie... Me parece raro pero tal vez hayan oído las noticias de la proximidad de los salvajes y hayan decidido marcharse.- Solo eran conjeturas, a Fréagulf le extrañaba que hubieran decidido abandonar su negocio, pero era la única explicación que se le ocurría. Además habían encontrado huellas en el establo que tenían una semana, lo cual indicaba que la posada había sido abandonada recientemente de ser así.

Un ruido sobresaltó al eorlinga y se giró hacía su origen, el viento hacía sacudir con fuerza las puertas de la posada. Fréagulf vio que una de ellas había casi sido abierta por el aire y decidió aprovechar aquello para echar un vistazo al interior. Fue hasta la puertezuela y la abrió despacio mientras ladeaba la cabeza para ver si había alguien dentro, o lo que fuera que iba a encontrarse al mirar.

Turno 910

Tras la muda respuesta a la llamada de Freágulf y contestando a sus palabras Draupner dijo. - Ójala se hayan anticipado a los bárbaros y hayan huído. -

Sus palabras fueron interrumpidas por el golpe de viento girándose, al igual que el humano, en la dirección del perturbador sonido. Al ver entreabrirse aquella puerta pensó que podía ser indicativo de que o bien los dueños habían olvidado echar los postigos, cosa que dudaba, o bien alguien había entrado con posterioridad.

Con aquella duda en cierntes, en silencio y con cautela se acercó hasta la puerta de doble hoja para comprobar si había señales de que hubiera sido forzada. Si no era el caso, podrían decirle a los demás que vinieran aunque antes de hacerlo esperó una nueva ráfaga de aire para ver si se vislumbraba algo del interior.

Si la situación fuera otra, quizá hubiera dicho de dormir en los establos, sin embargo las condiciones en las que se hallaban no eran nada buenas, por lo que tendrían que irrumpir a la fuerza en una morada que no era la suya.

Turno 910

La lluvia caía a su alrededor y sobre él. Empapaba sus ropas y su cuerpo, su equipo y se filtraba hasta humedecer su piel. Pero daba todo igual. Estaba sumido en la canción. Casi podía oírlos. Podía oír a los Valar, a los Ainur. El entorno cantaba a su alrededor. Sus palabras, recitadas una y otra vez en una cantinela subyugante, se mezclaban de modo natural con el entorno pues eran parte de él.

Luthien Tinúviel demostró que ni siquiera Morgoth era inmune a la canción. La odiaba y quería convertirse en una cacofonía pero ... la canción lo era todo. Y así siguió Gelión, con los ojos deslumbrados en el infinito, parecía centrado en descubrir algún extraño secreto. Era inefable.

Turno 910

A pesar de la persistente lluvia, Oin se mantiene vigilante aunque empieza a inquietarse por la ausencia de ambos exploradores. Carraspea y se aparta el agua de la cara. 

"Maldita sea la lluvia"

A pesar de todo se mantiene en su sitio espectante. Le dará a Draupner unos minutos más antes de actuar.

Turno 910

Temüdyin seguía sentado en el suelo esperando, intentando arroparse con sus ropas caladas. Tiritaba de los escalofrios que sentía pero se notaba asi mismo sudando. Su nariz goteaba y estornudaba fuertemente. Para no llamar la atención intentaba estornudar tapandose con la capa y metiendo la cabeza entre sus rodillas y aun así se podia oir el estornudo.

¿Por qué tardan tanto? Ver si hay alguien o no en la posada no es muy difícil... ¿Y si les ha pasado algo? ¿Y si han caido en una emboscada? Esos pensamientos empezaban a llenarle la cabeza y empezaba a preocuparse por los dos compañeros. Miró al resto pero no vio muchas caras de preocupación, así que penso que quizas él se estaba preocupando por nada. Esperaría un poco más, aunque empezaba a impacientarse.

Turno 910

Bolgo estaba inquieto. No le gustaba esperar, y menos en aquella situación, rodeado totalmente de barro, mojado de arriba a abajo y sin saber qué iba a ser de ellos aquella noche. Cambiaba repetidamente el peso de su cuerpo de una pierna a otra mientras no dejaba de mirar hacia la posada.

"No te hagas ilusiones, Bolgo, seguro dormirás bajo la lluvia", se repetía intentando apartar aquella esperanza de su interior. Si finalmente se alojaban en aquel lugar sería una grata sorpresa, pero si no, debía prepararse para la decepción y asumirla lo mejor posible.

