Partida Rol por web

Pido un vodka - solo, bien frío y en vaso de tubo - tal vez para contrastar con el licor escocés de mis compañeros. Escucho a Conrad con atención mientras habla. Ya iba siendo hora de que me enterase de lo que ocurrió esta mañana, pienso comparando las palabras de Conrad con lo que nos contó en el cementerio. Miro a Amador, esperando ver sus reacciones a las palabras de nuestro compañero.

Pienso en interrumpir con una pregunta, pero decido esperar a que Eduardo conteste. El tono de Miguel no me gusta una mierda, pero la verdad es que nos tiene cogidos por las pelotas si le da por pedirle a los tipos de atrás que acaben con nosotros.

Por fin me traen el vodka. El Ritz hace honor a su nombre, al menos con la calidad de la bebida. La bebida fría, casi con la consistencia de la glicerina, refresca mi garganta produciendo un familiar quemazón en el fondo de la boca. Miro por encima del hombro a los guardias, observándoles para ver sus expresiones que tal vez no sean tan impasibles como las del sudamericano que se sienta con nosotros.

Miro al hombre tratando de dilucidar si su pregunta tiene segundas intenciones, y sin hallar una respuesta en su expresión me decido por apurar mi whisky de un trago y responder en un tono demasiado nervioso para resultar amable.

Claro que deseo añadir algo. Ese cabrón de chino tenia buenas razones para temer por su vida, ¿verdad? Pese a que mi estado roza la paranoia, o quizá precisamente por eso, observo al hombre que me acaba de preguntar tratando de ver en su rostro si mis palabras son una novedad para el. ¡Porque se lo han cargado! Tras mirar durante un instante a Amador me vuelvo esta vez hacia Conrad mientras torpemente dejo el baso de Whisky sin preocuparme de donde. Si, asesinado… Digo ante la atónita mirada de mis compañeros.  …en el mismo sitio en el que estuvimos nosotros.

Coño, espero que no necesites un mapa para darte cuenta de que estamos en un lío. Nosotros estuvimos allí, y eso hijo de puta del recepcionista seguro que se acuerda de nosotros, eso sin contar que habrá huellas nuestras por todas partes.

Mientras mis pensamientos circulan por mi cerebro a toda velocidad apenas me percato de que el vaso, abandonado sobre el reposabrazos del sillón en el que estaba sentado, ha caído estrellándose contra el suelo.

Ignorando completamente el estropicio del vaso de wisky, mantiene la mirada impasible.

- No se preocupe, señor Armero. - Dice con el mismo tono tranquilo, sin dejar claro si se refiere al vaso destrozado o a la situación expuesta por Eduardo. Se mantiene pensativo unos instantes, en los cuales el silencio tenso os atenaza los corazones. Podría pasar cualquier cosa.

La cara de Eduardo es un poema. No hace falta que diga una palabra para que todos lean en su rostro una maldición y un "¿Que no me preocupe?"

Entonces el señor Amador parece haber resuelto el cubo de rúbik que rodaba en su cabeza, o por lo menos debe haber llegado a alguna conclusión, pues sus facciones se relajan, se acomoda en su sillón y comienza a hablar en un tono bastante más directo que hasta entonces.

- Bien, señores. Se han tomado ustedes muchas molestias para llegar hasta aquí, así que les voy a contar lo sussedido. - Os mira alternativamente a los cuatro a los ojos - La organissassión para la que trabajo es mucho más que una organissassión, es mi familia. La familia Amador, como no podría ser de otra manera. - Tras repasar vuestras reacciones, continua - Paresse ser que no han oído hablar de nosotros, y no les culpo, pues llevamos nuestro negossio con discressión. Tras muchos esfuerssos generassionales, mi familia ha conseguido levantar un emporio comerssial sustentado únicamente en una palabra: Respeto. Somos una organissassión de arregladores, diplomáticos del mundo real que procuran para que los intercambios comerssiales de otras organissassiones se realissen sin contratiempos. - Al ver que no parece haber quedado muy claro, ejemplifica - Si unos radicales palestinos desean comprar armas a Estados Unidos, los Amador nos encargamos de preparar un lugar despejado en, por ejemplo, las Azores, sin que ninguna autoridad les moleste y con la garantía de que nadie levante un arma contra nadie, algo que pocos son capasses de garantissar. Todo este servissio, a cambio de un módico porssentaje del total del negossio que se esté realissando.

