Partida Rol por web

La Revelación Final

JACOBS BOOKS (RF)

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05/08/2014, 19:22
Joseph Parker

Me siento muy incómodo por estar rodeado de extraños y tener que revelarles asuntos privados. Cuando el señor Howells cede el turno al señor de las pulcras gafas sentado a su derecha y este demuestra una incomodidad evidente en su gesto y su silencio, no puedo evitar sentir empatía por él. A mí tampoco me habría gustado nada tener que ser el primero en hablar. Tal vez por eso, consigo reunir la valentía necesaria para dirigirme al señor Howells:

-Mi nombre es Joseph Parker -digo a toda prisa-. Señor Howells -continúo, después de un breve carraspeo-, usted parece un buen anfitrión. Por eso, tal vez... debería empezar usted mismo, si no tiene inconveniente -digo atropelladamente debido a la timidez-. Quiero decir, ¿cuál es su historia? ¿Qué sombras ha atisbado usted?

Ya lo he hecho, ya he hablado. Era necesario. No podía soportar ver la presión en el rostro del caballero de las gafas, que parece más tímido que yo. Al exponerme a los demás, todos se habrán fijado en mí. Habrán visto al hombre de mediana edad vestido con ropas de calle modestas pero bien planchadas. Un tipo alto y fortote, con algo de barriga. Pelo claro y bigote recortado cuidadosamente. Ojos de color gris claro y mirada fría, penetrante e incisiva. Una boca pequeña y de labios muy estrechos, y esa nariz puntiaguda que mi mujer dice que parece de ave rapaz. Mientras noto las miradas, espero atentamente la reacción del librero, dispuesto a analizar su respuesta para decidir si se trata de un charlatán.

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08/08/2014, 07:59
Patrick Howells

El aún joven librero sonríe con agradecimiento al caballero que se ha presentado en primer lugar.

-Muchas gracias, Inspector -dice, acompañando sus palabras con sus enérgicos gestos de los brazos tan característicos-. No es fácil dar el primer paso cuando uno se encuentra con extraños atesorando, además, una carga tan difícil como la que todos ustedes acarrean consigo. -El señor Howells os contempla con calidez y toma aire-. Ya conocen mi nombre. Además de ello poco más les puede resultar de interés, salvo quizá que soy propietario de esta humilde casa desde hace poco más de medio año. Soy lo que se podría denominar un "experto" reconocido en conocimientos ocultistas y esotéricos, aunque, al contrario que muchos de mis colegas, me gusta trabajar desde el escepticismo y la constatación empírica. Me interesa profundamente este ámbito de conocimientos y me entrego a su estudio con la misma pasión con que lo hace todo científico. A fin de cuentas -sonríe de nuevo- muchos de los libros que hoy se utilizan como materia fundamental de análisis en nuestras mejores universidades estuvieron en su día tan prohibidos como alguno de los que podrían consultar aquí.

Su sonrisa se oscurece un tanto.

-Durante los últimos dos meses ha ocurrido... algo -dice en un murmullo-. Siempre se ha escuchado hablar, en los círculos en los que me muevo, de esos seres a quienes muchos llaman "Ellos". Se les da otros nombres, y hay tratados completos (y libros obscenos) dedicados en su totalidad a describir tanto sus imposibles morfologías como sus abyectas obras.

>>Yo no he podido estudiar ninguno de esos libros, y debo decir que jamás he creído en la existencia real de estos seres. Más bien creí que eran utilizados a modo de metáforas, tal como sucede con los animales en el Corpus Hermeticum. Pero en estos últimos dos meses he escuchado historias a varios clientes míos, así como a otros amigos libreros o especialistas ocultistas, como para ver con claridad un extraño patrón: gente sin conocimientos que comienza a describir seres de origen alienígena que vienen a consumir nuestro tiempo, personas respetables que pronuncian nombres prohibidos sin saber por qué, enloqueciendo... Esas historias poseen demasiados elementos comunes como para ser producto de la casualidad.

>>Y por eso estamos aquí -dice al fin-. Mis objetivos al iniciar estas reuniones es doble: en primer lugar, mi formación académica me lleva a creer en los profundos beneficios de la terapia de grupo; todos ustedes saben, han visto, pero no pueden compartir esas vivencias en sus ámbitos privados por temor a ser considerados locos por quienes les rodean. Estoy seguro de que compartir aquí todo cuando no han sabido convertir en palabras con personas que se encuentran en una situación similar les liberará. En segundo lugar, aunque no he experimentado lo mismo que ustedes sí veo en esas terribles historias toda una serie de repeticiones, de resonancias, que me perturban terriblemente. Creo que podemos encontrarnos a las puertas de algo horrible, y me gustaría descubrir si ese algo, ese destino funesto del cual hablan entre susurros otras personas como ustedes, es ineludible o si se puede evitar.

