Partida Rol por web

Cahir se deja ver disimuladamente en el mismo momento en que Ionor acepta hacer la primera guardia. El joven se peina con la mano y se dirige con decisión al lado de la elfa para tomar posición en el puesto de guardia.

El llanto de un niño quiebra el silencio de la noche. Pronto se le une otro llanto creando un coro de sollozos. Los exhaustos refugiados maldicen la interrupción y llaman a gritos a Nana Moescher para que tranquilice a los niños. La única respuesta que reciben son mas llantos.

Ionor, harta del escándalo formado por los criajos llorones, grita con los demás el nombre de Nana. Al no escuchar respuesta, no evitó el gesto de desagrado.

-¿Otra vez hemos de ir a buscar a esa humana?

Los niños continúan llorando desde el interior de su carreta, sin que nadie los atienda.

-Maldita sea.

Ionor corrió hacia el carro, maldiciendo por lo bajo a esos estupidos humanos que no cuidan de sus congéneres ni de sus crias.

-Maldita sea.

Levantó la lona del carro, asustada por lo que podría ver al otro lado. Al fin y al cabo, a los humanos les importan sus cachorrillos, ¿no?

El carro esta lleno de la media docena de niños llorando a destajo, Nana no esta en ningún lugar del carro.

Algún hombre también se acerca, también con el el capitán Schiller.

Ungrim se revuelve en su camastro pero ignora los llantos de los niños humanos.

Malditos mocosos, siempre molestando.

- ¿Dónde está quien se encarga de estos chicos? ¡Maldita sea! ¿Qué le pasa a esta gente y su afición por perderse de noche?

Suprimiendo la rabia, Ionor cogió en brazos al más pequeño de los niños, meciéndolo con cuidado para que se calmase.

Con su peor mirada se giró hacia el capitán Schiller, esperando a que le dijese algo para poder gritarle y quedarse tranquila.

Uno de los niños mira a Cahir que se encuentra al lado de Ionor mirando como sostiene al mas pequeño, y se pone a hablar.

Nana ha estado rara durante todo el día. Desde que nos paramos al lado de los carros rotos para que los bueyes descansaran. ¡Lloro! yo la vi! Dijo que se le había metido polvo en el ojo, pero yo sabia que no era verdad. Estaba llorando por lo de Fahndorf. Dijo que fueron los soldados que hicieron los fuegos, pero que era el Graf Sternbauer el que tenia las manos manchadas de sangre. Dijo muchas cosas malas, dijo de que serbia el poder si no se utilizaba. También dijo que el pájaro le había dicho que era lo correcto. La oí decirlo cuando estaba detrás del carro, luego cambio y daba mucho susto! Como cuando el capitán Schiller corto a trocitos a ese hombre bestia que mato a Frau becker.

Sin soltar al niño que tenía en brazos, se agachó para que su mirada estuviese en contacto directo con la del chico que le estaba contando estas extrañas cosas.

-Dices que Nana cambió. ¿En qué cambió?¿Se transformó en algo?

Cogió al pequeño que tenía en brazos con un solo brazo y con el otro acarició el pelo del que hablaba.

Eh? el niño te mira extrañado.
No! cambio su cara y estaba triste y lloro! Aunque cuando hoy he soñado que en nuestra caravana habia un cuervo, Nana es un cuervo? pregunta el niño asustado.

- ¿Entiendes algo de lo que está diciendo? insinúa Cahir a Ionor

Ungrim se levanta cansado de escuchar tumulto y no poder dormir.

- ¿Que pasa con los niños? ¿Nadie puede hacer que los mocosos se callén?

-¡Estoy en ello, Ugrim! - gritó Ionor. Los niños lloraron aun más.- No, Cahir, no entiendo nada de nada. Esto escapa a nuestro control.

¿Qué cojones estoy haciendo cuidando de unos niños humanos? Mi deber y mi vida es la muerte, no cuidar de la vida. Yo soy la punta de una espada, no de un puto biberón.

-Cahir, traeme leche caliente, anda. A ver si así se tranquilizan y duermen.

Voy a buscar un cazo de leche e intento calentarlo en una hoguera.

Unos diez minutos mas tarde Cahir vuelve con la leche templada.
Alrededor de la elfa y la carreta se encuentran algunos hombres del pueblo y mujeres que también intentan calmar a los niños, como siempre hay alguno llorando, cuando termina uno empieza otro. Con ellos también esta el capitán Schiller.

De nuevo, Ionor manda a Cahir a que le traiga unas escudillas o cualquier tipo de recipiente individual para que los niños se puedan tomar la leche. Y para cnseguirlo, no dudó en ponerle ojitos lindos.

Ungrim dice:

- Pero por todos los dioses, vayamos a buscar a la dichosa bruja y que ella calle a los niños que parece que es la única que sabe hacer algo. Elfa mira a ver si ves por donde se ha ido.