Partida Rol por web

El caos se mezcla con la gelidez del exterior. Oís gritos en la parte delantera, cada vez más fuertes. Aunque no véis muy bien que pasa entre los destrozos del accidente y la gente que se mueve en todas las direcciones, debe haber alguien que está muy malherido.

Pero os ocupáis de lo que tenéis delante. Carlos se mueve rápidamente hacia los ancianos, y con la ayuda de Sandra, consiguen descolgarlos del asiento y tumbarlos sobre el suelo. El hombre, que parece encontrarse bien pese a sus años, se queda al lado de la señora, a la que es evidente que le cuesta respirar. No parece algo que baste con dejarla allí mismo, alguien que sepa que hacer debería ocuparse de ella.

Al mismo tiempo el sacerdote se acerca al enorme tipo de los tatuajes. Le toma el pulso un segundo, y entonces el hombre abre los ojos con un pequeño grito de sorpresa.

- ¿Onde estou? - pregunta André, con la vista nublada - ¿O que aconteceu?

Nadie va a entenderle bien, claro. Ha habido un... accidente, ¿no? Sí, algo recuerda, se golpeó la cabeza pero... Hay un cura delante suya ayudándole. André sonríe por educación, mientras se recuesta en el suelo para recuperar el resuello y orientarse un poco.

No parece herido. Solo tiene una... contusión. Debe ser eso.

- Tranquila, ne, tranquila. Va ir todo bien, nun te preocupes - consuela Rufino a su esposa, sujetando su mano entre las suyas.

Luego se vuelve hacia los chicos.

- Mi mujer ya respira mal, tiene problemas con el pulmón. Aquí con esti fríu no puede quedarse, tenemos que encontrar refugio - les explica como puede. Con la nevada que está cayendo no aguantarán ni media hora y la carretera está intransitable: nadie vendrá a ayudarles pronto.

En la parte delantera del autobús, los gritos que provienen desde el capó son cada vez más fuertes. Desde las escaleras, veis como avanzan un chico con unos auriculares y una joven muy guapa que camina cojeando. De lo alto, Alejandro se descuelga junto a Marina, que le pregunta a Francisco como se encuentra: El chico respira bien pero parece conmocionado por el golpe.

Pronto los chillidos desde delante opacan cualquier otra reacción. Ana, que se encontraba junto a Marina, levanta la vista hacia allá pero la aparta nada más mirar, lívida y llevándose la mano a la boca. Es evidente que la imagen no es agradable.

Esperanza camina junto a Gero, cojeando, dirigiéndose hacia los gritos sin saber si puede hacer algo cuando ve la imagen.

Los intestinos nevados de Julián, que sigue... Vivo. Gritando. El chico que estaba con su pareja está a su lado... Tratando de... ¿Calmarle? Esperanza se detiene un segundo, apoyándose en un asiento. No puede ser verdad. Pero... Es...

Toma aire. Está a punto de vomitar. Pero al menos, piensa, ella está bien. Quizás el chico ese necesite ayuda, y... Esperanza respira un instante, recupera el equilibrio y sigue avanzando, visiblemente afectada por lo que está viendo y oyendo.

Nieva. 

Más allá de lo que estáis haciendo todos, nieva. Sobre vosotros. Los cristales que daban al lado izquierdo del autobús ahora son un techo abierto hacia un cielo totalmente cubierto y gris. Y la nieve cae sin respeto por el accidente o los gritos del vehículo. 

Algunos tenéis otra cosa en mente. Hay heridos. Personas aturdidas, inconscientes, en shock, moribundas o muertas directamente. Pero...

 - ¡¡Eh!! - grita, llamando la atención desde el centro del autobús al resto de pasajeros.

Se ha encaramado a un asiento para que le vean. Necesita alertar a todo el mundo cuanto antes.

- ¡Aquí no podemos quedarnos, o no podremos salir! - indica -. Estábamos a punto de llegar a la cima del puerto, está allí el parador. Deberíamos buscar refugio. O si no podemos ir todos, al menos alguno para pedir ayuda.