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11/08/2014, 20:31
Carter Lennox

El desconcierto de Carter no hacía más que crecer, no sólo por lo extraño del lugar en el que se estaban reuniendo, sino también por los temas de discusión, y eso por no hablar de la importancia de algunos de los allí reunidos: Lady Alice Worthwood, nada menos. Y su sobrino, del que jamás había oído hablar pero que... bueno, era su sobrino.

El escritorzuelo se sintió especialmente incómodo cuando Howells pareció insinuar que se conocían de alguna ocasión anterior. No recordaba haber pisado jamás esta librería, aunque quizá hubiera coincidido con él en alguna tertulia literaria o en la oficina de Walrus.

-Mi nombre es Carter Lennox- rompió el hielo para presentarse. Se sentaba con la espalda totalmente recta y las piernas dobladas en un perfecto ángulo recto.- Soy... escritor, de novelas policíacas, de misterio y ese tipo de cosas.

El hombre lo decía casi a modo de disculpa.

-No sé si habrán leído "El reloj, el cuchillo y la huella en el barro" o "Venganza en el segundo acto". No, supongo que no...- la verdad es que no sabía muy bien qué decir. Pasó la mano por su pelo, como si hiciera falta peinárselo cuando parecía estar esculpido en piedra.- Creo que no he tenido contacto directo con esos "ellos" de los que hablan pero hace días tuve una experiencia muy perturbadora, algo que parece indicar que yo he hecho cosas en el pasado que no recuerdo haber hecho... e incluso que es imposible que puedan haber sido obra mía. La verdad, no sé si es esto de lo que hemos venido a hablar.

¿Por qué tenía que ser él el primero? Esperaba no estar haciendo el ridículo.

 

 

Notas de juego

Perdón por el retraso, he estado fuera y me marcho otra vez de jueves a domingo.

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12/08/2014, 18:12
Celia Pickering

Celia se sentía bastante impaciente. Aunque los señores Howels, Lennox y Parker ya habían realizado ya su presentación, se producía un largo silencio entre intervención e intervención que a la señora Pickering le resultaba insufrible.

La mujer tendría unos treinta y bastantes años. De pelo castaño rojizo, vestía con una falda alargada hasta debajo de las rodillas y con un sweter de manga corta en la parte superior de su cuerpo. En un dedo de su mano izquierda portaba lo que claramente era una alianza. Curiosamente, a pesar de que sus ropas eran bastante corrientes, tenia un cierto aire de mujer liberada.

Ni corta ni perezosa, y a pesar de estar aún ofreciendo te a todos los presentes (siendo lo más silenciosa posible, para no interrumpir las alocuciones de los demás) no pudo evitar actuar de una vez, para realizar su presentación, tetera humeante en mano.

—Me llamo Celia, Celia Pickering. Trabajo en Oxford, aunque realicé mis estudios en el Trinity College de Dublin.— Todo aquello parecía un preámbulo a la verdadera historia que debía a contar: —Mis obras tienen un carácter distinto al del señor Lennox...— Hizo un ademán de respeto hacia el acartonado individuo que acababa de hablar. —.. pues la mayoría son tratados matemáticos de las que seguramente no habrán oido hablar, aunque debo decir que tienen bastante reconocimiento dentro de la rama en la que me muevo.— O la señora no tenía abuela, o realmente era una eminencia en su materia.

—La razón por la que estoy aquí está en que mi especialidad dentro de las matemáticas es la criptografía, por la que siento una malsana pasión. Llevo estudiando diversos tipos de códigos, algunos de ellos de bastante antiguedad. — Al comenzar a contar su relato, el tono de la señora Pickering había empezado a cambiar. Pareció fallarle en algún momento la voz. — En la Biblioteca Bodleian de Oxford existen unos documentos, posiblemente escritos en el S. XVII, llamados los Manuscritos Tyburn. Llevaba tiempo detrás de ellos, pues su código cifrado es un galimatías que ningún matemático había conseguido descifrar durante tres siglos, y para mi suponía un reto personal conseguir descifrar tan complejo código. A decir verdad, me encontré en principio con ciertos problemas a la hora de acceder a los Manuscriyos Tyburn, pero finalmente, merced a la intervención de mi tío Charles, un prestigioso profesor de Oxfor, se me entregaron unas transcripciones; unas copias de los mismos...—

Hizo una pausa, como añadiendo dramatismo a lo que iba a decir:

—Creo que será mejor no me alargue, y detalle con más exactitud lo que conseguí descifrar en ellos más adelante, cuando todo el mundo se halla presentado. Pero baste decir que lo que leí me aterró. Tanto, que moví todos los hilos que tenía para poder acceder a los originales y comprobar que, ciertamente, aquellas copias que descifré inicialmente no era ninguna broma de mal gusto. — Se giró hacia el señor Howels...

