Partida Rol por web

El perverso mago levita cerca del techo intentando en vano arrancarse la flecha mortífera del viejo mientras la ayuda viene al rescate al fin, probablemente tras haber destruído al espectro. Argörath lanza su conjuro y la luz brota de la cara del humano de piel blanca, y un instante después una flecha de Holguer se le clava en la pierna. Pero a pesar de todo, su enemigo le lanza una puñalada certera. Vaerles corre a su lado y se interpone intentando bloquearlo con su escudo, pero es demasiado tarde. Nota la punta del cuchillo tocar el hueso y no puede mantenerse en pie. Cae al suelo apretando los dientes por el dolor y muy mareado, sintiendo cercana la rotura definitiva. Vaerles derriba momentos después a su verdugo con escalofriante estocada, y Argörath se centra en su herida.

Pero a pesar de la gravedad, gracias a su magia de aumento de constitución no parece haber hemorragia... si consigue sacarse la daga podrá aplicar el bálsamo curativo que guarda en su mochila y luego uno de sus conjuros.

- ¡Ngngngn!... ¡No os prreocupéis por mi!, ¡Acabad con ellos!

Entonces lo ve. Bosporus se ha quedado atrás y sorprendentemente ataca a Holguer por la espalda, casi cortándole una pierna. Groth, que ha terminado de apartar el grueso libro del pentáculo dibujado en el suelo, también lo ve y se queda tan estupefacto como él.

- ¿QUÉ? ¿que trraición es esta?

Las cosas parecían inclinarse poco a poco a su favor y de repente todo se viene abajo.

Aleja con el pie el libro para intentar entorpecer el ritual mágico y se vuelve con el arma presta a abalanzarse sobre el mago que amenaza al mostali. Entonces ve a Bosporus revelar su maligna naturaleza, ésa que habían temido.

Con un fugaz pensamiento hacia Horen y Gábriel, a los que teme muertos por la paranoia del berserker, empuña su arma y se prepara para combatir. Con un poco de suerte la superioridad numérica les dará una ventaja sobre su maligno enemigo pero... les impedirá enfrentarse con el verdadero Mal.

El Que Llora. 

Pero sus instintos de guerrero resisten la sed de venganza. Vaerles por sí solo no tiene ninguna oportunidad contra un ogro y si le derrota mientras el propio Groth está con un arco en las manos seguirá en su funesto destino a Holguer.

Lo primero es lo primero.

Bosporus entra en la estancia y deja pasar a Groth y a Vaerles, y justo despues de que el Khan del Toro Tempestuoso descarga su segunda flecha, el mercader, para sorpresa de todos lanza un tajo al viejo que esta a sus pies con el arco en las manos.

Groth lo mira sorprendido, el enano sufre con la daga clavada en su pierna y Vaerles tiene su espada empalada en la pierna del hechicero.

Bosporus sonrrie maliciosamente y con una mirada que ahora se vuelve oscura dice - Humakti ven a reunirte con tu dios. Y rie de nuevo.

Vaerles intenta interponer el escudo entre el puñal de Monrol y Argörath, pero el hechicero lo esquiva fácilmente y logra herir al enano. Acto seguido, una flecha se clava repentinamente en la pierna de Monrol y justo después Vaerles le asesta una estocada detrás de la rodilla y se la atraviesa de lado a lado, salpicando sangre por doquier. Mientras el enemigo se derrumba, trata de sacar el arma sin éxito.

Justo entonces oye a Bosporus desafiar a Groth y, al volverse, ve la sangre resbalando por la hoja del mercader y se percata de que el ogro ha cortado la comunicación mental. ¡Hijo de perrra...! -murmura con ira. Un escalofrío le recorre la espalda entonces al comprender la magia que usará el ogro si el humakti se le acerca.

Samaliman no ha logrado arrancarse la flecha y la sangre gotea incesante de la terrible herida. A duras penas aguanta los gemidos y mantiene la concentración mientras hace grandes esfuerzos para partir la flecha y lograr extrarela. Monrol ha caído con la pierna destrozada, y solo atina a retorcerse de dolor y sujetarse su maltrecha extremidad. Sin embargo, ha dejado a Argörath tumbado en el suelo con un hilo de vida, aunque afortunadamente parece un enano especialmente robusto gracias a su magia.

Pero el mal más taimado ha venido disfrazado de aliado. Un Bosporus Garan distinto al afable mercader está ahora junto al caído Holguer, con la espada chorreando sangre del anciano uroxi que casi ha perdido la pierna. Su mirada es ahora maligna, su sonrisa terrorífica. ¿Qué maquina el siniestro personaje?, ¿quién es en realidad?. Poco tiempo hay para las palabras, pues el mortífero metal ya ha probado la sangre, las energías mágicas crepitan cargadas de poder y la torre se llena de muerte cada vez más deprisa.

"Maldito sean el berserker y su imprudencia", piensa Groth mientras avanza con una sonrisa torva hacia el hechicero caído para lanzarle una estocada sin dejar de vigilar a Bosporus para defenderse de un posible ataque. "Toda su paranoia solo ha servido para que perdiéramos valiosos aliados mientras dejaba vivo al verdadero Enemigo. Fue un buen guerrero, pero parece que al final tendrá la Muerte que tanto ansiaba".

