Partida Rol por web

En cuanto la alcanzar, te suelta una sonora bofetada.

-Sabía que no podía confiar en tí. Una riña y te tiras en brazos de otra. Ojalá te hubieses quedado en Montaigne.- dice con una voz cargada de ira.

A pesar de lo que dice, ves las lágrimas en sus ojos.

-Isabella. Vamos  hablar de esto. Y vamos a hablar ahora. Aquí o en privado, me es igual en el fondo. Pero por el bien de todos lo mejor sería en privado.-

De nuevo estoy roto por dentro, verla llorar...pero no se me nota. Tan solo expreso un gran y férrea determinación, sin apartar la mirada de sus ojos, esperando su respuesta. Pese a la noche pasada, liberando agresividad, estoy de nuevo cerca de mi límite. Me resta poco para estallar, y si lo hago...se que me arrepentiré.

Isabella se gira sin decir palabra, caminando hacia su despacho. Al menos, esta vez, no te ha rechazado. Espera a que entres, cerrando la puerta tras de tí.

Al menos esta vez parece dispuesta a escucharte. Se sienta en una silla con aire cansado. Te das cuenta de lo pálida que está, de las ojeras violáceas que rodean sus enormes ojos negros. Por una parte, te gustaría abrazarla y consolarla. Pero no parece la mejor opción.

Espera mirando al suelo a que hables.

-Me voy, y me desprecias y odias sin razón. Te casas con la persona que más daño me podía hacer. Regreso y consigo que me perdones, que me perdones por algo que no he hecho. Todo estaba mejor que nunca. De nuevo la mujer que siempre he amado, me correspondía. Dos hijos preciosos, a los que sin duda iba a tratar como propios. Quería que te casaras conmigo.

Y de pronto una noche, me vuelvesa mirar con el odio con que me mirabas antes. Eso me destrozó. No contenta con ello, no te dignas siquiera a explicarme nada. Solo dijiste "habla con Jonh".

Así lo hice, y me entero de que se me culpa, nada menos, que de una guerra contra dos reinos, una guerra que no hay posibilidad de ganar.

Además, el estúpido cabezota de Ossian sin duda sigue ofendido por aquella memez.

Es decir, la mujer que amo me odia, las dos únicas personas que respeto y aprecio, Ossian y Jonh, me ignoran por completo. Si es cierto que la guerra es culpa mía, el pais me odiará tambien.

Necesitaba consuelo, evadirme. Y eso me lo proporcionaron las botellas de Whiskey. Y necesitaba liberar agresividad, para eso llamé a Jenny, una criada, que no se atrevería a decirme que no, aunque quisiese hacerlo. No significa nada para mi, y lo sabes.

No sé si me dejo algo, pero creo que es suficiente para que entiendas como me siento.-

Mientras hablo, casi grito, no aparto mis ojos de ella, mirándola a los ojos si levanta la mirada. Cuando termino parezco a punto de golpear algo.

-Y ahora, Isabella, dime que demonios te pasa. No es posible que todo esto sea por una guerra que sabemos no es culpa mía.-

Te mira aún enfadada.

-Oh, por favor. Casi haces que parezca culpa mía que te arrojes en brazos de otra mujer. Si tanto quieres a mis hijos, entenderás lo que es ver a uno de ellos a punto de morir. Y, gracias al el estúpido cabezota de Ossian- dice con ironía, repitiendo parte de tus palabras -no lo está.-

Hace una pausa llevándose las manos a la cintura, en posición de jarras.

-Estaba enfadada. No podia dejar de pensar que, si hubieses cumplido tu misión y te hubieses mezclado con los montaigneses, eso se podría haber evitado. Iba a hablarlo contigo esta mañana, pero está claro que no podías esperar ni un día para meter a otra en tu cama. Eso contando que alguna vez halla salido de ella.-

Su tono hiriente te entristece. -Creo que es mejor que cada uno siga su camino.-

El chasquido de mi repentina bofetada me sorprende incluso a mi.

Casi no puedo hablar por la rabia contenida a duras penas. Respiro unos instantes para calmarme, sin mirarla en el suelo, dónde ha caido por la fuerza de la bofetada, pero más por la sorpresa de recibirla que por otra cosa.

Cuando me calmo levemente, casi susurro.

-Que Ossian sea un viejo cabezota, no implica que no sea un gran sabio, muy versado en sus artes. Nunca he negado eso.-

Pero no, no puedo reprimirme. Con lágrimas en los ojos, cayendo ya por mis mejillas le grito, a pleno pulmón.

-¡?UNO DE TUS HIJOS A PUNTO DE MORIR Y NO ME DICES NADA!? ¿ME HACES PENSAR QUE ES CULPA MÍA, LO QUE FUERA QUE TE PASASE PARA DE PRONTO ODIARME ASÍ? ¿MANDARME A HABLAR CON JOHN, QUE ME CUENTA CHORRADAS INSIGNIFICANTES SOBRE UNA GUERRA, CUANDO UNO DE TUS HIJOS, MIS HIJOS, ESTÁ A PUNTO DE MORIR SIN YO SABER NADA? ¿TE PARECE ESO NORMAL? Y RESULTA QUE EL MALO DEL CUENTO SOY YO, POR IRME CON OTRA. QUE ESTÁ MAL, LO SÉ, PERO NI LA MITAD DE MAL QUE L OQUE HAS HECHO.-

Mientras grito me voy acercando, paso a paso, furioso, pareciera que la iba a golpear. Pero no. Descargo mi ira sobre un jarrón cercano, con un puñetazo, rajando mis nudillos con la porcelana.