—Esos textos hablaban de los entes que el señor Howels denomina como Ellos, pero lo peor de todo es que ciertos aspectos del modo en el que estaban criptografiados esos manuscritos me demostraba de forma irrefutable que lo que contaban no eran leyendas propias de la época, si no algo ...  reál.— Se detuvo, como temiendo decir más.

—Como ya he dicho, será mejor que detalle el contenido de esos manuscritos más adelante, si no les importa, tras la ronda de presentaciones. Por dos razones: En primer lugar, me horroriza la mera idea de que alguien más descubra a través de mi la terrible verdad que se desvela en ellos; que alguien más no pueda dormir por las noches a causa de... su contenido. Y en segundo lugar, también es importante para mi el oirles contar alguna de sus propias experiencias, lo cuál me ayudará a creer que no estoy... loca del todo.—

Como si lo dicho le hubiera afectado profundamente, la señora Pickering dejó de servir te y se movió a depositar la tetera de vuelta a la mesita central, pasando a sentarse en una silla vacía con una pose, ahora, ciertamente alicaída...

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13/08/2014, 14:54
Doreen Mills

Doreen llevaba un sobrio vestido oscuro, de falda y mangas largas, que le hacían parecer una severa institutriz hasta que te fijabas en su cara. Tenía un rostro que reflejaba un carácter benevolente con una pizca de ingenuidad. 

Tomó la taza que le ofreció la señorita pelirroja -gracias- y jugueteó nerviosa con ella entre sus manos mientras se iniciaron las presentaciones. Durante largo rato su mirada se mantuvo clavada en el librero, pero en cuanto el señor Parker se presentó, su atención comenzó a vacilar entre unos y otros cada vez que hablaban.

Notó algo de tranquilidad al comprobar que no era la única persona treméndamente nerviosa por la situación. Se trataba de un grupo de extraños compartiendo vivencias que no eran capaces de comprender, pero precisamente eso componía un nexo común entre ellos. Desde que sufrió sus experiencias, este fue el único momento en que Doreen había vuelto a sentir que todo encajaba. No estaba sola, otros habían experimentado sucesos similares, e incluso parecía que todo tenía una explicación. Puede que una explicación terrible e inquietante, pero una explicación al fin y al cabo.

-Hola. Me llamo Doreen Mills, y trabajo como enfermera en el Hospital Nacional para Enfermedades Nerviosas de Bloomsbury. Al igual que, supongo, todos ustedes, he sufrido una experiencia aterradora que ha trastocado mi vida, y que no soy capaz de explicar. Creo que no sabría definirlo mejor de lo que lo ha hecho el señor Howells, incluso en lo de ser considerado un loco por quienes te rodean...-hizo una pausa donde pareció contener un llanto.-Yo misma lo he sufrido, entre algunas de mis compañeras de trabajo. Sólo una de las pocas personas a las que les mencioné el caso mostró una actitud de comprensión y ayuda: mi párroco.-dijo mientras se llevaba una mano al crucifijo que colgaba de su cuello.-Ahora, sin embargo, puedo compartirlo con más personas sin sentirme ida.

Doreen dio un sorbo a la taza de té antes de comenzar su relato.

-Hace varias semanas llegó al hospital una joven que había sufrido un terrible accidente. Su estado comatoso parecía irreversible, transcurriendo los días sin dar ninguna señal de recuperación. Entonces sucedió. Comencé a escuchar susurros cada vez que me acercaba a su cama. La alegría inicial se transformó en desconcierto cuando me acerqué a ella y pude escuchar lo que decía. Eran palabras sombrías que hablaban del fin de los tiempos y unos seres ocultos entre nosotros que nos arrastrarían a la destrucción. Los llamaba "ellos", tal y como ha mencionado el señor Howells.-hizo una pequeña pausa para mirarle.- Los susurros se repitieron en más ocasiones y, como ya les he dicho, cometí la estupidez de explicar lo sucedido a otros compañeros de trabajo, los cuales no me creyeron. Nadie más había presenciado reacción alguna en la paciente.

Llegué a pensar que había sido todo efecto de mi imaginación cuando pasaron unos días y no se repitieron los susurros, pero entonces... empeoró. La terrible letanía había vuelto. Era las mismas palabras, era la misma voz... -se lleva, de nuevo, la mano al crucifijo en ese momento- pero saliendo de los labios de un hombre. Otro paciente distinto.

Fue, llegados a este punto, cuando decidí acudir a mi confesor, el cual me aconsejó indagar sobre los hechos y buscar ayuda en otras personas. Y así fue como acabé encontrando este lugar.

Un nuevo sorbo a la taza de té puso punto y final al relato. Su expresión era la de alguien que se había quitado un enorme peso de encima.

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13/08/2014, 15:56
Doreen Mills
Sólo para el director

Notas de juego

He decidido guardarme, de momento, que la voz que escuchaba a aquellos pacientes era la mía.

