Partida Rol por web

Tras las palabras de la Marquesa, Volk se acercó a Babaccar.

- Sabio Babaccar, me alegra ver que al final no hemos resultado heridos. Por cierto, he reconocido los emblemas del muchacho: porta las ropas de una de las fraternidades de la Universidad de Montnoir; no puedo precisar más, debido al elevado número de las mismas, pero al menos es un primer indicio. En cuanto al juego que también mencionabas, puede que tal vez sea eso nada más: algún estúpido juego de resistencia etílica, probar tu hombría bebiendo, o algo más lascivo. Confieso que no acabo de entender estos pasatiempos...

Continuó hablando con el druida mientras enfocaba su rango de visión en el bosque y el mismo Babaccar, alternativamente.

- Tal vez debamos acudir a algún experto en este campo: algún estudiodo de lo arcano, por ejemplo. Si me disculpas, aprovecharé que la Marquesa se ha dejado ver para intentar averiguar algo que nos sea útil. Esta noche tendré nuevas que contaros, así que en breve os informaré de todo lo que averigüe. - Sonriendo al anciano druída concluyó - Do svidaniya, Babbacar.

Lentamente se internó en la espesura del bosque.

Kaleb escuchó atentamente, realmente le interesaba, y hasta sorprendía la similitud con su propio pensamiento.

-Oh, señor Surrel, veo que el destino no ha sido azaroso con nuestros caminos- respondió el gnomo con una mirada fija en la máscara -Creo que esto no es más que una señal, ya que si tuviera que relatar cuáles son mis aspiraciones, dudo que pudiese hacerlo de una manera tan magistral como lo ha hecho usted-

Detuvo su paso un momento.

-Busco algo parecido, y lo mismo: amo el encontrar nuevas historias para ser contadas, hazañas para ser descriptas y nunca olvidadas, vivir experiencias dignas de ser escritas... para no ser olvidado, perdido en los anales de la historia y las guerras, para ser recordado como el Gran Cronista, el que ha visto y ha contado, inmortalizarme a través del papel y el pergamino, que mi alma no se desvanezca, sino que perdure en los archivos y bibliotecas-

Sonrió satisfecho. Ciertamente no esperaba tener tanto en común con aquel sombrío y misterioso hombre.

-¿Cree que podría ser posible tener alguna reunión más adelante donde podamos ahondar en su persona? Veo que nuestros intereses son parecidos, y relatar las hazañas de una persona como usted bien podría valer para usted el recuerdo, y para mí el reconocimiento por haberlo visto, ¿no cree?-

Se te olvidó marcar a Babaccar, pero ya lo hice yo por ti xD.

También corregí la parte del "soldado", porque la insignia era la que llevaba el muchacho en una especie de chaleco que ahora está raído y sucio por motivos evidentes. 

Por lo demás, todo perfecto. Voy a ir pasando las conversaciones del porteador y de la marquesa (pues ahora están cerca el uno de la otra) y ya me irás contando cómo quieres hacer.

Salvatore pareció meditar su respuesta. Finalmente, asintió:

—Sin duda es una proposición muy interesante que agradezco poder tener en cuenta, maese cronista. Largas noches pasé leyendo los textos de los antiguos poetas. Imagino que estaréis familiarizado con aquel interesante género lírico que consiste en crear un texto a partir de la contemplación de una obra, una descripción tan sublime que te transporta a la propia dimensión que esta construye[1]. Tal vez un encuentro podría ser realmente provechoso para ambos, desde luego.

-Creo que usted se refiere a las famosas "Transcripciones descriptivas", o conocidas vulgarmente como "transcriptivas". Sé que en otros lugares se las llaman de diversas formas, por lo que tal vez la conozca por otro nombre, no me extrañaría, ¿no es cierto, maese Iván?-

Caminó un poco más, ahora manteniendo el ritmo, pero sin dejar de mirar cada tanto a su interlocutor.

-Es más, creo recordar una que hice hace mucho tiempo, cuando aún era un jovenzuelo más interesado en conquistar muchachas que pasar a la posteridad. Espero sepa disculpar la falta de estilo- se aclaró la garganta.

