Partida Rol por web

Antes de entrar al Elíseo Isaac comprobó que llevaba su pistola, una Star Megastar .45 ACP, una pistola de fabricación española que tenía hacía tiempo para su defensa personal.

Ciertamente dudaba de su efectividad contra los cainitas, pero al menos podría retrasarlos y era un ataque sencillo a distancia. Tenía dos cargadores de 12 balas cada uno.

Entró al Elíseo y sacó su arma mientras pensaba rápidamente intentando fijar un objetivo. Saludó con un gesto a John.

Aquella hoz tenía pinta de asustar a mi adversario lo suficiente como para pretender esquivar mis golpes. Pero estaba visto que con hendir el aire no iba a conseguir nada. Hubo un momento de conmoción en la sala y, por alguna extraña razón, la pelea bajó de intensidad unos instantes para prestar atención a Rafael y al Tremere, según lo dicho por Isaac.

Pero no fue más que un latido, de inmediato todos quisieron aprovechar el momento y el resultado fue que se reanudó una ducha que no había cesado realmente.

Y así, me vi nuevamente ante mi enemigo, cara a cara. Los poderes de algunos vampiros me hicieron desear tener míos propios. Y en ese deseo, algo me hizo actuar como lo hice. Sin pensar, por instinto.

Sin yo entender qué pasaba, mis ojos adquirieron un color dorado con grandes iris negros. Mi adversario me miró, pero no pareció afectarle aquel cambio en mi mirada y el combate continuó. Descargué un nuevo golpe que, a pesar de traspasar sus defensas, finalmente fue poco menos que un rasguño.

John empeizo a sentir algo de debilidad en la masa oscura que acababa de crear, decidio concentrarse en la misma para hacerla más fuerte mientras quedaba a la defensiva...

Jack había logrado alcanzar con su arma a su oponente, sin embargo, ésta pareció hacerle cosquillas. El cainita aprovechó para atacarlo. Enarboló su improvisada arma y la apuntó directamente al estómago del joven, tratando de ensartarlo directamente. 

Yamir, por su parte, asintió y trató de empujar, junto a su gente, a los enemigos hacia la entrada del corredor, para taponarla... o al menos crear un cuello de botella para que no pudieran entrar más. A su lado, John se concentró en aglutinar la masa oscura informe que estaba comenzando a hacerse cada vez más y más grande, más denso. Éste se colocó poco a poco en la entrada principal a la sala y se extendió por el pasillo. 

En ese momento, atravesando la misma sombra y arrastrando consigo a alguien que ninguno de ellos conocía, emergió Azara por el pasillo de entrada, katana en mano, saltando para sajar por la mitad al primer Sabbat que se encontró. El hombre que la seguía, parecía aún un tanto confuso, pero llevaba una curiosa ballesta en la mano. 

Aarón y Mabui continuaban defendiendo bien sus posiciones, pero echaban fugaces vistazos intermitentes al centro de la sala, donde se estaba desarrollando lo más interesante: 

En el momento en que Rafael se dio la vuelta y levantó la mano para hacer con el Tremere exactamente lo mismo que había hecho con los otros, sus miradas se cruzaron y su brazo quedó paralizado en el aire, congelada la expresión de su rostro. No atacó. No pudo. 

-¿Andêl? -fue lo único que logró escapar entre sus labios, reflejando una expresión de absoluta y desconcertante sorpresa...

Azara guió a Víctor hasta una calle bastante conocida: Recoletos. Pasaron por Colón, frente a la Biblioteca Nacional y, finalmente, se acercaron a la zona peatonal que había enfrente del Gran Café de Gijón... aquella zona era un caos: una multitud de figuras más rápidas de lo normal bailaban una macabra danza de luces y sombras. Con diversas habilidades tanto físicas como sobrenaturales se atacaban unos a otros, desatando el caos en el lugar. Azara se horrorizó.

-¡La Mascarada! -murmuró...

-Tranquila, nos estamos encargando nosotros de eso -dijo de pronto un hombre que pasaba por su lado, levantando las manos hacia delante. 

El resultado de su acción fue que unos pocos transeúntes que casualmente pasaban por ahí, salían volando y terminaban muchos metros más atrás, delante de una mujer que los tocó y, de ponto, se dieron la vuelta y se marcharon corriendo.