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13/08/2014, 16:25
Archibald Devonshire

-¿Acaso es un mono que se mueve por las ramas?- dijo su mente distrayéndolo  del aburrimiento que sentía mientras dibujaba la imagen de aquel animal con la cara de la matemática y haciendo que esbozase una sonrisa cuando Celia se presentó.  Entonces llegó el relato de la enfermera, Doreen, una mujer de escasa belleza que le recordaba a un adusto escritor de obras de terror del que no podía recordar su nombre.  El relato de la mujer lo cautivo como su figura no pudo hacerlo y se giró hacia ella sintiéndose obligado a participar de la charla.

-Clariaudiencia- dijo utilizando aquella palabra salir del laberinto de ideas en el que se había introducido y acercarse así al grupo Viernes.  –Perdón- se excusó –Mi nombre es Archibald, soy el sobrino la encantadora Lady Alice.  No dejen que su rostro los engañe, hay una buena y simpática mujer tras esa máscara de acritud- le dedicó una sincera y cariñosa sonrisa a su tía y continuó –Estoy aquí en representación de una... amiga que parece estar viviendo una situación similar a la suya señorita Mills.  Desconozco si están ustedes al tanto de la teoría espírita y del trabajo de Allan Kardec o de Helena Petrovna Blavastky, más conocida como Madame Blavastky, por eso realizaré un pequeño resumen pues, considero, ese conocimiento es necesario para comprender la historia que voy a contar y quizás también la de la señorita Mills.  Ambos autores explican en sus textos y en sus experiencias documentadas, la existencia de un mundo o plano distinto al humano, o, para ser más exacto, distinto al plano o mundo físico en el que residimos.  Este plano, el plano espiritual, esta poblado por entidades espirituales de mayor o menor elevación, en las religiones se los conoce por ángeles o demonios.  Estas entidades tienen la habilidad de manifestarse en nuestro plano de diferentes formas, la más común es el movimiento de objetos, la manos común la corporización, la solidificación, por llamarlo de algún modo, del periespíritu o cuerpo astral que poseen.  Pero, además de estas proezas, hay ciertas personas que, bien mediante la práctica, bien por una... sensibilidad especial, perciben a estas entidades pudiendo así verlas, oírlas o ambas cosas-  Miró uno a uno a los integrantes del grupo Viernes y continuó.  –La experiencia de la señorita Mills puede quizás encuadrarse aquí, en la clariaudiencia, la capacidad de escuchar entidades espirituales.  Mi... amiga, en cambio a experimentado lo que se conoce como psicografías, en ella el espíritu toma momentáneamente el control del cuerpo del médium y escribe o dibuja algo, un mensaje generalmente.  Mi amiga, hasta el momento ignorante de su capacidad mediumnímica descubrió casi sin querer y por accidente- aunque por supuesto sabía muy bien que la casualidad y los accidentes no existían –que había escrito varias cosas a cerca de estos “ellos” advertencias quizás, no sabríamos, ni ella ni yo, decirlo con seguridad- parecía haber terminado de hablar pero entonces agregó –Ella prefiere mantenerse en el anonimato, pues no confía mucho en estos grupos y teme quieran timarla, pero puedo dar total crédito a sus palabras, yo mismo he visto esos escritos así que puedo dar fe de su contenido.-  Se encogió de hombros –En fin, eso es todo lo que puedo contar.  Señorita Mills, si está usted de acuerdo me gustaría que mi amiga visite a su paciente para ver si su... sensibilidad es capaz de captar algo más.  Pero ultimaremos los detalles luego si es que está usted de acuerdo- finalizó así su presentación y guardó silencio nuevamente

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13/08/2014, 16:32
Lady Alice Worthwood

Había rechazado la taza de té con un elegante gesto de su mano enguantada, aunque había acompañado el gesto con una sonrisa sincera, al parecer, lo que le quitó parte de su arrogancia. Seguía con impasibilidad las presentaciones y los relatos que se iban sucediendo, sin dar muestras de sorprenderse en absoluto.

Aunque, naturalmente, eso podía deberse a que Lady Worthwood había vivido tanto y tan abigarradamente que poco era lo que podía llegar a turbarla. Sólo en alguna ocasión, y ante alguna palabra que no hubiera sido fácil precisar, la vizcondesa no pudo retener un ligerísimo temblor que la llevó a asir su bastón con mayor fuerza. Pero por un instante fugaz.

Ahora, tras las declaraciones de varios de los presentes, se giró hacia el hombre que la había acompañado y que se había quedado al fondo de la sala, de pie. Cruzó una mirada con él, pensativa, y después carraspeó, dispuesta a hablar a su vez. Se levantó de su silla, como lo haría un ponente en una conferencia o un par en la Cámara, y se dispuso a presentarse.

