Partida Rol por web

Con fe en que sus golpes surtan efecto, Groth arremete contra la sombra que ha envuelto a los bravos orlanthis. Al segundo empellón, la oscuridad parece disolverse y los rostros pálidos de los jóvenes aparecen de repente mientras observan su entorno con la cara congestionada por el terror.

Mira a su alrededor y el primer sentimiento de alivio se ve pronto sustituido por la alarma. Los dos berserkers parecen haber enloquecido y mientras uno se adentra en el bosque bramando y despedazando árboles con su hacha, el otro grita a pleno pulmón asegurando que todavía quedan enemigos invisibles.

- ¡Agrupaos todos en junto a los mostalis! -parece que son los que mejor han reaccionado ante el ataque, tal vez sus armaduras férreas les proporcionan una protección especial frente a las criaturas de ultratumba- ¡Alejaos de los berserkers a menos que sepáis como hacer que cese su estado!

Sin demasiadas ceremonias, envaina su larga espada y agarra al trollkin del cuello mientras lo arrastra hacia donde los enanos han creado un perímetro defensivo.

- No te levantes, Suk, quédate en el suelo y no te muevas -le dice con autoridad. Lo último que les interesa ahora es un conflicto racial.

Solo cuando se sitúa en una posición donde cree tener la espalda cubierta vuelve a enderezarse, saca la espada y se queda mudo. Acaba de ver el cadáver de Hal. Su rostro se tuerce en una mueca de desagrado: el cazador parecía un guerrero competente y a buen seguro será una baja sensible que notarán cuando asalten la torre.

Ante el frío que siente en su pierna derecha, Gábriel sale de la oscuridad esperando agarrar su lanza de hierro para terminar con las sombras. Sin embargo, rápidamente desaparecen como si allí nunca hubiese sucedido nada. Sorprendida por la velocidad a la que han actuado sus compañeros, se siente aliviada por haber superado esta nueva amenaza con soltura. De pronto, observa el estado en el que se encuentra Horen y aprovecha para humillarle ahora que no le escucha - Jeje, el barbudo podría haberse echado el conjuro antes con la preparación de ariete. Parece que se le da mejor talar árboles que la lucha - sonríe con ironía. Pronto su sonrisa cargada de malicia se vuelve fría y oscura al ver el cadaver de Hal tendido en el suelo - Disculpas, no es momento para risas. Triste final para un compañero. Hubiese sido todo un honor haber luchado junto a él para acabar con ese bastardo de la torre - la cazadora mira entonces en dirección a la torre y grita amenazadoramente como si supiera que el mago pudiera verla - ¡Sal ya de tu escondite, cobaya inmunda! No sabes cuanto voy a disfrutar arrancándote la piel a tiras. Vas a desear no haber nacido... - dice señalando con el dedo índice en esta dirección. Ahora eleva los brazos hacia arriba - ¡Vinga!¡Orlanth! El invisible nos está retando, hoy es el momento de aplastar a los sucios malkionitas. Yo, Gábriel la Cazadora, ensalzaré vuestro nombre para que todos sepan que nuestra fuerza es devastadora - de nuevo vuelve a señalar hacia la torre - Acuérdate de mi nombre, viejo decrépito, porque voy a por ti - la vingana se prepara con su arco y con su lanza y mira de reojo a Horen y el estado en que se encuentra - Este besugo va a necesitar algo para recuperarse si queremos que participe en el combate.

La venganza es inminente...

Vaerles arremete a la desesperada contra la sombra que ha engullido a Bosporus, atravesándola varias veces con la cimitarra. De súbito, nota cómo alguien invisible le toca la espalda y siente un ataque mágico que hace añicos el conjuro defensivo que se había lanzado. Por suerte, la magia ofensiva se deshace junto con el conjuro defensivo, aunque Vaerles queda aterrado al verse de nuevo blanco de un nuevo ataque mágico y da media vuelta para tratar de discernir dónde se oculta el asaltante misterioso.

La sombra aprovecha entonces para cernirse sobre Vaerles por la retaguardia y el atisbo de oscuridad primigenia aterroriza al mercader, que sale de allí corriendo y gritando:

-¡No podemos contra ellos! ¡Vamos a morir todos!

