Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo II

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10/11/2008, 01:26

La madre aceptó con condescendencia lo que la joven le platicaba sobre el matrimonio y demás asuntos. La conversación fue entonces interrumpida por unos cascos de caballo. Anabel se apresuró a ver quién podría ser, sabiendo que sus hermanas solían volver a pie la mayoría de las veces. Al abrir la puerta notó a dos caballeros que venían con paso calmado y conversaban entre sí. Uno tenía los cabellos rubios y fue reconocido de inmediato como Patrick Collins, el mismo que las recibió la tarde anterior; y el otro era morocho pero Anabel desconocía su nombre o procedencia. Ambos tenían todo el estilo de la alta sociedad, incluso la lluvia que ahora estaba cayendo un poco más fuerte no les quitaba el raro encanto. También había un muchacho con ellos, pero el mismo no parecía de su misma clase. En todo esto pensaba la joven cuando vió hacia otro lado.

A la izquierda venían a pie sus hermanas, que retornaban del pueblo y ya estaban prácticamente a su lado.

Elizabeth no pareció notar nada extraño, simplemente dijo, con algo de entusiasmo en su voz.

-¿Recuerdas a aquel caballero del que te conté? Oh, no te lo conté a tí y sí a Susanne... la verdad es que no recuerdo.

Susanne sí notó a los dos individuos que desaceleraron el paso de su corceles y saludaron con un gesto de cabeza.

-Mirad un poco- dijo a las otras dos hermanas -parece que tenemos visitas. O las vamos a tener en cuestión de minutos y no sé vosotras pero mejor asegurarnos de que mamá no hable demasiado.

Como toda respuesta Anabel levantó los hombros, un poco resignada. Eso era imposible.

Notas de juego

En cuanto habilite las respuestas pueden tildar a quienes quieran para la contestación, no necesitan mi permiso. Si se quieren dirigir directamente a los hombres están autorizadas.

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10/11/2008, 01:48

Pronto llegaron al frente de la casa de las señoritas Cornwell. Notaron los hombres a una de ellas que había abierto la puerta con curiosidad. Patrick aún no se había bajado del caballo pero creyó correcto saludar con un gesto de cabeza que fue imitado prontamente por Francis. Recién entonces notaron a las otras dos chicas, que llegaron desde la izquierda al portal de la casa. Rápidamente la hermana que había salido le dijo algo a las otras dos que se giraron para ver a los caballeros. El muchacho que venía con ellos no emitió palabra, parecía simplemente estar esperando cómo acontecían las cosas o temía meter la pata. De todas formas el silencio era todo menos incómodo en ese momento.

Notas de juego

En cuanto habilite las respuestas pueden tildar a quienes quieran para la contestación, no necesitan mi permiso. Si se quieren dirigir directamente a las hermanas están autorizados.

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10/11/2008, 01:56

Los trabajos de jardinero y profesor de francés fueron aceptados por los muchachos. No vieron prudente quedarse más tiempo ya que la mirada de una de las chaperonas daba suficiente entendimiento de que se estaba avanzando más que lo permitido así que Grégoire y Jean salieron hacia el hostal en donde se estaban alojando con nuevos ánimos en sus corazones. Cada uno pensaba, a medida que la distancia entre sus sueños y la realidad se acortaba, en todas las nuevas posibilidades que se abrían a sus ojos.

Cuando llegaron a su momentánea vivienda un hombre les entregó una carta. Se presentó como un mensajero de las muchachas Hancock y dijo con prisa:

-Perdonad mi interrupción señores, pero dado que son nuevos en el pueblo y de buenas costumbres, y dado que mis señoras están autorizadas a ello- el mensajero hizo una leve reverencia y entregó una carta. Luego se marchó.

Ya en la habitación Jean la abrió y se la leyó a su primo.

