Partida Rol por web

Marc se sentía como si le hubieran pegado una paliza, le dolía todo el cuerpo. Dejó de correr y se apoyó en sus rodillas para tomar aire. Entonces lo vio, todo él estaba lleno de sangre, en su mano izquierda un enorme machete de caza, y en la derecha un revolver aún humeante. En un acto reflejo soltó ambos objetos dejándolos caer.
-¿Dios santo, pero que he hecho?
Un ruido detrás suyo lo devolvió al mundo real justo a tiempo de evitar ser arrollado por un turismo que circulaba a gran velocidad. El vehículo realizó un violento giro saliéndose de la carretera y chocando contra una mesa de piedra de un merendero, justo entre dos tiendas de campaña.
Sin dudarlo ni un instante y olvidando su propio malestar saltó al tiempo que los campistas para rescatar a los ocupantes del vehiculo. Abrió la puerta de atrás y se quedó de piedra.
-¡¡¡¿¿¿CRIS???!!!
Sacó al bebé de la masicosi rápidamente, poniéndolo a salvo en caso de que el choche se incendiara. Los gritos le hicieron girarse.
[...]
A Sergio le estaba costando conciliar el sueño. Había estado haciendo senderismo con tres amigos por la zona del Monasterio de Piedra y tenía los pies llenos de ampollas, y la espalda le dolía de cargar con la mochila. A la vuelta no habían calculado bien las distancias y habían decidido acampar en un merendero cerca de la carretera. Había mesas de piedra y una fuente, el lugar era bastante cómodo y la carretera, aunque estaba justo al lado no era muy transitada.
Un fuerte ruido y un temblor le despertó, el y sus amigos salieron de las tiendas casi a tiempo para ver un coche que había chocado contra la mesa de piedra que había entre las tiendas de campaña. Un hombre manchado de sangre abría la puerta de atrás del coche, rescatando a un bebé -Sergio supuso que era alguno de los ocupantes del coche- Sus amigos se repartían para sacar a los ocupantes de los asientos delanteros. Él cogió el teléfono -las dos de la mañana- para llamar al 112. Este simple gesto le salvó la vida-
-¡No hay manera!¡Dice que las lineas están saturadas!
Los gritos de sus amigos le hicieron mirar en dirección al coche, sus amigos estaban siendo devorados por los ocupantes del vehiculo. A su lado, el hombre manchado de sangre sostenía al bebé en brazos. Ambos se miraron entre si con la sensación de que algo terrible estaba pasando.
 

Sangre... Gritos....

Marc corria como si fuera un sueño, confuso, manchado de sangre, hasta que su cuerpo le recordo que era humano. Un humano sometido a un estres indescriptible en las ultimas horas, agotado fisica y mentalmente.

Se dejo caer al suelo sin recordar porque corria. Vio armas en sus manos y las solto como si estuviera despertando de una horrible pesadilla o comenzando otra. No sabia que habia pasado, ni donde estaba.

-¿Dios santo, pero que he hecho?.- penso viendo el cañon del arma humeando.- ¿Le he disparado a alguien?¿De donde he sacado esta pistola?

Su mente estaba confusa y aturdida, no encontraba respuestas que pudieran explicarle como habia llegado a esa situacion. Le dolia la cabeza, el pecho le daba pinchazos por el sobre esfuerzo y los pulmones le ardian como si hubiera corrido una maldita maraton. Antes de tener un solo segundo de aliento para pensar que esta pasando y coche fuera de control se abalanzo sobre el.

Reacciono y rodo por el suelo apartandose de las ruedas.- ¿Pero que... coño?.- murmuro al ver el vehiculo estrellarse contra una mesa de piedra. Se puso en pie, olvidando el cansancio por el subidon de adrenalina y corrio para abrir la puerta.

Al hacerlo sintio que el mundo se paraba ante sus ojos al ver alli a su hija. No entendia nada pero su reaccion inmediata fue cogerla en brazos y sacarla del vehiculo. Se aparto para asegurarse de que su pequeña no tenia ni un rasguño.

De algun lado salieron unos muchachos, campistas que abrieron las demas puertas y trataron de ayudar a los otros ocupantes del coche. Marc estaba en una especie de estado de Shock, no podia pensar con claridad, no entendia nada....