La belleza que irradia tu lienzo
es sólo posible gracias a la musa
que con amor te hizo,
y con soltura en ti se ofrenda.

¿Acaso serías igual sin ella?
¿Acaso tus trazos serían igual de luminosos?
¿O te perderías en lo desconocido,
y tu propósito olvidado?

Tu valor yace junto a esa bella criatura,
la que te eligió entre tantos,
la que con cariño se dedicó para ti.
Tanto tú como yo, le debemos nuestro vivir.

Kaleb hizo una breve silencio, recordando esa hermosa jovencita que logró conquistar con esos versos. Aún recordaba su nombre, su perfume, su mirada. ¿Lo recordaría? ¿Habría escuchado de él?

Babaccar asintió mientras Volk volvía a internarse en el bosque, confundiéndose entre la espesura. Estaban pasando muchas cosas y empezaban a aparecer muchas piezas de un puzzle. Sólo los dioses sabían a dónde podía llevarles todo aquello pero su instinto le decía que difícilmente podrían catalogarse de hechos aislados. Esperaba equivocarse.

Arnault se despidió de la misma manera, sonrisilla en los labios. Sabía que se estaba metiendo en un lío, pero le encantaba la sensación al hacerlo. que podía decir, le gustaba el peligro demasiado. Y hablando de peligro, cayó en cuenta de que trabajaba par un inquisidor. 

Se giro a sus compañeros con aire jovial. - En fin, parece que nuestro trabajo aquí ya está hecho, y mañana nos espera otro día de camino. Vamos volviendo al campamento, a celebrar con moderación, ¿vale?- Con una pequeña risa se dio la vuelta y comenzó a andar hacia el campamento. No pensaba sentarse a descansar cuando llegase, tenía que encontrar a Hugo Belmonte rápidamente y contarle lo que había pasado, en caso de que no lo supiese aún.

—Ah, sí, exacto. ¿Quién sabe? Quizá podamos compartir ambas pasiones en el palacete de la marquesa cuando el tiempo sea propicio y siempre que no le robe tiempo de su trabajo como cronista, maese Kaleb —dijo Salvatore.

Parecía a punto de quitarse la máscara y estrecharle la mano cuando una figura apareció junto a ellos, ligeramente más baja pero igual de imponente.

Doña Lorena se plantó junto al pintor. Parecía bastante impaciente y molesta.

—Salvatore, debemos regresar al campamento. Nuestra presencia aquí ya no es necesaria. Tenemos asuntos que atender, no perdamos tiempo —le dijo al pintor para luego dirigirse al bardo —. Lamento interrumpirles, maese cronista, pero debemos retirarnos a mi tienda personal hasta mañana. Ritsarskiy, también debo tratar temas con usted. Reúnase conmigo de inmediato.

La joven dama se retiró poco a poco con su escolta y la zona volvió a quedarse en total silencio. Volk había desaparecido sin dejar rastro, pero era algo habitual en él —era parte de su oficio y él era todo un artista—. Babaccar estaba examinando el cuerpo hinchado y deforme de la criatura mientras Tarannis lo olisqueaba con curiosidad. 

Alek sacó una cantimplora y echó un largo y sonoro trago de ella. Se notaba que no tenía mucho aprecio por la marquesa, puesto que se había mantenido al margen cuando hablaron los demás. Era algo comprensible después de la persecución que habían sufrido muchos rhusiyanos. Sin embargo, cuando el séquito dio media vuelta, su semblante se relajó y su barba se abrió en una amplia sonrisa:

—Neimovernyy! Habéis estado fantastika, tovarishchi. Qué coordinación, qué combate. He luchado junto a mercenarios y muchos habrían salido despavoridos antes que ofrecerle combate a ese engendro. ¿Dónde os hospedaréis mañana en Montnoir? Me gustaría invitaros a todos a cerveza y carne de cerdo con manzana frita en mantequilla. La dueña es una vieja amiga mía.

