Partida Rol por web

-Vale -dije acercándome hacia la mesa y llevando conmigo a los pechos que me despertaron al inicio del viaje en la nave. Una vez estuve cerca de la nave no lo dude y me senté en el primer hueco que había- ¿a qué se juega?

Aquella reacción en Solis me llenó de orgullo. Me fijé en aquellos labios que exhalaban humo. Tan sugerentes. Sonreí.

- Bueno, detective. Yo también tengo mis trucos. Y ningún mago que se precie se desprenderá de sus secretos sin luchar.

Le guiñé un ojo, con sorna.

- Bueno, entonces, ¿mi parte está hecha? ¿Soy libre? ¿Puedo ir a donde guste? Qué fácil ha sido todo esto...

Hago amago de levantarme, aunque sé que la cosa no va a ser así de fácil. Querrán que me ocupe de hacerlas funcionar. Maldita sea, con las ganas que tenía de escapar de aquel lugar e intentar desaparecer del mapa durante el tiempo suficiente para que Malamadre no me encontrase...

Intercambie una mirada rapida con la detective, ante la respuesta de Pierre, con cierta sospecha. Cierto que sus palabras me traian recuerdos de personas habiles con los trucos de manos, pero mas al sentido de aquellos que ejecutan sus artes con carteras, que cartas. De todas maneras, no me incumbia en absoluto de donde habia salido el artefacto.

-No me quiero entrometer entre el trato entre tu y la detective, Pierre.- Dije como el que va hacerlo de todas maneras sin importar lo que piensen los demas.- Pero si aceptas un consejo, creo que deberias esperar un poco mas antes de suponerte "libre". Si un criminal como Malamadre te esta buscando, estoy seguro que ahora mismo estara poniendo a sus hombres en cada salida de esta ciudad, y poniendo todo patas arriba hasta encontrarte.- Supuse, por lo menos, es lo que yo haria, estaba claro que con o sin aro, el joven seguia siendo un objetivo para el temido pirata.- A menos que Solis tenga una idea mejor, te sugiero elegir un buen lugar donde esconder la cabeza, hasta que colguemos de una soga a tu acosador.

Me senté de nuevo y me removí, incómodo. No me gustaba que me recalcasen lo obvio. Además, era verdad que la detective y yo teníamos una segunda parte del trato. Una que me interesaba especialmente. El miedo a Malamadre me había acojonado, pero pensándolo fríamente...

- Tienes razón. - Sonreí y me apoyé sobre la mesa con el codo, extendiéndome un poco sobre ella. - Y sabes de algún agujero donde pueda... ¿pasar estos días?

Acaricié la superficie de la mesa con un dedo. Suavemente. Me mordí el labio con cierto disimulo, y volví a colocarme debidamente en la silla.

-No puedo deciros donde, puesto que me es desconocido el lugar, pero podria deciros con quien.- Añadi con amabilidad, al abatido Pierre.- En esta gran ciudad, es dificil encontrar buenos amigos, pero por suerte para vos, los buenos amigos os han acompañado hasta aqui. Angela y su escolta os podrian proporcionar la proteccion que necesitais para evitar caer envuelto en una alfombra por algun barranco, y el cariño para no volveros loco por isolacion durante vuestra larga temporada por esta ciudad, ademas de que los acompañan los ursos y demas gente de mundo, que seran capaces de encontrar algun lugar fuera de la vista de Malamadre. Y bueno, si no os confiais en estos, confiad en Angela, quien a su vez confia en ellos, para cuidaros de todo mal.

Me exprese con detalle, marcando y puliendo las "GRANDES" ventajas de estar ahora mismo con Angela, sin remarcar las otras cien y una desventajas de acompañar una fugitiva y su numeroso grupo. Lo cierto es que estaba seguro de que Solis tendria un plan mucho mejor de evacuacion para el joven, algun apartamento de algun barrio de mala muerte lejos de toda esta accion, pero yo tambien tenia planes propios.

-Y por supuesto, si ocurriese alguna emergencia, siempre podrias llamarme a mi y a la detective Solis, para que vayamos a socorreros.- "Asi podria saber en todo momento, si la salud de Lady Angela corre peligro, aun estando lejos de ella." Añadi para mis adentros, llevandome las manos a los bolsillos, notando el vacio.- Lamentablemente no dispongo de comunicadores para ambos, debido a que deje los mio en comisaria, junto todos mis bienes ¿Solis, podrias echarnos una mano aqui?

No pude reprimir la carcajada.