... Lo ultimo que recordaba era estar con su esposa de visita en casa de los padres de ella en un pueblo llamado Calatayud. Recordaba a su suegro gastando bromas y a su suegra llenandole el plato por encima de lo imaginable, obligandole a terminarlo todo como si fuera un niño de seis años....

Los gritos le sacaron de su aturdimiento. Miro a los muchachos, despues al otro chico que intentaba hablar por el movil. Se movio rapido pero con cuidado de que la niña no se le cayera e intento recuperar las armas.

Al moverse Marc, uno de los zombies levanta la mirada y se fija en vosotros. Marc recupera sus armas, pero los zombies empiezan a moverse despacio hacia vosotros. Contáis cinco en total.

Marc tenia a su pequeña en brazos. No se acercaria a esas cosas.

No eran humanos...

No sabia que coño eran ni de donde habian salido pero su instinto le decia "Corre". Habia llegado alli corriendo ¿Estaba escapando de eso? No era momento para pensar.- Corre... susurro al chico que tenia al lado y repitio con el mismo tono pero algo mas de insistencia.- Joder, corre.

Marc se abrazo a su hija y volvio a correr. No sabia a donde iba, solo continuo en la misma direccion que corria para llegar alli.

¿Cuán difícil es vivir? El delicado equilibrio de nuestra cotidianidad nos arrastra, se nos impone; nos ausenta de nosotros mismos- Miro arriba a un cielo inexistente, al menos para mi vista, por un cubretecho que se interpone entre la noche estrellada y la mirada reflexiva al interior de una carpa. 

Me digo a mi mismo que es por el cansancio. Es verdad, es por el cansancio, pero no por esta aventura que apenas empieza en tierra extranjera. Pensar que un día volveré a hacer las mismas cosas de siempre me frustra, me agota. En dos días volveré a Colombia. Es ése estilo de vida el que me tiene hastiado. No quisiera volver, al menos no por ahora, justo en este momento donde vivir no es difícil. Basta con respirar.

Al lado mío está lo único que pude traer de mi patria. ¿Cómo no ir con él? Es mi amigo, mi guía. Sin él ya habría vuelto a olvidar. Es mi memoria, el instinto, la verdad que yace a todo humano tras de su profesión o riqueza. En él está la sabiduría, la verdad, lo que perdurará en nosotros. Me encanta pensar en todo y nada a su lado. -En algún momento fuimos incapaces de contenernos, de criticarnos para ver el punto al que hemos llegado como sociedad. Jamás podremos dar vuelta atrás.

Tyr, como el hermano del dios del trueno. Así le puse. Me mira con enormes ojos expresivos porque sabe que no puedo dormir. Se acerca y lame mi rostro. 

Seguro que ya sabía lo que pasaría, él siempre lo sabe antes que yo. Sus orejitas con forma de campana se habían alzado en dirección a contraviento, justo frente a la entrada de mi carpa. No le presté atención pensando que era algún animal que caminaba por ahí. 

Escuché el impacto horrible y salí de mi carpa segundos después, no sin antes dar la orden para que se quedase quieto. Aun atento de mi señal, ansioso por acompañarme, seguro que lo vio todo sin entenderlo. Yo mismo no lo comprendo.

Por supuesto que una situación tan tensa como ésta requiere velocidad. Milton y Mauricio salen como yo. Sabían más de primeros auxilios. Intenté llamar y llamar para que un auxilio más sólido llegara al lugar; quizá después armaría algún tipo de camilla con los palos de escoba y algunas de nuestras camisas. Pero nunca se está preparado para algo así.

Jamás habría pensado en ver algo tan salvaje. Nunca pensé en ver a mis amigos atacados por caníbales enfermos; corroídos, ajenos a su piel desgarrada por molares incidentes que sólo dejan rastros de sangre, quizás rompiendo arterias y venas; en gritos que suenan como un eco en medio de la noche, sin retorno, con una vida que se escapa. No sé si la luna alumbra lo que veo, pero dos hombres son devorados sin piedad por bestias.

En otra situación menos brutal yo habría reaccionado, como mil veces lo he hecho cuando me han intentado robar, o como mil veces me he dicho a mi mismo que actuaría si alguien atacara a mi familia. Pero me quedo petrificado.

Las manos se tensan. Sudo. Quiero gritar. No soy yo, me siento a mi mismo ajeno. Soy un espectador. Temo. No sé qué hacer.