-Brig se está encargando de sus cabezas... -aclaró el hombre, riéndose, como si aquello fuera realmente divertido- ...y de eso... -añadió, señalando al cielo. 

Sobre sus cabezas pudieron percatarse, si se fijaban bien, de que había una especie de cúpula traslúcida que abarcaba más o menos una manzana, con el Café Gijón en su punto central. 

La joven Malkavian sonrió, asintiendo con la cabeza cuando lo vio, y guió a Víctor por un lado, katana en mano; vieron a una mujer rubia, mayor, de cuyas manos sobresalían garras y cuyos colmillos eran afilados como los de un lobo, que saltaba sobre un par de enemigos al mismo tiempo y desgarraba piel, músculos y tendones al mismo tiempo en los cuellos de ambos. 

Vieron también a un hombre de la misma edad que ella, más o menos, vestido con un traje elegante y que, sin embargo, empuñaba un arma de fuego que estaba utilizando con absoluta maestría. Daba en el blanco cada vez que apuntaba y nunca creaba fuego amigo. 

Continuaron corriendo y se detuvieron de golpe al llegar a la entrada del local: estaba destrozada, como si hubiera habido una explosión. 

-¡Mierda! -la muchacha lo agarró de la muñeca y lo internó en el sitio. Allí tuvo que hacer uso de su katana por primera vez, para librarse de un par de vampiros que les cortaban el paso al piso de abajo. La pared de ladrillo del mismo también estaba destrozada, dando lugar a un gran boquete que daba a un pasillo largo... y oscuro. Por el pasillo se extendían los brazos de una oscuridad densa, casi tangible. Azara avanzó entre la bruma con precaución, en posición de guardia media y con la espada por delante. 

-Esto lo ha hecho un Lasombra -advirtió- uno como el que estaba en el callejón...

Y entonces llegaron al lugar en el que desembocaba el pasillo y se encontraron con la escena que se estaba desarrollando en aquel preciso momento...

Isaac tenía que decidir rápido qué hacer y a quien atacar. Pudo oír como Yamir indicaba que el líder del ataque era un Tremere. Isaac sabía que su clan actuaba en ambos bandos de la lucha y que muchos miembros pertenecían al Sabbat. A veces se preguntaba si pertenecía a la Camarilla solo por casualidad y en otras circunstancias podría haber acabado en el otro bando. Aunque fuera increíble, esa perspectiva no le causaba especial desazón, en cierto modo no entendía mucho esta guerra que se libraba.

Pensaba activar sus sentidos, pero no lo hizo. Posiblemente su mente no aguantaría en estas circunstancias. Oyó el nombre del Tremere de boca de Rafael ¿Había oído hablar de él en algún libro de los que había leído? Su memoria eidética se puso en marcha casi sin sentirlo.

Se centró. Un grupo de asaltantes iba hacia las habitaciones de invitados, a ellos dirigió su atención.

Gritó al último del grupo, con voz poderosa. "DETENTE"

Consiguió que se detuviera un instante, suficiente para que su arma continuara la conversación, pero esta se encasquilló y quedó inútil, sin llegar a efectuar ningún disparo.

Maldita arma, siempre falla en el peor momento - Pensó por un instante Isaac mientras se movía tras el grupo.

John no pudo evitar escuchar la frase que a duras penas pudo salir de la boca de Rafael, una vez modelada la oscuridad en la sala y defendiendo la posición cerca de Yamir le pregunta a este, Maldita sea! Yamir que demonios le pasa a Rafael, por que rayos no pulveriza a ese papanatas?

La voz de Isaac detuvo por unos instantes al grupo de cainitas que se dirigía hacia el pasillo de las habitaciones de invitados; todos se dieron la vuelta, sorprendidos, pero al instante el arma que había sacado Isaac se encasquilló y se atascó*. En ese momento, los vástagos sonrieron, alguno sacudió la cabeza, y se dieron la vuelta, internándose en el pasillo. El empresario había logrado ganar unos segundos de tiempo que, en momentos como aquellos, eran cruciales, pero no los pudo retener del todo. 

"Acaba de reencontrarse con un fantasma de su pasado" la voz de Azara, justo después de brotar de la nube oscura que cubría la entrada y que la cubrió a ella lo suficiente como para decapitar a media docena de atacantes antes antes de que la descubrieran, sonó en las cabezas de todos respondiendo a la pregunta de John "ni siquiera yo sé quién es...". 