Turno 910

La espera parecía interminable. La amenaza de peligro hacía que los segundos se transformen en minutos, y estos en horas. Groal se mantenía concentrado y expectante, con la mitad de sus sentidos alerta, y el resto aislados del mundo, tratando de mantener la conexión con el Espíritu del Oso. Solo cabía esperar que nada sucediera, y que lo único que se desperdicie sea unos minutos de concentración, antes que lamentar una enfrentamientos con posibles resultados fatales.

Turno 910

No estaba conforme con la respuesta que me había dirigido la enana, todos estábamos cansados y hastiados del viaje, mojados, y entumecidos, el mal humor podría ser comprensible, para todos, pero no su total falta de consideración, no sólo hacia mi hermano sino hacia todos los demás…..Hermano queda quieto aquí hasta que tengamos la señal de avanzar, yo me adelantare un par de metros…. Arco y flecha en mano me aposte unos pocos metros mas adelante del grupo, a cubierto, e intentado ver algo en la oscuridad de la noche entre rayos y relámpagos…. Algo en el ambiente o el picorcillo de debajo de la nariz, me decía que no se presagiaba nada bueno… o seria solo el cansancio y la tormenta que no ayudaba a serenarse el espíritu de uno mismo.

RESOLUCION TURNO 910
 

La inquietud comenzaba a crecer entre el grupo que aguardaba bajo el agua. Ésta hacía tiempo que había calado las ropas y a casi nadie importaba ya el llevar bajo la incesante lluvia prácticamente toda la noche. Al menos las temperaturas se habían suavizado y el frio no era tan agudo como días anteriores. Desde que salieron de Barukkizdin, tres semanas antes, les había pasado de todo y apenas habían dormido bajo techo más de dos o tres noches. Para colmo desde el día anterior no había dejado de llover, con la incomodez que ello suponía para el camino. Allí estaban todos, expectantes, nerviosos, creían oír ruidos donde no los había, ver figuras cuando los relámpagos iluminaban los alrededores. Todo era producto de su imaginación, estaban solos, en mitad de la llanura, con un edificio unas centenas de metros, con el viento comenzando a azotar cada vez más fuerte y preocupados por los compañeros que se habían adelantado para inspeccionar la posada.

Ilidan se encogía sobre sí mismo, como tratando de que el agua no lo mojase, de que el calor corporal no le abandonase, pero era inútil, una noche de perros. A su lado Gelion continuaba murmurando, sin decir palabras, más bien entonaba La canción, o al menos su versión de ella. Se sentía en consonancia con el agua que caía, con la tierra mojada y con el viento que arrastraba el lamento de cada gota de lluvia. Groal estaba también cerca, el Gran Oso lo observaba, a él se encomendaba el beornida, su deidad no era otra que Örome, cuya forma de plantígrado era idolatrada por su pueblo, El cazador, Arraw, El domador de animales… Su poder, su gracia, inundaba poco a poco la mente y el cuerpo de Groal, que continuaba con su rezo ininteligible mientras no apartaba la vista del lugar al que deseaban llegar.

Temudyin estaba sentado en el suelo, tiritaba, se sentía cada vez más débil. Si no lograban dormir esa noche sobre seco cabía la posibilidad de empeorar bastante y eso solo significaba un retraso para el tuerto y para su hermano Yves. Fresno lo observaba sin poder hacer nada, hubiera querido taparlo, pero todo cuanto poseía estaba ya tan caldo como la ropa que Temudyin llevaba, poco calor aportaría. Los hermanos no dejaban de observar la posada, o al menos intuirla, nadie era capaz de verla más que cuando el relámpago restallaba con su resplandor, iluminando todo cuanto les rodeaba, entonces era cuando se daban cuenta que estaban solos, en mitad de un mar de charcos que antes fue una verde llanura. Bolgo observaba cerca de allí. Estaba en pie, apoyándose inpaciente de un pie a otro, pies desnudos que jugaban con el barro que se colaba entre los dedos, manchando el pelaje que había en el empeine. No se hacia ilusiones el mediano, que se veía de nuevo durmiendo a la intemperie. Oin, Marga y Dwalin, eran los que mejor veían en aquella oscuridad, y por ello ponían su empeño en intentar descubrir a un enemigo que no existía, o al menos que no eran capaces de ver. La oscuridad y la lluvia no ayudaban, la visibilidad era casi nula, aun así, los tres se esforzaban en otear mas alla de la cortina de agua que caía ante todos. Alian, el joven explorador ailgratha se maldecía por no haber acompañado a Freagulf. Era él y no Draupner el que tenìa que haber reconocido el terreno. Nervioso, sobre su montura, acariciaba al caballo que con grandes bocanadas de aire respiraba, creando vaho expulsado por sus ollares con fuerza. Había agarrado las riendas de Ulfer al pomo de su silla.