El viento murmulla algo mientras cinco atacantes se acercan. Co... Jo.. Co... -Algo escucho pero no sé qué es. Miro hacia la carpa y como un cobarde pienso sólo en mi, en escapar. No tengo tiempo para experimentar la sensación de haber dejado a alguien que me estaba hablando.

Una nube recubre mi visión, como de un aceite sin olor, sin presencia e inexsitente. Porque no está más que en mi imaginación nublada y cegada por el temor. Corro olvidándome de las cosas que tengo en la carpa, de mi puñaleta, el hacha de mano, incluso de la maleta con víveres, ropa, brújula, costurero; en fin, con todo lo que debe tener un aventurero. Casi olvido lo más importante.

Desesperado paso de largo por la carpa, me detengo a duras penas antes de caer al piso por mi propia inercia, retrocedo un poco y silbo. Sígueme amigo, sígueme. Ven Tyr.

Sergio y Marc corren como alma que persigue el diablo. En la lejanía la silueta de una gasolinera iluminada por los faros de algún coche y por la luna les da esperanza. Tyr galopa delante de ellos con la lengua fuera, Sergio nunca lo había visto tan alterado. Ninguno de los dos tiene ganas de mirar atrás, esos seres son lentos, pero cualquier tierra que pongan de por medio les parece poca. Al subir la cuesta de la gasolinera casi se dan de bruces con el único coche que hay en la gasolinera, con los faros encencidos. El conductor mira embobado la radio, ajeno a lo que pasa a su alrededor. Con gesto decidido y algo desesperado, Sergio se acerca y llama al cristal del conductor. [...] Eloy estaba completamente concentrado en las noticias de la radio. Debía de tratarse de alguna especie de broma, o de una campaña publicitaria, pero había algo que no acababa de gustarle de todo esto. Casi le da un infarto cuando unos fuertes golpes en el cristal de su ventana le devolvieron al mundo real. Entonces se dió cuenta de la situación. El suyo era el único coche en la gasolinera, un joven -Sergio- golpeaba su ventana pidiendo ayuda. Detrás de él, un hombre cubierto de sangre con un bebé en brazos. Al mirar más allá se dió cuenta de que la gasolinera estaba cerrada -Que extraño- se dijo, -era una gasolinera 24 horas, pues vamos listos, que voy casi en reserva.- En un gesto más bondadoso que prudente, desbloqueó las puertas y dejó subir a los que le pedían ayuda. Una vez dentro del coche, los tres personajes se miraron entre si, dándose cuenta de que no conocían nada los unos de los otros, aunque algo en su interior les decía que a partir de ahora iban a tener mucho tiempo para conocerse.

Miro. Recuerdo. Sudo. Tiemblo, pero corro. Dejo en ello mi vida.

Mi vanagloria es la razón, el intelecto que ahora mismo no toma su lugar; me abandona, se me escapa. Soy como aquel animal frente a mi que galopa por sobrevivir alejándose de algo que le ha asustado terriblemente; que le inspira algún tipo de emoción que anticipa la más brutal de las muertes.

Es algo distinto a lo que normalmente sentiría una criatura. No es sólo la necesidad de huir antes de caer atrapado en las garras de otro ser más feroz. Yo también lo siento, he aprendido de él a mirar en mi propia naturaleza ese tipo de susurro. Es la muerte misma quien nos persigue. Nada garantiza que no nos alcance. Ahora sólo pienso en escapar de ése lugar, en alejarme de los malditos caníbales. Están enfermos. No sé si sólo es una imagen reconstruida por mi mente alterada, pero sus pieles eran secas, ya no tenían el brillo natural de un humano. Sus ojos no los vi, pero me sentí mirando al vacío, a las tinieblas.

No soy el único que corre. No me detengo a reflexionar el asunto sino después, cuando, por instinto, pido a un conductor cualquiera que me permita entrar a su vehículo. Seguro que si no lo hubiera permitido habría roto los vidrios con mis codos para luchar por mi vida.

¡LOS MATARON! ABRA, ABRA... ¡TIENE QUE AYUDARNOS A ESCAPAR! -Insisto con el fuego en mis ojos, con la angustia de sentir que aun vienen tras de nosotros.

Decir en voz alta LO QUE SEA me ayuda a sobreponerme un poco aunque sigo cagado del miedo. Dos cosas vienen a mi mente en medio del afán, de la angustia y la presión. Soy incapaz de pensar en algo distinto. 

