Partida Rol por web

Renato desaparece en el restaurante mientras los otros tres quedan a la espera junto al coche. Al poco rato el asesino vuelve con información y dos llaves. Hay disponibilidad de sobra en el motel y pueden cenar en el restaurante o llevarse la cena para la habitación. 

Durante la espera Petucho se limita a llenar de nuevo su pipa y sonreír sin contestar ni a Michael ni a Renato.

Ace estaba disponiéndose a salir cuando Renato cambió de opinión y decidió ir él mismo a coger las llaves. Encogiéndose de hombros, apartó la mano de la manilla y volvió a recostarse contra el asiento, algo más tranquilo. A lo largo del día había ido asimilando un poco la situación, y en esos momentos ya se encontraba algo más relajado. Incluso la (Pequeña, esperaba) posibilidad de encontrarse con algún mensajero infernal como el de las últimas veces se le antojaba indeseable y peligrosa, pero en ningún caso aterradora. Fuera lo que fuera lo que encontraran allí, tendría que hacerle frente, si quería conservar el "trabajo"... Y su buena relación con la familia. Algo que no estaba dispuesto a vender tan a la ligera. Hasta ahora, había demostrado ser un eficiente "relaciones sociales", y la poca confianza que había logrado reunir gracias a ello valía su peso en oro, como para echarlo todo a perder por dos encuentros... Fuera de lo común, por llamarlos de algún modo

Así que... Sí, de acuerdo, había un mundo más allá de lo que había conocido hasta la fecha. ¿Y qué? Seguía sin cambiar nada. De alguna manera, siempre había sabido que tenía que haber algo más, y todo seguía reduciéndose a lo mismo: Adaptarse. Llevaba haciéndolo toda su vida. Un cambio de escenario no era más que un reto más, algo que añadía emoción al ya monótono juego del tira y afloja. Ese día había comenzado algo diferente a como le habría gustado, pero... Bueno, aquello no tenía por qué acabar mal. Y además... Era solo un pequeño viaje. ¿Qué podía salir mal?

Observó como Renato volvía con las llaves, y abrió la ventanilla para incluirle en la conversación

-¿Y bien? ¿Cuál es el plan al final? ¿Dormimos todos en la misma habitación y hacemos "guardias", o cogemos dos habitaciones separadas?

-Renato, francamente, creo que mi idea es mejor por dos razones. primero, si nos atacan desde fuera no estaremos todos juntos en el mismo corral cuando el fuego prenda la paja y, segundo, me sentiria mas seguro con la lave durmiendo afuera de la habitacion donde este Baronetti. Sobretodo si alguien en la segunda habitacion se queda despierto montando guardia.

Ademas creo que quien debiera quedarse con Baronetti deberiamos ser tu o yo. Ace es un buen chico pero en esto se veria superado por el viejo. 

- Bien, hacemos eso que dices Michael, tu experiencia me supera en creces, solo espero que las ventanas se puedan cerrar bien - Decia levantando ambos brazos a modo de hacer ver que tenia razon Michael con su idea.

- Haré yo la primera guardia, pero antes de todo, mejor que comamos algo, siempre se piensa mejor con el estómago lleno..¿no creeis? - Termina de decir Renato con una extraña sonrisa.

Los cuatro hombres se dirigen hacia el pequeño restaurante de la gasolinera. La noche empieza a caer sobre el lugar mientras cenan y planifican como van a distribuirse en las habitaciones o como harán las guardias. Mientras tiene lugar la conversación Petucho guarda silencio, como si la cosa no fuera con él, mientras degusta la excelente comida del sitio.

-Desde luego, la tarta de manzana ablanda hasta el mas duro de los corazones...

Al parecer durante  la cena llegaron a un acuerdo. Primero se quedaria Renato de guardia con Ace y Michael dormiria con Baronetti. Luego Michael y Renato se cambiarian y Ace haria la ultima guardia.

-En cualquier caso... -dijo Michael mientras masticaba una generosa porcion de tarta- antes de nada tenemos que comprobar las habitaciones: ventanas, cuarto de baño, conductos de ventilacion...