-Damas, caballeros, quizá algunos de ustedes ya me conozcan. Como ya ha indicado Mr. Devonshire, soy Lady Alice Worthwood, vizcondesa de Sunfields. -Dejó pasar un segundo denso, quizá para que los presentes captaran el peso del título, o quizá para darse a sí misma un lapso en el que decidir qué iba a decir a continuación.- El motivo por el que estoy aquí... -Se detuvo de nuevo. Unos segundos más. Y, finalmente, levantó las cejas.- ¡Oh, cielos! -soltó con el mismo tono en que un estibador habría soltado un taco.- En fin. Voy a ser sincera. Iba a hablarles en evasivas, y apoyarme en mi indiscutible curiosidad, así como en mi fama de coleccionista de rarezas. Incluso podría hacerlo en términos tan obscuros y académicos como el hijo de mi buena amiga. -Miró a su previo interlocutor con una mezcla de curiosidad y tedio.- Sería un buen modo se seguir entre ustedes, sin implicarme demasiado. -De nuevo sus ojos se desviaron hacia el hombre al fondo de la sala. Y se encogió de hombros, casi en una disculpa.- Pero no, no voy a hacerlo, no tras haber escuchado algunas de sus... confesiones.

Se giró asintiendo con simpatía a las mujeres que habían hablado antes que ella. Y luego a Mr. Lennox.

-Mi caso es asombrosamente parecido al suyo, caballero. Prefiero no hablar de ello, espero respeten mis propias reticencias, pero eso no obvia que todo cuanto cuentan no me sea extraño ni ajeno. Lo cual me preocupa en grado sumo, ya que experiencias como las nuestras, repitiéndose, y en personas con ningún vínculo entre sí, dan mucho que pensar...

Dejó la frase en el aire, sin teatralidad, pero sí con dramatismo. Estaba realmente tan preocupada como intrigada. Y se sentó, la cabeza bien alta en sus ancianos hombros, los ojos vivaces como los de un depredador.

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18/08/2014, 08:26
Patrick Howells

El librero atiende vuestras presentaciones con interés, asintiendo aquí y allá, frunciendo el ceño cuando algo le llama la atención y dedicándoos sonrisas reconfortantes cuando la tensión en vuestros rostros se hace evidente a todos. De tanto en cuando susurra alguna palabra suelta, como completando una frase que se queda colgada, pero se cuida mucho de no interrumpiros en ningún momento. 

Cuando la vizcondesa de Sunfields deja su discurso colgado en el aire, el señor Howells toma aire. 

-Bien, aunque alguno de nosotros ya nos habíamos visto con anterioridad, ahora se conocen entre ustedes -dice con la voz algo rota al principio. El librero carraspea, se levanta hasta la mesa donde descansan las jarras y pastas y se sirve una taza de te-. Habrán podido constatar que, pese a que todos se han reservado parte de la historia por motivos perfectamente comprensibles, habrán podido observar, decía, que hay un extraño... patrón, en sus muy perturbadoras experiencias. Esas coincidencias en las menciones a unos seres que pretenden devorar nuestra realidad, esas... ¿cómo llamarlo?, resonancias terribles en sus vivencias personales. Salvo la vizcondesa y su sobrino, el resto de ustedes no se conocían con anterioridad; proceden de clases sociales diferentes; sus profesiones, sus campos de especialización, su educación religiosa... todo es diferente. Y sin embargo están unidos de algún extraño modo por sus conmovedoras vivencias.

Howells regresa a su asiento. Contempla en silencio la octava silla vacía.

-Es una lástima que ella no haya venido -dice, mirando al tiempo a la señorita Mills-. Es enfermera, como usted, y creo recordar que también es feligresa del reverendo Clow. Es una lástima y una sorpresa, porque era la única persona que me había confirmado su asistencia. Aseguraba además estar tan convencida tener pruebas materiales acerca de esos... terrores... Pero ¿qué le vamos a hacer? Deberemos encontrar nosotros ese hilo que da sentido a todo este asunto tan incomprensible en apariencia. Si es que tiene algún sentido, después de todo.

El hombre, pequeño pero lleno de vitalidad, recupera la sonrisa.

-¿Qué tal si ahora hablamos algo más acerca de sus experiencias previas? Encuentro muy complicado que alcancemos juntos a clarificar todo este asunto sin tener disponible el cuadro completo... ¿Cómo quieren hacerlo? ¿Nos preguntamos los unos a los otros, o dejamos que cada cuál cuente aquello que desee contar?

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18/08/2014, 12:02
Lady Alice Worthwood

Con un gesto inconscientemente autoritario de su mano, Lady Alice interrumpió al librero.

-Disculpe, Mr.Howells. ¿Cómo se llama esa enfermera de la que habla? Recientemente alguien me dijo algo de una mujer que había desaparecido justamente tras tener una experiencia paralela a la... nuestra. No creo que haya muchas personas en nuestras circunstancias. Me pregunto si... en fin, ¿cuál es el nombre de esa mujer...?

