Partida Rol por web

Tus nuevos amigos se marchan la poco rato. Sus rostros evidencian que han tomado nota de que no te has sentado con ellos, y de que has estado hablando con Lady Isabella.

El tiempo pasa y es hora de tu reunión. Isabella y Ossian, sentados el uno al lado del otro en el escritorio, te esperan.

Aparto de mi mente el echo de que no me guste ver a Ossian tan....tan "así" con Isabella, para sentarme y relatarles mis sueños, todos ellos.

-Y lo sé, Ossian, tu visión está disminuida, pero aún así eres el más indicado para interpretarlos. Me parece grave...aunque los sueños tiendan a exagerar.-

Te das cuenta de la postura que habeis tomada cada uno. Isabella frente a tí, tras el escritorio. Ossian a su derecha, a su lado. No te acaba de gustar esta distribución de las posiciones.

-Creo que sólo son advertencias mezcladas con una visión subejetiva. Pero vale la pena averiguarlo. Hubiese sido útil que vinieseis a hablar de esto antes, Sir John.-

-Ah, pero lo hice. Ossian ya lo sabia. He tenido tres sueños, el primero se lo conté, el segundo no ha habido ocasión, en parte por la cabezonería...de ambos. Y el tercero ha sido esta noche. Así pues, las broncas esta vez, no son para mi.-

-Sino para el gran Ossian.-

Isabella mira inquisitiva a Ossian. -Lady Isabella, no me contó que los sueños habían cambiado. De otra manera, le hubiese dada mayor importancia. Aceptad mis disculpas.- dice el druida.

-No os preocupeis Ossian, investigad ahora todo lo que podais.- ordena la Regente del castillo. El anciano se levanta con una inclinación de cabeza, saliendo raudo a cumplir su misión.

Te quedas a solas con tu amada. frente a frente.

Me levanto y me siento en la mesa, frente a ella. Acaricio su cara hasta sujetar su mentón con mis dedos y hacerla mirarme.

-No te enfades, tampoco me hubieras hecho ningún caso si te hubiera dicho algo entonces. Me odiabas.- me acerco para besarla, pero me quedo a muy escasos centimetros de ella, rozando levente sus labios con los mios, que sea ella la que termine el recorrido. -¿Qué piensas sobre ellos?-

Deja sus labios a escasos milímetros de los tuyos, acariciándolos con su aliento, pero sin tomar ella la iniciativa.

-Me temo, Sir John, que deberías haber hablado antes con el druida. Descuidais vuestras misiones. ¿Acaso hay algo que os distraiga?.- pregunta mirándote a los ojos.

Isabella, juguetona e inocente a la vez. Una inocencia que parece haberse conservado a pesar de sus dos hijos.

Recorro su cuello y su mandibula hasta regresar a la posición anterior, tan cerca de sus labios.

-Yo se lo conté, después no quería hablar conmigo. El orgullo herido le ciega, como nos ha pasado a todos alguna vez ¿No es así?-

Antes de que pueda responder, darse por aludida, o cualquier otra cosa, la beso tan apasionadamente como la primera vez que hicimos el amor, acaricio su cuerpo sobre la ropa, y cambio la posicón, lahago subirse sobre mi, en la mesa.

Isabella deja que recorras su cuerpo con tus manos con cierto aire de divertida indiferencia.

-¿No deberíais estar trabajando en otras cosas, Sir John?.- dice mientras se acerca para morderte suavemente el cuello -o intentando arreglar las cosas con Ossian, o visitando a vuestro jefe.-

-Yo creo que no. Además, si mi jefe se mosquea, le digo que estaba con su jefa...- los nudos de su ropa se deshacen uno a uno, al compas de mis besos ensu cuello, mentón, hombros, mandíbula y, finalmente, labios.

-¿Quien ha dicho que sea su jefa? Trabajamos juntos, nuestro único jefe es Avalon.- dice mordiéndote el labio.

Los labios son el único medio de contacto que mantiene con tu cuerpo. Sus manos están apoyadas en el escritorio. Se deja hacer mientras te besa, pero no te toca, haciendo que la desees más.

Cuando deshago el último nudo, tras dejar caer su ropa, la levanto para sentarla en su mesa, acercando mucho mi cuerpo, si ndejar de besarla, haciendo que sus brazos rodeen mi cabeza.

-Si no me detienes te haré el amor aquí y ahora.-

En ese momento es cuando mi pantalón cae al suelo.

Juega contigo. Desliza las manos por tus hombros, bajando por los pectorales, y arañando el vientre con suavidad. Te hace gemir con sus roces.

-Entonces, deberá pararos, sir John.- dice alejándote de su cuerpo.

Por su sonrisa pícara, sabes que lo desea tanto como tu, pero tiene ganas de jugar.

-Juguemos pues.-

-Entonces quizá deba irme....- conforme me alejo, quito mi camisa y me libero del pantalón, que estaba en mis pies. Me doy la vuelta y me acerco otra vez.

-O violaros como a una pobre campesina...-

De nuevo muy pegado, susurro con la voz más seductora que soy capaz de producir:

-¿Que preferis, señora?- mi susurro termina con un suave mordisco en su cuello, subiendo hacia su lóbulo.

Sin esperar respuesta la tumbo en la mesa, subiendo sobre ella, inmovilizando su brazos. Lo que hubiera en la mesa, acaba e el suelo.

-¿Os debo violar?-

Te mira con ojos inocentes.

-Me teneis inmovilizada, sir John.- dice retorciéndose suavemente sobre la mesa, realzando todas las curvas de su cuerpo -Me temo que no podria hacer nada para impediros vuestros deseos.-

Eleva su pelvis, rozándo tu cuerpo desnudo con ella.

-Ah...entonces me veré obligado a ello...- momento en el que la beso, buscando la viveza de su lengua, al mismo tiempo que la penetro, con fuerza pero con cuidado.

-Sería divertido que nos pillara el servicio ahora...cómo aquella vez en que mi hermano creyó que me atacaban por los gritos que soltabas- río antes de pasar milengua desde su paco hasta su cuello, y morderlo.

Isabella gime cuando entras con fuerza. Intenta en vano liberarse de tu presa. Se muerde el labio, intentando no grita antes tu movimientos. Alza y baja la cadera, con un baile que te hace enloquecer. Por suerte, ya tienes práctica de la noche anterior y, esta vez, consigues aguantar más y más.

Isabelle gime suavemente, intentando no llamar demasiado la atención.

Aumento el ritmo al máximo, quiero hacerla enloquecer. Muerdo y succiono sus pezones, su labio, sus hombros, todo quizá con exceso de fuerza, para que las sensaciones sean más explosivas.

-Si no gritas, nadie te salvará, pequeña campesina..-

Ves como tus mordiscos dejan pequeñas marcas en su blanquísima piel. Isabella se contiene para no gritar hasta que le asalta un último orgasmo, de tal intensidad que no puede evitar gemir y que un pequeño grito escape de sus labios. Su gemido hace que tu tambien estalles.

Os quedais encima de la mesa unos minutos, aún alterados por la pasión con la que os habeis conducido.

Sin separarme, la beso una y otra vez, con besos cortos y rápidos, por todas partes.

-¿Lo del campo sigue en pie?-