Cita:

Heráldica de la familia Spencer impresa en xilografía)

Estimada Señora Cornwell:

Me complace comunicaros que sir Francis Percival Spencer, nuevo lord Heddington, visitará Winfield en la semana entrante. En nombre de mi señor, me complace invitarle a usted y a su familia a la gran fiesta y baile de etiqueta que se celebrará el viernes a partir de las 20:00 hs. en Skylands Manor.
Deseando fervorosamente su asistencia y la de los suyos, quedo de usted:

Mr.Patrick Collins
Skylands Manor

Luego estaba la letra de una de las jóvenes:

Cita :
 

Se me ha habilitado para extender la siguiente misiva a quienquiera crea conveniente, así que esperon que ambos se presenten en semejante gala.
Atentamente Mary Ann Windsor-Hancock
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10/11/2008, 02:04

Finalmente los jóvenes se retiraron y la chaperona descansó de su trabajo para dejar a las hermanas en paz. En la quietud del jardín a las chicas se les ocurrió una idea. Es que la velada que tendría lugar el viernes daba una muy buena oportunidad para conocer mejor a los muchachos, no sólo en las rutinas que emplearán en sus tareas sino en su comportamiento en sociedad, y aunque su clase no fuese similar a la de las mismas, no cabía duda de que sabían comportarse. Así que Mary Ann escribió en un papel estas palabras:

Cita :
 

Se me ha habilitado para extender la siguiente misiva a quienquiera crea conveniente, así que esperon que ambos se presenten en semejante gala.
Atentamente Mary Ann Windsor-Hancock

 

Y envió a un mensajero para que se las entregue personalmente a ambos jóvenes. Claire se reía de satisfacción al saber que podrían estar menos vigiladas esa noche, al menos para platicar y ver cómo se desenvolvían en la danza, que era cosa no poco importante en la época. En ese momento, desde el jardín la joven vió una silueta. Era un joven rubio, que cabalgaba sobre un caballo blanco y parecía de una posición social elevada. Él no pareció notar a las muchachas, en cambio entró directamente en una de las mansiones adyacentes: Crabwall Manor, una de las mansiones más costosas de toda la zona.

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10/11/2008, 17:26

Apenas si pudo el joven Avon intercambiar un par de frases con las chicas que atendían la tienda. Pronto se hizo la hora del cierre, las cuatro de la tarde y él tuvo que retirarse sin siquiera poder intercambiar una mejor conversación. Ahora, entrando en su mansión y sentado en la biblioteca, Charles meditaba sobre aquellas desconocidas. La tarde teñía el cielo de un violeta pálido que se desdibujaba con las incipientes gotas de una tormenta que prometía hacerse más fuerte al caer la noche.

-¿Señor?- preguntó una criada y él la miro sin contestar. Ella continúo, interpretando que tenía el permiso para ello.

-Sólo quería avisarle que a nuestro lado se encuentra la mansión de las señoritas Hancock, son unas jóvenes de la sociedad alta de Londres. Tal vez quisiera alguna tarde hacerles una visita.

La mujer calló un momento más, hizo una reverencia y se estaba por retirar cuando pareció recordar algo:

-Señor, conozco las casas de las familias más notorias que viven en este poblado. Si alguna vez quiere saber alguna dirección, no tiene más que preguntármelo. Me retiro ahora, la cena estará a las siete como usted siempre gusta.

Y dicho ello, la criada se fue.

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10/11/2008, 19:34
Patrick Collins

Patrick bajó del caballo bajo la espesa cortina de lluvia. Estaba empapado, como si hubiera estado revolcándose por el suelo, y los bajos de su chaqueta tenían algo de barro. Además, parecía tener una ceja partida, y aunque ya no manaba de ella sangre, si tenía una especie de pequeña costra de color marrón. Tal parecía que, más que montar a caballo, hubiese ido a pie y se caído en un charco. Se quitó el sombrero un momento, aún a pesar de que la lluvia caía sobre su cabeza, y se acercó a la puerta. Llevaba el paraguas en la mano.

-Buenas tardes, señoritas -dijo- Disculpen lo intempestivo de la visita ¿Nos permiten la entrada a su morada para resguardarnos de la lluvia?