Al mirar por encima del hombro para ver si la sombra lo persigue, Vaerles ve que su camarada Bosporus emerge de la oscuridad viva despedazándola desde dentro con su espada y haciéndola jirones. Pero pese a esa pequeña victoria, el rubio mercader sigue convencido de que nada pueden hacer contra unos enemigos tan insidiosos y escurridizos, por lo que se agazapa detrás de un árbol y, aferrado al tronco como si fuera una balsa en medio de una tempestad, permanece inmóvil, temblando de miedo. Mirando a todas partes, se concentra para lanzarse un nuevo conjuro que le proteja de la magia.

Bosporus se ve rodeado de oscuridad y frio, rapidamente lanza un conjuro sobre su espada que brilla tenuemente. Siente como su pierna se enfria de una forma sobrenatural pero no es suficiente para parar al mercader que antaño fue soldado y con un golpe consigue que la sombra se disipe. Mira a su alrededor mientras se frota la pierna y la mueve como si el frio solo le hiciera cosquillas y ve como tiene a sus pies a Gorkar y Vearles hechos un ovillo incapaces de reaccionar. Los demas tambien han dado cuenta de las demas sombras y decide acercarse a la formacion militar donde los enanos y sus compañeros se hacen fuertes.

Levanta el escudo en forma de lagrima para protegerse de posibles ataques protegiendo pecho y abdomen mientras intenta buscar al agresor o agresores con todos sus sentidos.

Las sombras han sido desgarradas por devastadores golpes en unos instantes, pero su ataque por sorpresa ha causado estragos: Palgrem salió corriendo hacia la oscuridad y desapareció en la noche. Vaerles ha huído también a ocultarse gritando aterriroizado y lanzándose magia protectora, y Gorkar está tendido en el suelo, con el mismo terror en la cara, pero además con graves quemaduras por frío y un feo corte en los riñones que está sangrando tan profusamente que le hace perder la consciencia. Sokendal y Johen también han sufrido heridas por frío, así como Horen y Gábriel. Orlug tiene quebrado el espíritu, y él y su hermano menor Darnor están espalda con espalda lanzando estocadas al aire como si trataran de alcanzar a un enemigo invisible. Pero lo más terrible es que Hal, tambien llamado "Buscasendas", yace muerto con un rictus de terror en la cara.

Arbar, Holguer y Vaerles tienen la certeza de que algo invisible todavía sigue entre ellos y eso hace mantenerse en guardia a todos, pero ¿cómo se defiende uno de aquello que no puede ver? Una sensación de estar a merced del enemigo se instala en el ánimo de los presentes, pero transcurren los segundos y no ocurre nada.

Entonces se oye en las inmediaciones un escalofriante y agudo grito lejano, que no es posible que haya sido proferido por garganta humana. Un grito que se repite varias con un ritmo concreto, como si fuera una siniestra risa inhumana. Luego, se oye el relincho de un caballo y unos cascos alejándose. La media Luna Roja que brilla en el cielo apenas aparece de vez en cuando entre espesas nubes, y la oscuridad no deja ver al jinete que oyen alejarse, pero no debe estar mucho más lejos que unos pocos cientos de metros...

Arbar no movía ni un pelo, estaba ocupando la posición que le pertocaba en la defensa. Pero eso no era óbice para que su mente no carburara.

Parece que el que estaba detrás de todo esto se va... como se va por la cloaca el ataque sorpresa... se avecina un ataque frontal contra un enemigo formidable... que maneja fuerzas que no podemos ver... sólo puedo confiar en el martillo y la armadura... veremos quien tiene la cara de miedo tras la batalla...