El tipo que sirvió el wisky de primeras, regresa con otra copa, que deja sobre la mesa, en frente de Eduardo.

- Ahora comprenderán mejor el símil que les he hecho hasse un momento sobre la red. - Les dice a Arnau, Conrad y Negro. Eduardo queda descolocado al respecto de esto, pues es algo que han hablado antes de su aparición. - El señor Cortess era miembro de nuestra organissassión. Un buen negossiador, pero nos traissionó, huyó y cuando dimos con él había entrado a trabajar para los Latinos, bajo las órdenes del señor Molina. - Se encoje de hombros - Se convirtió en un cabo suelto que cortar. Tras cortar este cabo, otras hebras se deshilacharían, entre ellas el señor Taskin, su tripulassión y su carga. Por tanto, también hubo que cortar éstas.

Tras oír esto, más de uno notáis como las gónadas se os están poniendo por corbata.

- Su difunto amigo, el señor SSafra, conmenssó a trabajar en el caso pero en cuanto descubrió que Molina era un mafioso, se apartó y no hurgó más en el asunto. Demostró ser una persona sensata, yo valoro mucho a las personas sensatas.

Entonces mira directamente a Conrad.

- Señor Orench, usted me ha dicho que en su entrevista con Molina él estaba muy interesado en saber sobre lo acontessido, luego fueron a visitar al ahora difunto señor Taskin. Teniendo en cuenta lo difíssil que es hasser averiguassiones por el barrio chino, supongo que no me equivocaré si aventuro a adivinar que el señor Molina les dirigió hassia Taskin por que llegó a algún acuerdo con ustedes. ¿SSierto?

Trato, lo que se dice trato... Respondi sin esperar a Conrad. Pero si, nos envio alli si eso es lo que quiere saber.

Sostuve la mirada subitamente recuperado de los nervios ante la perspectiva de otros incentivos.

Ahora, si lo que quiere saber es si escuchariamos otra oferta, si, la escucharia encantado.

Mira a Eduardo cuando habla y finalmente sonríe.

- ¡Seguro! Pero los Amador no compramos lealtades con vil metal, pues esas lealtades se venden con facilidad a mejores postores. Y mejor postor puede ser cualquier pendejo que aglutine suficiente plata. - Hace una pequeña pausa antes de continuar - Este es momento para que ustedes tomen partido. Como he dicho antes, me gustan las personas sensatas y creo que ustedes lo son. Si así lo desean, los Amador pueden ser sus... amigos. Pero claro, para granjearse nuestra amistad deberán evitar contarle a los Latinos lo que ahora saben. - Nueva pausa, mientras mira uno por uno a los ojos - Si prefieren irles con el cuento a Molina y los suyos, los Amador no podrán ser sus amigos... nunca más. Espero haber sido claro.

Vuelve a repasaros con la mirada, que es ahora dura y seca.

El ambiente es tan tenso que se puede cortar, comer, masticar y escupir. De un trago me acabo la copa.

- Obviamente que nos gustaria ser sus amigos. La amistad es siempre beneficiosa y productiva. Pero digame, señor Amador, las clausulas de su amistad se limitan solo a cortar la comunicación con Molina y los suyos, o hay algo mas en la propuesta? No me entienda mal, pero es que la letra pequeña de los contratos me produce un molesto escozor en la sensatez que podria ser malinterpretado.

La mirada dura se posa ahora en Arnau.

- No hay letra pequeña. - Hace una pausa para dejar fraguar esta frase - La amistad es eso, amistad. Y para que sea tal ésta debe ser ressíproca. Es dessir, yo les he hecho el favor de explicarles lo acontessido sin que tengan que continuar una tediosa investigassión y así ustedes dejan de remover el asunto y, a cambio, me hassen el favor de no contar nada de esto a los Latinos. Otro día puede que nosotros nessesitemos algo de ustedes, así como cualquier otro día ustedes de nosotros. - Saca una tarjeta de visita del bolsillo de la camisa y la deja en la mesa al alcance de cualquiera de vosotros. Tiene un número de teléfono. - Aquí tienen. Por si se da el caso.

Repite el escrutinio de rostros, como esperando que alguien más diga algo.

Cojo la tarjeta y tras leerla detenidamente me la guardo.

Yo no siento ninguna lealtad hacia Molina, ni tampoco tengo razon para hablar con el de nada en absoluto.

