Partida Rol por web

- Juega peor que aquel almogávar en Calatañazor..¿eh?- Dice maliciosamente uno de los vascones.
Eneco, que no bebe, no es muy hablador. Pero los otros tres vascones buscan su aprobación con la mirada, y esta vez, el que llaman Peio, no la obtiene, a juzgar por el ademán del tartamudo.
Aunque borrachos, esquivan a partir de entonces cualquier respuesta a las preguntas de Arturo. Nada saben de los lobos, más que lo son. Y ningún demonio han visto, cómo parece que si ha hecho el grupo.
Al ver el laúd y oir la historia sobre las estrellas, el gigantón se emociona, y Froilán aprovecha para escabullirse mirando de reojo a Nuño, pero sin decir nada, para no atraer otro abrazo vizcaíno.
Con los últimos acordes, el gigante vasco pide a Arturo que siga tocando, pues el también sabe “vertsos”. Pero cuando se va a lanzar, con la mirada puesta en Amelia, queda en silencio mirando a la puerta.

Nuevos visitantes aparecen por la entrada, y parecen habituales, pues el posadero no muestra sorpresa y saluda.
- Mi señor.
Su ayudante se apresta a servir al Conde de Ucero una copa de plata que lava y saca de una estantería y al “Quebrantahuesos” otro cuenco de vino. El conde se acerca a la mesa en cuanto ve dados y dineros. A coge un par antes de recorrer con la mirada la estancia y saludar a todos.

- Permitid a aqueste viejo jugarse unas monedas que sin falta perderá.-
Dice. Y pone una bolsita encima del barril sobre el que se jugaba. Los vascones disimulan su cogorza y se muestran todo lo serviles que pueden.
Pero algo ha atraído la atención del conde Gregorio. Mira a Amelia disimuladamente al principio y fijamente tras unos instantes.

Algo le llama la atención a Tancredo entre ellas lo que guarda en el arcón el herrero y la bolsa de dinero que le da el buitre. Pero intenta no mostrar interés ni fijarse nuevamente en lo que ha visto. El herrero es mudo pero aún así muestra una capacidad inigualable para comunicarse mediante gestos. Cuando acaba Ser Tancredo ha comprendido todo lo que quería comunicarle, y entonces asiente. - Sea pues. - Le da al herrero el dinero por el trabajo y le entrega su espada, - sabed que si no hace más efecto que antes volveré a pedirle explicaciones. No pago ningún trabajo por supersticiones sino por su eficacia si esos símbolos vencerán a los demonios entonces sea pues. 

El caballero espera para ver si el herrero lo va a hacer en el acto o no, en el caso que se pusiera a hacerlo de inmediato esperaría en el interior. Y aprovechando que está haciendo la extraña inscripción en su espada... miraría en el arcón para ver cuál ha sido el objeto depositado por el herrero en su interior. Si el herrero insiste en que se marche no lo hará y le pedirá explicaciones para que se ponga en el acto ya que no puede irse sin su espada. 

Amelia sintió el vello de su nuca erizarse, sin saber qué hacer presa de los nervios empezó a mirar en todas las direcciones pretendiendo esquivar la mirada del recién llegado. Fue entonces cuando decidió atusarse los cabellos para dejar que estos ocultasen su cara, en un pobre intento de pasar desapercibida.

Y con ello se encaminó al exterior. Una vez hubo pasado los líos poco había que hacer por aquellos lares salvo pasar la noche en compañía de la anciana Tegri.

¿cúal es el nombre de vuestra compañera, la cazadora de lobos?- dice Benvido de repente. Y al saberlo se levanta para presentarse a Orosia.

De repente me sorprendo a mi misma pegando un bote al ver que el carretero pregunta por mi et no solo eso, sino que se acerca a mi a presentarse

-Soy yo señor. Yo soy la cazadora........ de lobos, si. De siempre me he criado en el monte et se me da bien rastrear et perseguir criaturas salvajes 

Se acerca el carretero dando un sorbo de su cuenco
-Mis respetos, buena Orosia. Pareciera que todos aquestos omnes valoran sus saberes sobre lobos...- Benvido se interrumpe de repente, mirando tu mano izquierda.
-Hermoso anillo...- Dice refiriéndose a tu amuleto mágico.

Poco he podido mostrarles de mis conocimientos pues las bestias que nos enfrentamos en el camino, lobos parecian mas no se comportaban como ellos. El gran lobo casi hablaba con la lengua de un demonio et los demas no hacian mas que estar sometidos a sus embrujos. Mucho me temo que no son lobos aquello que asola estas tierras si non bestias del averno

Mi anillo........ es un recuerdo de familia et lo tengo en gran estima. No vale gran cosa pero nunca me desprendería de él, pues me recuerda a mis ancestros 

No sé cómo se arreglaban los monjes para estar siempre en todos los líos, sólo acabábamos de perder de vista a Froilán y Arturo tuvo que rescatarle de los cazadores de lobos. Por suerte, pudo evitarse una riña y ahora estábamos tranquilos en la taberna.