En estos momentos no puede más que rezar a Humakt por el berserker y el mostali, pero su única posibilidad pasa porque Vaerles se pueda unir al combate y vencer al ogro por superioridad numérica.

Holguer lucha por resistir consciente, al borde de la muerte… el brutal tajo que le ha propinado ese infame traidor le ha partido el fémur y casi le ha amputado la pierna, si no fuera por encontrarse bajo los efectos de la Furia de Batalla Berserk seguramente estaría tendido inerte en el suelo, desangrándose sin remisión. Pero ahora mismo el odio es demasiado fuerte. No puede ceder. Eso es lo que le mantiene vivo y despierto, con un tenue hilo de aliento, intentando alcanzar a tientas el hacha que dejó caer a un lado, al recurrir al arco para enfrentarse a Samaliman, ese maldito meldek que flota de modo antinatural en el centro de la estancia.

Apenas le queda vida y ya ha agotado todas sus energías mágicas, pero aún no puede descansar. Todavía tiene una tarea que cumplir, antes de cruzar el velo hasta el Otro Lado. Y además, debe cobrarse su venganza sobre el manchado. Puede que la vingana y el berserker solar fueran inocentes, que el traidor sea únicamente este falso mercader. Pero Holguer no siente culpa alguna, se limitó a actuar como creía adecuado, neutralizando a todos los sospechosos para asegurarse de que de ningún modo se le escapaba el Enemigo. Pero todo eso habrá sido inútil si no lo elimina, ahora que por fin está al descubierto.

Debe acabar el trabajo.

Sönke, el Espíritu Aliado, lanza de forma sucesiva los conjuros rúnicos de Curación de Heridas que restablecerá los daños sufridos y Curación de Heridas Caóticas que proporcionará las energías mágicas para impulsar esa sanación…

La vergüenza, la culpa y la rabia pesan en el mercader como losas inmensas de piedra. ¡Qué estúpido he sido al confiar en Bosporus! ¡Debería haberlo matado por la espalda limpiamente en cuanto he descubierto que era un adorador del Caos! ¡Me he creído capaz de jugar con el Caos, y si ahora morimos todos, seré yo el único culpable! -se fustiga Vaerles mentalmente. Sin embargo, el miedo se impone a todos sus demás pesares y le pone en movimiento rápidamente.

-¡No te acerques a él, Groth! -avisa a su compañero con desesperación mientras da varios pasos atrás y empuña una de sus jabalinas-. ¡Puede vomitar ácido con su magia caótica! -grita mientras le hace señas al humakti para que se aparte del ogro.

Bosporus ve como "sus amigos" no se quieren acercar a él, y decide acercarse a Groth mientras gesticula intentando que entre Vaerles y él este Groth.

Bosporus ve como "sus amigos" no se quieren acercar a él, y decide acercarse a Groth mientras gesticula para lanzar un conjuro intentando que entre Vaerles y él este Groth.

El hechicero está completamente indefenso: solo atina a gritar y aferrarse la pierna que tiene la exótica espada curva atravesándole la articulación, intentando extraérsela por sus medios una vez que su dueño la abandona ahí para sacar otro arma. Como Samaliman, su única posibilidad de detener la hemorragia mortal es sacar el arma e intentar curarse antes de que la pérdida de sangre le lleve a la inconsciencia, y a la muerte.

Argörath observa a Bosporus con preocupación, y duda entre ocuparse de curar su maltrecha pierna o intentar ayudar como pueda a sus compañeros. Finalmente decide intentar mejorar como pueda las posibilidades de los humanos, pues después de ellos no duda de que Bosporus lo rematará a él fácilmente.

- ¡Maldita crriaturra rrota!

El Que Llora flota en lo alto de la estancia agarrándose la flecha que le atraviesa la pierna. Las dos lágrimas vertidas por el anciano y el enano hace unos instantes, todavía en sus mejillas. Sus manos alrededor del astil de la flecha, resbaladiza por su sangre, que chorrea lenta pero inexorablemente y gotea en el suelo, a cinco o seis metros más abajo. Ignorando lo que acontece a su alrededor, concentrado, intenta de nuevo arrancarse la flecha.

Con una sonrisa torva contempla a su nuevo enemigo, el que se interpone entre él y su justa venganza. En medio de la tensión, su mente mercenaria examina las posibilidades: va a necesitar toda la ayuda posible y cuantas menos distracciones, mejor.

Sin dejar de observarle y de mantenerse alerta se mueve hacia su izquierda hasta llegar a la altura del hechicero caído y con un gesto casi de desgana le lanza un mandoble que le abre la cabeza como un melón. Amplía la sonrisa mientras le espeta a Vaerles con voz ronca.

- Coge la cimitarra, mercader -masculla- No podrá detener dos ataques y tu puntería deja mucho que desear.

El viejo berserker rezonga y maldice entre dientes, pero con una férrea determinación se arrastra hacia su enemigo.

Esto no habrá acabado mientras le quede un hálito de vida en el cuerpo.