Partida Rol por web

Estaba casi seguro de que aquel hombre debía ser Osvaldo o Damià enfrentándose valerosamente a aquel monstruo salido del averno. Sin duda Eguzki tenía razón, debían acudir en su ayuda o sería su final. Pero ¿cómo podrían derrotar a aquel ser alado?

Sebastián pretendía acudir en ayuda del valiente hombre que se encaraba a la fiera escupefuego, pero enseguida vio sus pasos interrumpidos por una multitud. Tardó un instante en procesar aquella información, ¿eran cadáveres? Por más que uno lo viese, por tercera vez, segunda en la que debían luchar contra ellos, no se acostumbraba. ¿Cómo era aquello posible? 

De nuevo se vio con la espada en las manos, se sentía frágil y sin demasiadas fuerzas, pero el filo de su acero era afilado y esperaba que el hecho de que la sangre corría por sus venas le diese la ventaja suficiente para poder derrotar a aquellos muertos vivientes.

-¿Cuántos son? ¡Coloquémonos espalda contra espalda dibujando un círculo!- se apresuró a organizar al ver que aquellos seres les empezaban a rodear.

El pirata seguía con la daga en la mano, y sin pesárselo dos veces lanzo un par de ataque contra el primer aldeano muerto. Entonces vio aparecer por el camino a sus amigos. ¡Bien hallados! Justo llegáis para la fiesta aquí con esto nuevos amigos. Dijo mientras se abría paso a cuchilladas hasta sus amigos.

Mientras avanzaba repartiendo cuchilladas a diestro y siniestro miro en dirección a la montaña donde había visto la sorpréndete imagen, para corroborar que era cierta y no solo fruto de su exaltada imaginación.

Solo nuestro Señor podía alzar a los muerto, aquello que alzabase ante nosotros era otra de las muchas abobinaciones que el demonio había puesto en nuestro camino. Por el bien de su alma tenía que acabar con ellas y devolverles la paz.

De entre todos aquellos muertos reanimados apreció que estaba Damià. Temió en un principio que formase parte de la macabra comitiva, pero gozaba de buen color y hablaba, así que pronto pudo alegrarse el castellano del reencuentro.

-Son muchos, pero podremos con ellos- Quiso alentar a sus compañeros, aunque en mayor parte a si mismo, pues todavía no era el de siempre y ahora les iba la vida en salir victoriosos.

Le haremos pagar por todos

Se prometió el caballero, pues aquel demonio actuaba cruelmente haciendo que levantasen sus armas contra los habitantes del pueblo, sin dejar ascender sus almas y obligándoles a matar ño que fueron hombres, mujeres y niños inocentes

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   Repuesto del susto, aunque aún con algunos escalofríos y arcadas saco el bracamante. Me tranquiliza su tacto y avanzo con precaución.

   - Ay, ay, ay... alde hemendik malditos*, - murmuro para mí. Luego, procurando avanzar de forma que formaran un grupo y no pudieran colarse entre ellos los muertos, cubriendo el flanco derecho.

   En cuanto el primero de esas desgraciados se puso al alcance le asesto un rápido tajo lateral. El asco que me producen casi consigue que no sea capaz de ponerme en guardia, pero por suerte me recompongo y levanto el arma dispuesto a defenderme de quien se me acerque.

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PNJOTIZADO.

Hice pues caso de mis instintos, levantando la lanza cuanto podía, así un par de veces, con tal de tratar de empalar a esos muertos levantados.

Resumen turno 1:

Aquellos cadáveres andantes os tenían rodeados. Faltaban en sí carne y huesos aquí y allá, y sus ropas eran jirones, al igual que sus pellejos. Poco a poco se abalanzaban sobre vosotros, con cierta pesadez, y tal que así que vosotros parecíais tener más suerte:

El caballero Dalmau otorgó dos mandoblazos a dos de ellos, deshaciéndolos en el suelo al instante, y sus agresores cayeron fulminados antes de tan siquiera rozarle.

El caballero Sebastián, aún agravado de su pulmonía, no sintió más tormento, pues no pudo el suyo contrincante golpearle tan siquiera: la espada le atravesó por el cuello, y como cortando manteca de gorrino le deshizo.

Eguzki, curandero a las buenas y guerrero a las poco diestras, clavó el suyo bracamante en el torso de otro de ellos, y haciéndose como ceniza cayó al suelo aquel cadáver.

