Partida Rol por web

Todos han sido llamados por la misma joven, de diferentes maneras. Ahora su despertar está completo y pueden conocerse, distinguirse. Serán aliados en armas y tienen un objetivo común. Hacer que los otros huéspedes del hotel perezcan. Es la misión que les ha encomendado.

Pueden verse entre ustedes pero hay algo diferente. Sus cuerpos son más rígidos, sus figuras finas, su ropa es la misma pero sus brazos son articulados, deben voltear todo su rostro para mirar a un lado. No tardan mucho en darse cuenta que no es su apariencia usual. Se han reunido en este lugar como muñecas, pero sus esencias están en ellas.

- Saben bien lo que deben hacer. Mi maestra los ha escogido y ustedes han aceptado la oscuridad de su corazón - aparece la joven frente a ustedes, aunque ella se ve igual. Después de estas palabras, se esfuma y quedan allí, junto a sus compañeros.

Cuando mis ojos se abrieron en este lugar... En este armario, lo primero que sentí fue extrañeza. Yo no venía para esto, ni mucho menos, aunque no podía evitar sentirme ahora un poco distinta, un poco... Especial.

Mis globos oculares rígidos recorrieron el mueble, haciéndome consciente poco a poco de quiénes me acompañaban.

- ¿Hola? - Pregunté más que saludar, tratan de comprobar si mi voz funcionaba como debía. Al ver que sí sentí cierta seguridad, y eso me animó a presentarme. No lo había hecho directamente con ninguno de ellos.

- Me llamo Esther, Esther Grenholm.

Tardo unos instantes en acostumbrarme a mi nuevo aspecto, pero lo disfruto con toda mi alma en cuanto me habitúo a él. Esto es lo que he buscado durante toda mi vida. Poder. Auténtico y delicioso poder. Libre por fin de toda atadura moral. Libre para dar rienda suelta a mis más oscuras depravaciones.

Encantado, Esther. - Digo con una sardónica sonrisa. - ¿No es esto maravilloso? Deberíamos organizarnos y disfrutar de esta enorme oportunidad que nos ha sido otorgada.

La forma que tuvo de responderme el chico habría hecho que mi piel, de tenerla realmente, se pusiera de gallina. Mi cara rígida volvió a mirar a los demás antes de centrarse en él de nuevo,y cuando hablé mi voz salió ligeramente insegura.

- Supongo que tienes razón. - Admití, sin querer reconocer en voz alta lo fuera de lugar que me sentía. Una cosa era lo que yo pudiera sentir o hacer, y otra... Compartirlo de esta manera con extraños. - ¿Por dónde deberíamos comenzar?

Pero, ¿qué..? Observo a las personas que tengo delante mía y cuando veo la manera en la que están vestidas no tardo en fijarme en mí, vestido igual que ellos. Extraordinario. Compruebo las formas en la que puedo moverme y mirar a los demás. Desde luego no era muy cómodo de llevar puesto pero me encantaba. 

- Sin duda alguna, hermano. - Saco una sonrisa y me giro hacia la chica rubia. - Un placer, Esther, yo soy Henri y él es mi hermano Louis.

Yo no sé ustedes, pero tengo una sed de sangre sobrehumana. - Digo pasándome la mano lo más cercano a la boca que me permite mi nuevo cuerpo. - Y deberíamos empezar organizándonos.

Estoy disfrutando mucho de nuestra nueva y diabólica condición, en el fondo siempre quise esto en mi vida. - Deberíamos elegir a nuestro verdugo, nuestra mano ejecutora. - Hago una pausa. - Y a nuestro centinela, alguien que nos proteja de los demás.

Me alzo triunfal. - Y no menos importante, debemos elegir a nuestra primera víctima. ¿Sugerencias?

- Encantada, supongo. - Respondí, aún adaptándome a la nueva situación. - Vosotros... ¿Sabíais que pasaría algo así al venir? - Pregunté después, cambiando un poco la postura de ese cuerpo tan diferente y, al mismo tiempo, tan natural.

- Yo me ofrezco a ser quien vigile. - Dije después.

