Partida Rol por web

El mostali de plata casi parece como hipnotizado por la visión de los lobos corriendo hacia ellos - Una lástima tener que acabar con esos soberbios animales... - pero entre la manada le parece distinguir unos especímenes que no concuerdan con las características habituales de un lobo - ¿¿Pero qué??... - la realidad le golpea y el sentido del peligro es abrumador.

En cuanto oye a Crisol Hirviente requerir luz comienza a lanzar conjuros de brillo sobre las piedras que había preparado. Y en caso de que algún lobo se ponga a distancia conveniente, le lanzará el conjuro al animal en lugar de a las piedras.

Swot escucha como todos comienzan a prepararse, pero él nota algo raro. ¿Por qué no han venido todos en un solo grupo? ¿qué sentido tiene que unos lleguen más tarde a la fiesta... a menos que no estuvieran invitados a ella?

Se fija mejor en los cuatro ejemplares recién llegados, y a pesar de la oscuridad reconoce en ellos a los dos lobos de los telmori que les han guiado hasta allí, Cekake y el otro, cuyo nombre no recuerda. Los otros dos grandes lobos que les acomàñan no los habían visto. Vienen a toda prisa aullando y no parece que la manada principal los espere, pues algunos lobos miran hacia ellos con las orejas levantadas y frenan su trote frenético al pie de la colina...

- ¡Quietos, no disparéis! -dice sin dejar de preparar su ballesta- ¡Creo que los cuatro lobos que están llegando no pertenecen a esta manada y tal vez vengan a ayudarnos!, ¡reconozco a los lobos de nuestros guías entre ellos!

El mostali prepara sus armas y se gira para meterse en la trinchera justo al norte de su posición, usando su mochila como suplemento para encaramarse al borde.

Arbar oye al "Roto"

¿Como?... la verdad es que me parecen todos iguales...

De todas maneras su subconsciente de atacar todos como una máquina le hace aguantar el dedo en el disparador sin apretarlo...

Se fija bien en la situación...

- ¿Estás seguro?, ¡no consigo distinguirlos! - grita el orlanthi mientras se dirige hacia los caballos.

Tres Tubos entraba en la trinchera cuando escucha a Swot decir que reconoce a 2 de los lobos que se aproximan, y que cree que no tienen intención de atacar. Pero Vorkadung tan solo gira brevemente la cabeza y sigue con su tarea.

- Si Crisol Hirviente dice que disparemos, me da igual quienes sean esos lobos. -piensa el más joven e inexperto de los enanos.

Sigue apuntando en espera de que los lobos entren en distancia antes de disparar, tal y como ha ordenado Krunk.

Obendiya escucha a su pequeño compañero y destensa el arco, pero mantiene la flecha y permanece atento.

La manada de lobos que a todas luces está a punto de atacarles en efecto no parece esperar a los cuatro ejemplares recién llegados. Se detienen en su carrera alrededor de la colina, primero unos pocos, y luego todos, con las orejas al principio erguidas, y el gesto atento, pero luego comienzan los gruñidos, las orejas se agachan y los dientes se muestran amenazadores. Pronto los cuatro recién llegados, que tampoco escatiman en gruñidos y exibición de dentelladas al aire, se ven rodeados por los numerosos lobos que llegaron primero. Ladridos, aullidos y una sinfonía de gruñidos se suceden como una conversación animal, hasta que finalmente uno de los lobos se aproxima más de la cuenta y lanza una dentellada demasiado cercana al cuello de uno de los cuatro lobos recién llegados. Entonces otro se gira y ataca al agresor. El lobo negro de la primera manada se acerca también con las fauces abiertas y el lobo más grande de los cuatro recién llegados, un lobo pardo de ojos claros, sale a su encuentro y los dos se enfrascan en una rápida reyerta.

En seguida otro de los lobos de la manada más numerosa, uno de los ejemplares de pelaje más claro, casi blanco, y ojos amarillos y malignos se lanza también al ataque abriendo su boca en un ángulo que parece imposible.

Pero apenas dura un minuto la lucha de los animales. Los lobos recién llegados no se arredran a pesar de la superioridad numérica de la otra manada y parecen ganarse su respeto. Los animales se separan y se lamen el pelaje, a la luz de la Luna Roja no parecen apreciarse heridas.

Entonces comienza lo que parece una especie de parlamento. Los lobos de ambas manadas parecen calmarse y forman un círculo entre todos y el lobo negro y el lobo pardo de ojos claros se quedan en el centro gruñendo y aullando. Algunos desvían su mirada hacia lo alto de la colina, donde un grupo de mostalis y sus guías humanos les observan con curiosidad y aprensión.