Agradezco con un gesto de cabeza la oferta de Benvido, que sin duda aceptare antes de volver a casa de Tegiria. Me sorprende la aparición del conde en la taberna, aunque por la respuesta del resto de los parroquianos, parece un habitual de la misma.

Aprovechando que el posadero se acercó a servir al conde, le llamo

- Buen hombre - le digo - puede servirme un vino, et si tiene un momento, gustariame que me contara que es lo que se dice de los ataques dos lobos -

La niña no paraba de mirarme. Cierto es que belleza no le faltaba pero aún era un poco cría para intentar nada con ella. Además, seguro que era cristiana y eso haría cualquier cosa imposible.

Me despierto de las ensoñaciones y divagaciones al ver que la adolescente me trae un cuenco con vino.

Cita:

—Vaya, muchas gracias —digo sorprendido por la amabilidad con la que me trata—. Espero que no hagas lo mismo con todos los parroquianos, tu padre podría enfadarse —añado con una sonrisa e intento aprovechar la ocasión para sacar algo de información—. Aunque con todo esto de los lobos, no debe venir mucha gente a Ucero estos días, ¿no?

De fondo, veo que el carretero que nos acompañó todo el camino está también presente y tomo muy en cuenta su oferta de unos bálsamos, que bien me vendrían.

De repente, se hace un forzado silencio al aparecer por la puerta el Conde, pero rápidamente el bullicio en la taberna comienza a recuperar el estado anterior.

Estaba pendiente de lo que aquí acaecía, aunque pareciese que estaba a otras cosas. Fijome que Amelia capta todas las miradas et hace por desaparecer, caso de que alguien más salga tras ella me dispongo a salir, de non ser así continúo en la taberna tocando para deleite de los parroquianos que ya quieren soltar las suyas canciones. Me asombra el reconocimiento del conde a Orosia, pero más me asombra el verlo aquí et jugándose los dineros con la plebe.....dineros que mucho bien harían a aqueste pueblo.

PAblo por contra anda comiendo et bebiendo como si nonhubiera mañana et preguntomé si non tendré que llevarlo a cuestas do la vieja.

Abres el arcón ligeramente, hasta la madera cruje. El herrero sigue impasible su trabajo, pues está ocupado en avivar el fuego.
Dentro, se amontona un amasijo de hierros oxidados de formas variadas: herraduras, cadenas, clavos y aros. Pero sobre ellos, un objeto sucio y oscuro del mismo color que la herrumbre y del tamaño de una herramienta, te llama la atención por su forma, puesto que parece una figura cuadrúpeda que representa un animal...

El Conde fija la vista en Amelia, y la mira girando la cabeza, sin disimulo alguno, mientras esta alcanza la puerta. Y absorto, sale de la estancia instantes después que ella. Se queda en el umbral indeciso, mientras mira como Amelia se aleja, pero pareciera que fuera a ir tras ella antes de que vaya a torcer la esquina...

- Lobos... ¡Estas animalías han de ser caçadas! Mentáis también a mi padre...señor, Tomás el tabernero non es mi padre, más quiérole yo como un pariente des que soy pequeña, et ayna, que mi padre de verdad, Martín Nabero, está doliente por culpa de los lobos, me deja servir en la taberna et llevarle pan y caldo...
Si mi padre hubierame fecho caso, en lugar de pedir favores al de la cabaña...
¿Non puedo ofrecer a vuesa merced unas cortezas de cerdo?

La cria imposta un hablar formal intentando parecer adulta, mientras juega con su pelo.

El tabernero hace un además de zurrar a distancia a la niá, al verla parlotear con Zacarías. Pero se gira al ser preguntado por Nuño, y responde con educación.
-Lobos... Nunca tuve un grande temor de lobos ca nunca ví en estas tierras alimaña que comiese cosa grande. Pastor fui antes que tabernero, et non siento verguenza alguna que si al pueblo a servir torné, fue por miedo de ánimas, que por muchos han sido vistas. en aquestos bosques. Lobos... veneden e van,e si las gentes non fuessen tan famélicas...
Se detiene asustado para respirar aliviado al ver al conde entretenido en otros menesteres.

Aqueste sale detrás del conde para ver las suyas intenciones et que no le haga nada a Amelia. Cuando viere que vuelve estoy apoyado en el umbral de la puerta con una sonrisa-¿Os conocieres?-le trato de igual a igual , a fin de cuentas soy hijo del Vizconde Julian Peláez, que otra cosa es que yo prefiera la compañia de otras gentes, et otra que me achante por un titulillo más o menos. También es cierto que aquesta confianza molesta a los nobles, pero ¿qué ha de importarme a mí?