Partida Rol por web

A primera hora prácticamente había ido un servidor a recogerte a tu celda, recordándote así tu compromiso de personarte en las forjas ante el Maestro Greyweaver. Ya habías notado el día anterior, en la visita que os ofreció el Capitán Mathias a todos, que en sus forjas predominaban mucho los símbolos propios de su Capítulo, los Lobos Espaciales, que del propio Adeptus Mechanicus. Eso podía resultar algo incómodo para ti y otros tecnomarines, no cabía duda. Sin embargo, también había demostrado fervor en su servicio a la Humanidad cuando te hizo aquella pregunta con respecto a la tecnología xenos.

Había que ver qué era lo que querría comentar contigo o qué labor querría encomendarte. Tal vez simplemente querría enseñarte las forjas en mayor profundidad.

Al llegar, el servidor se retiró y tú pudiste ver cómo el Sacerdote de Hierro estaba, en ese momento, trabajando. Todos los miembros de su servoarnés se movían al igual que sus manos, trabajando con la ayuda de tres servidores sobre una pieza de ensueño: una reverenciada armadura de exterminador. Parecía estar en buen estado, así que lo más probable era que estuvieran aplicándole simplemente los ritos y ungüentos previos a su uso, o de mantenimiento.

Resultaba un gran honor ya simplemente el hecho de estar viendo eso.

Cuando el servidor vine a buscarme ya llevaba la túnica corporal puesta. Acepto sus palabras y le solicito que me guíe hacia la sala de la Forja. Por el camino sigo intentando hacerme con una imagen mental de la fortaleza, no siempre habría un servidor para poder llevarme de un lugar a otro.

Una vez en las forjas y viendo el trabajo que esta realizando el "Maestro de la Forja" me mantengo apartado unos metros viendo como sus servidores y sus manos retocan el maravilloso objeto creado hace tantos siglos. Pasado unos minutos me acerco hasta el y con una pequeña reverencia me presento. 

- Maestro de la Forja Harl Greyweaver. Me presento ante usted según lo ayer hablado para que me encomiende las labores que usted crea convenientes.

Por unos segundos, el viejo Lobo no te respondió, concentrado en su labor. Y, cuando lo hizo, sus palabras fueron dichas sin mirarte.

- ¿Qué haces sin tu servoarmadura? Así no podrás usar el servobrazo si hiciera falta que comenzaras a trabajar - entonces fue cuando te miró fijamente, diciendo -. Espero que no vuelva a suceder, muchacho.

Su mirada era severa, pero simplemente del estilo que puede tener alguien más sabio y experimentado.

Además, el reproche se quedó en eso, sin ir a más, en lo que volvía su atención a la armadura táctica modelo Dreadghnout.

- ¿Alguna vez has trabajado en una de estas sagradas piezas? - te preguntó.

- No sabía cual sería la labor que hoy me sería encomendada. Aun así será algo que no se volverá a repetir.

Miro una vez mas la sagrada pieza sobre la que esta trabajando el Maestro de la Forja, cuando escucho su siguiente pregunta.

- No venerable Maestro de la Forja, aun no he ganado el suficiente honor como para que se me permita trabajar en las sagradas piezas. Es una razón mas, para dudar de lo que se esperaría de mi en estos días.

Me cuadro delante de él ante la misión que tenga bien a encomendarme.

A Harl Greyweaver pareció satisfacerle la respuesta que le diste con respecto al hecho de no portar tu servoarmadura, aunque seguía centrado en su labor. Sin embargo, pronto terminó, diciendo entonces:

- Todo llegará, muchacho, si demuestras ser lo bastante bueno - miró la exquisita pieza de artesanía que era la armadura de exterminador antes de mirar a los servidores y decírles con firmeza -. Llevadla a su lugar de reposo. ¡Y mucho cuidado con ella! No quiero encontrarla ni el más mínimo rasguño en la pintura - se volvió a mirarte a ti (y al llevar servoarmadura, te sacaba algo más de media cabeza de altura) y te dijo -. La labor de uno de nosotros es muy extensa, y nuestra armería es muy grande. Aunque cada uno de los compañeros con los que en principio harás equipo debe cuidar su propio equipamiento, como su tecnomarine serás tú el que tendrá que revisar y custodiar no sólo que lo hagan bien, sino el equipo que pudieses llegar a necesitar para alguna visión. Incluso serías tú el que presentaría aquí la solicitud y lo retiraría. Esa puede decirse que sería una de tus labores principales. Otra sería la del tratar con - hizo una mueca de desagrado - la vil tecnología xenos que podaís encontraros en vuestra labor. Nunca se sabe cuando será necesario abrir una compuerta enemiga sin avisar a todos esas abominaciones de vuestra presencia. Claro está que habrá más labores, pero esas serán las mismas que realizarías en tu Capítulo, como sería reparar los vehículos, armas y otro equipamiento del que aquí se disponga, así como de su cuidado. Por ejemplo, lo que estaba haciendo antes con esa pieza era sólo una mera labor de mantenimiento.