Inquietos todos vieron como de repente la tormenta que hasta ahora se hacía notar a base de relámpagos, rompía con fuerza. Agua y más agua racheada golpeaba los rostros de los presentes, lo charcos crecieron, el camino termino de colapsarse y la cortina se tupio cual denso velo, la tormenta había llegado.

Por delante nada se sabía, no vieron a Draupner, ni a Freagulf, ni ninguna señal que ellos hicieran. No había pasado más de diez minutos pero aun así la impaciencia cobro forma entre los viajeros.

RESOLUCION TURNO 910
 

Alli estaban junto a una puerta abierta, bajo el agua. Ésta hacía tiempo que había calado las ropas y ninguno de los dos le importaba ya el llevar bajo la incesante lluvia prácticamente toda la noche. Al menos las temperaturas se habían suavizado y el frio no era tan agudo como días anteriores. Desde que salieron de Barukkizdin, tres semanas antes, les había pasado de todo y apenas habían dormido bajo techo más de dos o tres noches. Para colmo desde el día anterior no había dejado de llover, con la incomodez que ello suponía para el camino. Estaban expectantes, nerviosos, creían oír ruidos donde no los había, ver figuras cuando los relámpagos iluminaban los alrededores. Todo era producto de su imaginación, estaban solos, en mitad de la llanura, con un edificio en sus mismas narices, con el viento comenzando a azotar cada vez más fuerte, y con una cierta reticencia a entrar en una posada que, por otra parte, parecía estar vacia.

Tras la segunda llamada de Freagulf una puerta se había abierto, y como nadie contesto no dudaron en echar un vistazo, por si a través de ella pudieran acceder al interior. Draupner y Freagulf llegaron juntos hasta la labrada puerta principal, de doble hoja, adornada con relieves de caballos y arboles, pastos y estrellas. Tan solo los caballos estaban pintados de un color blanco que resaltaban sobre la madera empapada. Un cartel sobre la puerta rezaba en la lengua común el nombre del establecimiento. Las letras pintadas en el lomo de un gran equino blanco no dejaban a dudas sobre el lugar en que se encontraban, aunque eso ya lo sabían. La puerta se abría y cerraba violentamente en continuos portazos agitada por el fuerte viento que se levantaba. Draupner observaba la puerta en busca de signos de violencia, señales que indicaran que había sido forzada. Nada hallo, al parecer la habían dejado sin cerrar. Freagulf se atrevió entonces a entornarla un poco y meter su cabeza, estaba oscuro, no habia luz alguna. De repente la tormenta que hasta ahora se hacía notar a base de relámpagos, rompía con fuerza. Agua y más agua racheada golpeaba la fachada de madera, lo charcos crecieron frente a la puerta, el camino termino de colapsarse y la cortina se tupio cual denso velo, la tormenta había llegado.

No había pasado más de diez minutos desde que se separaron de sus compañeros. En ese tiempo habían podido rodear la posada buscando huellas y llegar a la puerta en la que se encontraban.

Freagulf no había conseguido ver nada, por lo que Draupner, y su enana visión, probo también suerte. Enseguida comprendieron de que nadie había nadie y decidieron entrar. Una vez dentro notaron una gran sala fría. Era el momento de encender alguna antorcha, o una vela u candelabro, si es que había algo así en ese sitio. Draupner, que veía mejor, no tardo en encontrar varias velas que se ubicaban sobre las mesas, que Fregulf no habia logrado intuir. La noche cerrada de fuera, junto a las contraventanas de madera, no dejaban ver prácticamente nada. El enano, con ayuda de su yesquero, encendió una tímida llama de vela sin demasiados problemas. Esa luz fue suficiente para adivinar, una vez sus ojos se acostumbraron, lo que sin duda era un lugar de ocio; un gran salón con varias mesas, sillas alrededor de cada mesa; antorchas apagadas en las columnas y paredes interiores, portavelas en las mesas; una pequeña barra al fondo, aparadores y muebles auxiliares por todos los rincones; una chimenea en la pared sur y un pequeño escenario circular en el centro, bajo una gran lámpara de hierro forjado que colgaba del techo. Había varias puertas al fondo, tanto dentro como fuera de la barra.

