Partida Rol por web

-Alice es mi única forma de dar con la otra asesina. Ella es su objetivo.

- Supongo que eso es un "no", al menos de momento...

Su mirada se distrajo un momento hacia la iglesia y luego volvió a Quint

- Bueno, nos estamos demorando, y tengo la impresión de que aquella mujer nos dio cancha solo porque estaba tratando de ganar tiempo para su compañera. Acabemos con esto; te daré las explicaciones después.

Quint caminó a la par de Faliar hacia la iglesia, con la sotana del cura entre sus manos.

-¿Explicaciones? ¿Explicaciones de qué? ¿Acaso hay algo acerca de la muerte de Julius que no me hayas contado?

La asesina miró hacia su espalda justo en el momento preciso en el que el guerrero se teletransportaba a su lado, y le dio tiempo a dar un salto ágil para evitar la embestida del florete de Conrad.  Miró a Alice... aquel movimiento no se lo esperaba y aunque había podido reaccionar con facilidad, quizá en otra ocasión no pudiera.

Miró a ambos enemigos, y se concentró. El tiempo se le acababa y tenía que matar a esa zorra.

- No, no es sobre Julius; bueno, en realidad si que hay algo que no te he dicho, pero porque no me has dado tiempo. El cochero me dijo que su última voluntad es que fuese enterrado en... ese sitio... ¿Elbrus? Lo que te tengo que explicar... es sobre Alice. Pero... bueno, ahora no importa.

El cabello de la asesina comenzó a girar a gran velocidad, ahora no tenía un objetivo, sino dos y esto hacía que tuviera que modificar su estrategia. Tratando de cortar a los dos con el mismo vaivén se cubría las espaldas, pues dejarlas desprotegidas era un fallo muy común.

Levantó las manos, y todo su cabello subió con ellas, descendiendo de nuevo a gran velocidad en dirección a Alice. Ella iba a ser la primera en recibir sus cortes, luego le tocaría a Conrad...

Todo esto es muy vistoso, pero no puedes contra los dos

La asesina parecía haberse acordado de Conrad, y su estrategia cambiaba a otra más abierta y meditada, dejando de centrarse en Alice para abarcar también a este segundo enemigo anónimo. La cadencia de los ataques comenzó a ser menor, y Alice pudo interponer la daga entre ella y uno de los cabellos antes de que alcanzara su brazo derecho, desviándolo en el proceso con un chasquido metálico del que surgieron varias chispas. Confiada, se permitió dar un consejo a su enemiga

Escapa ahora que puedes. No tiene sentido desperdiciar tu vida en esta misión, como tu compañera

Un nuevo corte. Y esta vez, quizás por el efecto de sus palabras, distinguió una sombra de duda

No dudó en aprovecharla

El movimiento de Alice fue infantil, de novata. Un ataque directo a la cintura, sin siquiera ocultar sus intenciones. Mani no tuvo más que girar su cadera e interponer uno de sus afilados cabellos para que el brazo de Xerine se desviara lo suficiente como para dejarla en una posición comprometida.

Ahora no podía atacar a Conrad. No podía desaprovechar ese momento.

Pero el destino no está exento de cierta ironía.

Un pequeño charquito de vino seguía en el suelo, y al dar el paso para acuchillar definitivamente a Alice con sus cabellos, resbaló. No demasiado, sólo hizo que su ataque pasara a escasos centímetros de Ghost, pero sin causarle ningún daño.

-Voy a hacer que escupas toda esas palabras con sangre entre tus labios...

Alice aprovechó la ocasión para girar sobre sí misma y cortar el aire con su otra daga. Mani se echó hacia atrás, esquivándolo sin problemas

¿Por qué tanta obsesión conmigo? Seguro que aún te quedan razones para vivir. Lo veo en tus ojos: Hay gente a la que amas, gente que se preocupa por ti

Mani quedó en una posición algo comprometida, arqueada hacia atrás debido a una de las estocadas de Conrad. Alice vio su oportunidad en un hueco que quedaba en su espalda, y atacó con un latigazo, como una avispa clavando su aguijón. Sin embargo, Mani lo vio demasiado rápido

Conrad volvió a atacar. Sus movimientos eran difíciles de seguir, como si ocurriesen a una velocidad demasiado alta para ser captados por el ojo humano. Entre un destello verde y otro, el cartógrafo cambiaba de ubicación como si fuese aire, tratando de desorientar a la asesina. De pronto estaba a la izquierda, realizando un amago de ataque lateral, y al instante siguiente aparecía a su retaguardia, no, a la derecha, no, de nuevo a sus espaldas, lanzando una estocada veloz y certera.

Mani no escuchaba, o no quería escuchar. Sus movimientos eran torpes, y su visión se nublaba con las palabras de Alice. De hecho, una furtiva lágrima surgió de los pequeños ojos de la pelirroja. No, se negaba a admitirlo. ¿Gente a la que amaba? Aquella asesina era mucho más que eso... podía leer la mente, conocer los miedos de los demás y aprovecharlos en su contra. 

No, no podía hacerlo... pero tenía que hacerlo. Lo que sientes y lo que debes está enfrentado y hay veces que tienes que vaciar la mente. Suspiró profundamente en un momento en el que sus cabellos bajaron. Un momento que fue doloroso para ella.

Casi al mismo tiempo, como coordinados de una manera mística, Alice y Conrad atacaron a la asesina. Una con una daga bastante mal dirigida, y el otro con sus constantes cambios de posición entre llamas verdes. Fue fácil esquivar la daga, no tenía amenaza, ni siquiera tuvo que esforzarse en demasía pero el estoque del cartógrafo le penetró en el vientre, abriendo una herida dolorosa.