La primera: Tengo que volver por nuestro equipo. Esos hijos de puta no eran unos ladrones; no iban por nuestras cosas y seguro que las voy a necesitar para volver a la cabaña donde tengo mis documentos.

La segunda: ¡Usted venía con ellos en el carro! ¡¿Qué putas pasó?! -Pregunto de inmediato tras subir al coche con él, la bebé y mi fiel amigo. 

Mi perro mira desesperado, busca en mi la tranquilidad que yo busco en él. Sacudo fuerte mi cabeza de lado a lado, y termino por preguntar estoico; creyendo que tengo la calma que una situación como esta requiere, priorizando cuál debe ser realmente el orden de las preguntas. Finalmente sólo logro volver a preguntar, con evidente desconfianza y excitación; pero forzándome a mi mismo a mantener algo de compostura ante un posible acto criminal de la más brutal inhumanidad.

¿Está bien usted y su hija? -Froto los dedos en la sien. Bajo la voz sin ser amistoso aun- ¿Qué pasó en el carro?.

Estoy a una orden de dejar que Tyr ataque. ¿Y si es un psicopata como ellos? Venia también en el carro, ¿no?

 ¡Usted venía con ellos en el carro! ¡¿Qué putas pasó?! -Pregunto de inmediato tras subir al coche con él, la bebé y mi fiel amigo. 

[...]

Venia también en el carro, ¿no?

Sólo aclarar que este comentario va dirigido hacia Marc. La verdad es que Sergio no tiene muy claro que viniera dentro del coche. Lo supone por la sangre que le cubre y lo rápido que ha aparecido en escena, aunque ahora que se fija bien, se da cuenta de que la sangre de Marc no está originada por el accidente.

Marc subio a aquel coche, se sento en el asiento trasero, detras del copiloto, antes de entrar dejo que el perro de otro tipo pasara dentro y cerro la puerta asegurandose de que el cristal estaba arriba.

Miro a la pequeña que tenia entre los brazos, la observo temiendo que tuviera heridas o marcas pero no vio nada.

Escucho a uno de aquellos tipos diriguirse a el. Miro al resto de los ocupantes del vehiculo como si hubiera sido un sonambulo despertado en mitad del campo y sin saber como llego alli.

- No se dicen tacos delante de la niña.- gruñio aun si asimilar donde estaba ni que estaba pasando.

- No... yo no estaba en el coche... no creo... no se... No puedo recordar, supongo que me di un golpe en la cabeza.- dijo el tipo tartamudeando, tratando de recordar y de hilar sus recuerdos.- Ella se.... miro a la niña, como si le costara reconocerla. ¿Su hija? Si... era su hija, desdeluego lo era.- Es mi hija... es Cristina.

- Yo soy... Marc.- se presento. Debia parecer el tipico tipo musculoso e idiota que apenas podia saber su nombre.- Mi mujer... estaba en casa de mis suegros y... algo paso.... esas cosas... esas personas enfermas.... salieron de todos lados... nos separamos..... si... creo que... alguien dijo que habia un monasterio cerca. Un refugio de piedra solida, muy seguro.... alguien dijo que era buena idea ir alli.

Miro a su alrededor, trago saliva. Debia concentrarse pero era dificil, hacia mucho que no dormia.- Tenemos que tratar de llegar alli... necesitamos gasolina y comida, agua, potitos para Cristina y pañales... comida para el perro.. cosas para defendernos.- Miro la gasolinera y resoplo.- Tenemos que entrar, esta mal robar pero esto es una emergencia. Desbloqueamos el surtidor, llenamos el deposito, cogemos lo necesario y nos vamos.

Hace escasos segundos Eloy estaba procesando las incoherencias que parecían emitir en todas las emisoras. Ahora las incoherencias estaban en el coche con el!

Casi le da un infarto cuando alguien comenzó a golpear el cristal vociferando en busca de ayuda seguido del reflejo de lo que parecía ser un hombre ensangrentado con un.. niño?

Aun aturdido, se arrepintió instantáneamente de haber bajado los seguros, pero lo había hecho de forma casi automática, quizás por el pequeño?... Aun estaba aturdido e intentando analizar la situación mientras la gente hablaba de enfermos, escapar, robar en la gasolinera... lo de la radio, el mensaje de texto, el tipo cubierto de sangre...

