Partida Rol por web

- ¡¡Le habéis matado!! ¡Asesinos! ¡Sois unos asesinos! ¡¡Pecadores!! ¡Arderéis en el infierno! ¡Asesinos!

El Abad parece fuera de sí. Sus gritos se repiten, y se pueden oír claramente desde fuera de la iglesia, y desde fuera del monasterio. No se calma, y continúa gritando, lanzando culpas sobre vosotros, lanzando plegarias por vuestras almas, augurando vuestro infernal final.

La noche se cierne sobre vosotros. Con los gritos del Abad como único ruido en Páramos.

Las palabras del abad se me clavaban como frías cuchillas.

Sí, nos hemos convertido en asesinos...

Por fortuna, pude comprobar que el candado de la verja estaba abierto y que, con un poco de fuerza, podría abrirla del todo usando únicamente mi brazo sano. Así que lo agarré fuertemente y tiré con todo lo que podía para abrirlo. Una vez abierto, tendríamos vía libre para irnos de allí de una vez por todas antes de que oscureciera.

Por otro lado, los gritos del Abad se escuchaban con gran fuerza fuera de la iglesia. Por un momento temí que, si había zombies, no tardarían en venir hasta donde nos encontrábamos...

—Nara... —le miré seriamente, dándole a entender que dejara al caballo quieto y montara en la Pulga.

Jamás le había dado órdenes a Nara. Ni a ella, ni a nadie... Pero, por una vez en mi vida, sentí que era el momento de poner las cosas en orden. Quizás, si hubiera tenido más capacidad de liderazgo, nada de esto abría pasado.

—Arranca, Gaspar —añadí posteriormente, aún desde la verja—. ¡Vamos!

Aferrado al volante de La Pulga consigo reaccionar de todo lo que está ocurriendo. ¿Le ha matado? ¿Realmente Nara ha matado a Estelvio mientras me perseguía? Nunca debimos venir aquí, este lugar es una maldición.

El abad grita como un condenado. Nunca vi a André, pero parece una bestia imbatible. Debemos salir de aquí cuanto antes. Como si leyera mis pensamientos Sunhee abre la reja. Ella también está conmigo. ¿Cómo pude dudar de ellas?

—Arranca, Gaspar —añadí posteriormente, aún desde la verja—. ¡Vamos!

Sin pensarlo dos veces enciendo el motor pero no las luces.

Desmoralizada, veo todo tipo de cuerdas, hebillas y artefactos que no tengo ni idea de usar y menos en una situación de prisa extrema. El caballo, precioso y tranquilo, está sin ensillar. Pierdo la esperanza de cabalgar de noche, libre.

Me quedo sin caballo por esta vez. Pero si yo no tengo caballo, no lo tiene nadie. Así no nos pueden perseguir tan fácilmente.

Por un momento se me pasa por la cabeza matarlo. Sería lo más fácil. Sin embargo, ya son dos criaturas con las que he acabado, quizá con esta tercera pueda mostrar compasión.

Abro la puerta, y tirando de sus crines, lo llevo al patio.

Jose, vámonos cuánto antes. Con ese juguete no vas a matar a un humano.

Haciendo muchos aspavientos a su alrededor, lo consigo ir acercando a la puerta. Los gritos del abad ayudan a que se asuste. Se encabrita un poco sí me acerco, así que hago movimientos rápidos y grito un poco. Cuando he conseguido que se acerque a la valla, cojo mi bate de mi espalda y le golpeo con todas mis fuerzas en el muslo para que huya.

En cuanto cabalga a toda prisa alejándose, me subo a la Pulga mirando a Sunhee muy seria.

He hecho lo que tenía que hacer. Lo volvería a hacer. Estoy aprendiendo que a veces hay que hacer cosas que no nos gustan, es el precio que hay que pagar para sobrevivir. Gaspar, vámonos.

Me siento vacía, atormentada y perseguida por unos gritos que no cesan. Ojalá fuera todo una pesadilla..

Gaspar enciende el motor de la Pulga mientras Sunhee abre el cerrojo de la puerta y Nara libera al caballo. Tras un instante, sin que cesen los gritos del Abad, el caballo atraviesa la verja abierta y se pierde tras un edificio cercano, engullido por la creciente oscuridad de la noche. No hay ruidos, no hay luces. Sólo los gritos del Abad.

Sunhee sigue abriendo la puerta con ayuda de Nara, para dejarla de par en par y que la Pulga pueda salir con facilidad. Cuando las chicas levantan la vista, descubren ante ellas una sombra aterradora, una silueta que ya conocen, y que emerge de la oscuridad como un toro bravo. Los menudos cuerpos de las chicas se estremecen. André está aquí.

Como una mole imparable, André carga contra Sunhee, la chica que tiene más cerca, y a quien ya conoce, con su maza en alto. Los gritos del Abad le han hecho acercarse ocultándose, y no ha sido hasta estar muy cerca cuando se ha dejado ver, para atacar a esos asesinos a quienes grita el Abad.

Sunhee apenas tiene tiempo a reaccionar, y cuando es consciente de lo que ocurre queda paralizada por el recuerdo del anterior mazazo.

El Abad necesita mi ayuda. Han matado al hermano Estelvio. Hay pecadores en el monasterio. Tengo el pulso acelerado. Me siento un furtivo. Me acerco en silencio, sin que me vean, y oscuras corro contra esa sombra junto a la verja. Lanzo mi mejor golpe, pero mi presa es tan menuda que apenas la rozo. ¡Son esas niñas!

- ¡Vosotras! - grito entre enfadado y sorprendido.

Apenas rozo a la niña china.

