Partida Rol por web

Ante las palabras de Clemente siento rabia y coraje -Gracias Clemente por avisarnos, pero me temo que puede ser un poco tarde. Nos queda mucho por hacer compañero- me dirigí a Xose. 

Miré a Clemente, y un flash se me vino por la cabeza. Creí que quizás encajase piezas, o no, y no sabía cómo decirlo... Pero lo que había vivido seguro que tenía que ver... Los fráteres, aquel tren para entrar, aquellos pecadores castigados, aquellos que hablaban... Algo gordo había, así que antes de ir a golpear la puerta, le dije: 

-¿Sabías que los fráteres tenían relación con algunos podridos de la Zona? ¿Y que estos hablan, o algo parecido? ¿Tiene que ver con eso? Si es eso, Declan, tienen un ejército... Imparable. 

Luego asentí, miré la puerta, y cerré los ojos. Teníamos que conseguir que esa puerta se cayese. Por favor, debía caer. Y los chicos... Había que correr...

- Claro que es tarde. Es tarde para todos nosotros, es tarde para salvarse, es tarde para los que no se hayan unido a ella, a Purga. Es tarde para huir, para luchar...

Por momentos Clemente se derrumba. Se arremolina en la manta en un rincón de su celda.

- Los frateres sólo son sus esbirros, sus perros, sus esclavos... ella es demasiado poderosa... ella lo puede todo... ella es muerte, y es vida, pero es muerte en vida... sólo junto a ella viviremos en la muerte como en vida, sirviéndola, adorándola, amándola... la Purga...

Parece estar delirando. Sus palabras empiezan a no tener sentido. Deja de ser inteligible, ya apenas son ruidos. Llora.

A patadas, golpeando las bisagras en los puntos que Declan ha indicado, conseguís desencajar la puerta y liberaros. Al caer al suelo hace un fuerte ruido que con toda seguridad ha retumbado en todo Moraime en mitad de la noche.

La oscuridad lo envuelve todo. Y en la celda de al lado el que fue el alguacil de este lugar llora invadido por el terror y la desesperación.

Miro a Clemente. La persona que fuera antes se ha derrumbado. La verdad,está mas bien perdiendo la cabeza por minutos. ¿O ya estaba loco? Algo muy gordo le tenía que haber pasado. Pero... ¿Purga? ¿Qué significaba aquello? ¿Quien era aquel personaje? ¿Qué significaba? ¿Los fráteres eran sus esbirros? ¿Era su líder?

- Siempre se puede hacer algo. 

Luego me dirigí a la puerta, mirando a Declan y diciendo con la cabeza que tenía razón, que había perdido la cabeza, y nos dispusimos a empujar la puerta y la golpeamos. Cayó. Yo casi caigo con ella, doy un par de pasos vacilantes al perder el apoyo de la puerta, y luego me recompuse... a priori. De pronto, la luz de la celda se me hacía agradable.

- Ehh, Declan... ehhh... no... no veo nada... 

Los delirios de Clemente van en aumento y acaba contándonos que los fráteres no son la cabeza de toda esta organización, sino que hay alguien por encima - ¿La Purga?...joder esto se va poniendo "interesante"- meneé mi cabeza de un lado a otro negando, ¿dónde nos estaríamos metiendo?

Cuando la puerta cayó mis ojos se abrieron de par en par no sólo por el estruendo si no, por que detrás había una terrible oscuridad que me hacía forzar la vista para intentar ver algo.

Teníamos las manos atadas y vi que algunas bisagras quedaron en la puerta y otras en la pared -Xose frótate tus cuerdas en esas bisagras y yo lo haré en éstas- me agaché y comencé a hacer movimientos rápidos. 

Una vez que conseguí desatarme, me agaché ante la nueva salida dispuesto a comenzar a caminar tan pronto como notase que mi compañero estaba preparado.

Hice lo que me dijo Declan. Me acerqué con celeridad a las bisagras, y a los puntos que estas tenían de afilados, para poder rascar con ansia aquellas abrazaderas de plástico, muy incómodas y duras, pero como consiguiéramos un punto débil en ellas, de un tirón o golpe seco se romperían. 

- Hazles un punto débil, luego, de un golpe, se romperán. Vamos. 

Pero mis propias palabras se agotaban en la oscuridad de fuera del calabozo. Sin tener cerca ningún tipo de luz, no sabría si sería capaz de caminar por ahí.... 

Ambos os deshacéis de vuestras ataduras y podéis salir a la luz de las estrellas. Clemente no dice nada, se limita a hacerse un ovillo en el rincón de su celda. Afuera hay un pequeño patio que da a una calle del asentamiento. Siguiendo esa calle hacia la izquierda hay un espacio más abierto, como una plaza, y allí se reúnen dos sombras gritando algo sobre un ruido el calabozo, el ruido que acabáis de hacer vosotros. Hacia la derecha la calle termina en un muro de piedra y una puerta. Las casas que os rodean son de piedra, antiguas, como de antes del Xacobeo.