En serio?!... Era una cámara oculta?... Algo le decia que no...

Inconscientemente, busco con la vista el cepo con el que normalmente bloqueaba el volante (o el anti-ladrones como sus amigos lo llamaban en broma).

Vale, genio!... primero los dejas entrar y luego pretendes golpearlos con una barra de metal?. Se aferro a la llave aun insertada en el contacto como si eso le aportase algún tipo de seguridad. Finalmente consiguió articular una frase coherente... o mas bien muchas frases poco coherentes... Realmente no sabia como reaccionar

-Pero... que pasa aquí? Quien sois? Estáis heridos?... El deposito esta casi muerto, llevo un rato en reserva!

- Yo no estoy herido... mi hija tampoco.- dijo despues de asegurarse de que la niña estaba bien y de momento no olia peor que el.- Tampoco se que esta pasando... creo que me debi dar un golpe en la cabeza... solo se que algunas personas se han vuelto canibales, estan como locos... parecen muertos andando.- dijo pensando que lo que decia sonaba tan a locura que comenzaba a dudar de su propia salud mental.

- De todas forma no podemos quedarnos aqui. Tenemos que organizarnos o no saldremos vivos... hay que entrar en la gasolinera, llenar el deposito de tu coche y coger lo que podamos necesitar. Alguien dijo que hay un monasterio cerca, esta apartado, muros viejos de solida piedra..puede ser un lugar seguro hasta que pase toda esta locura.

Mientras vosotros habláis en el coche os percatáis de un extraño detalle. Por todas partes podéis ver que la gasolinera se anuncia como de 24 horas, pero ahora permanece a oscuras, iluminada sólo por las luces de emergencia. En el interior de la misma podéis ver dos siluetas que se mueven, pero desde esta distancia no sabéis que hacen. A lo lejos, en la carretera desde la que huíais, asoman unas figuras renqueantes. A que distancia están o cuanto tardarán en llegar a vosotros no lo sabéis, pero algo os dice que debéis daros prisa.

Eloy aun no estaba muy seguro de lo que pasaba, pero ya eran dos personas (aunque no tuviesen aspecto de estar muy cuerdas) y la radio diciendo cosas sin sentido acerca de ataques e infectados.

Asique ahora mismo estaba bastante asustado, aunque no sabia si le daban mas miedo la compania en la que estaba o la posibilidad de que verdad hubiese una especie de zombies caníbales pululando por ahi.

-Un Monasterio? No deberíamos ir a la ciudad o algo así?... de cualquier forma tengo que repostar, apenas queda para unos kilometros. Acercare el coche al surtidor.

Encendió el motor del coche y se dirigió hacia el surtidor. Tratando al miso tiempo de no quitarles ojo a las personas del interior de la gasolinera ni a las que venían detrás (a través de los espejos). Al llegar cerca del surtidor le dio al botón que abría el deposito y se guardo las llaves en el bolsillo.

-No se si los surtidores estarán desbloqueados, quizás haya que coger el gasoil en garrafa. En cualquier caso alguien tiene que acercarse a la tienda... - pensó por un momento en las opciones- - creo que lo mejor es que vayamos todos juntos, o al menos tu y yo, si el quiere quedarse con el bebe - dijo mirando al del asiento de al lado...

Al acercar el coche al surtidor todos podéis ver claramente al dependiente de la gasolinera golpeando con los puños el cristal de la puerta desde dentro, pidiendo ayuda, señala hacia la derecha, parece que trata de deciros algo. Acto seguido veis como gira la cabeza y desaparece dentro de la oscuridad de la misma. Una segunda silueta le sigue cojeando también vestida con el uniforme de la gasolinera, y al pasar cerca de la puerta se gira para miraros un instante, como intentando decidir si sois más apetecibles que su actual objetivo o no. Con un gruñido en el que deja ver sus dientes podridos y unos ojos muertos golpea con la cabeza la puerta un par de veces y después se interna en la gasolinera. El surtidor parece bloqueado. Al mirar en la dirección en la que señalaba el dependiente, podéis ver una caja con un extintor. Pero no entendéis para que podría necesitar ese hombre el extintor.