Se dió la vuelta y te miró por encima del hombro:

- Acompáñame. Quiero comprobar personalmente tu habilidad con los Espíritus Máquina.

Me despido con una reverencia del sagrado artefacto que es retirado de nuestra presencia. Y me centro en el Maestro de la Forja.

- Será para mi un honor mantener en buen estado las armas y armaduras de mis compañeros. Y tratare con el máximo cuidado la vil tecnología xenos.

Empiezo a seguir al Maestro antes de responder.

- Espero que esté a la altura de las circunstancias.

- Eso es lo que descubriremos.- respondió, mientras que te iba guiando por la Forja, bajando a los niveles inferiores de la misma, pudiendo así ver por el camino tanto algunos almacenes de armas y munición como a más servidores trabajando.

Al cabo de un rato viste que en el nivel inferior al que acababas de acceder había algunos vehículos con aspecto de estar siendo o reparados o en mantenimiento. Harl se dirigió directamente a un Rhino que tenía un par de agujeros en el casco, en dos puntos distintos, efectuados por lo que parecía fuego intenso. ¿Un cañón láser? Puede, pero a la vez era distinto...

- Adentro, chico - dijo el Lobo Espacial, entrando por la puerta lateral del vehículo -. A este Rhino le disparó una Armadura Apocalipsis Tau, aunque consiguió resistir un rato y todavía puede ser más que funcional. Las orugas están bien, pero no termina de funcionar el motor y el Espíritu Máquina está dando problemas - te miró directamente -. Efectúa un diagnóstico.

Estas vetustas máquinas siempre nos demostraban por su tamaño y poder la debilidad de los cuerpos mortales. Los impactos en su casco demostraban la dura batalla que había tenido que soportar. Me uno a la máquina para que su espíritu y el mio puedan hablar así descubrir cual es el mal que le aflige. En mi mente aparece el velo rojo de la ira de la máquina, hace que pierda un poco el hilo del diagnóstico. 

- Maestro. Por lo que veo hay una parte del cableado que fue dañado por los impactos de las armas Tau, debieron destruir el blindaje y el calor quemo la parte del cableado que había detrás. Eso hace que el espíritu de la máquina este enfurecido.

Me paso unos segundos mas interconectado intentando sacar alguna conclusión mas antes de continuar.

- Al parecer estos daños obligaron a trabajar por encima de sus capacidades al motor y este se podría haber gripado. Poco mas puedo sacar en claro y es posible que mi falta de conocimiento haga que se quede algo en el tintero.

El veterano Lobo Espacial te observó mientras realizabas el diagnóstico, con una gran paciencia y sin hacer ni decir nada que pudiera desconcentrarte. Te iba siguiendo con los ojos y, cuando acabaste y empezaste a dar tus conclusiones, te escuchó con atención.

- Un diagnóstico un poco simple, pero no está mal, muchacho - dijo Harl cuando acabaste de hablar -. Quizás si hubieras llevado todo el equipo hubiera sido más acertado, pero desde luego has hecho un gran y acertado esbozo general de la situación del vehículo. No creo que haya habido un problema real de falta de conocimiento. Al fin y al cabo, estas cosas se construyen todas con la misma PCE.

Te hizo una seña para que le acompañaras en la salida del vehículo, preguntándote mientras:

- ¿Cuánto hace que empezaste a estudiar la senda de la Máquina?

Me desconecto totalmente de la grandiosa máquina y firme mirando al Maestro de la Forja, acepto las anotaciones que me da ante el diagnóstico que antes yo había dado.

- Es cierto, posiblemente lo hubiese hecho mejor con el resto de mi equipo. Vivimos para aprender de nuestros fallos.

Me quedo con cara ligeramente circunspecta, por haber fallado esta prueba. Aunque el comentario final de que no ha sido por falta de conocimientos me alivia un poco. Sigo al maestro a la salida del vehículo mientras respondo a su pregunta.

- Creo que siempre he seguido la senda de la máquina, incluso antes de pasar las pruebas que me transformaron en lo que ahora soy. De no haber sido así mis maestros del capítulo no me hubiesen escogido para la formación de Tecnomarine. 

El que fueras modesto y aceptaras tan bien la crítica pareció agradar a Greyweaver, aunque no hizo comentario alguno al respecto. Empezó a caminar contigo por las forjas, dirigiéndoise a no sabías dónde, diciendo cuando respondiste a su pregunta.