Me apoyo de nuevo en el respaldo mientras espero a ver la reaccion de mis compañeros.

Asiento a las palabras de Eduardo.

- Estoy de acuerdo, pero debo decir que me extrañaría que Molina se quede con los brazos cruzados si no damos señales de vida. - Añado con preocupación mientras pienso en mi móvil, que se quedó en manos de los Latinos y, seguramente, ya habrán sacado información suficiente de él como para saber cómo entrar en mi entorno.

Miro de soslayo a los demás, a ver qué tienen que decir a la propuesta de Amador.

- Ciertamente usted nos ha ofrecido información y nosotros le hemos ofrecido información, todo amistosamente y sin condicionantes, lo cual creo que da pie a que nuestra amistad sea fructuosa y duradera en el futuro. Por otro lado, nuestro objetivo no se ha resuelto de forma definitiva, dado que todavia no sabemos quien se cargó a Zafra. Como entenderá,  seguiremos indagando sobre el tema, aunque esté seguro que dejaremos de lado todo lo relacionado con los latinos y los intereses de la familia Amador.

Bien, una de fria y una de caliente. A ver como hace cuadrar ahora Amador sus palabras. Me sorprendo a mi mismo hablandole con tal franqueza a un mafioso de tal calibre, y me sorprendo también observando como una parte de mi se lo pasa bien con todo esto. Sin lugar a dudas la adrenalina es adictiva, y yo, que ya hace demasiado que no conduzco a "mi estilo personal", soy un yonki sin demasiado futuro. Si seguimos asi, Zafra se va a levantar de la tumba y nos va a pegar la bronca del siglo a todos nosotros.

Me encojo de hombros.

- ¿Amigos? Claro, ningún problema por mi parte... - digo mientras me pregunto qué pensaría Lucio de todo esto. ¡Qué le follen! ¡Me dejó tirado sin un puto consejo! Y ni siquiera sé si tendré curro después de todo esto.

Miro a Conrad frunciendo el ceño mientras comenta que Molina espera una respuesta de ellos.

- ¿Se puede saber exactamente en qué co...? - Miro de reojo a Amador, de repente pensando en que el taco que estaba a punto de decir tal vez no sea muy apropiado en este momento. - ¿...en qué quedasteis con Molina?

¡Joder! Si Zafra quería dejar la investigación porque se dio cuenta de que le había contratado un puto mafioso y se lo pudieron cargar por eso, no creo que ahora les haga mucha gracia que esta gente rompa un trato con ellos. ¡Mierda! No hace falta ser un lince para saber que no se juega con esta peña.

- Pero, dado que vamos a rascarnos la espalda unos a otros - añado volviéndome hacia nuestro "anfitrión" - y que vamos a dejar tirado a alguien que igual quiere cortarnos las pelotas por dejarlo tirado - esta vez no puedo evitar mi modo habitual de hablar - tal vez pueda echarnos una mano con el asunto de Zafra. Ya sabe, para una organización que puede organizar un encuentro entre los americanos y los palestinos, tal vez descubrir quién mató a nuestro amigo no sea tan complicado...

Eduard respondio frotandose las manos con cierto nerviosismo aunque su tono fuese ensalladamente ironico.

Oh, bueno, pues como tu mismo acabas de decir, podiamos darle informacion o se encargaria de convertirnos en hermosos eunucos muertos. Por muy ironico que fuese su tono al decirlo, una punzada de dolor atraveso su entrepierna mientras pensaba en ello. Pero siempre podemos inventarnos una historia ¿no?

Tras escuchar atentamente vuestras observaciones, interviene en la incipiente discusión.

- No creo que deban preocuparse en exsseso de los Latinos. - Hace una pausa para asegurarse que le escucháis con atención - Los Latinos aparentan más fuerssa de la que realmente tienen, están más preocupados por que sus rivales no les detecten las flaquessas que por cualquier otro asunto. De todas formas, lo acontessido en la pensión Sunshine se resolverá con un falso culpable que nos eximirá a todos de responsabilidades. - La seguridad que muestra al decir esto os deja perplejos - Si la gente de Molina les pide explicassiones, denles largas, como apunta el señor Armero. Dudo mucho que insistan demasiado.

Cambia de postura, como para escenificar un cambio de tema.

- En cuanto al desgrassiado susseso del señor Ssafra... Nuestra organissassión no es una agenssia de detectives, señor Negro. Cuando es estrictamente nessesario escarbar, tenemos nuestros medios, claro está, pero me temo que no puedo ayudarles demasiado en éste asunto. De todas formas, si me entero de algo se lo haré saber a ustedes, no lo duden.

