Partida Rol por web

El interior del vehículo se ilumina repentinamente por dos breves destellos.

Smoke sostiene su arma humeante, respirando agitadamente y observando a su objetivo claramente enervado. Ha sido demasiado para él. Ya no le domina un instinto primitivo, pero ha actuado por impulso. Lo primero que le ha surgido en la mente.

La radio está destrozada, y el sicario continúa apuntándole unos segundos eternos, como si esperase que alguna parte de esa niebla se colase por allí, materializando esas voces macabras en un horror mortífero. De a poco comienza a calmarse, y enfunda su arma nuevamente.

-Entonces estamos en el medio de la puta nada, ¿es eso?- inquiere, sin atreverse a refutar las palabras del contable, probablemente porque tendrían más sentido que cualquier excusa que su imaginación pudiera elaborar. -No me importa que mierda nos sigue. Usted tiene que saber como salir...- añade, considerando innecesario agregar una petición.

Todo el mundo parece haber perdido la chaveta cuando Smoke se pone apegarle tiros a la radio.

-Pero ¿Que hostias...? ¡Smoke, mierda! ¡Guárdate los tiros para los cabrones que nos persiguen! Nina, reduce, no parece que los tengamos besandonos el culo de momento.

Mike agarra el anciano por los hombros y le mira fíjamente a los ojos, con la determinación que lo caracteriza.

-¡John! ¡Serénese! Tiene que encontrar una forma de sacarnos de aquí. Estamos con usted, lo llevaremos a ver a su logia o a su abuela o a quién quiera, pero devuélvanos a la civilización.

- Eso.- dice reafirmando las palabras de Michael a Smoke. Era lo que pensaba pero que no se atrevía a decir por miedo a la reacción de sicario despiadado ahora convertido en sicario majara.

- Oiga Haggarth ¿Que es eso del purgatorio?.- le pregunta al viejo - Suena a que estamos jodidos y estoy seguro su respuesta va a ser incompatible con mi tranquilidad pero aún así me arriesgaré.- el Angelo callado y timido del pisito de Nueva York se había transformado en un cinico y sarcastico. Pocos conocían en la familia en profundidad al abogado ¿Era esta su verdadera personalidad o se estaba volviendo loco superado por aquella situación?

Haggarth intenta recobrar la calma. La verdad es que el disparo de Smoke destrozando la radio ha tenido un efecto sorprendente sobre el viejo: es como si el asesino hubiera cortado la soga que asfixiaba la mente del contable. Mientras Nina reduce un poco la velocidad a instancias de sus acompañantes la voz de Haggarth recupera un tono más tranquilo, casi didáctico. Pero en sus ojos se lee un miedo aterrador todavía:

- Los Purgatorios - recalca este plural - son zonas de la Realidad donde la gente expía sus pecados para poder renacer nuevamente. Son distintos para cada uno... y en teoría sólo accesibles para aquellos que han muerto... pero con magia muy poderosa se puede romper la barrera y los vivos pueden acceder a estos lugares. Tienen sus propias reglas y dependen del alma del fallecido... si salimos de este Limbo y encontramos uno hay una posibilidad de volver a nuestro mundo... siempre y cuando comprendamos las reglas que lo rigen... si fracasamos los nefaritas nos darán caza. ¡No podemos permanecer en este lugar demasiado tiempo o estamos perdidos!

Lanzaba miradas al retrovisor, siguiendo las reacciones de todos, aún temblando y con el corazón saliéndole por la boca. El maldito Smoke le había dado un susto de muerte al dispararle a la radio. Pero, había sido una especie de catarsis, eso era verdad.

Por tanto, y ante la inutilidad de seguir, no adelante, o atrás, o a ninguna parte, Nina redujo, y, finalmente casi detuvo el todoterreno. En medio de la niebla, tanto daba. Se giró hacia el contable.

-Bien, entiendo, más o menos, lo que está diciendo. Y no tenemos más remedio que creerle, aunque sea lo más increíble que se me puede ocurrir ahora mismo. Entonces, con calma. Esto es UN Purgatorio. Uno. ¿El suyo? ¿Estamos en su alma...?

No se rió de lo que estaba diciendo, pero su propia voz le sonó tan extraña, que su cara mostró perplejidad. Pero siguió. Había un plazo de tiempo, no sabía por qué, pero lo notaba. Había que ir deprisa...

-¿Cómo salimos de aquí? No entendemos nada, nonno, así que dirija. Diríjanos.

