Partida Rol por web

John se dirigió rápidamente al pasillo de la sala común al ver las opciones que tenía, quería de inmediato saber quienes osaban entrar en este santuario y con que objetivo, preparo sus espadas y su cuerpo en general a medida que se acercaba al acceso de la misma, preocupandose un poco más por mantenerse inadvertido reduce la fuerza de sus pisadas aunque en medio de los gritos eso no le sería muy complicado.

Al llegar cerca de la sala común se coloca de manera que las paredes se ayuden a ocultarse, sus músculos estan más hinchados, sin embargo su cuerpo mantiene una flexibilidad más allá de lo normal, la fuerza de la sangre se manifestaba en el y sus sentidos. Justo desde el borde de la puerta logra ver...

Me levanté tan rápido como pude y traté de recobrar la consciencia lo más rápido posible. Me vestí rápidamente y traté de escuchar ruidos externos que confirmaran que las voces que me habían desvelado eran algo más real que un sueño.

Salí de mi habitación dispuesto a prestar mi ayuda en aquel trance.

...y se encontró de lleno con una enfurecida Lola que lanzaba por los aires a alguien en el preciso momento en que él asomaba la cabeza por su puerta. Lola se había plantado enfrente de la puerta de la habitación y se había prometido que nadie -y cuando decía nadie, era nadie- iba a traspasar ese umbral. El enemigo -porque estaba claro que eran enemigos- que peleaba contra ella eran precisamente dos Lasombra, tenían un nivel muy similar entre ellos, por por lo poco que pudo observar Jack, pero ni de lejos llegaba al nivel que demostraba la mujer.

Desde el otro lado, de la dirección de la sala común, venían ruidos de una clara pelea... gritos, golpes...

Al salir lo que vi sólo corroboraba mis sospechas. Se había montado una fiesta monumental. Con diurnidad habían atacado el Elíseo, y se trataba de un ataque por todo lo alto. Tanto que habían llegado hasta las profundidades de estas habitaciones, lo cual era decir bastante.

Mi primer impulso era dejar que Lola se las arreglase sola. Parecía capaz de hacerlo. Pero precisamente por eso cambié de opinión. Podría resultar una aliada formidable en una lucha como la que se estaba librando, a pesar que políticamente se encontrase en una situación delicada. Quitarle un enemigo de en medio podía repercutir en un beneficio posterior, así que no lo pensé más y me lancé al ataque.

No era un experto en peleas, ni mucho menos, pero había algo dentro de mí que me decía que a aquellos lasombra me los ventilaría sin despeinarme. Es una sensación que me  ha acompañado a menudo en mi vida. La mayoría de veces, el tiempo le daba la razón, así que en ese momento no tenía porqué ser menos.

Ignorante aún de mayores capacidades, esperé al momento que más distraído estuviese, esperando pillarlo desprevenido al no esperarse que un nuevo rival surgiera de la puerta de la habitación contigua a la de Lola, y lancé una patada al enemigo más cercano.

A pesar del empeño mostrado, no conseguí impactar y me vi de lleno en la trifulca.

La patada del joven no impactó donde debería haberlo hecho, porque el Lasombra se movió unos instantes antes, tratando de enganchar la pierna de Lola, que en ese momento le daba la espalda mientras derribaba al otro enemigo, con una especie de látigo que salía de sus manos, hecho sencillamente de oscuridad. Sin embargo, de espaldas como se encontraba, el Lasombra no se percató de su presencia, concentrado en la peligrosa mujer que tenía delante. Jack tenía una nueva oportunidad si actuaba rápido, podría atacar, avisar a Lola o correr en dirección contraria antes de que llegaran más enemigos... o lo que se le ocurriese.

Con más tranquilidad, al ver que el enemigo no me había visto, descargo un golpe sobre su espalda, con la intención de castigarle los riñones.

No me siento cómodo con las agresiones físicas, pues no lo había vuelto a practicar desde las trifulcas de la adolescencia, y nunca había sido mi fuerte.

De cualquier forma, me sorprendió que el golpe que descargué fue fuerte y contundente, más allá de lo esperado.