Un hombre más orgulloso (O descerebrado, según el punto de vista) se habría quejado del comentario de Michael sin dudarlo. "¿Superado por el viejo?", habría dicho, con tono ofendido, antes de buscar alguna contestación lo más ingeniosa posible para intentar contraatacar a dicha acusación. Pero Ace no era orgulloso (Ni estúpido), y, por otra parte, tampoco tenía ganas de dormir con un psicópata convencido. No es que tuviera miedo (Que lo tenía), era más bien una especie de prudencia innata, un instinto "de serie" con el que nacen todos los humanos. Un instinto que, en esos momentos, bailaba y gritaba de alegría al descubrir que otros se iban a comer el marrón de vigilar a una mente inestable y potencialmente peligrosa

Así que se limitó a asentir, y a seguir las indicaciones de los otros dos. Dormiría con Renato, y luego haría guardia. Una noche norma. No tenía porque pasar nada. De hecho, lo ilógico sería que pasara algo. No, no pasaría nada, de eso no cabía ninguna duda

Sintió un escalofrío

- Puedes dormir tranquilo en la noche, haré la primera guardia yo, en cuando quieras Michael, me cambio por ti - decia seguro de si mismo Renato, mientras mira a Ace y a Michael.

- Dentro de poco anochecerá, o tal vez en unas horas, hace tiempo que ando desorientado a lo que se refiere a horas y lo que es en el día, tendré la cabeza con otras cosas - dice sonriendo mientras se levanta de la mesa, despues de dejar los cubierto encima de su plato vacio, la verdad que la tarta estaba bien buena.

Sin decir nada mas se levanta de la mesa con un saludo al resto de los comensales de su mesa, haciendo un gesto a Michael, haciéndole entender que revisara las habitaciones primero.

- quedaros aqui un rato, he visto una ferreteria cerca, como imagino que el tema de ventanas, no andara "muy seguras", tendré que hacer algo al respecto - dice en un tono que solo sus compañeros y el extraño paquete que deben de llevar, puedan escuchar.

Michael levanto la cara del pastel de manzana que se habia esparcido por todo su rostro. El pequeño italiano comia como vivia, sin mirar atrás.

-Va bene.

Su mirada parecio captar una pequeña mancha de tarta en su camisa y su rostro se contrajo por la rabia.

-Porca miseria! Otra camisa nueva!

Tras la cena los hombres se dirigen a las habitaciones. Ambas puertas están contiguas (la 604 y la 605) y dan al aparcamiento. Al entrar en ellas no hay demasiadas sorpresas: una habitación más bien pequeña, con dos camas y un televisor. Al fondo, a la izquierda, un pequeño cuarto de baño con ducha. Una gran ventana da al parking y oculta el interior gracias a una pesada cortina de color gris mezclilla. 

Michael revisa ambas habitaciones con cuidado y diligencia. Renato pega un segundo repaso aunque sabe que el pequeño matón no ha dejado nada por mirar. Todo está correcto.

Mientras lo revisan todo Ace permanece en el umbral con Petucho. El frío nocturno empieza a dejarse notar...

- se podian poner unos cierres en las ventanas, por si acaso, para mantener la seguridad de nuestro invitado - dice mirando con detenimiento las ventanas.

- Michael, ¿crees que hará falta que desde el exterior bloqueemos las ventanas que dan afuera?, aunque se tendría que hacer a las tantas y sin hacer ruido, para evitar llamar la atención - dice mientras revisa ventanas y puertas.

Renato se tomaba bastante serio eso de la "seguridad", si a alguien no le interesara que Petucho se encontrara con el otro hombre, fijo que aprovecharian para hacer algo esa noche.

Michael paso las manos por los marcos de las ventanas.

-Podemos fijarlas con cola. Sin agarre para hacer palanca es imposible vencer la adherencia del pegamento con las manos desnudas. Sólo hay una ventana, asi que no es mucho trabajo. Si por cualquier cosa tuvierias que salir por la ventana, tendreis que romperla, lo que llamaria la atencion de quien este de guardia.

-Cuando la cola se haya secado Petucho y yo nos iremos a la cama. Podemos ver la tele un rato ¿Eh, Petucho?...

