Partida Rol por web

Hola. Un saludo.

Aunque te dije que iba a elegir un personaje pregenerado, si ves que pasar la ficha te supone mucho trabajo, recuerda que no tengo problema alguno en hacerme yo uno desde cero. Que tampoco creo que me cueste tanto crearme uno.

Porque veo que te estás pegando un enorme trabajo a base de trasladar todo el material del Rastro de Cthulhu respecto a Reglas y apartados de Creación de Personaje. Y no quiero abusar.

Quieras que no, trasladar toda una ficha de personaje lleva tiempo, aunque la ficha esté ya hecho. Y si encima somos varios los que te hemos pedido personaje pregenerado, pues doble o triple trabajo.

Pues eso. Que veo que eres alguien que se está trabajando mucho el tema de esta partida, como veo que lo haces (cualquiera lo vería) y que estoy a tu total disposición.

Así que, lo hacemos como veas.

Saludos, Guy, y bienvenido a tu escena personal. Aquí vamos a divertirnos bastante con tu/tus personajes, los roleos de sus historias previas, las escenas personales que tengan lugar fuera del grupo... Esta escena personal está pensada para que la utilices a modo de tormenta de ideas, como lugar de roleo experimental (si quieres), para todo tipo de preguntas y dudas y, en fin, cualquier comunicación entre ambos.

Acerca de los personajes, piensa exclusivamente en tus apetencias y para nada en la carga de trabajo que supone para mí una u otra opción. Los personajes pregenerados ya están listos: puedo (y voy a) enviarte cualquiera de ellos sin ningún esfuerzo (más allá del cortopegado, ya sabes XD).

Puede suceder, y de hecho sucede habitualmente, que los personajes pregenerados no le encajan a un jugador en particular; al contrario de lo que piensan otros DJs, en mi opinión el problema no está en el jugador y sus rarezas, sino en los personajes pregenerados: nunca llueve a gusto de todos. Si esto fuera una partida de demostración ni siquiera preguntaría: los adjudicaría aleatoriamente y punto pelota. Como no lo es, lo que quiero es que os sintáis cómodos con este primer personaje (las razones quedarán claras más adelante), así que si no te sirve ninguno de los que he mencionado antes podemos construir un investigador desde cero para ti: no me supone ningún problema hacerlo. Podemos partir de un concepto tuyo, de una idea, de varias, aunque aconsejo perfilar una historia y luego buscar dónde encaja dentro de las profesiones disponibles y qué habilidades son las idóneas para él/ella. Si a causa de la novedad el sistema te lía, dime con tus propias palabras en qué piensas y yo las traduciré a GUMSHOE explicándote cada paso para que luego controles todas las posibilidades de tu personaje.

Y ahora, una muestra de personaje pregenerado. En concreto, la matemática (que era a priori la opción que más te gustaba):

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CELIA PICKERING

Concepto: Matemática perpleja, física teórica y librepensadora.

Motivación: Sed de Conocimientos.

Profesión: Científico.

Sexo: Femenino.

Fuentes de Estabilidad: Jeremy, mi esposo a mi altura intelectual; el profesor Charles Stanwick, mi mentor en matemáticas; Lucy, mi precoz hija, con toda la vida por delante.

Pilares de la Cordura: Las matemáticas pueden explicar el mundo. Una mente racional es una mente sana. La vida está hecha para sentir alegría y amor.

Habilidades de Investigación: Astronomía 1, Burocracia 2, Crédito 4, Criptografía* 4, Buscar Libros* 4, Física* 4, Idiomas* 2, Mitos de Cthulhu 1, Recogida de Pruebas* 2.

Habilidades Generales: Atletismo 10, Conducción 10, Cordura 10, Electricidad* 10, Estabilidad 10, Mecánica 10, Salud 10.

Tu amor por los números, la lógica y los acertijos se remonta a tu infancia, cuando tu tío Charles, profesor en el Trinity College, te enseñó cómo las matemáticas definen el mundo. Te enamoraste del orden y la certeza que ofrecen, y desde entonces las matemáticas han sido casi una religión para ti.