El pirata Damiá, como si en un asalto en la mar estuviese ahora mismo, clavó el filo de su cuchillo hasta dos veces en la sien de uno de los hostiles, y el corazón (o lo que debía estar ahí), de otro...

Por último, el pardo Caitán logró endosar fieron lanzazo en otros dos cerrando la escabechina que habíais comenzado.

Ninguno de vuestros agresores pudo golpearos,pues todos cayeron fulminaros antes de intentarlo. Pero quedaban más y seguían viniendo hacia vosotros *

Con facilidad, el pirata continuo girando mientras clavaba los cuchillos en otros dos cadáveres. No sabía que magia había revivido a esos seres, sólo tenía un objetivo, acabar con ellos y luego ir a ayudar a su antiguo compañero de viajes. 

Una parte ya había caído, parecía que con facilidad, así que el de la Torre se animó, por así decirlo, y a pesar de su debilidad se propuso a asestar dos mandoblazos más para terminar con aquella agonía cuanto antes.

-Ánimo curandero, que aquestos ya no tienen otra salida que la muerte definitiva- quiso alentar a Eguzki, que de todos era el menos acostumbrado a mancharse las manos de sangre, aunque en esta ocasión era más bien cenizas. El calvo, más avezado a sanar (o eso esperaba el castellano) que a matar podía dudar ante los adversarios, cosa que podría resultar fatal, y por el momento no lo estaba haciendo mal.

Que siga así.

Por suerte, aquellos muertos en vida parecían más temibles de lo que eran en realidad. Continué atacando sin descanso para acabar con ellos lo antes posible.

PNJOTIZADO

Quise pues, volver a deshacer a aquellos muertos en vida, y tal que así que volví a azuzar el bracamante que siempre me acompañaba.

PNJOTIZADO.

De nuevo hube de usar mi lanza para desbaratar aquellos cuerpos llenos de pellejo, carne podrida y hueso visible. No podía dejar que se acercaran.

Resumen turno 2:

Cada uno de vosotros siguió atacando a los terribles habitantes de aquella aldea, hechos ahora jirones de piel andante, que se acercaban a vosotros. Quiso la fortuna que todos y cada uno de vosotros lanzara con éxito su ataque, filos y puntas por delante, para desbaratar sus cuerpo. Parecía ser un juego de niños, por el momento. Enseguda pasásteis de estar rodeados, espalda contra espalda, a ganar en número a aquellos seres que os vacilaban.

Ahora, tras clavar filo en sus cuerpos, quedaban únicamente dos de ellos. 

Allá a lo lejos, en lo alto de la colina, seguíais viando a la figura humana luchando contra aquel lagarto gigante. Los ecos resonantes no traían sino con el viento de la mañana la voz de alguien conocido: era Osvaldo. Parecía estar en más apuros que vosotros.

Que Dios salve vuestras almas

Pensó a modo de oración Sebastián mientras alzaba su espada para asestar otro golpe a uno de los dos muertos vivientes que quedaban en pie.

-Es Osvaldo- Expresó al llegarle a los oídos la voz de aquel hombre. ¿Era él quien enfrentaba el terrible monstruo alado? Seguro que sus compañeros habían llegado a aquella misma conclusión al tiempo que el de la Torre, pero el caballero de Santiago pareció creer oportuno informar en voz alta. 

Todo aquello era surrealista, hombres muertos que se levantan. Inocentes convertidos en demonios. Un jinete en llamas y ahora un lagarto volador escupefuego... ¿cuándo termianría todo aquello? y lo más importante ¿cómo podrían ponerle fin?

Los seres de ultratumba no eran rivales para nuestro grupo, acabaríamos con ellos en breves segundos, pero el corazón de Dalmau empezaba a desear que la lucha se prolongara pues enfrentarse al lagarto contra el que luchaba Osvaldo era algo que no deseaba lo más mínimo.

Al ver que Sebastián y Dalmau se encargaban de los dos últimos aldeanos, el pirata decidió correr en ayuda de Osvaldo. ¿Qué era aquella criatura contra la que se estaba enfrentado el caballero? ¿Qué les había pasado a los aldeanos? Todo ello parecía cosa del demonio, cosa de brujería, al igual que en el monasterio.