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10/11/2008, 19:54
Anabel Cornwell

Tras charlar con su madre entre tareas domésticas continuas, Anabel se dispone a recuperar una de las novelas que lee en sus escasos ratos libres. Esta concretamente se la recomendó su hermana menor Elisabeth, a la cuál le agrada más leer incluso que a ella.
Normalmente prefiere pasear sin rumbo por los terrenos cercanos mientras lleva a cabo esta actividad, pero parece ser que hoy el día no va a permitirlo así que toma asiento junto a una de las ventanas de la sala de estar para tener la luz suficiente para leer con claridad.

El sonido inequívoco de unos corceles le hace levantar la cabeza tremendamente extrañada, mirando por un instante a su madre antes de dejar el libro sobre una de las mesas cercanas y acercarse al porche para salir al porche.
Sus ojos se entrecierran un instante para intentar vislumbrar mejor entre la lluvia, aunque tan solo consigue distinguir a uno de los tres hombres antes de que sus hermanas lleguen junto a ella.
-Sí, lo recuerdo, ¿es uno de ellos...?- pregunta con curiosidad a la menor de las Cornwell, cruzándose de brazos intentando evitar así parcialmente el frío generado por la húmeda lluvia.

Se disponía a preguntar algo más, pero acaba por contenerse mordiéndose un poco la lengua, ya que los caballeros han llegado hasta su humilde hogar y no sería nada cortés no dedicarles su atención.
-Sr. Collins, ¿acaso ha perdido el juicio? Suponía que no debía mojarse...- observa el paraguas que éste porta en la mano, deduciendo que es una tarea imposible usarlo a caballo, pero disfrutando de todos modos de la aparente reprimenda.
-Pasen...- se adentra en el recibidor de la casa y deja que los caballeros la sigan, aunque para ser francos no está muy segura de cuál sería el protocolo más adecuado así que por el momento los conduce a la sala donde tienen la chimenea debidamente encendida para que puedan secarse y entrar en calor.

Notas de juego

¿Creo que falta algún destinatario? XD

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10/11/2008, 20:21
Claire Windsor-Hancock

Sin dejar de sonreír me dirigí a la ventana para ver el joven rubio que montaba un hermoso caballo; eso me recordó que nosotras podíamos hacerlo también, además de, claro, visitar a nuestros vecinos cuánto antes. Parecíamos unas mal educadas.

-Vaya...-murmuré.-¿Viste eso?

Las cosas parecían ir mejor, pronto podríamos ponernos a buscar cosas realmente interesante para hacer, además de claro, empezar por las familias de nuestras servidumbres. Pero primero, lo primero, el baile era algo que se avecinaba, me preguntaba si a ese joven lo habrían invitado también y si había sido buena idea invitar a su vez al profesor de francés y al jardinero. Me encogí de hombros, tenía la cabeza puesta en la hermosa imagen que acababa de ver.

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10/11/2008, 20:48
Francis P. Spencer

Francis baja con habilidad del caballo y después ayuda al chico a bajar.

-Encárgate de los caballos- le dice al muchacho. Y después se dirige al interior de la casa siguiendo a la hermosa señorita.

Una vez dentro se quita el sombrero y lo sacude con cuidado para quitarle el agua. Hace lo mismo con su capa, y después se queda algo parado esperando a que algún sirviente le coja sus ropas mojadas y a que Patrick le anuncie como es debido.

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10/11/2008, 21:37
Elizabeth Cornwell

La mansa lluvia ha perlado los oscuros cabellos de la joven, mientras ésta volvía junto a su hermana del pueblo, puesto que pese a que llevaba sombrero, había decidido disfrutar al máximo de aquellas sutiles gotas que caían desquiciadamente del grisáceo cielo, obviamente, contra las indicaciones de su hermana mediana...

Sonriente, charlaba animadamente con ésta, cuando el camino culminó, y Anabel, su hermana mayor, las aguardaba mirando hacia la lejanía...

Estaba claro que había visitas distinguidas...

Elizabeth frunció el entrecejo al ver a tan ostentosos caballeros entrar en su morada... No era de su agrado tener que aguantar conversaciones forzosas con hombres que difícilmente solían apreciar la belleza de todo cuanto les rodeaba, o que, por norma general, estaban acostumbrados a que todo caminase según sus deseos...