Finlamente la especie de parlamento parece finalizar, y entre gruñidos y aullidos la manada más numerosa se marcha. Parece evidente que algunos de sus miembros no parecen muy contentos de marcharse y remolonean un poco, pero terminan perdiéndose en la penumbra de la noche de luna llena y desaparecen entre las colinas.

Cuando ya se ha marchado la manada, uno de los lobos, el que parece el líder, se aproxima lentamente colina arriba. Los caballos relinchan nerviosos ante la presencia del enorme animal.

Y ante la sorpresa de todos, el lobo comienza a hablarles cuando llega a la altura de la trinchera más cercana a los caballos:

- YOH, NEKARENGH, GRRR... VOHSOTRROH NO LUGARR ACORRDADO... MUY ESTÚPIDOH. -dice con voz gutural y gran dificultad al pronunciar palabras humanas con fauces de animal. YOH VOLVERR AHORAH

Y acto seguido se da media vuelta y baja trotando la colina para unirse a sus otros tres compañeros. Juntos se alejan hasta perderse de vista también, como la otra manada.

Tres Tubos se mantuvo apuntando a su objetivo, esperando que su blanco entrase en la zona de tiro más propicia para su arma, pero cuando la situación se torna en una pelea de lobos, Vorkadung comienza a dar crédito a las palabras del jinete del bisonte.- ¡Porr las barrbas de Mostal!... -dice un Vorkadung sorprendido por el acontecimiento que se desata a continuación, mirando incrédulo al resto y desplazándose por la trinchera hacia la zona mas cercana que dá a donde se reúnen los lobos. En seguida queda claro quién es el lobo que manda, y ve como se acerca, momento en el que piensa en volver a apuntar pero mira de reojo al capitán, y a la falta de órdenes, mantiene la ballesta sujeta pero fuera de la vista del lobo. Para su sorpresa, el lobo les habla, confirmando todas las historias acerca de los hombres que se convierten en lobo o lobos que caminan con forma humana. Cuando se marcha el lobo, Tres Tubos se gira lentamente mirando a todos los presentes, y les hace saber que tal vez se podría depositar algo de confianza en esos telmoris.- Crreo que, al final va a resultarr que podemos confiarr en estos, capitán.

La desconfianza de los mostalis es legendaria, pero ante ciertas acciones tomadas de forma tan abierta para favorecer a su causa, cualquier aperturista diria que se han ganado su confianza. Incluso puede que sembrara la duda en algún que otro mostali de ideología mucho mas cerrada.

Vorkadung añade finalmente una pregunta.- ¿Que hacemos capitán? Los otrros no marrchan muy convensidos. Pueden volven después con refuerrzos. Queda clarro que no son lobos prredecibles, éstos son inteligentes. Podrían prreparrar trampa.

Con la sangre hirviendo, mientras se presta ante el ataque, Hal prepara la primera flecha pero, los lobos recién llegados detienen a los primeros y, ante la advertencia de Obendiya, espera con impaciencia. Al ver como evoluciona el encuentro entre los animales destensa el arco y aguarda.
Al ver que un único lobo se acerca deja el arco en el suelo y muestra las manos vacias, la lucha interna por coger algo con lo que protegerse de un depredador tan formidable es dura, su instinto le grita como loco. Entonces escucha las palabras que surgen de la garganta transformada de Nekareng y se siente estúpido, efectivamente. Dicen que parte de la guardia que protege al rey allá en Boldhome es Telmori, debía de haber confiado más.
- Maldita sea, lo siento Nekareng, pensamos que esto sería más seguro para nosotros. Gracias por la ayuda. - entonces se gira hacia los enanos, porque a Obendiya le deben el haber salvado la situación, y les sugiere que no disparen - Creo que ahora está muy claro que podemos confiar, yo no provocaría a los otros telmori.

Los telmori regresan al cabo de menos de una hora, y esta vez vuelven en forma humana, con sus pocos pertrechos y sus inseparables lobos trotando a su lado.

Al llegar a la cima de la colina, saludan escuetamente y se acomodan junto al fuego. Dan órdenes a los lobos de situarse junto al carro, donde pongan lo menos nerviosos posible a los caballos y al bisonte de los viajeros.

Es el hombre el que de nuevo toma la palabra en nombre de los telmori.