- No, no, no.- negó con la cabeza repetidamente - No podemos estar en el Purgatorio de ninguno de nosotros porque no hemos muerto. Esto no es normal: para poder acceder a un Purgatorio se exigen hechizos de tal poder que... ¡da igual! ¡tiene que haber sido provocado por la apertura del Sello! Se ha abierto un portal entre nuestro mundo y el de ellos...

El hombre se sacó las gafas para limpiar los cristales.

- Sigue conduciendo. Debemos buscar un Purgatorio... cualquiera... y entrar en él. Los Purgatorios son un enlace entre el mundo de los vivos y de los muertos... sólo si entramos en uno y comprendemos su significado podemos buscar el punto de enlace para regresar... eso o hacer un conjuro de retorno, pero yo no sé hacerlo. ¡No tengo tanto conocimiento! ¡Ni siquiera estoy seguro de lo que os estoy contando ahora! ¡Estamos jugando contra fuerzas que me superan por mucho!

Nuevamente volvía el tono de asfixia a su voz.

Sigue conduciendo.

Suficiente, así que eso hizo. Siguió también escuchando, pero ya hacía mucho que había desistido en su esfuerzo por entender.

Volvió a pisar el acelerador, aunque suavemente. Inspiró, profundamente, y abrió y cerró las manos repetidamente sobre el volante. Desentumeció los músculos de los hombros, y ladeó el cuello hacia ambos lados, para relajarlo. Le dolía la cabeza, eso no podía evitarlo, pero sí que podía recurrir a todo su autocontrol para sobrellevar lo que estaba haciendo, conducir, hacia... alguna parte.

Miró adelante, y a los lados. Niebla. Escudriñó entre las volutas espesas. Y siguió conduciendo. En algún momento, algo aparecería...

¡CRASH!

De repente, de la nada, de entre la niebla, surgió un individuo que se abalanzó sobre la ventanilla trasera del lado izquierdo, rompiendo el cristal con la fuerza de su embite. Michael, que estaba a ese lado, lanzó un juramento en italiano cuando una mano se aferró a su camisa. Angelo, que iba en el medio, se giró todavía intentando pensar que pasaba ¿había disparado de nuevo Smoke? Pero Smoke estaba tan sorprendido como los demás.

Un chico joven, pálido y ojeroso, se aferraba a la camisa de Michael intentando meter su cuerpo por la ventanilla mientras no dejaba de balbucear. Vestía una raída camiseta de alguna universidad del Este y parecía salir de algún tipo de accidente: 

- La gasolineeeeera... la gasolineeeraaaa... ¡Están allí! ¡Por nuestra cuuulpaaaa! 

Se aferraba desesperado a Michael mientras la sorprendida Nina pisaba el acelerador por pura inercia del pánico, arrastrando al muchacho en su viaje en el mismo momento que llegaba a la carretera asfaltada.

Le pego un tiro en la cara.

¡BANG! 

Michael no se anda con chiquitas. Los sesos y la sangre del individuo salpican toda la parte trasera, pegándose al rostro de Angelo y Michael. Llegan a la zona delantera, donde Nina sigue conduciendo sin asimilar todavía lo que está pasando. Smoke observa la escena y asiente con gesto profesional. Dentro de la locura, la locura de la muerte es la que más le tranquiliza.

La mano permanece todavía un momento aferrada a la camisa de Michael pero luego el cuerpo sin vida se acaba de soltar.

A lo lejos, entre la niebla, pueden verse unas luces a un lado de la carretera.

Michael enfunda el arma en la sobaquera con parsimonia.

-Ruegos y súplicas en otra ventanilla -dice encogiendose de hombros.

Michael se concentra en atisbar algo entre la niebla para ayudar a Nina. cuando antes salgan de alli, mejor acabarán los nervios de todo el mundo.

El pequeño mafioso se da cuenta de que las luces que se ven a lo lejos, a un lado de la carretera, bien pueden corresponderse con las de unas farolas. ¿Unas farolas en medio de la carretera? Blanco y en botella: tiene que ser la gasolinera que el tipo de la ventanilla ha mencionado. La pregunta importante es: ¿deberían ir hacia allí o evitarla?

Intentó disimular el color rojo de la sangre del estudiante de su chaqueta de quinientos pavos frotandola suavemente con un pañueño que había aparecido en su mano proveniente de algun bolsillo. Por primera vez en su vida se alegró de que aquel enano sin modales estuviera a su lado.