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19/08/2014, 18:48
Doreen Mills

Un escalofrío recorrió la espalda de Doreen cuando el librero comentó la ausencia de la persona que debía ocupar la silla vacía.

¿Una enfermera, como yo?... ¿Y que también forma parte de la parroquia del padre Clow?... ¿Por qué estas coincidencias?... ¿Por qué no ha acudido hoy a la reunión?... ¿Le habrá pasado algo?... ¿Es una señal sobre lo que me espera?

Los pensamientos, dudas y temores se amontonaban en la cabeza de Doreen. Centró su mirada en el señor Howells, tragó saliva, y estuvo a punto de preguntar sobre la otra enfermera cuando lady Worthwood se le adelantó.

Bien, quizás por el nombre podría saber de quién se trata.

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22/08/2014, 08:01
Patrick Howells

-Disculpe, Mr.Howells. ¿Cómo se llama esa enfermera de la que habla? Recientemente alguien me dijo algo de una mujer que había desaparecido justamente tras tener una experiencia paralela a la... nuestra. No creo que haya muchas personas en nuestras circunstancias. Me pregunto si... en fin, ¿cuál es el nombre de esa mujer...?

 

-¿Personas desaparecidas? -dice el librero abriendo mucho la boca con aire asombrado-. ¿Quiénes han desaparecido? Espero que no sea el caso de la señora Holborn... Su nombre es Catherine Holborn, y trabaja en un hospicio de Croydon. Supongo que habrá surgido algún tipo de emergencia en su hospital. He pensado en hacerle una visita, si encuentro tiempo. La señora Holborn estaba tan segura de poder aportar pruebas concretas...

Notas de juego

-Croydon es un suburbio bastante tranquilo situado al sur de Londres.

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22/08/2014, 08:18
Director

Notas de juego

¿Una enfermera, como yo?... ¿Y que también forma parte de la parroquia del padre Clow?... ¿Por qué estas coincidencias?... ¿Por qué no ha acudido hoy a la reunión?... ¿Le habrá pasado algo?... ¿Es una señal sobre lo que me espera?

Te suena el nombre de haberla visto por la congregación, en efecto. Dirías que es una mujer de unos cuarenta y algo; es enfermera en un hospicio, ya sabes, el lugar donde van a morir muchos ancianos sin hogar.

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22/08/2014, 11:03
Lady Alice Worthwood

-Hum. No. No se trata de ella. La pobre mujer de la que me hablaron se apellida Varney. Siga, por favor, le he interrumpido.

Sacudió un par de veces una imaginaria mota de su falda impecable y se sumió de nuevo en sus meditaciones, aunque sus ojos vivaces no se apagaron en absoluto.

 

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22/08/2014, 16:13
Archibald Devonshire

Escuchó con atención a uno y otros, sin embargo las cosas parecían no avanzar.

-No me resulta extraño- dijo hablando en voz alta pero para si mismo en un comienzo, luego, percatándose de cómo las miradas se giraban hacia él continuó.  –Quiero decir.  No es extraños que estos sucesos se den en personas de diferente estatus social que no tengan nada en común, al contrario, coincide con el patrón presentado por Kardec en sus estudios.- observó a los presentes, la mayoría, sino todos, lo miraban con incredulidad e incluso, creyó sentir, desconfianza.  –Cuando los espíritus consideran necesario comunicar algún mensaje a la humanidad lo hacen así, a través de distintos médiums, de distintas personas, desconocidas unas de otras y, viéndose presos del uso del leguaje terreno, muchas veces sus mensajes se confunden.  Creo yo estos... seres... no son más que una metáfora y supongo no deberíamos tomar estos contactos tan literalmente, sino intentar buscar el verdadero significado de ellos.  Deberíamos sentirnos agraciado y honrados mas no temerosos de haber sido elegidos para transmitir este mensaje-

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22/08/2014, 19:08
Celia Pickering

La señora Pickering torció el morro ante las palabras de ¿Espíritus? ¿Esta gente hablaba en serio? Como persona intensamente racionalista, no acababa de creer lo que sus oídos captaban. 

No quería ofender a aquellos desconocidos. Aun así, creyó que no debía permanecer callada, a pesar que sabía que sus palabras no iban a sentar muy bien a algunos de los presentes:

—No conozco a ese tal Kardec, señor Devonshire, pero por lo que estoy oyendo aquí, empiezo a sospechar que los estudios de ese individuo, seas cuales fueran, no pueden incluirse dentro del denominado método científico. Miren, no estoy aquí para juzgar a nadie, pero todo eso de los espíritus...— Hizo un gesto exagerado de clara incredulidad acompañado de un movimiento exagerado de los brazos.