Mira a su mujer, que se ha despertado por fin, y a su hijo. Les sonríe. Porque debe sonreír. 

Carlos escuchó lo que aquel hombre implora en medio de la nevada. Tenía razón, debían de buscar ayuda y más tal y como estaba la situación. Con un '' gracias, cuida de ella, ahora volveré '' dirigido a la chica que Le ha ayudado con la anciana y con un '' Edu, si no llego en horas, dame por muerto. Odio los errores y, entonces, deberás comprender que mi error ha sido venir aquí ''. Se mueve al principio del bus, donde ve al hombre incrustado en el cristal.

-Voy a salir, no podré ir sólo a la puesto que será más difícil... Aunque si nadie se ofrece y veo que no hay otra alternativa, iré yo mismo, solo, a buscar un refugio. ¿Algún voluntario?

La tensión se Le podía notar en las venas de su cuello.

No sin esfuerzo habían conseguido descolgar a los dos ancianos que ahora reposaban en el suelo, o en lo que en esos momentos era el nuevo suelo del autobús. El anciano tenía razón, hacía mucho frío y eso no era bueno para la mujer así que, a pesar de que Sandra también estaba tiritando, volvió hacia su asiento y rebuscó entre los restos del autobús su trenka para colocársela encima de la mujer que no parecía con fuerzas suficientes para reaccionar.

El joven que los había descolgado se acababa de alejar en dirección a la parte delantera del autocar y Sandra se quedó allí haciéndole compañía a los ancianos mientras observaba también al chico que iba sentado delante de ella y que, a pesar de que aparentemente parecía encontrarse bien, aún no se había movido del sitio. En cierta forma era mejor así ya que el panorama por la parte delantera debía ser bastante dantesco.

—Seguro que encontrarán un sitio donde podamos refugiarnos hasta que nos vengan a buscar... Ya lo verán —dijo tanto a los ancianos como al muchacho, intentando no sólo tranquilizarlos a ellos sino también a ella misma. Cada vez hacía más frío y la nieve no dejaba de caer. El hombre de las gafas tenía razón, no podían quedarse allí durante mucho más tiempo.

Después de escuchar las palabras de Alfonso y ver que Carlos iba a buscar ayuda solo, no pudo evitar salir voluntario junto a él. 

Iba dispuesto a ayudar hasta que pudo apreciar mejor la grotesca escena de la parte delantera del autobús. Al ver tanta sangre y tripas entró en shock. - Pe-pero...  ¿qué?- Sin poder articular palabra se apartó a un lado sin moverse.

No se le iba de la cabeza la escena que acababa de presenciar, no comprendía que había pasado... Sólo podía pensar en que estaba soñando y que pronto abriría los ojos y todo estaría como antes. 

uuupssssssss

Miro a André sorprendido. -Se ha despertado de repente al sentir mi mano, menos mal.

-¿Recuerdas cómo te llamas? Yo soy Jose Antonio. Ibas en éste autobús y hemos tenido un accidente como puedes ver. ¿Recuerdas antes del accidente?

Mientras me contesta miro alrededor percatándome de la cantidad de nieve que está cayendo. Trago saliva. Aún me duelen los pulmones y el frío aumenta. Nunca he estado en una situación así. 

-Bendito sea el señor. Aquí no va a poder venir nadie a rescatarnos, vamos a tener que salir todos de aquí antes de que nos quedemos enterrados. 

Miro a Sandra y veo que está pendiente de los ancianos y del chico. Carlos se ha ido a buscar ayuda, me dan ganas de acompañarlo, pero a ésta gente hay que sacarla de aquí o no podremos salir.

-¿Puedes ponerte de pie, hijo mío? -Pregunto a André, con prisa, con ganas de terminar con él para seguir con los demás. -Vamos, que te ayudo. 

Miro a Sandra de nuevo con los ojos muy abiertos y las cejas levantadas. Asustado. -Tenemos que sacarlos de aquí, nos vamos a quedar enterrados... ¡Coff, coff, coff...! 