Mucha gente esperaba que abandonases tu carrera académica cuando te casaste y te convertiste en madre, pero tu pasión te lleva a sacar tiempo para ambos aspectos de tu vida. La criptografía y los códigos son las especialidades que más te interesan, y has publicado numerosos trabajos sobre el tema.

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¿Qué hacemos con todo esto?

Pues, como podemos permitírnoslo porque disponemos de todo el tiempo del mundo, moldearlo a tu gusto. Por ejemplo, verás que no he especificado una edad concreta: parece que debería moverse entre los 30 y los 40, y tú decidirías si está en la última juventud y su hija tiene unos 5 años, o si es una mujer de mediana edad con una quinceañera extremadamente lista complicándole la existencia en casa. O quizá prefieres que tenga unos 25 años, con un bebé de dos o tres por hija; o cerca de 50. A tu gusto.

Luego está el nombre, tan fácil de modificar; o su historia personal y familiar. Por último, el sexo del personaje (fácilmente adaptable a un varón si reescribimos su historia personal). En fin, un mundo de posibilidades.

Sea como sea, tu personaje quedará "en suspenso" cuando lleguemos a este punto de desarrollo, con una historia previa y un trasfondo firme y estable. Entonces rolearemos la parte de su vida más reciente, esa donde ha descubierto algo tan perturbador que todo su mundo se ha tambaleado para siempre.

Siento la tardanza. Es el fin  de semana cuando cuento con menos tiempo para dedicarle a Umbría.

Después de echarle un vistazo, el personaje en sí, tal y como está. Está muy bien. Tanto a nivel de ficha como de concepto.

Además incluye algunas habilidades "normales" (atletismo, conducir, electricidad, mecánica) que no imaginaría tendría un personaje tan de académico o de ciencia teórica, pero que pueden servir a nivel práctico a la hora de jugar. 

Además... ¿Son fichas con puntos de personajes recién creados? La verdad es que me ha sorprendido que tengan tantas habilidades, y sin dejar de ser "buenos" en bastantes de ellas. En La llamada de Cthulhu, como no te salieran una EDU o una INT muy altas, te podían salir personajes un poco "pobres" a nivel de habilidades.

Respecto al personaje:

Primero voy a proceder a trasladar la ficha tal como está a la sección de fichas de personajes de la partida.

Luego estudiaré si realizo hago algún cambio, ya sea a nivel de valores de ficha (que no creo) como de trasfondo (que ahí igual sí, aunque el trasfondo está bien). Y si realizo algún cambio respecto al original, te lo haré saber en esta sección, para que lo supervises y des tu visto bueno.

Y por último le buscaré una imagen adecuada para el personaje.

PD: Y espero haber acabado con todo a lo largo del día de hoy (lunes).

Ya he trasladado la ficha.

A nivel de ficha no haré cambios. Está bien así.

También me parecen muy adecuados los pilares de la cordura del personaje (amor y felicidad como base de una vida, las matemáticas definen el mundo, y que una mente racional es una mente cuerda) así como sus fuentes de establidad (hija, esposo, y mentor).

Mantendré lo que viene de trasfondo del personaje tal como está, pero voy a ampliar lo que viene, dándole más detalle. Creo que con eso bastará.

En la sección de Notas del personaje he perfilado un poco más la edad de mi personaje y sus Fuentes de estabilidad:

Personaje (Celia pickering): 37 años.

Mentor (tio Charles Stanwick): 65 años. Profesor del trinity Colege. Hermano mayor de su padre. 65 años.

Hija (Lucy Pickering): 16 años. Nacida cuando Celia tenía 21 años. Hija única.

Marido (Jeremy Pickering): 39 años. Abogado para una empresa de seguros.

Pickering sería el apellido que adoptó al casarse con su marido Jeremy. He pensado que su apellido de soltera, antes de casarse con su marido, seguramente sería Stanwick, el mismo de su tío (determino que su tío era por tío parte de padre, es decir, es decir, hermano del padre de ella).