Ace, como siempre, se limitó a asistir a dichas ceremonias con las paciencia y seriedad del que aprende pero no quiere aprender. Aquel no era su mundo, y, si bien su madre le había enseñado que era útil aprender un poco de todo, eso no cambiaba que el joven timador se sintiera a gusto en una situación como aquella. Al menos no tenía que dormir con "Don Genocida Retirado", hecho que agradecía inmensamente. Los perturbados y psicópatas le ponían nervioso, pero un trastornado que además parecía estar perfectamente cuerdo por fuera... Eso le ponía los pelos de punta. Petucho era más que tratable, incluso agradable, pero su historial no dejaba lugar a dudas: Un lobo con rostro de cordero no deja de ser un lobo

Si bien no contribuyó a la paranoia de sus compañeros con ideas propias (¿Cola en las ventanas? ¿Pero quién diablos creían que iba a entrar allí?), al menos si les echó una mano echando un ojo a su amistoso "acompañante" y una mano en cualquier otra tarea en la que pudieran requerirle. Un individuo que no ayuda en nada ni aporta nada se convierte en una carga. Y que una persona se convierta en una carga, en este mundillo, implicaba que tarde o temprano empezarían a prescindir de ella... En el mejor de los casos

- Claro chicos, no os sintáis incómodos.- Petucho abre la boca y la cierra exageradamente, como si fuese un perro mordiendo el aire - Os han advertido de que el viejo está loco y es peligroso. Yo también tomaría cualquier tipo de precaución. Eso sí: no creo que llegado el caso de que tengamos que salir por la ventana estemos muy preocupados por guardar la discreción ¿no creéis? 

Mientras habla Michael ya está manos a la obra con ayuda de un tubo de pegamento industrial que Renato ha traído de la ferretería cercana. Ace los mira un tanto sorprendido pero le echa un cabo a Michael mientras Renato vigila desde la puerta al viejo.

Finalmente las ventanas quedan aseguradas y todos parecen dispuestos a pasar la noche.

Medianoche. Ninguno de los presentes quiere reconocerlo pero todos están inquietos. Michael comprueba una y otra vez su arma. La última vez que tuvo que pernoctar vigilando a alguien... mejor prefiere no pensar en eso. No quiere recordar los ojos vacíos de los muertos que caminaban. En la otra habitación Renato y Ace se remueven en un sueño intranquilo, lleno de pesadillas informes y siniestras.

Petucho parece ser el único que no se encuentra para nada nervioso. Duerme a pierna suelta hasta que sucede el cambio de guardia. En ese momento sólo se remueve un momento en su cama para decir adormilado:

- Descuidad... esta noche no habrá caza...

Sin saber si está hablando en sueños o simplemente tomándoles el pelo ambos gangsters intercambian sus puestos. Pero fuera una cosa o la otra la verdad es que el viejo tiene razón. La noche pasa sin ningún incidente: ni sobrenatural ni mundano.

Por la mañana todos se levantan restablecidos en mayor o menor manera. En la gasolinera desayunan para prepararse para la segunda parte del viaje. Por la tarde deberían llegar a su destino: el Hospital de Veteranos a las afueras de Nueva Orleans.

- Sabéis a quien debemos ver en el Hospital de Veteranos...- pregunta Petucho mientras moja un trozo de su croissant en el café con leche que ha pedido - Bueno, en realidad la mierda de llamarle Hospital de Veteranos es un poco de maquillaje para no decir loquería de viejos soldados.- el hombre sonríe - Vamos a ver a un viejo colega mío. El capitán John Remington. ¿Habéis oído hablar de él alguna vez?

Los demás niegan con la cabeza. Hay algo en la voz de Petucho hipnotizante, que hace que la atención se centre en sus historias:

- Le llaman el Viejo Capitán y os juro que ya era viejo cuando yo era un chaval. Ese tío es eterno... de hecho si le preguntaseis os diría eso mismo. Está como una regadera. Antes lo disimulaba, claro, pero acabó confesando toda su locura una noche cualquiera... según cuenta lleva vivo desde la época de la guerra de independencia americana. O sea, que el paisano tiene doscientos años.- se ríe de la broma, pero de pronto se queda serio - ¿Sabéis que creo yo? Que es cierto.