Casi... pensó Kaleb cuando apareció la marquesa y frustró la posibilidad de ver a Salvatore sin su máscara.

¿Por qué la tendría? Sería algo que averiguaría, eso era seguro.

-Mi señora- saludó con una leve reverencia sacándose el sombrero -Me alegra saber que se encuentra en perfecto estado, aunque por lo que he escuchado, debería preocuparme por el estado de cualquier enemigo que se encuentre en su camino- esbozó una ligera sonrisa -No los quiero interrumpir ni demorar, pero, ¿mis compañeros se encuentran aún en el claro o ya han regresado? He venido lo más rápido que he podido, pero me han retrasado unas arañas gigantes en el camino hacia aquí. Sino, podría regresar con ustedes, luego de tal encuentro dudo que pudiera sobrevivir con las heridas que he recibido-

Luego miró a Salvatore.

-Señor Surrel, encantado estaré de visitarlo- dijo estrechándole la mano con una sonrisa de verdadero entusiasmo.

Ese hombre era un misterio, y si tenía la posibilidad de conocerle en mayor profundidad, entonces tenía una ventaja que pocos habían obtenido antes.

-Doña Lorena, si llegara a necesitar en algún momento de mis servicios, no dude en avisarme y haré todo lo posible por estar presente- le tomó la mano, y sin tocar su piel, le dio un beso.

—Sus compañeros han luchado valerosamente y han terminado con el engendro que acechaba en este bosque. Gracias a ellos, podremos dormir todos en paz. Puede estar usted orgulloso de ellos, maese cronista —le respondió la marquesa.

Salvatore la miró y luego se limitó a despedirse de Kaleb con una ligera reverencia. Al bardo no se le escapó que el pintor actuaba de manera diferente en su presencia, era evidente que doña Lorena imponía respeto.

El heraldo se encogió de hombros. 

—Parece que el deber me reclama, querido amigo. Espero que volvamos a tener oportunidad de hablar antes de llegar a Montnoir. Me alegra ver que has despertado la simpatía de Salvatore; hace tiempo que no lo veía tan parlanchín. Pero no deberías haberle dado tanto jabón, porque ahora se estará paseando por ahí como un pavo real, je je je. En fin, te dejo con tus compañeros —se despidió, guiñándole un ojo.

Kaleb se quedó un momento anonadado. Habían derrotado un engendro, sabiendo que eso podía ser desde una araña gigante a un oso cavernario de los planos, y él no había estado para vislumbrarlo, para poder relatarlo más adelante. Le Maison se había encontrado allí y él estaba luchando con unas mugrosas arañas.

El malhumor comenzó a aflorar, pero aún se encontraba en presencia de la marquesa.

-Muchas gracias, intentaré encontrarlos en el claro antes de que regresen. Nos veremos en unos momentos en el campamento- hizo una reverencia más

-Marquesa, Salvatore, Ritsarskiy- y se tocó el sombrero a manera de saludo.

Cuando Iván se acercó a hablarle, éste sonrió pero sin la luz acostumbrada.

-Creo que tenemos cosas en común, y con el misterio que rodea su persona, deberías saber que no me podía resistir a quebrar esa armadura- y le guiñó un ojo -Seguiremos conversando, no te preocupes, ya sabes que me encanta hacerlo...- su mirada se ensombreció un poco -A pesar de que me haya perdido un combate digno de relatar-

Acto seguido, se dirigió hacia allí. Quería ver qué era lo que habían derrotado, y preguntarles cada detalle de la pelea. Se sentía frustrado, impotente. No se tendría que haber dedicado a hacer sociales cuando había un peligro en la espesura.

No podías saberlo... tranquilo Kaleb, has hecho buenos contactos... no te preocupes... no debe haber sido muy importante...

Poco después de la despedida de la marquesa, y tras un breve movimiento de arbustos, apareció Kaleb para reunirse con el grupo.