Monty y su mujer venían conduciendo escuchando un CD, por lo que no eran conscientes del peligro al que se enfrentaban. A la altura de Calatayud decidieron parar a repostar y a estirar las piernas. La gasolinera anunciaba abierta 24 horas... pero todo estaba a oscuras. Había otro coche esperando para repostar.

Monty decidió parar de todas formas, necesitaban estirar las piernas un rato, y a lo mejor los ocupantes del otro vehículo sabrían cómo repostar, o si había alguna área de servicio cerca.

Bajaron del coche y Monty se acercó a saludar a los ocupantes del otro coche. La verdad es que formaban un grupo bastante variopinto. Llamó a la ventana del cristal...

[...]

Marc, Sergio y Eloy casi mueren de un infarto cuando llamaron a su ventana derecha. Estaban demasiado ocupados con los zombies que se veían a lo lejos delante de ellos y a los sucesos que ocurrían a su izquierda dentro de la gasolinera como para ver a Monty llegar por la derecha.

[...]

Monty sintió un impulso instintivo de huir cuando vió que dentro del otro coche había un hombre todo manchado de sangre con un bebé en brazos. Tal vez fue eso lo que le hizo esperar a que bajaran la ventanilla para hablar con ellos. Un grito a sus espaldas le hizo girar la cabeza, un hombre tenía sujeta a su mujer en los límites de la gasolinera, con la oscuridad reinante no veía bien que pasaba, pero daba la sensación de que le estaba mordiendo el brazo. Dentro del coche, su hija de cinco años dormía plácidamente igonorante a todo cuanto ocurría alrededor.

Dependiendo de lo que pase en esta escena, tu mujer ya no tiene salvación, pero tu hija si. Si tu hija sobrevive, te regalaré el defecto de Protegido (3 puntos) sobre tu hija. Y podrás repartirte los 3 puntos gratuitos correspondientes.

El corazon de Marc dio un salto en el pecho al oir que alguien tocaba la ventanilla. Acerco a Cristina a su pecho queriendo protegerla como si hubiera olvidado que en el mundo habia personas normales... todavia.

Antes de que pudiera decir nada vio la escena del otro coche, la niña durmiendo mientras uno de sus padres atacaba al otro.

Marc gruño, no podia permanecer impasible con todo aquello. Lo penso medio segundo y dejo a Cristina en el asiento trasero antes de abrir la puerta.- ¡Joder, hay que empezar a hacer algo ya o nos van a comer a todos!.- gruño a sus compañeros de coche.

Por alguna razon asumio el control de la situacion. Comenzo a correr en direccion al otro coche, no tenia un plan solo sentia que tenia que sacar a esa cria del coche antes de que despertara, gritara y se convirtiera en el segundo plato de su madre.

"Voy a parar a echar gasolina y a estirar las piernas, estoy cansado. Han sido muchas horas de conducción y apenas he descansado antes de comenzar el camino de vuelta" miraba por el retrovisor la cara redonda de su hija que de vez en cuando se movía en su silleta roja y se le iba un pequeño ronquido. Como casi siempre fue montarse en el coche y dormirse, no había fallo. 

"Mira, allí parece que hay una gasolinera" dijo su mujer señalando con el dedo la siguiente salida de la autovía " Y pone que está abierta las 24 horas"

"Genial, pararemos ahí un rato y tomaré un café y compraremos algo de agua y algunas bolsas de pipas, sabes que es lo único que me quita el sueño mientras conduzco. No despiertes aún a la niña, ahora cuando hayamos repostado ya la espabilamos y la acompañas al baño, que no quiero ninguna sorpresa por el camino".  Mientras tanto marcaba con la intermitencia derecha su salida "Que raro, parece que esta todo muy apagado, pero hay varios coches." Paró el vehículo junto a uno de los surtidores. "No veo a nadie, pero en aquel coche parece que hay algunos chavales, voy a preguntarles a ver si está abierto o que pasa, no te salgas, que hace algo de fresco."

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, en verdad que hacía fresco, y el venía ligero de ropa, pues los viajes en el coche prefería hacerlos sin ropa agobiante ni calurosa, mejor para ir despejado. Se acercó al coche en el que varios jóvenes estaban encerrados. Por el rabillo del ojo vio como su mujer desoía su consejo, en verdad sería raro que le hubiera hecho caso, y abría la puerta del coche y salía afuera, y se apoyaba sobre la puerta con una pierna aún dentro del habitáculo. 