Saltó hacia atrás, con los ojos llorosos. Era incapaz de emitir ningún sonido, su voz estaba tomada, sus lagrimales, hinchados. Pero una horrenda determinación surgió en su mente. Como nacida de ninguna parte. Tenía que hacerlo... tenía que acabar con aquella hija de la gran puta.

No sólo quebrantaba las normas de la organización. No sólo su grupo y ella habían asesinado ya a dos de sus compañeras, de sus amigas. Ahora sus palabras denotaban una prepotencia extraña, como a pesar de estar perdiendo, supiera que la victoria estaba próxima. 

Sí, Conrad la había herido, pero había sido mera cuestión de suerte. Aquel ataque habría impactado en Alice si no fuera por el vino del suelo. El erudito no le daba miedo, Alice le imponía cierto respeto. Pero no podía permitirse fallar.

Sintió una punzada en el corazón. Hay quien dice que cuando dos mentes están conectadas, cuando dos corazones son cómo uno, si algo le ocurre al primero también lo siente el segundo. No sé si es cierto, ni siquiera sé si tiene algo de lógica esa proposición. Pero lo que sí era cierto es que sintió como si algo realmente importante hubiera sucedido con su amiga, como si... como si...

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

...como si nunca más pudiera volver a ver el brillo de sus ojos.

Cargada de ira y de miedo, llena de temor y determinación corrió hacia Alice. Sus cabellos se movían a gran velocidad, sus cortes parecían más fuertes incluso que los anteriores. Las pocas astillas que aún perduraban a su alrededor quedaban reducidas a meros recuerdos de la madera que eran antes.

Y sus ojos sólo tenían un objetivo. Alice.

Tanto fue así, tanto se centró en la asesina que ignoró por completo a Conrad. Ahora él podría tomar la iniciativa.

Alice alzó una ceja al escuchar el grito de la asesina, y esbozó una sonrisa de medio lado. Incluso entre el dolor de sus heridas, jadeando y enfrentada a la persona que quizás dictaría su último destino, había de reconocer que aquella situación... No estaba exenta de ironía. Retomó su frase anterior, pero esta vez su tono era cruel y despiadado

Personas que lo significan todo para tu emponzoñado corazón... ¿Me dejarás que te los arrebate uno a uno, hermana?

El cartógrafo entornó los ojos, justo al lado de la asesina.

- Basta de tanta cháchara -susurró, ahora desde la izquierda- tu amiga seguramente ya esté muerta... ¡y tú no tardarás en seguirla! -sentenció desde un ángulo oblicuo, lanzando otra estocada con su afilado acero.

La espada de Conrad penetró profúndamente en la espalda de Mani. Pero la asesina no soltó ningún sonido. Casi cae el suelo y tuvo que parar un momento su carrera, dando un giro en el aire haciendo que la espada del erudito saliera de su cuerpo y alejándolo de ella.

Vomitó sangre, y un manantial surgió de la herida. Aquel impacto había sido duro, y estaba a punto de acabar con todo. Su pelo seguía siendo una trampa mortal y se acercaba cada vez más y más a Alice. Su mirada estaba ya ida, en blanco.

Sólo quería terminar con todo.

Pero la asesina que tenía delante no iba a dejarla...

Si no se hubiera sentido infinitamente agradecida de poder contar con la ayuda de Conrad en ese combate probablemente le habría soltado algún corte sin pensárselo dos veces. Se había pasado toda la pelea intentando que la asesina se centrara en ella, para dotarle a él de cierta invisibilidad que podría aprovechar de forma útil, tal y como había hecho hacía unos segundos. Uniéndose a su duelo verbal, solo conseguía deslucir sus esfuerzos. ¡Y todo para repetir algo que ya había dicho Alice!

Aunque quizás tenía un efecto positivo. Puede que, simplemente, no pudiera ver el marco general, y que con ese movimiento su aliado encaminara el combate hacia alguna dirección favorable. Pero, por lo que sabía hasta el momento, el que podría haber sido su padre no había conseguido nada más que ponerse en evidencia. Aún así, seguía confiando en la destreza de su espada para resolver la situación... Y eso era mucho más de lo que podría decirse de la propia Innominatum

Alice clavó su mirada en la asesina. Luego borró la sonrisa de su cara. Aquella batalla llegaba a su fin

Esto no te va a gustar Enunció, con voz indiferente. No era una amenaza, ni un aviso de amiga. Simplemente era la verdad

Un tajo recto, directo a la muñeca de Mani. Certero, preciso...

Doloroso.

No chilló, ni siquiera podría decirse que sintió dolor. Pero su muñeca comenzó a sangrar. El carmesí se derramaba hasta el suelo, tiñiendo la piedra de rojo. La mirada de Mani seguía perdida. Como si estuviera esperando el golpe de gracia, o la oportunidad de acabar con todo aquello.

Su destino, pendía en manos de Alice.

Alice contempló satisfecha el trabajo bien hecho, mientras se agachaba hacia la izquierda para realizar un corte similar en el otro brazo. Mientras, volvió a hablar, esta vez dirigiéndose a Conrad

¡No la mates!

Esta vez fue la otra mano, que también comenzó a derramar líquido vital. Ambas manos sangrando... la anterior herida que el cartógrafo le había causado...

No, la batalla estaba ya perdida. Vomitaba sangre por todo su cuerpo.

Pero no estaba rendida. Todo lo contrario...

Los ojos del cartógrafo se posaron en Alice. Su expresión era ceñuda, mientras mantenía una postura alerta. Alerta, pero no ofensiva. "No iba a hacerlo", contestó sin palabras a través de su mirada. El cartógrafo no pretendía matar a la asesina. Sólo trataba de impedir que tuviese éxito.