El chico se pone su cazadora de imitación a cuero azul y la mochila. El anciano tenía razón, hacia un frio de muerte y parecía que el conductor no estaba por la labor de encender la calefacción.

Entonces el hombre de gafas dijo lo de ir al refugio y pidió voluntarios. Claro que él iba a salir voluntario. Todos los héroes de las películas habían sido voluntarios alguna vez. Sería como Sylvester Stallone en “Máximo riesgo”, salvando a todo el mundo. Yo también voy hasta el refugio. Además, así podría llamar la atención de la guapa chica de pelo negro que se había sentado detrás de él durante el viaje.

Aunque en la mente del chaval también paso fugazmente el recuerdo de otra película, esta no la veía el si no sus padres, era sobre un grupo de rugby atrapado en las montañas y la historia no era nada agradable. Al final algunos se salvaban pero después de haber sufrido mucho y hacer cosas que el pequeño prefería no recordar.

Marina seguía tratando de situarse cuando un hombre con gafas comienza a dar voces desde el centro del autobús, tras ellas, tratando de llamar la atneción de todos los viajeros. Como no podía ser de otra menra, ella misma gira la cabeza hacia allá y camina lentamente, con cuidado, tratando de acercarse a él. Su propuesta de buscar refugio le hace dudar durante unos instantes, pero sabe que probablemente es la manera en la que podría ser más útil para todos. No sabe nada de medicina ni enfermería y seguramente solo conseguiría molestar en lugar de ayudar. Otro chico joven se ofrece voluntario y es el último empujón que necesitaba.

-Yo también iré -dice con firmeza.-Aquí no serviré de mucho, prefiero tratar de dar con el refugio. Quizás desde allí consigamos buscar ayuda de alguna manera.

Gero caminaba hacia donde se encontraba Julian, ayudando a Esperanza a caminar. No tenía ni idea de que hacer cuando llegase allí. Él no era médico. Lo más cerca que había estado en su vida de un curso de primeros auxilios había sido cuando una colega había tenido una sobredosis y se las había apañado para mantenerla viva hasta llegar al hospital. Incluso en aquel momento no recordaba haber hecho nada más que improvisar. Esto parecía un huevo más dificil y ... 

-Joder... - se quedó helado al ver las tripas de Julian desparramadas fuera de su cuerpo. Eso no debería estar ahí... todo eso debería estar dentro. ¿Que ostias vamos a hacer con eso? ¿Vamos a meterlo dentro otra vez? ¿Eso siquiera funciona en la vida real? 

La chica parece a punto de vomitar, pero Gero no, está símplemente bloqueado. Buscó un asiento en el que apoyar la mano, pero no por miedo a perder el equilibrio, sino a perder contacto con la realidad. Un tirón de Esperanza lo ayudó a centrarse. Siguió avanzando, casi con piloto automático. Más bien arrastrado por la chica, símplemente sirviéndole de apoyo,  que por su propia voluntad. 

André no entiende muy bien del todo lo que están diciendo. Pero algo parece claro: esa mujer necesita ayuda médica inmediata.

Con un gesto, señala a la parte trasera del autobús: se puede salir por la luna rota y por allí pueden sacar a la anciana si la acarrean con cuidado.

- Devemos levar a mulher o mais breve possível - dice, esperando que por los parecidos en los dos idiomas le entiendan-. Se está morrendo. Em um lugar coberto e quente, talvez eu possa sobreviver, mas aqui... Eu duvido.

En la parte delantera del autobús, Carlos avanza con paso decidido pero cuando llega a la altura de Gero se queda bloqueado. La imagen es tan dantesca que la comida del desayuno le vuelve a la boca y acaba vomitando en un rincón. Marina aún no se ha acercado hasta allí así que no puede verlo, pero si que ve las reacciones de los que están observando la escena. Solo el chico que viajaba con su novia, Josemi, y la chica jovencita parecen haber sido capaces de ponerse a ayudar al pobre hombre.

Desde un poco más atrás se oyen voces.