- ¿Con Angela? ¡Si esa mujer me odia! Y todo por una tontería de... ¿faldas? ¿pantalones? no sé muy bien cómo se expresa esto en cruzado, lo siento. - Me encogí de hombros. - Además, no tengo claro que ir en un grupo tan numeroso y... ruidoso... - Sobre todo ruidoso, esos ursos... - sea la mejor manera de pasar desapercibido. Y en cualquier caso, no sabemos dónde están. Salvo por el tugurio ese que propuso el atlante. Pero ¿quién se fía de un atlante?

Resoplé, indignado. No me gustaba nada aquella solución. Y menos aún la forma de mandarme a la mierda de Meyer. A pesar de todo el estilo con el que lo había hecho. Bueno, quizá algún día quisiese experimentar...

Me removí en la silla un par de veces. Miré alternativamente al ario y la cruzada. Parecíamos un chiste malo. Un ario, un solenita y una cruzada entran en un sótano oscuro... Sonreí.

- Detective, hay otra parte en el trato, la parte de mi madre...

La detective aprovechó la discusión entre los dos hombres para quitarse la chaqueta con toda tranquilidad, deslizarla por sus brazos y dejarla caer sobre la mesa, ocultando la anilla como si tal cosa. 

La sencilla camiseta de tirantes, ligeramente sudada, podría ser un matiz desagradable en cualquier otro, pero no en alguien como la voluptuosa Ana María Solis.

Una vez hecho, esperó pacientemente a que ambos terminaran, volvió a llevarse el pitillo a los labios, los miró alternativamente y después... sonrió.

- vaya, vaya señor Labit, está usted lleno de sorpresas...- comentó antes de apurar el cigarro y dejarlo caer al suelo para aplastarlo de forma distraída con la punta de la bota. - no solo es un tipo con suerte si no que además parece tener una mano muy larga - Añadió ladeando ligeramente la cabeza sin perder esa sonrisa depredadora suya. 

- Pero no se preocupe, ya le dije que me ocuparía "personalmente" de mantenerle a salvo - añadió haciendo especial enfasis en el "personalmente" - el alojamiento correrá de mi cuenta, pero mientras tanto y ya que lo menciona no, su trabajo aún no ha terminado. -

Llegados a este punto se acercó hasta Pierre para rodearle por la espalda dejando que su espesa melena oscura le rozara los hombros. El sutil olor de la pólvora se mezclaba con el aroma natural de la mujer dando lugar a un extraño pero sugerente perfume. Sin vacilar, alargó el brazo sobre la mesa y alcanzó el diario abriéndolo por una pagina marcada con una esquina doblada. - ¿puede leerlo para mí? - preguntó recuperando lentamente la compostura - y por si se lo pregunta sí, fue su madre quien me lo entregó. - Reveló antes de desviar la mirada deliveradamente hasta Meyer. -Por el momento creo que no vamos a necesitar comunicadores pero es posible que tenga en cuenta su sugerencia para el futuro señor Adam. - Repuso con una sonrisa cálida.

La pequeña comitiva, sin la compañía de la detective y sus acompañantes y con Alan en algun otro lugar, se embarcó en una serie de discusiónes estériles que no llevaban a ninguna parte hasta que lograron ponerse de acuerdo en algo. Estaban cansados, tenían hambre y no se fiaban de nadie en aquel extraño lugar, así que decidieron buscar algun sitio dónde refugiarse y pensar que hacer a continuación.

El Cofre del Hombre Muerto era una taberna de mala muerte, pero parecía situada de tal manera que era imposible de rodear. Era imposible atrapar a nadie allí dentro. Si bien no era el sitio más seguro de la galaxia, tenian una cosa clara: podrían huir si fuera necesario.

El piso inferior era un antro húmedo y oscuro que olía a moho, vómito y cerveza ráncia. Una especie de quejido agonizante parecía imperar en el lugar, por debajo de una música hortera reproducida a bajísima calidad por unos altavoces cochambrosos. El tabernero frotaba un vaso con el trapo mugriento de rigor mientras observaba con gesto desaprovador a su parroquía, una lástimosa coleccion de fracasados venídos de todos los rincones de la galaxia. Un parapadeante neon indicaba que había plazas libres en las habitaciones de arriba. Al fondo, en una abarrotada mesa de juego, un enorme atlante tuerto de múltiples patas de aspecto cangrejil hablaba con Drake y Alan.

