Partida Rol por web

Cuando Sabaka se acercó a Metano, este desplazó automáticamente hacia atrás. —No te acerques más, puto pirado—. Fue un respingo retractil, como el movimiento de un gato asustado. Al parecer en la retina de la memoria del cromado aún estaba fresco el recuerdo de su último encuentro con el mensajero.

Zeta lo secundó alejándose un par de pasos hacia atrás. El negrata del todoterreno, en cambio, optó por levantar el arma directamente en la dirección en que se encontraba Sabaka. Lo tenía hubicado en el punto exacto del centro de su mira...

—Claro que nos debes algo. Y te aseguro que tú, mañana, te dejarás ver por el taller —lo dijo con la certeza del jugador de poker que esconde un as en la manga.

--Vale, si tu lo dices... hasta mañana entonces... cierren la puerta al salir.

Lo dijo dando unos pasos hacia atras, se dió la vuelta y caminó tranquilamente al invernadero.

—No tan rápido, mensajero —habló antes de que Sabaka terminara de entrar en el invernadero—. Que no te veo muy convencido...

Sacó algo del interior del pástico de su chaqueta y lo lanzó al suelo, justo a los pies del mensajero. Sabaka miró lo que cayó al suelo y vio uno de los guantes de Ratón. Lo reconoció al instante. En la superficie del cuero desgastado había algo grabado a punta de cuchillo.

—Ahora te veo más convencido —dijo mostrando una risa de dientes plateados—. Parece que he sabido tocar la tecla adecuada.

Si tenía que ir al territorio de los cromados para sacar a ratón de allí, lo mejor sería empezar cuanto antes a eliminar al mayor número de esos capullos.

--Hay que joderse... --dijo. Esa era la frase que esperaba oir Fiodor antes de encender el electroimán. Al otro lado de la pared plástica del invernadero sus palabras fueron escuchadas y el dedo del viejo buscó con avidez el botón.

Pero no te pases --añadió, indicando así que lo activara a la mínima potencia. Al menos por el momento...

En el instante en que el electroimán enterrado comenzó a funcionar, la cara de Metano se tornó en una expresión de completa extrañeza. Repentinamente sintió como su pierna metálica pesaba treinta veces más de lo normal. Intentó moverse, pero no pudo. Sencillamente le fué imposible. Miró a Zeta y esta le devolvió una mirada interrogativa: ¿Qué cojones estaba ocurriendo ahora?...

Petrushka sentía una ligera curiosidad. No por los que estaban hablando con Sabaka, con los que suponía que su amigo podría encargarse, sino por el vehículo estacionado algunos metros afuera. Había escuchado al hombre negro decir que tenía intención de prender fuego al invernadero... eso era un error que Petrushka no pensaba permitir.

Con sumo sigilo, se acercó a una de las ventanas, descorrió ligeramente la cortina y observó desde allí. Por supuesto, vio al hombre que había amenazado con quemar todo, pero... quería ver más. Quería saber si alguien le acompañaba en el vehículo, incluso las armas que llevaban. Conocer a tu enemigo era el comienzo necesario para planear una estrategia exitosa. No hacía falta volver a su yo pasado, incluso la nueva Petrushka tras el reseteo podía intuir eso.

En cuanto a lo que aquellas personas tiraron a los pies de Sabaka...

—¿Tienen a... Luka?.

Sí. Era el guante de Ratón. Petrushka parpadeó un par de veces. Se sentía confundida, a la vez que culpable. Sabía que le debía haber acompañado...

Había otra tecla adecuada allí: La que Fiodor pulsó para enviar la señal eléctrica que dio arranque al motor que alimentaba los enormes electroimanes enterrados. Un zumbido apenas perceptible para el oído humano fue captado por los amplificadores auditivos de Petrushka. Un sonido que llegó para confirmar que el plan de Sabaka se había puesto en marcha.

Fuera, en el exterior, Metano intentaba moverse sin resultado. Literalmente estaba clavado en el suelo. Su pierna había comenzado a hundirse como una estaca en la tierra mientras Zeta lo miraba sin entender que estaba ocurriendo. Ella dio un par de pesados pasos hacia atrás intentando no correr la misma suerte que su colega pero ocurrió lo inevitable: cayó y sus rodillas quedaron clavadas en el suelo. La fuerza del imán tiraba con fuerza del metal implantado en su cara al punto de hacerla doblarse sobre si misma. Gritó de dolor. Fue el grito de agonía de alguien al que le arrancan la cara con la fuerza de unos alicates gigantes. Esta vez no iba a correr. No iba a escapar como la última vez que se topó con el mensajero...

En el interior del invernadero Fiodor sonreía imaginando lo que ocurría en el exterior. Miró a Petrushka buscando un gesto de aprobación, pero cuando contempló el rostro descuadrado del aparato supo que algo iba mal...

El fuerte magnetismo provocado por los electroimanes está afectando a Petrushka de algún modo.

¿Seguirá Fiodor manteniendo los electroimanes encendidos o abortará la "operación"?.

Sabaka mataría a Metano con un golpe en la tráquea y a Zeta, que estaba en el suelo retorciéndose de dolor, la dejaría facilmente inconsciente. Eso no duraría ni cuatro segundos, así que no había problema si Fiodor cortaba la corriente. Esas eran sus intenciones y pasaron por su cerebro en un abrir y cerrar de ojos. Después correría al invernadero para buscar su arma mientras que Piotr, Duscha y Fiodor se ponían a salvo.