—Eso no quiere decir que dude de todas esas experiencias de las que hablan. Al fin y al cabo, a mi también me ha ocurrido algo... en lo límite de lo creíble. Pero aun así, y si me lo permiten, creo que deberíamos ceñir las posibles explicaciones de esos eventos al ámbito de lo científico y no entrar en el mundo de ...—  Iba a decir "el mito y la leyenda", pero se lo pensó mejor y acabó usando otro término: — ... lo sobrenatural.—

—Estoy segura de que esos acontecimientos de los que hablan han de tener alguna explicación dentro del ámbito de la psicología, o de investigaciones aún no concluyentes de la mente humana. Pero... ¿espíritus? Discúlpenme si una científica como yo no puede aceptar ese tipo de explicaciones, así sin más.—

 — Lo que a mi me ha ocurrido, por ejemplo, aunque increíble, puede entrar dentro de algunos postulados y teorías científicas modernas sobre el funcionamiento del espacio - tiempo. Ahora que lo pienso, en el Trinity Collge en el que estudiaba tuve hace unos años la ocasión de escuchar al eminente John Ellis McTaggart, y algunos de los postulados presentes en su obra La irrealidad del tiempo podrían dar cierto sentido a lo que me ha ocurrido.—

—Se preguntarán de qué demonios estoy hablando. Algo normal si no han escuchado mi historia aún, pero la breves palabras del señor Lennox aquí presente me hacen pensar que él y yo hemos sufrido una experiencia similar.—

—Si han estado atentos a mi narrativa anterior, había conseguido transcribir unos manuscritos del Siglo XVII en un código que nadie antes había logrado descifrar. Mi primera sorpresa al estar por primera vez frente a la copia de los manuscritos y empezar a probar en ellos diferentes metodologías de transcripción fué el descubrir que el código que había en ellos había sido ideado, desarrollado por mi propia persona, hace no demasiado tiempo. Les juro, y soy una experta en criptohistoria, que no ha exisitido en al historia de la humanidad un código como ese hasta muy recientemente, cuando publiqué mis últimos estudios en mi obra Nuevas metodologías criptográficas. Estamos hablando de que decodifiqué un texto del siglo XVII que estaba codificado en un sistema de encriptación que prácticamente acabo de inventar hace nada.— Miro al señor Lennox, esperando ver alguna reacción de comprensión es su rostro: —¿Cómo es todo esto posible? Aún no lo sé. Como ya he dicho, mis nociones avanzadas de física hacen barajarme ciertas teorias sobre la linealidad del tiempo, y... pero ese es otro tema. Iré al grano.—

—En esos textos aparecían mencionados objetos actuales: Teléfonos, motores de combustión de automóvil... ¡Hablamos del un texto del Siglo XVII nada menos!—

—Y sin embargo, aún no he terminado. En la narración del texto, se hablaba de como ciertas... entidades, ELLOS, sospecho, vienen a nuestro mundo de dimensiones no-euclidianas, trayendo con ellos un inevitable final de nuestro mundo. El fin del hombre, tal y como conocemos. El infierno en la tierra, señores. 

—Hubo una parte bastante dantesca en la que se relata una huida desesperada en aeroplano, y luego un contraataque de cazabombarderos contra unas entidades que se describen a la vez como muertas, pero no muertas en realidad. 

—Dejé de leer cuando encontré en las partes finales del  documento una frase reveladora y aterradora a la vez. No había duda. Allí ponía  bien claro "SOY CELIA PICKERING" —

Al decir esta frase, que terminó con su relato, se quedó muda, y era evidente que sus manos temblaban ante tamaña revelación de los acontecimientos que había sufrido.

Parecíere que la mujer no fuera insensible realmente a las desapariciones de las personas de las que hablaban Devonshire y su tia. Acontecimientos algo más humanos y cercanos cuya narración de algún modo había interrumpido al contar su propio relato.

Pero daba las sensación de que la señora Pickering se había sentido necesitaba de soltar a aquello. Que no había podido esperar  mas para liberarse y compartirlo con alguien, de una vez por todas.

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22/08/2014, 22:16
Archibald Devonshire

Luego de aquel relato se rascó la barbilla y volvió a tomar la palabra –Se me ocurren dos explicaciones para lo que usted nos cuenta.  Una muy científica y relacionada con los efectos del opio... La otra sostenida por el espiritismo.  Todo lo que usted relata esta estudiado y abarcado dentro de las teorías Kardacianas, señora Pickering.  Así, sin estudiarlo con demasiado detenimiento se me ocurren varia explicaciones.  Ninguna le resultará plausible y desdeñará todas simplemente porque no puede reproducirlas en su laboratorio, pero no importa, no creo que sea necesario que estemos de acuerdo sobre los orígenes de estos... “mensajes”- dijo dándole una entonación diferente a la última palabra.  –Sin embargo, independientemente de cual sea la fuente, no podemos negar, se trate de mensajes de entidades espirituales o de viajes en el tiempo, esto es algo sobrenatural, o, como mínimo, muy infrecuente.  ¿Por qué ustedes y mi amiga han recibido esta información?  ¿Qué son estas entidades que se mencionan como ellos?  Si dejamos lo sobre natural de lado ¿Cómo podemos explicar la naturaleza de estas entidades?  ¿Qué son? ¿De donde vienen?  ¿Es esa destrucción del mundo algo metafórico o realmente involucra un peligro real?-

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24/08/2014, 00:19
Joseph Parker

Anodadado ante la cascada de información delirante pero al mismo tiempo terriblemente familiar, permanezco en silencio escuchando los relatos de los demás con gran atención. Cuando la vizcondesa menciona el apellido "Varney", un escalofrío me recorre toda la espalda.