Descripción e historia del personajes subidas a la ficha. Si crees que algo no cuadra, me comentas:

Descripción

Celia es una mujer de 37 años.

Aunque no practica ejercicio, es una mujer trabajadora, de mucha pasión y vitalidad. Es muy nerviosa y no puede parar nunca quieta, con lo cual realiza un gasto físico importante.

Siempre se la ve ocupada en sus investigaciones o corriendo de un lado a otro. Quizás eso la mantenga algo distante de la gente. Realmente, no es una persona desagradable, pero no tiene tiempo que dedicar a las personas, y ello ha causado que no haya afinado demasiado sus dotes para las relaciones personales, sobre todo fuera del ámbito académico o familiar.

Viste siempre de una manera bastante formal, sin abalorios u adornos. Quizás unas lentes de vez en cuando para ayudarle a leer cuando la luz languidece y empieza a cansársele la vista tras largas horas de trabajo. Nada más.

A pesar de ello, es una mujer reputada en su campo, incluso por los hombres, cosa muy difícil de conseguir en una mujer de su época. De eso y de su familia es de lo que se siente más orgullosa.

A Celia le gustan los coches, un ejemplo de la perfección mecánica llevada a la práctica. Tiene un bonito Ford, que compró con su propio sueldo, y que no deja nunca que su marido conduzca (ni que lo toque nadie que no sea ella, en realidad, siquiera para repararlo; prefiere hacerlo ella misma; es muy maniática con esas cosas). Ella es un poco loca al volante. Le gusta conducir deprisa, pero lo hace bien.

Historia

Celia nació en una familia aburguesada. Su padre, de origen irlandés, se dedicaba al negocio mercantil, y tenía una posición desahogada.

Su amor por los números, la lógica y los acertijos se remonta a su infancia, cuando su tío Charles, profesor en el Trinity College sito en Dublin y hermano de su padre, le enseñó cómo las matemáticas definen el mundo. Se enamoró del orden y la certeza que ofrecen, y desde entonces las matemáticas han sido casi una religión para ella.

La muerte repentina de su padre causó un fuerte impacto en ella, pues un era muy joven cuando ocurrió (unos 14 años). Y aunque su padre había dejado medios suficientes para que la viuda  y la hija vivieran de una manera no exuberante pero tampoco con carencias, el hermano de su padre, Charles, insistió en que la viuda y la niña se fueran a vivir con él a Dublin.

Se convirtieron así en una curiosa familia. Y aunque su tío Charles y su madre nunca tuvieron relaciones íntimas (quizás por el sumo respeto de ambos al difunto hermano y marido; y por vivir en una estricta sociedad católica irlandesa) criaron juntos a la muchacha. Incluso tras casarse Celia aun viven su madre y su tío juntos, en una especie de respetuosa amistad.

Fue mientras estudiaba en el Trinity College que ella conoció al que sería su futuro marido, Jeremy Pickering. Dos años mayor que ella, y estudiante de derecho económico.

Ella se sacaba algún dinero mientras estudiaba en el College dando clases de apoyo de matemáticas a alumnos que las necesitaban. Se conocieron cuando Jeremy acudió a una de estas tutorías de apoyo porque tenía problemas con la estadística y la combinatoria. Se encontró con una joven de cursos inferiores que le ayudó a superar los exámenes de esta materia, que ella dominaba.

Pronto el interés académico pasó al personal. Él pidió que ambos se casaran nada más licenciarse él, pero ella quería que esperaran hasta que ella finalizara sus estudios. Para ella era importante centrarse en acabarlos. Jeremy esperó, respetuoso con la decisión de su prometida, pues era un hombre adelantado a su época, y esa es una de las razones por las que Celia le ama tanto.

Tras la boda, pronto llegó Lucy, la hija de ambos. Durante este tiempo Jeremy hizo lo necesario para que ella pudiera compaginar una vida laboral y académica con la crianza de la niña. También ella recibió ayuda puntual de su tío Charles Stanwick y de su madre para poder criar a la hija mientras ella trabajaba dedicándose con intensidad a su pasión, las matemáticas. 