Los pequeños y agudos ojillos de Michael dieron con el origen de las luces:

-Me parece que esas luces son de la gasolinera de la que hablaba nuestro amigo... ¿Que crees que significa John? ¿Puede ser importante o pasamos de largo?

- ¡¿Cómo quieres que lo sepa?!- su reacción es exagerada, el hombre está viajando por una montaña rusa de emociones y el sentir como alguien le vuela los sesos a un chaval por la ventanilla no parece la mejor receta para su ánimo -  ¿Piensas que todos los días estoy en un maldito Purgatorio? Puede que sea nuestro punto de fuga o una trampa... ¿Qué harás si paramos? ¿Volarle la cabeza a todos los que se asomen?

El viejo hundió su cabeza entre las manos:

- No saldremos de ésta... no saldremos de ésta...

Parecía sorprendente que de todos los presentes él fuera el más afectado por los acontecimientos. Lo cual probablemente sería motivado porque de todos los presentes parecía ser el único que comprendía hasta que punto estaban mal las cosas.

Smoke se entrega a la tranquilidad cuando las suplicas acaban junto a un fuerte estallido. Pueden acabar con los horrores que acechan en aquel lugar, y aquello le da más paz que cualquier porción de sabiduría con la que el contable pueda ayudarles. Al menos hasta que el mismísimo viejo comienza a quebrarse.

El sicario le propina, desde el asiento trasero, una firme cachetada en su cabeza calva. -Sino se tranquiliza, le tiramos del auto y se lo damos de comer al primer bicho infernal que se le antoje un viejo arrugado. No me interesa si tengo que vagar por el puto Limbo por toda la eternidad, con tal de no oírle decir una sola palabra más-

Su respiración es más pausada. Creyendo comprender la situación parece más dispuesto a arriesgarse para salir de ella. -Esas dichosas luces son el único indicio que tenemos de que hay algo más que árboles y desquiciados en este lugar. Si algo asoma la cabeza, se la descerrajamos de un balazo. Michael comprobó que es un método bastante efectivo-

El sicario, afirmando sus palabras, amartilló su arma, atrapando el casquillo vacío antes de que cayera entre los asientos. -A menos que tengan una mejor idea-

Sigue conduciendo.

No hay más para Nina. El golpe, el chico, el disparo. No, no existen, en su cabeza, en su voluntad, sólo una realidad. Un objetivo.

¿Quieres salir de aquí...? Sigue conduciendo.

Por fin, algo, la gasolinera, al parecer. Bien, algo mejor que nada. Y hacia allí dirige al 4x4. Sin decir palabra, la vista fija, las manos de nuevo agarrotadas, aferradas al volante.

El todoterreno fue acercándose a las luces. Al aproximarse se confirmó que era una gasolinera. Un enorme cartel con el logotipo de Shell custodiaba la vía de servicio que permitía entrar en ella. La gasolinera estaba formada por dos grupos de surtidores y un pequeño edificio que probablemente fuera tienda y bar. A un lado había un túnel de lavado. Pese a las luces de las farolas encendidas el lugar parecía abandonado. Los cristales del edificio estaban sucios y en alguna esquina presentaban roturas, mientras que el interior estaba a oscuras. Los surtidores estaban cubiertos por la suciedad y el óxido. La luz del cartel parpadeaba sin decidirse a apagarse definitivamente.

Nina fue deteniendo el coche mientras accedía desde la vía de servicio.

Michael volvió a cargar la escopeta (¿cuantos cartuchos me quedan?). En las distancias cortas, se fiaba más de su poder destructivo. Abrió la puerta y esperó a que los demás bajaran también.

-Espero que esto sea lo que tenemos que hacer. Este sitio me pone los pelos de punta. Parece el típico escondite de psicópata.

Lo peor de todo era que Michael tenía un mal presentimiento, una especie de nube negra sobre su cabeza, algo que le decía que le iba a hacer falta la escopeta.

-¿Qué hago? ¿Paro...? ¿Seguro...?

Nina miraba alternativamente al viejo, al retrovisor, y la gasolinera. Había ralentizado la marcha hasta casi detener el vehículo, pero no estaba nada convencida de bajarse allí...

-Esto no me gusta nada. No se ve un alma, a nadie. Y, casi mejor, claro... ¿...no? Pero, ¿es aquí, abuelo, tenemos que buscar la salida aquí...?