Nada más parar el coche al lado del surtidor me acerco a un coche en el que hay gente en el interior, miro hacia atrás mi mujer sale fuera del coche, me espera allí. 

Toc,Toc, Toc. Unos leves golpes en la ventanilla hacen que se sobresalten en el interior, lo que conlleva que yo mismo me sorprenda. "Disculpad, no quería asustaros, solo quería..." se quedó sin palabras al ver en el coche que había allí aparcado a un tío todo lleno de sangre con un bebé en brazos "Jóder, que os ha pasado?" Pero la noche acababa de empezar, un grito de su mujer le hizo volver los pies en el suelo. Se giró hacia el grito, Inma había sido apresada por un hombre y este iba a morderle. "PERO QUE HACES DESGRACIADO? NO VES QUE ESTÁ EMBARAZADA?".  

Uno de los ocupantes, el fuertote que tenía el bebé estaba saliendo del coche, parece que les decía algo a los demás ocupantes, pero ya no podía escucharlo. Estaba totalmente cegado y ofuscado. Un desconocido estaba mordiendo a mi mujer en el brazo, hacía tiempo que no me pegaba a nadie, pero ese pobre desgraciado se iba a llevar una buena tunda.

Salgo corriendo hacia mi coche y cierro la puerta que mi mujer había dejado abierta, pues no quiero despertar con el ruido a Alba, no me apetece demasiado que vea a su padre pegarse con alguien. Inma vuelve a gritar, "SERÁS CABRÓN" . Me acerco hasta donde se encuentran ellos y cojo por detrás de los brazos al cerdo ese. -"Lo sujetaré  y apartaré de mi mujer." Está embarazada y no debe quiero que reciba ningún golpe.

Ahora mismo todo se difunde. Hay sombras en mi entendimiento que se prenden de toda lógica para desarmarla, para desvirtuar cuanto sé del mundo. Todo se desvanece. No soy yo, insisto; porque siempre he sido certero. Quizás ahora sigo siéndolo, sólo que más contemplativo. Hago catarsis mientras intento comprender lo que ocurre: estamos inmersos en el caos.

Me pierdo en la falta de calma sin perderla yo mismo. Se mueve todo a mi alrededor mientras veo y oígo, mientras acaricio al bueno de Tyr que gira sus orejas de cuando en cuando a nuestro alrededor, alerta, pendiente de todo lo que tenga el atisbo de ser un movimiento fuera del carro.

Al lado mío hay personas angustiadas y con miedo como yo. No tienen el aspecto de participar de esa escena tan horrible de violencia. Reflexiono mejor y no tengo cómo sostener que él venía en el carro con esos malditos desquiciados. Está tan asustado como yo, conmocionado por actos de violencia sin sentido. Y no es el único, el dueño del vehículo está igual de estupefacto.

Mis pupilas se dilatan con certeza al darme cuenta de la verdad. Esto es algo grave, en verdad estamos en peligro, y es algo que ocurre por todo lado. Lo sufrieron mis amigos, lo sufrió aquel padre con su familia; y quién sabe si también éste conductor.

Atónito me allano a la propuesta de buscar más combustible, sabiendo que éste no es un lugar seguro. Esos caníbales estaban detrás de nosotros. 

Aun con dudas en mi mente, pero poco a poco volviendo a mi mismo, al que siempre tiene una determinación inquebrantable, presencio con los demás nuevos actos que parecen confirmar con velocidad que ésta sensación escatológica no es sólo una intuición. Es una verdad.

Entonces reacciono.

Miro al hombre que protege a su esposa después de asustarnos -lo que es bueno porque estamos alerta. Bajo del carro con el hombre ensangrentado y dejo que mi compañero canino baje del automovil conmigo. 

Corro en dirección del socorro y auxilio. No será legítima defensa, será algo más porque no habrá proporcionalidad. Me enceguece la situación y me vuelvo como un animal. 

En el camino me quito la chaqueta para enrollarla en rededor del hombre que recién acaba de morder a una mujer embarazada.

Lo asfixiaré. Si se resiste lo mataré. Lo haré. 

De reojo miro a Tyr, que atento a mi llamado de ataque aguarda en su posición, alerta, con las orejitas alerta y en alto. Mientras tanto aprieto fuertemente sobre el cuello esperando que pierda pronto su respiración hasta que caiga y nos deje escapar.