El caballero rubio saludó y pidió permiso para entrar, al parecer, el otro no poseía de voz... O si la tenía (como más tarde pudo comprobar), no era para gastarla saludando... Si no más bien para dar... ¿órdenes? "Extraño personaje, sin dudas..."
Quizás fue la manera de ser de éste último, lo que le hizo sonreír casi que para sus adentros, con perverso placer, al observar cómo el mismo debía aguantar sus ropas mojadas, de manera incómoda, a la espera de que alguien intercediera por él...

"Claro.. Es lo que sucede cuando no se sabe hablar... Pero bueno... No seré yo quien de a torcer mi brazo..."

Su rostro cambió entonces, convirtiéndose en la perfecta imagen de la dulzura... Se colocó junto a sus hermanas, y aguardando a que la mayor acabase de hablar y de combinar detalles que a ella no solían importarle en absoluto, imitó al caballero casi-mudo, guardando su voz para cuando fuera necesario...

Eso sí, realizó una leve reverencia a los desconocidos, en señal de saludo, y quizás salpicando el suelo con la frescura de la lluvia proveniente de sus cabellos... No fueran a pensar que ella tampoco veía a los presentes...

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11/11/2008, 01:09
Patrick Collins

Patrick intentó que no le venciera la vergüenza. No era lo mismo, pardiez, batirse contra una compañía de voltigeurs franceses a tiro limpio que tener que comportarse como es debido delante de unas damas, y además en casa extraña.

-Disculpe, hemos tenido un percance por el camino... Y he terminado de ésta guisa.

Vió como la muchacha que no conocía (quizá la otra hermana a la que no le habían presentado), volvió de pasear y les saludó inclinándose. Gesto que correspondió seguidamente, protocolario. Se aclaró la garganta, reparando en el "detalle de las presentaciones".

-Señorita Anabel -dijo- Le presento a mi señor, sir Francis Percival Spencer, nuevo Lord Heddington.

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11/11/2008, 09:17
Francis P. Spencer

Justo cuando piensa que no puede haber criatura más bonita que la que les ha invitado a entrar una nueva hermana hace aparición.

Saluda a los caballeros con un parco gesto de cabeza que Francis imita casi inconscientemente. Parece que la chica no es muy dada a charlar, lo que solo puede acrecentar el interes de Francis por ella.

El joven lord se encuentra ensimismado observando a la mujer cuando la voz de Patrick lo saca de su ensueño.

Sacude un poco la cabeza, intentando sacar de la misma la imagen de las hermanas, aunque no lo consigue. Aun así recupera la compostura a tiempo para hablar.

-Es un placer resguardarnos de la lluvia en esta acogedora casa.- dice, mirando a Elizabeth al decir la palabra placer.- Los caminos se han vuelto impracticables con este barro y dado que el Señor Collins debía devolver el paraguas a la señorita decidimos acercarnos y abusar un poco de su hospitalidad.

Terco, sigue con su capa y su sombrero en la mano, ya que no está dispuesto a colgarlos él mismo en el perchero aunque lo tenga al lado.

-Tengo entendido que mi padre tenía en gran aprecio al suyo, permítanme que les de mis condolencias por su reciente perdida. Como sabrán yo he pasado por lo mismo no hace mucho.

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10/11/2008, 22:57
Grégoire Byrne

Escucho la lectura de Jean con interes y algo de sorpresa, la noticia es buena aunque muy inesperada, y mas tan pronto, pero la vida consiste en un monton de oportunidades que solo pasan una vez y hay que estar atentos para cogerlas

Vaya, esto si es inesperado, sera una muy buena forma de ver como se mueve la sociedad por aqui

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11/11/2008, 16:09
Anabel Cornwell

Todos se adentran en el comedor, podría decirse que "obedientemente", dejando tras de sí el rastro del agua que empapa sus ropajes en general.
Estuvo a punto de replicar al sr.Collins, pero decidió que probablemente ya había sido suficiente por esta vez considerando que por el momento había sido educadamente cortés en todo momento.
-Es un placer- inclina la cabeza ante la presentación de lord Heddington, sin que la mirada del noble hacia su hermana pequeña pase en absoluto desapercibida.
Sí, era lo habitual, cuánto más adinerados y extravagantes más jóvenes solían gustarles para poder "moldearlas" a su gusto, pero se llevaría una tremenda sorpresa si pretendía algo similar con Elisabeth, además tampoco es que Anabel fuera a permitir tal intento.