El rostro del Malkavian, siempre seguro y sereno, efectivamente miraba desconcertado a aquel hombre que, aprovechando la situación, esbozó una sonrisa maliciosa y levantó la mano de nuevo, a una velocidad vertiginosa, repitiendo el proceso anterior, aquella vez con más éxito. Rafael se llevó la mano al estómago de pronto y abrió la boca, como un humano que se ahoga y trata de coger alguna bocanada de aire. Pero reaccionó en ese momento, por fin, y saltó hacia atrás. Cayó agachado, con una rodilla apoyada en el suelo de piedra. No le había robado mucho, pero aquella vez sí lo había logrado. El Tremere sonrió.

-¡Azara, ya era hora! -gritó entonces la pelirroja, acorralada contra una esquina, cubierta de sangre, pero aún con una feroz expresión en su rostro y manteniendo a raya a todo el que intentaba acercarse- ¿dónde diablos te habías metido? ¿Y quién demonios es ése?

-Hola, Maeve, me alegro de verte -respondió la aludida sin inmutarse- te presento a tu nuevo sobrino... -añadió entonces, con una expresión de culpabilidad en el rostro. 

Fue en ese momento cuando algunos se dieron cuenta de la llegada de la joven Arconte con el matemático y cuatro de los vástagos que estaban más cerca se dieron la vuelta y lanzaron sus ataques contra ellos. De pronto, la joven de pelo morado se encontraba con dos armas y unas garras que le llegaban de frente y Víctor, con una mujer que, de pronto, le lanzó algo con forma humanoide y traslúcida que apareció frente a su mano en ese mismo momento y que avanzó hacia el hombre, lentamente al principio, pero inexorable...

Tras el terrible golpe sufrido por el cainita que tenía ante mí, grité más de rabia que de dolor y lancé una mirada furibunda a mi enemigo antes de golpearlo. Por algún motivo que desconocía en ese momento, el tipo se quedó mirándome como idiotizado mientras le intenté golpear con el arma. Pero estaba visto que no era mi día. El golpe lo detuvo a medio camino una barra de hierro que sujetaba una lámpara y no llegó con fuerza a su objetivo.

Por lo menos, el cainita estaba como inmóvil, mirándome.

Mirando la figura acercandose lentamente, en medio de la acción.

Si llego a saber que esto iba a pasar, hubiera pedido algo mas de cuerpo de a cuerpo. Pienso mientras levanto la ballesta y me preparo para disparar a la mujer.

Por algún tipo de milagro, con todo este caos, oscuridad, mi disparo consigue acertar en la mujer.

Sin embargo la figura se ha acercado demasiado, haciendo casi imposible esquivarla.

-Debemos hacer algo para acabar con todos estos... -dijo Yamir, pensando rápidamente- ...o no lograremos salir vivos del Elíseo... la Príncipe y el Senescal están fuera en la calle... y creo que están solos. Hay que ayudarlos, tenemos que llegar ahí como sea.

Dicho lo cual, hizo un gesto a los restantes miembros de su clan que quedaban allí y todos aprovecharon la oscuridad que John había creado para dirigirse a la salida. En la sala ya quedaban menos, los cainitas que Isaac había intentado parar se habían detenido unos instantes, pero ahora el último de ellos desaparecía ya por la puerta que conducía a la zona de invitados. Con la llegada de Azara, Maeve se había animado y ambas daban vueltas por la sala -la más joven casi a la misma velocidad que Aarón-, intentando acabar con los restantes enemigos. 

Jack había sido capaz, por su parte, de esquivar parte del ataque de su propio oponente, pero no del todo. Como resultado la afilada punta del arma de su enemigo le abrió un tajo en el estómago que limitó su movimiento. Él sí alcanzó a atacar, peo no parecía hacerle el daño suficiente como para detenerlo.

Rafael y el Tremere de nombre Andêl estaban enfrascados en una rápida conversación que apenas alcanzaba ninguno de ellos a escuchar, mientras intercambiaban una rápida sucesión de golpes. 

Demonios, estan fuera!!! a buena hora lo dice!!! John se hacía la esperanza de que estuvieran en el pasillo de invitados ayudando a Lola más no era así, Yamir lo siento fue lo último que se escucho antes de que John desapareciera al pasillo de invitados en ayuda de Lola, dando brincos entre los cadáveres  que dificultaban un poco su paso pero al menos ya a la ayuda de su amada!