Al salir, deduzco que lo más probable es que inmediatamente acudan guardias para ver de qué se trataba tal estruendo. Susurro a Xose -¿Qué te parece si nos escondemos cada uno en una esquina de este pequeño patio, y cuando vengan a ver qué ha pasado cada uno ataca a un guardia antes de que vea que hemos escapado? Para ello, veamos si nos da tiempo a encontrar una piedra o algo con que golpearles mejor.

Me despido de Clemente con un gesto. Ahora mismo no puede hacer nada por nosotros, ni nosotros por él, y los muchachos deben saberlo... y más si Clemente creen que están en peligro. Mal asunto. 

Al salir, veo que la oscuridad no es tanta, pero que debe haber alguien. Declan habla. Asiento, con algo de inquietud. Me da mucha angustia no tener mi mochila y la lámpara, pero las estrellas permiten que, por ahora, se pueda ver. Le digo a Declan: 

- Perfecto, voy a aquella esquina. Seguro que hay algún palo, o algo. 

Me deslizo como mejor puedo, por las sombras, animado por no tener aún una oscuridad que temer, y voy buscando un palo, una piedra, un arma... o mis cosas. 

Cogéis lo primero que encontráis como arma improvisada y os escondéis en las sombras del patio. En pocos segundos las dos personas llegan, rápidamente, y entran en el patio sin precaución. Son dos, y llevan algo en las manos, machetes o porras o algún arma, pero van a oscuras. Se han acercado a ver qué ha sido ese ruido.

Encuentro un palo, no es gran cosa y puede que no haga demasiado daño, pero es algo. 

Me mantengo quieto y preparado en un rincón entre las paredes del patio, aprovechando la oscuridad y el factor sorpresa. Aparecen un par de personas armadas, yo me preparo para golpear al que tengo más próximo. Levanto mi "arma improvisada" y le golpeo con todas mis fuerzas. 

Aquel momento me pareció horrible. Una cosa era matar podridos, malditos sean, pero otras personas... Y no eran fráteres, con lo que tendría menos escrúpulos... Pero en cualquier caso, trabajaban para ellos, o estaban a su servicio. De todos modos, no quería que eso fuera un problema, ni cargar con ello en mi conciencia, a menos que fuera absolutamente necesario. 

Cogí un palo, quizás de una escoba, de algún tipo de uso de entrenamiento, y que llevaba un trozo de cuerda mal atado en un extremo, y una tira de cuerda clavada, como para manejarla mejor. Así que la tomé. No era lo mismo que mi tridente, o que el arpón, pero... Podría valer. Cuando vi que el guardia de mi lado venía, le esperé, apuntando a la cabeza, y descargué un certero golpe. Quería dejarlo desmayado, no matarlo, y esperaba haberle hecho daño suficiente. 

Ambos conseguís golpear a los guardias, pero ninguno hacéis un daño significativo, más bien casi nulo, irrisorio. Al percatarse de vuestra presencia uno de ellos grita:

- ¡Se han escapado!

Y se vuelven contra vosotros, atacándoos con sus armas. Xose consigue esquivar el golpe, quizá el palazo en la cabeza ha desorientado algo a su atacante, pero Declan recibe un corte en un brazo.

El primer golpe, quizás por la oscuridad, no había sido demasiado fuerte. Certero si, un rato, pero muy flojo. Aquel tipo se había asombrado de mi golpe, por lo que no me había acertado, y entonces, me dejé llevar. Era ya un combate, uno a los que no estaba acostumbrado, y tendría que procurar dañar a aquel soldado lo suficiente como para que se rinda. 

Me puse en una posición medio defensiva, con el muro a mi espalda, y golpeé de nuevo.  Le acerté, pero me costó más, quizás por el poco margen de maniobra con la pared, o por la presencia de la oscuridad. Pero le golpeé. Quizás, quizás... Nos volvieran a pillar. 

Apenas le hago daño al guarda, y además le da lugar a gritar alertando a sus compañeros de nuestra escapada. En su contraataque gruño -Joder- al notar cómo acaba de cortarme el brazo con su arma. 

Tomo aire y cojo fuerza, para de una patada, golpearle el costado y además poder tirarle el arma de sus manos al suelo. 

Golpeáis a vuestros contrincantes, produciendo alguna herida en cada uno de ellos. Pero estáis lejos aún de dejarles fuera de combate, y vuelven a atacaros con sus afiladas armas. El que golpea a Declan le alcanza bastante, y de la nueva herida brota sangre, el que se enfrenta a Xose no le hace tanto dado.

Mientras tanto, al fondo de la calle, en el patio, se oyen más gritos. Son más milicianos que salen de las casas alertados por el aviso.

Tenemos que hacer algo, y algo diferente, diría yo. No estábamos con demasiado tiempo, y la verdad, las cosas se complican, habían llamado a demasiada guardia. No sabía qué hacer, más allá de volver a intentar un golpe en su cabezota. Miré a Declan, y le dije: 

-Tenemos que hacer algo, en este estado nos pillarán de nuevo. Y nos hacen falta nuestras cosas. 

Le di un fuerte golpe mientras tanto a mí atacante, confiando esa vez en poder desmayarlo. Malditos sean, malditos... Los fráteres podian con todo...