El golpe de Jack distrajo al Lasombra lo suficiente como para que a Lola le diera tiempo a girarse y, con un látigo de sombras como el anterior, agarró el cuello del cainita y apretó hasta arrancarle la cabeza del cuerpo. Y el pasillo quedó limpio de enemigos. Entonces la mujer, con el fuego brillando en sus ojos, se volvió hacia el joven.

-Yo no pienso moverme de esta puerta -le dijo, decidida. 

Asentí. No iba a ponerme a discutir con ella ni a contrariarla haciéndole ver que su presencia ante la puerta no haría más que atraer enemigos y hacerlos notar que quizá tras esa puerta se esconda algo importante.

Miré un momento los cadáveres, en busca de armas. Yo estaba desarmado completamente y, quizá, tener algún arma entre mis manos pudiera darme una baza de la que en ese momento carecía completamente. Tras esta breve pausa, resolví echar el resto.

- Voy a ver qué puedo hacer por ahí. - Le dije y me fui hacia la sala común, de donde venía el ruido de lucha.

John abrió una puerta lateral de la sala común, la que daba a las escaleras que bajaban al pasillo de las celdas, exactamente al mismo tiempo que Jack abría otra, la que daba al ala de invitados. En el mismo momento una tercera puerta se abría y Mabui aparecía por ella, seguida de unos cuantos miembros de su clan. Los tres vieron lo mismo: Rafael, Aarón, Ángela, Yamir y Eileen ya estaban allí, junto a otro grupo de cainitas fieles a la Príncipe. Se defendían como podían de una horda -literalmente horda- de vampiros que se movían por toda la habitación tratando de acabar con ellos. 

Sucedían muchas cosas a la vez...

En una esquina, Ángela se defendía sola de una decena de cainitas que habían decidido que la mejor manera de atacar el Elíseo era matando directamente a su Guardiana. Unos caían tras otros, sujetándose la cabeza y gritando; los más afortunados no sentían dolor alguno cuando se lanzaban, como autómatas, en contra de sus propios compañeros. Pero no había manera de quitárselos de encima; cuando uno caía surgían dos más para sustituirlo, como si de una hidra se tratase. La niña, sin embargo, se mantenía en pie y se defendía de todos ellos, con la fiereza de un león. 

Por otro lado, Aarón comandaba a sus tropas de Vigilantes de forma admirable. Él y sus hombres se movían por las paredes, el suelo y el techo al mismo ritmo que los atacantes, dando tajos a diestro y siniestro con las armas que tenían, gritando y moviéndose a una velocidad tal que a veces era difícil seguirlos con la mirada. El Sheriff se detuvo un momento, en un rincón, mirando a los atacantes -que ahora, por la forma de moverse, estaba claro que la mayoría eran Assamitas como él- como si no los reconociera, como si no pudiese creerse aquello... como si lo hubieran traicionado. 

Yamir aguantaba como podía, se estaba llevando la peor parte; él no sabía pelear, su tarea era más bien pensar y aquello no le gustaba en absoluto, pero aguantaba como podía con la ayuda de unos cuantos de los suyos. 

Finalmente, muy cerca de ellos dos, Rafael, katana en mano, y Eileen estaban en aquel momento viéndose rodeados por al menos una veintena. 

-Eileen, necesito a Maeve -decía en aquellos momentos el Justicar- de verdad...

-No es como si pudiese llamarla cuando quisiera, ¿vale? ella sale cuando le da la gana... -respondía la joven, visiblemente nerviosa. 

-Lo siento muchísimo, Eileen, -dijo de pronto el cainita, tocando con una mano la cabeza pelirroja de su chiquilla, de repente- perdóname por esto...

En ese momento la muchacha gritó, se llevó ambas manos a la cabeza y, acto seguido, le metió una patada en la tripa a su Sire, que éste encajó sin apenas hacer ningún gesto. 

-¡Joder, Sire! Eso no hacía falta -de pronto su expresión había cambiado, sus ojos tenían un brillo diferente y hasta su voz, antes dulce, tenía un tono distinto-, puedes llamarme, ¿sabes?

-No ha funcionado, pero me alegro de que estés aquí... bienvenida Maeve, ya podrás vengarte de mí más tarde -respondió éste, esbozando una sonrisa sesgada. 