-Estas son mis hermanas, Susanne y Elisabeth Cornwell- se sitúa detrás de ellas al presentarlas, aprovechando para retirar el sombrero mojado de la cabeza de la menor.
-Quítate todo eso, no querrás enfermarte- le susurra por lo bajo haciendo referencia a la capa mojada, recayendo entonces en el detalle de que los varones se encuentran en una situación similar.
-Pueden dejar sus abrigos en aquel perchero- señala uno al fondo de la estancia del cual ya pende una capa que parece no haber sido usada hoy puesto que no se encuentra mojada.

-Lo cierto es que no lo sabía- increpa a Spencer no muy convencida de si lo que acaba de decir es verdad o una mera formalidad innecesaria, dejando las manos entrelazadas a la altura de su regazo -Pero gracias por su interés... Por favor, pónganse cómodos- sonríe levemente, lo más probable es que ambos se encuentren bastante fuera de lugar en una casa sin sirvientas y sin duda la mayor de las Cornwell se sentía de forma similar por tener que actuar de "anfitriona", se notaba que no estaban acostumbradas a visitas de ese tipo.

-Deberían entrar todos en calor, prepararé un té- mira a sus hermanas significativamente y entonces se gira desapareciendo por una de las puertas hasta la cocina, que en realidad no se encuentra tan alejada puesto que su hogar no es tan grande como lo fue antaño cuando eran niñas.

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11/11/2008, 16:35
Francis P. Spencer

A la vista de que en aquella casa no hay sirvientes Francis le alarga su capa y su sombrero a Patrick para que las cuelgue en el perchero.

Después acompaña a las señoritas hasta la sala de estar, esperando educadamente a que ellas tomen asiento mientras su hermana prepara el té. Después se sienta, si puede cerca de la pequeña, y si no en uno de los sillones.

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11/11/2008, 17:10
Jean Antoine Lésdiguièrs

Mi ceño se va frunciendo mientras leo la carta, una cosa es trabajar para familias ricas, y otra muy diferente aceptar invitaciones para ir a una fiesta de la alta sociedad, y encima con la invitación personal de una de las hermanas Windsor. Debiste haber impresionado a la mayor de las hermanas durante vuestra visita al jardín ¿eh? digo a mi primo con una sonrisa.

No sé yo hasta que punto será una buena oportunidad, no tenemos vestimenta adecuada, aunque tal vez podamos gastarnos nuestros escasos ahorros en un traje adecuado, a pesar de la reticencia que mostraba, en mi fuero interno ya sé que vamos a ir a esa fiesta, demasiado tentadora la oportunidad para dejarla escapar, Tal vez consiga que alguna otra señorita acepte recibir clases de francés ahora hablo casi para mí mismo.

Con la idea de averiguar algo más sobre el anfitrión de la fiesta, conocer la dirección de la mansión donde se celebraría, y buscar un traje adecuado a nuestras posibilidades económicas, gastamos lo que queda de semana en adecentarnos de la mejor manera, aunque pare ello haya que renunciar a alguna que otra comida caliente. Poco hay que hacer en este lugar aparte de escribir y preparar las clases que debo dar a las señoritas.

Notas de juego

Por mi poco más que añadir.

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11/11/2008, 17:19
Patrick Collins

Patrick tomó la capa de su señor y la colgó, con gesto grave. Luego hizo lo propio con la suya, dejando los sombreros en el sombrerero junto a la pamela mojada de la señorita Elizabeth. Él tenía algo mojada la levita, por la parte central. Parecía que más que caerse en el charco hubiera nadado en él... Algo de eso había.