No parecía que nadie hubiese allí…

Turno 911

Agazapado entre las maleza, intentando atisbar en vano alguna figura, en la lejanía, o algo que me indicase si estábamos en el buen camino….la incertidumbre se asentaba cada vez con mas fuerza en mi sien….avance unos pocos pasos mas en dirección a la posada, estaría ya a unos 10 pasos del grupo… el miedo parecía también querer hacerme compañía en esta lúgubre noche, el gemir del viento chocando contra las gotas de lluvia, impedían en esa algarabía poder usar el sentido del oído también…. Ciego y sordo, el instinto más básico parecía cobrar mayor fuerza a cada instante…. La supervivencia del grupo, podía estar pendiente de un hilo, o solo ser un espejismo de un falso peligro venidero.

Escuche lo que pude, en mi afán de oír conversación alguna de algún tipo,  comprensible o no, pero algo que de algún modo me diera pista alguna del futuro próximo que nos era reservado….

Acaso, la posada estaba vacía… no había luces en apariencia, habrían abandonado sus dueños las estancias…. Y de ser así, ¿por que?, ¿algún peligro de que estos hubieran sido informados?, como la incursión en ciernes de los bárbaros….o algo aun mas oscuro, y esto hubieran llegado días… u horas antes que nosotros, no dejando ningún alma que avisase del peligro… …. Con mis pensamiento y casi sin pensarlo, me estaba alejando cada vez mas del grupo… aunque no lo suficiente…. A unos 20 pasos estaba ya de estos, cuando me detuve… volviendo a mirar inquisitivamente la oscura sombra que parecía caer sobre la posada…

Turno 911

Fréagulf cogió otra de las velas que Draupner había encontrado y acercó su mecha a la llama de la que sostenía el enano para crear otro punto de luz. Incluso pensó que sería buena idea prender algunas de las otras velas para hacer más intensa la luz de la que podían disponer allí dentro.

-Podríamos pasar la noche aquí dentro. -Comentó el rohir. Parecía que no había nadie allí y a juzgar por el frío del interior, el fuego de la chimenea de aquel gran salón hacía mucho tiempo que se había encendido por última vez. Por otro lado a Fréagulf no le gustaba mucho la idea de tener que invadir una casa que no era suya sin permiso de sus dueños pero se veían en la necesidad de hacerlo. No aprovechar esa circunstancia con algunos compañeros enfermos, como ocurría con Temüdyin, podría ser fatal para el grupo. Sobre todo con la que estaba cayendo fuera. Otra noche a la intemperie bajo esa lluvia sería letal. Fréagulf pensó que dentro de algún tiempo tal vez podría pasar por allí y explicarles lo sucedido a sus dueños, y tal vez, arreglar cuentas con ellos. Pero ahora debían aprovecharlo.

-Iré a avisar al resto.

Turno 911

El enano, antes de encender la vela, se aseguró de cerrar de nuevo la puerta. No quería que la luz saliera hacia el exterior y pudiera delatar su presencia. 

Tras una inspección rápida nadie parecía encontrarse en la posada aparte de ellos y sus propios fantasmas, así que, como bien proponía el humano podrían pasar allí la noche. En cierta medida la suerte parecía haberse aliado en aquella ocasión con ellos pues no tendrían que forzar la entrada ni dormir en el establo.

Asintió a las palabras de Fréagulf en cuanto a lo de dormir allí dentro. Por contra cuanto comentó su idea de ir a avisar al resto le dijo. - Quédate tu mejor, yo no tengo problemas en ver ahí fuera y aquí con luces a tu disposición podrás manejarte perfectamente. Vete preparando la chimenea para hacer un buen fuego, pero no lo enciendas hasta que hallamos vuelto. No tardo nada. - 

Tras decir aquello, dejó su vela en la mesa de la izquierda cerca de la chimenea y salió a la carrera en busca de sus compañeros. No tenía sentido que anduvieran más tiempo bajo el agua. 

Turno 911

- Maldita sea... - exclama Oin ante el relámpago y la lluvia arreciante. 

Mira de nuevo la posada y al no ver señales toma una decisión. No pueden quedarse allí como pasmarotes.

Se dirige a Illidan y el explorador Rohir.

- Vamos... avancemos despacio... delante vosotros id... resto... movernos detrás... desenvainar... - comenta echando a andar - Dwalin, la retaguardia vigila... Maldita lluvia.

Se mueve intentando mantenerse en las sombras aunque duda que alguien en sus sano juicio esté allí fuera con la que está cayendo. 