- Sí. De los Salamandras, claro. Sois artesanos natos muchas veces - habló -. Para vosotros parece ser a veces hasta un paso natural. Dime, chico, ¿hace cuánto que te ascendieron a Tecnomarine? Y desde entonces, claro, ¿has reparado algún equipo en mitad de la batalla?

Sigo como venía haciendo al Maestro de la Forja, observo impresionado las instalaciones por las que estamos pasando....buena construcción y organización. Rememoro mis años en las sagradas instalaciones de Marte antes de responder a la pregunta.

- Apenas unos cincuenta años, no los suficientes para haber visto las grandes creaciones del Omnissíat. He reparado las armas y armaduras de mis hermanos de Capítulo, pero poco mas. Mis estudios han de ser superiores para llegar a ser digno de reparar sagradas máquinas como la que hemos visto. 

- Yo diría qué has tenido un progreso bastante rápido para llevar sólo cincuenta años siguiendo esta senda.- dijo el Lobo Espacial. Quizás había cierto respeto en su voz por ello, pero resultaba complicado saberlo.

Ya estabaís entrando en una de las armerías y pudiste ver en un orden pulbro una buena cantidad de bólteres alineados, para empezar. Había armas suficientes para sostener quizás a una compañía de Marines Espaciales y la Fortaleza había demostrado tener sitio para tal cantidad de Hermanos.

- Entonces, ¿nunca tuviste que reparar un vehículo o similar en el campo de batalla? ¿O reforzar fortificaciones?

La complejidad del espacio en que estaba situada las forjas me tenía algo descolocado y aunque mi mente se adaptaría para llevarme a cualquier lugar de la Fortaleza en poco tiempo. Veo la gran cantidad de bólteres alineados en las paredes, impresionado no solo por el número de ellos sino por el número de hermanos que tendría que haber acantonados aquí para poder empuñarlos.

- La verdad Maestro es que soy lego en tales materias. Necesitaría ganar experiencia en combate para poder aprender tales maestrías.

Se detuvo para mirarte con lo que dijiste, comentando:

- Espero que puedas ganar esa experiencia pronto, muchacho. Puede ser sumamente necesario cuando menos lo esperes - seguía caminando a través de la armería, volviendo a hablar al poco -. Cuéntame, chico, ¿en qué batalla destacaste contra los xenos?

Aunque viniendo de un tecnomarine esa pregunta podía ser un tanto extraña, estabas hablando con un Lobo Espacial. Eran un Capítulo de guerreros experimentados, por lo que viniendo de sus labios no era tan extraña.

La conversación con el Maestro de la Forja era distendida, mientras caminábamos por las salas iba sacando poco a poco preguntas que supongo eran para saber mis actitudes. Ante su pregunta de las batallas donde había estado contra los Xenos, la única que me podía venir a la mente fue la primera vez que me enfrenté a esos seres La batalla por Typhon Siete.

- La batalla por Typhon Siete, aunque fue poco después de unirme a mis "hermanos salamandra" vi a los malditos Orkos en los primeros días después de nuestro desembarco. Pude probar mi brazo y mi fe, contra esos engendros del espacio.

- Ah, los orkos - dijo pensativo el Lobo Espacial -. Yo mismo me he enfrentado a ellos en multitud de ocasiones. Saben lo que hacen muchas veces en cuerpo a cuerpo, pero actúan como bárbaros salvajes sin control en la mayoría de ocasiones. No hay que subestimarlos, sin embargo. No sólo plagan la galaxia de punta a punta, sino que además una vez ví a uno que le habían volado media cara de un disparo seguir luchando como un poseso y partir en dos de un golpe a tres guardias imperiales. Claro, que luego yo mismo le partí a él en dos - rió profundamente, moviendo la cabeza para luego añadir -. He escuchado alguna vez que en vuestro planeta natal hay unos lagartos enormes escupefuego, ¿es cierto?

Hago un gesto de reconocimiento ante las habilidades marciales del Maestro de la forja. Recuerdo a los pieles verdes corriendo en las llanuras ante nosotros, recibiendo un inusitado castigo por parte de los cañones de nuestros vehículos y de los proyectiles de los bolteres sin cejar en el empeño de llegar hasta nuestras posiciones.

- Puede que sea cosa de su anatomía o de su voluntad impía lo que hace que se muevan incluso cuando ya han sido heridos de muerte. Confirmo con un cabeceo la siguiente pregunta del Maestro de la Forja. -Es cierto señor, en nuestro planeta natal convivimos con lagartos enormes que habitan en las cúspides de los grandes volcanes. Los mas grandes de estos son los Dragones de Fuego, tres o cuatro veces del tamaño de un ser humano. Aunque cuentan las historias de nuestro capítulo que nuestro "Señor Vulkan" y el "Sagrado Emperador" se enfrentaron a dragones de fuego realmente enormes.