- ¿Que teneís para apostar, simios?- soltó, antes de disparar tabaco mascado en dirección a la escupidera, que anunció con un sonoro PLING! el acierto del caballero.- Aquí no se fía a nadie.

-Gracias, y ya que estamos, añada a esa sugerencia una docena de cuchillos y una espada templada.- Complemente a mi sugerencia, observando de brazos cruzados, el "interrogatorio" de la detective.

Lo cierto es que habia algo raro en toda esta conversacion, no sospechaba de que Solis fuera otra que un detective, es solo que no comprendia porque demonios necesitaba saber como funcionaban las anillas, si su objetivo era Malamadre, con tener a buen recaudo una de las piezas, no podria... Oh, ya veo.

-Detective Solis, no quisiera interrumpir, cosa que parezco hacer impulsivamente. Pero no se como nos puede ayudar saber como funcionan esos chisme, a la hora de capturar Malamadre, ademas aun necesitariamos las otras dos para tener todo el set.- Deje caer, encajando las pocas piezas que se me habian dado, DelToro habia mencionado las otros dos, y suponia que esta debia ser la tercera "Dama de la Trinidad".- Ya sabe, la del Museo Historia Natural de Royal, robada hara dos semanas, y la pieza que se vendio en una subasta clandestina hara un mes a un misterioso comprador.

La mujer se separo de Pierre deslizando deliveradamente una mano sobre sus hombros para despues volver a dejarse caer comodamente en su silla.
- Creia que ya habiamos superado esta parte...- Repuso con total tranquilidad antes de volver a clavar su oscura pupila en Meyer. - No podemos enfrentarnos abiertamente a Malamadre, pero si tenderle una emboscada. - empezo pacientemente. - el caso es, caballeros, que por una vez somos nosotros los que tenemos la ventaja y la oportunidad de elegir el ... campo de batalla. - Hizo una pausa para mirarles alternativamente. - y las opciones son estas: dejar que venga a por la pieza del señor Labit...- sonrio peligrosamente. - o esperarle con un equipo al final del puñetero camino de baldosas amarillas, despues de todo, aunque Labit sea uno de los pocos hombres capaces de desvelar el misterio no es el unico. Vosotros decidis, pero hacedlo rapido pues el tiempo corre y no precisamente a nuestro favor...

-Bueno, pues entonces es obvio, tomamos la primera opcion, como no.- Respondi franco, mientras me colocaba entre Pierre y la detective.- Despues de todo, es obvio que no sabemos que lugar de dios se encuentra el "tesoro", y la ultima vez que lei sobre leyes, es ilegal capturar a un criminal fuera de tu jurisdiccion, ademas de que podriamos tardar meses o años en ir donde sea que tengamos que ir. Obviamente es mas practico usar la pieza de Pierre como cebo. Y ya que el libro le pertenece a la madre de Pierre...- De sopeton cogi el libro, cerrandolo con una mano, y entregandoselo con vigor al joven sobre su pecho.- Que lo guarde el. Asi protegemos a dos objetivos potenciales en un mismo sitio.

Deje que pasaran unos segundos en silencio, mientras intercambiaba una mirada con la detective. Jugaba bien a esto, y provocaba por igual, pero no habia que ser un genio, para saber que el olor de polvora, ademas de ser peligrosamente atractivo, era el champu tanto de criminales como policias, si es que habia una diferencia entre ellos.

-Ah, y por cierto, detective Solis, debo agradecerle que haya sido cortes conmigo y no me haya corregido.- Añadi con una leve sonrisa.- Pero lo cierto, es que me he confundido, la primera pieza no fue comprada por nadie, fue desaparecida de una sala de pruebas hara tres semanas. Seguramente alguien desde dentro con acceso ¿Sospecha de algun compañero suyo dentro de las fuerzas?- "Tu turno, detective" Añadi para mis adentros.

Al contrario de lo que pudiera esperarse, la mujer se limito a observar con cierta diversion los movimientos de Meyer y su rapido parloteo. Una vez finalizado el discurso termino por encogerse de hombros sin demasiado entusiasmo.
-En realdidad esa fue siempre mi primera opcion- Repuso esbozando una media sonrisa, desviando sin ningun pudor la mirada hacia Pierre. - Sin embargo el el señor Labit no se encontraba demasiado comodo en su papel de cebo, asique hicimos un trato - hizo una pequeñs pausa para apoyar los codos comodamente sobre la mesa. - aunque hay en algo que si tiene razon- volvio a mirar a Pierre con teatral espectacion - una de las piezas la tenemos nosotros y estamos practicamente seguros de que Malamadre tiene otra...- llegados a este punto la mujer se humedecio los labios denforma distraida- ¿No te parece una maravillosa coincidencia que Pierre halla encontrado la prueba perdida de Deltoro? - A pesar del deliverado tono distendido, las palabras calleron como una pesada losa en el silencio del humedo y sofocante sotano de la pajareria.