A pesar de esta ayuda, Celia tubo que hacer un esfuerzo importante y trabajar duro para compaginar su carrera académica con el criado de una hija.

u esfuerzo ha dado frutos. Actualmente, Lucy es una jovencita de 16 años y su marido Jeremy, a sus 39, trabaja como abogado para una empresa aseguradora. La criptografía y los códigos son las especialidades que más le interesan a Celia, y ha publicado numerosos trabajos sobre el tema.

Además de éxito en un trabajo que la apasiona, cuenta con una buena familia a la que ama. ¿Qué más se puede pedir?

Todo fantástico, sí señor. Tu señora Pickering está más que lista para descubrir algo que va a cambiar su mundo para siempre.

En cuanto tenga al resto más o menos acabados comenzamos con la escena personal, si te parece.

En cuanto a tus preguntas, en efecto, estos son personajes recién creados. En ese sentido son más fuertes que los de la Llamada (sobre todo si, como tú dices, los dados vuelan bajos a la hora de tirar por las características iniciales XDDD), o, al menos, a nivel investigativo: son verdaderos expertos en lo suyo, y lo demuestran sin complejos. 

En GUMSHOE hay diferentes formas y opciones a la hora de crear investigadores; el sistema se autoequilibra: como en otros juegos, si hay menos jugadores, los investigadores son mejores. En una aventura purista, los personajes tienden a ser bastante débiles, pero estos iniciales vuestros son tan potentes como los mejores arqueólogos con nombre de perro de las partidas Pulp. Disfrútalo, no todos los personajes que vas a interpretar en la Revelación Final son así... ;-P

Me parece bien. Tampoco quiero meterte prisa a ti o a los otros jugadores. Empieza cuando consideres que debemos empezar, ya sea más pronto o más tarde.

Disfrútalo, no todos los personajes que vas a interpretar en la Revelación Final son así... ;-P

¡OUCH!

PD: Cambié el Ford por el Austin 7, que es un modelo de automóvil británico en vez de norteamericano.

No, si yo estoy listo para empezar a rolear. Lo que ocurre es que no preveo que las escenas personales de antecedentes sean demasiado largas; y claro, si comenzamos la tuya puede suceder que después tengas que estar parado un tiempo hasta que los demás se pongan al día. Casi mejor hacer esa pausa ahora y simultanear las escenas para que podamos comenzar el roleo conjunto justo al finalizarlas.

Mejor el Austin :-P

Vamos allá.

Tu obsesión más reciente en el campo de la criptografía -en el cual comienzas a ser algo más que una autoridad para convertirte en una referencia-, ha sido la colección de extraños documentos conservados en la Biblioteca Bodleian conocidos en conjunto como los Manuscritos Tyburn. Siempre has querido poner tus manos sobre esos textos, pero sólo unos días atrás, merced a un mecenazgo y la eficiente gestión del tío Charles, has conseguido el permiso que necesitabas para poder analizarlos con la pausa que merecen. Reunidos en el siglo XVII, los Manuscritos Tyburn se consideran un auténtico galimatías prácticamente desde que vieron la luz por vez primera, y su código de cifrado ha superado los más atrevidos intentos de quebrarlo por parte de muchos genios matemáticos anteriores a ti.

Imagina tu sorpresa al comprender, nada más verlos, que estaban escritos en un código que creías haber creado tú misma. Que estabas segura de haber creado tú misma.

Ayer comenzaste a descifrarlos, y al parecer los documentos son locas divagaciones acerca de un terrible apocalipsis sin parangón con ninguno de los descritos por las diferentes religiones: un infierno en la tierra poblado por criaturas imposibles venidas de un imposible entorno no euclidiano. Los textos advierten, por fin, del final del hombre, del espacio y del tiempo tal y como los conocemos.

Pero lo peor de todo, lo que te ha revuelto las entrañas hasta lo más profundo, ha sido el descubrimiento esta mañana en una de las frases descodificadas de la palabra “teléfono”.