Le Maison y Orrghk se miraban extrañados mientras Alek los felicitaba a todos por su espléndida actuación en el combate, intentando estrechar la mano de Arnault. Babaccar parecía algo pensativo frente a un cadáver humanoide terriblemente deforme. Había pertenecido a un muchacho humano, pero de alguna forma su craneo había reventado para dejar sitio a una lengua larga y grotesca. Uno de sus brazos estaba terriblemente hinchado y amoratado, con serpenteantes venas azuladas por todas partes. Solo el clérigo y el caballero del Santo Pendiente parecían realmente heridos, pero los restos de entrañas y sangre negra indicaban que el combate no había sido demasiado limpio.

Tarannis se acercó a saludar al bardo agitando el rabo.

Volk siguió a la doña Lorena de Avellaneda y a su escolta en dirección al campamento, de donde llegaban risas y canturreos. Iván caminaba unos pasos más atrás, pero que el consejero viajaba pegado a la marquesa. Ambos parecían mantener una conversación entre susurros:

—¿Alguna noticia de Montnoir? —preguntó doña Lorena por lo bajo.
—Tengo entendido que Ábelard, el patricio, está teniendo problemas para mantener a raya a los agitadores hostigados por la Inquisición. También se rumorea que el conflictos entre las casas gremiales Vegnoc e Isorec podría desembocar en un río de sangre.
—Bien. Pero no me refería a eso, zoquete. Ya sabes qué es lo que me interesa saber...
—Comprendo, Lorena —respondió ofendido el consejero —. Pero me temo que seguimos sin tener noticias de lo que sucede con "él", ni si continúa encerrado en las catacumbas. ¿Acaso piensas que ese engendro del bosque tiene algo que ver?
—Si nuestras sospechas son correctas, sí. Todavía no me puedo creer que esos idiotas secuestrasen a la persona equivocada, tu disfraz funciona como había esperado.

Hasta ahora las cosas estaban siendo favorables para él y sus compañeros. Habían derrotado a un engedro sin sufrir graves daños, y habían hecho amistades con el personal de la casa de Avellaneda, e incluso conocido a la marquesa.

No obstante, podría oler que algo en todo aquello no era lo que parecía, así que continuó tras la marquesa para, así, poder enterarse de algo que les sirviera de ayuda u orientación.

Perdiéndose entre las sombras del bosque, más allá de miradas ajenas, se internó en el campento de doña Lorena de Avellaneda.

Kaleb salió de entre los arbustos mostrando unas interesantes heridas, pero lo que más llamaba la atención era su cara de malhumor.

-¿Cómo están? Me dijo la marquesa que derrotaron a... eso- su mirada se detuvo en aquella cosa, y comenzó a mejorar su humor a raíz de la curiosidad que se despertó en él -¿Qué es eso? ¿Cómo fue el combate? Le Maison, cuéntame...-

Cuando el perro llegó junto a él, lo acarició afectuosamente: al gnomo le gustaban los animales... amistosos como éste, no como las malditas arañas.

Rebuscó entre sus bolsillos, numerosos, y sacó un carboncillo y un rollo de papel. Tenía que dibujar esa criatura. Sería un buen condimento para lo que fuera a escribir de Le Maison y sus hazañas.

Le Maisson se puso todo rojo tras la petición de su hazaña en la eliminación de la aberración. - No pude.. vi como un inocente niño se convertía en eso... estaba hablando y le destrozó la cabeza saliendo ese tentáculo de su cráneo.

Tras ello se serenó un poco. - Si algo has de escribir en esas crónicas que sea que el Mal en su peor versión ha encontrado en Le Maison un enemigo y que a partir de ahora no descansaré hasta que sea erradicado... Con la ayuda del valiente grupo que ha conseguido ya eliminar a la primera monstruosidad que ahora observas.

- Bueno- intervino Babaccar- creo que aquí ya hemos hecho todo lo que podíamos, deberíamos regresar al campamento.

El druida se mesó las barbas unos instantes y miró a sus compañeros.

- ¿Deberíamos dar sepultura al cuerpo? Los animales huirán de su corrupción pero temo lo que pudiera ocurrir si ese... ese... lo que sea es capaz de transmitirse de alguna manera.