No teníamos ni idea de que fuese una experiencia tan increíble y motivadora. - Digo disfrutando hasta la última de mis palabras. - Deberíamos sentirnos afortunados.

Miro con aceptación la proposición de Esther ofreciéndose a vigilar, sin duda ese es el espíritu que necesitábamos. - Será un placer confiar nuestra seguridad a tus manos, Esther. Sólo nos falta nuestro verdugo. - Dedico una mirada a la muñeca pelirroja. - ¿Nos harías el honor de rendir tus servicios con esta comunidad?

Sara tardó en reaccionar. Estaba fascinada ante lo que estaba ocurriendo, lo que veía, lo que sentía. No fue hasta que Louis la llamó que dejó a un lado sus pensamientos artísticos y metafísicos.

Yo soy Sara Holme, y no tenía ni idea que me iban a dar una experiencia tan fascinante, ni que me abrirían los ojos a una nueva forma de arte. - desvió su mirada hacia Esther - Y con nuestro bombón rubio vigilando, estaré encantada de salir de caza.

Sólo faltaba la víctima. Sara guardó unos instantes de silencio reflexionando. Era muy importante hacer una gran presentación, que la primera impresión del resto fuera algo que ya no lo olvidasen jamás... en el poco tiempo de vida que les quedaría.

Si este hubiera sido mi cuerpo real probablemente me hubiera ruborizado ante el comentario de Sara. A día de hoy era raro el día que alguien me piropeaba de cualquier manera y aquello, a pesar de haberme descuadrado un poco, había resultado halagador. Sin embargo no dije nada, tratando de que no notase que le había dado la más mínima importancia. Probablemente fuese una frase hecha.

- No me gusta la gente que se dedica a poner nerviosos a los demás. - Dije en voz alta. Lo cierto es que tenía claro quiénes eran los culpables de la histeria que había en el lugar donde estábamos todos reunidos. - ¿Qué os parece el cazafantasmas, el que se ha dejado la placa en la habitación? - No me pasaba desapercibido que el único que aún no había hablado todavía era el de acento ruso. Quizá no sabía muy bien qué decir. Desde que les aquella paliza en la Guerra Fría no habían vuelto a ser los mismos.

Sara reflexionó sobre la propuesta de Esther.

Si de verdad fuera parapsicólogo, podría ser un peligro y sería mejor eliminarlo cuanto antes. Pero creo que esto lo va a sobrepasar, y que su fanfarronería le pasará factura. ¿Que opináis los hombres?

Sin duda alguna el parapsicólogo es una incómoda opción, sólo se trata de un fanfarrón sin habilidad alguna pero su mera presencia podría confundir a nuestras víctimas. - Hago un silencio meditando lo que voy a decir. - Y nos interesan que piensen que es un montaje la mayor parte del tiempo.

Hay que eliminarle. - Añado tajantemente.

Asintió lentamente ante las palabras de Louis.

Que así sea pues, su sangre muy pronto correrá por mis manos.

La maniobra de Sara fue todo un éxito y todos se sentían complacidos, más aún al ver el rostro extático de Esther y un brillo bestial en sus ojos. Ella había encontrado un espía y le había eliminado. Aquel que por poco los descubre era Reuel.

Cuando al amanecer volví a hablar con mis compañeros mis ojos estaban teñidos de excitación y todas mis dudas disipadas. Cualquier idea contraria a lo que teníamos entre manos se había esfumado al sentir el frío de la muerte en mis propias manos. Aquello había sido lo más increíble y peligroso que había hecho en mucho tiempo. Aún más que viajar con el moro en el avión o que hablar con él de manera directa. Y me había encantado.

- El histérico. - Dije emocionada, rebosando alegría. - El histérico estaba paseando de noche. - Expliqué sin encontrar del todo las palabras, con un tono cargado de sentimientos que nunca antes había conocido. - Pero no paseará más. - Añadí luego exultante mientras negaba con la cabeza, con la expresión de quien da un sentido pésame, pero sin poder evitar una sonrisilla nerviosa. - Oh, no. Ya no.