El ambiente que se respira es realmente aterrador. Acabar tan rápidamente con las sombras auguraba una victoria sin lamentar pérdidas, y sin embargo, lo que la cazadora está observando es todo lo contrario. El enemigo no sólo se ha cobrado la vida de Hal, sino que además ha conseguido desestabilizar al grupo, y eso le preocupa aún más que lo primero. Así que intenta hacer oídos sordos a los gritos que se escuchan para intentar recuperar a los heridos - ¡Vamos, vamos! Tenemos que recuperar a los que han sufrido el ataque de las sombras - dice la cazadora, que no se separa de su arco y su lanza. Con un rápido vistazo, llega a la conclusión de que el peor parado es Gorkan, y se apresura a curarle la fea herida que tiene - Si alguien puede ayudarme no sé qué está haciendo que todavía no está curando ya, y quien no, que mantenga los ojos bien abiertos - la mujer pone la mano en la zona de los riñones de Gorkan y cierra los ojos concentrada mientras intenta recuperarlo. La concentración es difícil de mantener en una situación tan dramática, pero Gábriel está acostumbrada a lidiar con situaciones aún más hostiles y se repone ante los gritos del jinete - ¿Qué estará sucediendo en la lejanía? - piensa cuando termina de curarle. Inmediatamente, observa al peludo shargashiano destruyendo árboles, y se concentra todo lo que puede empleando en esta ocación un ritual de ceremonia para cerciorarse que su magia es lo suficientemente potente para terminar con un conjuro divino que le es muy familiar.

Ahora es Holguer el viejo quién ruge furioso, al oír la risa sobrenatural de su atacante y los cascos de su caballo al huir…

Ha sentido en sus propias carnes su malsano poder, casi le roba la misma alma con su brujería maldita, contaminada por el Gran Enemigo, aunque por fortuna ha logrado apartarse a tiempo, sufriendo apenas una mínima herida en su espíritu… pero esto deja más claro aún, si cabe, la naturaleza de ese meldek al que están combatiendo.

Es como el mismísimo Wackboth.

Además, con esta incursión les ha causado mucho daño. Ha caído uno de los aliados a los que tenía en más estima, el guía de los mostalis procedente de las lejanas tierras de Maniria. Y con ello ha arruinado casi todos sus planes. El bravo Hal Buscasendas no sólo era un hombre de fiar y un verdadero orlanthi, sino posiblemente su mejor baza para intentar infiltrarse en esa maldita torre y facilitar la entrada a los del exterior, gracias a su exótica magia para caminar en las sombras…

Ahora todo eso se ha perdido, ya no tiene sentido el subterfugio, sólo resta el asalto frontal a la torre de Samaliman. Aunque todavía hay cosas que la astucia del viejo cazador puede aportar a la causa común:

- Atended a los heridos, pero no perdamos más tiempo del imprescindible – ordena tajantemente mientras regresa a la zona iluminada por la gran fogata, dándose manotazos en el pecho, donde a través de su armadura de anillas se ve humear algo que cualquiera juraría es la huella de cinco dedos – Debemos avanzar ahora mismo, sin más dilación, para asaltar la torre del meldek cuanto antes, esta misma noche – y entonces argumenta su propuesta – Este ataque mágico tiene que haber consumido parte de sus energías, aprovechémoslo en nuestro favor, sin permitirle que las recupere…

Puede que durante unas cuantas horas su poder esté mermado. Deben sacarle partido a eso.

Maldice entre dientes su falta de destreza montando.

- ¿Nadie puede dar alcance a esa criatura? -brama el humakti- ¿No disponéis de magia para dotar de mayor rapidez a mi caballo y un jinete hábil que pueda montarlo?

Parece rabioso, no puede evitar pensar que ha tenido a su enemigo al alcance de la mano y que está huyendo en sus propias narices. Tal vez por eso menea la cabeza asintiendo frenéticamente al escuchar a Holguer.

- Sí -masculla entre dientes- Hay que golpear el hierro cuando está caliente.

Suk se estremece con la proximidad de los mostalis y su hierro; se estremece al escuchar la risa inhumana y se estremece más aún si cabe al comprobar como los humanos, incluyendo a Groth, parecen dispuestos a seguir con su plan de atacar la torre a pesar de los horrores que en ella habitan.
Si al menos Kyger Litor hubiese bendecido a su madre con un robusto hijo en lugar de éste lastimero enlo, quizás tendrían una posibilidad, pero en estos momentos solo puede pensar en la posibilidad de correr hacia la oscuridad de la noche antes de que sea tarde.