Después Sabaka saldría por un laderal del invernadero para ir a por el tío del batimóvil... 

El aparato que hiciera lo que quisiera...

Veo que no aceptas el precio así que Fiodor, al ver la expresión de "dolor" del aparato, desactiva el generador.
Eso está bien...

Ahora vamos por partes: Primero encárgate de Metano y Zeta y después ya veremos lo que ocurre.

Te recuerdo que Negro lleva un rato apuntándote, así que más vale que la suerte esté de tu lado y que no recibas un disparo mientras eliminas a los dos cromados.

Todo ocurrió exactamente como Sabaka lo había visualizado momentos antes. Diez segundos después ya estaba fuera de peligro en el interior del invernadero y tras de si había dejado dos cuerpos cromados tendidos en el suelo: Uno estaba muerto y el otro inconsciente. El negrata del vehículo efectuó tres disparos, pero ninguno había alcanzó su objetivo...

Sabaka cruzó el umbral de entrada al invernadero efectuando una especie de volvereta marcial. Piotr lo miró fascinado y sonrió. Incluso aplaudió con fuerza durante un breve instante. El chaval, ajeno a lo que ocurría en el exterior, era envidiablemente feliz con esas pequeñas cosas.

Cuando el mensajero se incorporó de la pirueta se encontró diréctamente con la mirada inquisitiva de Fiodor.

—¿Qué vamos a hacer Sabaka? —preguntó. Tenía a Duscha agarrada por el antebrazo. La mujer estaba rígida del miedo. El aparato gubernamental también seguía allí.

Antes de que el mensajero pudiera contestar se escuchó de fondo el rugido del motor del todoterreno. Lo habían arrancado.

Los del todoterreno han arrancado el vehículo y yo diría que piensan largarse de aquí.
No me extrañaría que dejaran atrás a los dos cromados caídos...

¿Qué hacéis?.

Durante unos segundos, Petrushka estuvo aturdida. Le costó recomponerse, y... cuando lo hizo, Sabaka ya había acabado con aquellos pandilleros. Sin embargo, sus oídos biónicos percibieron el ruido del motor del coche. Los que estaban en el vehículo se largaban. 

—Tienen a Luka, ¿verdad? —preguntó—. No podemos dejarles volver. Has... neutralizado a dos de los suyos. La vida de Luka estará más en peligro si cabe cuando estén con él.

Probablemente, tomarían venganza por la muerte de aquellos dos humanos. Petrushka estaba preparada para perseguir al vehículo en cuanto Sabaka o Fiodor le dieran una señal. Podía correr mucho más rápido que un humano promedio. Si no perdía demasiado tiempo, tendría posibilidades de alcanzar al vehículo. No podía dejar morir a su amigo...

En cuanto a la muerte de aquellos dos humanos a manos de Sabaka... su I. A. comenzó a entender lo ambiguos que podían llegar a ser los humanos. Luka le había recriminado matar al hombre, e incluso Sabaka cuando se enteró. Sin embargo él mismo había matado a dos personas en escasos segundo y sin ningún tipo de pudor... 

—¿Qué haces? —preguntó Fiodor cuando vio que el aparato se movió con la clara intención de salir del invernadero...

--Tranquila mi niña, espera un momentito que ya vuelvo...

Sabaka salió a ver como se marchaban los del todoterreno y regresó al invernadero con Zeta al hombro.

Colocó a la cromada sobre la mesa.

--Tienen a Ratón y no les sirve muerto. Seguramente querrán que haga un trabajo para ellos, otra cosa no se me ocurre. 

--Fiodor, te parece si la atamos y le hacemos un par de preguntas? ... O, quizá te la dejemos a ti Petrushka para que le preguntes como está nuestro amigo Ratón. Tu no tendrás problema en acceder a una base de datos sobre anatomia humana... Ya sabes, nervios que pinzar, huesos que romper uñas que arrancar. O mejor accedes a directamente a información sobre métodos de tortura, o técnicas avanzadas de interrogatorio, como lo llaman los profesionales. Y así, de paso te vas familiarizando con una de nuestras facetas muy humanas.

--Fiodor, me podrías concertar una entrevista con tu amigo de la Yakuza?

Sabaka se acercó a Petrushka. -- ¿Tú como lo ves?

No dejaba de ser curioso que él era cien por cien humano y natural, sin implantes de ningún tipo y el aparato era cien por cien artificial... se le cruzó una idea por la cabeza que le hizo reir.

Para cuando Zeta comenzó a recobrar la consciencia, el sonido del todoterreno ya se había disipado en la lejanía de la distancia. Segundos después abrió los ojos y la claridad de la luz solar que se filtraba entre las rendijas de la lona plástica golpeó sus pupilas aún doloridas por el efecto del electroimán. Torció su cuello para mirar de reojo y se encontró a si misma atada de pies y manos sobre una mesa de madera. Forcejeó y pataleó con fuerza. Lo hizo hasta que escuchó de la boca del mensajero la palabra tortura y recordó los imanes del exterior y el cilíndro eléctrico que casi lobotomizó a su difunto colega Metano. El mensajero estaba como una jodida cabra y ahora pensaba torturarla. Supo con total certeza que estaba realmente jodida...

Una mueca de resignación se dibujó en su rostro mientras se preparó para lo peor.