Asiento a las palabras de Amador, aunque no tengo muy claro que nos vaya a decir nada en el caso de que lo supiera.

- OK - digo finalmente encogiéndome de hombros.

Miro a mis compañeros. No han contestado mi pregunta sobre su trato con Molina, pero tampoco creo que sea el mejor lugar para hacerlo delante de esta gente. ¡Será cabrón el tío! Con todos esos guardaespaldas, él no tendrá de qué preocuparse por los Latinos, pero a cualquier gilipollas valdría para quitar de en medio a uno de nosotros. Lo que me recuerda...

- Y, una dudilla más - pregunto, sin ni siquiera plantearme que puedo estar forzando la "amabilidad" de nuestro anfitrión. - ¿No conocerá a un tal Santiago Monzón, verdad? ¿Sabría decirnos para quién trabaja? - Después de todo, si conseguimos salir de aquí con un poco más de información, tal vez haber hecho nuevas amistades merezca la pena.

Alzo una ceja mientras observo a Negro tras su pregunta.

¿Monzon? Porque me resulta tan familiar el nombre.

Repaso mentalmente los datos que hemos ido recogiendo mientras intento ubicar a ese personaje dentro de la intrincada trama que forman los ultimos casos de Zafra, pero al poco desisto.

Le preguntare mas tarde. Me digo Al menos hemos eliminado uno de los tres casos, veamos si eliminamos los otros dos.

En realidad no hay una razon contundente que indique que la muerte de zafra se relaciona con uno de sus casos, pero hasta que no encontremos otro hilo del que tirar, parece que investigar sus casos es la mejor opcion, si bien casi parece que estamos golpeando un avispero, y antes o despues saldremos escaldados.

- ¿Monssón? - Pregunta levantando una ceja - No lo tengo presente, pero si me entero de algo serán los primeros en saberlo.

Diciendo esto se levanta del sofá dando a entender que la conversación se ha acabado.

- Si me disculpan, - Mira su Rólex - otros asuntos me reclaman y no debo demorarlos. - Os mira, esbozando una sonrisa protocolaria. - Ha sido un plasser y no dudo que esta conversassión ha sido provechosa.

Todavia no se si ha sido provechosa, o si nos han tomado el pelo, o si hemos salvado nuestras vidas. Aunque tengo la sensación de haber hecho el paripé.

Me levanto educadamente y le alargo la mano a Amador.

- El placer ha sido nuestro. Espero volver a reunirnos en un tono mas relajado para hablar de negocios, o solo de nuestra nueva amistad. Por mi lado solo cabe decirle que si necesita algun dia un chofer mejor capacitado que los que tiene me tiene a su disposición. 

Aun no se porque he dicho esto... Bueno, si lo se. Aunque parezca que tengo uno de los mejores trabajos del mundo, se que a la larga va a acabar mal. Esos ojos y esa mirada dulce van a liar la cosa. Cambiar de jefe no estaria mal... Zafra me mataria si hubiera visto esto ...

Rápidamente, termino el vodka de un trago. No es cuestión de dejar la copa a medias.

- Igualmente... - digo mientras me levanto. "Aunque no tengo muy claro en qué ha podido ser provechosa para nosotros", pienso al mismo tiempo.

Miro a mis compañeros y espero su reacción, pero por mi parte preferiría largarme de aquí cagando hostias. Me giro por encima del hombro para mirar a los guardaespaldas. Con un poco de suerte, están a punto de devolvernos los móviles y las pipas, y nos vamos de aquí sin mayor incidente.

"Eso sí, cuando salgamos vamos a tener que charlar un buen rato para ponernos al día".

Al acabar la charla, los seguratas han metido las pistolas y los móviles en un maletín de mano, parecido al de un ordenador portátil pequeño, y han cerrado el mismo con un candado típico de las maletas de viaje. Han entregado la bolsa al primero que se les acercó (Arnau) y le han metido la llave del pequeño candado en un bolsillo de su americana.

Abandonáis el hotel. Estáis a las puertas del majestuoso edificio y los cuatro intentáis mantener caras de póker, aunque a todos os comienzan a aflorar los nervios por haber estado en una situación tan tensa y con semejantes individuos.

Tenéis bastante de qué hablar, según parece.