El mercader comprende que los cascos alejándose significan que un enemigo andaba acechándoles en las cercanías y es el artífice del devastador ataque mágico que han sufrido. Probablemente ahora ya estén a salvo, y envaina su espada de fina hoja y la daja que empuñaba en su mano izquierda. Se acera a Gorkar que está siendo curado por Gábriel y comprueba que la pelirroja mujer de temperamento irascible tiene controlada la situación.

- Vaya, una pérdida importante la del guía de los mostalis -dice mirando el cadáver de Hal. Era una pieza importante de los planes para atacar la torre por sorpresa. Quizá yo pueda ayudar con mi magia ahora que él falta. Probablemente no soy el apropiado para infiltrarme, pero si podría cubrir con un poderoso conjuro los movimientos de cualquiera que sea capaz de moverse en la penumbra. Aunque no podamos ya sorprenderlos, tener a alguien dentro que pase inadvertido durante el ataque me sigue pareciendo una buena idea.

El hombre recupera la consciencia cuando las manos de Gábriel destilan la magia que cierra sus heridas. La sangre que manaba a borbotones deja de escapar de su cuerpo y la herida se cierra por completo. Sin embargo Gorkar aún está atemorizado por el ataque sufrido.

- Nada podemos contra esto... estamos perdidos -murmura quedamente mientras se masajea la pierna y el pecho y se acerca a la hoguera para calentarse. Solo somos granjeros, ¿qué hacemos luchando contra esto? Deberíamos irnos de aquí para siempre ahora que podemos.

Deben pasar varios minutos para que se ponga en pie con dificultad y pueda agradecer a la mujer los cuidados que han salvado su vida con parcas palabras, como sintiéndose avergonzado.

El guerrero que blande las dos hachas las guarda en el cinto de nuevo, y malhumorado, se coloca bien el casco astado de nuevo. Como Gorkar, se acerca a la hoguera para desentumecerse del frío. Oir como escapa el enemigo que ha atacado de manera tan traicionera le hace hervir la sangre, pero nada puede hacer, pues perseguir al jinete en una noche tan oscura es arriesgar a que el caballo se parta una pata.

- ¡Mierda de toro! -profiere soezmente. ¡El enemigo nos ha dado un golpe inesperado, maldita sea su alma pagana!

Luego se queda mirando como Gábriel cura a Gorkar. No hay muchos más heridos y por el explorador de los mostalis parece que nada se puede hacer. Se acerca a Holguer para hablar con él en privado.

El guerrero se aproxima a Holguer con la rabia aflorando a su cara, apenas puede mantener bajo el tono de voz.

- Esa pelirroja, la que parece estar curando a Gorkar, no me fío de ella. Noté algo cuando estuve con ella a solas. Una sensación rara... podría ser el aviso de Urox. Cuando estuve con el animal descontrolado aquél -dice señalando a Horen con un gesto discreto de la cabeza- no noté nada raro, ni tampoco con el mercader que ha estado construyendo el ariete.

Se vuelve para mirar de nuevo a la mujer, que parece haber terminado de curar al viejo herido.

- ¿La matamos ya? ¿nos arriesgaremos a que nos traicione en mitad del ataque?

Horen consigue racionalizar la situación al no haber enemigo alguno en las inmediaciones y consigue calmarse. Su conjuro de Vista Mágica aún continúa, y observa el campamento buscando alguna presencia, pero solo ve a sus compañeros, la fuerza mágica de sus almas y los conjuros que actúan sobre ellos. Ya no percibe los dos conjuros que antes flotaban entre ellos e iban de uno a otro sin ser percibidos.

Sólo después de echar una suspicaz mirada en derredor para descartar la presencia de oídos indiscretos, el viejo Holguer contesta a su temperamental camarada… y lo hace negando enérgicamente:

- ¡No es el momento! – susurra entre dientes – Recuerda que perseguimos una presa mucho más ambiciosa que esta, me llamaste aquí para acabar con la amenaza del meldek de la torre, no la de esos viajeros – le espeta – Además, si actuásemos ahora mismo contra ella, ante todos, sólo generaríamos confusión y desconfianza entre sus compañeros, romperíamos sin remedio la unidad y determinación del grupo, que ya empiezan a verse amenazadas… ¡Y perderíamos nuestra gran oportunidad de tomar esa torre al asalto esta noche!