Las palabras invocaron un silencio sobrenatural en la sala, a partir de aquella pregunta, me quede uno segundos mirando a ambos, evaluando a Pierre, para luego mirar incredulo a la detective. Al final me rindo, y levanto el pulgar en direccion a Pierre.

-¡¿El?!- Mi tono de voz demuestra sorpresa, aun sin poder concebirlo.- No se confunda, tengo claro que habra obtenido su anilla de un modo ilegal, pero que me diga que Pierre ha logrado robar algo asi de una sala de pruebas, es... - Movi la mano, intentando encontrar una palabra acorde.- unfassbar. Y no te lo tomes a mal, Pierre.- Me dirigi al joven, intentando ser lo mas educado posible dentro de mi incompresion.- Es solo que alguien de tu, hum, courage, encuentro sumamente imposible, que tenga el temperamento o capacidad para robar dentro de una comisaria.

Tanta suposición empezaba a incomodarme. Sin decir el golpe con el libro que me había arreado Meyer. Cogí el manuscrito de mi madre y lo dejé sobre la mesa. Luego me aparté y me puse en pie. Rodeé la silla y apoyé las manos sobre el respaldo, mirando a los dos que decidían sobre cómo había robado aquel objeto.

- Paciencia. Meyer tiene razón... en parte. Yo no soy ningún ladrón. Yo no hice nada ilegal para conseguir este... objeto. - Tanta mención a Malamadre había hecho que prefiriese no hablar demasiado claro. - Llegó a mi por azar. Sí, una maravillosa coincidencia como la ha llamado la detective. Aunque con demasiada sorna para mi gusto.

Comencé a mirar incómodo la entrada por la que nos habíamos metido. Incómodo. Como esperando que en cualquier momento se abriese y un ejército de piratas entrara en tropel por ella.

- No soy cebo de nadie. Ni lo es ese libro. - Señalé aquella pertenencia que se había vuelto súbitamente preciada para mi. - Si queréis usar la anilla... - Me arrepentí al momento de decirlo en alto. - ... bien. Pero no cuenten conmigo. No me gusta la idea de sentarme a esperar a ver cómo pretende Malamadre matarnos. O matarme. Creo que lo suyo es ir a su encuentro y decidir nosotros el cuándo y el dónde.

Me quedé de pie, detrás de la silla, como si aquello me supusiese alguna cobertura contra lo que debían de estar mascando mis oyentes. Pero me mantuve firme, desafiante. No estaba dispuesto a parecer inseguro en mi decisión.

La detective relajó el semblante en una larga exhalación. - Y ese es el trato. - confirmó, esta vez no sonreía. - Puede que como soldado no apruebes mis métodos pero es lo que hay, he dado mi palabra y voy a mantenerla y si ofrecer tu ayuda significa venir hasta aquí solo para tocarme las pelotas ahí tienes la puerta. - Terminó tajante dirigiéndose directa y abiertamente a Meyer antes de volverse nuevamente hacia Pierre.

- Mira, el diario es tuyo, puedes hacer con él lo que quieras pero si queremos ir por delante de ese hijo de puta y tener alguna oportunidad necesito que me leas esas páginas. - Añadió alargando la mano para empujar con suavidad el diario sobre la mesa en su dirección. - Ella dijo que tú sabrías qué hacer...

-...

"Ahora se que la anilla de Pierre es la de la sala de pruebas ¿Pero esto demuestra algo? Tampoco es que haya confirmado ser el que la robo.""Y es cierto que estoy a un impasse, Solis es mi mayor ventaja contra Malamadre, y no voy a conseguir su confianza si jodo el trato que tenia con Pierre""¿Pero porque demonios aun necesitaria saber como encontrar el tesoro? Ya tiene la anilla, aun sin Pierre, ya tiene mas que cebo suficiente para atraerlo, y diga lo que diga, emboscar un pirata al final de una caza de tesoro suena impractico y estupido.""Pero aun asi ¿Que voy a demostrar impiendo que Pierre se lo diga? Tampoco es que este seguro del todo que realmente Solis este mintiendo, solo dudas de ello, y no solo le debo escapar de la carcel, sino que prometi ayudarla ¿Acaso la duda trunca el honor de una palabra."