¿Teléfono?

El manuscrito se deslizó entre tus dedos cayendo contra la mesa, primero, y el suelo de cerámica después. 

¿Teléfono? ¿En unos escritos del siglo XVII…?

Tras tanto tiempo de espera había logrado obtener de la reticente biblioteca de la Universidad de Oxford tan particulares escritos gracias a la ayuda del que fuera hermano de su madre.

Ella de inmediato pensó se sentiría eternamente agradecida hacia su tío Charles por este gesto. No sabía aún cuan equivocada estaba al respecto. 

Los documentos llegaron tarde a sus manos. Y declinaba la luz del día cuando pudo acceder a ellos, pero sabía que la aungustia y el deseo de tener que esperar hasta el día siguiente para iniciar la intentona de descifrarlos no la dejaría dormir. Así pues, se puso con ellos de inmediato, con ansiosa fruición.

Cayó la noche y aun seguía en el despacho de la Universidad cuando vió que ya todo el mundo marchaba. A pesar de que le resultó difícil interrumpir el trabajo, decidió dirigirse a casa. Condujo como una loca hasta su amado hogar, impaciente como estaba por continuar con el trabajo.

Cuando su marido Jeremy la vio llegar e toda velocidad en el vehículo, mostró preocupación ante su esposa. No era forma de andar conduciendo así por la calle. Ella asintió dándole la razón y le besó, pero en verdad estaba deseando acabar la discusión y seguir con lo que había dejado pendiente. Tal era el ansia de conocimientos que la dominaban de una forma casi irracional...

Apenas tuvo tiempo de pasar por el cuarto de su hija a darle las buenas noches antes de ponerse de nuevo a ello en una pequeña sala de trabajo que tenía para ella en casa. Allí estuvo consultando una cantidad ingente de manuales de códigos, algunos de tiempos de la Gran Guerra. Otros eran tratados matemáticos posteriores, incluso escritos por ella misma. Ante ella se presentaba un enigma como otro que jamás hubiera intentado resolver, un puzzle que esperaba su resolución. Y ella no podía por menos que dedicarle todo el tiempo que mereciera para desentrañar sus ocultos secretos. 

Al fin encontró la clave. No tan compleja como esperara. Un sistema de codificación relativamente moderno. Llevaba ya varias horas demenciálmente obsesionada con la transcripción del escrito, y ya los cristales de sus gafas se empañaban bajo la incandescente luz con la que observaba la maraña de papeles sobre a su escritorio. Aquello reflejaba ya una complejidad en niveles de papeles superpuestos en capas de cebolla inasequible siquiera para el mismo Minos del laberinto Cretense. Y si su marido hubiera entrado en aquél momento por la puerta hubiera puesto el grito en el cielo (aunque a buen seguro habría intentado esperarla despierto en la cama, pero sin duda había acabado dormido con su pijama de felpa a rayas) al ver a su esposa convertida en una lunática obsesionada con el descifrado.

Al final, había alcanzado a obtener cierta luz. Decubierto ya el método de cifrado, se empeñó en la más sencilla tarea de obtener un significado tangible de lo escrito, y cuál fue su sorpresa al encontrar algo más entre las demenciales descripciones de un horrendo apocalipsis fruto de, sin duda, la desbordante imaginación de una mente malsana y enfermiza.

Para su sorpresa encontró un termino supuestamente moderno que hizo que sus manos temblaran y su mente, siempre trabajosa, se paralizara durante lo que pareció una abismal eternidad: "teléfono".

El miedo se filtró durante unos momentos en su mente haciendo presa en ella de una forma voraz y lasciva. El documento cayó mientras sus manso temblaban y su mirada mostraba la incredulidad del ser humano enfrentado a una imposibilidad sobre todo aquello que conoce.

Sin embargo, volvió a recuperarse amparándose en razones lógicas y humanas. Aferrándose al mecanismo de funcionamiento de la mente lógica  y coherente que intenta dar de cualquier modo posible una explicación a aquello que en principio puede parecer... irracional.