El anciano cazador tiene un objetivo muy claro y no piensa permitir que le alejen de él… a cualquier precio.

- Necesito de la magia de esa mujer para llegar a las almenas, si como asegura controla un Silfo – está dispuesto a todo para triunfar – Cuando estemos dentro, en medio de la refriega, ya veremos… pero tú por si acaso no bajes la guardia con ese mercader, el tal Bósporus, ni con el loco que acompaña a la vingana – hace un somero gesto con la barbilla – Todavía no podemos exculparlos por completo – y concluye con tono siniestro – Ya contaremos los cadáveres cuando todo esto acabe...

Con el ceño fruncido, una torcida sonrisa aparece en el rostro del impaciente guerrero.

- A su debido tiempo... entiendo.

Y sin más hace un gesto de asentimiento, que debe interpretarse como de respeto y obediencia, y se vuelve a alejar, dispuesto a recoger sus cosas y preparar su montura.
 

Conforme pasan los minutos, el corpulento granjero también advierte que el ataque a llegado a su fin. Se vuelve hacia su hermano y nota su mirada apagada y su espíritu quebrado.

- Vamos hermano, te acompaño al interior de la granja.

Lleva a su hermano, que apenas articula palabra, tomándole por el hombro hasta la puerta de la granja, que ha sido abierta por Varhen, que aparece en el umbral con vendaje en la cabeza y sus armas en la mano. Darnor le explica brevemente lo ocurrido y le encarga que ayude a entrar a su hermano y a Gorkar, que también ha perdido bastante sangre y está muy débil para ser útil en la batalla que se avecina.

Conforme pasa el tiempo, Vorkadung se relaja un poco y se separa un poco de la formación mirando a Crisol Hirviente por si no lo aprobase y tuviera que volver a la formación. Sin embargo algo le dice que el ataque ha concluido y que el enemigo, formidable sin duda, se retira tras su devastador ataque que ha puesto en jaque a un nutrido grupo de expertos guerreros, debilitando sus fuerzas, su moral, e incluso abatiendo a uno de ellos, uno de los mejores.

Se acerca despacio al cuerpo inerte de Hal y planta una rodilla ante él colocando una mano sobre su pecho y bajando la cabeza.- Has plantado carra a la muerrte con gran valor, camarrada. Que tus Dioses te resiban con grandes vítorres. La Gran Máquina te agradecerá eternamente el servicio prrestado. -coge un puñado de tierra y piedras con sus pequeñas manos de dedos regordetes y deformes y las esparce sobre su pecho y abdomen.- Que la Roca acoja tu alma si tus Dioses creen que no erres digno, porque de tus restos podrría fabricarse un gran enano.

Luego se levanta con el gesto serio mientras observa como ya se están atendiendo a los heridos, tal y como habian sugerido, y tras escuchar las otras intervenciones, contesta a los humanos, comenzando con Holguer- El factorr sorprresa ha quedado efectivamente anulado, Viejo. -aunque pudiera parecer que se dirige a Holguer de forma despectiva, le llama esta vez por su apodo como si fuera un nombre, tal y como hacen los enanos entre si- El enemigo ha efectuado un contrraataque prreventivo para impedir nuestro asalto, o reducir nuestras posibilidades de éxito. -dice analizando la situación con su forma de expresarse puramente militarista- Sin embargo, Gorkar el granjerro, no está todo perrdido. -dice ahora mirando a Gorkar, y respondiendo a sus derrotistas comentarios.

Hace una pausa y mirando a Krunk se dirige a él en el idioma de los enanos.-
Kanskje det er pa tide a forklare hva vi kan gjore med var hemmelige vapen, kaptein. Det kunne endre var strategi.
 -y se queda mirando a los humanos esperando que su capitán se pronuncie.