-Esta mañana, entiendo que te enfadarás por verme con otra, aunque ya sabes las razones pero...anoche..anoche no había ninguna...ninguna para que no me lo dijeras, Isabella. Supongo que eso, eso y no todo lo que ha pasado despues, que no confiaras en mi, significa que no podemos estar juntos.-

El goteo de mi sangre suena en el suelo unos segundos, ominoso, mientras miro sus negros ojos, intensa y profundamente.

-Me marcho del castillo.-

Sin más, abro la puerta y me marcho hacia mi habitación.

Cuando sales del cuarto, escuchas un amargo sollozo de Isabella que te duele más que si fuese tuyo.

Cuando llegas a tu cuarto, está vacío. En el aire aún flotan los olores de la noche pasada: sexo y alcohol. Las sábanas de la cama están revueltas, salpicadas con pequeñas gotas de sangre.

Pasa el tiempo y nadie acude a verte. Estás solo, sin Ossian, ni Isabella, no Jonh, ni los niños. Completamente solo.

En ese tiempo que paso sólo, llorando sin poder evitarlo, hago un petate con una muda de ropa, mantas, todo mi dinero y equipo de viaje, pedernal, una cazuela pequeña y algo de comida de viaje, que siempre tengo a mano. Espada al cinto y carcaj a la espalda, con el petate al hombro, marcho de mi habitación, no sien antes arrancar las sábanas y hacerlas una bola en mis manos.

Macho del castillo.

Una vez fuera, ya en el bosque, algo alejado del castillo, quemo las sábanas, profundamente concentrado.

-Juro ante los antiguos Sidhe, si me pueden oir, que no volveré a compartir el lecho de una mujer hasta haberme casado con ella. Que vuestra maldición caiga sobre mi si no lo cumplo.-

Tras esperar a que las sábanas se consuman por completo, continúo la marcha. Lejos de Isabella, lejos de mi vida. Sin rumbo fijo, tan solo huyendo del amor que sé que aún le profeso.

Sientes como un aire frío te atraviesa, un aire que parece más viejo que el mundo mismo, y que aviva la hoguera. Has cerrado un pacto con los shide, una fuerza mística que te cuesta comprender. Ahora, tu destino está sellado.

Te alejas caminando por el bosque, sin rumbo fijo, sin saber a donde ir. Has perdido todo lo que te importaba. Tal vez sea el momento de retomar tu vida con otros objetivos.

Camino hacia el norte, pensativo.

-Sé cazar, y sé contar una buena historia. Iré al norte. Allí hay más bosques.-

Caminas durante días hasta que pierdes el sentido de la orientación. Te vas alimentando de los que czas, cubriéndote por la noche con lo que encuentras. Tu viaje empieza a parecer una extraña peregrinación.

Tienes extraños sueños por la noche, ya no hay un salón con dos facciones, ahora ya no queda nada. Solo una tierra arrasada por los shide. Sientes si venganza, la frustración de haber confiado de nuevo en los humanos, y la rabia de saborear la traición.

Al cabo de una semana, cuando piensas que te estás volviendo loco, ves un pequeño pueblo a lo lejos. Mientras dudas si acercarte o no, un grito estremecedor te atraviesa el alma. Viene de las casas, y es como si miles de personas gritasen de dolor a la vez.

Me acerco con cuidado, vigilante, al origen de los gritos, los gritos que había interrumpido mis pensamientos sobre el sueño.

Avanzo con precaución, algo asustado, pues eso no ha sido algo normal, presto a sacar mi espada si es necesario.

Es un pueblo de casas pequeñas, casi cabañas. Parece el típico pueblo avalones que vive de la agriculturta y del comercio con Luthon. A estas horas, ya por la tarde, debería haber una intensa actividad, pero no ves a nadie. Parece un pueblo desierto, un oueblo fantasma.

Mientras caminas, te parece escuchar un llanto desdichado.

Me acerco hacia el llanto, haciendo el mínimo ruido que pueda, más intrigado que asustado...aunque el miedo está presente.

-¿Qué habrá pasado?-

Te acercas a los que parece ser una rudimentaria plaza de pueblo. En el centro hay un hombre en el suelo, de rodillas, con la frente apoyada en la tierra. Tiene los puños apretados y su cuerpo se estremece con cada sollozo.

-No... no hemos hecho nada.... siempre hemos cumplido con las reglas... ¿por qué a nosotros?...-

A parte de él, el pueblo permanece desierto.

Me acerco al hombre, aunque me quedo a una distancia prudente.

-Oiga ¿Qué ha pasado aquí?-

Con todo, no dejo de mirar a los alrrededores, por cualquier posible peligro.

El hombre, que parece un viejo druída, te mira con lágrimas en los ojos.

-No lo se, ellos han venido y se los han llevado a todos. Pero Biriem siempre ha sido fiel a los shide. ¿Por qué nosotros? ¿Por qué ahora? No hay ninguna leyenda que indique nuestra traición, no lo entiendo.- el hombre parece destrozado por el dolor.

Se retuerce las manos con nerviosismo. No parece haber ningún ser humano más en la aldea.

-¿Los Shide? ¿Esto lo hicieron los Shide?-

-Es raro...no hacen nada sin provocación...que habrá pasado...-

-¿No queda nadie más?-

Me termino de acercar, igualmente atento a todo, pero no amenazante.