Ahora que está más cerca le veis con claridad. Es un hombre alto y fuerte, rudo y robusto. Viste el mismo jubón que Estelvio y que el Abad, con el mismo símbolo pintado en el pecho. Se encuentra junto a Sunhee, parece confuso al haber casi fallado su golpe. Está jadeando por la carrera, y mira a su alrededor. Reconoce a Sunhee y a Nara, y empieza a levantar su maza para asestar un segundo golpe.

Ya les dije que debíamos acabar lo empezado. De haber sido nosotros quienes tomáramos la iniciativa no nos habrían cogido por sorpresa. Afortunadamente Sunhee a tenido suerte, pero ese tipo es un monstruo grandísimo. No podemos dejar que aseste otro golpe.

Y espero que mis compañeros entren en razón y acabemos con el Abad. O en breve tendremos a 10 tipos como estos persiguiéndonos hasta los confines del mundo.

Preparo mi tirachinas y, con toda la fuerza de mis brazos, que no es mucha, intento alcanzarlo en el enorme melón que sobresale por encima de sus hombros. Ni tan solo me paro a pensar que se trata de un ser humano, esta atacando a Sunhee y lo va a pagar.

El tirachinas se tensa pero, cuando voy a soltar la piedra, las gomas salen volando y la piedra se queda en mi mano.

¿Pero que coño?

Esto es lo que pasa cuando usas un tirachinas por primera vez.

El tirachinas no es muy fuerte, Jose tensa demasiado la goma, y lanza la piedra. Al soltar se oye un chasquido, la goma se rompe, pero la piedra ha salido volando, desviada al romperse la goma. Da a Sunhhe, situada a escasos metros de André, pero llega sin apenas fuerza y no le hace nada de daño.

Estamos listos para partir, dejar este maldito lugar atrás. Sólo tienen que subir a La Pulga y... ¡No! ¿Quien es ese tipo? Ha sacado una maza. El encierro en el vehícilo no me deja escuchar con claridad y todo parece irreal. Va a por Sunhee, quiere acabar lo que ha comenzado el bastardo. ¡Le ha dado! ¡Sunhee! Lo tengo en frente, puede ser mi única oportunidad. Ya tenía el cambio puesto, voy soltando el embrague mientras piso el acelerador a fondo. Eso hace bastante ruido, después de avanzar los primeros metros seguro me está mirando. Enciendo repentinamente las luces altas para cegarlo y confundirlo antes de impactarlo.

Gaspar acelera, las ruedas de la Pulga patinan en el suelo patio, dejando dos surcos en la grava, y cuando finalmente suelta el embrague de golpe, André es arrollado por el limpiazombis y despedido hacia un lado. Su cuerpo queda en el suelo, sin moverse.

Todo ha pasado demasiado rápido. El atacante en el suelo... Y es mi oportunidad de acabar con él. Un problema menos.

Ya que tengo el bate en las manos, le golpeo con todas mis fuerzas en la cara, ya que se ha caído al suelo, y descargo toda mi ira con la esperanza de reventarle el cráneo. Una furia incontrolable se apodera de mí mientras siento el bate golpear sus huesos a cámara lenta.

Cuando vi la silueta de André, sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo. Apenas tuve tiempo de pestañear antes de que mis reflejos cumplieran su función de librarme de un golpe que hubiera sido probablemente mortal. Noté como su maza pasaba rozando mi cuerpo, sin lograr hacerme demasiado daño.

—Mierda...

Tan concentrada estaba mirando atentamente a André y preparándome para esquivar su siguiente ataque que ni sentí la piedra de Jose golpeando mi espalda, ni tampoco escuché a la Purga acelerar. Todo pasó demasiado rápido... En un abrir y cerrar de ojos, la Pulga ocupó un primer plano, y André salió volando despedido...

Parpadeé sorprendida, pero... sin demorarme más de la cuenta, salí corriendo hasta donde había caído la maza y la cogí, con la intención de que... si André seguía vivo, estuviera desarmado. Sin embargo, poco le iba a servir estar vivo porque Nara...

Instintivamente desvié la mirada de la escena cuando Nara alzó su bate y aplastó el cráneo de André. Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo... incluso ganas de vomitar. Sí... André había estado a punto de matarme, pero... sentí que lo que estaba pasando no era lo correcto... Ya estaba muerto o inconsciente, ¿qué necesidad había de cebarse con su cuerpo? Me sentía sucia y... sentí miedo de en lo que nos estábamos convirtiendo. ¿En qué nos diferenciábamos ya de aquellos zombies que intentaban devorarnos? ¿De verdad podíamos llamarnos humanos?

No, ya no somos humanos...

Noté como el frío se apoderaba de mí... congelando todo mi ser. Sin embargo, retrocedí y... sin decir una palabra, entré en la Pulga. Una vez dentro, solté la maza en el suelo, me senté en uno de los asientos y, apoyando el codo de mi brazo sano en la rodilla, me tapé el rostro con la palma de la mano. Mi cuerpo, encorvado, vibraba intermitentemente.

Había soñado durante toda mi vida con encontrar a más personas, pero... no era así como pensaba que acabaría todo.

Nara pierde totalmente el control de sí misma, y destroza brutalmente el cráneo de André contra el suelo. Lo golpea múltiples veces, ante las miradas de sus compañeros, hasta quedar agotada, dejando una enorme masa deforme donde antes estaba el rostro del fráter.

André ha muerto

El Abad deja de gritar. El silencio se hace insoportable, sólo se oye el jadeo de Nara, y un leve susurro proveniente de Sunhee: "Mierda...". Los cuatro os miráis en silencio. Nada se mueve a vuestro alrededor. Nara tiene la mirada perdida, y las manos y la cara llenas de sangre. Más que una persona parece una bestia.

Sunhee es la primera en reaccionar, recogiendo la maza de André del suelo, y subiendo en la Pulga en silencio.