Partida Rol por web

Así de rápido, al día siguiente los cuatro hombres estaban ya listos para su viaje por el desierto. Un viaje que, de salir como esperaban, sin duda les proporcionaría riquezas para vivir holgadamente durante una larga temporada. Claro que hay quienes gastan sus bienes en lo que tarda en desvanecerse una estrella fugaz, pero ya decidirían ellos cómo gastar su fortuna cuando regresaran a un lugar seguro. El desierto es un lugar lleno de peligros, y sobre todo lo era aquel desierto en particular. Muchas zonas de Agavé estaban plagadas de serpientes y escorpiones capaces de matar en cuestión de minutos con su potente veneno, y a eso se le sumaba que el lugar al que se encaminaban era bien conocido por ser frecuentado por bandidos y gente peligrosa. Al estar aquella zona en los límites entre el Último Valle y el Desierto Gris, las fuerzas defensoras de las principales ciudades comerciales no se esforzaban en llegar hasta allá para acabar con ellos, por lo que aquella gente era libre en aquel lugar, donde campaban a sus anchas. De vez en cuando se acercaban al interior del Valle y saqueaban alguna caravana, y a veces incluso se lo ponían más fácil cuando alguien se acercaba a Yanán en busca de algún tesoro. No pocas leyendas se contaban en el Valle acerca de tesoros ocultos entre las dunas de aquella región, y más de uno aseguraba que el hermano del amigo de un amigo había hecho fortuna al encontrar allí un pedazo de oro o hierro tan grande como el puño de un hombre, o incluso algún objeto mágico que otorgaba grandes poderes a su portador. ¿Quién no había visto alguna vez a un mercader que aseguraba que había traído de allí un colgante que protegía de los malos espíritus, o materiales desconocidos con propiedades aún por descubrir? Todos aquellos objetos maravillosos venían de aquel lugar, de donde se juntaba el Desierto Gris con el mundo de los vivos, y no era de extrañar que fuera allí a donde se dirigieran Jamshed y sus cazarrecompensas.

El cielo estaba despejado, hacía bastante calor, y los integrantes del grupo avanzaban por el desierto. Era ya el segundo día de camino y no había habido ningún incidente grave. Según sus cálculos dos días más a paso ligero serían suficientes para llegar al vertedero, pero con cada paso se acercaban cada vez más a la zona frecuentada por los bandidos.

"Bueno, ya no hay marcha atrás. Ahora estoy centrado en este objetivo y no voy a parar hasta que logremos encontrar ese lugar lleno de objetos de valor." Miro de soslayo al otro individuo que se ha unido a nuestro grupo, por lo visto Jamshed no confía del todo en nuestras habilidades o piensa que los peligros serán mayores y por eso ha contratado a alguien más. Niego con la cabeza y enjugo el sudor de mi frente, el calor empezaba a ser asfixiante, algo poco ventajoso en tierras tan peligrosas como las de Yanán. 

Me coloco a la altura y ritmo del hombre callado mientras carraspeo para llamar su atención. No suelo ser muy dicharachero, dicho sea de paso, pero prefiero conocer un poco con quién trabajo y por lo menos saber su nombre para poder dirigirme a él con más de naturalidad.

-Disculpa, no nos conocemos, soy Valsaris, encantado -esbozo una sonrisa-. ¿Eres también cazarrecompensas?

El rostro cubierto como siempre y mirada torva observando todo a su alrededor. Sé que estas tierras están frecuentadas por bandidos. En principio llevo en los camellos suficientes provisiones para los cuatro para los días previstos y para alguno imprevisto. No escatimo en lo necesario cuando se trata de poder encontrar algo jugoso. Me he dado cuenta de que a Valsaris y Bowen no les gusta la nueva compañía. Espero que este otro no abra la boca más de lo necesario. En fin, de momento no ha habido nada raro, pero no dejo de mirar siempre a todas partes. Espero que tengamos un viaje tranquilo y que no nos pique ninguno de estos malditos bichos de la arena...

- Soy Ash, un fiel ayudante que acompaña al señor Gunasp desde hace años.

Respondió de forma escueta para poco después centrar de nuevo su atención en los camellos. Aunque cordial en su respuesta se mostró pronto esquivo, prefieriendo permanacer en un segundo plano en ese grupo de viajeros.

El viaje estaba siendo bastante silencioso. No me importaba. La palabrería barata no es de mi agrado. Parecía que no se habían tomado muy mal que hubiera un cuarto hombre, aunque cualquiera sabe. Asher estaba haciendo su trabajo con gran diligencia y esperaba que así siguiera. A la sombra del camello desenrollo mi esquemático mapita que estaba siguiendo con mis anotaciones personales.

- Parece que según el mapa ya no estamos a demasiada distancia. De momento tenemos suerte, pero habrá que seguir con los ojos bien abiertos, por si acaso hay bandidos. He visto alguna que otra silueta lejana y arena levantada seguramente por el movimiento de algún animal de tiro o de monta.

Yo además echaré un ojo a estos.

El viaje habia comenzado, Jamshed habia traido a ailguien mas y eso me sono sospechoso, sobretodo por la esquiva forma de responder que tiene. Pero en este momento me preocupa mas la zona en la que estamos, hay que llegar lo mas rapido posible, y no llamar demaciada atencion se seguia repitiendo, sabia que estos lugares no son confiables. Esperemos tengas razon responde a Jamshed si no estamos lejos, apuremos el paso, y esperemos continuar con esta suerte dice observando el camino, esperando no ver nada raro

Capto enseguida el mensaje del tal Ash, parece que es el típico hombre discreto y que no quiere llamar la atención, cuya única motivación es el trabajo. En cierto modo yo también soy así. Según Jamshed, estábamos a poca distancia de nuestro destino. "Ojalá sea cierto, odio estar tanto tiempo en tierras de bandidos. Por ahora hemos tenido fortuna durante el trayecto pero... nunca se sabe." Compruebo con rápidas miradas cada extremo del desierto por si veo alguna figura inesperada.