Miró a Anabel cuando habló sobre el té, sonriéndole un momento.

-Es usted muy amable. -dijo.

Tomó luego asiento en otro sillón, bastante lejos de su señor (pero no era discreto cambiarlo de sitio). Se miró los nudillos, algo enrojecidos y con la piel arañada, y procuró ocultarlos juntando las manos en su regazo. Como el silencio hacía presa del momento, sacó el único tema de conversación que veía viable para romper el hielo.

-Señorita Elizabeth, dígame. ¿Les ha llegado ya la invitación?

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11/11/2008, 18:59
Elizabeth Cornwell

Elizabeth aguardó pacientemente a que las situaciones de protocolo culminasen, tras lo cual, con un leve gesto de asentimiento hacia su hermana, dejó su sombrero y su capa colgada, para "no enfermarse"... Aunque sus negros cabellos seguían igual de mojados... Y eso era algo a lo que no estaba dispuesta arreglar...

Reprimió un suspiro, mientras escuchaba al Lord y a su hermana intercambiar "intereses paternales"... No era un tema del que le gustase hablar... La muerte de su progenitor le había afectado más de lo que hubiese querido, pese a las circunstancias...
Su mente evocó entonces recuerdos de tiempos alegres, cuando la lluvia no caía con tanta amargura...
Y así, perdida en su mundo por algunos instantes, se dirigió a sentarse.

Una sonrisa dulce, inocente, y mecánica fue dedicada al Lord, y a su acompañante, siendo el primero sentado a su lado... "Hum... Claro... No había más sitios disponibles... En fin... ¿Qué remedio?"

Las palabras de Patrick, la sacan de sus pensamientos:

-Oh, sí, por supuesto... Muy bonita...-Sonríe totalmente inocente-...Es la forma más directa y escandalosa de darse a conocer, supongo...-Mira de reojo a Sir Spencer-...Porque... ¿Qué haría la gente importante en un ámbito rural como éste, sino acarrear sus costumbres urbanas...?-Un placer perverso que sabe disimular muy bien se apodera de ella al pronunciar tales palabras... Estaba casi segura que aquéllas personas que frente a ella se hallaban no eran capaces de disfrutar del verdadero significado de vivir allí y que, muy posiblemente, se creían superiores a cualquiera de las tres hermanas... No obstante, ella no es quién para juzgar de buenas a primeras, por lo que vuelve a sonreír, mostrando la imagen perfecta de la dulzura personificada...-Aunque... Por supuesto... Las gentes de por estos lares no tenemos nada en contra, sino que gozamos con ello... Y os estamos tremendamente agradecidas por invitarnos...-Inclina la cabeza, en señal de gratitud, más por sus hermanas que por ella... Ya se había divertido bastante pronunciando las frases anteriores...

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11/11/2008, 20:59
Patrick Collins

La respuesta altanera de Elizabeth le había hecho parpadear. "Vaya", pensó, "una mujer de carácter". Es raro ver eso en estos tiempos y en este tipo de lares, y no suele ser una cualidad apreciada entre las mujeres de cuna no lo suficientemente alta como para permitirse esa clase de tiranías lingüísticas.

Se quedó un tanto pensativo, pero decidió que lo mejor era no hacerse mala sangre y demostrar talante y caballerosidad en todo momento. Después de todo, la estocada había sido velada y no muy dolorosa. De hecho, a él le dolía más bien poco, al ser de nacimiento más humilde. Sonrió un momento, con mucha política, fingiendo que el comentario le había agradado.

-No se si ha estado alguna vez en una gran ciudad, señorita Elizabeth, pero le puedo asegurar que en ella hay de todo: buenas y malas personas, sencillas y sofisticadas. Si bien es cierto, la gente del campo se muestra alegre en el día a día y más sociable ante los desconocidos... Lo cual es alivio para nosotros dos.

Miró un momento a su señor, con la sonrisa en el rostro. Luego, miró a la hermana que no había hablado.

-Dígame, señorita Susanne. Usted que regenta una boutique. ¿Es de la opinión de que el modo de vida de la ciudad es innecesariamente refinado?