Partida Rol por web

A lo lejos, los tres viajeros contemplaron como tres figuras penetraban el hueco que la muralla presentaba. No era difícil distinguirlos. Una mujer joven acompañada por dos hombres, uno alto y fornido y otro rubio como el trigo, el cual llevaba a cuestas a otro hombre.

Habían llegado antes que ellos, y también habían decidido entrar por la herida en las defensas.

Alice descendió del carruaje con gracilidad, deteniéndose unos instantes para observar las tres figuras que entraban dentro de la ciudad

No voy a quedarme sola Mencionó, obviando por completo la presencia del cochero, cuya escasa utilidad en combate directo parecía dar por entredicha Puede que se hayan calmado los humos del cazabrujas, por otro lado

-Yo... Señor... quiero ir con Quint. Quiero... estar cuando su cuerpo sea enterrado.

A François se le notaba nervioso, y no era para menos. Moth de noche no era parecido a Chaville, ni en lo más mínimo. Cualquier rincón oscuro donde no estuvieras mirando pudiera contener la mayor de tus pesadillas. O al menos eso es lo que los cuentos y leyendas cuentan de esa tierra.

Y la verdad es que no están desencaminados.

Así que, mirando a ambos lados, comenzó a acelerar el paso, dispuesto a alcanzarles.

Conrad miró a su fiel François, con una expresión cargada de comprensión.

- Está bien, iremos todos -accedió antes de que el criado se bajase del pescante y se pusiera en marcha- Luego recuperaremos el carruaje -añadió, no demasiado convencido.

El cartógrafo, también bajó del vehículo, pero antes de dirigirse a la fortaleza, entró en el carruaje, y metió en el fardo, en el que antes llevaba provisiones, las prendas negras y pulcramente dobladas que antes había preparado, junto con un librito y una pluma y tintero, y algunas monedas de oro, dejando en el carro las provisiones, libros y mapas y su "bastón defensivo". Lo hizo todo con la mayor brevedad posible, y después se encaminó hacia la grieta del muro con el paso más rápido que le permitían las condiciones del terreno.

Faliar caminó unos segundos por la capilla vacía; instintívamente, su vista se dirigió al altar, pero la apartó tan rápido como se dio cuenta. Estaba hecho un manojo de nervios; allí había estado alguien, pero dudaba que hubiera sido Catherine.

- ¡Catherine! ¡¿Donde estás?!

La pequeña siguió los pasos de su padre al interior, sin embargo ella no dijo nada. Empezó a indagar y examinar los recovecos de aquella estancia, tratando de percibir alguna presencia. Si había alguien, seguramente preferiría mantenerse oculta examinado a aquellos desconocidos que irrumpían gritando en la iglesia.

Otra patada directa al lugar del que procedían los sentimientos de Quint. Si ya eran malas noticias saber que su mentor, casi un padre, había sido secuestrado y que su mejor amigo, un hermano, había sido asesinado, ahora tenía que lidiar conque su santuario, su hogar, su refugio del mundo había sido profanado.

El rubio dejó el cuerpo de Julius sobre el altar y se apartó el pelo de la cara, para recoger aquellos cabellos sucios que se habían soltado durante el viaje a pie tras la diadema de nuevo. Luego comenzó a investigar a su alrededor en busca de cualquier indicio de vida o de algo que hubiera desparecido. Esto último no sería la parte más productiva, ya que habían pasado años desde la última vez que estuvo allí. Pero a fin de cuentas, las iglesias no cambian mucho a lo largo del tiempo.

Al parecer, las pesquisas de Quint tan sólo revelaron que el que había estado allí había escogido la iglesia por algo. Por los escritos, el incienso quemado que había a un lado del altar y las copas usadas que aún olían a vino daban indicios de que el que había "profanado" aquel lugar tendría que tener alguna inclinación religiosa o al menos intereses en el tema. De lo contrario tanto el lugar como los restos serían incongruentes.

Por lo demás todo seguía como antaño solo que la ropa que había en los armarios parecía mas nueva, como si alguien hubiera hecho de ese lugar su residencia.

El grupo siguió la ruta que bordeaba los pantanos hasta el trozo de muralla destruída. Sus tres amigos se habían perdido hacía unos minutos en el interior de la ciudad. El olor era repulsivo aunque soportable como si la tierra les estuviera recibiendo con una severa advertencia.

El musgo lamía las edificaciones, tanto dentro de la ciudad como fuera de ella. Tras cruzar por aquella abertura los lindes de Elbrus se encontraron en un patio interior. A su alrededor, una pequeña edificación que parecía una iglesia era lo mejor conservado del lugar, seguramente porque alguien habría habitado allí.

Además, había lo que parecía una herrería, un establo, alguna que otra casa a medio derruir...Pero lo que más llamaba la atención era una torre en uno de los los flancos. Como si la propia muralla se hubiera construido alrededor de esta torre, para dotarla de protección.

Las huellas dejadas en el barro y los sonidos leves de actividad venían de la iglesia. Era lógico que alguno de ellos estaba ahí dentro, si no todos sus compañeros. 

Nadie respondía. Viendo que Quint tendría asuntos que tratar, Faliar se decidió a tratar con los suyos y dejar al rubio tranquilo.

- Voy a inspeccionar la torre. Tengo que encontrarla cuanto antes.