-Señor Devonshire -intervengo tras un carraspeo-, no es mi intención desdeñar la importancia de sus preguntas, pero creo que primero de todo es importante averiguar hechos más... mundanos. Por ejemplo, por qué la señorita Pickering y el señor Lennox tienen constancia de haber hecho cosas que no recuerdan haber hecho. Y yo también he tenido una experiencia así. Verán... Soy inspector de policía -confieso finalmente, algo avergonzado- y hace pocos días llegó a mis manos una caja llena de ficheros escritos con mi puño y letra que, sin embargo, no recuerdo haber escrito nunca. En estos informes hay anotadas investigaciones y entrevistas sobre las desapariciones extrañas de un gran número de gente... desde el año 1919 -hago una breve pausa para comprobar la reacción de los presentes antes de continuar-. Todas estas desapariciones siguen el mismo patrón: personas que oyen hablar de un gran desastre que va a ocurrir, que se sienten perseguidas por criaturas invisibles, se vuelven locas y, finalmente desaparecen. Pero lo más curioso... No, lo más aterrador,  es que sus vecinos, sus familiares, luego parecen no haber conocido nunca a la persona desaparecida. El último caso es de hace una semana, la señora Eleanor Varney desapareció hace una semana y nadie recuerda nada sobre ella -digo recalcando la palabra "nada". Entonces me doy cuenta de que he vomitado de golpe todo lo que llevaba en la cabeza de forma agitada y atropellada, alzando la voz por por momentos-. Yo... -murmuro con cierto bochorno-, quiero decir, ¿qué significa todo esto? -pregunto con desesperación, mirando a la señorita Pickering y al señor Lennox, como implorando una respuesta.
 

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25/08/2014, 15:42
Carter Lennox

Carter esta sorprendido por la similitud del caso de Celia Pickering y el suyo. Lo que hizo que se animara a dar más detalles de lo ocurrido en Poole.

-Independientemente de la naturaleza natural o sobrenatural del fenómeno...- interrumpió Lennox extrayendo una libreta y una pluma de su bolsillo con la que empezó a consultar y tomar notas-...lo cierto es que algunos de nosotros parecemos haber recibido una advertencia del pasado creada por nuestra propia mano, una advertencia destinada a nosotros mismos. Hace unas semanas empecé a sufrir terribles pesadillas que me llevaron a investigar viejos casos de Jack el Destripador. Mis pesquisas me condujeron hasta el hombre que llevó el caso. Me mostró unas fotos. Una de ellas nunca llegó hasta la prensa, era de una pintada escrita con sangre en la escena del crimen de Catherine Eddowes, un crimen perpetrado en 1888. La letra...- le costaba decir una insensatez como la que estaba a punto de soltar por su boca- ...estaba escrita de mi puño y letra. Repito, en 1888. Decía así:

Carter consultó la libreta, aunque podría haber recitado aquellas palabras de memoria.

- "Los Juwes son los hombres que no podrán ser culpados por nada. Ellos están aquí. El tiempo se ha acabado. Lo que muere ha vuelto, y lo que vive muere. Somos muerte”. ¿Les dicen algo estas palabras?

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25/08/2014, 18:58
Lady Alice Worthwood

La siempre impertérrita vizcondesa emitió un ligerísimo gemido. Pero fue suficiente para que se escuchara, y así ponerse en evidencia. Carraspeó.

-No me dicen nada las palabras "los Juwes" relacionado con los crímenes del Jack el Destripador. Sí que, desde luego, tiene sentido contextuado en el ámbito masón, como ya sabrán algunos, quizá. Pero... bien, lo que me... -carraspeó de nuevo, hizo un gesto al hombre del fondo quien sin mediar palabra le sirvió un vaso de agua, bebió un par de sorbos y siguió hablando, todo con la mayor naturalidad.- ...lo que me atribula, decía, es el resto de la frase. Por mi experiencia, que de hecho les he ahorrado antes, mi propia mano trazó una frase parecida muchos años atrás. Reza lo siguiente: "Ellos están aquí. Es el final del tiempo, cuando los muertos que sueñan se alzan de sus fosas y consumen la realidad. El fin de todo es ahora." Como usted, señor Lennox, no soy en absoluto consciente de haberla... escrito. Aunque cronológicamente, podría haberlo hecho. En mi juventud.