La joven dejó de mirarlo, también con una escalofriante sonrisa en su expresión, y dirigió su mirada hacia los cainitas que los rodeaban, quienes no vieron venir al borrón de fuego rojo que de pronto saltó sobre ellos, desgarrando gargantas con las manos desnudas. Su Sire, mucho más calmado, levantó la katana y también desapareció entre la muchedumbre de vampiros a su alrededor. 

Tras evaluar la situación, decidí que lo más lógico era ir a echar una mano a Rafael. Éste parecía disponer de una buena ayuda en Eileen/Maeve, pero algo más de ayuda no le vendría mal. El resto parecían defenderse suficientemente bien o ser demasiado peligroso para mis escasas artes guerreras.

Así que bajé hacia donde se encontraba el Justicar con la katana, buscando algún otra arma en mi camino, para no verme obligado a atacar con las manos desnudas, pues no creía que pudiera hacer gran cosa en ese supuesto.

De cualquier forma, intenté lanzar algún golpe, aprovechando que llegaba sin ser visto, pero obtuve escaso éxito.

John apenas pudo ver de reojo a Jack mientras este abría la puerta del lado de los invitados, no era un momento para saludos o diplomacia, se necesitaba hacer un trabajo y eso era la prioridad y allí estaban los 3, Mabui se integraba al espectáculo, Angela estaba haciendo lo propio, la Guardiana hacía honor a su posición haciendo caer uno a uno a los enemigos, sin importar el número prácticamente, en toda la sala se podía apenas ver al equipo de Aaron desplegados por paredes, techo y suelo de la habitación, era algo irreal el que estos pudieran pelear de esta manera, sin embargo, se estaba viviendo en aquel instante.

Rafael y Eillen estaban en otra sección, algo rodeados, pudo escuchar claramente cuando Maeve era invocada por parte de Rafael y apreciar el momento en que tras un toque de la cabeza, otra consciencia emergía del cuerpo la pelirroja, alguien un poco más salvaje, y antes de poder parpadear esta mujer estaba desgarrando cuellos a diestra y siniestra un toque de locura definitivamente!!!, extraño que Atara, la espadachina no estuviera en escena, quizás estaba con Lola protegiendo a Victoria...

Un poco más cercano se encontraba Yamir, quien si estaba pasando un mal rato, este se notaba no era diestro en el arte de la guerra, John ya sabía a quien apoyar y sin dudar salio a toda carrera a auxiliar al mismo, utilizando las espadas que pertenecieron a Zaina empieza su jugada de ataque contra uno que pensaba atacar por la espalda al aliado, pronto pudo introducir ambas espadas en la espalda de aquel desafortunado enemigo que no lo vio venir e intento abrirlo a la mitad como si de un pan se tratase...  

Hasta la vista Baby!!! fue lo último que escucho aquel contrincante antes de morir destajado por las habilidades de espada del político. Tras esto dijo se coloco a cubrir la espalda del Nosferatu Yamir estoy contigo, puedes ver en la oscuridad? Las cosas pueden ponerse algo sombrías dijo apenas audible cuando este sintió la sangre a sus espaldas!!!

John se puso en guardia dispuesto a ayudar a su compañero de Elíseo.

El día transcurrió tranquilo tanto para Patrick como para Isaac. Ambos despertaron, cada uno en sus respectivos refugios, hermosos como rosas... o eso habrían hecho si hubieran sido humanos. Más bien despertaron muertos como las hojas caídas del otoño que los asolaba, pero ¿qué se le iba a hacer? Ésa era la pega de ser cainita, al fin y al cabo. 

Cuando terminaron de hacer todas las cosas que solían hacer al despertarse, después de ir automáticamente a la nevera y darse cuenta de que ya no necesitaban desayunar... de que, de hecho, les repugnaban los alimentos en aquellos momentos, ambos miraron, llegado uno u otro momento, el teléfono móvil. En él vieron que tenían un par de llamadas y un mensaje de texto: 

"Alerta, atacan el Elíseo" 

...decía simplemente la pantalla. El mensaje había sido enviado a ambos aparatos un par de horas atrás...