—No...— Se dijo a sí misma, sin darse cuenta que hablaba en voz alta.—...no puede ser...—

Empezó a pensar ya para si misma, al encontrar un atisbo de luz en las tinieblas:

Hay muchas maneras de explicar esto, Celia. Una casualidad, sin duda. No puede tratarse del aparato moderno que conocemos. Esto es, quizás, una denominación dada con acierto a nivel de evolución del lenguaje a lo que podía ser simplemente un sistema de comunicación a distancia: Tambores, humo, silbidos. Sin duda aunque el término "fono" hace referencia al sonido, podemos especular con que se trate de un símil o metáfora. Teléfono no es más que la "voz a distancia" expresada de manera semántica. He sufrido una mera ilusión del lenguaje.

Aquella explicación la tranquilizó un poco. De nuevo, la ciencia y la razón triunfaban sobre el mito. Una persona racional como ella no podía pensar... negó con al cabeza, más tranquila, mientras se agachaba a recoger de nuevo los documentos.

Sin embargo, los recogió con cierto temor y deferencia casi sagradas. Aunque racionalmente sabía que TENÍA que haber una explicación racional a lo que acababa de transcribir, emocionalmente se sentía algo insegura sobre lo que aquellos papeles le tenían reservado.

Continuó con su trabajo hasta el alba, intentando sacar algo en claro. Aun así, seguía sintiéndose algo incómoda. Al día siguiente llamaría a su tío Charles y le relataría al experiencia. No podía hablar de ello con otros expertos. Se reirían de ella, Él en cambio, seguramente la tranquilizaría y puede que en unas semanas todo sería una anécdota de la que se reirían juntos.

Aun así, a partir de entonces siguió transcribiendo aquellos documentos con una sensación de desasosiego, aunque su ansia científica se imponía (por el momento) a sus seguramente infundados temores... No tardó mucho en amanecer, y oyó los pasos intranquilos de su marido  Jeremy al despertarse y descender por la escalera desde el cuarto de ambos en el piso superior.

Eso debe ser. Una unión afortunada y descontextualizada de palabras. Nada más que eso.

Prosigues con la lectura detallada del texto y extraes una idea clara del contenido: es sin duda una especie de Apocalipsis apócrifo, exento de parafernalia cristiana y absurdamente cubierto de ciencia y terminología técnica. No habla de pecados, sino de destrucción indiscriminada y sin sentido. No habla de ángeles y demonios, sino de seres preternaturales y ajenos a la comprensión humana. No habla de paraíso e infierno, sino de tierras situadas en un continuo diferente gobernadas por leyes físicas imposibles y de proporciones geométricas absurdas tanto en tamaño como en su propia morfología no euclidiana. Todo ello improbable en un texto del siglo XVII, pero no imposible.

Lo imposible viene después, cuando horas después del hallazgo del teléfono descubres otro conjunto de palabras en una misma frase que te desconcierta: "Motor de combustión de automóvil". Una hora después, aparecen "Aeroplano" (en un fragmento que narra la infructuosa huida desesperada) y "Cazabombardero" (referido a un contraataque contra los seres muertos pero no muertos que invaden la realidad).

Y eso no es todo. 

Tu mente se fragmenta. Se divide en pedacitos que no consigues reunir por completo hasta varias horas después, ya en tu cama y con tu marido y el doctor Willis cerniéndose preocupados sobre tu rostro.

Susurras "imposible, imposible".

Rompes a llorar.

En una de las páginas finales, enterrada entre un maremagno de citas de índole apocalíptico, descifras con toda claridad una aterradora secuencia de letras: "S", "O", "Y", "C", "E", "L", "I", "A","P", "I", "C", "K", "E", "R", "I", "N", "G".

Jeremy se mostró bastante preocupado al descubrir a su mujer llorando en el despacho: 

—¿Qué ocurre? Sé que amas tu trabajo, amor. Pero a veces, te esfuerzas demasiado.