- Juntos manteneros... - dice al resto.

Turno 911

Gelion mantenía la concentración. Había pasado sin embargo, demasiado tiempo. El estres de mantenerse enfocado era demasiado y poco a poco lo dejó ir. Simplemente se le hacía imposible enfocar más tiempo su mente. Las prístinas sensaciones que le obnubilaban y le apartaban del mundo normal se fueron desvaneciendo.

Oin a su lado comienza a dar órdenes. Nunca pensó que los enanos fuesen impacientes. Pero es que Oin es malhablado, malpensado y terco como la coz de una mula con dolor de dientes. ¿Cabía pensar que se quedaría tranquilo esperando tal como le habían dicho?

Se llevaba a dos de los mejores combatientes. Si les atacaban estarían condenados.

Oin ... cabezota. ¿Qué haces?

Turno 911

A Ilidan no le paso por alto la impaciencia que compartía con muchos de sus compañeros ante la espera de una señal que les indicará que se acercarán, era el momento de tomar la decisión de avanzar hacia la posada. Pero de repente, como compartiendo hasta ese límite su pensamiento, otros tomaron la misma iniciativa, primero Yves-ashe que se separó del grupo hasta unos 20 pasos antes de que Oin ordenará que todo el grupo se moviera. Así que obviando las palabras de Gelion hacia Oin, ya que pensaba como el enano; y la orden, o mejor dicho sugerencia ya que no era el jefe del grupo, de este de ir en vanguardia, el numenoreano empezó a caminar hacia la posada, dejando que Yves-ashe, puesto que ya se había adelantado hace unos segundos y Alian hicieran las labores de explorador.

Con la dificultad de avanzar bajo la intensa lluvia y una profunda oscuridad solo interrumpida por los relámpagos, el montaraz avanzó atento a cualquier señal que proviniera de fuera del actual grupo.

Turno 911

La iniciativa de Bolgo había desaparecido como la sequedad de sus ropajes. De ese modo no se cuestionó un segundo las órdenes anunciadas por Oin. Poco importaba que estuviese o no al mando. El enano tenía mejor visión que él y mucha más experiencia en esas lides. Hacía tiempo que la pequeña cabeza de Bolgo había dejado de intentar comprender o valorar lo que sus compañeros ordenaban.

Comenzó a caminar, tras los pasos del enano sacando su honda, una piedra y afinando la vista intentando discernir algo entre el torrente de lluvia que les estaba cayendo encima. Por si la falta de visibilidad no fuera suficiente, la lluvia había convertido la esférica roca en un bulto resbaladizo e imposible de dirigir. Además, el cuero de la honda estaba también empapado, lo cual lo haría mucho más impreciso. Pensándolo bien, si tenía que emplear su honda, Bolgo se conformaría con no dañar a alguno de sus compañeros.

Ante las palabras de Gelion le hace una seña de que los siga y se mantenga junto al grupo para avanzar más o menos de forma coordinada.

Turno 911

Ya no aguantaba más. Esta interminable espera unida a la creciente fiebre y malestar que sentia en su cuerpo, le estaban sacando de quicio al bosquimano de aspecto oriental. Debajo de las ropas caladas tiritaba y a la vez tenía calor y sudaba, aunque casi ni lo notaba de lo empapado que estaba. Se miraba las yemas de los dedos y las tenia arrugadas.

No sabía cuanto tiempo podría aguantar, pero cuando ya iba a decir algo, uno de los enanos tomo las riendas de la situación y ordeno moverse. Temüdyin no le iba a contradecir. Ya fuese una locura y fuesen directos a una muerte segura, prefería avanzar hacia esa posibilidad que quedarse en el barro sentado a esperar ese mismo final, o eso le parecía a él si se mantenian más tiempo sin hacer nada.

Asi que con dificultad pero con decisión se levantó. Estuvo un momento quieto esperando a que se le pasase el mareo por haberse levantado tan rápido y emprendio la marcha junto al grupo. Sin embargo por su estado, siguió utilizando su lanza como bastón, pues no se veía con fuerzas para avanzar sin apoyarse.

Turno 911 (II)

Viendo que todo el mundo daba por sentado que era necesario avanzar comenzó a hacerlo, con la varita de sauce aferrada en su mano derecha. Aunque estaba claro que no iba a prepararse para lanzar un nuevo sortilegio. Se encontraba demasiado confuso. Miraba lo poco que podía en medio del aguacero con extremo cuidado.