Medite unos largos segundos, con las manos sobre la mesa, mirando inexpresivo a la detective, para al final abrir la boca y decir.

-Es cierto, que como soldado encuentro sus metodos confusos in extremis, y de ser yo, haria las cosas de otra manera, pero es su operacion no la mia, y ha sido una gran falta de respeto entrometerme en estos, aun mas cuando yo mismo he sido quien se ha ofrecido para ayudarla.- Retire mis manos y me separe a unos pies de la mesas, y con los brazos cruzados, me dedique a observar el duo.- Pido disculpas por haceros perder el tiempo de manera innecesaria, y pido por favor que procedais a finalizar el trato mencionado. Me restringire a ser un mero observador hasta el fin de este.

"Y rezo por dios, por que una vez mas, este equivocado en mis suposiciones sobre Solis, y no me arrepienta de esto por el resto de mi vida."

Seguimos hablando mientras caminamos. Al parecer, no hay mucha más posibilidad que ir al bar en cuestión, y no parece la mejor opción no ir sabiendo que el resto de los pasajeros de nuestro estimado carguero han llegado ahí. Antes de entrar, me acerco sin ningún ápice de violencia inmediata a carachapa, para dejarle una cosa clara.

-Mientrras dejes en grrupo nuestrro paquete comparrtido, puedes irr a encenderrla donde quierras. -Digo no alzando apenas la voz, lo suficiente como para que me escuche él y cualquiera de los otros que tienen las orejas largas del grupo, pero no más allá. En un tugurio de estos nunca es buena idea ir por ahí hablando de que se tienen cosas privadas, o algún personaje puede interesarse demasiado.

Y el tugurio es tal y como me esperaba, al entrar. Muchas salidas, muchos escondites y muchas caras largas. Y al menos una conocida, la del pelirrojo peleón, en el primer vistazo. Seguro que si sigo mirando, encontraré alguna más, pero no es mi intención demasiado. Al menos por ahora.

-Escoged dónde querreis sentarros. -Digo contemplando el panorama, asegurándome de que carachapa no desaparece y considerando qué tomar.

Bajé la mirada al enorme brazaco que le rodeaba la cintura como una de esas serpientes gigantes espaciales devoradoras de planetas.

-¡Eh!..Eh eh eh eeeeehh-los pies me resbalaban sobre la guarrería de suelo, incapaz de frenar a Alan-Alan no me jodas y no me...hooooola tenacitas encantadoras, él sí que tiene algo que apostar-miré a Alan, sin reparar en el grupito de animadores sin ganas de animar que entraban en la tabernilla, demasiado ocupada con recuperar la normalidad en el torso, ese desgraciado pelirrojo estaba sujetándome tan fuerte que me reducía las tallas de cintura con una efectividad que ni los de la teletienda.

Me estiré mirando nuestra pintoresca parada, sin duda me traía recuerdos de aquellas paradas en el barco de mis compañeros nórdicos y acabar pegándome con tres de ellos a la vez, claro esta, todos contra todos. Ambiente mediocre, gente con caras que podían lamer el suelo y quizás sería igual que beber de un vaso... que recuerdos.

-* Paradas interesantes, aunque sera mejor tener las cosas a buen recaudo, o acabaremos sin nada- Dije en Urso, aunque que yo supiera era el único que me iba a entender, a no ser que alguien mas lo supiera, aunque el dijera un blablabla incomprensible para mi, me adelante y tome asiento donde primero encontré, cerca de la pared, era mejor estar allí, así al menos no te vienen por detrás, me coloqué justo donde daba la pared y puse los pies encima de la mesa, mirando a mi compatriota y al grupo tan raro que formamos -*León, creo que necesitare ayuda para pedir, en estos lugares pocos saben muchos idiomas.

Puse las manos en mi nuca y espere a que o el resto se sentara o que viniera una camarera que no me dijera "blablabla" que era algo normal... maldita la hora de no hacer caso a aquella puta y aprender un idioma básico por la galaxia.

No pude dejar de sonreír ante el otro- Bueno, puedo apostar servicios -dije sonriendo mientras mantenía la presa de acero en la chica de los pelos multicolores- pero ella está fuera del alcance de vuestros bolsillos, así que a lo que vamos -contemplé la mesa y pensé de cuanto dinero dispondrían- ¿empezamos por algo barato como una paliza a un moroso? Eso son 1.000 -sonreí, si se ponían tontos la paliza caería en ellos.