- El clan de la Sangre en la Pradera parlamentará. Son impredecibles, pero nosotros acordar sagradamente que mañana al anochecer ir a su campamento de invierno. Varias horas de camino al noreste. Salir temprano. Descansar todos, no temer.

La noche aún es joven y Dokeria y Nekareng aún permanecen despiertos un rato calentándose junto a la hoguera...

El capitán se revuelve inquieto.

- Mantendremos las guardias como estaba previsto, dice mirando a todos los presentes. No podemos correr riesgos.

Sí, mi capitán.

Por supuesto, visto el percal, no debemos confiarnos lo más mínimo...

Háloric asiente con la cabeza ante las palabras de Nekareng. Cuando Krunk da la orden la acata sin dudar, incluso los Telmori que les acompañan piensan que podrían tener alguna sorpresa.
Antes de centrarse en la vigilancia, mira atentamente a 'los que corren como lobos' pensando en lo que ha visto esta noche, hasta que una de sus miradas se cruza con la suya - Creo que aún tenemos mucho que aprender unos de otros - comenta con expresión amigable.

Obendiya guarda el arco y dispone de nuevo sus armas para los periodos de guardia. Observa silencioso a los telmori, que hace apenas unos minutos eran enormes lobos como los que les acompañan. Durante un instante, se pregunta si los dos lobos también podrían convertirse en hombres o simplemente son lobos muy grandes...

Se limita a observar y vigilar deseando que llegue el amanecer, consciente de que las monstruosidades que han estado a punto de atacarles no le dejarán conciliar el sueño.

El resto de la noche transcurre sin incidente alguno. Los telmori, tanto los humanos como sus lobos, duermen a pierna suelta hasta el amanecer, mientras los mostalis y sus guías humanos se turnan durante la noche en duros turnos de guardia.

A la mañana siguiente, todos están algo cansados, y los telmori salen a cazar un par de conejos que asan a mediodía. Tras la comida, Nekareng indica que es hora de levantar el campamento y partir hacia el campamento de invierno de la Sangre en la Pradera, ya que deben llegar al anochecer.

El camino es hacia el noreste y serpentea por entre las lomas y colinas que salpican el paisaje, hasta que en el atardecer, al rodear una de las colinas, aparece el campamento telmori.

Se trata de algo más de una docena de chozas construidas con tierra prensada sobre un armazón de maderas. En el centro del techo de cada choza un orificio permite salir el humo del fuego que cada hogar mantiene encendido para caldear el interior y cocinar. Una de las chozas es visiblemente mayor que las demás y de construcción más sólida.

Los centinelas les han visto acercarse desde lo alto de las colinas circundantes y el campamento ya está sobre aviso cuando la comitiva se adentra en sus dominios. Hombres armados y sus inseparables lobos se les acercan con gesto fiero, aunque no tienen una actitud amenazadora. El aspecto de estos telmori es ligeramente diferente al de la pareja que les acompaña. Parecen más fieros, menos civilizados. Sus vestimentas son más primitivas y sus armas y herramientas claramente menos elaboradas y más toscas. No se aprecia apenas ninguna prenda de vestir que sea de tela, todo es cuero o piel. No parecen tener ningún contacto comercial con otros pueblos más civilizados.

Nekareng y Dokeria se adelantan y encaminan a la comitiva a la edificación más grande, de donde han comenzado a salir algunos lobos y humanos, que parecen esperarles en la puerta. La carreta se detiene a distancia prudencial y Nekareng con un gesto les indica que bajen. Algunos lobos gruñen y hombres y animales olfatean el aire de forma ostensible ante la presencia de los mostalis y del enorme animal que monta Obendiya, que parece llamarles la atención más que los propios mostalis.

Un hombre de aspecto autoritario que está junto a un lobo de negro pelaje y ojos amarillos, se adelanta y habla con Nekareng en su idioma repleto de grulidos y sonidos guturales.

El hombre señala varias veces a la carreta, y también a los mostalis. Luego señala al lobo negro que ha dejado detrás, y con una inclinación de cabeza se aparta, y el lobo se adelanta.

El telmori se gira un instante y se dirige al grupo para explicar brevemente lo hablado con el otro telmori.

- Él es Daganek -dice señalando al hombre que ha hablado-, portavoz de Ngekang, lider de la manada de la Sangre en la Pradera -dice señalando al lobo negro. Su mente y la suya son una, y el poderoso Ngekang hablará con voz silenciosa a Daganek para que él diga sus palabras con voz humana. Yo traduciré vuestras palabras.

Se vuelve a girar y se dispone a parlamentar.