¿Qué hacer? Deseaba ir con su padre, ayudarle a encontrar a Cath, pero ¿Dejar sólo a Quint? ¿En ese estado de animo? Lo veía algo peligroso. Se acercó a su padre para que no toda la conversación pudiese ser escuchada.

-Faliar... Es que no se si es buena idea dejar solo a Quint. Lo digo por si no necesitarías mi ayuda en la torre. Investiga por arriba y yo intentare mirar a ver si existe alguna pista por aquí. Cath no puede haber desaparecido sin más. Imagino que al igual que nosotros ella tuvo que caer en algún lado...- su gesto era ahora más sombrío Dime...¿Al final la encontraremos, no? Donde quiera que esté.

No, no era el momento de las dudas, ella ya no era así. Agitó la cabeza y la preocupación se disimuló bajo una media sonrisa.

-Empezaré ya a buscar. Sube, no quiero entretenerte más.

Era hora de ir desvelando que ocultaba aquel edificio. La iglesia no parecía muy acogedora. Al menos contaba con las dagas de Quint si algo no iba como esperaban.

-Nahia, tranquila todo saldrá bien. Gastar energías en preocuparse no vale la pena. Él la va a encontrar. La traerá de vuelta...

Faliar estaba hecho una maraña de nervios, pero no quería exteriorizarlo para no preocupar a Nahia. De todos modos, la voz entrecortada y el sudor frío delaban su agitación interior.

- Creo... creo que podría seguir en la Vigilia; en este lugar pero al otro lado del muro. Lo mejor sería permanecer juntos, por si... hubiese problemas. Y me parece que lo que Quint necesita ahora es unos minutos para estar él solo...

No quería separarse de ella; no quería arriesgarse a volver con Cath y que ella no estuviese. O peor aún, que no encontrase a ninguna de las dos. Tenía que demostrar que realmente le importaban, y que Xerine se equivocaba.

Nahia volvió la cabeza hacia el rubio. Por una parte quería permanecer ahi por si fuese necesaria, pero..¡Qué diablos! Llevaba todo el camino preocupada por otro asunto y aún así había intentado relegar sus ganas de salir corriendo en busca de Cath a un segundo puesto por acompañarle en aquellos momentos, a cambio de..total indiferencia, incluso parecía como si él les estuviese haciendo el favor al dejarles caminar a su lado. No había hablado en todo el camino, menos mal que estaba su padre...Era parte de su forma de ser, esa que extrañamente le atraía hacía él. Pero esta vez estaba cansada, el otro lado de la balanza casi rozaba el suelo, era hora de ver más allá de esos ojos grana. Él estaría perfectamente, sabía cuidarse quizás incluso mejor que ella misma.

-Mmm-vaciló- Sí, es mejor que no nos separemos.

Quint,quizás deberías venir con nosotros, sino avisa si nos necesitas.

Y con esto se encaminó detrás de su padre por las escaleras.

Quint repitió mentalmente los pasos de su adiestramiento, y en apenas unos segundos se olvidó de Julius y sus sentimientos mientras registraba la iglesia. Sentía que no aguantaría mucho en ese estado, y que no podía liberar su mente por completo, pero menos era nada. Faliar y Nahia estaban hablando, pero hasta después de terminar de examinar la nave no fue consciente de lo que decían. Sus sentidos parecían estar embotados, y reaccionaban con retraso.

Piensa... ¿Hay alguien que nos visitara en este lugar y que pudiera haber hecho esto?... No, no que yo recuerde. ¿Podría haberlo hecho Cath? A fin de cuentas, fue criada por un sacerdote. Tal vez se sintiera asustada y buscara una forma de tranquilizarse...

-En la torre están las habitaciones. -El cazador intentó bloquear el aluvión de imágenes y antiguos recuerdos que se abalanzaron sin previo aviso sobre su mente.- Os guiaré. Por favor, no toquéis nada.

Nahia dejó que Quint la adelantara. Miró detenidamente cada uno de sus movimientos. En el fondo, aunque su expresión no cambiase y las ganas de encontrar a Cath no disminuyeran, un pequeño peso interno había desaparecido. Se alegraba de que Quint por fin reaccionase.

Un sonido de pisadas los recibió al otro lado de la puerta de la iglesia. Allí, en la plaza central de la fortaleza estaban los compañeros a los que habían dejado atrás atrochando por medio del bosque. Tanto Conrad como Xerine y Aaron acababan de entrar también por el destrozo en la protección de la ciudad. François los acompañaba con cara de circunstancias.

Por el otro lado, saliendo de la iglesia estaban Faliar y su hija, acompañados por Quint quien ya no tenía a Julius en brazos. De nuevo se reunían tras su breve separación.

Alice no dijo nada, pero asintió al ver que los otros estaban bien

Faliar pasó frente al resto del grupo, mirándolos de soslayo mientras avanzaba con paso rápido hacia la torre. No tenía tiempo para explicaciones ni saludos; tenía algo más urgente entre manos

De nuevo todos juntos.

Nahia miró a su padre y luego a Alice. Ambos parecían ignorar el hecho de que se habían reencontrado, aunque no era un hecho nada raro, al fin y al cabo habían "quedado" en encontrarse en aquella ciudad, acabaría sucediendo tarde o temprano.

-Hola de nuevo...-susurró rompiendo el silencio.-¿Ha sido un buen viaje?

Un sonido confuso y lejano llegó a la mente de Alice. Una voz familiar, pero cortada e inconexa.

-¿Que... ce... t... ...í?