—No se trata de eso...— Levantó ella su rostro aún en lágrimas. —He descubierto algo horrible...—

—¿Algo horrible..? Déjame ver.

El abogado tomó algunos de los documentos que Celia tenía sobre la mesa. Pero repletos de códigos y palabras sueltas, no había mucho que el hombre pudiera sacar de ellos.

—Pensaba que habría una carta diciendo que le había pasado algo a tu tío o a tu madre, pero no veo nada de eso. ¿Qué ocurre?—

La expresión de su rostro mostró un gesto de duda, pero Celia negó con la cabeza, en un gesto que Jeremy no pudo entender. No podía contarle a Jeremy lo que había encontrado. Era tan... increíble. —No puedo contártelo, No puedo.—

—Vamos, Celia. — Jeremy agitó los documentos ante su rostro. —Sé que tu trabajo es importante para ti, pero esto es demasiado. Sólo es trabajo, querida.— Hubo un momento de silencio incómodo. Algo muy inusual entre ellos dos, que tanta confianza se tenían: —Has  estado trabajando toda la noche, por lo que veo. Será mejor que llames a la Universidad y digas que estás enferma. Tómate el día libre. Relájate. Te noto muy estresada.—

Celia aún estaba pensando en el contenido del documento, y no hacía mucho caso a las palabras de su marido. Las oía distantes, como en un sueño. Pero aun así, alcanzó a descifrarlas y comprenderlas: —¡No! ¡He de volver a la Oxford cuanto antes! ¡He de ver estos originales de inmediato!— Mientras decía estas palabras, se levantaba de su asiento e iba recogiendo sus notas. 

—¿Estás loca?— Jeremy estaba ahora realmente preocupado. Nunca levantaba la voz, y esta vez lo estaba haciendo. —No has dormido en toda la noche. No se te ocurra coger el automóvil. ¡Podrías tener un accidente de aquí a Oxford!—

Sin embargo, Celia siempre había sido una mujer cabezota, alguien que no cejaba en su empeño hasta conseguir lo que quería. Para bien o para mal, Jeremy lo sabía bien, y la amaba por ello. Sin embargo, esta vez parecía una trastornada: —Lo siento, Jeremy, pero debo resolver esto cuanto antes. ¡Debo saber la verdad! ¡Todos dependemos de esto!—

Aunque Jeremy era irlandés, como ella, mostraba algo de la flema inglesa: —¡Bien! Pero desayuna algo con tu hija y conmigo. Deja que te vea un rato, al menos. Ayer no te vio nada. Y acicálate. No puedes ir con esos pelos al trabajo.  Además, no creo que el mundo se vaya a ir al carajo porque esperas veinte minutos mas.—

Se notaba que su marido era abogado comercial. Se le daba bien tratar y convencer a la gente. Esta vez, sus argumentos la habían desmontado (como tantas otras veces) y le hizo caso. Tuvo una conversación convencional con su hija y su marido, mientras tomaban un pesado desayuno anglosajón, incluyendo un gran rosbiz..

Aquél momento con su familia la hizo sentirse más relajada. Sin embargo, una oscura sombra permaneció levitando es su mente en todo momento durante el desayuno, y no pudo apartarla del todo. En cuanto acabó, dio unos besos a su querido marido y su hija, y puso neumáticos en polvorosa en dirección a Oxford, intentando llegar cuanto antes.

Mientras, grises nubes se formaban en el horizonte, anunciando una turbia tormenta mañanera...

Hoy, mientras desayunas sin apetito una tostada con huevos y bacon que ha preparado tu preocupado marido, te topas con un curioso anuncio en el Times que golpea poderosamente tu atención, adormilada desde el terrible descubrimiento.

"¿Los has visto a Ellos? ¿Sabes que están aquí, y nadie te cree? ¿Piensas que todo nuestro mundo está condenado a la desaparición si, finalmente, Ellos despiertan de sus sueños de muerte? Si es así, quizá quieras hablar con nosotros. 

Grupo Viernes, todos los viernes a las 6 p.m. en Jacobs Books.