Alguien se acerca en la distancia. Va directo hacia el grupo, pero muy despacio, dando muy lentamente cada paso. Paso tras paso se va acercando, y a medida que lo hace podéis distinguir que se trata de la figura de una mujer. Parece muy cansada y débil, no tiene buen aspecto. Cuando ya está frente a vosotros tropieza y cae al suelo. Levanta la cabeza, implorando ayuda con la mirada.

—A... ag... agua.

Al ver la mujer acercandoce, comienzo a mirar hacia todos lados en busca de alguien mas, esto no me huele bien, pero no puedo dejarla ahi me acerco a Valsaris y por lo bajo le digo cubreme mientras me acerco a la mujer con cuidado para darle a beber un poco de agua, con sumo cuidado, y atento a una posible trampa

Ash arqueó una ceja al ver como la mujer se desplomaba para implorar poco después un poco de agua.

Mientras Bowen se acercaba a ella el permaneció junto a los camellos, agarrado a sus riendas. Echó una mirada a Gunasp y de el a las cercanas dunas de arena, preguntándose al igual que los demás si todo se trataba de una treta de los bandidos. Por si acaso una de sus manos ya había buscado a tientas la empuñadura de su cuchillo oculto.

Detecto un movimiento en la lejanía, mi primera reacción es lanzar una mirada suspicaz al resto de mis compañeros para saber si se han dado cuenta. La figura se hace más visible a medida que avanza hacia nosotros. "No puede ser, es una... mujer" -pienso cuando está delante nuestra. La mujer de rostro enjuto y mal aspecto, cae al suelo pidiendo agua. Bowen camina lentamente para socorrerla. Asiento a su orden mientras cojo una flecha del carcaj y la introduzco en el arco. Mantengo mi vista fija al frente, no es la primera vez que unos bandidos han usado una estratagema similar.

Una mujer en medio del desierto... No me gusta nada.Creo que tengo algún pellejo de agua medio vacío.

- Asher, busca un pellejo que esté casi vacío de agua y tíraselo desde donde estás.

Y cuando digo vacío, mejor que sea casi vacío. NO voy a desperdiciar nuestro preciado líquido. Mejor no acercarse. Si tiene tanta sed, ya se acercará a por él.

Veo que mis compañeros ya están alerta y yo igual, con los brazos en jarra tocando las armas en cada lado de mis caderas...
 

Bowen da de beber a la mujer mientras los demás vigilan los alrededores. Tras unos sorbos, se anima a hablar más.

—Gra... gracias —dijo con la voz entrecortada—. He escapado de unos bandidos. Son tres, tienen... tienen a mi hermano... 

Tres bandidos piensa al oir a la mujer habla muy pausado poniéndose de pie y ayudándola a pararse ¿como lograste escapar de ellos? pregunta y ¿que hacían en un lugar tan peligroso? continua desconfiando de su palabra, no es un lugar muy agradable para ponerse a conversar.

"Bandidos", la palabra que no apetecía oír. Si está tan muerta de sed, una de dos: ha escapado de los bandidos hace días y probablemente los ha dejado atrás o, algo que no sería raro, esos bandidos no se han preocupado del comfort de esta. Por mucho que haya escapado, solo nos puede traer problemas.

Intentando que no se muestre la desconfianza a través de los ojos, que es lo que queda sin cubrir, aguardo una explicación. Espero que no nos retrasemos. A mí como si se la lleva una tormenta de arena.

Le hago un gesto a Asher para que nuestra pequeña caravana se siga moviendo y miro de reojo si la mujer nos sigue. En todo momento mantengo la mano derecha pegada a la cintura, mientras sujeto uno de los animales de carga con la otra mano. Espero a ver si también los demás arrancan con el fin de llegar a nuestro objetivo.

La mujer dice que unos bandidos la atacaron y secuestraron a su hermano. "Si han seguido su rastro,  nos podemos meter en problemas." Vuelvo a comprobar las extensas dunas, por si hubiera algún indeseado merodeando cerca. Jamshed no tiene ganas de esperar y está empezando a moverse. Yo tampoco quiero estar aquí parado eternamente. Aunque su relato fuese cierto, si accedemos a la búsqueda de su hermano perderemos un tiempo valioso. Indeciso, aguardo a la reacción de los demás y de la propia mujer.

Ash parecía algo distraido observando a la nueva compañía que había ganado la compañía hasta que reparó en la señal que le hizo Janshed. Asintió con seriedad con un gesto de afirmación de su cabeza mientras azuzaba al camello de cabeza instándole a seguir con la marcha.

Pese a ello seguía tenso, sin bajar la guardía atento al contorno de las dunas mas cercanas mientras parecía que era el mercenario al que llamaban Bowen el que se ocupaba de la atencion a la mujer asi como a las preguntas.

Yiroba mira a Bowen. La mujer parece aterrorizada. Abre la boca para hablar, pero en vez de pronunciar una palabra se lleva las manos a la cara y empieza a sollozar. 

—Los bandi...i... idos nos roba...ron las ca...bras —dijo entre llantos. Era difícil entenderla—. Fu... i... i... mos de... de... trás de ellos, porque no... no... no tenemos nada más para comer. Y... nos atra... paron. 

Eso fue todo lo que logró decir. Después rompió a llorar de manera todavía más exagerada. Señalaba hacia el lugar del que había venido, pero cada vez que intentaba explicar o decir algo se le cortaban las palabras por el llanto.